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Descripción de un protocolo estandarizado de toxicidad aguda para cladóceros




Enviado por cesarmac



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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Bioensayos
    3. Tipos
    4. Bioensayos de toxicidad
    aguda con cladóceros

    5. Conclusiones y
    Recomendaciones

    6.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    La actividad humana produce gran variedad de desechos
    que son liberados a los ambientes terrestres, aéreos y
    acuáticos. La introducción de un determinado desecho
    antropogénico puede o no introducir desequilibrios en un
    ecosistema que
    conduzcan a su deterioro. Para cada desecho existe una
    concentración umbral, por encima de la cual se detectan
    los efectos responsables de dichos desequilibrios (Cairns, 1986).
    En general, los sistemas
    naturales poseen la capacidad de soportar alteraciones debidas a
    la presencia de agentes foráneos mediante los procesos
    internos de autodepuración. El deterioro de un ecosistema se
    produce cuando la cantidad y calidad de
    desechos introducidos superan su capacidad de recuperación
    (Tortorelli y Hernández, 1995).
    La
    contaminación es la impregnación del aire, el agua o el
    suelo con
    productos que
    afectan a la salud del hombre, la
    calidad de
    vida o el funcionamiento natural de los ecosistemas
    (Microsoft
    Encarta, 2001). Esta es una consecuencia indeseable de los
    procesos
    productivos que afecta no sólo a la salud humana sino
    también a la integridad de los ecosistemas,
    ocasionando daños a veces irreversibles, tales como las
    pérdidas de biodiversidad
    (Paggi y de Paggi, 2000). Donde quizás el deterioro
    ambiental se hace más acuciante es en el agua, pues es
    un insumo básico para la subsistencia de todo organismo
    vivo y para las actividades productivas del hombre (Paggi
    y de Paggi, 2000).
    Existen varias estrategias para
    la elaboración del diagnóstico de la calidad de
    agua de un
    ambiente
    determinado, tales como: la determinación de
    parámetros físico-químicos y
    bioquímicos; la detección de bioindicadores de
    contaminación y la realización de
    bioensayos de laboratorio y
    de campo (Tortorelli y Hernández, 1995).
    Los bioensayos son pruebas en las
    cuales un tejido vivo, organismo o grupo de
    organismos son usados como agentes para determinar la potencia de
    cualquier sustancia fisiológicamente activa o de actividad
    desconocida (Reish y Oshida, 1987), permitiendo comparar la
    toxicidad de diferentes compuestos y conocer la sensibilidad de
    las diversas especies, para determinar los mecanismos de los
    efectos de las sustancias ensayadas (Alcazar, 1988).
    Una de las formas básicas de prevenir los problemas
    derivados de la
    contaminación es el control periódico
    de la calidad del agua, es decir, conocer qué sustancias
    tiene disueltas o suspendidas. Para esto se debe hacer un
    análisis específico por cada una de
    las sustancias que se desee saber si existe, o en qué
    concentración se encuentra (Paggi y de Paggi, 2000). En
    este sentido los bioensayos de toxicidad permiten evaluar el
    grado de afectación que una sustancia química tiene en
    organismos vivos y éstos pueden ser agudos o
    crónicos. Las pruebas agudas
    cuantifican las concentraciones letales de un xenobiótico
    a una especie en particular. El valor
    calculado se denomina concentración letal media
    (CL50) y corresponde a la concentración de un
    xenobiótico que causa la muerte al
    50 % de la población experimental al cabo de un
    tiempo
    determinado, generalmente en 48 o 96 horas. En contraste, las
    pruebas crónicas estiman la concentración –
    efecto media (CE50) de la sustancia de prueba que
    causa un efecto al 50 % de la población experimental, al cabo de un
    tiempo
    determinado (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Para regular las descargas de aguas residuales tóxicas hay
    que utilizar datos de ensayos de
    toxicidad hechos con organismos vivos y confiar en estos datos,
    además de efectuar estudios detallados de las características físicas y
    químicas de los contaminantes y de los cambios que ocurren
    después de su descarga en el medio. Cuando se puedan
    describir con precisión en términos químicos
    y físicos los componentes tóxicos de un
    contaminante y se disponga de técnicas
    analíticas pertinentes y de suficiente información acerca de la toxicidad de esos
    componentes para los organismos acuáticos, se
    podrán establecer normas para tales
    contaminantes en valores
    numéricos para los componentes tóxicos (FAO,
    1981).
    Los bioensayos de toxicidad con agentes contaminantes en
    organismos vivos bajo condiciones de laboratorio,
    se han incrementado en estos últimos tiempos debido a la
    brevedad con que se obtiene la información sobre las dosis letales y
    subletales (CL50) que afectan negativamente organismos
    vivos en los ambientes marinos, estuarinos (Villamar, 1996) y
    dulceacuícolas.
    La prevención, y más aún la
    corrección, de los efectos negativos de la contaminación es muy costosa. Países
    como Estados Unidos,
    Japón,
    y de Europa, han
    incorporado a su rigurosa legislación de control de
    calidad del ambiente
    criterios que surgen de los bioensayos. La ventaja de estos
    métodos es
    que nos informan si en el agua hay
    alguna sustancia que resulte tóxica, o sea, algún
    agente que pueda producir un efecto adverso en el sistema
    biológico, dañar su estructura o
    función, o producir la muerte. En la
    práctica estos métodos no
    pueden reemplazarse por los análisis químicos (Paggi y de Paggi,
    2000).
    Los contaminantes según su efecto se pueden dividir en dos
    grupos
    principales (FAO, 1981):

    • Los directos que tienen efectos bien definidos y
      nocivos en las poblaciones de organismos acuáticos. Este
      grupo abarca
      los contaminantes térmicos y químicos
      tóxicos que pueden degradarse fácilmente, como el
      fenol, o las sustancias tóxicas persistentes y
      posiblemente bioacumulativas, tales como plaguicidas clorados
      orgánicos.
    • Los indirectos son capaces de modificar el medio
      ambiente acuático de un modo que afecta
      perjudicialmente a la fauna y la
      flora. Este grupo incluye las sustancias sólidas,
      orgánicas o inorgánicas, no tóxicas que
      pueden quedar en suspensión y que por ello estorban la
      penetración de la luz y en
      consecuencia la acción fotosintética de las
      algas, o bien pueden sedimentarse, con lo cual afectan a los
      seres bentónicos, y las aguas residuales con elevada
      demanda
      bioquímica de oxígeno, que son la causa de que en el
      medio haya bajas concentraciones de oxígeno disuelto.

    De forma general, los contaminantes que llegan al medio
    marino y se consideran críticos por sus efectos negativos
    sobre dicho ambiente y el hombre, se
    ordenan en metales pesados,
    productos
    químicos sintéticos, petróleo y
    sus derivados, elementos radioactivos y desechos sólidos
    (Lam et al., 1997). Los metales pesados
    son de origen natural y antropogénico. Normalmente, se
    encuentran en los sedimentos y son bioacumulados a lo largo de
    las cadenas tróficas. No pueden destruirse, y pueden
    combinarse con sustancias orgánicas formando complejos
    sumamente tóxicos. En orden descendente de toxicidad los
    metales pesados para organismos marinos, con respecto a las fases
    más sensibles de los ciclos de vida, es como sigue:
    mercurio (Hg), plata (Ag), cobre (Cu),
    zinc (Zn), níquel (Ni), plomo (Pb), cadmio (Cd),
    arsénico (As), cromo (Cr), estaño (Sn), hierro (Fe),
    manganeso (Mn), aluminio (Al),
    berilio (Be), y litio (Li) (Lam et al., 1997).
    El uso de bioensayos para la evaluación
    de toxicidad de sustancias liberadas al medio a través de
    efluentes, ha llevado a la utilización de biomonitores
    propios de los ambientes evaluados, lo cual favorece
    indirectamente la preservación de la biodiversidad
    local. Sin embargo, la variabilidad en la aplicación de
    las técnicas
    experimentales para el mantenimiento
    de organismos silvestres afecta la interpretación y
    comparación de los resultados entre laboratorios, por lo
    que se hace necesario desarrollar metodologías
    estandarizadas para establecer condiciones controladas (Palacios
    y Pereira, 1997).
    La captación y utilización de zooplancton como
    biomonitores data desde comienzos de siglo XX (Sosnowski et al.,
    1979), hoy en día, gracias al desarrollo de
    técnicas para su cultivo en el laboratorio, representa una
    herramienta que gana cada vez más reconocimiento en la
    evaluación ecotoxicológica
    (Maciorowski, 1981).
    Al usar organismos provenientes directamente del hábitat
    natural, los resultados pueden verse distorsionados por fuentes de
    variabilidad no previstas, como nutrición y dinámica de la población, estrés por
    depredación, etc. (Sosnowski et al., 1979). Estas variables
    pueden ser controladas o eliminadas en las poblaciones de
    laboratorio; además, el entrecruzamiento
    consanguíneo que ocurre a lo largo del tiempo en esas
    poblaciones, resulta en una considerable reducción de la
    variabilidad genética
    (Lewontin, 1974).
    A causa de la complejidad del ambiente acuático y de las
    comunidades biológicas que lo integran es difícil
    establecer el grado de deterioro que afecta a las especies o
    comunidades acuáticas. Por esta razón es
    conveniente realizar bioensayos utilizando organismos vivos en
    condiciones controladas de laboratorio. Sin embargo, el objetivo
    primordial de un bioensayo es reflejar la realidad de cómo
    afectaría a los organismos vivos en su medio natural y
    para ello es necesario paralelamente investigar continuamente las
    comunidades en su propio hábitat (Villamar, 1996).
    Dentro de los organismos comúnmente utilizados en los
    bioensayos de toxicidad se encuentran los cladóceros,
    también llamados pulgas de agua, son crustáceos
    pequeños que constituyen la mitad de la Clase
    Branchiopoda. El caparazón (bivalvo) encierra al tronco,
    pero no a la cabeza y suele terminar posteriormente en una espina
    apical. La cabeza porta un sólo ojo nauplio mediano;
    también posee antenas
    frecuentemente largas y utilizadas en la natación.
    Además, presenta de cuatro a seis pares de
    apéndices troncales y el potsabdomen esta girado
    ventralmente hacia delante. La mayoría de estos organismos
    son pálidos y transparentes y viven casi exclusivamente en
    agua dulce (Ruppert y Barnes, 1996). Debido a su importancia
    ecológica y su sensibilidad a ambientes intervenidos, se
    les considera especies indicadoras de condiciones ambientales
    adversas. Además, por ser organismos de fácil
    mantenimiento
    bajo condiciones de laboratorio, normalmente se utilizan en
    pruebas de toxicidad acuáticas. En nuestro país
    existen numerosas especies de cladóceros que habitan los
    lagos naturales y artificiales, zonas inundables y charcas
    temporales (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Según Reish y Oshida (1987), para la realización de
    bioensayos es conveniente el uso de zooplancton por su
    pequeña talla, requiere equivalentemente poco espacio de
    laboratorio, poco volumen de agua,
    poca cantidad de tóxico, ciclo de vida
    corto, requerimientos nutricionales generalmente conocidos, lo
    cual lo hace ideal para estudios de bioacumulación.
    Existen numerosos trabajos realizados con cladóceros
    sometiéndolos a metales pesados: Pereira y García
    (1994), Rodríguez y Esclapés (1995),
    Martínez-Tabche et al.(1997), Baillieul y Blust (1999),
    Esclapés (1999). También se han hecho experiencias
    utilizando insecticidas como contaminantes: Bergling y Dave
    (1984), Gliwcz y Sieniawska (1986), Chu et al. (1997), Dewey y
    Parker (1998), demostrando que estos organismos son ampliamente
    utilizados como bioindicadores.

    Los objetivos del
    presente trabajo de investigación son:
    Elaborar una descripción completa de los bioensayos y de
    todos los elementos necesarios en su
    realización.

    • Definir bioensayo y establecer una
      clasificación.
    • Describir los criterios generales requeridos en la
      selección de especies a utilizar en
      ensayos.
    • Nombrar las ventajas que ofrecen los
      cladóceros como organismos utilizados en
      bioensayos.
    • Describir la preparación del material, de las
      soluciones
      de exposición, desarrollo
      de los bioensayos y análisis de resultados.

    Elaborar un protocolo
    estandarizado específico para bioensayos de toxicidad
    aguda con cladóceros.

    • Describir la elaboración de medios de
      cultivo para cladóceros y para microalgas.
    • Nombrar las condiciones óptimas necesarias en
      el desarrollo de los bioensayos con
      cladóceros.

    2.
    Bioensayos

    Se entiende por bioensayo un ensayo en
    que un tejido, organismo o grupo de organismos vivos se usan como
    reactivo para determinar la potencia de
    cualquier sustancia fisiológicamente activa cuya actividad
    se desconoce (FAO, 1981).
    Los bioensayos, o pruebas de toxicidad son experimentos que
    miden el efecto de uno o más contaminantes en una o
    más especies (Reish y Oshida, 1987), permiten evaluar el
    grado de toxicidad de una sustancia química, un efluente,
    un cuerpo de agua, etc., empleando organismos vivos
    (Esclapés, 1999). Puede determinarse la influencia
    relativa de cada factor sobre los parámetros
    biológicos estudiados. Los rangos de variación de
    los factores considerados pueden ser mayores que los existentes
    en el ambiente natural, lo que muchas veces facilita el estudio
    de su modo de acción. También pueden estudiarse
    combinaciones de dos o más factores, lo que permite
    revelar la existencia de antagonismos o sinergismos entre ellos.
    La posibilidad de controlar muchas de las variables hace
    posible la eliminación de las fluctuaciones propias de las
    condiciones naturales, que generalmente oscurecen o interfieren
    con la finalidad principal del estudio llevado a cabo
    (Rodríguez et al., 1995).
    Para proteger el medio acuático es necesario fijar
    límites
    superiores a las descargas de contaminantes perjudiciales
    químicos y físicos, además de vigilar y
    regular las descargas que se realicen posteriormente. Los
    límites
    superiores de las descargas se derivan de la consideración
    de los criterios apropiados de calidad de agua formulados a
    partir de datos de respuestas para sistemas
    biológicos (bioensayos crónicos o agudos) (FAO,
    1981).
    Las pruebas pueden durar varios periodos de tiempo, pero las de
    96 horas son las más comunes. Los individuos son expuestos
    a concentraciones crecientes del tóxico para determinar
    cambios en el organismo. En general la muerte es
    el criterio más utilizado en la prueba de 96 horas. Uno o
    más controles son utilizados en organismos expuestos a
    similares condiciones excepto cuando existe falta de
    disponibilidad del tóxico (Reish y Oshida, 1987).
    Los bioensayos toxicológicos tienen por finalidad
    determinar las concentraciones de un tóxico dado que
    ocasionen efectos dañinos o nocivos en un organismo
    modelo. Estos
    efectos pueden incluirse en las siguientes
    categorías:

    • Afectación del término de
      vida
    • Alteración de la tasa de
      crecimiento
    • Cambios de los parámetros reproductivos (Reish
      y Oshida, 1987).

    3. Tipos

    1. Ensayos de respuesta directa. Bioensayos de
      toxicidad:
      1. Bioensayos agudos: Cuantifican las
        concentraciones letales de un xenobiótico a una
        especie en particular. El valor
        calculado se denomina concentración letal media
        (CL50), y representa la concentración que
        causa la muerte
        al 50 % de la población experimental, en un tiempo
        determinado (generalmente 48 o 96 horas) (Esclapés,
        1999).
        1. De tipo estático: Se efectúa
          sin la renovación continua del flujo constante
          de las diluciones sometidas al ensayo (FAO, 1981).
          1. Sin renovación: los organismos se
            exponen a la misma solución de prueba el
            tiempo de duración del ensayo (Esclapés,
            1999).
          2. Con renovación: los especimenes se
            someten a una preparación fresca de la misma
            concentración inicialmente empleada,
            periódicamente (generalmente cada 24 horas)
            (Esclapés, 1999). Tal renovación
            puede ser necesaria cuando importantes sustancias
            tóxicas se deterioran, o son absorbidas, o
            se pierden por cualquier otra razón, con
            suficiente rapidez para influir considerablemente
            con los resultados del ensayo (FAO,
            1981).
        2. De flujo continuo: Circula continuamente una
          corriente de sustancia de prueba nueva en contacto con
          los individuos experimentales (Esclapés, 1999).
          Se realizan con la renovación continua o casi
          continua de las diluciones sometidas al ensayo, con el
          fin de mantener casi constantes las concentraciones de
          las sustancias tóxicas activas (FAO,
          1981).
      2. Bioensayos crónicos: Estiman la
        concentración efecto media (CE50), la
        cual es la concentración de la sustancia de prueba
        que causa un efecto al 50% de la población
        experimental, al cabo de un tiempo determinado; depende del
        estadío de vida considerado o del ciclo de
        vida del organismo empleado. Alternativamente, un
        ensayo definitivo puede utilizarse para estimar el
        tiempo requerido para producir un efecto al 50% de los
        organismos (TE50), a una concentración
        específica (Esclapés, 1999).
      3. Bioestimulación: Se mide la facultad de
        las aguas residuales o de las sustancias químicas de
        estimular la multiplicación y el desarrollo de
        algas, efecto este de eutroficación que
        frecuentemente se traduce en una superabundancia o
        proliferación de algas (FAO, 1981)
      4. Bioensayos de repelencia: Trata de medir en el
        laboratorio las reacciones de escapes de los animales
        acuáticos frente a un contaminante. Al organismo
        utilizado (generalmente pez o crustáceo de buen
        tamaño) se le ofrece la oportunidad de elegir entre
        aguas "contaminadas" y aguas "limpias" en un tubo o tanque
        pequeño; el gradiente de interfaz puede ser brusco.
        Los aparatos y procedimientos miden también, por lo
        general, cuando existe la atracción hacia el
        contaminante. Para las especies con motilidad el
        escapamiento puede ser a veces la respuesta subletal clave,
        de naturaleza
        más sensible y más significativa que el
        deterioro de la reproducción medido mediante ensayos
        de toxicidad crónicos. Sin embargo, es
        particularmente difícil predecir, a partir de estos
        resultados de laboratorio, lo que ocurriría en el
        medio. Las respuestas de escape pueden estar o no
        relacionadas con la toxicidad del contaminante, en algunos
        casos los organismos no pueden soportar determinadas
        concentraciones tóxicas o pueden ser atraídas
        por ellas (FAO, 1981).
      5. Bioacumulación: Son necesarios para las
        sustancias que se acumulan en las plantas
        y animales
        acuáticos; las grandes concentraciones de sustancias
        tóxicas en los tejidos
        pueden causar la muerte, pero el organismo es capaz de
        acumular durante algún tiempo cantidades menores sin
        sufrir daño. En este último caso, los
        depredadores pueden acumular las sustancias en grado tal
        que resulte nociva para ellos o para los depredadores del
        nivel trófico siguiente (FAO, 1981).
      1. Ensayos organolépticos: Algunos
        contaminantes pueden producir olores o sabores
        desagradables en los organismos acuáticos. El
        contaminante puede no ser nocivo para el organismo
        acuático, pero puede ocurrir que el organismo pierda
        valor económico. El mejor procedimiento consiste en la
        evaluación por parte de personas experimentadas en
        bromatología y emplear gran número de
        catadores diestros (FAO, 1981).
      2. Ensayos de bioestimulación: Los efectos de
        los nutrientes adicionales pueden ser indirectos, como por
        ejemplo, la producción de sustancias
        tóxicas o la desoxigenación del agua debida a
        la proliferación de algas (FAO, 1981).
    2. Ensayos de respuesta indirecta:

    Los bioensayos se pueden realizar en el laboratorio bajo
    condiciones controladas o en el campo directamente en el medio
    natural (Tortorelli y Hernández, 1995).
    Los bioensayos de laboratorio pueden ser mono o
    multiespecíficos. Los monoespecíficos son
    diseñados para obtener información acerca de los
    efectos de la calidad de agua sobre la supervivencia y aspectos
    de la estructura y
    dinámica de una población dada. Los
    multiespecíficos pueden ofrecer información sobre
    el impacto a nivel de una comunidad
    determinada (Tortorelli y Hernández, 1995).
    Los bioensayos de campo consisten en la exposición
    de una o más poblaciones a la acción directa del
    cuerpo de agua, para ello se utilizan contenedores que permiten
    mantener la población en estudio en un espacio adecuado,
    sin afectar su relación con el medio. Estos proponen,
    principalmente, estudiar los efectos sobre comunidades o
    poblaciones, sin prestar atención a los mecanismos de acción
    de los contaminantes a nivel de los individuos en particular
    (Tortorelli y Hernández, 1995).
    En la Tabla 1 se comparan las ventajas y desventajas que
    presentan las pruebas de toxicidad realizadas en el laboratorio y
    en el medio natural.

    Tabla 1.-

    Principales ventajas y desventajas asociadas con
    las pruebas de toxicidad en el laboratorio y los estudios
    de campo.

    Tipo

    Ventajas

    Desventajas

     

     

    Laboratorio

    Disponibilidad de metodologías
    estandarizadas

    Deficiencia de realismo

    Comparación de especies de diferentes
    niveles tróficos

    Incapacidad de predecir efectos bajo condiciones
    de campo

    Posibilidad de utilizar las especies mas
    sensibles

    Aplicable solo en especies probadas

     

     

    Campo

    Los resultados pueden correlacionarse con los
    datos físico-químicos

    Incapacidad de aislar los factores
    causantes

    Proporciona evidencia incuestionable del
    deterioro

    No utilizable para pruebas de
    hipótesis

    Indica los contaminantes responsables de la
    afectación

    (Del Valls y Conradi, 2000)

    No existe un ensayo ni un organismo universal para
    utilizarlo en todos los experimentos de
    laboratorio, pero todos tienen su utilidad; sin
    embargo, es esencial entender las limitaciones de estas pruebas
    de toxicidad (Del Valls y Conradi, 2000).
    La selección
    del tipo de prueba a emplearse dependerá de los objetivos del
    ensayo, la disponibilidad de los recursos, los
    requerimientos de los organismos de prueba, las características de la sustancia a evaluar y
    de los objetivos y alcances particulares del estudio
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Al elegir un ensayo de toxicidad se deben tener en cuenta los
    siguientes elementos: los resultados deben ser relevantes a nivel
    ecológico y estar relacionados con los sucesos ocurridos
    en el ecosistema objeto de estudio; el ensayo y
    las variables a estudiar deben ser suficientemente sensibles para
    identificar el problema y distinguir entre los distintos puntos o
    sitios considerados; las pruebas deben ser rápidas,
    reproducibles y la respuesta del control
    predecible; la metodología debe ser estándar; las
    variables a medir en las pruebas deben responder de manera
    similar a sustancias químicas parecidas (Del Valls y
    Conradi, 2000).
    Para generar información más completa acerca del
    estudio toxicológico en el ambiente es la
    determinación de parámetros
    físico-químicos de calidad de agua, completados con
    la realización de bioensayos de laboratorio o de campo.
    Obteniendo una descripción de las condiciones del cuerpo
    de agua y del impacto de las mismas sobre aspectos estructurales
    y/o dinámicos de determinadas poblaciones (Tortorelli y
    Hernández, 1995).
    Es importante señalar que un resultado negativo en un
    ensayo de toxicidad aguda con una muestra dada, no
    garantiza la ausencia de toxicidad crónica.
    Adicionalmente, debido a la variabilidad temporal potencial que
    existe en la toxicidad de un desecho, un resultado negativo en
    una muestra
    particular, no excluye la posibilidad de que muestras colectadas
    de la descarga en otro momento, puedan mostrar toxicidad aguda o
    crónica. La frecuencia con que los ensayos de toxicidad se
    deben realizar en estudios de efluentes, dependerá de la
    variabilidad y grado de toxicidad del desecho, cronograma de
    producción y cambios en los procesos
    (Esclapés, 1999).
    Cuando varias sustancias químicas se encuentran presentes
    en un cuerpo de agua, la interacción toxicológica
    entre estas sustancias puede invalidar los datos de toxicidad de
    las sustancias aisladas. Además, la elaboración de
    un inventario
    completo de las sustancias químicas presentes y sus
    concentraciones individuales puede resultar difícil o
    imposible de realizar. Para estos casos, puede ser útil la
    determinación de la toxicidad total de las descargas al
    cuerpo de agua y también la del cuerpo de agua mismo. Esta
    medición de toxicidad puede emplearse para
    evaluar el significado de cada descarga en el cuerpo de agua
    (Thomann, 1994).

    Selección de Especies
    Para obtener la máxima información de los
    bioensayos es necesario escoger los organismos más
    apropiados. Se debe tener en cuenta que requieren diferentes
    períodos de aclimatación en el laboratorio,
    según las especies, y es sumamente importante que los
    organismos de ensayo se manipulen con cuidado, no sufran
    daños, se encuentren sanos y sean de edad o tamaño
    uniformes (FAO, 1981); en la Tabla 2 se mencionan los grupos de
    organismos utilizados en bioensayos y su adaptabilidad al
    laboratorio.
    Según Henry (1988) la selección de organismos para
    bioensayos debe basarse en:

    • Los objetivos del programa
      toxicológico
    • La información disponible sobre los posibles
      organismos
    • Las características de las
      especies
    • Las instalaciones y equipos de
      laboratorio
    • El nivel de capacitación de los
      técnicos

    Criterios generales de selección:

    • ¿Existe suficiente información sobre la
      historia de
      vida del organismo? ¿Sobre las técnicas de
      cultivo? ¿Sobre los procedimientos
      de bioensayos? (Henry, 1988).

    Los organismos acuáticos frecuentemente tienen
    ciclos de vida y requerimientos de cultivo y de manejo complejos.
    El desarrollo de esta información es una tarea larga que
    frecuentemente requiere años de investigación. Es recomendable que se
    consideren solo aquellos organismos de los que se tiene
    suficiente información en cada una de estas

    Tabla 2.-

    Adaptabilidad de los organismos como especies para
    bioensayos.

    Organismos para bioensayos

    Adaptabilidad del organismo

    Comúnmente utilizado como un organismos
    para bioensayos

    Cultivo de laboratorio

    Recolección de campo

    1. Algas

    Excelente

    Muy difícil de recolectar cultivo
    puro

    Si

    2. Protozoos

    Excelente

    Muy difícil de recolectar cultivo
    puro

    Muy limitado

    3. Invertebrados

    a. Planctónicos

    1. Rotíferos

    Bueno

    Muy difícil de recolectar cultivo
    puro

    Limitado

    2. Cladóceros

    Excelente

    Alta tasa de mortandad después de la
    recolección de campo

    Si

    3. Copépodos

    Mediano

    Alta tasa de mortandad después de la
    recolección de campo

    Limitado

    4. Camarones

    Bueno

    Bueno

    Si

    b. Bénticos

    1. Anélidos

    Mediano

    Mediano

    Limitado

    2. Insectos

    Bajo

    Mediano

    Si

    3. Moluscos

    Bueno

    Mediano

    Si

    4. Crustáceos

    Bajo

    Mediano

    4. Peces

    Excelente

    Alta tasa de mortandad después de la
    recolección de campo

    Si

    (Henry, 1988)

    Tareas. Las especies con información limitada
    sobre cultivo y procedimientos de prueba deben evitarse (Henry,
    1988).

    • ¿Es apropiado el ciclo de vida de los
      organismos a los objetivos y diseños? (Henry,
      1988).

    El diseño
    de los bioensayos tiene que ser cuidadosamente considerado en el
    contexto del ciclo de vida del organismo. La mayoría de
    los protocolos de
    bioensayos agudos y crónicos requieren organismos
    jóvenes o recién nacidos. Sin embargo, algunos
    protocolos tales
    como la prueba de crecimiento de ostras, se aplican a organismos
    adultos. Asimismo, para pruebas crónicas que involucran
    reproducción, el tiempo requerido para la
    reproducción del organismo es un factor clave (Henry,
    1988).

    • ¿El bioensayo es
      para toxicidad en agua o en sedimentos? Para sedimentos,
      ¿es el objetivo
      determinar las sustancias tóxicas que se
      filtrarán hacia el agua superficial o las sustancias
      tóxicas que pueden acumularse en los organismos
      bénticos? (Henry, 1988).

    Los sedimentos pueden servir como fuentes de
    sustancias tóxicas para el agua superficial o para los
    organismos bénticos que viven en los sedimentos. Las
    sustancias tóxicas que se mueven desde los sedimentos
    hacia el agua superficial pueden ser determinados preparando
    lixiviados del sedimento para bioensayos. También pueden
    ser de preocupación las sustancias tóxicas que
    están estrechamente ligadas a los sedimentos y que pueden
    ser bioconcentradas en organismos bentónicos,
    particularmente cuando éstos son un componente importante
    de una cadena
    alimenticia que resulta en la exposición humana
    (Henry, 1988).
    Los bioensayos para determinar toxicidad en agua o de sedimentos
    en contacto con agua se realizan en mejor forma con organismos
    planctónicos o de libre natación.
    Aún cuando el sedimento puede ser el material de prueba,
    la toxicidad puede ser evaluada exponiendo los organismos
    planctónicos a un lixiviado o a un extracto del sedimento
    usando el agua superficial (Henry, 1988).
    Si se sospecha la presencia de sustancias tóxicas
    firmemente ligadas a los sedimentos, entonces deben usarse los
    organismos bentónicos en contacto directo con los
    sedimentos. Estas pruebas revelarán cualquier toxicidad de
    los sedimentos y también el potencial de
    bioacumulación de las sustancias tóxicas y su
    transferencia a través de la cadena
    alimenticia (Henry, 1988).
    Características de un organismo óptimo para
    bioensayos:

    1. Representativo de ambientes tropicales, de amplia
      distribución en el país o de
      importancia comercial (Esclapés, 1999).
    2. Disponibilidad, ser fáciles de encontrar, en
      número suficiente y colectarse sin dificultad. Se debe
      tomar en cuenta problemas
      con el transporte
      (FAO, 1981).
    3. Con un tamaño suficientemente pequeño
      para poseer los necesarios por experiencia y que sean
      representativos para los estudios estadísticos (FAO,
      1981).
    4. De fácil cultivo, lo que garantiza un adecuado
      suministro de organismos en los ensayos y el establecimiento
      con exactitud de la edad o estado de
      desarrollo. La edad es de suma importancia en los bioensayos,
      ya que la sensibilidad puede variar significativamente durante
      su desarrollo (Esclapés, 1999).
    5. Especies con gran susceptibilidad a exposiciones con
      sustancias xenobióticas. Garantizando cubrir el peor de
      los escenarios, y proporcionando resultados que ofrecen una
      alta protección al resto de la cadena trófica
      (Esclapés, 1999).

    El uso de más de una especie permitirá una
    determinación más cuidadosa de toxicidad porque los
    organismos acuáticos varían en su respuesta a las
    sustancias tóxicas. Por ejemplo, los peces pueden
    ser más sensibles que los invertebrados a una sustancia
    química, mientras que puede suceder lo contrario con otra
    sustancia química (Henry, 1988).

    Organismos criados en el laboratorio para bioensayos
    Ventajas: Disponibilidad en forma inmediata de organismos
    aclimatados, saludables, que han sido criados bajo las mismas
    condiciones (Henry, 1988). Los organismos cultivados minimizan la
    variabilidad genética
    que supondría traer individuos capturados en diferentes
    localidades geográficas (Esclapés, 1999).
    La respuesta de los organismos para bioensayos a la sustancia
    tóxica está influenciada por factores tales como su
    edad (los animales jóvenes son usualmente más
    sensibles), dieta (los animales bien alimentados brindan
    respuestas más consistentes), estrés
    (los organismos alterados son más sensibles) y condiciones
    físicas como temperatura,
    luz y el nivel
    de oxígeno disuelto en el agua (Henry, 1988).
    Los organismos para bioensayos cultivados en laboratorio
    representan una fuente predecible de organismos de prueba de una
    edad conocida. El uso de condiciones estándares de
    laboratorio y de alimentación
    asegurará que todos los organismos de prueba
    responderán a las sustancias tóxicas en forma
    similar con el paso del tiempo. Es una característica
    importante cuando se comparan los resultados de diferentes
    laboratorios (Henry, 1988).
    Desventajas: Muchos organismos con ciclo complejo de vida o
    información insuficiente sobre su cultivo no pueden ser
    cultivados en el laboratorio. Por lo tanto, la variedad de
    organismos está limitada cuando se usan los que han sido
    cultivados en el laboratorio. Los requerimientos de cultivo para
    organismos acuáticos varían sustancialmente,
    aún entre especies estrechamente relacionadas. Es
    necesario conocer el alimento óptimo, la temperatura,
    el ciclo de luz y el agua a fin de mantener cultivos continuos en
    el laboratorio. Aunque muchas algas, invertebrados y especies de
    peces se han
    usado como organismos para bioensayos, sólo existe
    información disponible sobre algunas especies, que
    permiten un cultivo satisfactorio de laboratorio (Henry,
    1988).
    Falta de representatividad a las condiciones y organismos en la
    comunidad a
    ser probada. El aspecto negativo de los organismos
    estándares criados en el laboratorio es que ellos no son
    necesariamente representativos de la comunidad acuática o
    de las condiciones de salud de los organismos de cada lugar. Por
    lo tanto, si el objetivo es estudiar un efluente
    específico o la descarga a un río o lago, entonces
    deben considerarse los organismos recolectados en el campo como
    una alternativa (Henry, 1988).

    Organismos recolectados en el campo para bioensayos
    Según Henry (1988), existen circunstancias en las que los
    organismos recolectados en el campo son apropiados. Las
    siguientes son algunas preguntas que necesitan hacerse antes de
    decidir usar los organismos recolectados directamente del
    medio.

    • ¿Puede recolectarse el organismo directamente
      del campo? ¿Esto ocurre en poblaciones grandes,
      monoespecíficas?
    • ¿Están los organismos disponibles
      durante todo el año o sólo durante ciertas
      estaciones?
    • ¿Es el organismo sensible al manejo durante su
      recolección y transporte
      al laboratorio?
    • ¿Se adaptará el organismo al agua del
      laboratorio o se necesita un abastecimiento de agua fresca
      diariamente desde el campo?

    Ventajas: Representativo de la comunidad impactada por
    el efluente. Se puede seleccionar una especie importante en una
    comunidad específica (Henry, 1988).
    Las pruebas de microcosmos conteniendo muchas especies pueden
    prepararse fácilmente. Se pueden desarrollar
    exámenes con varias especies en la misma cámara de
    prueba. Los organismos que son compatibles, tales como caracoles,
    almeja, peces y plantas
    acuáticas pueden incluirse en la misma cámara de
    prueba, permitiendo un estudio simultáneo de efectos
    múltiples (Henry, 1988).
    Los bioensayos hechos en el laboratorio utilizando organismos
    recolectados en el campo han sido menos satisfactorios, con muy
    pocas excepciones. Los organismos recolectados en el campo son
    más satisfactorios cuando el laboratorio está cerca
    al lugar de recolección y el abastecimiento de agua desde
    allí está siempre disponible (Henry, 1988).
    Desventajas: El estrés y la mortalidad frecuentemente
    están asociadas con los procedimientos de
    recolección y transferencia. Muchos organismos pueden
    morir antes o durante la prueba y otros pueden ser inusualmente
    sensibles a sustancias tóxicas como resultado de la
    presión
    asociada con los procedimientos de recolección y
    transferencia. Las muertes en los controles pueden invalidar la
    prueba (Henry, 1988).
    La disponibilidad de los organismos puede estar limitada. Muchas
    especies no abundan durante todo el año o tienen varios
    cambios en su ciclo de vida (Henry, 1988).
    La edad, salud y condiciones de cultivo de los organismos son
    desconocidas. No existe manera de obtener organismos
    "estandarizados" del campo y frecuentemente hasta la edad es
    desconocida (Henry, 1988).
    Los invertebrados son un grupo mucho más diverso que las
    algas o los peces, con diferencias dramáticas en su forma
    física,
    sus características históricas de vida y sus
    requisitos de cultivo (Henry, 1988).
    Es conveniente el uso del plancton en los bioensayos debido a su
    pequeño tamaño y porque con ellos es posible
    realizar muchos ensayos en espacios reducidos. Su ciclo vital es
    muy corto y se conocen sus necesidades nutricionales. Son buenos
    para los estudios de bioacumulación, puesto que se ubican
    en el nivel más bajo de la pirámide trófica
    (FAO, 1981).

    Uso de los cladóceros en los bioensayos
    Los cladóceros (Figura 1), están dentro de los
    organismos más utilizados para bioensayos y son el grupo
    recomendado en el informe de Henry
    (1988) para representar a los invertebrados.
    Ventajas: Corto ciclo reproductivo. Los cladóceros son
    organismos partenogenéticos, es decir, tienen la habilidad
    de reproducirse sin machos (Figura 2). Esta habilidad simplifica
    significativamente su uso como organismos para bioensayos porque
    su período de reproducción es corto y simple
    (Henry, 1988).

    Figura 1.- Vista general de cladóceros, Daphnia
    pulex.
    Fuente: Enciclopedia Microsoft
    Encarta 2001.

     

    Figura 2.-
    Reproducción partenogenética, hembra Daphnia sp.
    con huevos partenogenéticos.
    Fuente: http://www.udec.cl/bioensayos/recursos_biologicos.html

    Representante de un eslabón intermedio importante
    en la cadena alimenticia. El zooplancton, especialmente los
    "predadores" tales como dáfnidos que se alimentan de
    algas, es un eslabón importante entre los productores
    primarios y los peces. Las comunidades acuáticas pueden
    sufrir un daño significativo por sustancias
    tóxicas, tales como sulfato de cobre, que son
    más tóxicas para el zooplancton que para los peces
    (Henry, 1988).
    Alta sensibilidad a sustancias tóxicas en el agua. En
    general, se ha encontrado que los cladóceros son
    más sensibles que los peces a las sustancias
    tóxicas (Henry, 1988). Presentan sistema nervioso,
    lo cual sugiere la presencia de la acetilcolina (Ach), este
    neurotrasmisor normalmente es hidrolizado por la AChA, la cual es
    muy sensible a diferentes contaminantes, entre los que se pueden
    mencionar los metales pesados, detergentes e hidrocarburos
    policíclicos (Martnez-Tabche et al., 1997). Es capaz de
    detectar la presencia de, por ejemplo, 0,005 mg. del peligroso
    mercurio en el agua, y aún menores concentraciones de
    numerosos pesticidas y residuos industriales (Paggi y de Paggi,
    2000).
    Información extensa sobre técnicas de cultivo. Los
    dáfnidos, tales como Daphnia magna (Figura 3),
    Ceriodaphnia sp., han sido usados ampliamente para pruebas de
    bioensayos y existe considerable información sobre las
    técnicas de cultivo y la sensibilidad a las sustancias
    tóxicas. Los requisitos de temperatura, luz y nutrientes
    están bien definidos (Henry, 1988).

    Figura 3.- Vista general de Dahpnia magna.
    Fuente: http:
    www.sacsplash.org/critters/
    daphnia.htm

    Las técnicas de cultivo son relativamente
    simples. Como con las algas, la necesidad de capacitación en las técnicas de
    cultivo es relativamente poca, y puede aprenderse frecuentemente
    de manuales y
    otra literatura,
    aunque la capacitación "práctica" por un
    técnico experimentado es siempre preferible (Henry,
    1988).
    Los requerimientos de cultivo no son prohibitivos. El zooplancton
    es pequeño y requiere de poca agua comparado con los
    peces. Los refrigeradores de temperatura regulada tales como los
    usados para análisis de demanda
    bioquímica
    de oxígeno (DBO) pueden usarse para su cultivo y prueba
    (Henry, 1988).
    Pruebas de toxicidad crónica o de ciclo de vida pueden
    hacerse en 1 a 3 semanas. El ciclo de vida de los invertebrados
    es relativamente corto y se puede monitorear su
    reproducción dentro de un período corto. Aunque el
    tiempo para un estudio crónico de invertebrados es mayor
    que para algas, es considerablemente menor que para peces (Henry,
    1988).
    Se puede usar para pruebas de suelo y sedimento
    así como para pruebas de agua. Los cladóceros son
    de libre natación y, por lo tanto, son más
    apropiados para examinar agua y no sedimentos. Sin embargo, los
    dáfnidos también han sido usados satisfactoriamente
    con lixiviados de suelos y
    sedimentos. La toxicidad del lixiviado se usa entonces para
    reflejar la toxicidad del suelo o del sedimento (Henry,
    1988).
    Desventajas: Los cladóceros son los organismos preferidos
    y tienen pocas desventajas comparados con otros organismos
    (Henry, 1988).

    Preparación del material de vidrio
    Según Rodríguez y Esclapés (1995), toda la
    vidriería que se utilice en los ensayos y en contacto con
    los efluentes debe lavarse como sigue:

    • Lavar con agua caliente y solución
      jabonosa
    • Enjuagar tres veces con agua de chorro
    • Enjuagar tres veces con solución de
      ácido clorhídrico (HCl) al 10%
    • Enjuagar una vez con agua de chorro
    • Enjuagar tres veces con acetona
    • Enjuagar tres veces con agua desionizada.
    • Una vez lavado el material, se debe colocar a secar,
      boca abajo, sobre material absorbente.

    Preparación de las soluciones de
    exposición
    En la preparación de soluciones de exposición a
    partir de efluentes o compuestos puros se debe emplear
    vidriería volumétrica. En el caso de compuestos
    puros se prepara una solución madre. Las soluciones de
    exposiciones deben preparar en secuencia comenzando con la
    más diluida (Rodríguez y Esclapés,
    1995).
    Mediciones iniciales de oxígeno disuelto (OD), temperatura
    y pH se deben
    tomar en una de las réplicas del control y para cada una
    de las concentraciones. La conductividad se debe tomar en el
    control y en cada concentración. El objetivo principal de
    esta medida es asegurar que las soluciones de exposición
    se prepararon correctamente (Rodríguez y Esclapés,
    1995).
    Todos los reactivos deben tener calidad American Chemical Society
    (A.C.S.) o al menos un 99% de pureza. Se recomienda la
    preparación de soluciones madres de 1000 mg/l (Centro
    Internacional de Investigaciones
    para el Desarrollo, 1998).
    En los bioensayos con cladóceros las diluciones se
    realizan con agua sintética dura o moderadamente dura,
    dependiendo de cual es la especie utilizada (Esclapés,
    1999; C.I.I.D., 1998).
    Un mínimo de 200 ml de muestra se debe recolectar en
    envases limpios de polietileno o vidrio, en el
    control y en la concentración más alta, para la
    determinación de alcalinidad total, conductividad y
    dureza. Estas determinaciones se deben realizar siguiendo
    metodología estandarizada (Rodríguez
    y Esclapés, 1995).

    Ensayos preliminares
    Estos ensayos se utilizan para determinar en forma preliminar, la
    toxicidad de una sustancia o de los efluentes. Los tratamientos
    son dos y consisten de un control (se usa agua de la localidad o
    agua de laboratorio preparada para el cultivo) y efluente sin
    diluir (100 %). El número de réplicas, densidad de los
    organismos y procedimientos generales son los mismos empleados en
    el ensayo
    definitivo para la especie en cuestión. A excepción
    de los ensayos con microalgas, la duración de las pruebas
    preliminares, generalmente es la mitad de la duración de
    las definitivas. La determinación de oxígeno
    disuelto, temperatura, alcalinidad, dureza total y conductividad
    específica se realizan como en el ensayo definitivo
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Estos ensayos están diseñados para proveer un
    estimado preliminar de las concentraciones, cuando se desconoce
    la toxicidad de la muestra a evaluar. Se preparan de cinco a diez
    diluciones de exposición. En este tipo de ensayo, es
    suficiente que las concentraciones de las soluciones de
    exposición sean aproximadas, por lo que se pueden utilizar
    cilindros graduados para su preparación. Este ensayo
    permite definir el orden de magnitud del intervalo de las
    concentraciones entre las cuales se debe realizar el ensayo
    definitivo (Rodríguez y Esclapés, 1995).

    Ensayo definitivo
    Es un experimento en el cual un grupo de organismos se exponen
    durante un período de tiempo determinado a una serie de
    concentraciones de un efluente o un compuesto de interés
    (Esclapés, 1999).
    Las soluciones de preparación en un ensayo definitivo son
    aquellas que contiene una cantidad predeterminada de efluente o
    compuesto puro, a las cuales se exponen los organismos. Las
    soluciones de exposición se preparan diluyendo la muestra
    a evaluar con el agua de dilución apropiada hasta alcanzar
    las siguientes concentraciones de exposición: (6,25; 12,5;
    25; 50 y 100) %. Si se sospecha que el efluente es altamente
    tóxico o si ocurre una mortalidad significativa en la
    dilución de 6,25 % durante las primeras horas de prueba,
    entonces se deben incluir menores concentraciones del
    tóxico (Esclapés, 1999).
    En el caso de compuestos puros, el intervalo apropiado de
    concentraciones se elige en base a un ensayo previo de
    búsqueda de intervalo de concentraciones. Las
    concentraciones en este intervalo deben estar separadas entre
    sí en un orden de magnitud, aproximadamente
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Se deben consultar protocolos específicos en
    relación a recipientes o envases de exposición,
    volúmenes, densidad de
    individuos, réplicas, duración y condiciones del
    ensayo, mediciones rutinarias y otros detalles (Rodríguez
    y Esclapés, 1995).
    La sobrevivencia de los organismos se registra a los 15 min, 30
    min, 1 h, 2 h, 4 h, 8 h, 24 h, y luego cada 24 h
    (Esclapés, 1999).

    Mantenimiento diario del ensayo
    Para bioensayos estáticos sin renovación se debe
    realizar el contaje de organismos vivos en cada réplica de
    las exposiciones respectivas, medidas de oxígeno disuelto
    (OD) y temperatura en una réplica del control y de las
    concentraciones; los organismos muertos se descartan. En ensayos
    estáticos con renovación o recambio, se mide
    oxígeno disuelto (OD), temperatura y pH en una
    réplica del control y de todas las exposiciones, antes y
    después de la renovación. La conductividad se mide
    en todas las exposiciones. Se deben tomar muestras del control y
    de las soluciones de exposición más altas, cada vez
    que se realice renovación de las soluciones, para
    determinar dureza total, alcalinidad total y conductividad
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Si el oxígeno disuelto disminuye por debajo del 40 % de
    saturación en la solución de exposición, se
    debe suministrar aireación. Las burbujas de aire se pueden
    suministrar a las soluciones a través de una pipeta de
    vidrio empleando
    una bomba de aire de acuario. La velocidad de
    burbujeo debe ser mínima, aproximadamente 100
    burbujas/minuto son suficientes para mantener niveles de
    oxígeno disuelto satisfactorio. La aireación de las
    soluciones de exposición debe ser reportada
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).

    Finalización del ensayo
    Al final de la prueba, se realizan mediciones de oxígeno
    disuelto, temperatura y pH en una réplica del control y de
    las concentraciones. Muestras del control y concentraciones baja
    y alta, se recolectan en botellas de vidrio o polietileno para
    determinar alcalinidad total, dureza total y conductividad
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).

    Análisis de datos provenientes de bioensayos
    agudos
    La mediana o cuantil 50% es el principal estadístico
    utilizado en pruebas de toxicidad aguda, la cual es representada
    como la concentración letal media (CL50). La
    escogencia de este se debe a que suele estar asociado a una menor
    varianza que la proporcionada por cualquier otro cuantil (Gelber
    et al., 1985).
    El programa de
    Stephan (1977) realiza el cálculo
    directo de dicho estadístico mediante cuatro diferentes
    métodos y proporciona, además, un estimado de los
    límites de confianza al 95 % (excepto para el método
    binomial, el cual indica los correspondientes valores
    utilizados en la interpolación). Los métodos
    utilizados por el programa son los siguientes: Moving Average,
    Probit, Logit y Binomial (Rodríguez y Esclapés,
    1995).
    El método
    Moving Average se basa en una interpolación
    numérica de las concentraciones utilizadas y los
    resultados de mortandad obtenidos para cada concentración.
    El método también genera un estimado
    CL50 y sus correspondientes límites de
    confianza al 95 %. Debido a que su cálculo se
    genera por interpolación, se dificulta mucho lograr
    estimados de otros cuantiles con precisión, puesto que la
    variabilidad en torno a la
    mediana pierde simetría, por lo que solo se puede utilizar
    para estimar el cuantil 50 % (Rodríguez y Esclapés,
    1995).
    El método Probit, es un método paramétrico
    basado en una transformación probit de los datos
    según la ecuación:
    P = @ (A + B) (1)
    Donde:
    P = probabilidad de
    muerte de los organismos expuestos a la concentración
    X
    @ = distribución normal estándar
    A Y B = parámetros desconocidos definidos por la
    relación "concentración-mortandad"

    La transformación probit resulta en un ajuste que
    logra normalizar los datos, generando una curva sigmoidal que al
    ser sometida a una transformación logarítmica,
    logra una linealización de la misma (Rodríguez y
    Esclapés, 1995).
    El método Logit o Logístico, al igual que el
    Probit, corresponde a un modelo
    paramétrico que resulta en una función
    sigmoidal. El programa de Stephan (1977) proporciona resultados
    correspondientes a la CL50, limites de confianza al 95
    % y además, indica la ecuación de regresión,
    producto de un
    análisis de mínimos cuadrados aplicados a los datos
    transformados por una función logarítmica. Como
    todo método paramétrico, existen una serie de
    restricciones (principalmente normalidad), que dificultan su
    aplicación en numerosas distribuciones de datos
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    El método Binomial es aplicable a distribuciones de datos
    cuyo ajuste es un modelo binomial. Dichas distribuciones, en
    ensayos de toxicidad, se producen cuando no existen mortandades
    parciales, sino una serie de concentraciones bajas con un 0 % de
    mortandad y en el resto de las concentraciones más altas,
    una mortandad total 100 %. La CL50 resultante, viene
    siendo la media aritmética entre la máxima
    concentración que produzca 0 % de mortandad y la
    mínima concentración que logra una mortandad del
    100 %. En estos casos de "todo o nada", los modelos
    anteriores no pueden ser utilizados, pues los datos dejan de
    ajustarse a los requisitos de los mismos. Ello hace que este
    método, a pesar de ser de gran imprecisión en la
    mayoría de los casos, sea de una enorme utilidad, puesto
    que muchas sustancia tóxicas (como en el caso de ciertos
    pesticidas), poseen límites umbrales muy irregulares, lo
    cual hace prácticamente imposible el logro de mortandades
    parciales (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    La ventaja de un programa como el de Stephan (1977), en el cual
    se incorporan varios métodos de cálculo de
    CL50, radica en tener disponibles varias opciones que
    permitirán escoger la que mejor se ajuste a la
    distribución de datos obtenidos de un bioensayo en
    particular. Esto reduce considerablemente el tedioso proceso de
    repetir N veces el bioensayo hasta lograr el ajuste deseado
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).
    Existen otros métodos para el cálculo de la
    CL50 resultante. El más popular de ellos es el
    método gráfico de Litchfield y Wilcoxon (1949),
    utilizado en aquellos casos en donde se carezca de apoyo
    computacional. También se puede nombrar el método
    no-paramétrico de Spearman-Kraber (S-K), el cual ofrece
    razonable precisión sin que los datos estén sujetos
    a restricciones de modelo, logrando obtener un valor de
    CL50 cuando al menos existe una concentración
    por encima de una mortalidad del 50 % y otra por debajo
    (Rodríguez y Esclapés, 1995).

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