El conocimiento
impartido en el ámbito escolar, muchas veces, no tiene
sentido para el alumno, porque no satisface sus propios
intereses. Se piensa en él cuando se lo aplica a una
actividad específica o para rendir un examen.
Después desaparece o se distorsiona al momento de querer
recordar un dato.
Por ello, es mi intención reflexionar acerca del
conocimiento
y, por ende, el de la práctica docente, a fin de poder soslayar
los cambios que pueden implementarse en el aula cuando el viejo
modelo de la
escuela
tradicional sigue vigente: Todos mirando al frente y el profesor
es quien imparte el
conocimiento a manera de cátedra.
Para realizar cualquier cambio es
necesario tener en cuenta que "muchas de las innovaciones
logradas en estos últimos años, han sido simples
transformaciones de forma pero no de fondo a los proyectos
curriculares y planes de estudio, sin profundizar en el problema
del conocimiento y las exigencias que éste supone en la
estructuración de la
personalidad de los individuos." (Maya Arango Pedro,
2000:42). Es aquí donde se necesita ver una "nueva
perspectiva", un cambio de
actitud frente
a los alumnos y aplicar una moderna metodología acorde con la
realidad.
En el antiguo modelo
educativo se evidencia una clara dicotomía entre los
conocimientos aplicados en la escuela y los que
se necesita para la vida. Muy bien lo señala D. Perkins,
en su artículo Las campanas de alarma, al analizar con
ejemplos concretos lo aprendido en el aula, al momento de aplicar
los conocimientos de cultura
general. Elabora un diagnóstico sorprendente. Una persona no
recuerda con exactitud la formulación de una teoría,
o bien, su confusión llega a un extremo que se transforma
en un conocimiento distorsionado y a veces carente de sentido.
Organiza su exposición
examinando las grandes deficiencias de la educación, cuyos
síntomas son: "El
conocimiento frágil (los estudiantes no recuerdan, no
comprenden o no usan activamente gran parte de lo que
supuestamente han aprendido), y el pensamiento
pobre (los estudiantes no saben pensar valiéndose de lo
que saben)". (Pág. 32)
Llega a una sutil conclusión al establecer que
todo el problema del conocimiento implica algo más que un
olvido, considerando que "el "conocimiento frágil" es una
enfermedad en su totalidad, ya que el conocimiento de los
estudiantes generalmente es frágil en diversos e
importantes aspectos:
- Conocimiento olvidado. En ocasiones, buena
parte del conocimiento, simplemente se esfuma. - Conocimiento inerte. A veces se lo recuerda
pero es inerte. Permite a los estudiantes aprobar los
exámenes, pero no se lo aplica en otras
situaciones. - Conocimiento ingenuo. El conocimiento suele
tomar la forma de teorías ingenuas o estereotipos,
incluso luego de haber recibido el alumno una
instrucción considerable, destinada especialmente a
proporcionar mejores teorías y a combatir los
estereotipos. - Conocimiento ritual. Los conocimientos que
los alumnos adquieren tienen con frecuencia un carácter ritual que sólo sirve
para cumplir con las tareas escolares." (Perkins,
1997:36/7)
Pedro Maya Arango analiza esta situación y
desde su postura llega a establecer idénticos
resultados: "…los estudiantes son capaces de repetir los
conceptos aprendidos en las aulas escolares, pero son incapaces
de resolver los problemas
que se les presentan en su diario vivir. Juzgan con precipitud
y sin un previo análisis los fenómenos sociales en
los cuales les toca desempeñarse por carencia de
visiones más holísticas y complejas para mirar
tales fenómenos. Análogamente, los problemas
orales y éticos son tratados en
forma relativa y simplista sin enfrentarlos racionalmente,
arguyendo sus posiciones personales e individualistas, sin
ninguna reflexión y consideración por los puntos
de vista del otro, o lo que es lo mismo, sin referencia por la
otredad y su sentido comunitario" (Pág. 42).
Haciendo una comparación de opiniones se puede
afirmar que este conocimiento frágil es el producto de un
esquema aplicado por los alumnos: se estudia para aprobar una
materia y en
muchas ocasiones para zafar de una situación conflictiva.
"Guiados por semejante estrategia, es
indudable que los estudiantes no organizan sus conocimientos
mediante tesis o
argumentos reflexivos. Además, ni siquiera saben
relacionar y aplicar los conocimientos que poseen (¡Otra
vez el conocimiento inerte!) … La pereza mental de los
alumnos se pone en evidencia hasta en el viejo método de
estudiar de memoria …
Pero quizá el bajo rendimiento tenga por causa la poca
afinidad con la enseñanza que se les imparte." (Perkins,
1997:40)
Esto pone en evidencia el desinterés del alumno
por lo que se le impone, sin que se los pueda motivar hacia la
búsqueda de nuevos conocimientos.
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