El Carbunco o Antrax (que en griego significa carbón), es un padecimiento de los animales herbívoros, tanto domésticos como silvestres, que ellos adquieren después de ponerse en contacto con las esporas que están en la tierra; la distribución de esta enfermedad es mundial y se transmite al hombre por contacto con animales infectados o con sus productos. El bacilo Anthrasis es una bacteria gram-positiva, espurulada (se mantiene en forma de esporas o pequeños corpúsculos ovalados, y toma una coloración violeta o púrpura al teñirla con el colorante de gram), que puede causar infección en humanos y animales. Esta forma espurulada puede resistir en la naturaleza por períodos prolongados de tiempo, posiblemente años.
Historia
Los primeros casos descritos de la enfermedad se encuentran en el libro del Génesis: en la quinta (en los animales herbivoros) y en la sexta plaga (en los seres humanos), que parece haber sido Antrax, recibió el nombre de asesina de egipcios. También hay descripción de infecciones de Antrax a humanos y animales en antiguas literaturas de hindúes, griegos y romanos en el siglo VII. Enfermedades ocupacionales ocurrieron en la mitad de los años 1800 en países industrializados de Europa, como Inglaterra y Alemania. A principios del siglo XX aparecieron, en los Estados Unidos, casos esporádicos en personas que manipulaban materiales elaborados con tejidos de animales contaminados. Recientemente se han evidenciado nuevos casos en Estados Unidos, Centroamérica y Africa, por contacto con material contaminado con las esporas.
Epidemiología
El Antrax es usualmente una enfermedad de los herbívoros y sólo infecta a los humanos que entran en contacto con los animales infectados o sus productos. Los casos humanos pueden ocurrir en un ambiente industrial o agrícola. Para que una persona se contagie con Antrax, tiene que haber estado en contacto directo con las esporas, así que los más expuestos son quienes manipulan tejidos de animales contaminados, o el pelo y la lana del ganado.
Los especialistas señalan que no se transmite de persona a persona. También puede adquirirse si se come carne de animales infectados, o si se entra en contacto o se aspiran esporas presentes en material contaminado, como está sucediendo en la actualidad.
Manifestaciones clínicas
El 95% de los casos de Antrax son del tipo cutáneo y el 5% restante son de tipo respiratorio, gastrointestinal o meníngeo.
Antrax cutáneo: Es la forma más frecuente, pero también más leve de la enfermedad mientras no se haga sistémica (es decir, no se disemine por el organismo, infectando a otros órganos). La mayoría de las lesiones se inician en los brazos y las manos, siguiendo a la cara y el cuello, como una pápula purpúrica (elevación rojiza o violácea de la piel), que asemeja a la picada de un insecto. La pápula crece y en uno o dos días desarrolla una úlcera rodeada de vesículas de 1 a 3 cm de diámetro con forma redondeada y regular.
El centro de la lesión es característicamente necrótico (se ve de color negro como el carbón) y desarrolla una escara central con edema (hinchazón) asociado.
En la mayoría de los casos es indolora y más bien se reporta como pruriginosa (produce picazón). Después de una a dos semanas, la lesión se seca y la escara comienza a desprenderse.
Puede haber adenopatías regionales (inflamación de los ganglios de la zona) y algunos síntomas sistémicos (generalizados), como fiebre, malestar general y dolor de cabeza.
La antibióticoterapia, por sí misma, no parece cambiar la progresión natural de la enfermedad en la piel, aunque sí parece inhibir el desarrollo del edema y los síntomas de diseminación sistémica de la enfermedad (que en este caso son los peligrosos). Las otras formas de Antrax menos frecuentes (sólo ocupan un 5% de la frecuencia de la enfermedad) pero mas peligrosas son: Antrax respiratorio: La enfermedad se inicia con malestar general, fatiga, mialgias (dolores musculares), febrícula, tos no productiva (tos seca) y, ocasionalmente, sensación de dolor precordial (en tórax sobre el área del corazón). La enfermedad puede simular una infección leve de vías respiratorias superiores, como el resfriado común o a la influenza. Después de dos a cuatro días, los pacientes muestran signos de mejoría, posterior a lo cual se inicia la aparición de un severo proceso de insuficiencia respiratoria, caracterizado por hipoxia (disminución de llegada de oxígeno a los tejidos) y disnea (dificultad para respirar similar a la que se ve en los asmáticos).
En los casos más severos se ha evidenciado edema subcutáneo (presencia de acumulo de líquido en el tejido debajo de la piel) en el tórax y el cuello.
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