con sus divinos Infantes, demostrando el origen del símbolo. Devaki también se representa con el divino Krishna en brazos, igual que Milita o Istar de Babilonia, también con la consabida corona de estrellas y con su hijo Tammuz sobre sus rodillas. Mercurio y Esculapio, Baco y Hércules, Perseo y Dioscuri, Mitra y Zaratustra, eran todos de origen humano-divino." (67)
Resulta apropiado recordar que la catedral de Notre Dame de París está construida sobre el antiguo solar de un templo dedicado a Isis, y la Iglesia primitiva con frecuencia se valía de una seudo ocasión atea para determinar un rito cristiano, o día cristiano de recordación sagrada. Incluso así fue establecido el 25 de diciembre como el día de Navidad. La misma autora dice:
"Respecto a la designación del 25 de diciembre como nacimiento de Jesús, Willamson afirma que: 'Todos los cristianos saben que el 25 de diciembre se reconoce ahora como la festividad del nacimiento de Jesús, pero muy pocos se dan cuenta que esto no ha sido siempre así. Se dice que ha habido ciento treinta y seis fechas distintas, establecidas por las diferentes sectas cristianas. Lightfoot la fija el día 15 de septiembre, otros la establecen en febrero o agosto. Epifanio menciona dos sectas, una que la celebra en junio y otra en julio. El asunto fue definitivamente decidido por el Papa Julio, en el año 337 d. C., y San Crisóstomo, en el 390, dice: 'En este día, es decir, el 25 de diciembre, también en Roma fue fijado últimamente el nacimiento de Cristo, de modo que cuando los paganos celebraban sus ceremonias (la Brumalia en honor de Baco), los cristianos realizaban sus ritos sin ser molestados." (68)
La elección de esta fecha determinada es cósmica en sus implicaciones y estamos seguros que los sabios de los tiempos primitivos tomaron estas grandes decisiones premeditadamente. Vuelve Annie Besant a decirnos que:
"La deidad siempre nace en el solsticio de invierno, después del día más corto del año, en la medianoche del 24 de diciembre, cuando el signo de Virgo asciende sobre el horizonte; nace cuando este signo asciende, nace siempre de una virgen, que permanece virgen después que ha dado a luz a su hijo Sol, como la Virgen celestial permanece inalterable y sin mácula cuando el sol surge de ella en los Cielos. Débil, endeble como infante, es él, nace cuando los días son más cortos y las noches más largas. . . " (69)
Es también interesante recordar que:
"El Venerable Bede (70) que escribió a principios del siglo VIII, dice que 'el antiguo pueblo de la nación anglo', con lo que alude a los ingleses paganos antes de establecerse en Gran Bretaña en el año 500 d. C., 'comenzaban el año el 25 de diciembre, en el que ahora celebramos el nacimiento de nuestro Señor' y agrega que la noche del 24 al 25 de diciembre, "que es la noche tan sagrada para nosotros ahora, se llamaba en la lengua de ese pueblo, Modranecht, es decir, Noche de la Madre, por las ceremonias que ejecutaban en esa larga vigilia nocturna'. El autor no menciona cuáles eran esas ceremonias, pero evidentemente estaban relacionadas con el nacimiento del Dios Sol. En la época en que los ingleses se convirtieron al cristianismo en los siglos VI y VII, la festividad de la Navidad, el 25 de diciembre, había sido ya establecida en Roma desde hacía tiempo, como una celebración solemne, pero en Inglaterra, su identificación con el alegre 'Yule' pagano (palabra ésta que aparentemente significaba 'holgorio') le confirió un tono festivo que no lo tenía en la parte meridional. Este tono ha prevalecido en marcado contraste con la característica que existe entre las razas latinas, donde era desconocida hasta hace pocos años la costumbre del Norte de festejar y hacer regalos en Navidad." (71)
En la época del nacimiento de Cristo, Sirio, la Estrella de Oriente, estaba sobre el meridiano, y Orión, llamado por los astrónomos orientales "los Tres Reyes", se encontraba en sus proximidades; en consecuencia, la constelación de Virgo, la Virgen, se elevaba en el Este y la línea de la eclíptica, la del ecuador y la del horizonte, se unían todas en esa constelación. Es también interesante ver que la estrella más grande y brillante de la constelación de Virgo, se llama Spica (Espiga); está representada por la espiga de trigo (signo de fertilidad), que sostiene la Virgen. Belén significa "casa del pan", existiendo, por lo tanto, una relación evidente entre los dos términos. Esta constelación está formada por tres estrellas en forma de copa. Éste es el verdadero Santo Grial, que contiene la sangre de la vida, el custodio de lo más santo y sagrado, lo que encierra la divinidad. He aquí los hechos astronómicos. La interpretación del simbolismo atribuido desde muy antiguo, es algo tan viejo como la misma religión. De dónde salieron esos signos, y cómo surgieron a la vida los significados y simbolismos asociados a ellos, se pierde en la noche de los tiempos. Han existido en las mentes y pensamientos de los hombres y en sus escritos, durante miles de años, y constituyen nuestra herencia conjunta de hoy. El antiguo zodíaco de Dendera (anterior al cristianismo en varios miles de años) constituye una amplia prueba de lo antedicho. En el tránsito del sol en torno del zodíaco, el "Hombre de los Cielos" llega a su debido tiempo a Piscis, signo en exacta oposición a Virgo, y que es precisamente el signo de los Salvadores del mundo. Ya hemos visto que la era del cristianismo es la Era de Piscis; Cristo llegó a Tierra Santa cuando nuestro sol transitaba hacia ese signo. Por consiguiente, lo que comenzó y tuvo su ser en Virgo (el nacimiento del Niño-Cristo), es consumado en Piscis, cuando el Cristo-Niño, habiendo llegado a su madurez, se presenta como Salvador del mundo.
Otro hecho astronómico resulta de interés a este respecto. Estrechamente asociadas con la constelación de Virgo, que se encuentra en el mismo sector del cielo, hay otras tres constelaciones, en las cuales está representada simbólicamente la historia del Niño que nacerá, sufrirá y volverá. Existe un grupo de estrellas denominado Coma Berenice, la Mujer con el Niño, los Centauros o el Centauro, y Boötes, nombre que en hebreo significa "el que viene". Ante todo, tenemos el niño nacido de mujer, y esa mujer es virgen: después está el centauro que siempre fue el símbolo de la humanidad en las antiguas mitologías, porque el hombre es un animal más un dios, por lo tanto, un ser humano. Después el que vendrá, descuella sobre todos ellos, influyéndolos, señalando la realización que se logrará por el nacimiento y la encarnación humana. Verdaderamente el libro ilustrado del cielo contiene la eterna verdad para los que tienen ojos para ver e intuición lo bastante desarrollada para interpretar. La profecía no está confinada a La Biblia solamente, sino que aparece ante los ojos de los hombres en la bóveda celeste.
De este modo, mientras "los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos" (72) tenemos la profecía del acontecimiento mundial que tuvo lugar cuando Cristo nació en Belén, "la casa del pan", y Virgo ascendía sobre el horizonte, mientras brillaba la Estrella de Oriente.
Entonces vino Cristo y tomó posesión de Su Propia carne y sangre, porque el mundo de los hombres lo atraía y el amor del Padre lo impulsaba. Vino a dar vida a un propósito y a una realización y a indicarnos el Camino: Vino a darnos un ejemplo para ser energetizados por la esperanza que "no avergüenza" (73) y "proseguir hasta la meta del premio del supremo llamamiento". (74) Phillips Brooks (75) el gran predicador, enuncia esto con toda claridad:
"Cuanto Cristo venga, encontrará que realmente existe el alma del mundo, que contiene en sí las facultades más santas, que se mueve y que tenue u oscuramente, a pesar de todos sus obstáculos, va hacia la verdadera dirección; lo que haga por el alma del mundo será acelerarla totalmente; emitirá la clarinada de la real vida en sus oídos; hará sentir la nobleza de las actividades que le parecían innobles, la esperanza de los impulsos que le parecían desesperanzados y le ordenaría que fuera como ella misma… Lo indigno se colmará de dignidad, lo insignificante de significado… Tenuemente percibirían el débil reflejo de Su Vida, la verdadera Luz del Mundo, la iluminación real y la inspiración de la humanidad… La verdad es que cada vida superior a la que llega el hombre y especialmente la superior vida más elevada en Cristo, constituye la verdadera línea de la humanidad del hombre. Tenemos la aceleración y cumplimiento de lo que el hombre es, por la misma esencia de Su naturaleza. Cuanto más irradia la divinidad en el hombre, será más y no menos hombre verdadero." Debe observarse que el viaje que precede al nacimiento es también parte de la historia: de la vida de otros instructores enviado por Dios. Por ejemplo, leemos:
"Entre los treinta y dos signos que debían ser verificados por la madre del esperado Mesías (Buda), el quinto establecía 'que ella debería viajar en el momento del nacimiento de su hijo'. En consecuencia, 'para que se cumpliera lo dicho por los profetas', la virgen Maya, en el décimo mes, después de su concepción celestial, realizaba un viaje para
reunirse con su padre, cuando he aquí que el Mesías nace bajo un árbol. Un relato establece que ella se había apeado ante una posada cuando nació Buda'.
"La madre de Lao-Tsé, el sabio chino, nacido de una Virgen, se encontraba lejos de su hogar cuando nació su hijo. Se había detenido a descansar bajo un árbol, y allí como la virgen Maya, tuvo a SU hijo". (76)
En el Evangelio se dice que la Virgen María, con su esposo José, y el Cristo-Niño en sus entrañas, salía de Nazaret, en Galilea, hacia Belén. A veces, el estudio de los significados de los nombres que aparecen en la Biblia y en la tradición, arrojan mucha luz sobre el episodio mismo y develan en parte su significado oculto. En el estudio del relato bíblico, he empleado solamente la Biblia y la Concordancia de Cruden, de donde extraje la interpretación de los nombres. Allí encontramos que "Nazareth" significa "lo que se consagra" o se aparta. "Galilea" significa "el girar de la rueda" -la rueda de la vida y de la muerte que gira constantemente, arrastrándonos a todos en su giro y manteniéndonos así en la "rueda de la existencia" como la llaman los budistas, hasta haber aprendido las lecciones de la vida y convertirnos en "instrumento para honrar, santificar y ser útiles al Señor". (77)
El Cristo dejó atrás la larga jornada de la existencia y Él, con Su Madre, recorre la última parte del camino. Consagrado desde eones a este trabajo de salvación mundial, debe someterse, ante todo, a los procesos comunes del nacimiento y la infancia. Cristo salió de Nazaret, el lugar de la consagración, y fue a Belén, la Casa del Pan, donde en forma singular Él Mismo se tuvo que convertir en el "Pan de Vida" (78) para un mundo hambriento. Fue apartado o se apartó (como todos los hijos de Dios que despiertan), para el trabajo de redención. Vino a dar de comer al hambriento y a este respecto tenemos dos versículos en La Biblia que arrojan luz sobre Su tarea y la correspondiente preparación. En efecto, "El grano se trilla" (79) y el propio Cristo nos dice "si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, solo queda; pero si muere lleva mucho fruto".(80) Éste es el destino que Le esperaba cuando nació en Belén. Entonces empezó la carrera, que con el tiempo había de "trillarlo", llevándolo después hasta Su muerte.
Según la concordancia, el nombre "María" significa "la excelsa del Señor". Al decir estas palabras, viene a la mente el famoso cuadro de Murillo que representa a la Virgen de pie sobre la Luna en creciente y envuelta en nubes celestiales. Tal es la asunción de la Virgen a la gloria. Hay otro punto interesante en relación con la constelación de Virgo, que podríamos mencionar. María, la Virgen, en el simbolismo de la antigua sabiduría, representa la materia virgen, la sustancia que nutre, alimenta y oculta dentro de sí al Cristo Niño, la conciencia crística. En último análisis, mediante la forma y la materia, Dios queda revelado. Ésa es la historia de la divina encarnación. La materia, influida por el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad, da nacimiento al segundo aspecto, en la persona del Cristo cósmico, mítico e individual.
Asociadas al libro de imágenes de los cielos, hay tres constelaciones, además de la de Virgo, simbolizadas por mujeres. Tenemos a Casiopeya, la Mujer Entronizada. Esta constelación es el símbolo de la etapa de la vida humana en la cual predomina y triunfa la materia y la forma, donde la vida divina interna está tan profundamente oculta que no hay signo de ella, controlando y rigiendo solamente la naturaleza material. Luego viene una etapa posterior en la historia de la raza y del individuo, donde encontramos a Berenice que surge simbólicamente, es decir, la Mujer que lleva al Cristo-Niño. En esta etapa la materia empieza a revelar su verdadera función, que es dar a luz al Cristo en cada forma. Cuando el giro de la gran rueda de la vida haya desempeñado su parte, entonces María puede salir de Nazaret, en Galilea, y dirigirse a Belén, para dar a luz al Salvador. Por último tenemos a Andrómeda, la Mujer encadenada, o la materia supeditada al alma. Así rige el Alma o el Cristo. Tenemos, primero, la materia dominante, entronizada y triunfante. Segundo, la materia como custodio de la divinidad, de la belleza y la realidad ocultas, preparada para traerlas a la existencia. Tercero, la materia como servidora de lo que ha nacido, el Cristo. Sin embargo, nada de esto se efectúa si no se emprende el viaje desde Nazaret, el lugar de la consagración, y desde Galilea, el lugar de la rutina cotidiana de la vida, y todo esto es cierto, ya se trate del Cristo cósmico oculto por la forma de un sistema solar, o del Cristo mítico oculto en la humanidad en el trascurso de las edades, o del Cristo histórico oculto dentro de la forma de Jesús, o el Cristo individual oculto en el hombre común. La rutina es siempre la misma: el viaje, el nuevo nacimiento, la experiencia de la vida, el servicio que debe prestarse, la muerte que debe sufrirse y, después, la resurrección para un servicio más amplio.
El nombre "José" significa "el que agrega"; José era un constructor, un carpintero, un obrero de la construcción, el que asienta una piedra sobre otra, una viga sobre otra. Es el símbolo del aspecto constructivo-creador de Dios Padre. En esas tres personas, José, el niño Jesús y María, tenemos simbolizada la divina Triplicidad, y representados Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, o materia, animada por la Deidad y, por lo tanto, ejemplificada en la Virgen María.
En la actualidad las muchedumbres viajan. La enseñanza del Sendero y del Camino a Dios, absorben hoy la atención de los aspirantes en el mundo. Estamos en el sendero de retorno a Belén, un Belén individual y racial. Estamos a punto de penetrar en la caverna donde tendrá lugar el nuevo nacimiento, y la etapa del largo viaje de la vida está casi completa. Este simbolismo es quizá más real de lo que creemos. El actual problema mundial lo constituye el pan, y nuestras inquietudes, perplejidades, guerras y luchas, se basan en el problema económico de cómo alimentar a los pueblos. Todo el mundo se ocupa ahora de la idea de Belén, del pan. En esta sutil implicancia hay una segura garantía de que así como anteriormente Cristo llegó a la Casa del Pan, así cumplirá Su palabra nuevamente, Se realizará a Sí mismo y retornará. La caverna, lugar de la oscuridad y del malestar, fue para María un
lugar de dolor y de agotamiento. Esta historia de la caverna o establo del Nuevo Testamento, quizá sea más simbólica que ninguna otra en la Biblia. El viaje largo y penoso terminó en una oscura caverna. El largo y agotador viaje de la humanidad nos ha llevado hoy a un lugar muy difícil y desagradable. La vida del discípulo individual, antes de recibir la iniciación y pasar por la experiencia del nuevo nacimiento, es siempre de enormes dificultades y penurias. Pero en las tinieblas y en las dificultades se descubre al Cristo; allí puede, florecer la vida crística, y podemos presentarnos ante Él, como el Iniciador. George Macdonald, el poeta ciego, sentía esto cuando escribió los hermosos versos que a tantos dieron consuelo:
"Desafía a la tiniebla, sea cual fuere, densa oscuridad de dolor, o extraño misterio de oración o providencia. Inténtalo perseverante, y hallarás del amor el velado sacramento.
Una secreta revelación, dulzura, luz, aguardan al acecho del luchador nocturno. En la densa oscuridad de su mismo corazón Cristo reúne las almas trasfiguradas."
En la caverna de la iniciación están simbolizados, con claridad meridiana, los cuatro reinos de la naturaleza. En la estructura rocosa de la caverna, aparece el reino mineral. El forraje y el heno, que sin duda están allí, simbolizan el reino vegetal. El buey y el asno representan la naturaleza animal, pero también mucho más que eso. El buey representa la forma de adoración que debía cesar en la tierra en la época que vino Cristo. Había aún muchos que adoraban al toro, culto que prevaleció en la época en que nuestro sol pasaba por la era de Tauro, el Toro conservado en ese entonces en los misterios de Mitra y de Egipto. El signo que precedió inmediatamente a la era cristiana fue Aries, el Carnero o Cordero, simbolizado en los rebaños de ovejas que rodeaban a Belén.
Es también interesante recordar que el asno es un animal íntimamente vinculado con la historia de María y su Hijo. Dos asnos se mencionan en el Evangelio, uno que viene del norte llevando a María a Belén y otro la lleva a Egipto. Son los símbolos de dos constelaciones llamadas respectivamente Asno Septentrional y Asno Meridional, que se encuentran en las inmediaciones de la constelación de Virgo.
Encontramos al reino humano en las figuras de María y José, el ente humano más la dualidad, tan esenciales para la existencia misma. En el recién nacido, se expresa la propia divinidad. Así, en esa pequeña caverna, está representado el cosmos.
Cuando Cristo nació en Belén, resonó una triple palabra: "Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz y buena voluntad entre los hombres". (81) Un triple enunciado nos fue dado entonces.
Fue cantado por los ángeles en la noche, para los pastores que cuidaban sus rebaños en los prados que rodeaban la caverna-establo donde se encontraba el Niño. Un hecho trascendental había ocurrido en el cosmos y las huestes celestiales lo honraban.
La cuestión de la excepcionalidad de la Tierra frecuentemente ha preocupado a las personas reflexivas. ¿Puede un átomo infinitesimal en el espacio, tal como lo es nuestro planeta, ser de tanto interés para Dios que permitió este gran experimento? ¿El misterio del hombre y el significado de nuestro propósito es de tanta importancia, que no tenga paralelo en ninguna otra parte?
¿Puede realmente ocurrir algo en esta "mota de polvo", de significación tan vital, como para que los ángeles canten "Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz y buena voluntad entre los hombres" Quisiéramos que así fuera. Tememos el momento en que aparezca nuestra futileza al contemplar las estrellas en el firmamento, sabiendo que existen miles de millones de constelaciones y cientos de millones de universos. Somos una motita en la gran inmensidad. Sin embargo, Beverley Nichols, (82) en uno de sus libros, tan sugestivo y necesario, señala que:
"Más adelante hallarán cuatro afirmaciones, anunciadas por los cuatro hombres de ciencia más modernos y eminentes, que en pocas palabras eliminan el terror del universo y el espectro de la inmensidad y vuelven a restablecer a la aparentemente insignificante Tierra, en una posición de suma importancia. Estas declaraciones se han hecho con toda claridad, sin ningún intento de disfrazarlas. Sin embargo, con una sola excepción, nadie pareció darse cuenta de ellas. La excepción la constituye un excelente y pequeño libro donde se mencionan todas estas opiniones en conjunto, pero ni aún así, parece haberse captado la enorme importancia mundial que tienen. Decir importancia enorme no es exagerado. Constituyen un resumen literal de la esencia de las conclusiones a que llegaron esos hombres, que para no perder más tiempo son:
'Que esta tierra, esta mota de polvo, ha sido elegida entre el infinito número de millones de otros astros, para un único y determinado propósito.'
'Citaremos lo que nuestras autoridades han dicho sobre esta declaración.
"Ambrose Fleming: 'Hay razones poderosas para creer que un sistema planetario como el nuestro es muy raro, sino único, en el universo, y la naturaleza y las condiciones de nuestra Tierra son únicas en esa excepcionalidad.. !'
"Sir Arthur Eddington: Ni una de la vasta profusión de estrellas en sus miríadas de agrupaciones, observa escenas similares a las que se desarrollan bajo los rayos de nuestro sol.'
"Este pequeño grano de arena, que es la Tierra, a la cual tendemos a considerar con desprecio, empieza a asumir un particular brillo propio, ¿no es así? Puede no ser muy grande, pero si nos atenemos a los hombres que saben, parece haber algo distinto en ella. Aun cuando fuese un guijarro, sería un guijarro de bastante valor y se justificaría que coleccionáramos muestras de él.
"Pero el asunto es que no podemos coleccionar muestras, porque sólo es el único guijarro. Es imposible creerlo, sin embargo, tenemos a Sir Arthur Thomson, que debe saber algo de estas cuestiones y confiesa:
"Arthur Thomson: 'Hay algo aterrador en la aparente excepcionalidad de nuestra Tierra."
"¡Unica! Ahí tenemos nuevamente la misma palabra."
Quizá somos más importantes de lo que creemos. Quizá lo que sucede en el reino de nuestra conciencia realmente tiene importancia en el esquema cósmico. Sabemos que no tiene mucha importancia lo que le sucede al cuerpo, pero sí lo que sucede en y a través de ese cuerpo. Quizá lo que ocurre en el cuerpo y por medio de lo que llamamos planeta, habitado también por Dios, es de vital importancia para los planes de Dios Mismo. Esto daría sentido a la vida. Sólo cuando hemos captado y apreciado su significado podemos comprender la significación de la Palabra emitida. Parafrasearemos el mensaje de los ángeles, el cual fue emitido por un grupo de seres y dado a otro. Por lo tanto es un mensaje mundial que aún espera respuesta. Cuando la conciencia crística se haya despertado en todos los hombres, entonces tendremos paz en la tierra y buena voluntad entre los hombres. Cuando esto ocurra, entonces podrá Dios ser glorificado. La expresión de nuestra divinidad pondrá fin al odio reinante en la tierra y derribará los muros que separan a un hombre de otro, a un grupo de otro, a una nación de otra y a una religión de otra. Donde hay buena voluntad debe haber paz, actividad organizada y el reconocimiento del Plan de Dios, porque ese Plan es síntesis, ese Plan es fusión, unidad y unificación. Entonces Cristo será el todo en todos y Dios Padre será glorificado. Esto se efectuará por la viviente unión con Dios por medio del Cristo el Cristo histórico, que reveló a Dios y mediante el Cristo individual, oculto en cada corazón humano, debe ser traído a la existencia. Ninguna de las Epístolas de El Nuevo Testamento establece esto tan claramente como la Epístola a los Efesios, porque en ella se establece la posibilidad en términos que no admiten excusa para una mala interpretación, y dice:
', … compenetrado por la idea de una unión viviente con Cristo, morando en Él. Está
expresada en muchas metáforas. Estamos arraigados en Él, como lo está el árbol al suelo, para mantenerse firme y dar fruto. Estamos construidos en Él, como los fuertes cimientos del Templo están asentados en la roca viva. Vivimos en Él, como los miembros en el cuerpo. . . La morada es recíproca. Él está en nosotros y nosotros en Él. Él está en nosotros como fuente de nuestro ser; nosotros estamos en Él llenos de Su plenitud. Él está en nosotros, todo comunicativo; nosotros estamos en Él, todos receptivos. Él es en nosotros como la luz del sol, así como la cámara sin luz estaría a oscuras. Nosotros estamos en Él como leño verde que ha sido arrojado en la flamígera hoguera, resplandeciendo con rojizo y trasformante calor, Él está en nosotros como la savia que circula en el árbol, nosotros en Él como las ramas." (83)
De Belén al Calvario – Alice Bailey – Editorial Lucis.
Un estudio desde las apariciones de la Virgen.
Autor:
DiegoDotto.
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