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La política cultural de la Revolución cubana. Reflexiones a la vista del siglo XXI.




Enviado por Leandra Domínguez



  1. Política
    cultural de la Revolución cubana. Antecedentes y
    principios
  2. Retos actuales de
    la política cultural en Cuba
  3. Bibliografía

Política
cultural de la
Revolución cubana. Antecedentes y
principios

Cuba es un país con una tradición cultural
muy fuerte y arraigada que se consolida cada día con los
aportes de valiosos estudiosos, intérpretes, autores, y su
pueblo, en general, eminentemente artístico. Desde el
triunfo de la Revolución ha sido una preocupación
fundamental del gobierno lograr que todo el pueblo tuviese acceso
libre a la cultura, que pudiese beneficiarse de teatros, cines,
tener un buen libro entre sus manos a un precio que fuese
asequible para todos. Así se potenciarían las
capacidades creativas de un pueblo, que como se decía
anteriormente, tiene el arte como tronco de su crecimiento como
nación.

"Cuando triunfa la Revolución cubana, el
primero de enero de 959, hereda toda esa evolución de la
cultura cubana y tiene esbozados los principios fundamentales de
su política cultual en La Historia me
absolverá"[1].
Así
comenzarán a generarse las condiciones para llevar la
cultura cubana a un mayor esplendor y brindar el máximo de
posibilidades a la totalidad del pueblo. De esta manera, desde
las primeras medidas tomadas al respecto por la
Revolución, desapareció la antigua Dirección
de Cultura adscrita al Ministerio de Educación y se crea
el Consejo Nacional de Cultura, con personalidad propia y se
inicia un trabajo decidido por el rescate de nuestras tradiciones
y la dignificación del trabajo artístico y
literario.

Sobre esta línea de trabajo ven la luz la Escuela
Nacional de Arte (ENA), a la que se unirán las escuelas de
arte por todo el territorio nacional, con una matrícula
gratuita, surge el movimiento de artistas aficionados y la
preparación de instructores de arte, con especial
intención en los pioneros y los jóvenes, que se
encargarían de lleva la cultura a los diferentes rincones
de esta Cuba que comenzaba a ve la luz de la instrucción
hasta en los más intrincados sitios de su
geografía.

De esta manera se crean el Conjunto Nacional de Danza y
grupos provinciales, el Consejo Folklórico Nacional y la
Escuela Nacional de Ballet, petando mayor atención al
Ballet fundado por Alicia Alonso años atrás, junto
a su hermano Fernando. Surgen empresas de ediciones musicales. Se
crean la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional,
entre otras. Se inicia de igual foma un fuerte movimiento de
galerías y exposiciones de pinturas y de artes
plásticas en general, además el impulsos la vida
teatral que ya tenía exponentes importantes.

Se emprenden procesos de restauración,
protección y mantenimiento del patrimonio histórico
y cultural de la nación, se da prioridad a preservar
instituciones archivísticas y museables existentes y a
crear otras nuevas.

Cobra auge la impresión de libros y otras
publicaciones, siendo El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha
, de Miguel de Cervantes la primera obra literaria
editada masivamente, con una tirada de 100 000 ejemplares, en 4
tomos, ala que seguirían múltiples títulos
que serían puestos a disposición del público
a bajos precios, de manera que fuesen asequibles para todos,
propiciando el crecimiento cultural y espiritual del
pueblo.

Dichas facilidades editoriales constituyen una sensible
contribución a la producción de escritores cubanos,
cuyas obras comenzaron a publicarse con mayores tiradas y
oportunidades.

Especial importancia dentro de la vida cultural del
país tenían la radio y la televisión, con el
triunfo de la Revolución se crea el Frente Independiente
de Emisoras Libres (FIEL). Luego son nacionalizadas la radio y la
televisión y más tarde se creó el Instituto
Cubano de Radiodifusión (ICR), siendo la difusión
de la cultura, la educación política e
ideológica del pueblo, la información seria y veraz
las premisas que han marcado desde entonces el quehacer de esta
institución.

En marzo de 1959 se funda el Instituto del Arte e
Industria Cinematográficos (CAIC), dirigido por Alfredo
Guevara, para bajo su perspicaz y apasionada conducción
dar un impulso eficaz a una producción nacional que
prácticamente no existía. Así se
inició un movimiento de tal magnitud, que el cine cubano
se convirtió en un hecho cultural de profunda
significación en el país. Se rodaron importantes
largometrajes, cortos, documentales, se abrieron nuevas salas de
proyección y se implementó el cine móvil
para llevar a los lugares más apartados el 7mo
arte.

Un momento de notable importancia lo constituye la
fundación en 1959 de Casa de las Américas, bajo la
dirección de Haydée Santamaría, dando una
contribución decisiva a la difusión de la cultura
cubana y al estrechamiento de sus vínculos con los
demás países de América, creando una valiosa
interrelación con la intelectualidad progresista
latinoamericana y caribeña, coadyuvando a consolidar la
identidad cultural de los pueblos de la región y a
malograr los intentos de aislamiento cultural de Cuba por parte
del imperialismo norteamericano.

La Campaña de Alfabetización,
diseñada con el ambicioso programa de eliminar el
analfabetismo en 1 año, de enero a diciembre de 1961, fue
la gran victoria espiritual de la Revolución que dio pie a
una democratización a los espacios de creación,
difusión y consumo de la cultura, y la creación de
instituciones, resultando el ICAIC el botón de muestra
más significativo.

Por tanto se evidencia que después del triunfo de
la Revolución puede hablarse con propiedad de una
política cultural trazada por el Estado cubano e
implementada por él en todos los aspectos. "El proceso
de institucionalizarla dio comienzo antes de que esa
política cultural fuese enunciada como
tal"[2].

La política cultural de la Revolución
está contenida en las palabras de Fidel a los
intelectuales, pronunciadas en junio de 1961, donde define los
derechos de los escritores y artistas revolucionarios; en las
conclusiones del Congreso de Educación y Cultura, en 1971;
en los preceptos de la Constitución de la República
que se refieren a la cultura nacional y muy especialmente en las
Tesis y Resoluciones sobre Cultura Artística y Literaria
del Primer Congreso del Partido.

Se ha considerado que el proceso de
institucionalización y puesta en práctica de la
política cultural de la Revolución puede dividirse
en varias etapas:

De 1959 a 1962, donde comienza la reforma educacional y
se crea el Instituto Cubano del Cine, como ya se ha dicho, en el
propio 1959. En 1961, se lleva a cabo la Campaña de
Alfabetización; la reunión de Fidel con los
intelectuales en la Biblioteca Nacional donde tiene lugar
Palabras a los intelectuales; en agosto de ese
año se celebra el primer Congreso de Escritores y
Artistas, gestor de la UNEAC; un congreso definidor de la unidad
de principios que permitió y aún permite a los
mejores exponentes del arte y la literatura, la creación
de obras artísticas al servicio de una nueva sociedad en
la cual el hombre alcanzará su plena dimensión
humana. En este marco quedó expresado directamente, la
decisión y la tarea propia del gobierno, de formular y
ejecutar una política cultural con la participación
de los creadores y que responda a los intereses del pueblo como
protagonista principal. En este período ve la luz
también la Editorial Nacional de Cuba.

De 1962 a 1965, donde continúa el proceso de
seguimiento para elevar el nivel promedio educacional de la
población cubana, se mantiene en crecimiento la
edición de libros y formación de creadores e
instructores de arte, así como las reflexiones en torno a
temas y procedimientos artísticos y el compromiso de los
intelectuales. Es al final de este período donde aparece
el ensayo El socialismo y el hombre en Cuba.

La tercera etapa va desde 1965 a 1975, dentro de ella se
celebra el Primer Congreso Nacional de Educación y
Cultura, en 1971, donde se ratificó la permanente
decisión de lucha por la extensión y
profundización de una cultura de masas, y por hacer del
arte un arma de la Revolución Cubana. En su
declaración final se sugería a los intelectuales
las temáticas más convenientes para el arte durante
ese momento histórico de la revolución. Se
recomendaba el tratamiento de tópicos relacionados con la
literatura infantil y el proceso revolucionario en su lucha
contra el subdesarrollo, y la necesidad de mantener la unidad
ideológica de nuestro pueblo. Otro momento lo constituye
el Congreso Cultural de La Habana, en 1968, con carácter
internacional; y en este mismo año se desarrolla el
Salón de mayo. A partir de aquí se ha considerado
que se produce un "Quinquenio Gris", como lo calificara Ambrosio
Fornet años después.

La creación del Ministerio de Cultura en 1976,
constituyó un paso de avance significativo; en tanto, los
derroteros de la política cultural comenzaron a ser menos
"políticos" y más "culturales". Después de
transcurrida esta etapa donde fueron conformando y aplicando los
principios de la política cultural de la
revolución, en la medida que se iban alcanzando la
suficiente claridad en los objetivos que perseguían, se
hizo necesario analizar las consecuencias negativas que
determinados enfoques en la aplicación de la
política cultural, ocasionaron en las relaciones con los
creadores de las distintas manifestaciones del arte y la
literatura en el período 1971 – 1975.

En el período del 1980-1986, los resultados de la
aplicación de la política cultural se manifestaron
en la esfera del libro y la literatura, se produjo un crecimiento
de la capacidad industrial de impresión al entrar en
funcionamiento de un nuevo combinado poligráfico, se
celebraron las ferias internacionales del libro con amplia
participación nacional y extranjera, la creación
musical fue en ascenso, al igual que el cine, las artes
plásticas y el teatro. Independientemente de los
resultados alcanzados en la aplicación de la
política cultural de esta etapa, también se
produjeron algunas dificultades y limitaciones, como las
incomprensiones al movimiento artístico de los ochenta,
los cuales generaron otra serie de problemas que serán
analizados en el Consejo Nacional de la UNEAC en mayo de 1992, a
pesar de estas limitaciones se logró continuar generando
condiciones para la creación artística y literaria,
que posibilitó la producción de obras con una
calidad y originalidad que alcanzaron prestigios a nivel
internacional.

La Asociación Hermanos Saíz, fundada en
1986, significó un ámbito propicio para la
participación, la renovación y la polémica,
garantizando la continuidad del talento joven empeñado en
una lucha permanente contra la banalidad y la pseudocultura. En
marzo de 1989 se iniciaron cambios estructurales en el Ministerio
de Cultura, que implicaron profundas transformaciones en la
concepción de la gestión de los procesos
culturales, en la década de 1990 se evidenció
además el papel de vanguardia del sector en la
generación de la crítica profunda en el espacio
público. La entrada del período especial
modificó en gran medida a la aplicación de los
cambios que se habían propuesto en el sistema de cultura.
En medio de situaciones económicas tan difíciles,
los territorios y las instituciones nacionales se vieron
afectados materialmente, las instituciones materiales se
deterioraron, el presupuesto dedicado al sistema de instituciones
se redujo considerablemente y la necesidad de asumir tres formas
de funcionamiento en el sector: el sistema presupuestario, el
financiamiento mixto y el autofinanciamiento; favoreció un
nivel de independencia y sobrevivencia en las instituciones
nacionales. En medio de estas condiciones adversas para la
cultura, comienzan a desarrollarse los procesos para el
diseño de los programas de desarrollo cultural, primero de
forma experimental en algunos territorios e instituciones, luego
de manera general en todo el país. Este proceso
culminó con la aprobación, en 1995, del Programa
Nacional de Cultura y Desarrollo, donde se plasma una
síntesis de la historia cultural de la nación
cubana, los principios fundamentales de la política
cultural cubana.

Retos actuales de
la política cultural en Cuba

Es una realidad que la cultura como valor universal, es
la vía más legítima para depurar y enaltecer
las aspiraciones creativas del ser humano. Por tanto, resulta de
vital importancia estimular la visión contemporánea
de nuestra razón de ser como nación, con una
proyección amplia que nos ayude a identificarnos cada vez
más con lo que nos es propio, con nuestra
cultura.

En las condiciones históricas en que vivimos, el
reto planteado a la cultura cubana: continuar con el proyecto de
hacer de nuestro pueblo uno de los más cultos del mundo en
los próximos años como alternativa revolucionaria,
humanista al escepticismo globalizado y a una impuesta banalidad,
sustentados y difundidos por la más potente
tecnología, implica un esfuerzo colosal de todas las
potencialidades del país, de nuestras instituciones,
artistas, intelectuales, promotores, instructores,
investigadores, académicos, especialistas.

Aunque son indiscutibles los esfuerzos realizados para
su cumplimiento, los resultados aún son insuficientes y el
aprovechamiento de los recursos que se tienen tampoco ha sido
óptimo, según sus beneficiarios, participantes y
ejecutores. Las dificultades enfrentadas, las vencidas y las que
se mantienen indican el camino a seguir, puesto que son
reconocidas y sentidas por todos los implicados en la
realización plena de la cultura.

La política cultural en Cuba está en
sintonía con el tipo de Estado que tenemos: un Estado
socialista que hasta el día de hoy ha controlado los
medios masivos de difusión con un enfoque centralizado a
partir de la creación del Ministerio de Cultura en
1976.

Sin embargo, los tiempos han cambiado; no estamos en los
años 70. En el presente, niños, jóvenes y
ancianos cuentan con la posibilidad de acceder a múltiples
dispositivos a través de los cuales también fluye
la información.

El individuo determina qué, cómo y en
qué tiempo consume el producto artístico. Es decir,
puede diseñar su propio "placer".

La política cultural tiene nuevos retos en la
actualidad. Hay que aprender a dialogar con el fenómeno;
es lo que el Estado debe hacer. No se trata de castigar,
rechazar, censurar o lamentarse de ese flujo. Es un hecho
objetivo e inevitable que va debilitando el control estatal sobre
dicho consumo.

Tras el triunfo revolucionario nuestra política
jugó un papel crucial a la hora de jerarquizar, legitimar
determinados valores relacionados con la "identidad cultural
cubana". Vocación por elevar la cultura de la gente. Algo
tan plausible como la temprana campaña de
alfabetización en los 60, constituye un reflejo de tal
perspectivas. La propia creación del ICAIC, la Casa de las
Américas y otras instituciones habla muy bien de
ello.

Pero los tiempos cambian y es apolítica debe
cambiar. En la actualidad se sigue protegiendo la cultura
nacional, debe actualizase la manera como se articula y llega a
la población.

También desde la perspectiva institucional deben
situarse ciertas jerarquías, protegerse los valores
culturales de la nación, enseñarles a las nuevas
generaciones cuáles son esos valores y, sobre todo, por
qué son así considerados.

El periodo especial en la sociedad cubana produjo una
fractura muy fuerte. En lo económico, por supuesto, en lo
ideológico, en lo político, pero sobre todo en la
cultura.

La llamada "vulgarización de la sociedad cubana"
de la que hablan tantos, no tiene otra causa que la precariedad
que fue experimentando nuestro sistema de enseñanza:
programas superficiales, que no enseñan a pensar, sino a
repetir rutinariamente consignas, frases e ideas.

En otro sentido, tenemos los eventos relacionados con la
literatura. Todas se diseñan y promocionan de la misma
manera, al punto de convertirse en algo rutinario, aburrido.
Entonces salen las estadísticas sobre un millón de
ejemplares vendidos; cifras extraordinarias.

Esas extraordinarias cifras que tan felices ponen a los
funcionarios, no tienen correspondencia con la cultura actual de
la población, con su forma de hablar, pensar o comportarse
socialmente, ya hacía un llamado el Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro a rescatar
esos valores que están siendo olvidados por una parte de
nuestra sociedad. Evidentemente hay un vacío, una
fragmentación real entre la política, el discurso,
la proyección "oficial" de lo que es la cultura cubana y
cómo se está integrando realmente a nivel popular,
individual, generacional incluso.

La paradoja tecnológica es que hay un mayor
consumo de productos, una extraordinaria diversidad, un exceso de
imágenes, pero una menor formación y
preparación para saber discernir entre la calidad y la
banalidad. Prima no solo el gusto personal sino el interés
comercial a la hora de ofertar en el mercado informal. A lo mejor
a él no le gusta un tipo de serie que comercializa, pero
sabe qué está de moda ahora y te la ofrece a buen
precio.

Los vendedores pueden existir, pero el Estado tiene que
saber operar de una manera diferente para crear determinadas
jerarquías, opciones viables para la población; que
haya una circulación sana de productos de calidad que el
individuo pague, compre y disfrute.

Hay que perfeccionar el trabajo en los espacios donde el
Estado todavía tiene una autonomía, una
acción fuerte, dígase centros de enseñanza,
la televisión nacional, salas de cine (aunque ya se
realizan proyecciones particulares en 3D), casas de la
música, salas de conciertos, galerías de arte,
museos…

La infinidad de nuevos dispositivos para la
circulación, distribución y consumo de
información (USB, DVD, móviles, reproductores mp3)
mandan fuera del ring a la utopía contrincante de
entronizar un gusto diseñado y regulado exclusivamente por
el Estado.

Las TIC garantizan el intercambio y flujo gratuito de
los productos culturales entre los diversos públicos. Las
salas de recreación juvenil que proliferan actualmente
como parte de las dinámicas del mercado laboral no
estatal, muestran el impacto de las nuevas tecnologías en
la difusión y consumo de productos audiovisuales entre los
jóvenes. La cercanía a las zonas residenciales y la
novedad tecnológica constituyen ganchos certeros frente a
los cuales el Estado no brinda una alternativa
sistemática, efectiva, ni económicamente
asequible.

De la noche a la mañana la revolución del
consumo cultural en Cuba "se formó", y ya no existe un
alma en esta tierra que le ponga freno. Los métodos
oficiales para promover la cultura y el entretenimiento en Cuba
(de por sí, no exentos de contradicciones en época
pretéritas) carenan en la actualidad por su falta de
eficiencia. El rechazo a la misma estrategia recreativa estatal
catalogada de "monótona", "reiterativa", "poco diversa" o
"desactualizada".

La política cultural cubana necesita más
coherencia para transformar los actuales paradigmas consumistas y
promover lo mejor del arte, afirmó Abel Prieto, asesor del
presidente Raúl Castro en una de las sesiones del II
Congreso de la AHS, celebrado en octubre pasado en La
Habana.

El sistema capitalista crea famosos "tremendamente
mediocres, pero profundamente influyentes" y en Cuba debemos
lograr que fama y talento se aproximen, subrayó. Y es que
para contrarrestar la corriente dominante, nuestra propuesta debe
tener una pretensión totalizadora y abarcar desde el
aspecto económico hasta el ideológico. Se trata de
mantener una profunda vocación humanista y poner a la
cultura en función del perfeccionamiento de la sociedad,
Repensar cómo hacer más atractivas las ofertas
radiales y televisivas, para atender hoy con mayor seriedad a las
audiencias, decididas a deleitase con "lo que les dé la
gana". Urge repensar las estrategias de promoción, y
generar también productos de "entretenimiento" que
realmente "entretengan". En el trabajo con el individuo
está la solución: prepararlo para que pueda
procesar ese caudal informativo y después dejar que sea
él mismo quien decida su propia forma de
consumo.

Bibliografía

Política cultural de la
Revolución
, documento en formato digital.

Almazán, Sonia y Mariana Serra: Cultura
Cubana Siglo XX
, Editorial Félix Varela, La Habana,
2006. T. I y II.

Cantón Navarro, José C. y Arnaldo Silva
León: Historia de Cuba, 1959-1999, Editorial
Pueblo y Educación, La Habana, 2009.

Castro, Fidel: Palabras a los intelectuales,
formato digital.

Colón Rodríguez, Raúl Ernesto:
Antecedentes de la vida cultural cubana de los últimos
50 años
, en
http://www.kaosenlared.net/noticia/antecedentes-vida-cultural-cubana-50-ultimos-anos

Dédalo, diario del II Congreso Nacional de la
AHS, octubre 2013, No. 1 – 4.

Documentos del II Congreso nacional de la AHS, octubre
2013.

López Guerra, Pavel: Round decisivo del
consumo audiovisual en Cuba: ¿Elpidio Valdés vs
Naruto
?, en Somos Jóvenes, junio 2013.

 

 

Autor:

Lic. Leandra Domínguez
Muñoz.

 

[1] Almazán, Sonia y Mariana Serra:
Cultura cubana Siglo XX, p. XXVII.

[2] Ibid: p. XXVIII

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