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1844 Hecho Simple del Dr. Clifford Goldstein (página 3)



Partes: 1, 2, 3

La clave para entender esto está en que Daniel 8
es una expansión de Daniel 7. Daniel 8 complementa o
añade otra dimensión a Daniel 7. Vimos como la
purificación del santuario en el capítulo 8
describe la gran escena del juicio del capítulo 7, donde
el pueblo de Dios fue juzgado favorablemente y se le dio el
dominio. Daniel 8, sin embargo, introduce la idea del santuario,
el sacerdocio y un ministerio celestial: ideas que no se
mencionan en Daniel 7. Ambos capítulos tratan del mismo
tema, pero desde perspectivas diferentes.

Ambos capítulos (Daniel 7:21, 25; Daniel 8:24) se
refieren también al pueblo de Dios, que es perseguido por
un sistema religioso apóstata. Daniel 7 concluye con la
extinción de ese poder apóstata cuando se le da el
dominio a "los santos del Altísimo". Un énfasis que
se encuentra en Daniel 7 y no en Daniel 8, es la idea de un reino
y dominio que se da al pueblo de Dios. Ver Daniel 7:26-27. Este
dominio es el resultado del juicio, que pone fin al poder
blasfemo y perseguidor del cuerno pequeño.

Lo que se destaca en Daniel 8 sobre el papado no es
tanto su acto de persecución como su apostasía. El
cuerno pequeño ha iniciado un sacerdocio, una
mediación y un plan de salvación falsos.
También en Daniel 8 el cuerno pequeño encuentra su
derrota: será "quebrantado, aunque no por mano humana"
(Daniel 8:25). Y aunque no se menciona en Daniel 8, el pueblo de
Dios finalmente recibirá el reino que se menciona en la
visión paralela de Daniel 7. En Daniel 8, el resultado de
la purificación del santuario es lo que por último
produce la destrucción del cuerno pequeño. En
Daniel 7 fue el juicio celestial lo que trajo el fin al cuerno
pequeño.

Obviamente, la actividad del cuerno pequeño
estaba relacionada con la purificación del santuario
porque, como sucede en el juicio en Daniel 7, el resultado de esa
purificación finalmente conducirá a la
destrucción del cuerno pequeño. Daniel 7 y 8
concluyen con la salvación y vindicación del pueblo
de Dios, al igual que con la erradicación del cuerno
pequeño. Esta destrucción es el resultado del
juicio y de la purificación del santuario. En este
sentido, por lo tanto, la actividad del cuerno pequeño se
relaciona con la purificación del santuario, aunque la
purificación involucra más que sólo la
actividad apóstata del cuerno pequeño: una
perspectiva que sólo aparece en este
capítulo.

El cuerno pequeño también aseveró
ser un poder cristiano. Por cerca de un milenio, casi todo el
cristianismo siguió al cuerno pequeño. Dios
tenía a millones que profesaban su nombre y aseveraban
seguirlo: personas cuyos nombres fueron escritos en los libros
del cielo en el santuario. Muchos, sin embargo, aunque profesaban
seguir a Jesús, no eran sus seguidores; es más, a
menudo eran sus enemigos. Sus nombres serán borrados en el
juicio, cuando el santuario sea purificado. Ver Apocalipsis 3:5.
La determinación de quién era o no era fiel, no
viene sino hasta la purificación del santuario, cuando los
registros de los pecados de los que profesan seguir a
Jesús son borrados, o sus propios nombres son borrados de
los libros. En ese sentido, el cuerno pequeño
también "contaminó" el santuario porque el registro
de los pecados de sus seguidores fueron registrados en el
mismo.

Otro aspecto posible, aunque ciertamente no primordial,
es que el cuerno pequeño echó por tierra el lugar
del santuario, no físicamente, sino al ocultar la verdad
concerniente al mismo. Algunos sugieren que un cumplimiento de la
purificación del santuario podría ser que la verdad
referente al mismo fue finalmente revelada después de
haber estado perdida por tanto tiempo. También en ese
sentido el santuario fue purificado de la actividad del cuerno
pequeño.

El punto importante es que la purificación del
santuario involucró más que la actividad del cuerno
pequeño, más que una vindicación de la
verdad. Gracias a Daniel 7, y al símbolo terrenal,
entendemos que la purificación del santuario
involucró un juicio de personas que profesan servir a Dios
(que incluyó a aquellos que eran parte del cuerno
pequeño), un juicio que finalmente separaría el
trigo de la paja, y que produciría la destrucción
de la maldad en el mundo y el establecimiento del reino de
Dios. 

Debido a que Daniel 8:14 dice literalmente: "Hasta dos
mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario
será purificado", se ha argumentado que los 2.300
días no son en verdad 2.300 días, sino 1.150
días. ¿Por qué? Porque tarde y mañana
supuestamente representan los dos sacrificios que se
ofrecían cada día. Por lo tanto, dos sacrificios
diarios serían equivalentes a 2.300 sacrificios de "tarde
y mañana" ofrecidos en el transcurso de 1.150 días
enteros. La versión en inglés Today's English lo
traduce así. Si esta interpretación fuera correcta,
entonces el santuario habría sido purificado no en 1844
d.C., sino en el 694 d.C.

¿Representan las 2.300 tardes y mañanas
sólo 1.150 días? Se han provisto numerosos
argumentos, incluso por no adventistas, que prueban que no es
así. En primer lugar, la secuencia "tarde y mañana"
en Daniel 8:14 es lo opuesto a la secuencia utilizada en la
Biblia para referirse a los dos sacrificios diarios. Las ofrendas
quemadas de la mañana y tarde es la secuencia que la
Biblia usa en forma firme y regular. Ver Éxodo 29:39;
Números 28:4. Nunca es "tarde y mañana", como se lo
encuentra en Daniel 8:14. "Tarde y mañana" no tiene nada
que ver con los sacrificios.

Más bien, la secuencia de tarde y mañana
de Daniel se encuentra en Génesis 1, que la utiliza para
referirse a un día completo. Cuando los judíos
deseaban referirse al día y la noche en forma separada,
mencionaban el número de ambos, como sucede en la frase
"cuarenta días y cuarenta noches". Ver Génesis
7:4,12. Pero incluso allí, la expresión "cuarenta
días y cuarenta noches" significó cuarenta
días completos, no veinte.

La razón por la que algunos tratan de convertir
los 2.300 días en 1.150 es para hacer que Antíoco
Epífanes, un rey seléucida que persiguió a
los judíos en el siglo II antes de nuestra era, sea el
objeto de la descripción del cuerno pequeño en
Daniel 8. Si Antíoco quien profanó el templo de
Jerusalén era el cuerno pequeño, entonces las
profecías de Daniel 8 habrían sido cumplidas
incluso antes del nacimiento de Jesús, anulando el
significado de 1844.

Pero la profanación del templo por Antíoco
Epífanes duró sólo 1.080 días.
Así que si los 2.300 días fueron sólo 1.150
días literales, todavía él estaría
fallando por 70 días, y mucho más si se trata de
2.300 días. Esta interpretación es bastante
inexacta.

Existen otras razones por las cuales Antíoco no
puede ser el cuerno pequeño. Vimos anteriormente que el
carnero de Medo-Persia se hizo "grande" (Daniel 8:4) y que el
macho cabrío griego llegó a ser "muy grande"
(versículo 8). Sin embargo, el cuerno pequeño que
los siguió, fue mayor que ambos: "Creció mucho al
sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa" (versículo
9). Antíoco, por lo tanto, debió haber sido mayor
que los Imperios Medo-Persa y Griego. Obviamente, eso no fue
así. Más bien gobernó sobre sólo una
porción del Imperio Griego, tuvo poco éxito y por
poco tiempo solamente.

El surgimiento del cuerno pequeño fue fechado en
relación con los cuatro reinos que surgieron del
desmenuzamiento del imperio de Alejandro Magno. Habría de
venir "al fin del reinado de éstos" (Daniel 8:23). Uno de
esos cuatro reinos: la dinastía seléucida, de la
cual surgió Antíoco, consistió de más
de veinte reyes que reinaron desde el 311 al 65 a. C.
Antíoco fue el octavo de éstos, reinando desde el
175 al 164 a. C. Es claro que, debido a que doce reyes le
siguieron, y sólo siete lo precedieron, él no
surgió en el "fin del reinado de éstos".

Daniel 8 habla acerca del "tiempo del fin". Vea el
versículo 17. Es obvio que la muerte de Antíoco
más de 150 años antes de Jesús no lo
califica para ser colocado dentro de esa profecía de
tiempo.

Además, el cuerno pequeño quitó el
"continuo", o sea, el ministerio diario dentro del primer
departamento. Antíoco, quien prohibió los
sacrificios del templo, quitó más que sólo
el "continuo". Les prohibió ofrecer el sacrificio anual
también. Aunque la profecía especifica que el
cuerno pequeño sólo quitaría el ministerio
dentro del primer departamento, Antíoco quitó
más que eso. En esto, tampoco Antíoco se ajusta a
la profecía.

Muchos otros argumentos indican que Antíoco no es
el cumplimiento de Daniel 8. En el tomo 1 de la serie producida
por el Comité de Daniel y Apocalipsis, el Dr. Shea tiene
un capítulo titulado "Por qué Antíoco IV no
es el cuerno pequeño de Daniel 8", que demuele la
interpretación de Antíoco. 

Finalmente, ninguna exposición sobre las
críticas contra 1844 estaría completa sin discutir
Hebreos. Los oponentes aseguran que Hebreos coloca a Cristo
directamente en el segundo departamento del santuario: el Lugar
Santísimo, después de su ascensión. Usando
la New International Versión en inglés y
también la Reina-Valera en español, con
versículos tales como Hebreos 9:12 ("Y no por sangre de
machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo"),
aseveran que Cristo ha estado en el segundo departamento desde el
año 31 d. C., anulando la creencia de que entró en
el segundo departamento en 1844. ¿Es válido este
argumento?

Hebreos es un estudio de la superioridad de Jesucristo
en comparación con cualquier sistema anterior al suyo.
Enseña que Jesús inició una era nueva y
mejor, y un orden religioso nuevo y mejor.

En efecto, Hebreos es un estudio de los contrastes entre
lo antiguo y lo nuevo, entre una era y otra. Hebreos contrasta el
Antiguo Pacto con el Nuevo. Vea Hebreos 7:22; 8:6-8; 12:24.
Contrasta el sacerdocio terrenal levítico con el
sacerdocio nuevo y mejor de Jesús. Ver Hebreos 8:4-5;
7:11-15. Contrasta la sangre de animales del antiguo sistema con
la mejor sangre de Jesús. Ver Hebreos 9:13-14. Contrasta
la antigua mediación terrenal con la mediación
celestial nueva y mejor de Cristo. Ver Hebreos 8:1. Contrasta el
antiguo santuario terrenal con el nuevo y mejor santuario en el
cielo: "Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los
bienes venideros, por el más amplio y más perfecto
tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación, y no por sangre de machos cabríos ni de
becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para
siempre en el Lugar Santísimo [santuario, según la
Biblia de Jerusalén, la de Bover-Cantera,
Nácar-Colunga y la Reina-Valera antigua], habiendo
obtenido eterna redención" (Hebreos 9:11-12).

La frase en griego que se traduce "Lugar
Santísimo" es ta hagia, que literalmente significa "lo
santo". Este libro no trata acerca de en cuál apartamento
entró Jesús en el santuario celestial. Lo
importante es que él está intercediendo allí
por nosotros, un mejor mediador de un mejor pacto con mejor
sangre, efectuando un mejor ministerio, en un mejor santuario
[Para los que desean hacer un estudio mas detallado sobre el
termino "ta hagia" en la epístola a los Hebreos,
véase el articulo "Lugar Santísimo"].

La única vez que Hebreos habla del segundo
departamento solo es en Hebreos 9:3. Al describir el sistema
terrenal dice: "Tras el segundo velo estaba la parte del
tabernáculo llamada el Lugar Santísimo".
Aquí, sin lugar a dudas, el autor está hablando
acerca del segundo departamento solamente y utiliza las palabras
en plural hagia hagion.

En ningún otro lugar en Hebreos se utiliza esta
frase específica al describir dónde está
Cristo en el cielo. Se utilizan diferentes palabras en plural,
pero nunca hagia hagion, la fórmula que hace referencia al
segundo departamento exclusivamente. Si entró en el hagia
hagion, ¿por qué el libro de Hebreos no lo dice, ni
una vez?

Si el escritor de Hebreos quería especificar que
Cristo estaba en el segundo departamento, ¿por qué
no usó hagia hagion, por ejemplo, en Hebreos 9:8, que
dice: "Dando el Espíritu Santo a entender con esto que
aún no se había manifestado el camino al Lugar
Santísimo, entre tanto que la primera parte del
tabernáculo estuviese en pie"? (Note el contraste entre lo
terrenal y lo celestial.) La Reina-Valera erróneamente
traduce como Lugar Santísimo la frase griega ton hagion,
la que se refiere, según Hebreos 8:2, al santuario
celestial entero: "Ministro del santuario [ton hagion], y de
aquel verdadero tabernáculo que levantó el
Señor, y no el hombre". Aquí no se utilizó
hagia hagion, y en ningún otro lugar, al discutir el lugar
donde se encuentra Jesús en el santuario
celestial.

El único versículo que pareciera
contradecir este punto es Hebreos 9:25 que dice: "Y no para
ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar
Santísimo cada año con sangre ajena". Aquí
la palabra para "Lugar Santísimo" no es hagia hagion, sino
otra palabra plural, ta hagia, aunque el texto parece referirse
al segundo departamento porque menciona un acto anual.
Aparentemente se alude al Día de la
Expiación.

¿Acaso este versículo entonces contradice
mi tesis concerniente al uso de hagia hagion? ¡No! El sumo
sacerdote aplicaba sangre en ambos departamentos en el Día
de la Expiación, por lo cual Hebreos no utiliza hagia
hagion, una frase que se refiere al segundo departamento
exclusivamente. En vez de aquella, el escritor utiliza una
palabra que se traduce "santuario", porque una vez al año
el sumo sacerdote entraba en ambos departamentos, todo el
santuario, donde ministraba con sangre. Ver Éxodo
30:10.

Si Hebreos quisiera especificar que Jesús estaba
en el segundo departamento, en algún momento lo
habría colocado en el hagia hagion. No lo hace, ni una
sola vez.

Decir que Hebreos coloca a Cristo en el segundo
departamento es como decir que la frase de Juan en Apocalipsis:
"Yo estaba en el Espíritu en el día del
Señor" (Apocalipsis 1:10), prueba que Jesús
cambió la observancia del sábado al domingo. Eso
sería añadirle al texto algo que no
contiene.

Más bien, el tema en Hebreos no es a cuál
apartamento Jesús entró, sino que él
está allí intercediendo por nosotros con su sangre
derramada en nuestro favor.

Capítulo Nueve

En la culminación del debate acerca del
santuario, el principio de día por año fue atacado.
Algunos dijeron que no era válido, o que al menos no era
"explícito". Otros desafiaron nuestra explicación
del principio día por año en Daniel 7, 8 y
9.

Este asunto es crucial. Si el principio no es
válido, o al menos no debe aplicarse en Daniel 7, 8 y 9,
nuestro mensaje se derrumba.

¿Es el principio de día por año
legítimo, y si es así, por qué debemos
aplicarlo a esos tres capítulos de Daniel?

En primer lugar, el principio de día por
año no fue originado por los milleritas ni por los
adventistas del séptimo día.

Los judíos y los cristianos lo han estado
aplicando durante siglos, a menudo a los mismos textos a los que
los adventistas lo aplican hoy. Clemente de Alejandría
(siglos II y III d. C.), un padre de la iglesia, aplicó el
principio de día por año a las 70 semanas de Daniel
9, tal como lo han hecho la mayoría de los eruditos
durante las edades, judíos y gentiles. Uno de los
más grandes estudiosos hebreos, Rashi (1040-1105 d. C.),
tradujo Daniel 8:14 como: "Y él me dijo, hasta dos mil y
trescientos años". Este principio ha sido reconocido y
aceptado en todo el mundo durante siglos. No es una
innovación adventista.

¿Pero cuál es la evidencia bíblica?
Todos estamos familiarizados con Números 14:34: "Conforme
al número de los días, de los cuarenta días
en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras
iniquidades cuarenta años, un año por cada
día". Ezequiel 4:4-6 dice: "El número de los
días que duermas sobre él, llevarás sobre ti
la maldad de ellos. Yo te he dado los años de su maldad
por el número de los días,… día por
año, día por año te lo he dado". Aunque
estos versículos sugieren el principio de día por
año, ¿qué otra evidencia existe?

El Antiguo Testamento ha reconocido a menudo una
relación entre días y años, y en algunos
casos, aunque la palabra año es la que el texto requiere,
la palabra hebrea literal ha sido días. La fiesta de la
pascua, por ejemplo, se celebraba una vez al año. Ver
Éxodo 13:10. El texto se traduce: "Por tanto, tú
guardarás este rito en su tiempo de año en
año". Sin embargo, en el hebreo dice literalmente "de
días a días", aunque significaba de año a
año.

En 1 Samuel 20:6 se lee: "Si tu padre hiciere
mención de mí, dirás: Me rogó mucho
que lo dejase ir corriendo a Belén su ciudad, porque todos
los de su familia celebran allá el sacrificio anual". La
frase "sacrificio anual" se traduce de palabras que literalmente
significan "sacrificio de los días". Tal como en
Éxodo, se utilizaba la palabra días aunque se
refería a un año o evento anual.

En 1 Samuel 27:7 se lee: "Fue el número de los
días que David habitó en la tierra de los
filisteos, un año y cuatro meses". En el hebreo original
dice: "días y cuatro meses" en vez de "año y cuatro
meses".

Hay una palabra común hebrea para año,
shanah, pero en estos versículos se utiliza la palabra que
significa "días", mostrando así una conexión
entre año y día en la Biblia.

Se pueden encontrar otros ejemplos de este tipo. Vea 1
Samuel 2:19; 1 Reyes 1:1. Sin embargo, incluso si éstos y
otros versículos ayudan a comprobar el concepto del
día-año, ¿podemos estar seguros de que debe
aplicarse a las profecías de tiempo de Daniel 7, 8 y
9?

Daniel 9 declaró que "desde la salida de la orden
para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías" habría 69 semanas. Incluso si alguien
argumentara a favor de una fecha con una diferencia de 50
años en relación con el 457 a. C. para el mandato
de reconstruir a Jerusalén, todavía quedan 400
años entre esa fecha y la venida de Jesús, "el
Mesías Príncipe". Si las 69 semanas son literales,
entonces desde la orden para restaurar y reconstruir a
Jerusalén (siglo V a. C.) hasta el Mesías (siglo I
d. C.) habrían sido 69 semanas, o sea, un año,
cuatro meses y una semana. ¡Esto es ridículo! El
principio de día por año debe aplicarse
aquí; si no se hace, la profecía no tiene
sentido.

Quizá la mayor prueba de la validez del principio
de día por año y de su aplicación en Daniel
9 es que funciona. ¿Será una coincidencia el que si
se aplica el principio a las 69 semanas, se obtiene un
período de tiempo que se ajusta a los dos eventos
mencionados en el versículo? Si usted no usa el principio,
la profecía no tiene sentido; si usted sí lo usa,
la profecía funciona perfectamente. Ese punto por
sí solo irrefutablemente comprueba la validez del
principio de día por año.

Obviamente, el principio de día por año se
aplica a la profecía de las 70 semanas, la que fue
"cortada" de la profecía de los 2.300 días.
Así que ambas son parte de la misma profecía. Si el
principio de día por año funciona para una parte de
la profecía total, ¿entonces no sería
lógico que funcionara en la otra parte también? No
sólo es lógico, sino absolutamente necesario.
Aplicar el principio de día por año a las 70
semanas nos da 490 años, ó 176.400 días.
¿Cómo podría usted cortar 176.400
días de 2.300? Usted no puede. La única forma en
que podrían ser cortados es si aplicara el principio de
día por año a los 2.300 días también.
De otra manera, sería como tratar de substraer dos
kilómetros de un metro. Por lo tanto, el principio de
día por año debe funcionar en los 2.300
días.

Existe más evidencia a favor del principio de
día por año en los 2.300 días. La pregunta
que produjo la respuesta acerca de los 2.300 días
está en Daniel 8:13, y dice literalmente, "¿Hasta
cuándo durará la visión del continuo
sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el
santuario y el ejército para ser pisoteados?" Deben
notarse algunos puntos de importancia: Se utilizan las palabras
"hasta cuándo". El énfasis se coloca en el momento
final. ¿"Hasta cuándo" sucederán estos
eventos? Note la palabra que se traduce visión: hazon, la
cual vimos que trata de la visión total, el cordero, el
macho cabrío, etc.

¿Qué significa todo esto? La pregunta
concierne al momento final ("hasta cuándo") de todo lo
mencionado: el hazon o visión (que incluye al cordero y el
macho cabrío), el continuo y la transgresión
desoladora, todo está incluido. No se inquiere sólo
acerca de la visión concerniente al "continuo" y la
actividad del cuerno pequeño, sino acerca de todo lo que
está en la visión, incluyendo la parte de la
visión sobre el cordero y el macho cabrío.
¿"Hasta cuándo" sucederán todas estas cosas
simbolizadas por el cordero, el macho cabrío y el cuerno
pequeño? La respuesta es literalmente: "Hasta 2.300 tardes
y mañanas".

Por lo tanto, los 2.300 días cubren todos los
eventos mencionados en la pregunta: el cordero, el macho
cabrío y el cuerno pequeño. El período de
tiempo incluye los reinos de Medo-Persia, Grecia, lo mismo que a
la Roma pagana y papal. Todos estos detalles entran dentro del
período de tiempo al que se refiere la pregunta "Hasta
cuándo", y deben cumplirse dentro del período de
los 2.300 días.

Tomados literalmente, 2.300 días son seis
años, tres meses y veinte días. ¿Cómo
es que esta profecía podía ser literal y cubrir
todos estos eventos? No podía. Medo-Persia por sí
sola duró desde el 539 al 331 a. C. Esa nación,
como también Grecia y Roma, cubre mucho tiempo para
encajar dentro de sólo poco más de seis
años. Por lo tanto, se debe estar utilizando el principio
de día por año, que incluye más de dos
milenios, lo suficiente para incluir todos los eventos. Sin el
principio de día por año, la profecía no
tiene sentido.

Además, aunque la profecía comienza con
naciones que existieron hace miles de años, a Daniel se le
dijo que la visión era para el "tiempo del fin".
Obviamente, cualquier período de tiempo mencionado
debía cubrir mucho más que seis años para
traer la profecía, desde miles de años en el
pasado, hasta el "tiempo del fin". Sin el principio de día
por año, la profecía no podría extenderse
tanto. Aquí también, el principio de día por
año resuelve el problema.

En Daniel 7 se menciona este terrible cuerno
pequeño. En un grado mucho mayor, se dan más
detalles acerca del cuerno que acerca de todas las otras bestias,
las que incluían los poderosos Imperios Babilónico,
Medopersa, Griego y Romano: naciones que duraron cientos de
años cada una. Sin embargo, el énfasis está
sobre el pequeño cuerno, que es tan terrible que Dios
mismo ha de ponerle fin por medio del juicio. ¿Cómo
es posible que este cuerno pequeño, peor que cualquiera de
las otras bestias que durarían cientos y cientos de
años, vaya a durar solamente tres años y medio?
Tres años y medio literales no concuerdan con la magnitud
de los grandes eventos descritos en las porciones previas de la
profecía. Además, vimos que la cuarta bestia era la
Roma pagana, la que dejó de existir hace más de
1.500 años. El próximo poder, el cuerno
pequeño, tenía que extenderse hasta el tiempo del
fin, cuando el juicio ocurra y Dios establezca su reino. Es obvio
que tres años y medio no se extienden desde los
días finales de la Roma pagana hasta llegar al tiempo del
fin. De esta forma, el tiempo literal no concuerda con los
eventos que se describen en la profecía, aunque,
nuevamente, el principio de día por año resuelve el
problema.

Note también, las palabras exactas para la
profecía de tiempo de Daniel 7:25. "Hasta tiempo, y
tiempos, y medio tiempo". Qué forma extraña de
decir tres años y medio. Es como si alguien me preguntara
mi edad y yo dijera que tengo "veinte años, dos
años, y diez años". Quizá yo querría
decir otra cosa. De hecho, Daniel 4:25 dice que Nabucodonosor
estaría enfermo, viviendo como un animal, hasta que "siete
tiempos pasaran" sobre él. ¿Por qué no dijo
hasta que "un tiempo, y tiempos, y tiempos, y un tiempo, y la
mitad de un tiempo y la mitad de un tiempo"? El principio de
día por año no puede aplicarse en este
versículo, de otra manera el rey tendría que tener
casi cuatro mil años de edad. Obviamente, Daniel se
refería a un tiempo literal en cuanto a la
extensión de la enfermedad del rey, por lo que
probablemente dio un número normal.

Quizá Daniel utilizó la frase: "Hasta
tiempo, y tiempos, y medio tiempo", en el capítulo 7,
porque no se refería a tres años y medio literales.
Se trataba de tiempo profético. En Daniel 7 tenemos
símbolos a lo largo de todo el capítulo: un
león, un oso, un leopardo con alas, cuernos que hablan:
todos simbolizando cosas diferentes. ¿Acaso no es
lógico que la secuencia de tiempo dada en esa
profecía también fuera simbólica de algo
más, especialmente cuando se da en una manera tan
extraña? Desde luego.

Incluso con los 2.300 días, se encuentran los
mismos detalles. Daniel 8 también es una visión con
imágenes simbólicas. No se trata de una
profecía acerca de animales, como tampoco lo era Daniel 7.
Es totalmente profética. ¿No habría de
esperarse también que una secuencia temporal en esos
capítulos también fuese simbólica, en vez de
literal?

Además, "tarde y mañana" no es la forma
común de describir días. Las palabras
típicas para días en la Biblia son yamin (en
plural) y yom, las que ocurren más de mil veces en la
Biblia. ¿No sería más sencillo el haber
dicho: "Hasta seis años, tres meses, y veinte días;
entonces el santuario será purificado", en vez de 2.300
días? Daniel 8:14 no exhibe una forma típica de
referirse al tiempo. En 2 Samuel 5:5, por ejemplo, se dice que el
rey "reinó sobre Judá siete años y seis
meses", no 2.700 días.

Incluso las 70 semanas de Daniel no son una forma
común de expresar el tiempo. ¿Por qué no
fueron dadas como un año y cuatro meses y
medio?

La razón de todo esto podría ser
sencillamente que el Señor no se refería a tiempo
literal, y utilizó estos números y unidades
"simbólicos" para mostrarle al lector que se trataba de
tiempo profético, y no de tiempo literal.

Es claro que existe mucha evidencia a favor del
principio de día por año en Daniel 7, 8 y 9. Sin la
aplicación de este principio estos capítulos no
tienen sentido.

Capítulo Diez 

Es obvio que la doctrina del juicio investigador que
comenzó en 1844 permanece tan firme como la misma Palabra
de Dios. Pero, ¿cuál es la importancia del juicio?
¿Y qué significa para nuestras vidas hoy en
día?

Para comprender el juicio, debemos comprender la
universalidad del gran conflicto y el hecho de que el pecado no
es un asunto que se limita a la tierra. "¡Cómo
caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!"
(Isaías 14:12). El pecado comenzó en el cielo, con
Lucifer. Afecta a todos los miembros de la creación,
quienes tienen preguntas concernientes al pecado, la ley y el
carácter de Dios, preguntas que por miles de años
se han discutido en la tierra. "¡Ay de los moradores de la
tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con
gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo" (Apocalipsis
12:12).

Jesús ganó la victoria decisiva en la
cruz. Allí se pagó plenamente la penalidad por la
transgresión, y aquellos que reclaman en su favor los
méritos de la sangre de Cristo han sido
redimidos.

Pero, ¿qué diremos en cuanto al universo
que observa lo que pasa? ¿Se contestaron en la cruz todas
sus preguntas en cuanto al pecado, el gran conflicto y la ley de
Dios?

Aparentemente no, porque Pablo escribió que la
intención divina era "que la multiforme sabiduría
de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los
principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro
Señor" (Efesios 3:10-11).

Este texto, escrito años después de la
muerte de Jesús, muestra que no todo lo que "los
principados y potestades en los lugares celestiales" necesitaban
conocer en cuanto a la "multiforme sabiduría de Dios" les
había sido revelado en el Calvario. En cambio, Dios iba a
revelar más de esa sabiduría "por medio de la
iglesia".

Notemos también que este plan de revelar la
sabiduría de Dios al universo mediante su iglesia estaba
en armonía con el "propósito eterno que es en
Cristo Jesús nuestro Señor". A menudo pensamos que
la muerte de Cristo había sido planeada desde el comienzo,
¡y en efecto así fue! Pero este versículo
enseña que el plan divino de revelar su sabiduría
al universo mediante su iglesia también es parte del
"propósito eterno" de Dios.

Con todo, ¿de qué modo nosotros hemos de
ser usados en la revelación de esta
sabiduría?

"Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10).

Nosotros no solamente fuimos creados para buenas obras,
sino que estas obras fueron preparadas "de antemano", así
como se ideó desde el principio el plan de que la iglesia
mostrase la sabiduría de Dios. ¿Existe alguna
relación entre nuestras buenas obras y la sabiduría
de Dios que es revelada a un universo que observa lo que
pasa?

¡Ciertamente! "En esto es glorificado mi Padre
dijo Jesús, en que llevéis mucho fruto" (Juan
15:8). "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres
dijo también el Señor, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos" (Mateo 5:16).

El libro de Job muestra que Dios fue glorificado ante
"los principados y potestades en los lugares celestiales"
mediante el carácter y las buenas obras de Job, cuya
fidelidad bajo la adversidad probó ante la mirada de los
"hijos de Dios", los seres celestiales mencionados en el primer
capítulo, que las acusaciones de Satanás eran
erróneas. No es de sorprenderse que Pablo escriba que
somos un espectáculo a los hombres y a los ángeles
(ver 1 Corintios 4:9).

La idea de que Dios es glorificado en su pueblo
representa un concepto crucial, y se encuentra en otras partes de
la Biblia. "Que a los afligidos de Sión se les dé
gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto,
manto de alegría en lugar del espíritu angustiado;
y serán llamados árboles de justicia,
plantío de Jehová, para gloria suya" (Isaías
61:3). "Tu pueblo, todos ellos serán justos,… para
glorificarme" (Isaías 60:21).

En Génesis 3:15, donde aparece la primera promesa
evangélica, Dios le dice al diablo: "Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le
herirás en el calcañar".

Sabemos que en el Calvario Jesús hirió
mortalmente la cabeza de la serpiente. Sin embargo, en Romanos 16
el apóstol Pablo escribe a los creyentes
advirtiéndoles contra los falsos maestros. En el
versículo 19 dice que quisiera que los cristianos fuesen
"sabios para el bien, e ingenuos para el mal". Luego, en el
versículo siguiente, dice que "el Dios de paz
aplastará en breve a Satanás bajo vuestros
pies".

¡Bajo nuestros pies! ¿Dios aplastará
a Satanás bajo los pies de los creyentes? Obviamente Pablo
se está refiriendo a Génesis 3:15, donde se le
informa a Satanás de su futura desaparición. Sin
embargo, Pablo implica que los creyentes tendrán una parte
en esa destrucción. ¡Aquí hay un texto
escrito miles de años antes de la cruz que muestra que el
pueblo de Dios tendrá participación en la derrota
del diablo!

¿Cómo podemos herir a Satanás?
¿Podemos literalmente aplastarlo bajo nuestros pies?
Difícilmente. En cambio, a través del poder de
Cristo que mora en nosotros, podemos permitir que Jesús
nos transforme a su imagen, permitiéndole que nos
dé la victoria sobre todos nuestros pecados, permitiendo
que nos haga "sabios para el bien" e "ingenuos para el mal", y
así, mediante los caracteres que formamos, tributamos
gloria a Dios. Mostramos que las acusaciones del diablo contra la
ley de Dios son erróneas. ¡La ley de Dios puede
guardarse; y él nos usará para ayudar a
demostrarlo!

¿Qué otra evidencia prueba que no todo lo
que las huestes celestiales necesitaban conocer en cuanto al plan
de salvación se manifestó en la cruz? ¿Y
qué otra cosa usará Dios para contestar esas
preguntas?

Imaginémonos el santuario en el desierto. El
altar del holocausto o de sacrificios simbolizaba la cruz. La
fuente de bronce representaba la purificación. El Lugar
Santo simbolizaba la reconciliación y el perdón, y
en él estaban el candelero de oro (un símbolo del
Espíritu Santo), la mesa de los panes de la
proposición (un símbolo de Jesús), y el
altar del incienso (símbolo de la justicia de Cristo que
asciende con nuestras oraciones).

El Lugar Santísimo era donde ocurría el
juicio. El arca contenía los Diez Mandamientos, que
expresaban la ley de Dios, y el propiciatorio de oro que
cubría el arca simbolizaba la misericordia de Dios al
tratar a aquellos que quebrantan esa ley. Por encima del
propiciatorio estaban los dos ángeles que miraban hacia
abajo, símbolo del interés de las huestes
celestiales en el plan de redención.

Aquí los judíos tenían una
representación pictórica de todo el plan de
salvación: expiación, perdón,
justificación, confesión, santificación,
juicio, ¡todo estaba allí!

Ahora bien, si todo lo que la hueste celestial
necesitaba conocer en cuanto al plan de salvación fue
revelado en la cruz, entonces, cuando el Señor hizo el
modelo del santuario (un símbolo de ese plan), ¿por
qué no colocó esos dos querubines que simbolizaban
el interés de la hueste celestial en la salvación
sobre el altar del sacrificio, contemplando aquello que
simbolizaba la cruz? En cambio, Dios los colocó en el
Lugar Santísimo, ¡contemplando el juicio!

¡Para simbolizar el interés del cielo, Dios
no eligió la cruz sino el lugar donde ocurre el juicio
investigador!

Esta posición no desmerece en absoluto lo que
Jesús cumplió en la cruz. En cambio, simplemente
muestra que en lo que se refiere a todos los habitantes del
universo y cada uno está involucrado en el gran conflicto
no todo fue contestado en el Calvario. En cambio, el juicio
sí les da respuestas, razón por la cual el
Señor colocó a los ángeles en el Lugar
Santísimo, contemplando el juicio, y no en el altar de
holocaustos, observando el Calvario (había ángeles
bordados en las cortinas del Lugar Santo, pero esa
representación no es tan vigorosa como la de los dos
ángeles de oro). Aparentemente, el juicio también
está involucrado en la contestación de las
preguntas del universo.

Notemos Romanos 3:4, que declara que Dios mismo
está siendo juzgado. "Sea Dios veraz, y todo hombre
mentiroso; como está escrito: para que seas justificado en
tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado".

La Biblia de Jerusalén reza: "Dios tiene que ser
veraz y todo hombre mentiroso, como dice la Escritura: para que
seas justificado en tus palabras y triunfes al ser
juzgado".

En la Versión de Torres Amat, leemos este pasaje
de la siguiente manera: "Siendo Dios, como es, veraz, y mentiroso
todo hombre, según aquello que David dijo a Dios: a fin de
que tú seas reconocido fiel en tus palabras y salgas
vencedor en los juicios que de ti se hacen".

Y la versión de Nácar-Colunga rinde
así este pasaje: "Hay que confesar que Dios es veraz y
todo hombre falaz, según está escrito: Para que
seas reconocido justo en tus palabras, y triunfes cuando fueres
juzgado".

Este versículo, tal como aparece en diferentes
versiones, comunica la idea de que Dios mismo es sometido a
juicio, que él será juzgado y que el resultado de
ese juicio vindica a Dios. "Y triunfes cuando fueres
juzgado".

La Versión King James en inglés dice:
"Para que puedas ser justificado en tus dichos, y puedas vencer
cuando tú eres juzgado".

El versículo que se cita en este pasaje
está tomado del Salmo 51: "Ten piedad de mí, oh
Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones. Lávame más y
más de mi maldad, y límpiame de mi pecado… para
que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu
juicio" (versículos 1-4).

David le está pidiendo a Dios que lo limpie de
pecado, que lo lave de iniquidad, y que borre sus rebeliones.
¿Por qué? "Para que seas [Dios] reconocido justo en
tu palabra, y tenido por puro en tu juicio". En otras palabras,
Dios será "reconocido justo" y "puro" según la
manera como trata el pecado de su pueblo.

Otras versiones transmiten una idea semejante: "De
suerte que quedes justificado cuando sentencies y aparezcas sin
tacha cuando juzgues" (Salmo 50:6, Versión de
Bover-Cantera). Aquí se transmite brillantemente la idea
de que Dios será juzgado por la manera cómo juzga a
su pueblo. En realidad, el Salmo 51 no sólo habla de la
limpieza del pecado, sino de que el pecado sea borrado
también. ¿Cuándo es borrado el pecado? En el
juicio, en el Lugar Santísimo del santuario, donde los dos
ángeles, simbolizando el interés del cielo,
están sobre el propiciatorio. Obviamente, Dios
ganará su caso, prevalecerá o "será
reconocido justo" en el juicio, cuando borre nuestros pecados.
"Jehová de los ejércitos será exaltado en
juicio" (Isaías 5:16).

¿Ante quiénes será "exaltado", o
"vindicado" o "reconocido justo"?

En Daniel 7 vimos una descripción del juicio
investigador, que fue dado "a los santos" (versículo 22).
¿Y quiénes comparecieron ante Dios cuando
comenzó la sesión? "Millares de millares le
servían, y millones de millones asistían delante de
él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos"
(versículo 10). Literalmente, millones de seres
celestiales simbolizados por los dos querubines en el Lugar
Santísimo presencian el juicio del pueblo de Dios. Debido
a que todos los habitantes del universo están involucrados
e interesados en el gran conflicto y en el plan de
salvación, Dios cita este juicio divino ante ellos. Su
universo no funciona como un Estado fascista, en el que se
arresta, juzga y sentencia al pueblo en secreto. En cambio, Dios
hace frente a las preguntas sobre el pecado y la rebelión
en una manera completamente abierta, ante todo el cielo, quienes
verán cómo sus preguntas en cuanto al
carácter de Dios son contestadas. Dios mismo será
considerado "justo cuando él juzgue".

¿Cuál es el mensaje del primer
ángel? "Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su
juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:7). ¿Significa esto que
Dios comienza a juzgar, o este versículo se refiere al
comienzo del proceso por el cual Dios mismo es juzgado: "La hora
de su juicio"? ¡Puede significar ambas cosas! ¡Se
está juzgando su manera de juzgar!

Apocalipsis 14:7 anuncia el mensaje de que la hora del
juicio de Dios "ha llegado". El juicio comienza en el
capítulo 14. Dos capítulos más adelante, en
el tiempo de las plagas (que significa que el tiempo de prueba ya
ha terminado, algo que no había ocurrido en Apocalipsis
14) los seres celestiales exclaman: "Ciertamente, Señor
Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos"
(Apocalipsis 16:7).

¿Cómo saben que sus juicios son verdaderos
y justos? Porque fueron testigos en la escena del juicio. Es por
esto que declaran: "Justo eres tú, oh Señor, el que
eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas"
(Apocalipsis 16:5).

¡Dios es justo "porque" ha "juzgado estas
cosas"!

Con toda claridad la Biblia enseña que no todo lo
que el universo necesitaba saber en cuanto a la "multiforme
sabiduría de Dios" se aprendió en el Calvario. Dios
les iba a dar más. Y dos cosas que él usará
para contestar estas preguntas serán el desarrollo del
carácter de su pueblo y el juicio en el cielo.

Cuando estos dos puntos se establecen claramente,
estamos listos para comprender el juicio investigador.

Capítulo Once

Si usted estudia el culto en el santuario terrenal, hay
algo que se destaca claramente: el orden. Cada detalle, desde la
forma de los muebles hasta cada parte de los sacrificios recibe
atención. Dios es un Dios de orden; él maneja el
universo de una manera ordenada. Y tal como el santuario terrenal
lo muestra, él también enfrenta el problema del
pecado y la rebelión de una manera ordenada. Dios
podría haber borrado el pecado y a Satanás
instantáneamente. En vez de eso, Dios solucionará
el gran conflicto en una forma ordenada y amplia, ante todos los
"principados y potestades en los lugares celestiales".

En el culto del santuario terrenal, después que
una persona pecaba, traía un animal sin defecto al
santuario. Entonces colocaba su mano sobre la cabeza del animal y
lo mataba ante el Señor (Levítico 4:4). La
colocación de las manos simbolizaba el paso del pecado del
pecador culpable al animal inocente. Después que el animal
moría, los sacerdotes en una de muchas maneras llevaban la
sangre y la manipulaban en el patio o el santuario en sí.
Esta manipulación involucraba la transferencia del pecado
(en la forma de sangre) al área del santuario. Esta es la
idea que se da en Levítico 10:17-18 cuando el Señor
dice al sacerdote: "¿Por qué no comisteis la
expiación en lugar santo? Pues es muy santa, y la dio
él a vosotros para llevar la iniquidad de la
congregación, para que sean reconciliados delante de
Jehová. Ved que la sangre no fue llevada dentro del
santuario".

Un pecador viene al santuario con su sacrificio.
Confiesa su pecado sobre el animal. Sus pecados se transfieren al
animal, el que muere en lugar del pecador. El sacerdote entonces
toma la sangre que "lleva" el pecado y el sacerdote "lleva la
iniquidad" hasta que trae la sangre "con pecado" al interior del
santuario, donde los pecados permanecen. Esta secuencia pecado
del pecador al, animal, al sacerdote, al santuario sucedía
diariamente (¿recuerda el sacrificio diario?).

Durante el año, desde luego, se transfería
una gran cantidad de pecado al santuario. En el Día de la
Expiación, el gran día de juicio, el santuario
debía ser limpiado de ese pecado. Debían sacarse
todos los pecados que habían entrado en
él.

"Así purificará el santuario, a causa de
las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de
todos sus pecados" (Levítico 16:16).

El santuario necesitaba la expiación, no porque
hubiese pecado, sino porque todos los pecados de Israel
habían sido colocados en él. Y de la misma forma en
que la expiación para una persona involucraba la
transferencia del pecado de aquel individuo a otro ser, la
expiación en favor del santuario involucra la
transferencia del pecado del santuario a otra entidad.

En el Día de la Expiación se traía
nuevamente la sangre hacia el santuario, donde se asperjaba en el
segundo apartamento. Sin embargo, no se menciona la
colocación de las manos sobre el animal cuya sangre se
utilizaba. En otras palabras, no se había confesado pecado
alguno sobre los animales en esta parte del servicio. Esta era
sangre "limpia", la que se traía primero, sin pecados
confesados sobre ella. Esta sangre "limpia" entonces
"adquiría" todos los pecados (tal como recogía el
pecado del pecador individual) y los quitaba del santuario. El
sacerdote entonces salía del santuario luego que lo
había purificado de "las iniquidades de los hijos de
Israel" (por medio de la sangre), que ahora "llevaba" todos los
pecados traídos al santuario durante el año.
Según el texto, ahora "pondrá… sus dos manos
sangrientas por causa del asperjamiento sobre la cabeza del macho
cabrío vivo, y confesará sobre él todas las
iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos
sus pecados, poniéndolos así sobre la cabe del
macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de
un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío
llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a
tierra inhabitada" (Levítico 16:21-22).

En el servicio anual, todos los pecados traídos
al santuario (por medio del culto diario) eran sacados por el
sacerdote, quien los confesaba sobre el chivo emisario el que
debía llevar todas esas iniquidades acumuladas durante el
año. El chivo emisario simboliza a Satanás quien
finalmente llevará todos los pecados que hizo cometer a
los hijos de Dios. (En la tradición judía, este
chivo emisario simboliza a Azazel, el líder de los
ángeles rebeldes).

Imaginemos que el pecado es algo así como un
desecho radiactivo: la sangre es la vasija, y el santuario es un
almacén temporario. El desecho va desde el pecador hacia
el animal y luego (por medio de la sangre) hasta el sacerdote,
quien lo guarda en el santuario. Entonces, en un día
especial (nuevamente por medio de la sangre) se desechan en una
"tierra inhabitada", o en un lugar donde no puedan hacer
daño.

Este culto en el santuario terrenal involucraba la
transferencia del pecado, del pecador al verdadero responsable
del pecado: el diablo. Todo esto se hacía de una manera
ordenada y franca.

El servicio terrenal simbolizaba el verdadero culto en
el cielo. El santuario terrenal era una copia y una "sombra de
las cosas celestiales" (Hebreos 8:5). El animal inmolado
simbolizaba a Jesús, "el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo" (Juan 1:29).

¿Adonde es que él lleva nuestros pecados?
Como sabemos, Jesús "llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo" (1 Pedro 2:24). Después fue al cielo
donde funciona como nuestro sumo sacerdote. Y de la misma forma
en que la intercesión del sacerdote terrenal en favor de
Israel involucraba el quitar los pecados del pueblo y colocarlos
en el santuario, la intercesión de Jesús a nuestro
favor en el cielo hace lo mismo. "Tenemos tal sumo sacerdote, el
cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero
tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre" (Hebreos 8:1-2).

Cuando confesamos nuestros pecados, se nos perdonan y se
nos quitan, a la vez que se nos considera perdonados en el
santuario celestial, de la misma forma en que fueron colocados
simbólicamente en el santuario terrenal, donde
también fueron perdonados. Y al igual que en el caso del
santuario terrenal, el celestial también será
purificado de esos pecados, los que algún día
caerán sobre aquel responsable de ellos: Satanás,
simbolizado por el chivo emisario "Hasta dos mil trescientas
tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado" (Daniel 8:14). "Fue pues, necesario que las figuras
de las cosas celestiales [santuario terrenal] fuesen purificadas
así [por medio de los sacrificios de animales]; pero las
cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios [Jesús]
que éstos" (Hebreos 9:23).

Hebreos 9:28, hablando acerca de Jesús, dice:
"Aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan".

¿Sin pecado? ¿Pecó Jesús
alguna vez? ¡Desde luego que no! Pero él "se hizo
pecado por nosotros" como el Cordero de Dios, y lleva nuestros
pecados ahora como sumo sacerdote. Sin embargo, de la misma forma
en que el santuario terrenal fue purificado de todo pecado,
así también el santuario celestial será
purificado. El pecado será echado fuera. Cristo
terminará su mediación en el cielo. Se
escuchará el clamor: "El que es injusto, sea injusto
todavía;… y el que es justo, practique la justicia
todavía" (Apocalipsis 22:11). Jesús
regresará "sin pecado", y se colocarán sobre el
diablo todos los pecados que ha cometido el verdadero Israel de
Dios desde Adán.

¿Por qué es que Dios utiliza este sistema
complicado cuando podría haber erradicado el pecado y al
diablo instantáneamente? Porque Dios quería mostrar
a todo el universo su justicia y su misericordia en su trato con
el pecado y la rebelión. Cristo murió, y ahora
sirve como sumo sacerdote en el santuario celestial, para
erradicar el pecado, salvar a la humanidad, y castigar al diablo
de una manera ordenada que no deje dudas en las mentes del
universo espectador. Este podrá ver la misericordia de
Dios en la forma en que perdona nuestros pecados y su justicia en
el hecho de que finalmente los coloca sobre el instigador de toda
maldad.

¿Qué tiene que ver con nosotros esta
purificación del santuario?

Tiene mucho que ver, porque en el Día de la
Expiación el santuario no era lo único que era
purificado. "En este día se hará expiación
por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados
delante de Jehová" (Levítico 16:30). Las personas
también eran purificadas. Como el santuario, las personas
son limpiadas de "todos" sus pecados.

¿Cuáles son los elementos que,
además de la cruz, Dios utilizará para "manifestar
su sabiduría" a los "principados y potestades en los
lugares celestiales"? El juicio, que es también el
Día de la Expiación, es uno de éstos; y el
pueblo que obedece su ley, que lleva frutos, que son limpios de
pecado, es otro.

¡En el Día de la Expiación, estos
dos elementos se cumplen! Si una persona, al llevar mucho fruto,
trae gloria a Dios, imagine cómo será cuando todo
el pueblo lo hace. De hecho, el Día de la Expiación
era la culminación, un símbolo anual de lo que Dios
desea en realidad: un santuario celestial limpio de pecado, y un
pueblo sobre la tierra limpio de pecado, todo esto ante la
observación del universo.

La conexión entre el juicio y un pueblo limpio y
santo se encuentra en otras partes. En Malaquías 3 vemos
el juicio: "Y vendrá súbitamente a su templo el
Señor a quien vosotros buscáis". "Y vendré a
vosotros para juicio" (versículos 1, 5). En el primer
versículo se percibe movimiento, Dios va a su templo. En
las escenas de juicio de Daniel 7, también vemos a Dios en
movimiento. ("Fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano
de días". "He aquí… que venía uno como un
hijo de hombre". "Vino el Anciano de días".)
Malaquías se refiere a este juicio.

Sin embargo, en medio de este juicio, ¿qué
sucede con el pueblo de Dios? "El es como fuego purificador, y
como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y
limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de
Leví, los afinará como a oro y como a plata"
(versículos 2-3).

¿Qué hará Dios con su pueblo
mientras transcurra el juicio? Los estará purificando,
purgando, limpiándolos (con jabón de lavadores). En
el mensaje a Laodicea, la iglesia que vive durante el juicio, el
Señor utiliza las mismas imágenes que
Malaquías. "Yo te aconsejo que de mí compres oro
refinado en fuego" (Apocalipsis 3:18).

Aquí, al igual que en Levítico 16, se
relaciona el juicio con la purificación y la limpieza del
pueblo de Dios. ¡El pueblo de Dios será purificado
durante el juicio!

Note el versículo que precede a Malaquías
3. "Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras
palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado?
En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a
Jehová, y en los tales se complace; o si no,
¿dónde está el Dios de justicia?"
(Malaquías 2:17).

Observe los conceptos presentados: el desarrollo del
carácter ("Cualquiera que hace mal agrada a
Jehová") y el juicio ("¿Dónde está el
Dios de justicia?"). Las personas dicen que no importa si usted
hace maldad, Dios se deleita en usted de todas formas. Y entonces
dudan de la idea de un juicio.

No es una coincidencia que aquellos que desdeñan
la obediencia también desdeñen el juicio, porque la
obediencia y el juicio están inseparablemente unidos. Y
este asunto es precisamente lo que enfrentamos hoy. Aquellos que
dudan sobre la importancia de la obediencia, que dicen que Dios
se deleita en nosotros a pesar de nuestro pecado, son los mismos
que dudan de la existencia del juicio investigador. Disminuya la
importancia de la obediencia, e inevitablemente disminuirá
la importancia del juicio.

Y sin embargo, ¿cuál es la respuesta de
Dios a estas actitudes? Comienza con los primeros
versículos de Malaquías 3, donde el Señor
habla acerca de un juicio y del carácter refinado y
purificado que su pueblo manifestará en ese
juicio.

En fin de cuentas, ¿cuál es el mensaje del
primer ángel? "Temed a Dios, y dadle gloria, porque la
hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:7). Note que una
parte del mensaje del tercer ángel describe el
carácter del pueblo de Dios durante el juicio.
"Aquí está la paciencia de los santos, los que
guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús"
(Apocalipsis 14:12).

Observe cuáles son los elementos. Se nos pide que
demos gloria a Dios. ¿Cómo glorificamos a Dios? Por
medio de la obediencia, produciendo frutos, permitiéndole
que nos limpie. ¿Será una coincidencia, entonces,
que su pueblo sea descrito como aquellos que "guardan los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús"? De ninguna forma.
¡Qué mejor manera de glorificar a Dios que
obedeciendo sus mandamientos y teniendo la fe de
Jesús!

También vimos que el juicio da gloria a Dios a
él se le juzga y glorifica de acuerdo a cómo
él nos juzga a nosotros, y el juicio es parte de este
mensaje también. "La hora de su juicio es
venida".

Aquí, tal como vimos en Levítico y
Malaquías, se encuentra el concepto del juicio relacionado
con un pueblo obediente.

Así que el meollo del juicio investigador, en lo
que se relaciona con nosotros, es que durante su juicio, Dios
preparará a un pueblo limpio de "todo pecado", un pueblo
"refinado" como "oro y plata", un pueblo que "guarda los
mandamientos de Dios".

De hecho, ese mismo capítulo de Apocalipsis habla
nuevamente sobre la condición del pueblo de Dios en el
fin. "Y del templo salió otro ángel, clamando a
gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y
siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la
tierra está madura" (versículo 15).

Al pueblo de Dios se lo describe como
maduro.

¿Cómo se describe a los impíos? "Y
salió del altar otro ángel, que tenía poder
sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la
hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de
la tierra, porque sus uvas están maduras"
(versículo 18). Entonces dice que estas uvas serán
echadas "en el gran lagar de la ira de Dios" (versículo
19).

Aquí se describe a los impíos como
maduros.

Observe el contraste. Dios tendrá un pueblo
obediente a su ley, un pueblo refinado, purificado y limpio: un
pueblo maduro. Cuando Cristo concluya su mediación en el
cielo, su Espíritu será quitado de la tierra, y
excepto por su remanente pequeño y obediente,
Satanás tendrá un control irrestricto sobre el
resto del mundo. No es de extrañarse, entonces, que el
pueblo de Satanás esté "maduro".

Este maduramiento ocurre poco antes de la segunda
venida, donde la separación entre los convertidos y los no
convertidos produce este contraste notable entre la santidad
madura y la maldad madura. En medio de la deslealtad mundial,
Jesús tendrá un pueblo que "guarda los mandamientos
de Dios" mientras el universo, en una escala mayor que nunca
antes, verá el contraste entre la obediencia y la
desobediencia.

Dios está buscando refinar y purificar a un
pueblo para que guarde los mandamientos, a un pueblo que pueda
estar de pie en el día del juicio. El juicio, por lo
tanto, es un llamado crucial a la santificación. Es la
hora de perfeccionar "la santidad en el temor de Dios" (2
Corintios 7:1). Tal como el día simbólico de la
expiación era un momento especial de análisis,
arrepentimiento y preparación, cuánto más lo
es el verdadero Día de la Expiación en el cual
hemos estado viviendo desde 1844. Al igual que en el día
de juicio terrenal, Dios busca limpiarnos de todo pecado.
¡El juicio es importante en nuestras vidas, porque Dios
desea prepararnos para que salgamos victoriosos en
él!

Jesús dijo que se espera mucho de quien mucho ha
recibido, ¿y a quiénes se les ha dado más
que a los adventistas? Con nuestro entendimiento sobre el gran
conflicto, el Calvario, la ley, la historia sagrada, la dieta, la
salud, la mente, la educación, etc., ¿qué
más podría hacer Jesús para prepararnos para
nuestro encuentro con él? Debiéramos permitir que
Jesús nos haga los cristianos más maduros sobre la
tierra.

Sin embargo, el pueblo "maduro" de Dios no se salva
porque "guardan los mandamientos de Dios", sino porque tienen la
"fe de Jesús". Estar de pie en el juicio no tiene nada que
ver con legalismo, que es una salvación por las obras.
Aquellos que viven en este tiempo se salvan en base a lo mismo
que salvó al ladrón en la cruz: la justicia de
Jesús para ellos, en lugar de ellos, imputada a ellos.
Cuando sus nombres surjan durante el juicio, Dios ofrecerá
su sangre y su justicia en su lugar. ¡El desarrollo del
carácter, cuando se lo entiende en el contexto de
glorificar a Dios, no es legalismo!

Sin embargo, por medio del poder del Espíritu
Santo que mora en el corazón, Dios tendrá a un
pueblo que estará dispuesto a morir con tal de no
quebrantar la ley. Jesús promete poder para vencer
cualquier pecado, y podemos reclamar ese poder y obtener la
victoria por medio de Cristo ahora mismo.

La obediencia, la santidad, la santificación:
éstas son las invitaciones que nos hace el juicio, y si no
las anunciamos, Dios utilizará a otras personas que
estén dispuestas a hacerlo.

Dos cosas ocurrirán simultáneamente,
aunque estemos o no involucrados como pueblo. En el cielo, Dios
habrá concluido el juicio, purificado el santuario,
limpiado el pecado de su pueblo: todo ante el universo como
testigo, cuyos integrantes claman: "Justos y verdaderos son tus
caminos, oh Señor". Al mismo tiempo, sobre la tierra, Dios
será glorificado por el desarrollo del carácter y
la obediencia de su pueblo, quienes, a pesar de la
apostasía y deslealtad mundial, guardan sus
mandamientos.

Habrá un santuario purificado en el cielo y un
pueblo purificado en la tierra, y el pecado finalmente
recaerá sobre aquel que lo comenzó. En el cielo y
en la tierra, debido a la obra de Dios en ambas esferas, sus
caminos desplegados ante "los principados y potestades en los
lugares celestiales" se verán como justos, perfectos y
verdaderos.

¿Cuál es la esencia del juicio y su
importancia para nuestras vidas hoy? De la misma forma en que
Dios borra nuestros pecados que han sido registrados en el cielo,
nosotros debemos amar a Jesús lo suficiente como para
permitir que él borre nuestro pecado aquí en la
tierra, de forma que él pueda ser glorificado ante todo el
universo.

He aquí nuestro llamado. He aquí la verdad
presente. Y he aquí la importancia del juicio para
nuestras vidas hoy.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD
DE INFORMACION"

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH
– POR SIEMPRE"

Partes: 1, 2, 3
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