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Las comunas socialistas de Venezuela




Enviado por CESAR DORTA



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

  1. A
    manera de prólogo
  2. Introducción: Chávez, un
    socialista en permanente revolución
  3. El
    socialismo del siglo XXI y el desarrollo
    endógeno
  4. El
    instinto comunitario del hombre se ha manifestado
    siempre
  5. ¿Qué se ha conocido y conoce como
    comuna?
  6. La
    Comuna de París (La Commune de
    París)
  7. Las
    comunas chinas, suizas y argentinas
  8. Diez
    conceptos jurídico-sociológicos afines al de
    comuna
  9. Bases
    constitucional de la sociedad comunal y del modelo
    socioproductivo comunitario
  10. Las
    leyes y otros instrumentos jurídicos de menor
    jerarquía que complementan la base jurídica de
    la sociedad comunal y del medio socioproductivo
    comunitario
  11. La
    comuna socialista venezolana, ¿qué es
    eso?
  12. Chávez: propulsor e inspirador de las
    comunas
  13. Chávez no es sólo acción,
    es verbo encendido que abre paso a las
    comunas
  14. Chávez acompaña el nacimiento de
    las primeras comunas socialistas
  15. Sin
    comuneros no hay comunas, sin socialistas no hay socialismo,
    ni revolución sin revolucionarios. Formar en valores
    comunales
  16. Cuarenta valores que definen al hombre y a la
    mujer de la comuna socialista
  17. Cuarenta principios y valores de la comuna y
    del modelo socioproductivo comunitario y de la
    comuna
  18. En la
    comuna, educar y capacitar ¿para
    qué?
  19. Chávez y la educación para la
    acción
  20. Educación endógena y
    exógena en la comuna
  21. El
    control social no es lo mismo que la contraloría
    social
  22. La
    contraloría social en las comunas
  23. La
    planificación participativa en la
    comuna
  24. Los
    servicios públicos y las comunas
  25. "Frente Socialista del Bien Común":
    Estudio de una Comuna que nace en el Valle Guarenas-Guatire,
    bajo el esquema socioproductivo
    comunitario
  26. Epílogo: las comunas socialistas a la
    Chávez
  27. Anexos
  28. Bibliografía

A manera de
prólogo

Nuevamente la Junta Directiva de INFOPRESCO se llama de
regocijo, al publicar otra importante obra de nuestro Director
General. el profesor César Dorta, dirigida a abrir camino
a la nueva sociedad que estamos empeñados en construir, y
que estamos construyendo.

Hace algo más de un año publicamos el
libro de César que él denominó "Manual de
los Consejos Comunales", hasta entonces, el más importante
de su cosecha. El Manual ya cuenta con 2 ediciones, y ha sido
leído y estudiado por quienes, junto a él, creemos
que los Consejos Comunales son vías para hacer efectiva la
participación ciudadana, para concretar el rol
protagónico que la Constitución reconoce y
garantiza a cada uno de quienes vivimos en Venezuela.

La nueva publicación, "Las Comunas Socialistas
a lo Chávez
", constituye un aporte fundamental en esta
hora de búsqueda y de parto. En este período
histórico que iniciamos -Segunda Etapa de la
Revolución– así lo ha definido el líder de
la misma, Hugo Chávez Frías, las comunas y las
empresas socioproductivas comunales, son motor indispensable para
el avance decidido e indetenible del cambio económico,
para fortalecer la transformación social y
política. Este libro no es sólo teórico, que
lo es, sino que aporta igualmente la experiencia de su autor,
consagrado a la lucha social desde que era un
niño.

La Comuna "Frente Socialista del Bien Común", que
reúne a guareneros y guatireños en un común
esfuerzo de lanzamiento y puerta en marcha, en el valle
Guarenas-Guatire, de una nueva realidad comunal y
socioproductiva, es recogida como experiencia para el cierre del
libro, dejando en manos del lector, ya no sólo la
concepción teórica de lo comunal, sino
información básica fundamental para abrir camino al
esfuerzo socioproductivo exitoso. César conoce bien esta
experiencia, fue su promotor, es su Presidente.

El profesor César Dorta, en lo fundamental, un
educador, un forjador, un sembrador de ideas e iniciativas,
preocupado siempre en entregar herramientas que faciliten el
proceso de cambio. Él insiste en su lucha social -y es su
consigna- que no hay cambio sin hombres cambiados, ni
revolución sin hombres revolucionados. Afirma con
convicción, que la formación y el trabajo son
músculos -igualmente importantes- para la
construcción de una sociedad de hombres y mujeres libres.
Esto explica claramente, la razón que lo mueve a
entregarnos sus reflexiones y experiencias.

Bienvenida "Las Comunas Socialistas a lo Chávez",
que se suma a nuestras publicaciones dedicadas a la
formación y capacitación para la
participación ciudadana.

Junta Directiva de

INFOPRESCO

Introducción: Chávez, un
socialista en permanente revolución

No podemos hoy, en Venezuela, hablar de Comunas, sin
hacer referencia al Presidente Chávez Frías. Bien
sabemos todos que él es el inspirador, el propulsor, el
motor que da aliento a esa forma excelsa de justicia social, si
bien tiene claro que las comunas no son suyas, ni quiere
él que sea así. Ellas son el pueblo el soberano
organizado en busca de su bienestar, de su realización y
felicidad. Ellos son el Poder Popular.

Recientemente en mi tarea de formar para la
participación ciudadana, en un curso sobre gerencia
comunal, me preguntó una de las voceras del Consejo
Comunal de La Guairita por qué Chávez, líder
del proceso revolucionario, no había orientado desde el
principio de la Revolución hacia la constitución de
comunas. Preguntaba, a manera de reclamo, ¿por qué
avanzamos primero hacia las cooperativas, luego nos estimularon a
constituir Consejos Comunales, y ahora abren puertas a las
comunas? Buena e inteligente pregunta.

La Revolución es un proceso en marcha: El
Socialismo del Siglo XXI lo estamos escribiendo, no hay un Manual
que indique qué hacer en cada comento, un paso a paso
predeterminado. Además, Chávez, el inspirador del
cambio, es un socialista en permanente revolución, en
constante transformación, que no se detiene, que no reposa
en los peldaños alcanzados, ni se regodea en tiempos y
aciertos, sino que avanza en constante progreso.

El Socialismo del Siglo XXI está en
construcción, lo estamos pariendo. Él será
lo que nosotros queramos que sea. Es nuestro desafío, es
el reto que tenemos en las manos. Lo fascinante de esta aventura
es que no existe un libro escrito que indique lo que debemos
hacer; somos nosotros mismos, es el pueblo organizado quien hace
camino, "camino que se hace al andar", como escribió el
poeta español Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

No existe el camino, pero si las orientaciones y los
valores que impiden nos equivoquemos, para lograr así el
sendero que nos permita construir el Socialismo del Siglo XXI.
Por eso hemos dedicado unas cuantas páginas de este libro,
porque en la medida en que los principios nos guían, no
hay forma de errar la ruta.

Si bien no existe un recetario socialista por aplicar,
es bien cierto que si existe una realidad cambiada y cambiante
hacia el Socialismo. Mucho de lo que ha venido haciendo el
Presidente Chávez y el equipo revolucionario de gobierno
y nosotros apoyándolo y estimulándolo, afianzando
los logros – tiene claros rasgos de Socialismo, de camino hacia
la sociedad que estamos haciendo.

El Socialismo del Siglo XXI lo escribimos y construimos
de manera colectiva. Sería falso e inconveniente si
él fuese obra de una sola persona, aún cuando
ésta se llame Hugo Chávez Frías, quien juega
un rol preponderante en el proceso y le da luz al camino, con sus
ideas y propuestas, pero es inspiración colectiva. El
Comandante ha dicho que el camino lo construimos entre todos, o
no será Socialismo del Siglo XXI lo que estamos haciendo.
Por eso ninguno como él impulsa la participación y
estimula el Poder Popular, toda la fuerza y el empuje en manos de
los ciudadanos, desde allí radica la verdadera
revolución, la base fundamental del Socialismo
nuevo.

Una revolución pacífica pasa por la
búsqueda y logro de amplios consensos, también el
desarrollo del país requiere el concurso de todos; por eso
necesita el apoyo del Estado, pero igualmente le es indispensable
el aporte de las comunidades organizadas.

En este Socialismo en construcción, estamos ahora
atravesando un período de transición, de traslado
de la vieja a la nueva sociedad, transición que se impulsa
con las relaciones socialistas, y con la satisfacción de
las necesidades reales de la gente. De esas necesidades
insatisfechas durante años y años, que hemos dado
en llamar la deuda social, deuda que el Socialismo del Siglo XXI
ha de saldar a plenitud.

Estamos construyendo un ordenamiento jurídico
para el cambio. La nueva Constitución de 1999 en algunos
aspectos se quedó atrás, se hace imperiosa la
adecuación a las etapas más avanzadas que
comenzamos a transitar. Son indispensables leyes que concreten y
hagan realidad los postulados de cambio.

Generamos una conciencia socialista, una nueva cultura
que nos obliga a continuar y profundizar los programas
gubernamentales de claro corte social, así como estamos
obligados a acelerar – como el Presidente Chávez lo
está haciendo – el proceso de plena participación
ciudadana hacia el Poder Popular. Esa es la meta y las comunas
son el instrumento.

La propiedad de los medios de producción debe ser
mixta, combinando distintas formas para facilitar la
revolución pacífica en la que estamos
empeñados. La dinámica dirá los tiempos. El
Estado se reserva la propiedad de los medios estratégicos,
lo que ha llevado al Presidente de la República a
nacionalizar plenamente nuestra industria de los hidrocarburos,
la energía eléctrica, la telefonía y otros
medios fundamentales para la seguridad
estratégica.

Junto a la propiedad estatal nacen, conviven y se
fortalecen medios cogestionarios y autogestionarios de propiedad;
se fomentan, construyen y estimulan las empresas
socioproductivas; mientras se respeta – de conformidad a la
Constitución – la empresa privada, que necesariamente debe
ser concebida dentro de una clara vocación
social.

Esta es hoy, en este tiempo de transición, la
realidad de la propiedad de los medios de producción.
Será el proceso, seremos nosotros -los ciudadanos y
ciudadanas organizados – quienes iremos decidiendo el formato a
adoptar, el camino a seguir, siempre en el marco de la
Constitución.

Chávez un socialista en permanente
revolución
. Lo dijimos y reiteramos. Quien no se
revoluciona y hace revolución constante, se fosiliza y
deja morir los cambios. La transformación es permanente.
Cambian los mecanismos y los instrumentos de la
revolución, lo que no cambian son los valores, ellos
permanecen inalterables.

Los valores no cambian. Ellos son la guía,
nos permiten saber si nos mantenemos en el camino del socialismo,
o si erramos la ruta. A los valores dedicamos dos importantes
espacios en este libro, bajo los títulos "Cuarenta valores
que definen al hombre y a la mujer de la comuna socialista", y
"Cuarenta principios de la comuna y del modelo socioproductivo
comunitario". Ellos se resumen en lo que yo llamé
"Decálogo del Socialismo del Siglo XXI", en el libro de mi
autoría "Manual de los Consejos Comunales": libertad e
igualdad; democracia, pluralismo; solidaridad; fraternidad y
unión; complementación; justicia y paz; desarrollo
y bienestar; honestidad y transparencia; trabajo, responsabilidad
y perseverancia, y por último, el valor que sintetiza y
acrisola los anteriores, amor.

Decimos el amor mueve montañas, mientras Dante
Alighieri dice "mueve el sol y las estrellas". "Amar no es
mirarse el uno al otro, es mirar en la misma dirección",
expresa Antoine de Saint-Exupéri.

"El gran poder existe en la fuerza invencible del amor",
escribió Bolívar (1827), mientras Chávez
(2005) expresó "Por amor es nuestra lucha, por amor
combatimos el imperialismo".

Los antivalores tampoco cambian, al igual que los
valores
. Ellos están allí, están vivos
pretenden colearse, meterse y matar el proceso de
cambio.

Los antivalores siguen inspirando a los adversarios de
la Revolución. Eso no es tan grave, porque lo sabemos, los
conocemos. Grave es que compatriotas que se dicen
revolucionarios, pero no habiéndose revolucionado, no
habiendo cambiado -de manera conciente o no- siembran antivalores
en terreno de la Revolución.

Grave es que compatriotas que habiendo interiorizado los
nuevos valores, habiendo cambiado, más tarde se marean en
las alturas de la representación que el pueblo les ha
encomendado, olvidan los valores socialistas, y comiencen a
actuar movidos por los viejos antivalores. Esto no es
teoría, es realidad que el Presidente Chávez
combate, pero que aún en muchos persiste.

Los antivalores son como esas hierbas difíciles
de arrancar, de execrar de manera absoluta; cuando las creemos
muertas, renacen. De alguna manera es como el delito o el pecado,
como esa inclinación a lo fácil, sin importar las
consecuencias del camino corto, sin ponderar los daños que
pueda causar.

Los valores de antes, antivalores del
Socialismo del Siglo XXI, son muchísimos, pero
podría concretarlos en diez, lo suficientemente graves
como para impedir que el cambio avance.

El reino de los antivalores, es la muerte
del Socialismo del Siglo XXI.

  • Privilegios para unos pocos

  • Explotación del hombre por el
    hombre

  • Lucha de unos contra otros, en
    competencia feroz

  • Dar sólo para recibir a
    cambio

  • La acción por encima de los
    valores

  • Resignación a ser
    oprimido

  • El trabajo como materia
    prima

  • El individualismo y
    egoísmo

  • El consumismo

  • La intolerancia

Puedo confesar que estoy orgulloso de nuestro avance
como pueblo, pero no estoy ni puedo estar satisfecho por las
oportunidades que hemos perdido y por los errores que hemos
cometido. No han operado suficientemente los órganos de
evaluación y control.

De las fallas que, con sobradas razones preocupan al
Presidente, todos, en mayor o menor grado, somos responsables,
según las capacidades y las posibilidades reales de
decidir y ejercer influencia. Para que estemos claro, yo
también he fallado, aún no teniendo responsabilidad
pública alguna en estos diez años, en los que he
estado dedicado a la formación y capacitación de
líderes y conductores municipales. No sólo los
funcionarios han fallado, también nosotros, ciudadanos y
ciudadanas.

No todos los equipos humanos de los órganos del
gobierno nacional, regional y local, han estado a la altura, a
veces tienden a convertirse en pesadas burocracias que, antes que
ayudar, se convierten en obstáculos. El propio Presidente
Chávez ha criticado el burocratismo de beneficios
particulares en algunos funcionarios públicos, ha
expresado que está viva la Cuarta República a esos
niveles y que hay que demolerla.

Después de lo dicho no es difícil
entender, por el contrario es fácil comprender, que la
Revolución es un proceso de transformación
constante
, y que en perfecta sintonía,
Chávez es un socialista en permanente
revolución
, que cambia él, y que
indeteniblemente estimula cambios.

En ese cambio constante, al inicio de la segunda
década de la Revolución; de lo que el Presidente ha
llamado la Segunda Etapa, nos encontramos con las comunas y las
empresas socioproductivas. Ellas son un desafío. Ellas son
instrumentos de la Revolución del pueblo y para el pueblo.
Ellas son el Poder Popular. A ellas consagramos este libro que
hemos denominado "La Comuna Socialista a lo
Chávez
". No será difícil adivinar el por
qué del título. Si bien las comunas son del proceso
y de la gente, es innegable el sello del inspirador.

César Dorta

El socialismo del
siglo XXI y el desarrollo endógeno

El Socialismo es el nombre genérico e
histórico dado a distintas doctrinas económicas,
políticas y sociales que, a lo largo ya de varios siglos,
han propugnado y propugnan una más justa
distribución de la riqueza. Socialismo del Siglo XXI es
aquel que con sello de facturación venezolana, con
especificidades de los tiempos nuevos y respondiendo a realidades
diferentes, surge desde nuestras tierras, par nosotros y para el
mundo.

La denuncia de las desigualdades sociales y la promesa
de una nueva sociedad son bases del socialismo que, desde
Platón, no habían tenido sino un fundamental o
moral. Las explicaciones técnicas de esas desigualdades
sociales vinieron luego, y más tarde las proposiciones de
Sismondi y Saint-Simon. A finales del siglo XIX, y dentro de la
misma línea, surge el socialismo de Estado, para ver
aparecer en el Siglo XX la planificación.

Enfantin Bazard y otros sainsimonianos, así como
los asociacionistas franceses Fourier y Luis Blanc, y el
inglés Owen, preconizan la sustitución del
régimen de propiedad privada por una socialización
estatal o por un federalismo de las asociaciones de productores,
concretizado en cooperativas de consumo y de producción.
El socialismo científico, el marxismo, surgirá con
Marx y Engels, al declarar que la transformación de las
estructuras sociales es ineludible, y es consecuencia
lógica de las contradicciones del capitalismo. El marxismo
será fundamento y base doctrinal del comunismo y de
diferentes manifestaciones socialistas en el mundo, algunas de
ellas exitosas, otras fracasadas, como bien se conoce a lo largo
de la historia.

El Socialismo del Siglo XXI, sin negar la historia, al
contrario, aprendiendo de sus lecciones, de sus aciertos y
errores, pero particularmente partiendo de la nueva realidad y de
lo específico de hoy, surge para la justicia social, la
riqueza para todos y la nueva sociedad de igualdad de
oportunidades y de mejor calidad de vida.

A la cabeza del movimiento en marcha, abriendo camino
junto al pueblo, el de Venezuela y el de otras latitudes, avanza
con Hugo Chávez Frías.

"El Socialismo del Siglo XXI es un sistema y una idea
que edifica una nueva sociedad, regida por el poder popular, en
profunda democracia participativa y protagónica, con
igualdad material y cultural entre las personas, al recibir de la
sociedad, cada cual, lo que requiere para satisfacer sus
necesidades y para su vida digna, y dar en retribución
todo aquello que pueda según sus capacidades, en pos del
desarrollo integral de los seres humanos".

En esta aproximación del ideólogo del
socialismo moderno, Haiman El Troudi, lo primero que resalta es
la nueva sociedad, vale decir, una manera distinta de
interrelacionarse los hombres que integramos la sociedad, no
sólo entre nosotros mismos como Nación, sino con
otras sociedades del mundo. Hablar de nueva sociedad, es hablar
de hombre nuevo, de mujer nueva.

El Poder Popular es la fuerza que dinamiza la nueva
sociedad, no habrá hombre nuevo, ni mujer nueva si el
poder y la fuerza transformadora no se encuentran en sus propias
manos. Es eso lo que llamamos Poder Popular, la fuerza del cambio
en manos de la gente.

El Poder Popular requiere indefectiblemente para su
concreción de una profunda democracia participativa y
protagónica. Dicho de otra manera, sin democracia directa
y participativa del pueblo, donde éste juegue el rol
fundamental que la propia Constitución le da, es imposible
hablar de Poder Popular.

Hemos dicho y reiteramos que no hay poder popular sin
democracia. Ampliemos el concepto: no sólo no hay Poder
Popular sin democracia política, participativa y
protagónica como antes dijimos, sino que tampoco hay Poder
Popular sin democracia social y económica. Igualdad de
oportunidades para todos, iguales posibilidades de acceso a la
cultura y a los bienes materiales. Como bien lo define El Troudi
el ciudadano y ciudadana deben "recibir de la sociedad lo que
requiere para satisfacer sus necesidades y para su vida digna, y
dar en retribución todo aquello que pueda según sus
capacidades en pos del desarrollo integral de los seres
humanos".

El Socialismo del Siglo XXI es en plenitud un
sistema
. El Socialismo tras el cual marchamos, pretende ser y
debe ser un sistema que abarque, por igual, la sociedad en todos
sus aspectos, vale decir, en lo político, social,
económico, territorial, internacional y
vico-militar, por sólo abordar seis
tópicos fundamentales.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
político
, basado en el Poder Popular, en el rol
protagónico de ciudadanos y ciudadanas, que está
por encima del partido y de cualquier otra institución
intermedia que pretenda arrebatarles su derecho a decidir; me
atrevería a decir de arrebatarles un derecho que
sólo tiene como límite el derecho de Dios y el de
los otros hombres, por aquello que tantas veces se ha repetido,
el derecho de cada quien concluye donde comienza el derecho del
otro.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema social,
orientado hacia la inclusión, para que nadie quede afuera;
la sociedad socialista no puede repetir la vieja realidad de
excluidos y excluidas, de ciudadanos y ciudadanas de segunda, sin
acceso a la cultura, a los bienes, al poder.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
económico, que transforma la manera de producir riquezas,
así como la distribución de éstas.
Está concebido como una economía mixta, donde
veremos convivir y conciliar distintas relaciones de
producción. Simultáneamente marcharán
empresas del Estado, incluidas en éstas todas las
industrias básicas, empresas de cogestión, de
participación conjunta del Estado y sus trabajadores;
empresas cooperativas y de autogestión, empresas
socioproductivas donde los socios son a la vez propietarios y
trabajadores que aportan al mismo tiempo capital, ideas y
trabajo; y empresas privadas que necesariamente estarán
enmarcadas dentro de un concepto de justicia social, para que
puedan convivir con los modelos antes descritos.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema
territorial
, donde, como bien lo ha dicho el Presidente
Chávez, debe haber un reordenamiento socialista de la
geopolítica de la Nación, para lograr una nueva
geometría del poder. Simultáneamente, en lo
territorial apuntamos hacia un eco desarrollo armónico
descentralizado, coordinadamente desconcentrado.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema que en lo
internacional busca la paz y la armonía entre los
pueblos
, que tiene como prioridad la integración de la
América Latina, de conformidad con la visión del
Libertador, una gran República integrada por nuestro
sub-continente, y que tiende sus brazos con solidaridad y respeto
a todos los pueblos del mundo, reclamando para nosotros, en
contra partida, igual solidaridad y respeto.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema en lo
cívico-militar
, centrado en tres conceptos
básicos: independencia, soberanía y
autodeterminación. Somos irrevocablemente una
República independiente, que defiende su soberanía
y que hace respetar su autodeterminación. No hay amo sobre
nuestras cabezas; el Poder Popular, la voluntad de nuestra gente,
priva y privará por siempre en la sociedad que estamos
construyendo.

En síntesis, y como ya lo dijimos, el Socialismo
del Siglo XXI es un sistema integral que no está
preestablecido, que no está escrito en ningún lado,
que tiene en la experiencia de los pueblos ejemplos buenos y
malos de lo que fue el Socialismo en el Siglo XX, en el Siglo XIX
y en épocas anteriores, en manifestaciones que pueden
remontarse hasta las comunidades socialistas de los primeros
cristianos, en el Siglo Uno, e incluso en manifestaciones
aún anteriores.

Digámoslo en una frase que lo expresa cabalmente,
que si bien no es original, si resume lo que queremos decir: El
Socialismo del Siglo XXI no está escrito, tiene claras
guías en las palabras y propósitos orientadores del
Presidente Chávez, pero en definitiva será lo que
decidamos que sea.

Nadie duda hoy, ni la historia podrá
desmentirnos, que Hugo Chávez Frías, ha sido y es
el gran impulsor, el guía de este proceso de
transformación nacional que llamamos Socialismo del Siglo
XXI. No obstante, la historia no está constituida por
etapas cerradas, por bloques de vida que se suceden unos a otros,
sin interrelación entre ellos. Los hechos
históricos se van sucediendo cronológicamente y se
interrelacionan entre sí, para generar transformaciones y
cambios que resultan, como ya hemos dicho, de la
concatenación de unos hechos con otros. Para no
remontarnos demasiado lejos podríamos hablar de una
cronología reciente que, de una u otra forma, va abriendo
caminos a la implantación del Socialismo del Siglo
XXI.

Puede ubicarse el 27 de febrero de 1989, como el primer
paso reciente hacia el proceso que hoy vivimos, según lo
ha señalado el Presidente Chávez. A escasos
días, a menos de un mes de haber asumido la Presidencia de
la República el Presidente Carlos Andrés
Pérez, se escucha un grito de rebeldía contra el
Gobierno que entonces se iniciaba; es el pueblo indignado ante
medidas económicas que van a apretarle,
simultáneamente, el estómago y el bolsillo, luego
de los discursos prometedores y demagógicos que le llevan
al triunfo electoral de 1988. El incremento de precios de
productos esenciales fue el detonante. Lo llamaron Caracazo,
porque fue en la capital de la República donde se
escenificó, con mayor contundencia, el combate contra las
mentiras del oficialismo de entonces.

Somos de la tesis "que en vez de hablar" del Carachazo,
tendría que llamarse Guarenazo lo que entonces
ocurrió. Fue en nuestra laboriosa comunidad de Guarenas
donde se escenificaron las primeras y más importantes
acciones de rebeldía, contra las imposiciones que
afectaban al pueblo. Pero Guarenazo o Caracazo, como se le quiera
llamar, convirtieron la rebeldía de la gente en
represión y masacre del pueblo. El Presidente Pérez
ordena a la Fuerza Armada Nacional a disparar sus fusiles y sus
armas contra el pueblo indefenso, enrojeciendo las calles con
sangre patriota, con sangre de la gente nuestra, de los
venezolanos aguerridos, cuya piel, carne y hueso no
resistió las balas que a mansalva le dispararon. Miles
cayeron en las calles de combate.

Despertó Bolívar, lo hace "cada cien
años" para reordenar las cosas, para reimpulsar la
historia.

La gente enardecida comenzó a organizarse, a
preparar su defensa, para disponerse a la toma del
poder.

El 4 de febrero de 1992 irrumpen en el escenario
nacional un puñado de jóvenes militares patriotas,
con el Comandante Hugo Chávez Frías a la cabeza,
quienes se revelan para abrir camino al cambio. Derrotados
militarmente, por la mayor fuerza de ataque del régimen de
Carlos Andrés Pérez, coronan triunfo en el
corazón del pueblo. El "por ahora" se convierte en
bandera, en esperanza que va sumando voluntades. Había
fracasado la sublevación patriota, pero habría
triunfado en el ánimo del pueblo. Se enquista en el alma
de la gente la decisión de cambiar el estado de las
cosas.

En noviembre del mismo año 1992, una nueva
sublevación militar, en respaldo a la de febrero, y en
procura de acelerar los tiempos, es nuevamente derrotada
militarmente, pero sigue sembrando semillas de cambio.

En mayo de 1993 el Congreso destituye al Presidente
Pérez, para someterlo a juicio por corrupción, es
cuando se inicia un gobierno de transición que encabeza el
historiador Ramón J. Velásquez, poniendo de
manifiesto la podredumbre oficial de entonces.

En las elecciones que se celebrarían en diciembre
de ese año 1993 se manifiesta la disposición del
pueblo a buscar electoralmente, en sufragios populares, un nuevo
camino. Acción Democrática y COPEI, los partidos
tradicionales, son desplazados por la Causa R y el recién
nacido Partido Convergencia. Más de uno tiene la
convicción que Andrés Velásquez,
sindicalista de Guayana, triunfa pero no cobra,
asignándosele la Presidencia a Rafael Caldera,
quién siendo vocero del continuismo, al darle la espalda a
AD y COPEI, se asoma como nuevo; es lo viejo que se muestra
remozado. El pueblo despierta, la vía electoral indica que
si puede ser transitada de manera victoriosa.

En 1994 el Presidente Caldera, presionado por la
conciencia y fuerza popular, dicta sobreseimiento de la causa
judicial que pesaba contra Chávez y sus compañeros
de arma sublevados contra la corrupción. Se abren las
puertas de la cárcel de Yare, para permitir el abrazo de
Chávez con el pueblo, fraternidad que se consolida con el
triunfo electoral en diciembre de 1998, dando entrada a la Quinta
República, camino al Socialismo del Siglo XXI.

Todo cambio social y político implica
períodos de sueños, de idealización del
objetivo y del camino; exige tiempos de concreción de la
propuesta y de planificación de la misma; demanda horas de
ensayo y corrección, así como momentos de
relanzamiento, a partir de la valoración de lo hasta
allí logrado, fijando nuevas metas y retomando el camino,
a partir de ese momento con alforjas llenas de experiencias y
conocimientos, para intentar no caer en los viejos errores y
avanzar más rápido.

La Revolución Bolivariana tuvo un largo
período de pregestación en la calle, en los
barrios, en las universidades, en las fábricas y en los
cuarteles; tuvo en 1992, el 4 de febrero, su hora de
clarín, de anuncio que algo venía, Chávez lo
dijo ese día: "vendrán nuevas situaciones y el
país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino
mejor
"; es cuando proclama el "por ahora", es cuando hace
saber que arrancó el camino, que llegará el
día; es invitación al trabajo, es siembra de fe y
esperanza.

El primer año del Gobierno Revolucionario, es de
fijación del camino que se concreta en la nueva
Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, inspirada por el Presidente Chávez, concebida
por la Asamblea Constituyente y sancionada por el pueblo en
referendo aprobatorio, el 15 de diciembre. La Constitución
encierra el ideal transformado en artículos, en normas que
tendrán que echar carne y músculos para
transformarse en nueva realidad social, económica y
política.

En principio nos dimos una Constitución con
visión de nueva sociedad por construir, idealista en sus
propuestas, pero con instituciones y mecanismos que, de
seguirlos, nos harían entrar en el Socialismo que
aspiramos.

Con la Constitución en mano marchamos durante
diez años, es hora en que la enmienda constitucional del
pasado febrero 2009 que permite la reelección del
Presidente Chávez, se convierte en invitación para
evaluar el término recorrido, el trecho ya andado, y
relanzar el Proyecto.

El tiempo que ahora transitamos, es la convulsionada
hora de redefinición y relanzamiento.

El líder del proceso anuncia la segunda etapa,
los siguientes diez años.

El lapso transcurrido bajo la orientación de la
nueva Constitución, ha sido tiempo para el asomo de lo que
queremos. Lo que ha venido haciendo el Presidente, y junto con
él, quienes estamos en el proceso, tiene un claro sello
socialista, marcha hacia una nueva realidad y por un camino
distinto, si bien no existe ni un recetario para aplicar, ni un
librito que nos señale cada paso a dar. El pluralismo en
que vivimos y estimulamos, nos obliga a la discusión y
búsqueda de consenso, es permanente invitación a
todos a sumarse con sentido crítico a la
transformación que aspiramos.

El Socialismo del Siglo XXI no es sólo
político y social, sin dejar de ser político y
social. Lo que quiero decir es que hay más. Adicional a
los cambios sociales y políticos, el cambio debe ser
también económico, y hacia allí van
dirigidos los esfuerzos de esta segunda década de la
Revolución Socialista Bolivariana.

El desarrollo de una economía nueva, de verdadera
justicia social, nos mueve. El desarrollo endógeno, el
producido por nosotros y para nosotros, partiendo de nuestras
realidades, saberes y posibilidades, es el objetivo. Las comunas
y las empresas socioproductivas son el instrumento. Hacia
allá vamos, y ese es el objetivo de este libro.

El instinto
comunitario del hombre se ha manifestado
siempre

Tan antiguas como la humanidad misma, son las
manifestaciones que el hombre ha dado de su espíritu
comunitario, de su disposición a la ayuda mutua, al
crecimiento conjunto.

En su libro "La Doctrina Cooperativa", el maestro del
cooperativismo Paul Lambert escribe que "Se han encontrado
asombrosas analogías entre ciertas instituciones de la
antigüedad y de la Edad Media, con instituciones
cooperativas contemporáneas. Citemos las lecherías
comunes en Armenia, las asociaciones de arrendamiento de tierras
en Babilonia, las confraternidades de sepultura y las
compañías de seguros artesanales entre los griegos
y romanos, las sociedades de drenaje, riegos y
construcción de diques en Germania, los ágapes de
los primeros cristianos, los pastos colectivos y las asociaciones
de pescadores de Rumania, los "fruteros", asociaciones queseras
del Jura y de Saboya, las colectividades agrícolas
llamadas "madruga" entre los servios y "mir" en Rusia, las
comunidades del trabajo, "artels", en Rusia, la mansión
solariega o villa señorial e incluso -a los ojos de
algunos autores- las corporaciones", así se expresa Paul
Lambert en su clásico "La Doctrina Cooperativa.

El Dr. Caros Molina Camacho, ex-Superintendente Nacional
de Cooperativas de Venezuela, a propósito de esas
diferentes manifestaciones comunitarias, afirma que no se trata
sino de analogías, y no existe ningún nexo
histórico entre estas manifestaciones antiguas del
instinto comunitario y las cooperativas del Siglo XX, las
expresiones del comunitarismo moderno. Por otra parte, se
encuentran, sobre todo en os Siglos XVIII y XIX, numerosas
colonias religiosas que viven en régimen de
economía colectiva, tales como los Labadistas, en
Maryland, desde 1680; la colonia de los shakers que data de 1774;
los "rappites", emigrados de Alemania donde estaban agrupados
desde 1787, y que fundaron en los Estados Unidos una colonia
llamada "Harmonie", en 1805.

Existe una diferencia fundamental entre las colonias del
primer tipo, esencialmente religiosas, y las colonias fundadas
por Robert Owen, así como las constituidas por Fourier:
las comunidades de inspiración religiosa no
pretendían en absoluto presentar al mundo una nueva
institución apta para resolver el problema social. Se
trataba, casi siempre, de hombres que creían inminente la
llegada del Juicio Final y que deseaban vivir de una forma
sumamente sencilla esperando el fin del mundo.

Tal vez conviene recordar las comunidades de los
primeros cristianos, las que están reseñadas en el
Evangelio, en los Hechos de los Apóstoles, donde se lee
que "…todos tenían un solo corazón, no
había pobres entre ellos, porque nadie llama suyo a lo
suyo y todo lo ponían en común". Los primeros
cristianos vivían una perfecta comunidad de
bienes.

Paul Lambert, en su obra antes citada, nos dice que "las
cooperativas que después habían de desarrollarse,
hasta constituir el movimiento cooperativo de hoy, son sociedades
nacidas espontáneamente de la acción obrera, en el
momento y en los países por donde se extendía la
revolución industrial. Las más antiguas se remontan
a 1760, once años antes del nacimiento de Owen: son las
cooperativas inglesas de producción, concretamente,
molinos explotados por los obreros en Chatham y en Woolwich. Pero
estas sociedades no alcanzaron consistencia, ni llegaron a tener
fuerza y a conseguir el triunfo, más que cuando se han
alimentado del pensamiento de los asociacionistas: Owen y
Fourier".

La primera cooperativa moderna, concebida como empresa
económica pero manejada bajo el esquema de
asociación solidaria, es la cooperativa de consumo de
Roschdale, quienes comenzaron a abrir camino en 1843, pero
sólo fue al año siguiente, en la Calle del Sapo de
esa comunidad, ubicada en Manchester, Inglaterra, donde se dio
inicio a un tipo de empresa que hoy constituyen una fuerza en el
mundo, y ocupa un lugar que hace imposible comprender la realidad
económica y social de hoy, si no se estudia la
cooperación.

Corría el año 1844 -comenta el Dr. Molina
Camacho- cuando nace la Cooperativa de Roschdale, pionera del
cooperativismo moderno, hace ya más de 160 años.
Las condiciones en que trabajaban los obreros de las grandes
fábricas textiles inglesas eran de verdad deplorables.
Igual sucedía con empresas industriales de otra
naturaleza. Se laboraba 12 y 14 horas diarias. No existían
leyes protectoras del trabajo. Las mujeres y los niños
realizaban también trabajos como obreros y no había
para ellos consideraciones especiales. Por lo contrario, sus
salarios eran aún más bajos que los devengados por
los hombres.

Los ingresos no cubrían las necesidades
más esenciales de un ser humano. Lo poco que ganaban esos
asalariados tenían que dejarlo en los negocios de venta de
alimentos propiedad, las más de las veces, de los mismos
patronos. Por lo general quedaban endeudados con esos
patronos-comerciantes porque no alcanzaba lo recibido por su
trabajo para pagarles. En esas terribles circunstancias
surgió la idea en las mentes de un grupo de obreros
tejedores de hacer una huelga para reclamar mejor paga,
aún corriendo los riesgos que una decisión de esa
naturaleza traía consigo, pues podían ser
despedidos todos y quedar entonces en peores
condiciones.

Se reunió un pequeño capital de 28 libras
esterlinas, la moneda inglesa, una libra por cada obrero
comprometido en la huelga, con el fin de poder resistir el tiempo
que estuvieran sin recibir sus míseros sueldos. Eran 27
hombres y una mujer. Por razones que no son del caso analizar en
este momento la huelga fracasó. Ante esa situación
inesperada se decidieron a organizar una cooperativa de consumo
con el fin de adquirir los alimentos que necesitaban ellos y sus
familias a un precio menor al que reinaba en las tiendas
propiedad de los patronos.

Para lograr esa meta debían comprar los alimentos
al mayor directamente de los fabricantes o de los que los
producían en los campos o cultivos cercanos. La
mayoría de ellos eran discípulos de un reformista
inglés, Roberto Owen, a quien se considera,
históricamente, el principal precursor o inspirador de las
ideas cooperativistas. El día 21 de diciembre del citado
año 1844 abrió sus puertas la tienda propiedad de
ese grupo de consumidores y obreros de Roschdale. Hoy en
día el local que ocupaban en esa época es un museo
visitado, con gran respeto y admiración, por los
cooperativistas de todo el mundo.

Comenzaron vendiendo muy contados artículos, pero
poco a poco, y animados por el éxito que iban alcanzando,
aumentaron el número de productos alimenticios para la
venta. La victoria no se hizo esperar. Cada vez se incorporaban
más socios, vendían un mayor volumen de
mercancías y los ingresos iban en aumento. Cuantos
más productos adquirían de los fabricantes o
productores agropecuarios mejores precios iban
obteniendo.

Siendo cooperativa no tenía, claro está,
fines de lucro. Lo único que se pretendía era
obtener ahorros en la compra de los alimentos. Si quedaba alguna
ganancia en la tienda cooperativa al final del año, esos
beneficios económicos obtenidos se devolvían a los
socios en proporción a sus compras: quien más hubo
comprado a lo largo del año más excedentes o
beneficios económicos recibía al momento de la
distribución de éstos. De tal manera que nadie se
lucraba y todos se beneficiaban de la organización
cooperativa. Sin embargo, y con el deseo de que la cooperativa
fuera cada vez más grande y poderosa, los socios
decidieron dejar al menos parte de sus excedentes en la
cooperativa, a cambio de unos certificados a su nombre, que
podrían reclamar más adelante.

De los alimentos pasaron a la venta a los socios de
ciertos artículos del hogar, ropa, zapatos, etc., logrando
así también ahorros significativos en esos otros
rubros. Todo un éxito alcanzado gracias a la solidaridad
cooperativa. El ejemplo de Roschdale fue imitado por otros grupos
de obreros tanto en Inglaterra como en otros países
europeos y aún de otros continentes. Los trabajadores se
dieron cuenta de lo que pueden lograr si se unen, si se
organizan. A esas cooperativas e consumo siguieron otras de
ahorro y crédito, de producción artesanal o
industrial, agropecuarias, y de otros tipos, todas ellas uniendo
a los trabajadores, consumidores y usuarios, en un poderoso
movimiento económico de raíces populares, que dio
origen al llamado movimiento cooperativo.

De esas 28 personas que dieron vida a la primera
cooperativa en el año 1844 se pasó a la cifra
actual, muy respetable por cierto, superior a los 800 millones de
socios cooperativistas, según estimaciones hoy en
día de la Alianza Cooperativa Internacional.

Así nació el sistema socioeconómico
del cooperativismo que se basa en valores y principios que lo
diferencian tanto del sistema capitalista o de empresas privadas
con fines de lucro, como del estatismo.

¿Qué se ha conocido y conoce
como comuna?

El término comuna ha sido utilizado para
denominar diferentes organizaciones o entidades a lo largo de los
años. Si consultamos el diccionario nos hemos de topar
cono que se ha entendido entiende por Comuna un "conjunto de
personas que viven en comunidad", pudiendo ser comunidad
religiosa, económica, social o de cualquier otro tipo,
XXXXXXXX hay o las ha habido, siempre o casi siempre surgidas al
margen de la sociedad organizada. Podríamos decir que de
alguna manera es revolucionaria, que revoluciona el estatus, que
cambia lo usualmente admitido.

En el mismo diccionario se leerá que por comuna
se conoce una "Forma de organización social y
económica basada en la propiedad colectiva y en la
eliminación de valores tradicionales". Es así,
entonces, como el término comuna identifica un tipo de
empresa, de manejo de la propiedad y la producción,
inspirado en la solidaridad y el bienestar común.
Allí tal vez caben por igual -dentro de esta
definición- la ""comuna popular" china, los "soviets", en
los primeros tiempos de la revolución, el Kubertz y la
empresa socioproductiva que contempla la más reciente
legislación revolucionaria de Venezuela.

Por último, también en el diccionario se
lee que por comuna puede entenderse Municipio, conjunto de
habitantes de un mismo término. En este caso, la Comuna es
una subdivisión administrativa menor y básica, que
corresponde por igual a una zona urbana, rural o
mixta.

Es equivalente al municipio o concejo, u otras
instancias de administración local. El origen del nombre y
función proviene de la Edad Media, época en la cual
se designaba así a las ciudades italianas independientes
de un señor feudal.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

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