- Las lenguas
indígenas. - Las lenguas oficiales del Mercado
común. - Las otras lenguas resultantes de la
inmigración. - Los contactos
lingüísticos. - Desigualdad de las posibilidades
de supervivencia de las lenguas. - Balance.
- Resumen
Contrariamente a una serie de prejuicios, el panorama
lingüístico de América latina, lejos ser
homogéneo, se caracteriza por la cohabitación de
numerosas lenguas autóctonas de origen amerindia con el
español, el portugués,
otras lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos
contactos surgió una serie de cuestiones como la
estratificación de prestigio lingüístico o
también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la casi
totalidad de los grupos no hispanohablantes o no
lusohablantes está actualmente en una situación
crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales
dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del hogar
de la comunidad lingüística.
Las posibilidades para las lenguas minoritarias de gozar de un
prestigio más elevado, como factor de autodefinición
social, son por decirlo así nulas. En la mayoría de los
casos, es la supervivencia incluso de la lengua y la definición
cultural del grupo que está en
juego.
Emprender un estudio de las lenguas del Mercosur y de
Chile no fue una tarea
fácil, en particular, debido a la ausencia de datos sobre las numerosas lenguas
minoritarias y los distintos pueblos y grupos étnicos de
esta región del mundo. Si es aún posible obtener listas
y cifras relativas a las distintas lenguas amerindias habladas en
Paraguay, raros son los
países que incluyeron sistemáticamente la variable
lingüística en sus censos. A pesar de los esfuerzos de
la O.N.U. para establecer en todos los países un sistema de censo decenal conforme
a las normas mínimas de
precisión y comparación, numerosos son los países
que aún no consiguieron insertar sistemáticamente este
tipo de información. Los datos
oficiales sólo son para la mayoría simples estimaciones
o previsiones y pueden a menudo inducir a error.
Pues a menudo hemos debido satisfacernos con algunas
cifras bastante antiguas publicadas por la U.N.E.S.C.O., el
Britannica Book of the Year o por otros organismos que
divergían a veces entre ellos. La ayuda aportada por algunos
antropólogos y lingüistas de los países
interesados nos fue también preciosa. Distintos estudios
como las del Summer Institute of Linguistics de Dallas, el
Statistical report on the languages of the worlld (Gyula
DECSY, 1988) o también la obra de Grant MC CONNELL y Heinz
KLOSS (1978) nos permitieron tener una idea más o menos
precisa del peso de cada grupo de lenguas en
presencia.
No obstante, las investigaciones
demolingüísticas plantean numerosos problemas que confieren a sus
resultados un carácter dudoso. Algunas de
estas dificultades emanan de la dimensión heterogénea y
cambiante de la realidad que se debe cuantificar, de la
complejidad metodológica que implica la aplicación de
algunos métodos cuantitativos y,
finalmente, de las lagunas de las fuentes disponibles tanto del
punto de vista de la universalidad, de la fiabilidad como de la
comparabilidad. Otros proceden de la falta de estabilidad de
algunos conceptos teóricos fundamentales – lengua materna,
segunda, bilingüismo, etc. Es necesario contar, por ejemplo,
con las intervenciones políticas en los censos
lingüísticos. Algunos países en los cuales
conviven varias lenguas en situación conflictual no tienen
ningún interés en hacer tales
censos. Prefieren evitarlos por temor levantar controversias. En
otros países, los cuestionarios se hacen para minimizar la
importancia de las lenguas minoritarias en favor de la lengua
mayoritaria. Del mismo modo, en numerosos países, se recogen
informaciones estadísticas sobre las
lenguas escritas o sobre las lenguas oficiales. Se ignoran
entonces las lenguas habladas dentro de las fronteras, es decir,
las que no gozan de un estatuto oficial y que sólo son
orales.
A continuación, los criterios utilizados son
generalmente bastante rudimentarios ya que a partir del principio
que es indígena toda persona que vive en una reserva o
en una comunidad rural, conservando su método de vida tradicional
(prehispánico) y hablando una lengua vernácula. Ahora
bien, hoy día, se puede fácilmente constatar que en el
conjunto de los países latinoamericanos que poseen un
substrato indígena, los indios viven también en las
zonas urbanas, se escolarizan, trabajan, hablan español y
que algunos casi no utilizan ya su lengua. Derivándose
directamente de lo que acabamos de mencionar, la tendencia de
algunos indios a disimular su identidad debe también
tenerse en cuenta en un censo. Algunos preliminares
terminológicos nos parecen pues necesarios.
La demografía
lingüística utiliza como herramienta de trabajo el
concepto de « grupo
de lengua materna » (G.L.M.), definido como un conjunto
de hablantes que comparten una lengua materna determinada. Una de
las dificultades más considerables procede precisamente del
sentido que se da a la palabra lengua con relación a la
palabra dialecto. A nivel estrictamente lingüístico,
los dialectos son lenguas, porque constituyen códigos
sirviendo a la comunicación. Si se
desea a pesar de todo establecer una distinción, se puede
decir que « los dialectos son formas locales de una
lengua, bastante particularizadas como para definirse de manera
específica, pero cuya intercomprensión es más o
menos fácil entre las personas que hablan otra variedad de
la misma lengua » (C.I.R.A.L.).
En la realidad, la línea de demarcación entre
dialecto y lengua es bien vaga debido a las interpretaciones
posibles. El criterio de la intercomprensión permanece
así en la práctica muy difícil de aplicar. Esta es
la razón por la que se recurre a otros criterios para
distinguir una lengua de un dialecto que depende aún
más de consideraciones históricas,
socioeconómicas, políticas y demográficas que
lingüísticas. Así pues, un Estado considerará un
habla A como una lengua mientras que el Estado vecino lo considere
como un dialecto. Se imagina pues sin esfuerzos cuánto se
vuelve difícil, en estas condiciones, contar muy
precisamente las lenguas. A continuación, es necesario
destacar el problema de la distinción de las lenguas
habladas con relación a las lenguas escritas. Muy pocas
lenguas se escriben en el mundo. Se cuenta al máximo dos
cientas sobre más de seis mil siete cientas lenguas
existentes (C.I.R.A.L.). Ahora bien, es menos fácil
contabilizar lenguas habladas que lenguas escritas.
Para volver de nuevo al problema de definición de
« lengua materna », si para algunos la lengua
materna o nativa es enseñada por los padres durante la
infancia, generalmente antes
de los tres años; para otros, se trata de la lengua más
utilizada, de la que prevalece en la vida de un individuo aunque
su adquisición no datara de la prima infancia. Por
último, especialistas consideran, por su parte, que la
lengua materna es la que se domina mejor fuera de todas las
consideraciones que dependen de su utilización y de su
adquisición. El problema es de importancia, es necesario
reconocerlo, ya que mucho bilingües tienen dificultades para
definir su propia lengua materna, en particular, en
situación lingüística compleja como es el caso de
Paraguay.
Por lo que se refiere al comunidad
lingüística, william LABOV (1974) lo define como
comunidad que se caracteriza « por un acuerdo
explícito en cuanto al empleo de los elementos de la
lengua ». Jean-Baptiste MARCELLESI y Bernard GARDIN
(1987, p.146-147), basándose en esta definición,
critican su concepción unificando de la norma:
Ainsi, nous appuyant sur les données
mêmes de Labov, nous semble-t-il
impossible de garder la définition de la communauté
linguistique que donne celui-ci : comme
« unifiée par un ensemble de normes ». Nous préférons plutôt
la définir du point de vue linguistique comme un ensemble
de groupes, qui entrent en rapports dialectiques dans le
même processus de création d’un ensemble de
normes dominé par la norme de la classe dominante mais sans cesse remis en
cause. Nous avons vu [chez Labov]
qu’en opposition au phénomène lié
à une profonde insécurité linguistique, la classe
ouvrière était moins encline à abandonner sa
propre structure de variation linguistique.
En cuanto a la caracterización del
bilingüismo, cuestión que no dejará de plantearse
en el momento de mencionar los hablantes de lenguas
indígenas, allí aún las opiniones divergen. Se
extienden sobre una escala que va de un extremo (las
definiciones que ofrecen una concepción estricta del
fenómeno del tipo « el bilingüismo consiste
en una soberanía total,
simultánea y alternante de dos lenguas ») que
designa el bilingüismo como el hecho de hablar una segunda
lengua cualquiera que sea su grado de conocimiento. Nos parece pues
razonable definir el bilingüe como una persona que posee
competencias casi equivalentes
en dos lenguas y capaz de utilizar una u otra en cualquier
circunstancia con la misma eficacia. Esta definición no
esquiva por supuesto completamente otros problemas como la
« medida » del bilingüismo.
A pesar de las dificultades encontradas, vamos a
intentar, con este artículo, eliminar de los espíritus
representaciones a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos
grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní
aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la diversidad y la
complejidad de un subcontinente multilingüe con todas las
formas que este multilingüismo puede tomar: las lenguas de
substrato indígena primeros hablas del continente
(guaraní, quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades
araucanes y tupies), las lenguas
« oficiales » causa del retroceso de las
primeras (portugués y español), las variedades criollas
nacidas en las zonas de contactos culturales y
lingüísticos español-portugués (el
portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas
resultantes de la inmigración.
Señalaremos las tensiones posibles y sobre todo intentaremos
hacer comprender que la adaptación lingüística, en
cada entidad nacional – como para el Mercosur y Chile en su
conjunto – no puede considerarse sobre el método de la
simplicidad por razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica,
en primer lugar, el conocimiento de este
último sino también la de los factores que contribuyen
al mantenimiento o al retroceso
de las lenguas.
La situación de las lenguas indígenas del
Mercosur es bastante compleja. Aparte de la implantación del
español y del portugués, Sudamérica sufrió
dos olas de conquistas lingüísticas entre el XIVº
y el XIXº siglo. En primer lugar, la
« quechuisación » nacida de la
extensión imperial de los Incas luego perseguida por los
misioneros y los conquistadores que veían en ella un medio
de comunicar con todo el pueblo indígena. Luego, la
« araucanisación » debida a la
extensión mapuche de Chile hasta Cuyo, la Pampa y Patagonia. Estos dos procesos hicieron que
numerosas variedades y lenguas regionales
desaparecieron.
Hoy día, si en el conjunto de América latina,
la lengua, la religión, la arquitectura, la educación y otros aspectos diarios
son el reflejo de la cultura europea, las
tradiciones africanas e indias siguen presentes a través de
las manifestaciones culturales y algunos elementos de la vida
corriente excepción hecha sin embargo de Uruguay donde ya no es posible
encontrar comunidades indias según las informaciones
proporcionadas por la Asociación Indigenista del Uruguay
(A.I.D.U.) y la Asociación de Decendientes de Charruas
(A.D.E.N.C.H.).
Con el fin de elaborar esta sección, debimos
consultar una serie de clasificaciones filológicas por
grupos y familias de lenguas a menudo incompletas y pasadas y es
sin precisar que los autores asignan a veces nombres diferentes
para la misma lengua o el mismo grupo étnico. Brasil constituye un caso
típico: aunque se trate del país más que posee
lenguas, los datos demográficos, cuando existen, se limitan
generalmente a simples estimaciones y se observan divergencias
obvias entre las cifras que emanan de fuentes oficiales y las de
las fuentes privadas. Examinamos también estudios relativos
a los grupos étnicos en presencia en cada país
suponiendo que algunos de ellos habían debido conservar
sus(s) lengua(s) materna(s).
Pues decidimos utilizar al mismo tiempo las informaciones que el
conjunto de los institutos indígenas de la región
quisieron enviarnos, los datos que pudimos obtener en Internet y sobre todo la obra que nos hizo
llegar Grant MC CONNELL, profesor de la Universidad Laval, La
composition linguistique des nations du monde, volume 3 :
« L’Amérique centrale et
l’Amérique du Sud » (1978).
Añadamos por otra parte que, como pudimos verlo
durante esta primera sección, la situación de las
lenguas autóctonas de la región es muy variable. Si se
intenta establecer una correlación entre el grado de
resistencia de una lengua a la
precarización y el número de sus usuarios, se constata
que lenguas como el quechua y el guaraní gozan de una
posición cómoda en comparación con
algunos otros hablas amerindios como el anambé, lengua de
Brasil, que sólo conta con siete hablantes según el
Summer Institute of Linguistics de Dallas. Si se toma
precisamente para marco el caso de Brasil, se constata que la
mayoría de las dos cientas lenguas indias habladas en el
país sólo está utilizada por muy pequeñas
comunidades, lo que deja mal augurar de la suerte de las que son
aún válidas. Muchas lenguas de la familia tupi antes
presentes a lo largo del Amazona y en el Estado de Rondônia,
cerca de la frontera boliviana, ya desaparecieron, en particular
el apiaká y el puruborá. De la gran familia gê que antes
incluía un gran número de lenguas, queda pocos
miembros. Se puede esperar que estas distintas lenguas serán
aún válidas durante un relativamente largo
período. No obstante, permanecen expuestas a la peligrosa
competencia del español y
del portugués, en particular en el ámbito de la
escuela donde casi nunca se
enseñan.
2. Las lenguas oficiales del
Mercado común.
Según Louise Dabène (1994, p.p. 41-42):
On qualifiera ainsi de langue officielle la
langue utilisée par les institutions d’un Etat,
aussi bien dans ses usages intérieurs que dans ses
relations avec les autres pays, de langue nationale une langue parlée sur le territoire
national. Bien que les deux notions se recoupent en partie
(Jucquois, 1991), elles ne sont cependant
pas absolument synonymes […] Les critères qui
peuvent jouer dans le choix, par un Etat, de sa langue
officielle relèvent de considérations très
variées : idéologiques, politiques, sociales,
voire économiques, et le linguistique n’y occupe
qu’une part très restreinte.
Todos los Estados soberanos del mundo adoptaron al menos
una lengua oficial dentro de sus fronteras respectivas. En varios
casos, la lengua oficial corresponde a la lengua mayoritaria de
la población. A veces, es
una lengua minoritaria nacional que se impone al conjunto de la
población. A menudo, es una lengua minoritaria extranjera
que hace las veces de lengua oficial de la nación. En todos los
Estados donde la lengua oficial no corresponde a la lengua de la
mayoría de la población, la lengua impuesta es la de la
élite política. Por último sucede que
Estados reconocen más de una lengua oficial, es decir
conceden al menos jurídicamente el estatuto de igualdad a dos o varias
lenguas.
La lengua nacional, concepto bastante reciente en
América latina, se define por su parte como la lengua
reconocida como expresión de una etnia que forma parte de la
nación. Se entienden por « lengua
nacional » no sólo la oficialización y la
normalización de una
variedad escrita sino también su difusión a todos los
ciudadanos sobre el conjunto del territorio nacional y en todos
los ámbitos de la vida pública.
Ahora, si se deja de lado la situación
lingüística de los países que se crearon al margen
de los imperios españoles y portugueses, se constata que son
las lenguas habladas en estos países que dominan
América latina en general y en el Mercosur en particular.
¿Cómo explicar este fenómeno? Es lo que vamos a
intentar hacer a lo largo de esta sección abordando a su vez
la introducción de estas dos
lenguas en el territorio sudamericano, su peso respectivo en el
mundo actual y su evolución.
La lengua española es resultante de una gran mezcla
de lenguas. Superponiéndose a los hablas de los antiguos
asentamientos de la Península Ibérica, la invasión
latina (218 antes de J.-C.) dio lugar a la formación de un
latín vulgar hispánico que constituye la base del
español. Las invasiones germánicas comenzadas en 409
dejaron a continuación numerosos rastros en el léxico
y, en 711, las tropas árabes aportaron nuevos conocimientos
y técnicas que perpetuaron
su vocabulario. la reconquista cristiana sobre los árabes
que duró ocho siglos (hasta la caída de Granada en
1492) creó fronteras dialectales esencialmente orientadas
norte-sur. Las grandes zonas así creadas dieron nacimiento
al ámbito catalán, aragonés, navarro, castellano, asturoleonés y
gallego. Las palabras cogidas existieron a lo largo del siglo
XVIII durante el afrancesamiento de las costumbres y de la
lengua. La difusión de la lengua y la cultura españolas
en Sudamérica por su parte se efectuó a partir del
siglo XV, a través de la colonización.
El primer viaje del navegante genovés
Cristóbal COLON no habría sido más que una
hazaña marítima – de importancia ciertamente – si no se
hubiera inscrito en la política expansionista del reino de
Castilla. Es con su segundo viaje que comienza realmente la
colonización española gracias a la bula pontifical
Inter Cætera (1493) y el Tratado de
Tordesillas (1494). En 1494, Cristobal COLON funda en la isla
española Hispaniola, hoy Haití, un factoría. En
1496, crea la Isabelita en Santo Domingo todavía sobre el
modelo comercial de los
contadores portugueses en África. No obstante, sólo es
a partir de 1502 que España se compromete en una
verdadera política de colonización. La ocupación
de las tierras se extiende a Puerto Rico (1508) luego a
Cuba y Jamaica (1511). A
partir de 1519, el empuje español se concentra en la
conquista del continente. CORTÉS somete al imperio azteca en
1521, y de esta posición estratégica, los
españoles se dirigen hacia el Pacífico y
Centroamérica.
La conquista de Sudamérica sólo comienza a
partir de 1529. Del corazón del imperio de los
Incas, los conquistadores se incorporan a Alto Perú luego
combaten la difícil conquista de Chile, para sobrepasar la
vertiente oriental de los Andes. Es de España en cambio que van las
expediciones para el río de la Plata y Paraguay. Esta
empresa colonial es la
más original y su herencia más duradera ya que
la estructura política y
social de la América española durará más de
tres siglos.
Al principio de la colonización se mezclan hombres
procedentes de todas las regiones de España. Comienza
entonces la gestación de la lengua hispano americana. Las
experiencias vividas en ultramar, un contacto con un diferente
contexto geográfico y las lenguas de las poblaciones nativas
modifican el esquema lingüístico de los colonos.
América aporta en intercambio una serie de neologismos a
España. Los siglos XVII y XVIII ven la dimensión
americana del español intensificarse. En el siglo XIX, la
independencia y el nacionalismo acentúan
aún más esta tendencia que termina por reducirse
durante el siglo XX mediante la nivelación
lingüística creada por los medios de
comunicación: libros, cine, radio, prensa y televisión.
El portugués por su parte nació del latín
cuyas alteraciones fonéticas dieron al portugués
galaïco. Esta lengua misma se dividió en dos a causa de
las influencias germánicas y árabes. Una rama se
convirtió en el castellano. El portugués galaïco
era una lengua de tribunal y poesía para eso ofrecida
a la doble influencia francesa: la lengua de Oc y la lengua de
Oïl. Al final del siglo XIII, el sexto rey de Portugal
(1270-1290), declara al portugués lengua nacional y crea a
la primera universidad, lo que contribuye de una manera decisiva
al desarrollo y a la
fijación de la lengua.
Durante el siglo XV comienzan los viajes de descubrimiento de
los portugueses en el Atlántico. En casi todos los lugares
donde los portugueses llegan, establecen depósitos e inician
relaciones comerciales con el pueblo local. Así el
portugués es la primera lengua europea que se extiende por
el mundo: la lengua de los primeros pasos diplomáticos en el
en ultramar y la lengua del comercio intercontinental.
Durante el siglo XVI, gracias a su red de puertos-factoría, Portugal tiene
el conjunto del comercio en el océano índico, el Golfo
Pérsico y el de Bengala, los mares de China y Japón. En 1500, Pedro
ALVARES CABRAL descubre Brasil. La explotación del país
comienza realmente a partir de este tiempo gracias a la madera tintórea, pau
brasil, dando su nombre a Brasil y a la caña de azucar. Las poblaciones
indígenas que son poco numerosas e inaptas en los trabajos
agrícolas que se les piden, los Portugueses adoptan, como
alternativa para los indios, la importación de esclavos
negros de África que da lugar a un mestizaje tanto
negros/indios como blancos/negros. Gracias al Tratado de
Tordesillas, los bandeiras de São Paulo exploran las
tierras brasileñas en busca de recursos mineros. La empresa que se revela
rentable, da lugar a numerosas contribuciones de poblaciones
blancas y negras en el resto del país. Es notable constatar
que a pesar de este crisol de razas, una nación
brasileña se constituye con sus propias lenguas y culturas,
influidas por supuesto por la contribución africana.
Contrapeso de esta implantación, las tribus indígenas,
como los indios de Amazonia, son en vías de extinción
tanto a nivel demográfico como cultural,
lingüístico e industrial (0,14% de la población
global).
Hoy día, el portugués de Portugal conoce una
importante influencia brasileña que, mediante su
difusión de información,
« contamina » el léxico peninsular. Como
contrapartida, las metamorfosis lingüísticas a las
cuales el portugués dio lugar, de Brasil a África y al
Oriente, en el punto de pasar a ser durante los siglos XVI y XVII
una lingua franca en los puertos de la India y del sudeste
asiático, lo ilustran bien. Las modificaciones de la lengua
portuguesa se continuarán tanto hasta el siglo XX en la
grafía como en la evolución fonética.
Históricamente, se ha enfrentado el portugués
y el español. Durante el siglo XVI, el portugués
atraviesa una grave crisis: el país pasa en
1580 bajo la férula española lo que se continuará
hasta 1640. No obstante, ya antes de este tiempo, numerosos
intelectuales se han vuelto hacia el italiano y el español,
algunos olvidando simplemente su propia lengua como el famoso
autor Jorge DE MONTEMAYOR. La restauración causa numerosos
alborotos lingüísticos y la influencia francesa
comienza a surgir.
Estas dos primeras partes sobre las lenguas oficiales e
indígenas del Mercosur y de Chile ya nos permiten plantear
un primer problema. La lengua no desempeña siempre un
papel unificador o de
cohesión. Un simple vistazo a la situación de las
lenguas indígenas de América latina basta para
desmontarnos el contrario y el efecto a veces devastador que
puede tener una lengua sobre otros. Para las comunidades
minoritarias el español desempeña en primer lugar un
papel de imposición, luego de lengua de trabajo o incluso de
instrumento de defensa personal (en el sentido
jurídico del término). Al igual que el portugués,
el español no permitió unificar a una comunidad
nacional sino sirvió bien el proceso de colonización
interno y sometimiento las grandes comunidades indígenas. La
hispanización y la lusonización se revelaron formas
más agresivas de destrucción cultural.
Este aspecto debe por supuesto tenerse en cuenta en el
marco de una educación que se da por objetivo la difusión del
español y el portugués en la región del Mercosur.
En primer lugar porque eso corre el riesgo de conducir al no
desarrollo cultural, personal y psicológico de la
población infantil de dichas comunidades. Luego, porque eso
hará del español y el portugués las lenguas
dominantes de una organización política y
social que no incluye a estas comunidades. Es en el sentido que
las lenguas españoles y portugueses en América latina
causan un proceso de oferta social,
colonización interna y discriminación: en
algunas regiones indígenas, las familias no quieren que sus
niños siguen aprendiendo
su lengua ya que sienten que se prepararán mejor con el
español y el portugués.
3. Las otras lenguas resultantes
de la inmigración.
Basta con echar un vistazo a la historia de las lenguas oficiales, de las
lenguas indígenas y hablas de los países de la
región para darse cuenta del papel fundador jugado por las
migraciones. Además de la colonización española y
portuguesa que generó nuevas situaciones
lingüísticas en América latina, la
inmigración contribuyó mucho a heterogenizar la
situación sudamericana.
Es difícil cuantificar las migraciones si no se
dispone de investigaciones o estudios especializados y éstos
son raros. Las estimaciones de los censos sólo proporcionan
instantáneos de un flujo más dinámico de personas.
Gran parte de la investigación y la atención de los
responsables se orienta hacia las migraciones de los rurales
hacia las ciudades. En algunas partes del mundo, sin embargo,
como en América latina, las migraciones intrarurales
constituyen un flujo mucho más importante. Las migraciones
entre las ciudades y de las ciudades hacia el campo complican
aún más los esfuerzos desplegados para incluir las
migraciones a partir de una información sobre la
localización de las personas durante los tiempos de
censo.
Con el fin de dar cuenta de la situación de las
otras lenguas dominantes de la región, de nuevo utilizamos
los pocos materiales existentes, en
particular, los censos establecidos por algunos Ministerios de
Interior y las investigaciones de Heinz KLOSS y de Grant MC
CONNELL. Esta obra que contabilizaba las lenguas habladas en
América latina aún nos planteó una serie de
problemas. El más importante es la antigüedad
incuestionablemente de sus datos que datan del final años
setenta. Por otra parte, no siempre se sabe exactamente a
qué clasificación se refieren las cifras citadas,
representando a veces el número de extranjeros que hablan
dada lengua, a veces, el de las personas teniendo por lengua
materna la lengua citada, etc.
Varios factores deben considerarse. Algunas lenguas
parecen ser más resistentes que otras. El tamaño de la
comunidad, la reagrupación, el aislamiento de los hablantes,
la política del país de residencia, el estatuto de las
lenguas, el de los hablantes, el papel de la escritura, el de las religiones son entonces tantos factores que
se deben tener en cuenta. Pero todos estos elementos pueden
actuar en direcciones diferentes y a veces el mismo factor puede
jugar en los dos sentido. Una lengua minoritaria podrá
desaparecer porque es minoritaria desde un punto de vista
instrumental o al contrario durar porque minoritaria y amenazada
simbólicamente. No olvidemos tampoco que en las parejas
lingüísticamente heterogéneas (uno que habla la
lengua del país de residencia y el otro no), cuando
solamente uno de los padres lleva todo el peso de la
transmisión, la lengua extranjera tiene todas las
oportunidades de desaparecer.
El emigrante que se instala en una sociedad diferente a la suya se
somete a una doble presión. Por una parte, debe
integrarse a la sociedad y del otro, sintiéndose diferente,
tiende a buscar la compañía de sus compatriotas. De
hecho, más difícil será su integración, más fuerte
será su tendencia a codear con los que comparten sus
prácticas culturales. De hecho, si es importante conocer el
volumen total de los
inmigrantes que residen en un país o en una ciudad, es
igualmente esencial distinguir la diversidad de situación en
que viven. Así pues, existe una primera diferencia entre los
que llegan con un trabajo estable o con posibilidades
profesionales bien remuneradas y los que llegan, por ejemplo,
huyendo de la miseria y buscando un empleo precario que les
permitirá subsistir. La divergencia entre estas dos
categorías da lugar a una multitud de situaciones
intermedias. El círculo vicioso que se establece –
ignorancia de la lengua que limita los contactos y falta de
contacto que impide la adquisición de la lengua – puede sin
embargo ser compensado con la escolaridad (por lo que se refiere
a los niños muy al menos). Aún es necesario que un
conjunto de medidas se tome con el fin de acoger a estos
alumnos.
Precisemos finalmente que de manera general, las
minorías inmigrantes no obtienen ningún derecho
lingüístico. Cuando pueden contar con derechos, se trata de derechos civiles
concedidos en el mismo concepto que a todos los demás
ciudadanos sobre una base personal, como el derecho de voto, el
derecho a hacerse oír en un curso de justicia por medio de un
intérprete, etc. A veces, algunos Gobiernos concluyen
acuerdos con otros Gobiernos con el fin de favorecer el aprendizaje de la lengua
materna en las escuelas del país de recepción. Así
pues, el Gobierno francés
aceptará que niños de origen marroquí aprenden
árabe en la medida en que ciudadanos franceses
obtendrán las mismas ventajas en Marruecos. En resumen,
normalmente, solamente las minorías nacionales gozan
derechos lingüísticos.
4. Los contactos
lingüísticos.
La introducción alrededor de los años 1950 del
concepto de contacto en el ámbito de la
lingüística abrió el campo a numerosos estudios
sobre los bilingüismos y sobre la influencia que una lengua
puede tener sobre otra, sobre todo por las palabras
cogidas.
Cuando se menciona el tema de los contactos
lingüísticos, conviene recordar que estos últimos
pueden tomar distintas formas: contacto de una lengua oficial y
de una lengua indígena, contacto de dos lenguas oficiales,
contacto de dos lenguas indígenas, o incluso de dos lenguas
oficiales y de una lengua vernácula como es el caso de la
provincia de Misiones (espagnol-portugais-guaraní), etc. Por
esta razón las lenguas y las variedades comunes a los
países del Mercosur y a Chile, no son tan homogéneas
que se podría pensarlo. Por ejemplo, cuatro de los
países sobre los cuales lleva nuestro estudio son
hispanohablante. Sin embargo, basta con escuchar hablar un
argentino, un chileno, un paraguayo y un uruguayo con un
mínimo de atención para darse cuenta de que si hablan
en teoría la misma lengua,
variaciones fonéticas y léxicas la vuelven plural. Si
estas particularidades lingüísticas consustanciales a
cada país no obstruyen generalmente la
intercomprensión, nos parece sin embargo importante de
mencionarlos en el marco de una interrogación sobre la
elección de la norma lingüística que debe
difundirse (norma peninsular o de otro país).
Este problema está por supuesto vinculado
íntimamente al concepto de lengua standard (aplicable a
todas las lenguas), sobre todo estudiado por los lingüistas
de Europa central y oriental del
círculo de Praga en los años treinta y que se opone al
habla popular y a los dialectos regionales. Éste se define
en primer lugar por sus funciones y difiere de la lengua
popular en lo que puede desempeñar un mayor número de
papeles, que se utiliza en los más de ámbitos de empleo
y que ejerce más funciones que la lengua popular. En otros
términos, « la lengua standard suministra las
necesidades espirituales y materiales de la colectividad cuyo
lenguaje popular no puede
satisfacer. Son sobre todo las necesidades de expresión que
colocan las esferas características de una
civilización avanzada, como las cartas y las Bellas Artes, las
ciencias y la tecnología, la ley y la
administración » . Y el mismo autor
añade: « es pues su papel cultural más bien
que su normalización, en el sentido de uniformidad
codificada (aunque este último también se aplica), que
caracteriza una lengua standard ».
La lengua standard se basa en una estructura estable,
sobre todo desde el punto de vista de las normas gramaticales y
ortográficas, lo que es esencial para el papel cultural y
educativo que desempeña, ya que debe servir de marco de
referencia seguro ante la variación
dialectal y a las alternativas del lenguaje popular. Para la
microvariación, se llega a esta estabilidad por la
codificación que, idealmente, debe ser bastante flexible
para no obstaculizar toda evolución. Los lingüistas del
círculo de Praga tienen mucho hecho hincapié en este
último aspecto y lucharon contra los puristas que intentaban
imponer una norma rígida. La lengua standard debe permitir
expresarse de manera exacta, rigurosa y abstracta. Esta tendencia
a una precisión cada vez más grande en la
formulación del pensamiento se refleja sobre
todo en la estructura léxica y gramatical de la lengua: a
nivel léxico, por el desarrollo de los vocabularios
especializados; a nivel gramatical, por el perfeccionamiento de
mecanismos sintácticos permitiendo la formación de
frases completas y lógicamente estructuradas.
Teóricamente existe dos maneras de concebir la
norma. En primer lugar, la concepción que se podría
llamar « estadística » o
simplemente « lingüística »: la
lengua sin las divergencias, la idea que exista un uso no
marcado, frecuente, medio, ni demasiado distinguido, ni demasiado
popular. El concepto de lengua standard corresponde a esta norma.
La segunda concepción hace referencia a la norma
« prescriptiva », es decir: « no
diga eso sino eso… ». Es generalmente a esta
concepción que se refiere en el marco uso corriente. A este
respecto William LABOV observa que existe una clase de consenso
sobre « el bien hablar », cualquiera que sea
el resultado efectivo de los hablantes. Es necesario pues
distinguir el aspecto objetivo de la norma (factor de
unificación de las prácticas lingüísticas) de
su aspecto valorable (una gran diversidad en cuanto al resultado
objetivo puede acompañarse de una completa identidad en
cuanto a la evaluación
subjetiva).
A partir de estas explicaciones, se constata que durante
mucho tiempo se tendió considerar el español y el
portugués sudamericanos como dos conjuntos a la divergencia del
español de Madrid y el portugués de Lisboa. Esta es la
razón por la que en España, la lengua española no
se llama español sino castellano, único
término utilizado en los textos jurídicos de
España, tanto para el Estado español como para las
distintas comunidades autónomas, para hacer referencia a la
lengua oficial del Estado. Cuando se utiliza una expresión
como « lengua(s) española(s) », es para
designar una de las lenguas habladas en el territorio
español, la lengua hablada en Sudamérica o en otros
lugares en el mundo.
Constitución española,
1978.
Artículo 3.
1. El castellano es la
lengua española oficial del Estado. […]
2. Las demás lenguas
españolas serán también oficiales en las
respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus
Estatutos. […]
Son estas interferencias lingüísticas que nos
proponemos estudiar en la sección siguiente con el fin de
dar cuenta, una vez más, de la diversidad
lingüística de la región y plantear un problema
importante: ¿cúal español/portugueses enseñar
en el marco del acuerdo de reciprocidad lingüística del
Mercosur y de Chile, ya que será esta variedad que se
difundirá en las poblaciones a y que se integrará en el
uso general?
5. Desigualdad de las
posibilidades de supervivencia de las lenguas.
El trabajo de censo que acabamos de efectuar, para
útil que esté en el marco del estudio de la
situación lingüística del Mercosur y de Chile,
sólo constituye un aspecto de la realidad. Es importante no
sólo saber cuáles son las distintas lenguas en
presencia sino también conocer sus posibilidades de
supervivencia, los factores contribuyendo a hacerlos retroceder o
incluso desaparecer y también las que tienden a hacerlas
durar, elementos que no se pueden ignorar en el marco del estudio
de la planificación
lingüística del Mercosur y Chile.
En efecto, como vamos a poder constatarlo a lo largo
de esta sección, la concepción darviniana de la lucha
para la vida puede transponerse en el ámbito de la
lingüística. En el mismo concepto que los hombres,
entre otras cosas, las lenguas están en competencia para
mantenerse vivas y sólo lo logran una a costa de la otra. La
soberanía de las unas sobre las otras y el estado de
precariedad al cual estan conducidas las lenguas dominadas se
explican por la insuficiencia de los medios de los que disponen
para resistir a la presión de las lenguas dominantes. Nos
proponemos pues durante esta quinta sección abordar
brevemente los factores de extinción y mantenimiento de las
lenguas.
5.1. El factor físico.
Como lo destaca Claude HAGÈGE en Halte à la
mort des langues (2000, p. 15), « las lenguas vivas
no existen en sí, pero por y para los grupos de individuos
que las usan en la comunicación
diaria ». Entendamos pues que si las lenguas
acompañan a los grupos humanos, desaparecen con ellos o, al
contrario, si son numerosos, ellas se difunden en su estela, como
comenzamos a verlo con los casos del español y el
portugués en la sección 2 de este artículo. En
efecto, una lengua desaparece generalmente porque ya no tiene
suficientemente hablantes para garantizar un mínimo de
comunicación. Se constata así que si el quechua y el
guaraní están en situación « más
sana » que el wichí, es que son hablados por un
mayor número de hablantes (el guaraní es hablado por
más de los tres cuartos de la población paraguaya, al
sur de Brasil y al noreste de Argentina). Así mismo
citemos el caso del mapudungu, lengua de los Mapuches de Chile
vigorosamente defendido por sus numerosos hablantes.
El caso más simple de muerte de una lengua es la
desaparición de sus hablantes. Citemos a este respecto el
caso de Uruguay, un país sin indios, único caso de este
tipo en América latina, ya que se exterminaron a las
poblaciones de origen, en particular los Charrúas que el
general CLAVARÁ atrajo en un guet-apens fatal en 1831 de
ahí desaparición de toda lengua indígena en el
territorio.
Otros factores de carácter demográfico
contribuyen también a la desaparición de las lenguas
escasas aunque el número de hablantes de una lengua en
absoluto no es siempre fácil de evaluar ya que, en muchas
etnias donde la cultura está en perdición, los miembros
del grupo que se reivindican como tales no son necesariamente
hablantes de la lengua autóctona. Citemos sin embargo, la
disminución de la natalidad – que, para los grupos
minoritarios, tiene como efecto de acentuar la decadencia
demográfica y, por consiguiente, reducir peligrosamente los
factores de resistencia -, los matrimonios exogames (mixtos)
favorecen las fuertes lenguas apresurando la tendencia a la
asimilación, la inmigración extranjera masiva
dañina para una lengua minoritaria a nivel nacional pero
mayoritario localmente ya que pudiendo disminuir a un grupo
lingüístico sobre su propio territorio (recordemos a
este respecto que el minorisation por sumersión se
practicó con éxito ante grupos
autóctonos, en particular, por los Españoles y los
Portugueses), los desplazamientos, reinstalaciones, deportaciones
de los hablantes que tienen un un efecto negativo sobre la
conservación de las lenguas, etc.
De las relaciones de fuerza entre las lenguas se se
pone en evidencia un constante: se expulsan una u otra en el
mismo espacio geográfico para acercarse lo más posible
del monolingüismo (el C.I.R.A.L. llama esta ley la
« dinámica geográfica
de las lenguas »). Jean LAPONCE especialmente
desarrolló bien esta teoría:
Les langues opèrent comme si elles
étaient des espèces animales, et les individus qui
les parlent des territoires à ressources restreintes.
L’idéal, pour une langue, c’est de
contrôler tout le terrain. A défaut d’obtenir
cet idéal, une langue « cherchera »
à s’assurer des positions stratégiques
dominantes […]. (Langue et territoire, 1984, p.
32)
En una situación de cohabitación
lingüística, la lengua dominante tiende a convertirse
en la única, tanto en la función de comunicación
interpersonal como en las funciones de definición, promoción social y unidad
nacional. Normalmente, la lengua logra su objetivo si las
relaciones de fuerza juegan en su favor y según la forma en
que las lenguas se distribuyen en un territorio dado. De hecho,
si una lengua minoritaria no llega a formar una masa territorial
homogénea, le será casi imposible resistir a la
asimilación. Por esta razón las lenguas pretenden
agruparse para ejercer su predominio sobre
« su » territorio. Ahora bien, lo vimos, se
dividen a menudo las numerosas minorías del Mercosur y de
Chile entre varios Estados: el quechua se habla en Perú,
Chile y Argentina, mientras que el guaraní ocupa una extensa
superficie continua que cubre parte de Brasil, Bolivia, Argentina y todo el
Paraguay. Transfronterizas, estas lenguas están respaldadas
ampliamente por los países vecinos donde el número de
hablantes es muy importante. Minoritarias en un territorio dado,
permiten a habitantes de país diferentes entenderse. Esta
dispersión geográfica tiene un doble efecto: contribuye
a reducir las fuerzas de resistencia a la lengua dominante y
genera lo que Xavier ALBO llama la « plaga de la
fragmentación dialectal »:
Ces différents dialectes du quechua pourraient en fait être
classés en deux groupes de « langues »
ou plus, appartenant à la famille quechua […]
si les démarches en vue de la reconnaissance officielle
du quechua devait aboutir, il serait d’autant plus
souhaitable d’arriver à une normalisation standard
uniforme, assez flexible pour y
faire entrer les variantes locales, raffermissant ainsi
l’esprit de corps
« panquechuiste ».
Ciertamente, numerosas minorías consiguen
permanecer geográficamente concentradas en un territorio
dado. Con relación a un conjunto nacional, estas
minorías se agrupan localmente, a veces regionalmente, en el
punto formar mayorías allí donde se concentran. Estas
minorías resisten entonces más fácilmente a la
tendencia asimilativa de la mayoría nacional y conservan
entonces su identidad y su lengua o son completamente olvidadas
como, por ejemplo, algunas comunidades indígenas de Brasil.
Por ello gracias a la protección del océano el rapa nui
dañado se mantuvo durante tanto años a pesar de su
número reducido de hablantes. Es también porque se
extendió sobre un eje norte-sur, a lo largo de un pasillo
interandino limitado al oeste por los llanos costeros de los
colonos y al este por las cumbres de la cordillera que de el
Aconcagua (7.021 m) en Argentina al Chiborazo (6.310 m) o al
Cotopaxi (5.896 m) en Ecuador constituyen una barrera
difícilmente pasable que el quechua se extendió y se
mantuvo.
De hecho, el aislamiento y la concentración
geográficos constituyen otros factores no jurídicos que
contribuyen a perpetuar la supervivencia de una lengua, ya que
ellos permiten evitar la absorción de las lenguas
minoritarias por las lenguas mayoritarias. Añadamos incluso
que la concentración y el aislamiento deben hacerse fuera de
las ciudades. En efecto, la ciudad es el lugar en primer lugar
donde se concentra la administración y los
funcionarios. Se trata también de un importante centro
económico. Esto explica porqué los campesinos a menudo
son atraídos por la vida urbana donde esperan encontrar una
mejor situación económica. Cuando una población
renuncia a su método de vida por razones
socioeconómicas, renuncia al mismo tiempo a sus actividades
tradicionales. La consecuencia lingüística a plazo
más o menos corto es aquí también el retroceso o
incluso la extinción puesto que la lengua de vehículos
de estas actividades, la lengua autóctona, no encuentra ya
su lugar.
Las relaciones comerciales implican la comunicación
lingüística y cuando no hay lengua en común, un
lenguaje de relación se impone. La máquina
económica y, por lo tanto, las estructuras administrativas
coloniales y postcoloniales tuvieron en la región que nos
interesa dos solos medios de expresión: el portugués en
Brasil y el español en los otros países. Esto explica
la decadencia de las lenguas amerindias. En efecto, las
estructuras económicas establecidas por las poblaciones
hispanohablantes y lusohablantes quienes se han convertido en
mayoritarias volvieron el conocimiento del español y el
portugués cada vez más necesario para las poblaciones
autóctonas en cuanto estos últimos, que han quedado
minoritarios y dominados en sus propios territorios, desearon
entrar en relación verdadera con el nuevo sistema ha
espacios de inserción profesional. Por consiguiente, la
conservación de una aptitud bilingüe se volvió
cada vez menos justificable (desde el punto de vista de las
comunidades) en que la mayoría de los padres planteaban el
problema del aprendizaje en términos de
costes y rendimientos: la transmisión de las lenguas indias
tendió juzgarse inútil respecto a la posibilidad de
integración del niño
En el mismo orden de ideas, el imperialismo del inglés ocupa un lugar
destacado entre los factores de retroceso y muerte de las
lenguas. Las causas económicas y sociales, en absoluto deben
tenerse en cuenta antes de todas las otras. El inglés que,
siendo la lengua de las sociedades más
industrializadas, es el principal beneficiario del choque entre
comunidades cuando una es económicamente más fuerte que
otra, adquiere, gracias a esta supremacía, un peso aún
más considerable, de carácter político, que, a su
vez, aumenta su poder de presión. Una consecuencia de este
estado de hecho es la supremacía del monolingüismo
anglófono y la idea que asocia a los países
multilingües al subdesarrollo y al retraso
económico, social y político o considerado como una
etapa negativa y breve sobre el camino que debe llevar al solo
inglés (Claude HAGÈGE, 2000, p. 144). En efecto, el
número de lenguas de un país y el nivel de vida de sus
habitantes tienden a ser contrariamente proporcional (Joshua
FISHMAN, 1968).
Se constata sobre la base de las cifras establecidas en
1990 por Michael KRAUSS (1992, p.p. 4-10) que las mayores
concentraciones de lenguas amenazadas se encuentran en las
regiones del mundo donde dominan condiciones de subdesarrollo
mientras que la mayoría de los ciento setenta Estados que se
pueden considerar como soberanos, es decir, no dependiendo
políticamente de ningún otro y constituyendo una
entidad de derecho reconocida internacionalmente – tienen por
única lengua, oficial o no, una de las siguientes, que
están también en número de hablantes, entre las
más habladaa del mundo: inglés, francés,
español, árabe y portugués. En otros
términos, las lenguas más extendidas son las de las
entidades políticas más estructuradas. El
establecimiento de poderes políticos centralizados
preocupados de extender su control sobre todas las regiones
que supuestamente estan incluidas en su autoridad no es siempre
compatible con el mantenimiento de pequeñas etnias
dispersadas en extensos territorios. La ideología de los Estados
construidos en torno a la denominación de
una nación no es favorable a la abundancia de las lenguas y
a la concepción de la cohesión nacional vinculada a la
unidad lingüística se extendió rápidamente en
la zona a la cual se refiere nuestro estudio. Tal es así la
historia de la colonización española y portuguesa en
América latina. Las consecuencias lingüísticas de
esta relación de fuerza son fácilmente
concebibles
Para aplicar la idea « una nación, una
lengua », los poderes políticos no se contentan de
medidas que limitan el uso de las lenguas minoritarias.
Generalmente, no hacen nada para impedir la muerte que todo anuncia
para algunas. Además, los Estados no se ven obligados en
absoluto a tomar, contra las lenguas que condenaron, medidas
administrativas explícitamente adaptadas a la empresa de
exterminación. Disponen también de instrumentos de
ejecución que para para ser más lentos, son igualmente
eficaces como la escuela y los medios de comunicación.
Por ejemplo, en el marco de los sistemas educativos formales, se
constata que los Estados son capaces de adoptar medidas escolares
que se destinan a la erradicación pura y simple de uno o
más lenguas. Estas medidas explícitas de abolición
o promoción sólo son uno de los aspectos del papel de
la escuela en la situación de las lenguas. Al contrario, en
todos los países donde domina una lengua, la ausencia de
escuelas donde se enseña es una oportunidad para la lengua
dominada, o incluso un elemento (negativo) de protección
excepto en el caso de creación de escuelas que enseñan
a las lenguas dominadas puede tener un efecto decisivo para
salvarlos. Del mismo modo, los bombardeos de las masas por
la radio y la televisión que se
expresa en una o en otras de las algunas lenguas de difusión
mundial (inglés, español, portugués, etc.) no
puede tener sino un papel nocivo para las lenguas autóctonas
que son ausentes y que se encuentran ser las de una parte de los
auditores y espectadores.
A nivel legislativo, el Estado fija las funciones y
estatutos de las lenguas de su territorio. Por ejemplo, un
reconocimiento oficial por el Estado significa la
inscripción de una lengua en la Constitución de este
último. « Se considera oficial una lengua que la
ley apoya, que el Estado tiene el derecho a utilizar en sus
relaciones diplomáticas y en la cual todo ciudadano
está habilitado para pedir toda prestación judicial, de
servicios, etc. »
(Claude HAGÈGE, 2000, p. 247). dicho esto, muchas lenguas
dominadas no gozando del estatuto de lengua nacional, para decir
nada del oficial, llevan o llevaron un largo combate para el
reconocimiento.
Los criterios que juegan en la atribución de un
estatuto y de las funciones de una lengua por un Estado
varían mucho: ideológicos, políticos, sociales,
económicos, y la lingüística sólo ocupa un
lugar muy limitado. En este ámbito, uno se interesa
generalmente al nivel de normalización de la lengua, a su
nivel de elaboración funcional (permitiendo a la lengua
funcionar como herramienta eficaz en el conjunto de las
situaciones de comunicación) y al nivel de aceptación o
difusión por el grupo de hablantes. Se hicieron una serie de
tentativas para poner un índice las funciones ejercidas, en
situaciones multilingües, por las distintas lenguas en
presencia. Estos inventarios varían
según las sociedades en cuestión, las principales
funciones sociales de la lengua relativa a la esfera de actividad
(la familia, la iglesia, la escuela, el empleo
profesional), por medio de comunicación empleado (la prensa,
la correspondencia privada, el sermón), al estilo, al tipo
de tema abordado, a la distancia interpersonal (la existencia o
no de una intimidad).
Una lengua puede limitarse a una única
función: la comunicación interpersonal dentro del hogar
o de una comunidad local. Una lengua puede también ejercer
varias funciones sociales: lengua de relación (lengua de
comercio), lengua de enseñanza, lengua
colonial, lenguaje diplomático, lengua científica,
lengua inmigrante, lengua militar, lengua nacional, lengua
imperial, lengua litúrgica, religiosa o consagrada, lengua
oficial, lengua internacional. Ahora bien, cuanto más una
lengua posee de funciones, más aumenta su estatuto. Cuanto
más éste se aumenta, más aumenta a su vez la
radiación y la longevidad de
una lengua. Según el C.I.R.A.L., sobre más de 6.700
lenguas, solamente dos ciento o tres cientos ejercen más de
una función. una sesentena de lenguas posee varia: son las
lenguas reconocidas oficialmente por los Estados. Son las
verdaderas lenguas internacionales, que ejercen alrededor todas
las funciones posibles. Entre estas cinco lenguas, una
jerarquía puede establecerse, claramente por otra parte a la
ventaja del inglés. La distribución del empleo de
las lenguas en presencia implica una puesta en jerarquía y
también de los juicios que afectan sus prácticas, al bi
o al multilingüismo, la alternancia, las
interferencias
5.5. Los factores « prestigio » y « actitud ».
Las actitudes
lingüísticas ocupan desde los años sesenta un
lugar central en los trabajos de psicolingüística (en
particular los trabajos de Wallace LAMBERT), sobre todo los que
se refieren al bilingüismo o el contacto de las lenguas.
Estas actitudes, e incluso más ampliamente las ideas de los
hablantes sobre las lenguas, aparecen también como un
elemento importante en los trabajos sociolingüísticas,
aunque su importancia teórica sea solamente en vía de
ser reconocida. La evaluación de las formas de la lengua y
las construcciones nocionales a las cuales se presta, son hechos
sociales dotados con una determinada estabilidad, con una
determinada eficacia, y cuya circulación influye sobre la
lengua: a este respecto las « ideas
lingüísticas » nunca no han sido indiferentes
a los lingüistas, sino se imponen a fortiori al interés
de los sociolingüístas. Por ejemplo, para William LABOV
las representaciones normativas son el fundamento de la escala de
los « estilos » de los hablantes tanto como
la cohesión del vernáculo, y en la « paradoja
del observador », es la conciencia de la presencia de un
tercero que produce una inflexión en los resultados
observados.
Que sea en las actividades diarias o en la
enseñanza de las lenguas extranjeras, los contactos
lingüísticos entre los individuos o los grupos de
lenguas diferentes fueron a menudo contaminados por actitudes que
transportaban sentimientos, gestos, de los hablas implicando que
uno de los grupos en contacto que se considera como superior,
avanzada, desarrollada, refinada, más eficaz, estructurado,
etc, y en consecuencia que la lengua, la cultura, las
prácticas, los valores, los referentes
del otro individuo o el otro grupo son inferiores, avanzada y
desarrollada. Por ello nacen malestar, descontentos,
malentendidos o incluso denegaciones, rechazos más o menos
conscientes, como pudieron mostrarlo explícitamente, la obra
de Edward T. Hall, Au-delà de la culture publicada en
1979 o de Geneviève Zarate, Représentations de
l’étranger et didactique des langues, publicada en
1995.
« Hablo inglés con los comerciantes,
italiano con las mujeres, francés con los hombres,
español con Dios y alemán con mi caballo… »
(Charles Quint, Emperador de Alemania, Príncipe de los
Países Bajos, Rey de España y Sicilia),
« hablar como los moros », estos estereotipos
no se refieren solamente a las distintas lenguas pero
también a sus hablantes, clasificados a lo largo de una
escala de valores. En efecto, la
relación entre lengua y hablante dista mucho de ser neutra.
Existe todo un conjunto de actitudes, de sentimientos de los
hablantes ante las lenguas y a los que los utilizan que hacen
superficial el análisis de la lengua
como un simple instrumento y tienen repercusiones sobre el
comportamiento
lingüístico. Del mismo modo, la división de las
formas lingüísticas en « lengua »
(o incluso « lengua pura » o « de
referencia » opuestas a « lengua
corrompida »), « patois »,
« dialecto » está basado en otra
visión peyorativa: la lengua es hablada por los seres
civilizados, los dialectos y los patois por los
« salvajes » quienes hablan mal.
Estas « normas espontáneas »
pueden tener dos tipos de repercusiones sobre los comportamientos
lingüísticos: unas acerca de la manera consideran su
propio habla y otros acerca de las reacciones de los hablantes al
habla de otros. En un caso se valorizará su práctica o
se intentará al contrario modificarla ver de demolerse para
adoptar una forma prestigiosa, en el otro caso, se juzgará a
la gente sobre su manera de hablar que los conducirá
quizá a un sentimiento de inseguridad
lingüística y de rechazo.
Por ello, en la región incluyendo las provincias
del Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones, la mayoría de las
monolingües guaranís en contacto con el español se
convirtió en bilingües subordinados. El uso del
guaraní nunca se ha extendido fuera del marco familiar ya
que sus hablantes siempre han tenido conciencia debido a que el
español facilitaba la inserción social. De hecho, los
padres no enseñan el guaraní a sus niños, lo que
contribuye inexorablemente a su desaparición. Como
contrapartida, transmiten un español a la vez muy limitado a
los niveles sintáctico y semántico y cargado de
interferencias con su lengua materna. Se cuestiona el prestigio
de la lengua india en este punto que la comunidad comienza a
creer que la transmisión de la lengua nativa es un
obstáculo a la proyección escolar de los niños,
que ella gene la promoción económica de los
jóvenes y perpetúa la discriminación que pesa
sobre el grupo entero. En otros términos, se creados una
situación de inseguridad étnica y lingüística
llevando los padres a utilizar exclusivamente la lengua dominante
con su descendencia.
Otro tema que debemos desarrollar, el concepto de
prestigio. Ciertamente lenguas sin
« reputación » particular se mantienen
fácilmente en cuanto no se trata de factores
económicos, sociales y políticos, cuyo poder es
decisivo. El prestigio de una lengua no es inherente a esta
última. Las lenguas no poseen nada en su fonología,
morfología, sintaxis o
léxico que sea portador de prestigio. El prestigio es
realmente la reputación de valor asignada por los
hombres. « Cuando pues se dice que una lengua es
prestigiosa, se trata, realmente, de los que lo hablan o de los
libros que los utilizan ». Por un proceso de
transferencia, que es corriente en la relación del mundo y
de los valores de los que se lo carga, el respeto o la
admiración que inspira una colectividad o sus realizaciones
se encuentran prorrogada encimas sus atributos. Ahora bien la
lengua es uno de los atributos principales de toda comunidad
humana » (Claude HAGÈGE, 2000, p. 155). Así
el prestigio de una lengua corresponde al de sus hablantes el
cual se funda sobre factores económicos, sociales y
políticos. Las lenguas « prestigiosas »
son las más pedidas, los hablantes juzgándolas más
rentables. Al contrario, cuando en algunas sociedades las
minorías son estigmatizadas, su lengua se encuentra en
situación de fragilidad, sobre todo cuando el medio ambiente está
constituido por una comunidad relativamente homogénea y muy
consciente de su identidad lo que es el caso en todos los
países que estudiamos. En otros términos, el concepto
de prestigio es una moneda de intercambio en el mercado de las
lenguas.
5.6. El factor
« equipamiento ».
Por « equipamiento » de las lenguas,
queremos decir a la manera de Louis-Jean CALVET en Les
politiques linguistiques (1996, p. 44) el conjunto de lo que
permite a una lengua ejercer una o más funciones. Sólo
abordaremos a este respecto la escritura y el léxico, la
normalización/standardización siendo ya mencionadas
ampliamente.
La ausencia de escritura no está en sí una
causa directa de retroceso o extinción de una lengua. Tan
importante que sea su papel, se trata de una invención
tardía y de un recubrimiento exterior. La existencia de una
escritura no impidió lenguas que fueron antes prestigiosas y
muy utilizadas apagarse. Dicho esto ante los riesgos de obsolescencia, la
lengua que posee una escritura seré generalmente más
armada que una lengua exclusivamente oral para resistir.
Recordemos a este respecto que la escritura permite cuatro
empresas que desempeñan
un papel esencial en la conservación de la cultura: la
literatura escrita, la
escolarización, la difusión de impresos y la
normalización. Añadamos también que es
generalmente a falta de poseer una escritura que se califican
tantas lenguas minoritarias de « dialectos »,
método de expresión despreciado actuando a cambio sobre
los hablantes y acentuando su ausencia de aprecio para su propia
lengua.
Se considera generalmente que un léxico abundante
es una riqueza y se habla de lenguas
« ricas » y de lenguas
« pobres ». En otros términos y como lo
destaca Marina YAGUELLO (1988, p. 88), la abundancia de palabras
en una lengua hace eco a una cultura diversificada y es la
expresión de un pueblo dinámico y potente. Así
mismo se puede decir que una lengua se empobrece cuando deja de
crear en favor de palabras cogidas en una lengua hablada por un
grupo más potente.
Ahora bien, el desarrollo de las ciencias y
técnicas así como la multiplicación de las
comunicaciones hace que hoy solamente un reducido número de
lenguas transportan la modernidad con ayuda de un
vocabulario propio mientras que las otras se limitan a pedirlo
prestado (p.e. la informática y el
inglés). En otros términos, si la mayoría de los
millares de lenguas existiendo sobre la tierra permiten a sus
hablantes comunicar, es incapaz de garantizar una
comunicación científica. Ciertamente se puede
considerar que para algunas lenguas de tribus remotas de
Amazonia, eso no tiene absolutamente ninguna importancia pero
para la que, como el guaraní, pretenden ocupar un lugar
sobre el tablero del Mercosur, el problema es otro.
Se sabe que los lingüistas elaboraron métodos
de clasificación de las lenguas en función de algunas
características comunes de sus estructuras. Cuando las
lenguas presentan semejanzas, se habla de proximidad
lingüística. Al contrario, cuando son muy diferentes,
se habla de distancia lingüística. Gracias a este
sistema, se enteró de que la mayoría de los idiomas del
mundo pertenecían a familias de lenguas. Se distingue, por
ejemplo, a la familia de las lenguas romances o latinas (entre
los cuales el portugués y el español) de la de las
lenguas germánicas. La proximidad lingüística
facilita el paso de una lengua a otra. Favorece pues el
aprendizaje de una a partir de otra, e incluso la
comprensión mutua con pocos esfuerzos previos. Esta
proximidad favorece también las transferencias
lingüísticas y, por consiguiente, las fuertes lenguas a
costa de las lenguas escasas. Por ello, en España, la
proximidad del catalán y del español, así como la
del gallego y del español, facilita el aprendizaje de la
lengua oficial del Estado español, y también la
asimilación de los Catalanes y Gallegos, lo que no puede
sino contribuir a la extensión del español. La
distancia lingüística, al contrario, complicando en
principio el aprendizaje y la comprensión mutua, perjudica
la extensión de algunas lenguas. Estas variables desempeñan un
papel importante en la medida en que obviamente otros factores
económicos y políticos son preponderantes. En cuanto a
mantenimiento de las lenguas indígenas, la distancia
lingüística presenta una clara ventaja. En efecto, el
aislamiento genético y tipológico de algunas lenguas
juega en favor de su mantenimiento como es el caso del trumai en
el Alto Xingu en Brasil.
5.8. El factor « medio ambiente ».
Una lengua puede retroceder o incluso morir en una
comunidad bilingüe o multilingüe inestable: la lengua
de la mayoría elimina la de una minoría en
regresión. Esta sustitución de lengua implica una
transición gradual entre un bilingüismo inestable y el
monolingüismo, es decir, la eliminación de la lengua
dominada.
Dans une situation de domination et
d’oppression, l’évolution de la langue en
général est très peu dépendante de ses
structures internes ou de l’analyse différentielle
limitée aux structures respectives des deux langues en
contact. Le facteur réellement déterminant est la
position de chacune des langues et des groupes sociaux qui en
font usage, à l’intérieur de la structure
socio-économique générale, en tenant compte des
quelques facteurs distinctifs susceptibles de produire des
résultats différents dans chaque cas. Il est normal
que dans une situation de contact de langues, la langue du
groupe dominant prête généreusement son
vocabulaire et produise en échange une atrophie croissante
du vocabulaire de la langue parlée par le ou les groupes
assujettis, y compris quelques mécanismes internes de la
langue […]
A este respecto, la interferencia y las palabras cogidas
en otras lenguas no contribuyen directamente al retroceso y a la
desaparición de las lenguas. Mientras no son invadiendo y
dejan intactos algunos ámbitos estos fenómenos son
hechos consustanciales al habla. En cambio, en situación de
bilingüismo desigual, su afluencia puede revelarse temible.
En efecto, la indeferencia frente a una lengua cuyo fondo
léxico propio está en uso que declina está
vinculado íntimamente a una desactivación de nuevas
palabras lo que es el caso de la mayoría de las lenguas
autóctonas escasas de la región que adoptan cada vez
más elementos de los vocabularios españoles o
portugueses. En paralelo las palabras autóctonas que hacen
duplicación con las palabras importadas tienden a
desaparecer.
Como lo destaca Louis-Jean Calvet dans La
sociolinguistique (1996, p. 23), el hecho de que el mundo sea
multilingüe en cada uno de sus puntos y que las comunidades
lingüísticos se codean y se superponen sin cesar
implica que las lenguas estén constantemente en contacto. La
introducción, hacia 1950, del concepto de contacto en el
ámbito de la lingüística permitió estudiar
los bilingüismos desde el punto de vista de la
lingüística moderna, por contraste con el de la
lingüística tradicional, ciencia histórica
preocupada sobre todo del estudio de los cambios. En este
sentido, la influencia que una lengua puede tener sobre otra,
sobre todo por las palabras cogidas, fue y es aún el objeto
de largos estudios. Así se constató que, excepto caso
excepcional de purismo, el empleo de dos o de varias lenguas por
un mismo individuo, y a fortiori por un grupo, lleva a la
presencia, en un sistema lingüístico dado, de unidades,
de modalidades de disposición o funcionamiento
consustanciales a otro sistema. Es este tipo de interacción
que se llama interferencia lingüística: léxica,
gramatical, fónicos, etc.
Le mot interférences désigne un
remaniement de structures qui résulte de
l’intrduction d’éléments étrangers
dans les domaines les plus fortement structurés de la
langue, comme l’ensemble du système phonologique,
une grande partie de la morphologie et de la syntaxe et
certains domaines du vocabulaire (parenté, couleur, temps,
etc.). (Uriel Weinrich, 1953, p.
1)
Se pueden distinguir tres tipos de interferencias:
fónicas, sintácticas y léxicas. No volveremos de
nuevo sobre el primer caso. La interferencia sintáctica
consiste en la ordenación la estructura de una frase en una
lengua A según la de una lengua B. En el ámbito
léxico, las interferencias se refieren sobre todo a los
« falsos amigos », a la traducción
palabra por palabra, etc. Según Louis-Jean CALVET (1996, p.
26), si se empuja hasta el final de su lógica la interferencia
léxica, es la causa del empréstito. Precisa
también que si la interferencia es un fenómeno
individual, el empréstito es un fenómeno colectivo:
todas las lenguas piden prestadas a lenguas vecinas.
Como lo estudiamos ampliamente, uno de los problemas que
se plantearon al XVIº siglo los colonizadores españoles
y portugueses era saber en qué lengua evangelizar. La
utilización del guaraní en Paraguay y, en una menor
medida en la región que nos interesa, del quechua no es
extranjera a la fortuna de estas lenguas. Se constata pues que
aunque la relación entre catolicismo y guaraní por una
parte o quechua por otra es aquí el fruto de la casualidad,
el vínculo entre religión y lengua es extremadamente
fuerte en particular cuando la primera posee un texto fundador como la Biblia.
De hecho si los progresos de una religión pueden implicar
los progresos de una lengua, su desaparición o su ausencia
puede tener las consecuencias lingüísticas opuestas.
Por ello un gran número de comunidades indígenas de la
zona, aladoptar (de fuerza ciertamente) la religión
católica, abandonó al mismo tiempo su habla.
En el marco de la conquista de América latina, es
también interesante analizar las relaciones entre la
extensión de las lenguas de vehículos (portugueses y
españoles) y la extensión militar. Las conquistas
militares pueden ser determinantes para las lenguas perdedoras.
No sólo las conquistas militares pueden reducir el personal
del pequeño pueblo de manera draconiana, sino que dejan a
menudo secuelas igualmente desastrosas: hambre, epidemias,
pobreza, control,
explotación, desplazamientos de población,
represión, etc. A largo plazo, las pequeñas lenguas son
llevadas hacia una ineludible extinción.
En conclusión de esta sección, añadiremos
que en margen de los factores lingüísticos mencionados
de supervivencia, los lingüistas desempeñan un papel
preponderante en cuanto a protección de las lenguas. Aparte
de la masa de trabajos e investigaciones realizadas sobre el
tema, el papel de los lingüistas se ejerce sobre los dos
planes del trabajo lingüístico propiamente dicho y de
la acción adjunto a los hablantes. Se trata por ejemplo,
para una lengua X o Y, de redactar una fonología, gramática, un diccionario, de las
recopilaciones de literatura escrita y oral a transcribir, cuando
la lengua no posee un sistema de escritura, según un
método de grafía que le corresponde fijar. Este aspecto
ortográfico saca a la luz la importancia de la ayuda
que es supuesto aportar a las poblaciones.
Los responsables de las políticas de las lenguas
también solicitan a los lingüistas, en particular en
los países multilingües, para dar sus opiniones o sus
sugerencias en cuanto al trabajo a menudo necesario de puesta a
punto y promoción de una norma dialectal que sobresale por
hablas dispersados. El lingüista tiene a menudo también
por tarea el neologismo a veces solicitado por los propios
hablantes. Finalmente los lingüistas que fueron en
países alejados para describir lenguas saben también
que a veces las autoridades políticas les invitan a
colaborar técnicamente en la obra de edificación de una
terminología moderna en numerosos ámbitos.
Por otra parte, sabiendo que los hablantes de una lengua
sólo toman conciencia del peligro donde se encuentra su
lengua cuando es demasiado tarde, el papel del lingüista es
también prevenir esta situación poniendo en pie, por
ejemplo, de los programas de educación
bilingüe revalorizando la lengua en cuestión. La
formación de lingüistas profesionales entre los
hablantes mismos es una posible solución a
menudo.
Visto bajo su aspecto lingüístico, el Mercosur
parece cada vez menos homogéneo. Por consiguiente, la
dimensión unificadora de la expresión
« América latina », se cuestiona
completamente. No pensamos que el conjunto de los países
sudamericanos constituye « una América »
así tanto es que el adjetivo « latino »
sea aplicable a todos sus habitantes. Por otra parte, cómo
imaginar que América latina puede poseer una
« unidad de cultura » solamente porque se
habla mayoritariamente el español y el portugués que
oculta así todas las culturas indias y negras y las
múltiples lenguas que se hablan? Preguntemosnos pues lo que
es exactamente la latinidad del Mercosur. Se debe considerar que
existe una sola y única latinidad que agrupa a los usuarios
de lenguas romanas o se debe considerar que a causa de su gran
porcentaje de indígenas y africanos, la latinidad de
América debe cuestionarse con el fin de ser considerada bajo
un nuevo ángulo?
La invención del concepto de América latina se
remonta a 1861, suscitando numerosos rencores y animosidades en
España donde se veía una estrategia de hegemonía
cultural francesa para suplantar la herencia ibérica. Esta
invención del concepto aparecido al principio de la
expedición de México, en un número de
razas latinas luego sistemáticamente utilizado por los
Franceses permitió a las élites criollas que acababan
de acceder a la independencia de plantearse en una tradición
cultural prestigiosa, arraigar en la herencia europea, sobre todo
francesa, deshaciéndose al mismo tiempo de los residuos de
herencias indios o negros y del antiguo colonizador ibérico.
la población criolla latinoamericana así pudo dotarse
con una identidad cultural específica (americana) y con una
genealogía, a nuestro sentido, imaginaria puesto que
resultante de Francia, incluso de
París. El vínculo de descendencia que une América
latina a nuestro país se asemeja más a un complejo
latinoamericano que a una verdadera filiación sobre todo
teniendo en cuenta que Francia nunca tendrá realmente
política « latina » por lo que se
refiere a esta región.
La cultura latina, por lo menos la del latín y de
las lenguas que derivan de éste, también se
perpetuó bajo la forma tan durable del latín de iglesia
en una sociedad evangelizada de fuerza. La empresa tenía por
primero objetivo someter a las poblaciones locales creando al
mismo tiempo una mano de obra barata movilizada para toda una
serie de trabajos molestos. Este dualismo etnocultural y esta
voluntad de reunir separando al mismo tiempo a las etnias indias
se encuentran en los métodos utilizados por las
congregaciones religiosas ante las poblaciones nómadas o
ambulantes de Paraguay y Uruguay. Del mismo modo, es fácil
constatar que el vocabulario de la cristiandad católica
bautiza incansablemente tanto la naturaleza como las creaciones
humanas: las ciudades de Purificación, Asunción,
Rosario y los innumerables San, Santo, Santa y São son
tantas ilustraciones. La memoria de las poblaciones
indígenas casi completamente analfabetas se cuelga a los
relatos, leyendas y milagros de la
religión católica tendiendo así a volver el
continente homogéneo.
Parece que desde la creación del concepto hasta la
Gran Guerra, la
« latinización » de Sudamérica fue
un deseo recíproco por parte de Europa y de los países
colonizados. Sin duda, el concepto de América latina se
creó en comparación con la América anglosajona,
amenazando debido su a avanzado en México. Este concepto es
ambiguo ya que devuelve a la vez a la herencia
lingüística de la colonización, a través del
español y el portugués, y a la herencia religiosa
(católica). Como lo vimos, divide el continente americano.
Por una parte: la América anglosajona, blanca, desarrollada,
la América « noble » respecto a la
opinión. Los Estadounidenses no son los únicos
habitantes del continente quienes llamamos
« Americanos »? Del otro: el resto de
América, apareciendo ridículamente simplificado a pesar
de la pluralidad cultural que se encuentra en su territorio.
Sólo tarde América se reivindicará múltiple,
heterogénea y mezclada: « no somos Europeos, no
somos indios, pero una especie intermedia entre los
aborígenes y los Españoles ». Curiosamente,
América latina terminó por utilizar su puesta afuera
con el fin de reconocerse como comunidad con su cultura propia.
Por lo tanto las relaciones con el antiguo colonizador surgieron
otra vez y los intercambios económicos y culturales
prosiguieron.
Si para nosotros otros Europeos la identidad
latinoamericana basta a englobar todas las nacionalidades
sudamericanas, el sentimiento nacional se manifiesta de otra
manera en los habitantes del nuevo mundo: para los
Brasileños, América latina es una América sobre
todo hispánica. Entre dichos hispánicos, se encuentran
los Porteños que se identifican, al igual que los Uruguayos,
principalmente a Europa: « no descendemos de nuestras
montañas, sino del barco… ». La unidad cultural
de América latina es una apariencia que oculta una realidad
más bien compleja. Una mezcla de fondos amerindios,
conquistadores ibéricos, esclavos africanos, de inmigrantes
europeos y asiáticos dio nacimiento a la población
latinoamericana. Añadamos a eso que, el tamaño del
continente ayudando, la distribución y la proporción de
las estas múltiples contribuciones no fue por todas partes
las mismas. De estas diferencias se deriva una oposición
entre países donde domina uno u otros de los componentes es
decir, esencialmente entre regiones con una mayoría o, a
contrario, con una fuerte minoría amerindia, africana o
europea.
Por lo que se refiere a la región que nos interesa,
el Cono Sur permanece estallado y no posee imagen unificadora. La Pampa no
podría representar Argentina en su conjunto, al igual que el
bilingüismo paraguayo no podría ser representativo de
toda la región. ¿Es necesario entonces asombrarse de
que la indentidad mercosuriana sea tan difícil de
establecer?
Desde nuestro punto de vista, es más lógico y
más realista utilizar la expresión
« América latina » al plural. Si se
remonta al Tratado de Tordesillas (1494) – división
del nuevo mundo entre España y Portugal – se constata que a
partir de la colonización, Sudamérica se dividió
en dos culturas distintas a las cuales se intentaría
añadir la modalidad jesuita. Además, el largo proceso
de mestizaje entre colonos, amerindios y africanos resultantes de
la transferencia de los esclavos sin olvidar las contribuciones
europeas y asiáticas, posteriores a la colonización
extendidas sobre un subcontinente de 90 grados de latitud, no
habría sabido dar nacimiento a un mundo
homogéneo.
Sudamérica, plural tanto en las marchas de su
historia como por su división en treinta y tres Estados,
forma un mosaico heterogéneo de país. Todas las
civilizaciones indígenas sudamericanas son diferentes tanto
en la organización social como
al nivel cultural. Algunos pueblos sedentarios dejaron una gran
herencia arquitectónica (Mayas, Incas, Aztecas, etc.) y poseían una
lengua que ha sobrevivido hasta nuestros días (quechua).
Otros viviendo en los países del Mercosur como los Charruas,
no llegaron al mismo grado de desarrollo y se dejaron destruir
completamente por la presencia colonial. De hecho, lo que muchos
llaman la cultura latina de Sudamérica, simplemente se
impuso. A esta población indígena se añadió
el componente africano resultante de los esclavos negros
traídos para el trabajo en países como
Brasil, Colombia y Venezuela. Mezclados con los
indios, dieron nacimiento a los fenómenos de mestizaje que
conocemos y que se manifiestan, en particular, en la
religión, la danza, la música, etc. España y Portugal
intentaron más tarde imponer en Sudamérica un modelo
cultural que algunos historiadores califican de
« mezcla compleja de valores mediavales anticuados y de
proyectos universales
consustanciales al renacimiento ».
Imposición de un único dueño, una única
religión, una única lengua (española o
portuguesa).
Ante las culturas dominantes, impuestas por los
colonizadores con el fin de eliminar las culturas indígenas,
las culturas dominadas subsistieron produciendo en algunos
países de los fenómenos de aculturación o
sincretismo bastante particulares. Esta aculturación en
primer lugar pasó por la inculcación de la
religión cristiana, intolerante pero universal. En Paraguay
y Brasil, como en mucho otros países, la Iglesia impuso a
las poblaciones locales sus fiestas y sus hábitos que,
mezcladas a las creencias indígenas dieron nacimiento a
numerosas prácticas
« híbridas ».
La « iberización » pasó
también por todo un conjunto de dificultades
administrativas, sociales llegando hasta la imposición de
los nombres y sobre todo, detalle que tiene su importancia,
siempre en el sentido « dueño
blanco »-indígena. En esta época, los indios
a menudo confinados en comunidades campesinas recogidas en ellas
mismas, ya no se dedican a las prácticas indígenas que
en fiestas o danzas, prohibidas, y abandonan cada vez más
sus lenguas en favor de el español y el portugués o
incluso a veces del francés.
Sin embargo, en qué medida el parentesco de las
lenguas se acompaña de un parentesco de las costumbres, de
las mentalidades, de las culturas? ¿Cómo desbaratar la
trampa de un concepto, latinidad cuya extensión es tan
extensa que la comprensión es casi imposible? ¿Las
lenguas en presencia son complementarias o mantienen una
relación competitiva?
En primer lugar vimos en la sección relativa a las
variedades sudamericanas del español y el portugués que
al volverse lenguas de la mayoría de los hablantes de la
región, se compromete bastante la protección de las
normas castellana y portuguesa. La península ya no es el
centro de gravedad o autoridad lingüística. Si se tiene
en cuenta que importa desarrollo de la literatura hispano y
americano luso, el futuro hasta debería mostrar un
deslizamiento de la norma peninsular hacia una norma cuyos si no
se puede decir será mexicana o argentina sino en cualquier
caso, seguramente americana. Trasplantados los idiomas europeos,
se transformaron. Han sido alterados por nuevos hablantes y
adaptados a sus nuevas tierras. Pues ya sa puede constatar que la
relación de competencia se instaló entre las lenguas
oficiales e incluso sus distintas variedades.
Desde el punto de vista de las lenguas autóctonas,
la situación actual es aún más compleja y puede
resumirse así:
v La población
autóctona de la región se distribuye un número
de lenguas extremadamente elevado, perteneciendo a familias
lingüísticas distintas.
v La dispersión de
los hablantes de cada lengua sobre un extenso territorio y su
escasa población, ponen estas lenguas muy vulnerables y
favorecen su dialectalización. las lenguas autóctonas
son, en los hechos, series de dialectos de ahí no surge
ninguna norma standard que pueda guiar su empleo al escrito y
en situaciones de comunicación formales, en lengua oral o
escrita.
v Por todas partes el
número de los hablantes de las lenguas autóctonas
disminuye regularmente lo que indica claramente que sus padres
no siempre transmiten estas lenguas a los niños. La
intensidad de este fenómeno varía de una comunidad
lingüística a otra y también de una lengua a
otra.
v Los hablantes de las
lenguas autóctonas son generalmente bilingües con el
español o el portugués como segundo lengua. Los
hablantes monolingües se convierten cada vez más en
la excepción. Este bilingüismo implica una
situación de diglosia, casi sobre la base de la
distinción entre lengua hablada y lengua escrita:
comunicación interpersonal y expresión de la cultura
tradicional en lengua oral vernácula, comunicación
escrita u oficial y participación del mundo moderno en
lengua segunda.
v El alejamiento que
protegió durante mucho tiempo las lenguas autóctonas
desaparece hoy con la generalización de los medios de
comunicación y el uso de las tecnologías modernas de
comunicación (avión, teléfono, fax, correo electrónico,
inforutas, etc). Por otra parte, el tipo de escolarización
aumenta regularmente y se hace en todo o en muy gran parte en
segundo lengua. la enseñanza de la lengua autóctona o
su empleo como lengua de enseñanza en general supone que
se solucionan los problemas lingüísticos vinculados a
la definición de una norma standard (ortográfica,
gramatical y léxica) y que se pongan a punto las
terminologías necesarias para la enseñanza de las
distintas materias. Los debates y experiencias en este
ámbito se continúan, la enseñanza en lengua
autóctona no siempre recibiendo la adhesión de los
padres.
v Se observa que, por
todas estas razones, la competencia en lengua maternal
autóctona se erosiona de día en día, de manera
continua.
v Por último, la
situación sociolingüística de las naciones
autóctonas resulta tan compleja y diversificada que es
casi imposible concebir y crear un plan de planificación
lingüística que valga para todas pero es posible
adaptar las soluciones a cada
caso?
Nuestro parecer es que el riesgo de desaparición de
las lenguas autóctonas en el marco de la planificación
lingüística del Mercosur y de Chile está
principalmente vinculado al concepto de
« instrumentalización », es decir, de
« utilidad ». Pero
cómo se define exactamente el valor de una lengua? ¿La
diversidad lingüística debe valorizarse?
Algunas de las minorías citadas anteriormente
consiguieron imponerse suficientemente para compartir el poder
con la mayoría. Al plan del estatuto político, se
benefician del reconocimiento oficial de su lengua. Eso significa
que el Estado del que forman parte es oficialmente bilingüe
y se compromete a utilizar dos lenguas (o tres) competidoras en
el conjunto del territorio nacional o en una porción de
éste. En la medida en que el bilingüismo es aplicado
efectivamente, se trata de una medida relativamente eficaz
destinada a garantizar el mantenimiento de una lengua minoritaria
nacional a los lados de una lengua mayoritaria. Se distinguen dos
tipos de situación: aquélla dónde el Estado
central es bilingüe, aquélla dónde solamente el
Estado regional es bilingüe.
En un reducido número de países, el Estado
declaró el bilingüismo oficial con el fin de proteger a
uno o más grupos minoritarios. En el caso de una
federación, el Estado central comunica en la lengua
mayoritaria o minoritaria, según la lengua utilizada por el
remitente. De manera más precisa, se dirá que el Estado
ofrece servicios en dos lenguas, prescindiendo de el hecho de que
estos servicios estén garantizado de manera equitativa o
estén también disponibles.
Las numerosas lenguas y variedades habladas en la
región distan mucho de ser complementarias. Pero se puede
hablar realmente de competencia cuando « se
enfrentan » lenguas mayoritariamente orales y no
estandarizadas y las lenguas que gozan de un estatuto oficial o
nacionalmente reconocido? ¿Cuál puede ser el futuro de
estas lenguas minoritarias ante el español y el
portugués o incluso el inglés?
El objetivo de las políticas lingüísticas
debe contemplar a procurar que la situación
lingüística del Mercosur y de Chile no evolucione hacia
un dualismo luso-hispanohablante pero hacia la cohabitación
de hablantes de distintas lenguas quienes utilizan las lenguas
oficiales con el fin de comunicar entre ellos en cumplimiento de
la diversidad.
Resumen:Contrariamente a una serie de
prejuicios, el panorama lingüístico de América
latina, lejos ser homogéneo, se caracteriza por la
cohabitación de numerosas lenguas autóctonas de
origen amerindia con el español, el portugués, otras
lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos
contactos surgió una serie de cuestiones como la
estratificación de prestigio lingüístico o
también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la
casi totalidad de los grupos no hispanohablantes o no
lusohablantes está actualmente en una situación
crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales
dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del
hogar de la comunidad lingüística. Las posibilidades
para las lenguas minoritarias de gozar de un prestigio más
elevado, como factor de autodefinición social, son por
decirlo así nulas. En la mayoría de los casos, es la
supervivencia incluso de la lengua y la definición
cultural del grupo que está en juego. A pesar de las
dificultades encontradas, vamos a intentar, con este
artículo, eliminar de los espíritus representaciones
a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos
grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní
aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la
diversidad y la complejidad de un subcontinente
multilingüe con todas las formas que este
multilingüismo puede tomar: las lenguas de substrato
indígena primeros hablas del continente (guaraní,
quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades araucanes y
tupies), las lenguas « oficiales » causa
del retroceso de las primeras (portugués y español),
las variedades criollas nacidas en las zonas de contactos
culturales y lingüísticos español-portugués
(el portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas
resultantes de la inmigración. Señalaremos las
tensiones posibles y sobre todo intentaremos hacer comprender
que la adaptación lingüística, en cada entidad
nacional – como para el Mercosur y Chile en su conjunto – no
puede considerarse sobre el método de la simplicidad por
razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica,
en primer lugar, el conocimiento de este último sino
también la de los factores que contribuyen al
mantenimiento o al retroceso de las lenguas.
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Trabajo enviado por Samantha
Chareille.
Doctora en Didactología de las lenguas y de las
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Université Paris III–la Sorbonne
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Ecole normale supérieure de Lettres et Sciences
humaines de Lyon.
E.mail: chareille[arroba]hotmail.com