Bajo el yugo de platón
Protágoras se afirma en el cambio , en el
continuo devenir. Creo que es por aquí por donde se debe
comenzar a interpretar al sofista, por su ontología . El filósofo de Abdera
concibe el ser como algo en movimiento ,
como un constante fluir: es la realidad cambiante y multiforme,
plural, sumergida en el río de Heráclito.
En esta concepción ontológica se soporta toda la
filosofía protagórica y adquiere validez. Es
así como, desde un principio, nos encontramos con algo
determinante: la radical distancia entre el pensamiento de
Platón
, fundamentado en la ontología inmóvil de
Parménides, y el pensamiento de
Protágoras, el cual ha encontrado una fuerte
empatía con el filósofo de Efeso.
"Fue el primero (Protágoras) en decir que sobre cualquier
tema son posibles dos tesis
contrarias entre sí".
"También Protágoras sostiene que el hombre es
la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y
de las que no son en cuanto que no son"
De estas dos sentencias es posible deducir lo que he visto como
el fundamento Protagórico: la lógica
de relaciones. Con la primera sentencia que hace referencia al
principio antilógico, Protágoras pone de manifiesto
que las cosas no son en sí mismas sino que son en
relación con algo, es decir, que no existe lo absoluto,
único e inmutable; la justicia , la
bondad o lo pequeño no son realidades universales y
absolutas, pues algo puede ser bueno para ciertas personas
(animales ,
plantas o cosas)
mientras que para otras no, ejemplo: que la madera se
quiebre, debilite o corrompa, es bueno para el carpintero pero
malo para los demás. E incluso, para las mismas personas
algo puede ser bueno en determinadas circunstancias y puede no
serlo en otras, ejemplo: que llueva es bueno en tiempos de
sequía pero no en tiempos de fuerte invierno. De igual
forma un elefante puede ser muy grande en relación con el
tamaño del hombre , pero
extremadamente pequeño en relación con el planeta.
Entonces no puede decirse que el elefante es por sí solo
grande o pequeño, o que algo es justo, bueno o feo por
naturaleza
.
Protágoras con esto no hace más que eliminar la
verdad absoluta, divina, esa verdad única e inmutable que
mora en el Topos Uranos de Platón y
que determina todo lo existente en el mundo sensible, "aparente"
y mundano. Si sabemos que para Platón la
verdad es preexistente y que la intención humana debe
estar encaminada a conocerla, entonces es comprensible la manera
tan vehemente como Platón ataca a Protágoras y a
los sofistas en general. La filosofía de Protágoras
no solo contradice el sistema
platónico, sino que lo destruye, lo deja sin piso, sin
ideas.
Con la segunda sentencia, la que se refiere a la frase
Homo-Mensura, Protágoras además de reiterar el
predominio de una lógica
de relaciones sobre una lógica
monádica o absoluta (desde la que nos habla
Platón), pone de manifiesto un profundo humanismo .
Cuando Protágoras dice: "el hombre es
la medida de todas las cosas", está diciendo que es el
hombre el que
da sentido a su entorno, es quien aprehende el mundo y construye
así una realidad propia de valoraciones y conocimientos
determinados.
Es importante aclarar que hay distintas teorías
que polemizan sobre el tipo de ‘Hombre ’
al que se refiere Protágoras en la frase, si habla del
ánthropos como ser individual, como especie o como ser
integrado en círculos sociales. Puesto que no es el caso
exponer aquí las distintas teorías
, basta con aclarar que la más coherente con el pensamiento
protagórico y por tanto más acertada es la que
presenta José Barrio Gutiérrez. Éste
advierte una conjunción de la tesis
individualista con la sociológica, entendiendo que
el hombre
individual está referenciado a la polis. Y es aquí
donde nos encontramos con un Protágoras amante y defensor
de la sociedad y la
cultura :
Protágoras admite la pluralidad de representaciones en los
hombres, pues todo fluye y por tanto la realidad es infinitamente
cambiante, pero no distingue entre ellas unas verdaderas y otras
falsas sino unas más convenientes que otras. Las diversas
opiniones no se determinan por su nivel de verdad al modo
platónico, sino por su nivel de conveniencia, y
conveniencia para quién? Para la sociedad , que en
últimas es lo que afirma a los individuos y al hombre como
agente creador.
"Pues lo que a cada Estado (polis)
le parece justo y bello, efectivamente lo es para él,
mientras tenga el poder de
legislar".
"…por naturaleza no hay
nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la
colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y todo el
tiempo que
dura ese parecer".
Hemos dicho entonces que de las dos sentencias que se refieren al
principio antilógico y a la Frase Homo-Mensura se deriva
el fundamento protagórico, es decir, el pilar de todo su
sistema y, a mi
parecer, el gran aporte del filosofo de Abdera: la lógica
de relaciones. La profunda relación que existe entre las
dos sentencias puede entenderse como una complementación,
es así como Solana Dueso dice que las antilogías
enuncian un principio general del que la FHM sería el
resultado de aplicar tal principio a dos ámbitos
específicos: las valoraciones y el
conocimiento .
Para Solana Dueso, estas dos sentencias junto con la de "hacer
fuerte el argumento débil", constituyen el núcleo
fuerte del protagorismo. En realidad esta última sentencia
no es más que la reafirmación de la lógica
de relaciones: toda opinión es verdadera en
relación con quien así la considera o percibe. Esto
se deriva de una concepción ontológica que entiende
el ‘ser’ como algo cambiante y plural, contraria a
una ontología inmóvil e inmutable desde
la cual Platon deriva su lógica absoluta.
Hasta el momento se ha intentado desarrollar ligeramente
lo que Solana Dueso ha llamado el núcleo duro del
protagorismo, presentando a la vez algunas consideraciones acerca
de la dicotomía Platón-Protágoras,
éste último como representante de la
sofística. Pero, ¿qué es lo que en realidad
se disputan Platón y Protágoras y los sofistas en
general?, ¿qué implica el asumir una
ontología inmóvil e inmutable a diferencia de una
movible y cambiante?, ¿cuál es la consecuencia
práctica de una lógica absoluta y la de una
lógica de relaciones?, ¿qué implica juzgar
todo lo humano a la luz de la verdad
o a la luz de la
conveniencia?
Para intentar dar respuesta a esto creo necesario realizar
ciertas aclaraciones que en su mayoría son de carácter
histórico, apoyado más que todo en el texto de Paul
Elthen: "Los sofistas y Platón".
La civilización griega en los siglos VI y V a. de c.
atraviesa por un momento histórico en el que el logos
comienza a imponerse y a ser la forma mediante la cual se
aprehende el mundo; el pensamiento racional y secular prevalece
sobre el mítico, se pasa de una cosmogonía a una
cosmología.
Esto da lugar a que se comience a pensar en la posibilidad de una
vida social, esto es, la unificación de los grupos humanos no
por instituciones
familiares y religiosas sino por instituciones
de carácter
político que pongan en juego el
ejercicio de lo común: nomos.
Es en este momento histórico de occidente en el que
aparecen Platón y los sofistas como dos corrientes
opuestas que pretenden teorizar sobre el cómo debe ser la
vida socio-política en el
reciente espacio urbano.
Lo que se disputan entonces las dos corrientes, es la forma
correcta en que debe ser entendido y fundamentado el orden social
en el nuevo mundo regido por el logos, secular y
político.
Es así como nos encontramos con dos perspectivas distintas
y opuestas de entender el mundo, dos formas de habitarlo, dos
posibilidades éticas.
Protágoras, como sofista que es, ha obtenido una
sabiduría mediante la peregrinación por diversas
culturas y civilizaciones, y gracias a esto entiende el mundo
como el producto del
obrar humano, y la cultura como
el artificio del hombre mediante el cual supera su status nature.
Esto le permite establecer que el ‘ser’ es cambiante
y por tanto no hay verdades absolutas. Todo lo que rige las
relaciones
humanas no son más que convenciones, pues ha
descubierto que entre unas culturas y otras varían
los valores,
las creencias religiosas y las formas de entender el mundo. Es
así como el hombre es la medida de todas las cosas; cada
una de las sociedades
determina los parámetros en que gira su propia
realidad.
Nos encontramos aquí con la relación fisis-nomos,
entendiendo por fisis lo que emerge espontáneamente:
materia y
hombre, y entendiendo por nomos el artificio humano que se hace
común. Para Protágoras, el nomos es un logro del
hombre, pues es una realidad más elaborada y superior que
la fisis. Superior en términos de conveniencia y utilidad,
obviamente no en términos
de verdad. El nomos constituye el logro del derecho, de la
justicia, de
la cultura, de la
vida en sociedad.
De lo anterior podemos deducir varias cuestiones: un relativismo
axiológico y social, una fundamentación de la
democracia, un
profundo sentimiento de admiración y de aceptación
de lo humano, cuestiones estas que a mi modo de ver hacen parte
significativa de una propuesta ética, y
por tanto política, incentivada
por Protágoras.
Es importante advertir en lo que hasta ahora hemos
expuesto, una concepción inmanente del lenguaje por
parte de Protágoras. El lenguaje,
tan justamente reivindicado y elogiado por los sofistas, es
fuente creadora, es fundamento de lo humano que permite colmar de
sentido al mundo. Es el logos en su más pura
significación: pensamiento y palabra.
La afirmación del lenguaje como
agente creador, es la más clara afirmación del
hombre, de lo mundano. Es una feliz aceptación de nuestra
condición, a la vez que es un reconocimiento en el
más perfecto azar, una afirmación de vida; caso
distinto al que presenta Platón que ve en el lenguaje
tan solo un vínculo con las ideas, con la verdad, algo
predeterminado y para nada contingente.
La relatividad axiológica y social que defiende
Protágoras es fundamento de la democracia, es
el reconocimiento de la diversidad de opiniones. Con esto, se
advierte el surgimiento de una verdadera libertad
política y
de la tolerancia, como
principios de
la vida en sociedad, ese gran logro del hombre, de la
razón, del lenguaje: del
logos.
Radicalmente contrario, Platón fundamenta lo humano
mediante una concepción metafísica, es decir, plantea una forma de
entender al hombre no mediante su condición mundana sino
mediante algo totalmente ajeno a él.
Esto es la teoría
mítica, y por tanto irracional, del mundo de las ideas,
con la que Platón pretende imponer el peso de la verdad
absoluta, preexistente y universal sobre la conciencia
humana.
Es bastante contradictorio el que Platón soporte toda su
filosofía de la verdad en el mito, que
denigre de forma tan acerba de la retórica cuando se vale
extraordinariamente de ella para persuadirnos acerca de la
preexistencia de las ideas, de la eternidad del alma, del mundo
inteligible como paradigma del
sensible, de la falsedad de éste nuestro mundo, del
recordar como única forma de conocimiento… etc, todos estos mitos que son
de una inmensa belleza literaria, y que hacen de Platón el
más grande de los sofistas, entendiendo aquí (y
solo aquí) ‘sofista’ en el sentido
platónico: el que se vale de engañosos y seductores
discursos para
hacer verdadero lo que es falso.
Es de esta forma como Platón instaura una forma propia de
habitar y de entender el mundo, una ética en
la que el dominio de unos
hombres sobre otros se legitima en el poder divino,
en la que es dable destruir culturas apelando al nivel de
superioridad en relación con la verdad, una ética en
la que se suprime al otro, en la que se condena la realidad
mundana y en la que solo hay cabida para lo absoluto. Sin lugar a
dudas, el origen de todos los totalitarismos. Una perniciosa e
‘inconveniente’ forma de habitar el mundo, que con
sus delirios de ‘verdad’ pretende someter la voluntad
humana a los fantasmas inaprehensibles de una realidad
inexistente, o metafísica
si se quiere.
No hay que hacer muchos esfuerzos para ver en Platón el
fundamento de la tradición judeocristiana, y para advertir
entonces que esta forma de entender la existencia del hombre ha
sido la reinante a lo largo de la civilización occidental,
relegando así la saludable posibilidad de un entendimiento
del hombre en tanto hombre y de un ordenamiento social, moral y
político a la luz de la
conveniencia; posibilidad ética que a quedado bajo el yugo
de lo absoluto, bajo el yugo de Platón.
"Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustraídos a
su cuerpo y a su tierra. Sin
embargo, ¿a quién debían las convulsiones y
delicias de su éxtasis? A su cuerpo y a esta tierra".
Nietzsche
Autor:
John Rojas
Estudiante de Filosofía y Letras y de Comunicación
Social y Periodismo de
la Universidad
Pontificia Bolivariana de
Medellín-Colombia.