Indice
1.
Introducción
2. Libre Competencia
3. Características del
monopolio
4. Empresas en posición de
dominio
5. Conclusión
6. Fuente
En la actualidad, las economías del mundo
están viviendo un proceso de
grandes transformaciones debido a los nuevos retos que impone
la
globalización. Esto exige que las empresas logren
dominar nuevas habilidades para adecuarse a los cambios en la
tecnología
de producción, en las tecnologías de
información y en los requerimientos y
necesidades de los consumidores de todo el mundo. El reto que
plantea la globalización es el de ser competitivos no
solo localmente, sino también internacionalmente, pues
todas las empresas de la zona que produzcan bienes o
servicios
similares estarán en pugna por las mejores oportunidades
del mercado global.
En este contexto, la libre competencia en los mercados y las
políticas de libre competencias
cobran relevancia particular, pues ellas determinan el escenario
más propicio para que las empresas logren los
estándares de competitividad
que se necesitan en este nuevo orden de cosas. La vigencia
efectiva de la libre competencia en los mercados nacionales, a
través de la creación de una institucionalidad que
haga valer las reglas de juego de
manera clara y creíble, constituye una de las claves para
lograr la eficiencia que
los mercados internacionales exigen hoy en día de las
empresas.
El concepto de
economía de mercado tiene uno de sus fundamentos
principales en la libre competencia, que resulta de la
concurrencia libre en el mercado de ofertantes que producen
bienes o servicios similares y , a su vez, consumidores que toman
decisiones libres sobre sus compras en el
mercado con información suficiente sobre las características de precio y
calidad de los
productos, sin
que en estas decisiones intervengan fuerzas distintas a las del
mercado mismo. El concepto de libre competencia se aplica
normalmente en un país, y toma en cuenta a bienes
nacionales como extranjeros. Por ello, las políticas de
libre competencia y de libre comercio
están estrechamente ligadas.
Fundamentos de la libre competencia
La competencia está basada en la libertad de
decisión de los que participan en el mercado, en un
contexto en el que las reglas de juego son claras para todos y se
cumplen efectivamente. La libre competencia se basa
fundamentalmente en la libertad de elección tanto para el
consumidor, como
para el productor. La libertad de elección del consumidor
como la del productor son inseparables y de ellas depende en gran
medida que se logre una asignación eficiente de recursos en la
economía, cuando se cumple ciertas condiciones
básicas; es a través de estos principios que el
mecanismo del mercado asegura que los recursos productivos se
dirijan a aquellos usos más productivos, entendiendo por
ello aquellos bienes y servicios que los consumidores prefieren
en mayor medida.
La libre competencia genera incentivos para
que las empresas obtengan una ventaja competitiva sobre otras
mediante la reducción de costos y la
superioridad técnica. Esto resulta en un aumento de la
eficiencia de las empresas para producir, un incremento de la
calidad del producto que
se ofrece y una disminución de los precios que
permite que una mayor cantidad de consumidores tenga acceso al
mercado.
Para producir los resultados deseados, el fundamento de la libre
elección de consumidores y productores tiene que darse
en
simultáneo con otros principios básicos del buen
funcionamiento de los mercados. Estos son la libre
información en los mercados, la definición precisa
sobre los derechos de cada quien
respecto de los bienes y servicios que se transan en el mercado,
las garantías de ejecutabilidad de los pactos y el
resarcimiento por daños que se ocasionen a
terceros.
Retos y oportunidades que plantea la libre competencia
para el empresario
La libre competencia se caracteriza por el esfuerzo de cada
empresa del
mercado por desempeñarse mejor que sus competidores para
obtener mayores beneficios económicos . para las empresas,
la libre competencia trae consigo retos y oportunidades. La libre
competencia promueve la competitividad de las empresas no
sólo en mercados locales, sino también en mercados
externos. La libre competencia exige de las empresas una
constante identificación de aquello que el consumidor
necesita y desea, así como una permanente revisión
de los estándares de calidad, costos y precios bajo los
cuales son ofertados sus productos en el mercado, además
de su organización y estrategias
empresariales. La presión
por captar las preferencias del consumidor en un esfuerzo por
mantenerse compitiendo libremente en el mercado obliga a las
empresas a mantenerse en un proceso dinámico de inversión y revisión de estrategias,
que es la mejor garantía para lograr niveles de
competitividad globales. Además, un a efectiva libre
competencia es también la mejor garantía de que los
empresarios accedan a insumos y servicios que sus productos
necesitan, en condiciones competitivas.
Rol del Estado en una
economía de libre competencia
Mientras las reglas de la libre competencia se cumplan, un
desequilibrio entre la oferta y la
demanda de un
bien o servicio o
alguna otra ineficiencia en la asignación de recursos
tendrá un carácter
transitorio y podrá ser resuelto en la mayoría de
casos por las propias fuerzas del mercado. Bajo esa lógica,
no existiría mayor rol para una intervención del
Estado en este campo. Sin embargo, los mercados pueden tener
imperfecciones que obliguen a que el Estado
intervenga, sin distorsionar los principios del libre mercado,
para producir mejores resultados. Las imperfecciones de los
mercados que requieren de una acción del Estado pueden
estar relacionadas con 3 tipos de fenómenos:
- altos costos de transacción
- posiciones monopólicas
- prácticas restrictivas de la libre
competencia.
Cuando los agentes económicos no cuentan con
información suficiente para tomar sus decisiones o cuando
existen externalidades en el consumo y
producción de los bienes. En estos casos, imperfecciones
de los mercados pueden requerir que se establezca un rol para que
actué el Estado, como a través de la
protección al consumidor o el control de
prácticas restrictivas de la libre competencia, por
ejemplo. También existe un rol que el Estado debe cumplir
para garantizar que la competencia además de libre sea
sana y justa, como cuando se reprime la competencia desleal a la
piratería. La labor del Estado debe ser
subsidiaria, por lo que debe concentrarse en evitar que se
produzcan estas situaciones cuando el mercado no es capaz de
resolverlas por si mismo en un plazo prudencial y sin
consecuencias importantes.
También se debe tener en cuenta, la regulación de
las prácticas comerciales y productivas debe ser aplicada
cuando de modo natural no existan condiciones suficientes para
que se produzca la libre competencia. El resultado será un
mercado en el que se cumpla una regulación con el fin de
preservar la libre competencia. Un mercado con estas
características no será un mercado libre de
intervención estatal, sino en que dicha
intervención se circunscribe a que el mercado opere tal
como debe ser una situación de libre competencia. La tarea
fundamental de las políticas de libre competencia es
asegurar que sus principios se hagan efectivos. Como factor
regulador de la economía, la libre competencia necesita un
marco legal efectivo y organismos que lo hagan cumplir para que
el comportamiento
de los agentes en el mercado no atente contra los fundamentos, el
comportamiento de los consumidores y/o otros agentes productivos,
por lo tanto contra los fundamentos del sistema de libre
mercado.
Casos en que no se cumple la libre competencia
Algunos de los casos más severos y más tratados de
restricción a la libre competencia son el abuso de
posición de dominio,
además de los casos de monopolio y
las prácticas restrictivas de la libre competencia. Otras
violaciones del principio de libre competencia son la competencia
desleal, el dumping y
subsidios, el uso ilícito de marcas y/o de
propiedad
intelectual ajenas, la falta de información al consumidor,
entre otras. Todas ellas determinan que se quiebre el mecanismo
por el cual las preferencias de los consumidores, expresadas
libremente en el mercado, orientan a los productores a hacer el
uso más eficiente posible de los recursos productivos de
los que dispone una economía.
3. Características del
monopolio
En una situación de monopolio, un solo productor
satisface la demanda de todos los consumidores. Ello le permite
la posibilidad de determinar el precio y la cantidad que
más le convienen al monopolista a costa de extraer
recursos del consumidor. Una situación de monopolio, sin
regulación alguna, determina que el precio sea mayor al
que ocurriría en una situación de libre
competencia, y que la cantidad disponible sea menor. Es
importante señalar que la existencia de un solo proveedor
en un mercado no define necesariamente una situación de
privilegio, para lo cual se requiere analizar la existencia de
barreras de entrada que inhiban al ingreso de rivales potenciales
a la industria en
el largo plazo.
Si el monopolio no es sujeto de
ninguna regulación, es lógico suponer que el
monopolista hará lo necesario para aprovecharse de la
situación en que se encuentra, es decir, tener precios
mayores que los que permitiría una situación de
libre competencia. Es preferible, en el corto plazo, para los
consumidores un esquema de libre competencia que uno de
monopolio. Es importante diferenciar los efectos de corto plazo y
largo plazo en el caso de estructuras no
competitivas, pues si bien las condiciones de corto plazo pueden
resultar en un perjuicio para el consumido, es en el largo plazo
a través del gasto en investigación y desarrollo de
nuevas variedades e incluso de nuevos productos, que podrá
juzgarse los efectos positivos o negativos en el excedente del
consumidor de una situación no competitiva.
Existen situaciones en que el monopolio es inevitable, como
cuando se trata de monopolios naturales, en que no sería
viable o sería excesivamente caro que existieran dos
proveedores de
un mismo servicio, como por ejemplo los servicios públicos
(agua potable,
electricidad).
Sin embargo, existen posibilidades de desarrollar marcos
regulatorios que permitan mayores niveles de competencia, aun en
estos rubros tradicionalmente sujetos a una situación de
monopolio, como aquellos que establecen la obligación de
que las redes de
transmisión de energía se pongan a
disposición de diferentes empresas generadoras de
energía.
4. Empresas en posición
de dominio
Se entiende que una empresa o
varias gozan de una posición de dominio en el mercado
cuando pueden actuar de modo independiente con prescindencia de
sus competidores, compradores, clientes o
proveedores debido a factores tales como la participación
significativa de las empresas en los mercados respectivos, las
características de la oferta y la demanda de los bienes o
servicios, desarrollo tecnológico o servicios
involucrados, el acceso de competidores a fuentes de
financiamiento y suministros, así como redes de
distribución. Para determinar si una
empresa se encuentra en una posición de dominio se debe
delimitar el mercado en que actúa la empresa, es
decir, el mercado relevante, incluyendo en éste los bienes
o servicios que puedan sustituir al que es materia de
análisis. La posición de dominio es
un concepto que representa la independencia
de una empresa para fijar precios, condiciones de venta o
prácticas comerciales, en general en las que su capacidad
de negociación en el mercado se ve favorecida.
Una participación en el mercado no necesariamente es
indicativa de una posición de dominio en el mismo. Para
ello tendría que conjugarse otros factores como barreras
de entrada al mercado de manera significativa.
En los términos definidos, una empresa puede tener una
posición de dominio en el mercado, sin que ello constituya
una violación de los principios de libre competencia. La
empresa con una posición de dominio del mercado no
está obligada a obtener la aprobación previa de las
autoridades que lo regulan para realizar las actividades que ha
planificado. La empresa dominante debe tener en principio la
libertad de actuar en el mercado bajo su propia responsabilidad. La tarea de la política regulatoria
de la libre competencia se limita a entrar en acción y
aplicar correcciones sólo cuando ocurren casos de abuso y
a obligar a una empresa a actuar de manera acorde con los
principios de la libre competencia. Por consiguiente, la supervisión se puede cumplir sólo en
la medida en que una determinada empresa abusa de su
posición de dominio en el mercado en detrimento de otros.
Así, la política de libre competencia
regulará el mercado, para la cual debe verificar en cada
caso si una empresa tiene una posición dominante, en
qué función
(proveedor o comprador), en qué actividades (una
categoría determinada de bienes o servicios) y en
qué mercados. Un criterio importante en cada caso es hasta
qué punto el otro lado de la transacción puede
recurrir a otros productos o a otros clientes.
Entre las principales prácticas que se constituyen en
abuso de posición de dominio se tiene:
- la negativa injustificada de compra o
venta - el trato discriminatorio en prácticas
comerciales - cláusulas de atadura y otros de efecto
equivalente.
Se considera que existe abuso de posición de
dominio en el mercado cuando una o más empresas que se
encuentran en posición de dominio actúan de manera
indebida con el fin de obtener beneficios y causar perjuicios a
otros, que no hubieran sido posibles de no existir la
posición de dominio.
Debido a las condiciones de sus mercados objetivos, las
empresas pueden desarrollar procesos de
integración horizontal y/o vertical. Las
horizontales se asocian a la integración de dos o
más empresas de una misma industria (mediante fusiones)
mientras que las verticales se vinculan a procesos de
integración con empresas que operan en etapas anteriores
y/o posteriores a una industria en particular (igualmente
mediante fusiones). Las fusiones son matrimonios corporativos en
los que las empresas implicadas renuncian a du independencia
total o parcialmente y comienzan una nueva relación
comercial permanente. Existen diferentes formas de fusión, la
más frecuente de las cuales es por medio de
adquisición de acciones de
una empresa. Actualmente en algunos países llevan a cabo
controles sobre las fusiones como parte de sus políticas
de libre competencia.
Práctica restrictiva de la libre competencia
Las prácticas restrictivas de la libre competencia son las
concertadas entre empresas con el objeto de restringir la libre
competencia, estas prácticas son siempre una
violación de los principios de la libre competencia y por
tal es castigada por ley. Esto es lo
que se considera una práctica per se ilegal, es decir que
prohíbe objetivamente el desarrollo de una conducta
independientemente que pueda o no generar daños al
mercado. De esta forma se evita incurrir en costos
administrativos para determinar la razonabilidad de una
práctica económica de una práctica
económica. En el caso de otras violaciones de las normas de
competencia se acepta la regla de la razón, es decir, se
discute la posibilidad de distorsionar los mecanismos de
competencia caso por caso, evaluando el daño potencial o
efectivos tanto en los consumidores como en el desarrollo de
largo plazo de la industria, evitando una intervención
distorsionante.
Política de comercio
exterior
Para que una política de comercio exterior
contribuya a preservar los principios de la libre competencia en
el mercado internacional, debe seguir el sistema de libre
comercio y apertura de mercados para que las ventajas de la
competencia puedan establecerse también en los mercados
mundiales y se intensifique en los mercados nacionales. Las
políticas de libre comercio permiten que tanto
consumidores como productores acceden a bienes finales e
intermedios, tanto nacionales como extranjeros, ampliando su
derecho a la libre elección. Para ello las reglas de la
libre competencia en el mercado interno deben ser similares a las
que rigen en el mercado internacional, asimismo, los productos
nacionales deben estar expuestos a la competencia leal de
productos externos, de manera que logren incorporar las
exigencias sobre calidad, tecnología e innovación que el mercado global hace sobre
cada producto. En un contexto de globalización como el
actual, que se irá profundizando cada vez más, las
empresas no sólo compiten localmente, sino que empiezan a
hacerlo con todas las empresas del mundo. Su permanencia en el
mercado sólo puede asegurarse si logran estar en
condiciones de enfrentar dicha competencia.
Las restantes políticas públicas tienen impacto
indirecto en la política de competencia, salvo el caso de
la política comercial, cuyo impacto es directo. La
relación entre estas políticas se da en la medida
en que estas últimas impactan sobre las condiciones de la
estructura,
conducta y/o desempeño de las firmas que se desarrollan
en cada uno de los mercados. Las políticas públicas
no distorsionantes tienen efectos sobre la competitividad, pero
no necesariamente sobre las condiciones de competencia en los
mercados.este es el caso de los tributos,
aranceles,
regímenes cambiarios, condiciones financieras, entre
otras.
Cuando las políticas públicas están
orientadas a la asignación de los recursos por el sector
privado, en un marco de regulación, es posible afirmar que
las políticas publicas actúan de manera consistente
con los lineamientos de la política de competencia. El
argumento critico es la intervención no distorsionante. La
existencia de políticas públicas que no sigan este
derrotero tendrá efectos negativos sobre las condiciones
de competencia en los mercados a largo plazo.
Relación entre la política de libre
competencia y la política de libre comercio
Las políticas de libre comercio proveen mecanismos para
evitar situaciones de abuso de posición de dominio. Esto
podría llevar a pensar que las políticas de libre
competencia y las políticas de libre comercio son
políticas sustitutas, y que una economía puede
escoger cualquiera de ellas para crear estructuras de mercado
competitivas y promover la eficiencia económica. No
obstante, la teoría
moderna de la
organización industrial, particularmente por las
implicancias de la geografía en limitar
el flujo de bienes y servicios entre los mercados, sugiere que
este carácter sustituto es muy limitado, por lo que las
políticas de libre competencia y de libre comercio son, en
realidad, complementarias.
El libre comercio entre naciones es una fuerza
fundamental para el progreso. El comercio ayuda a las
economías a crecer, a ser más eficientes y a
innovar. Una política sostenida de libre comercio crea
empleos, y los estudios muestran que los empleos que se crean
tienden a ser de alta calidad y bien remunerados. Si bien los
procesos de apertura comercial pueden implicar problemas de
empleos temporalmente, una vez que los factores de
producción se reasignan a usos más productivos, los
efectos sobre el empleo son
positivos.
Este nuevo fenómeno está exigiendo que las empresas
logren dominar nuevas habilidades para adecuarse a los cambios en
la tecnología de producción y en los requerimientos
y necesidades de los consumidores. El nuevo reto que plantea la
globalización es el de ser competitivos no sólo
localmente, sino también internacionalmente, pues todas
las empresas del orbe que produzcan bienes o servicios similares
estarán en pugna por las mejores oportunidades del mercado
global. En este contexto, la libre competencia en los mercados y
las políticas de libre competencia cobran una relevancia
particular, pues ellas determinan el escenario más
proclive para que las empresas logren los estándares de
competitividad que se necesitan en este nuevo orden de cosas.
Durante los últimos años, en el marco del proceso
de globalización, se han producido importantes cambios en
la actividad productiva: se han estandarizado los diseños
y componentes, se subcontrata globalmente diferentes componentes
de cualquier producto, se está utilizando personal
más calificado e insumos de mejor calidad y menor costo y se han
desarrollado nuevos y muy amplios sistemas de
información y comercialización. Las nuevas tendencias
tienen implicancia marcada en materia de localización, de
competitividad y de eficiencia. Estas tendencias han creado
posibilidades y oportunidades antes inexistentes para las
empresas locales, como proveedoras de bienes y servicios para las
grandes empresas y como competidores eficientes en nichos del
mercado exterior. La globalización, la
regionalización y los esfuerzos por crear grupos de
integración comercial, están posibilitando la
entrada a nuevos países que antes estaban cerrados
comercialmente, pudiéndose así ampliar los
mercados. Ello permite a las empresas locales disfrutar de las
ventajas de economías de escala,
disminuyendo sus costos, facilitar el acceso a los insumos
requeridos; desarrollar nuevos productos para satisfacer
necesidades diversas y optimizar el marketing de
sus productos.
Pero la globalización de la economía mundial
también plantea retos y presiona a las empresas a ser
más eficientes en los términos en que son
eficientes el resto de empresas que compiten en el mercado
mundial. La globalización está obligando a las
empresas a repensar sus procesos productivos, a buscar mejores y
más baratos insumos, a identificar y conocer mercados para
crear nuevas formas de llegar al consumidor y a buscar nuevas
tecnologías que les permitan reducir costos y precios.
La apertura del comercio está obligando a las empresas del
mundo a ser competitivas a escala mundial, única manera de
aprovechar las oportunidades de la economía
globalizada.
- BOLOÑA BEHR, Carlos. (2000) Experiencias para
una economía al servicio de la gente. Editorial Nuevas
Técnicas Educativas – Netusa. Lima
– Perú. - INDECOPI. (1998). Lima –
Perú
Autor:
Econ. Dante Enrique Rojas Linares