Indice
1.
Introducción
2. Características de las
primeras organizaciones obreras en México a finales del
siglo XIX
3. El siglo XX y la aparicion
del Partido Liberal Mexicano
4. La Casa del Obrero Mundial
y el pacto con las fuerzas militares
carrancistas
5. La CROM y la
CGT
6.
Conclusión
7.
Bibliografía
El presente trabajo tiene como objetivo
describir el papel de la
clase trabajadora en los procesos
históricos de finales del siglo XIX y principios del XX
en México; fundamentalmente, en la transición del
gobierno liberal
a la dictadura de
Porfirio Díaz, hasta la consolidación de los
sindicalismos en el nuevo Estado
producto de la
Revolución
Mexicana.
Básicamente, el marco histórico y contextual donde
la clase trabajadora mexicana se desarrollará es: a) En un
contexto mundial: en la fase imperialista del capitalismo,
es decir, entre el fin de las revoluciones burguesas e inicio de
las revoluciones proletarias; b) En un contexto nacional: en el
establecimiento y fin del Estado burgués agrario, es
decir, entre la consolidación y crisis del
régimen liberal-oligárquico del Porfiriato; c)
Y, en el marco de un nuevo Estado mexicano: entre la
aparición de la conciencia de
clase y de los sindicalismos dependientes del nuevo
régimen producto de la Revolución
Mexicana.
México había alcanzado la independencia
política;
no obstante, como explica Manuel Aguilar Mora, la estructura de
la economía
mexicana durante el Porfiriato fue conformada y dependiente de
acuerdo con los ejes centrales del imperialismo.
Y, de acuerdo Ernest Mandel, éste se llevó a cabo
en los países subdesarrollados de la siguiente manera:
"La producción capitalista de materias primas
en los países subdesarrollados significó, sin
embargo, una producción capitalista bajo condiciones
socioeconómicas de producción muy precisas.
"La enorme cantidad de mano de obra barata disponible en los
países subdesarrollados hacía poco ganancioso usar
capital fijo a
gran escala. La
máquina moderna no podía competir con esta mano de
obra barata. En el ámbito de la agricultura,
por tanto, esto condujo esencialmente a una economía de
plantación, esto es, a un capitalismo preindustrial, el
capitalismo del periodo de las manufacturas."
Por si fuera poco, según Rudenko, la política
económica de Díaz y de los "científicos"
partía del reconocimiento abierto de la imposibilidad del
desarrollo
independiente de la economía mexicana. Es por eso que el
"papel principal en el desarrollo de todos los aspectos de la
economía nacional del país se asignaba al capital
extranjero". Y para imponer este orden, "el dictador creó
un fuerte aparato policiaco, con un sistema de
dirección extraordinariamente desarrollado
y costoso. El cuerpo policiaco de México era la
organización militar mejor pagada en el mundo".
Así, la realidad social, económica y
política de México era diseñada según
la voluntad de Porfirio Díaz y las exigencias del capital
extranjero.
Siguiendo nuevamente a Aguilar Mora, México era:
"Un país convertido en una gigantesca plantación
desde las haciendas henequeneras de Yucatán hasta los
latifundios ganaderos de Chihuahua, pasando por los campos
tabacaleros y cafetaleros del Valle Nacional y las estancias e
ingenios azucareros de Morelos, Veracruz y Puebla. Si a este
panorama agregamos las minas del centro y norte del país,
concebiremos con realidad el inmenso territorio que albergaba a
la masa de peones, mineros semiproletarizados insertos en un
sistema capitalista preindustrial." Sin embargo, como afirma
Gilberto Argüello, Porfirio Díaz había
aprendido de Benito Juárez que las rebeliones
indígenas y campesinas debían ser derrotadas y
aniquiladas porque estas eran reaccionarias y se oponían
al progreso, la libertad y la
preciada consolidación del orden social y el Estado. Lo
expresado por el campesino, Julio López Chávez,
antes de ser fusilado en 1869, discípulo del socialista
utópico Rhodakanaty, manifiesta la contradicción
histórica irreconciliable entre los nuevos explotados y
explotadores: "Los que pacientemente nos hemos dejado arrebatar
lo que nos corresponde nos llamamos trabajadores, proletarios o
peones [y] con suma tristeza hemos visto que [los hacendados] han
tenido refugio en los faldones republicanos, lastimándose
así los intereses… de los pobres".
Los liberales de la República Restaurada habían
asestado el primer golpe al sindicalismo
moderno mexicano. A partir de ese momento, la dictadura
comprendería que los trabajadores organizados
representaban una terrible amenaza para el supuesto sistema
político de "Orden y Progreso"; o, como lo expone John M.
Hart: "Desde los comienzos del sindicalismo moderno mexicano en
la década de 1860, los líderes del trabajo
organizado han sido cortejados, alabados, amenazados, apoyados y
eliminados por gobiernos intervencionistas en busca de
estabilidad social y política".
De esta manera, y a pesar de todos los obstáculos de los
gobiernos en turno, y en el fin del proceso
revolucionario, la clase trabajadora continuará luchando
por hacer valer sus demandas reivindicatorias; o sea, la
inserción del artículo 123 en la Constitución de 1917 representará
sólo el principio de todos los ideales que se
tendrán que ganar en el movimiento
obrero mexicano.
2. Características de las primeras organizaciones
obreras en México a finales del siglo XIX
En la segunda mitad del siglo XIX en México se
empieza a impulsar la producción industrial y junto con
ella nacen las primeras organizaciones de los trabajadores. Ello
fue debido en parte a las pocas garantías en materia
laboral que
otorgaba la Constitución de 1857.
Así, del dicho al hecho existía una gran distancia;
la Constitución de 1857 no era suficiente para calmar las
tempestades que venían en camino. Por describir un poco la
situación que estaban viviendo en ese momento los obreros:
"Estaban prohibidas las huelgas. Las jornadas de trabajo llegaban
a durar 16 horas; los horarios se imponían al arbitrio de
los patrones; los trabajadores no tenían viviendas
propias: habitaban en sitios que les alquilaban los propios
dueños de las fábricas donde laboraban;
comían lo que compraban en tiendas de raya, y estaban
sujetos a malos tratos".
Entre las muchas organizaciones obreras que existían en
esa época en nuestro país, las más populares
eran las de carácter
mutualista y cooperativista.
a) El mutualismo y el cooperativismo.
Los objetivos
comunes que buscaban ambas organizaciones obreras eran:
"La fundación de un banco protector
de las clases pobres, el mantenimiento
de un asilo para mendigos y obreros inhabilitados para el trabajo, la
constitución de grandes centros obreros para buscar el
mejor servicio en el
interior de los talleres y de las fabricas, la
reglamentación de un sistema de socorros a los socios
enfermos y auxilios a las familias de los fallecidos; llamaba a
la abstención completa de todos los socios en los problemas
políticos del país y a luchar por la paz de la
república."
El breve paso hacia el cooperativismo estuvo caracterizado por
obreros interesados en ser dueños de capital.
El distanciamiento obrero hacia estas primeras organizaciones
obreras se debió principalmente porque no fueron eficaces
en defender las resistencias,
hacia los patrones y gobierno; no salvaron de la ruina a los
artesanos, etc.
En adelante la ideología anarco-utópica-cristiana
por décadas van a influir en la incipiente organización sindical y como reminiscencias
llegar a veces hasta nuestros días.
En adelante, se empiezan a diferenciar dos tendencias en los
proyectos de
organización de los obreros en la década de los
setentas del siglo XIX: una, la mutualista y la cooperativista
que fueron promovidas por los propios trabajadores,
administradores y empresarios, y la segunda, se
autodefinía como socialista y pugnaba por formar
asociaciones de resistencia
contra todos los actos del capital, propagando la idea de la
necesidad de una revolución social para desterrar el
sistema capitalista.
b) El Gran Círculo de Obreros.
La creación en 1872 del gran círculo de obreros de
México que aglutinaba a más de ocho mil
trabajadores fue producto, de entre otros factores de, "los bajos
salarios, las
agotantes jornadas de doce y aun catorce horas, las ausencias de
los más indispensables servicios, el
empleo de
medios
represivos y la creciente explotación a medida que la
productividad
aumentaba".
Para hacer un paréntesis en la exposición, mostraremos el salario medio
diario de los obreros agrícolas en los estados de
México más desarrollados económicamente en
1891 y 1908 (en centavos) y también el precio de
algunos productos
básicos de consumo
popular:
Estado | 1891 | 1908 |
Aguascalientes………………………. | 18 | 31 |
Chihuahua……………………………. | 22 | 52 |
Guanajuato…………………………… | 25 | 31 |
Hidalgo…………………………………. | 25 | 27 |
Jalisco…………………………………… | 34 | 27 |
México………………………………….. | 25 | 32 |
Michoacán……………………………. | 46 | 31 |
Oaxaca…………………………………. | 34 | 23 |
Puebla…………………………………… | 34 | 31 |
Querétaro………………………………. | 28 | 31 |
Salario | 29 | 31.6 |
Artículo de consumo |
Precio en pesos |
% de crecimiento | |
1891 | 1908 | ||
Arroz, 100 | 12.87 | 13.32 | 3.5 |
Azúcar, 100 | 17.43 | 23.00 | 32.0 |
Harina, 10 | 10.87 | 21.89 | 101.4 |
Maíz, 1 | 2.50 | 4.89 | 95.6 |
Trigo, 100 | 5.09 | 10.17 | 99.8 |
Frijol, 100 | 6.61 | 10.84 | 64.0 |
FUENTE: Publicaciones del Departamento de Estadística Nacional, Estadísticas compendiadas de los Estados Unidos
Mexicanos, México, 1929, pp. 34-37, y de la obra de F.
Tannenbaum, The Mexican agrarian revolution, Washington, 1930,
pp. 149-150. Tomado de: B. T. Rudenko, op. cit., pp. 35 y 36.
Los cuadros anteriores demuestran que los precios de
productos alimenticios tan importantes para la gran
mayoría de la clase trabajadora, como harina, maíz y
trigo, aumentaron durante el periodo de 1891 a 1908 un promedio
de 100%, en tanto que el salario se mantuvo casi al nivel
anterior. En conjunto, éste era extraordinariamente bajo y
en diversos estados oscilaba de 18-22 hasta 52 centavos al
día. El salario real era extremadamente bajo. El obrero
mexicano recibía mucho menos que los obreros de otros
países capitalistas.
Tomando en cuenta esta crisis económica que agravaba los
problemas
sociales, el Gran Círculo se planteó como
objetivos:
"mejorar [por] todos los medios legales la situación de la
clase obrera y su protección contra los abusos de los
capitalistas y maestros de talleres; lucharía por la
ampliación del espíritu de ayuda mutua,
estableciendo cajas de ahorro,
seguro de
vejez, casas
de asilos, escuelas primarias y de oficio; las sociedades
adheridas al Gran Círculo ‘tendrían el
carácter de resistencia con el fin de proteger el
trabajo’, para lo cual se declaraba: apoyo ilimitado a las
huelgas, lucha por un mejoramiento inmediato de los salarios y
disminución de horas de trabajo, protección
decidida a las mujeres y niños,
y castigo por medio de multas a los propietarios que no
accedieran a las justas peticiones de los obreros."
c) Los obreros y la dictadura de Porfirio
Díaz.
En 1876, el Gran Círculo realiza un congreso obrero en el
que se advierte con claridad la presencia de dos corrientes bien
diferenciadas: una anarquista, encabezada por ideólogos
como Rhodakanaty; otra socialista, que formaban los principales
dirigentes del Círculo. A pesar de estas afiliaciones, en
el congreso se discutieron los asuntos más diversos: desde
los nuevos estatutos, imbuidos siempre de un espíritu y
una retórica progresista, hasta la eventualidad de apoyar
o no a la candidatura presidencial de Porfirio Díaz. Esta
última discusión llegaría a dividir la
organización.
Algunos obreros radicales, los que no sentían ninguna
simpatía por la dictadura, fueron asediados y asesinados
entre 1881 y 1883, cuando excedieron sus demandas. Las luchas
candentes se aplazarían para el nuevo siglo.
A partir de 1884 el movimiento obrero y artesano cae en una larga
etapa de receso. Porfirio Díaz aplica su estilo de "poca
política y mucha administración" y, así, detiene los
movimientos que los trabajadores y sus nuevas organizaciones
realizaban por mejores condiciones laborales.
En general, a finales del siglo XIX la lucha de clases obrera era
débil ya que eran proletarios en los hechos, pero por sus
hábitos y mentalidad, seguían siendo campesinos o
artesanos; aparte de que los sindicatos no
eran la única ni la más importante de las
organizaciones obrera.
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