Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

FRANCIS BACON




Enviado por mowgli50



     

    La época del renacimiento fue
    una de las épocas menos dotadas de espíritu
    crítico que haya conocido el mundo. Es la época de
    la más burda y profunda superstición, una
    época en la que la creencia en la magia y en la
    brujería se propagó de manera prodigiosa y estuvo
    infinitamente más extendida que en la Edad Media ,
    es tanto así que la astrología jugaba un papel mucho
    mayor que la astronomía , y los astrólogos
    ocupaban cargos oficiales junto a los soberanos. Prueba de esto
    es también la producción literaria de la época:
    son las demonologías y los libros de
    magia lo que se lee por todas partes.
    La magia y las ciencias
    ocultas en la Edad Media
    partían de la creencia de que existían de forma
    omnipresente fuerzas espirituales malignas o benéficas de
    carácter sobrenatural. El hombre del
    Renacimiento ,
    sin embargo, parte de a idea de que el universo es un
    universo
    animado y de que todas las fuerzas de la naturaleza son
    semejantes. El hombre y la
    naturaleza
    están dominados por las mismas fuerzas y entre todos los
    elementos del cosmos existe una conexión que unifica sus
    diversos aspectos.
    La astrología era, por tanto, la ciencia que
    al intentar investigar los astros estudiaba la influencia de
    éstos sobre los hombres. La alquimia, por su parte,
    pretendía explicar el poder que
    ejercían ciertas sustancias sobre los hombres y los
    objetos. La magia y la alquimia intentaban dotar al ser humano de
    un poder que le
    permitiera dominar los acontecimientos y las fuerzas que animaban
    toda la naturaleza. El mago reconocía estar dominado por
    dichas fuerzas, al igual que todos los demás seres
    animados, pero creía ser capaz de controlarlas y plegarlas
    a sus propios deseos. De esta forma las ciencias
    ocultas se presentaban como técnicas
    de control y
    dominio del
    universo ,
    anticipando así la idea de dominio del
    hombre sobre
    la naturaleza propia de la mentalidad moderna posterior.
    ¿Cómo podemos explicar estas creencias
    mágicas, astrológicas y alquimistas en el Renacimiento ?
    Primero hay que aclarar, a la luz de Alexandre
    Koyré, que la inspiración del Renacimiento no fue
    una inspiración científica. El ideal de
    civilización de la época que se llama precisamente
    "Renacimiento de las letras y de las artes", no es de
    ningún modo un ideal de ciencia , sino
    un ideal de retórica, en el que la técnica de la
    demostración de la lógica
    clásica es sustituida por una técnica de la
    persuasión.
    Alexandre Koyré explica la credulidad y la falta de
    espíritu crítico del Renacimiento, como
    consecuencias de algo que es determinante para la época:
    la destrucción del sistema
    aristotélico. Efectivamente, después de haber
    destruido la física , la metafísica
    y la ontología aristotélicas, el Renacimiento
    se encontró sin física y sin ontología , es decir, sin posibilidad de
    decidir con anticipación si algo es posible o no. Es
    así como no hay ningún criterio que permita decidir
    si la información que se recibe de tal o cual
    hecho es verdadera o no. De esto resulta una credulidad sin
    límites
    .
    Partiendo de que el hombre es
    un animal crédulo por naturaleza, se entiende lo normal
    que es creer en el testimonio, sobre todo cuando viene del
    pasado. Así, en el Renacimiento nada está
    establecido de un modo más seguro que la
    existencia del demonio y de las brujas; mientras no se sepa que
    la acción de las brujas y de la magia es una cosa absurda,
    no se tiene ninguna razón para no creer en esos
    hechos.
    Es de esta forma como alexandre Koyré resume en una frase
    la mentalidad del renacimiento: "Todo es posible". El hecho de
    que todo sea posible en el Renacimiento se debe, como ya hemos
    dicho, a la destrucción de la ontología medieval,
    de la ontología aristotélica, quedando lanzado o
    reducido a una ontología mágica.
    Con la destrucción de la síntesis
    aristotélica, la ciencia se
    ve en la necesidad de encontrar un nuevo método de
    investigación de la naturaleza. La lógica
    de Aristóteles , base hasta entonces de las
    ciencias, ha de ser remplazada por una nueva lógica. A
    Francis Bacon se le suele considerar el fundador de la filosofía
    moderna en su tendencia empírica y el padre de la
    moderna investigación científica , y es a
    quien la historia le ha atribuido la
    nueva lógica de la ciencia . Para
    hacer entonces un somero estudio sobre esto, comenzaremos por
    aclarar quién fue Francis Bacon.

    La vida de Francis Bacon (1561-1626), estadista,
    filósofo y literato, ofrece un conjunto de contradicciones
    si se le considera en esas tres facetas de su
    actuación.
    Como estadista, Francis Bacon alcanzó los puestos
    más altos en la gobernación de Inglaterra, pero
    si en conseguirlos desplegó su capacidad intelectual no
    intervino menos su capacidad para la intriga, su deslealtad para
    con los amigos y su inmensa ambición. Precisamente su
    actuación en la vida pública inglesa ha perjudicado
    su reputación en sus otros aspectos de filósofo y
    escritor y a nadie, mejor que a él, se le puede aplicar lo
    del moralista que no sigue sus propios consejos.
    Su conducta con
    respecto al conde de Essex, del que era amigo íntimo,
    consejero privado y protegido, tiene difícil
    justificación. Al conde de Essex se le acusaba de delitos de
    traición a la corona, y puesto que su culpabilidad era
    reconocida sólo se tenía que discutir su mayor o
    menor culpabilidad, pero Bacon figuró entre los acusadores
    y redactó personalmente, por encargo de la reina, una
    vehemente acusación contra Essex. Tal vez como abogado no
    faltó a su deber, pero también el deber de la
    amistad y de la
    lealtad le debió obligar a que buscara la forma de
    abstenerse de semejante acusación. Pero la oportunidad
    política
    de conquistar el favor de la reina, su ambición, le
    impulsaron a obrar sin detenerse en escrúpulos
    sentimentales ni de lealtad hacia el amigo y protector.
    Más de la mitad de su vida Bacon pasó tratando de
    alcanzar lo que su ambición le dictaba. Su turbio proceder
    no le sirvió para alcanzar el tan ansiado favor de la
    reina. Cuando ésta murió, Bacon tenía 42
    años. el sucesor, Jacobo I, le fue más propicio y
    con él consiguió los máximos cargos
    ambicionados. Pero no supo, una vez en la cima como Lord
    Canciller, ser leal a la confianza depositada en él. Se le
    acusó de haber cometido en su cargo veintitrés
    delitos de
    prevaricación. Bacon se reconoció culpable y apenas
    pudo, con su defensa, aminorar la gravedad de las inculpaciones.
    Después de la condena y de la pérdida de todos sus
    cargos, se retiró a una posesión familiar y se
    dedicó al estudio y a sus tareas filosóficas y
    literarias.
    La labor de Bacon como literato (encontrada, como es
    lógico, con su labor filosófica) abarca temas
    diversos y es importante en la historia de la lengua
    inglesa. Su prosa concisa, directa y excesivamente
    económica en las palabras, es una valiosa
    contribución al aún titubeante idioma inglés
    de su tiempo.
    Su biografía de Enrique VII,
    independientemente de su veracidad como retrato, es uno de los
    primeros intentos de dar a las biografías un fondo
    psicológico para explicar los actos y la
    personalidad del biografiado. En el ámbito de la
    literatura,
    también se le conoce a Bacon por un gran numero de
    ensayos que
    abarcan temas muy diversos, desde los proyectos ideales
    para la construcción de un palacio o la de unos
    jardines, hasta los aspectos característicos del matrimonio y la
    soltería, con otros tradicionales sobre la ira, la
    envidia, la ambición, etc., y muchos otros dedicados a
    temas políticos y de gobierno.

    Pero el lugar que ocupa Bacon en la historia se debe
    más que todo a su trabajo filosófico, asunto que es
    el que nos interesa. Como ya habíamos dicho, a Bacon se le
    suele considerar fundador de la filosofía
    moderna en su tendencia empírica, y padre de la
    moderna investigación científica; pero ambas
    cosas resultan exageradas.
    Habíamos mencionado entonces que la destrucción que
    se opera en el Renacimiento de la ontología
    aristotélica, y de su filosofía en general, deja
    como consecuencia una credulidad sin límites,
    una ontología mágica en la que todo es posible y
    una cultura
    poblada de influencias mágicas, astrológicas y
    alquimistas, y que por consiguiente la ciencia se ve en la
    necesidad de encontrar un nuevo método de
    investigación de la naturaleza, una nueva
    lógica ante la abolida lógica aristotélica.
    La invención de esta nueva lógica es precisamente
    lo que se le atribuye a Francis Bacon, y lo que le ha hecho
    memorable.
    Para intentar analizar el verdadero aporte de Francis Bacon a la
    ciencia y a la filosofía, partiremos esencialmente del
    estudio de su obra más relevante: el Novum Organum, en la
    que se condensa toda su teoría.
    El Novum Organum fue publicado en 1620. Según la
    intención del autor, había de formar parte de un
    basto tratado general de las ciencias denominado Instauratio
    Magna, la gran restauración, que jamás fue
    concluido. La Instauratio Magna supuestamente estaba dividida en
    dos partes, la primera debería estar constituida por una
    gran enciclopedia de las ciencias, de la que tan sólo
    realizó una insignificante parte. El Novum Organum
    habría de ocupar la segunda parte de la Instauratio Magna,
    del cual realiza dos libros en los
    que expone los principios del
    ‘nuevo método’ científico que Bacon
    proponía como sustitución del obsoleto
    ‘organum’ aristotélico.
    En el Novum Organum, Bacon anuncia, presenta y convoca a un
    proyecto de
    investigación filosófico-natural tendente a
    conseguir la ‘restauración’ (instauratio) del
    saber y consecuentemente del poder que sobre la naturaleza
    gozó Adán en el paraíso y que la humanidad
    había perdido como consecuencia del pecado original.
    "El hombre, por su caída, perdió su estado de
    inocencia y su imperio sobre la creación, pero una y otra
    pérdida puede, en parte, repararse en esta vida, la
    primera por la religión y la fe, la
    segunda por las artes y las ciencias".

    De esta manera Bacon cambiaba la relación de la
    religión
    con la ciencia: si para muchos teólogos y hombres piadosos
    de la época la ciencia era peligrosa para la
    religión, Bacon hace de la religión y de la Biblia
    base de la condena del saber tradicional y de la legitimidad de
    la Instauratio Magna. Con esto, llegamos a una de las
    conclusiones acerca del verdadero aporte de Bacon a la ciencia
    moderna. Bacon no motiva para nada un desprendimiento de la
    ciencia con la religión, por el contrario lo que hace es
    lograr una ‘reconciliación’ entre
    éstas. Bacon sí motiva la actividad de la ciencia
    pero no desligada de la religión, lo que no constituye un
    verdadero ideal moderno.
    El Novum Organum tiene su punto de partida en el rechazo de la
    lógica de Aristóteles y en la necesidad de encontrar
    un nuevo método de investigación de la
    naturaleza.
    La crítica de la lógica aristotélica y del
    pensamiento
    recibido, de sus prejuicios y de sus errores, ocupa la parte
    principal del primer libro del
    Novum Organum, a manera de preliminar de la filosofía de
    la ciencia que Bacon desarrolla en el segundo libro. Se
    trata de una especie de fenomenología del error, en la que se
    expone la reconocida teoría
    baconiana de los ‘idola’.
    Los ‘idolos’ son, para Bacon, las tendencias del
    intelecto humano que dan lugar a los errores y a los prejuicios,
    y que ocultan, por tanto, el verdadero saber. Bacon distingue
    cuatro tipos de ídolos:

    • Los idola tribus. Éstos, según el
      autor, se expresan en la tendencia intelectual a considerar que
      las cosas existen en un grado de orden y de igualdad
      mayor del que en realidad se encuentran. Los
      ‘ídolos de la tribu’ surgen también
      de la propia vida emocional humana, con la consiguiente falta
      de objetividad en el momento de valorar los argumentos a favor
      o en contra de un principio. Estos ídolos conducen,
      finalmente, a la falsedad porque se apoyan en los datos
      engañosos que proporcionan los
      sentidos.
    • Los idola specus (literalmente ‘ídolos
      de la caverna) proceden de las características específicas de
      cada individuo: de sus gustos, de su educación, de sus ocupaciones, etc.
      Emergen, por tanto, de la subjetividad y velan la
      auténtica naturaleza de la verdad.
    • Los idola fori (‘ídolos del mercado’) se originan por el contacto
      entre los hombres y derivan casi siempre del lenguaje.
      Causan un auténtico reino de la confusión, pues
      llegan a utilizar conceptos ilusorios para cosas inexistentes.
      "Cuando los conceptos faltan, los suplen oportunamente las
      palabras".
    • Los idola Theatri (‘ídolos del teatro’),
      por último, son los que se derivan de las falsas
      teorías, que han engañado a los
      hombres a la manera como los actores engañan a su
      público en el teatro.

    El segundo libro del Novum Organum desarrolla
    propiamente el método inductivo de Bacon, en el que se
    trata de construir el saber, una vez se ha procedido a la
    crítica de los ídolos o errores.
    La lógica Aristotélica, base hasta entonces de las
    ciencias, ha de ser remplazada pues por una nueva lógica
    experimental e inductiva. Esto es necesario, según Bacon,
    puesto que la lógica del filósofo griego es
    esencialmente deductiva, parte de algunas observaciones
    empíricas, pero se precipita rápidamente en una
    generalización que olvida la existencia de principios
    intermedios. Para decirlo en palabras de Bacon, la lógica
    aristotélica es una vía de investigación y
    de descubrimiento de la verdad que parte "de las sensaciones y de
    los hechos particulares para elevarse rápidamente a las
    proposiciones más generales". A esta vía, Bacon
    opone una nueva forma de acceso a la verdad, que parte igualmente
    de las sensaciones y de los hechos particulares, pero que
    "obtiene de ellos proposiciones, ascendiendo de un modo continuo
    y progresivo la escala de la
    generalización hasta llegar a los principios más
    generales".
    Esto es, en suma, lo que realiza Bacon, el supuesto mérito
    de su filosofía: considerar insuficiente el escolasticismo
    y tratar de exponer un nuevo método de
    investigación mediante el
    conocimiento minucioso de la naturaleza, prescindiendo de
    todos los prejuicios que procedieran de las ideas aceptadas sin
    comprobación o de opiniones de autoridades antiguas
    tenidas como dogmas.
    Pero Francis Bacon no fue demasiado consecuente con sus
    propósitos y, en su filosofía, hay mucho
    todavía de escolasticismo y de prejuicios aceptados sin
    examen. Además, Bacon no realiza ningún aporte
    significativo para la filosofía natural, nunca desarrolla
    su método. Tampoco encontramos mucha novedad en sus
    exhortaciones a emplear la observación, el experimento y la inducción si repasamos los escritos de
    algunos de sus predecesores inmediatos, en especial Galileo.
    Prueba de las especulaciones sin fundamento científico de
    Bacon es la profunda influencia que ejerció en él
    la tradición mágico-alquímica. Por ejemplo,
    Bacon concibe la putrefacción como algo causado por
    espíritus volátiles que tienden a alejarse de los
    cuerpos para gozar de los rayos solares. De igual manera, Bacon
    alude a los influjos lunares, al mal de ojo o a la
    fabricación del oro. Esto nos reitera el sin numero de
    contradicciones que se encuentran en la obra de Bacon.

    También es importante aclarar que la
    rebelión contra Aristóteles y el método
    escolástico no era, en lo más mínimo,
    original de Bacon. Ya para la época se había
    atacado fuertemente el método aristotélico, y
    personajes como Vives, Agripa, Ramus y Acontio habían
    luchado por una reforma del método algún tiempo antes que
    los escritos de Bacon hubieran alcanzado prominencia.
    Con respecto a la tan nombrada influencia de Bacon sobre la
    ciencia moderna, hay que aclarar que es falsa. Como primero, los
    progresos realizados en el siglo XVII tuvieron lugar en las
    ciencias físicas, no en las biológicas, y en el
    desarrollo de
    las ciencias físicas el método de Bacon, como tal,
    no tuvo influjo alguno.
    La supuesta influencia del método de Bacon en el desarrollo de
    los grandes logros científicos, también se reconoce
    como falsa cuando tenemos en cuenta que Copérnico, Galileo
    y Kepler lo precedieron, y que Harvey y Newton no lo
    tuvieron en cuenta.
    Además, hay que considerar que Francis Bacon era un hombre
    de letras, y para nada un hombre de ciencia, lo cual, en
    principio, pone en duda la validez de su método puesto que
    sólo por la experiencia práctica puede
    desarrollarse cualquier método experimental.
    Bacon insistía en la importancia del experimento, pero no
    podía enseñar lo que no había comprendido:
    el método experimental. Exhortaba a los hombres a estudiar
    la naturaleza, pero no podía suministrar indicaciones
    provechosas para tal estudio. Tenía una ferviente fe en
    las posibles conquistas de la ciencia, pero como nunca
    dominó ninguna de ellas, era incapaz de apreciar las
    condiciones reales de la investigación. Vio bastante claro
    que el progreso de la investigación debe ser gradual, pero
    no distinguió cuáles eran los grados necesarios ni
    la clase de averiguaciones ni el orden que deben seguir, antes de
    que puedan efectuarse los descubrimientos.
    A pesar de todo esto, sus fieles admiradores, que en principio
    fueron los ilustrísimos de la Royal Society, han visto en
    Francis Bacon el padre de la filosofía y de la
    investigación moderna, y el heraldo de la nueva era
    científica.

     

     

     

    Autor:

    John Rojas

    Estudiante de Filosofía y Letras y de Comunicación
    Social y Periodismo de
    la Universidad
    Pontificia Bolivariana.
    Medellín-Colombia.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter