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Filosofía Escolástica




Enviado por chonga_ut



    Indice
    1.
    Introducción

    2. El Neotomismo
    3. Maritain, Jacques
    4. Conclusiones

    1.
    Introducción

    La filosofía escolástica alcanzó su
    culminación con la obra del pensador más importante
    de toda la edad media:
    santo Tomás de
    Aquino. Por primera vez la razón parecía
    librarse de su servicio al
    dogma cristiano y alcanzaba de forma neutral el problema del ser,
    el universo o
    el
    conocimiento humano.
    El pensamiento de
    St. Tomás partía de la superioridad de las verdades
    de la fe sobre el raciocinio. Sin embargo, ello no le
    impidió presentar a la filosofía como un modo de
    conocimiento
    plenamente autónomo capaz de , por un lado concordar
    armónicamente con la teología, y, por el otro, de
    tratar de formar independiente los más diversos aspectos
    de la realidad.
    Vías para la demostración de la existencia de Dios
    según Santo Tomás
    Ex Motu La movibilidad de todo lo existente exige un primer
    motor
    móvil.
    Ex Causa La sucesión de las causas en el tiempo implica
    una causa primera e incausada.
    Ex Contingentia La naturaleza
    contingente de todos los seres comporta un creador necesario por
    sí.
    Ex Gradu La existencia de categorías adjetivas tales como
    lo bueno, lo bello, lo justo, etc., implican un criterio supremo
    de realización ideal de las mismas.
    Ex Fine El ordenamiento de los fenómenos naturales
    requiere la existencia de una mente ordenadora.
    A partir del S. XIV, una profunda crisis social
    empezó a socavar el orden social y político
    anterior Durante un largo período –mas o menos hasta
    el s. XIX- la tradición filosófica de la
    escolástica aparece como soterrada y recluida en medios
    eclesiásticos aparentemente de escasa influencia sobre lo
    que podría llamarse la filosofía vigente.
    A principios de
    nuestro siglo esta situación cambia radicalmente de signo.
    La Escolástica católica -bajo los nombres de
    Neotomismo o de Neoescolástica- sale de su confinamiento
    para convertirse, si no en la filosofía dominante de
    antaño, sí en una de las escuelas más
    importantes y prestigiosas de la época. Su rigor,
    profundidad y enriquecimiento multisecular la constituyen en uno
    de los cauces más fecundos del pensamiento
    filosófico contemporáneo.
    Pueden reconocerse como origen de este resurgimiento de la
    filosofía católica en nuestro siglo dos factores
    principales: es el primero la encíclica de León
    XIII Aeterni Patris (1879), que recomienda el Tomismo y el
    cultivo de la filosofía y la teología según
    el ejemplo del doctor Angélico frente a los
    fideísmos entonces dominantes y frente a las corrientes
    del llamado «modernismo». El fideísmo (Gioberti,
    Rosmini, Gratry) propendía a negar a la razón todo
    poder de
    acceso al absoluto -particularmente al orden religioso- para
    otorgarlo sólo a la fe. Del modernismo se hará
    después una más extensa referencia.
    La contundente recomendación del Papa León XIII no
    supuso, naturalmente, una polarización de la
    filosofía católica hacia el Tomismo, ni mucho menos
    una afirmación de la veracidad o necesidad de esta
    filosofía -lo que hubiera sido ajeno por completo al
    magisterio eclesiástico-, sino un estímulo a los
    pensadores católicos para enfrentarse según el
    espíritu tomista con los grandes temas de la
    teología y la filosofía.
    El segundo de esos factores para la renovación de la
    escolástica católica fue la necesidad
    universalmente sentida de rigor filosófico ante el marasmo
    de sistemas
    criticistas e idealistas de la época, tan faltos de vigor
    como de arraigo en una tradición fecunda de
    pensamiento.
    La tradición escolástica, al salir así de su
    enclaustramiento, se revela, ante todo, como fuente de
    inspiración de movimientos renovadores del pensar
    filosófico -especialmente de la metafísica– que van a sacarlo de la
    postración y del escepticismo positivista en que se
    veía sumido. Francisco Brentano, por ejemplo -pensador
    formado en el aristotelismo escolástico-, exhuma la
    olvidada doctrina aristotélica de la intencionalidad (o
    carácter referencial a una realidad
    exterior) de los fenómenos psíquicos, teoría
    que opuso al idealismo
    dominante en la época y que contribuyó en gran
    medida a restaurar el cultivo de la metafísica. De
    él derivan muy directamente la fenomenología de Husserl y aspectos del
    pensamiento de Heidegger. Max Scheler, por su parte -fuertemente
    influido por preocupaciones religiosas y filosóficas
    católicas-, es promotor de la axiología o teoría de los valores,
    esencialmente hostil al positivismo
    antimetafísico del siglo XIX. Lo mismo podría
    decirse del pensamiento -tan sugestivo en su día- de
    Bergson, y de corrientes religiosas del existencialismo (Gabriel Marcel, especialmente),
    fuertemente influidos por la renacida filosofía
    católica. Se trata en los casos citados de autores
    originaria o tendencialmente católicos que, sobre el
    elenco temático de la filosofía tradicional,
    realizan renovaciones diversas del pensamiento moderno, parciales
    y a menudo encontradas, pero que contribuyen a sacarlo del impaso
    positivista o antimetafísico.
    Este amplio movimiento
    neoescolástico -al igual que la escolástica de
    todas las épocas- ha contenido dentro de sí
    diversidad de corrientes o escuelas
    filosófico-teológicas. Por más que el
    movimiento principal y determinante de este renacer fue el
    Tomismo, de raíz aristotélica, todas las otras
    escuelas de la antigua escolástica tienen aquí su
    papel y
    representación. Cabe así señalar un
    agustinismo de tendencia incuicionista y aún pragmatista
    (Hessen, Peter Wust, etc.); un escotismo que cultivan
    principalmente los franciscanos; el suarecianismo (Descoqs) y el
    molinismo; un tomismo conciliador con corrientes modernas
    (Marechal, Geyser, Mandonnet), y, en fin, el que podríamos
    llamar tomismo estricto. En éste deben destacarse en una
    primera generación los nombres de Mercier, Gardiel y
    Gredt, y en la generación que ahora concluye los de
    Garrigou Lagrange, Maritain, Sertillanges, Gilson (franceses);
    Marcel de Corte (belga); Hellín, Ramírez
    (españoles); Manser, Mausbach, Grabmann (alemanes), entre
    otros muchos. Cabe, por último, mencionar autores
    independientes como Amor Ruibal
    (sistema
    correlacionista).
    Todas estas corrientes, dentro siempre de la ortodoxia
    católica, se complementan entre sí en la diversidad
    de sus temas preferentes y en sus tendencias, rivalizan en casos,
    pero forman entre todas un importantísimo elenco
    filosófico, valioso en sí y valioso en su
    influencia sobre el pensamiento contemporáneo, al que ha
    deparado rigor conceptual y liberado de los prejuicios
    positivistas e idealistas.

    2. El
    Neotomismo

    Es una corriente filosófica que busca reivindicar
    el pensamiento de santo Tomás de Aquino; tiene como
    objetivo el
    resolver problemas
    contemporáneos. Esta surge en el S. XIIX
    Para el Neotomismo toda la filosofía a partir de Descartes era
    errada, lo que traía como consecuencia la crisis por la
    que pasa en mundo moderno. Entendida, dicha crisis, como un
    desvío metafísico y espiritual, solo podía
    ser superada con un retorno al Tomismo.
    Las primeras ideas del Neotomismo surgieron en el colegio
    Alberoni, en Piacenza, Italia, en la
    segunda mitad del siglo XVIII. Este movimiemto se fue afirmando
    poco a poco con la fundación de la revista
    "Civiltá Católica", publicada en Nápoles a
    partir del años 1850 y posteriormente también en
    Roma. Dentro de
    este grupo destacan
    Matteo Liberatore y Gaetano Sanseverino.
    La consagración del Neotomismo vino con la
    Encíclica Aeternis Patris del Papa León XIII
    (1879). No se trataba de una reconstrucción
    arqueológica del tomismo, sino de un resurgimiento vital
    de un sistema siempre actual.
    Según Octavio Nicolás Derisi el Neotomismo es: "
    Comprensión honda y fidelidad a los principios perennes de
    la doctrina del Aquinante, por una parte, y discernimiento e
    incorporación asimilativa de toda verdad contenida en los
    aportes de la cultura
    moderna, por otra".
    Es un sistema de principios que por estar nutrido de la realidad
    eterna del ser, han de proyectarse y esclarecerse en él
    todos los hechos y problemas nuevos que la ciencia y
    la vida nos deparan; está a la vez abierto a todas las
    manifestaciones nuevas de la realidad.
    Nada del ser o, lo que es lo mismo, de la verdad, le es
    indiferente, sea cual fuere la fuente inmediata. El Neotomismo
    más que ser un sistema acabado de verdad total, es una
    visión objetiva de la realidad desde sus principios
    supremos, con la cual podamos adentraros sin cesar más y
    más en las entrañas del ser, para iluminarlas en su
    esencia íntima. El Neotomismo se nos da como un
    instrumento de indagación y penetración a la
    realidad del ser, pero, eso sí, como el instrumento por
    excelencia. Los principios del Neotomismo más que darnos
    una posesión estética de la verdad, sirven para ponernos
    en un contacto fecundo con el ser, del que constantemente se
    nutren sin acabarlo nunca de agotar.
    Uno de los nombres que más se asocian con el resurgimiento
    del neotomismo el Jacques Maritain. Filósofo
    teórico, se ocupó más en exponer el
    Neotomismo como una filosofía autónoma capaz de
    entrar en diálogo
    con atrás filosofías sin apelar a la
    revelación y cuyos principios son válidos para
    solucionar los problemas modernos. A continuación hago
    mención de la vida, obras y pensamiento
    filosóficos del mencionado
    filósofo.

    3. Maritain, Jacques

    Jacques Maritain nació en París en 1882.
    Al comenzar sus estudios esperaba en la ciencia la
    solución de todos los problemas pero fue liberado del
    ciencismo por la influencia de Bergson. En 1904 se casó
    con Raissa Oumansoff y en 1906 se convirtieron ambos al
    catolicismo por la influencia de León Bloy (escritor
    católico francés que se opuso al aburguesamiento de
    la religión).
    En 1907-1908 estudio biología y a
    continuación se dedicó a estudiar las obras de
    Santo Tomás de Aquino y se convirtió en ferviente
    discípulo suyo. En 1913 pronunció una serie de
    conferencias sobre la filosofía de Bergson y en 1914
    recibió el encargo de explicar filosofía
    moderna en el Instituto Católico de París.
    Enseñó también en el Instituto Pontificio de
    Estudios Medievales de Toronto, en la Universidad de
    Columbia y en Notre Dame, donde se instituyó en 1958 un
    centro de promoción de estudios siguiendo las
    directrices de su pensamiento. Terminada la Segunda Guerra
    Mundial, Maritain fue embajador de Francia ante
    la Santa Sede de 1945 a 1948, y después
    enseñó en al Universidad de Princeton.
    Posteriormente vivió retirado en Francia. Murió en
    1973.
    Maritain no trata de probar a priori que el conocimiento es
    posible. Y ve con claridad que, si nos encerramos en el
    círculo de nuestras ideas, nos quedamos ahí sin
    poder salir. Es realista, ya ha insistido siempre en que: cuando
    yo conozco a Juan, lo que conozco es a Juan mismo, al Juan de la
    realidad, y no a mi idea de Juan. Evidentemente se puede hacer
    objeciones a esto; pero Maritain se aferra con tenacidad a la
    opinión de que, si bien desde un punto de vista
    psicológico las ideas son modificaciones de la mente, el
    objeto intencional, considerado en cuanto tal, no difiere del
    objeto intencionado.
    Maritain tambien admite el problema crítico, entendido por
    este la reflexión de la mente sobre su conocimiento
    pre-reflexivo como miras a responder a la pregunta
    ¿qué es el conocimiento?. Esta pregunta sugiere que
    haya una sola especie de conocimiento, mientras que Maritain se
    ha preguntado si son discernibles diferentes modos de conocer la
    realidad.
    Sobre este campo ha escrito mucho pero su obra más
    destacada es : Distinguer pour unir, ou Les dégres du
    savoir (primera edición, 1932). Una de sus preocupaciones
    planteadas en este libro es la de
    interpretar el conocimiento de tal forma que se dé cuenta
    de él como conocimiento del mundo que no solo permite sino
    que también requiere la filosofía de la naturaleza
    en particular y la metafísica en general. En Los grados
    del saber , Maritain expresa que su interés
    por la explicación causal, no es ajeno a la ciencia; pero
    sostiene que el carácter matemático de la física moderna ha
    dado por resultado la construcción de un mundo que dista del
    mundo de la experiencia ordinaria. Maritain opina de la
    matematización de la física: "Ser experimental (en
    su materia) y
    deductiva (en su forma, pero sobre todo respecto a las leyes que rigen
    las variaciones de las cantidades implicadas) es el ideal propio
    de la ciencia moderna.". Pero dice que de este encuentro de la
    "ley de la
    causalidad" con la concepción natural de la naturaleza se
    obtiene como resultado la construcción en la física
    teórica de universos cada vez más
    geometrizados.
    La física teórica proporciona conocimiento
    científico porque nos capacita para predecir y dominar
    los elementos de la naturaleza. Pero las funciones de sus
    hipótesis son pragmáticas ya que no
    suministran un conocimiento cierto del ser de las cosas.
    En la obra El alcance de la razón Maritain aprueba las
    opiniones del Círculo de Viena acerca de la ciencia,
    aunque rechaza la
    opinión de que todo lo que no tiene sentido para el hombre de
    ciencia no tiene sentido en modo alguno. Maritain es un
    convencido de que la ciencia está inspirada por un deseo
    de conocer la realidad, y que la ciencia misma da origen a
    "problemas que van más allá del análisis matemático de los
    fenómenos sensibles".
    La física teórica se torna, entonces, en algo
    así como el cruce la ciencia puramente observacional, por
    un lado, con la matemática
    pura, por el otro. Es una "matematización de lo sensible".
    El objeto de la filosofía de la naturaleza es "la esencia
    del ser móvil en cuanto a tal y los principios
    ontológicos que dan razón de su mutabilidad". Sin
    embargo, el objeto de la metafísica no es el ser
    móvil en cuanto ser móvil sino el ser en cuanto a
    ser. De esta manera su campo es más amplio, profundiza
    más. Todo esto está enmarcado en una teoría
    de los grados e abstracción basada en Aristóteles y en St. Tomás.
    Maritain pone en la cumbre de las ciencias a la
    teología cristiana, que se basa en premisas reveladas;
    aparte de la teología, menciona que la metafísica
    es la suprema de las ciencias, siendo concebida la ciencia como
    conocimiento de las cosas por sus causas (modo
    aristotélico). Admite, también, que la
    metafísica es inútil en el sentido de que es
    contemplativa, no experimental, y de que desde el punto de quien
    desee hacer descubrimientos o aumentar nuestro dominio de la
    Naturaleza, las metafísica juega un rol muy pobre frente a
    las ciencias específicas. Pero insiste en que la
    metafísica es un fin y no un medio; ésta revela al
    hombre los
    valores
    auténticos y su jerarquía, proporciona un centro a
    la ética y
    nos introduce a lo eterno y absoluto.
    Recalca Maritain que si él retoma los principios de
    Aristóteles y St. Tomás es porque éstos son
    verdaderos. Maritain no es un hombre que desdeñe las
    "esencias", que él piense que se captan como contenidas en
    el existente, aunque la mente las considera en
    abstracción. Más que tratar de resumir la
    metafísica tomista, es preferible tener en cuenta estos
    dos puntos:

    1. Maritain nunca desprecia la actividad de la
      razón discursiva, siempre ha estado
      dispuesto a admitir otros modos de conocer distintos a los
      ejemplificados en las ciencias. Sostiene que puede haber un
      conocimiento no conceptual, pre-reflexivo. Puede, así,
      haber un conocimiento implícito de Dios que no sea
      reconocido como tal por quien no lo tiene. Maritain ha descrito
      una suerte de "conocimiento por connaturalidad" que es el que
      se da conjuntamente con la naturaleza del propio ser ; se da,
      por ejemplo, en el misticismo religioso y desempeña un
      papel en nuestro conocimiento de las personas. Otra modalidad
      es el "conocimiento poético" el cual se produce por una
      instrumentalidad de la emoción, que, recibida en la vida
      preconciente del entendimiento, se hace intencional e
      intuitiva. El conocimiento por connaturalidad se da
      también mucho en la experiencia moral; pues,
      aunque la filosofía moral pertenece al uso racional,
      conceptual y discursivo de la razón, en modo alguno se
      sigue de ello que el hombre adquiere así, por este
      camino de lo racional, sus convicciones morales. Al contrario,
      la filosofía moral presupone juicios morales que
      expresan un conocimiento por connaturalidad, una conformidad
      entra la razón práctica y las inclinaciones
      esenciales de la naturaleza humana.
    2. Maritain ha intentado desarrollar la filosofía
      tomista social y política, aplicando
      sus principios a los problemas modernos. Al plantear una base
      filosófica para el cumplimiento de tal tarea, Maritain
      recurre a la distinción entre "individuo" y "persona"
      (encontramos la misma distinción en Mounier). Describe
      al individuo como "aquello que excluye de uno mismo a todos los
      demás hombres" y como "la menesterosidad del ego,
      incesantemente amenazado y siempre dispuesto a acaparar para
      sí". La
      personalidad es la subsistencia del alma espiritual en
      cuanto comunicada al compuesto del ser humano y se caracteriza
      por el autodonarse en la libertad y
      en el amor. En
      el ser humano concreto la
      individualidad y la personalidad
      están naturalmente combinadas, siendo el hombre como es
      una unidad. El "realismo
      moderado" de St. Tomás hallaría su
      expresión, dentro del campo sociopolítico, en una
      sociedad de
      personas que satisficiese las necesidades de los seres humanos
      como individuos biológicos pero estuviesen a la vez
      fundada en el respeto de
      la persona humana en cuanto que ésta trasciende el nivel
      biológico y la sociedad temporal. " El hombre no es en
      modo alguno para el Estado.
      El Estado es para el hombre". Maritain se declaró a
      favor de la República durante la Guerra Civil
      Española; políticamente era más bien
      izquierdista que de derechas.

    Otra de las obras que desarrollaré a
    continuación e los "Cuatro Ensayos sobre
    el Espíritu" (1939). En esta obra Maritain nos ofrece la
    visión panorámica de la concepción
    filosófica-tomista frente a los grandes problemas de la
    época. Los cuatro ensayos reunidos en este libro, a pesar
    de su diversidad temática, se sitúan en una misma
    perspectiva filosófica: se considera en ellos el estado y
    el funcionamiento del espíritu, precisamente en cuanto su
    unión con el cuero afecta de un modo intrínseco su
    manera de ser y de obrar. La unidad está asegurada por la
    unidad objetiva de la raíz donde surgen tanto los
    problemas planteados como la solución tomista dada: la
    condición de encarnación de nuestro
    espíritu, la condición de nuestra alma espiritual
    substancialmente unida a un cuerpo.
    El Primer Ensayo se
    refiere al freudismo y al psicoanálisis; la investigación psicoanalítica de lo
    inconsciente hace singularmente manifiesta la condición
    carnal del espíritu del hombre. Con la comprobación
    del fracaso de las tentativas de una filosofía equivocada,
    injertada sobre el psicoanálisis, para disolver la
    personalidad humana en el mundo del instinto, del sexo y del
    ensueño; se comprueba también que la persona
    será conducida a una purificación espiritual y a
    una conciencia mejor
    de su propio universo por una
    inteligencia
    correcta de los descubrimientos de Freud.
    El segundo ensayo nos lleva al Signo y al Símbolo, a su
    naturaleza, especialmente en el estado de la magia delos
    primitivos en oposición al de nuestra cultura
    evolucionada.
    El tercer ensayo se refiere a la experiencia mística
    natural y al Vacío. El problema de la condición
    carnal del espíritu se plantea allí en una manera
    completamente eminente, ya que se trata de saber definitivamente,
    si es posible que el espíritu humano, por la disciplina del
    vacío y yendo voluntariamente contra la naturaleza,
    triunfe de algún modo, imperfecto pero real,
    de los obstáculos que esa condición carnal implica
    para el conocimiento de uno mismo por uno mismo.
    El cuarto y último ensayo pertenece al orden
    epistemológico; en él se precisan su
    posición sobre las relaciones de la ciencia con la
    filosofía. La condición carnal del espíritu
    interviene aquí de una doble manera. Por un lado, la
    diversificación de los tipos específicos de
    ciencia, que depende del procedimiento
    abstractivo propio del entendimiento humano, proviene en
    último término de la unión substancial del
    alma espiritual con el cuerpo. Por otro las mismas desviaciones
    de la epistemología, particularmente el
    desconocimiento positivista del poder intuitivo de la
    inteligencia, y el abandono marxista de los problemas relativos
    con la naturaleza del saber en beneficio de una ilusoria
    explicación histórica en la que las condiciones
    materiales del
    devenir ocupan el papel principal.
    Me gustaría terminar esta pequeña
    explicación de la vida y filosofía de Maritain
    haciendo mención a un texto dicha
    por él en el prólogo del libro previamente
    comentado, y que considero un resumen de la razón por la
    que él adopta esta filosofía:
    " El estado de Europa en los
    años presentes provoca pos todas partes una ansiedad
    profunda sobre el porvenir de la civilización. Hemos
    creído que en semejantes circunstancias convenía a
    nuestra labor de filósofo, y de filósofo cristiano,
    intervenir muchas veces y con numerosas publicaciones en el
    dominio social y práctico…"
    22 de febrero de 1939

    4.
    Conclusiones

    • Las reflexiones del Aquinate, a lo largo de la
      historia, han
      tenido simpatizantes y enemigos; ha habido épocas en que
      se ha difundido y épocas en que se lo ha menospreciado.
      Hacia el s. XVIII, frente a los embates de la
      ilustración, el tomismo se volvió anticuado,
      pero no fue olvidado. Al contrario, a finales de ese mismo
      siglo se fue redescubriendo a Santo Tomás, con lo que se
      inició el llamado Neotomismo.
    • Me parece que entre los logros del neotomismo figuran
      sus aportes a la epistemología y la metafísica.
      En primer término, su defensa del realismo
      metafísico (hay cosas que no dependen de la mente
      humana) y epistemológico (las podemos conocer como
      son).
    • En el siglo xix el neotomismo empezó a tomar
      auge en virtud del surgimiento de movimientos antiteologicos
      como «el racionalismo, el liberalismo,
      el socialismo, la
      crítica de la religión». Así fue
      como el Papa León XIII, en su encíclica Eterni
      patris, del 4 de agosto de 1879, invitó a los
      teólogos del siglo a seguir el método
      del Aquinate; y el Código de Derecho Canónico de
      1917, «elevó la amonestación [de
      León XIII] a la categoría de ley obligatoria en
      la Iglesia>

    En el s. xx el neotomismo mantiene diálogos
    permanentes con otras filosofías, todo lo cual. claro
    está, lo enriquece.
    Uno de los ejemplos de la apertura del tomismo hacia otras
    filosofías, podemos encontrarlo en la bioética,
    con sus estudios profundos del ser de la persona, su dignidad,
    sus derechos
    inalienables, que no permiten la eutanasia,
    el aborto,
    etc.

     

     

     

     

    Autor:

    Adriana Bertolotti

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