Indice
1.
Introducción.
2. La independencia Norteamericana: Una
revolución burguesa.
3. Fases del proceso
revolucionario.
4. Napoleón o la revolución
exportadora.
5. La onda de 1820: La revolución
en el sur.
6. La independencia
griega.
7. La revolución en el
corazón de Europa.
Entre 1763 y 1848 Europa y América
se vieron envueltas en distintas revoluciones. En este periodo
histórico pudo observarse como los dos continentes dejaban
de lado el Feudalismo para
entrar al nuevo sistema: El
Capitalismo.
Durante este periodo se sentaron las bases para la
expansión de formas de propiedad, de
la misma manera se superaba el estado
Absolutista para asentar nuevos estados nacionales en
términos de ciudadanía y mercado.
Se impulsó el crecimiento
económico a través de la libertad de
contratación y de asociación de capitales, al mismo
tiempo se
restringía el derecho a asociación a la clase
obrera.
Los procesos
revolucionarios no van solo desde el año 1763 al 1848, el
primer ciclo de revoluciones que comenzó en los
Países Bajos del Norte (Holanda) data del sigloXVI, para
luego seguir con la revolución
inglesa en el siglo XVII, en el mismo sentido, 1848 solo
representa una de las fases de la revolución.
Dos conceptos son necesarios para comprender un cambio
revolucionario: crecimiento y desarrollo.
Ninguna sociedad es
estática y de las contradicciones nacidas
de sus relaciones sociales iran surgiendo nuevas formas de
organización de la producción y nuevos grupos
sociales que las empujen.
2. La independencia
Norteamericana: Una revolución burguesa.
La complejidad social de las colonias nos obliga a
interpretar los hechos acaecidos entre 1763 y 1783 en función de
los distintos intereses, ya que la configuración social y
política
de las mismas no era idéntica. No debemos entender bajo
ningún punto de vista la revolución como una
solución de continuidad de los hombres que dirigían
Las Asambleas Legislativas de las trece colonias.
Es decir, desde hace mucho tiempo (cuando todavía eran
colonias) este país se rige bajo unas medidas muy claras:
Sus propios intereses.
La revolución norteamericana no debe ser tratada sino como
una revolución burguesa, donde la metrópoli
ponía trabas al desarrollo del capital
industrial norteamericano.
A finales de la guerra de los
siete años Inglaterra quiere
reformar el pacto colonial para de esta manera poder centrar
el poder en las instituciones
feudales, es decir, dotar de poder virreinal a los gobernadores
de las trece colonias, además ubico a sus soldados en los
hogares de los norteamericanos e impuso una serie de impuestos
indirectos sobre los cultivos producidos en el agro
norteamericano y comercializados en sus principales
puertos.
Conciencia revolucionaria.
Los dirigentes de las trece colonias eran burgueses acostumbrados
a gozar del poder social y de un amplio poder político, de
aquí que mostraran total insumisión a las medidas
tomadas por la metrópoli.
La riqueza estaba desigualmente dividida: en el campo la
tensión entre grandes hacendados y pequeños
propietarios venia de antiguo; en la ciudad los grandes
comerciantes se agrupaban en una elite social mientras
veían el descontento de artesanos, obreros y marineros,
estos conflictos
fueron parte de la propia revolución y la dotaron de una
reconocible participación campesina.
El desarrollo de una conciencia
revolucionaria popular, es anterior a la proclamación de
la política
fiscal por parte de Londres. A partir de 1765 el movimiento
popular se une con los patriotas burgueses y Gran Bretaña
pasa a ser el gran enemigo. De la inestabilidad de esta alianza y
de la intervención armada por parte de la metrópoli
se puede establecer una cronología interna de la
revolución.
3. Fases del proceso
revolucionario.
1763-1767
El gobierno ingles
debido a sus crisis
fiscal
incrementa los impuestos sobre las colonias, procede a una
reordenación militar y promulga la ley Stamp Act con
el fin de evitar el contrabando.
Los lideres burgueses rechazan estas medidas. Entran en escena
los Hijos de la Libertad, grupos radicales
de menestrales y obreros que se encargan de hacer un boicot sobre
las mercancías inglesas.
En 1766 ante la posición de las fuerzas de las Colonias,
Londres derogara las Stamp Act e intentara disminuir la presión
metropolitana.
1767-1770
Londres decreta un nuevo incremento de la fiscalidad sobre sus
colonias. Intentando evitar una repuesta, suspende la Asamblea de
Nuevo York, por no aplicar las leyes de
acuartelamiento. Se desencadenan protestas y se produce un
movimiento radical protagonizado por los Hijos de la Libertad. En
1770 sobrevino la matanza de Boston, él ejercito
británico dispara contra la multitud.
1770-1775
La matanza de Boston es utilizada como herramienta de
movilización por los Hijos de la Libertad, para los cuales
la solución dentro del imperio es poco menos que
imposible. Londres adopta una posición de fuerza y
reserva el monopolio del
comercio del
té a la Compañía de las Indias Orientales,
con sede en Londres. Los radicales de la ciudad arrojan al
agua los
cargamentos que debían ser embarcados y Londres aplica en
1774 las Leyes Intolerables: cierre del puerto de Boston,
restricción de los poderes a las Asambleas, y juicios de
traición efectuados por tribunales ingleses. Ante esta
legislación Jefferson publica su primer obra
soberanista.
1775-1781
La posición de Inglaterra y sus colonias era
irreconciliable. Comienza la guerra en la primavera de 1775. En
mayo de 1776 el segundo congreso intercontinental produjo la
Declaración de la Independencia y organizo la resistencia
armada frente a la metrópoli, se nombro a George
Washington cabeza del ejercito de las colonias Unidas. La guerra
se prolonga hasta 1881. La internacionalización del
conflicto
perjudica los intereses de Gran Bretaña y favorece la
construcción de los nuevos Estados Unidos de
América.
La revolución
francesa y la vía campesina.
La revolución en su curso no solo abolió la
feudalidad (17 de julio de 1793) sino que la orientación
que en ella tuvo la intervención de los campesinos y de
las clases populares posibilito la consolidación de
amplios sectores del campesinado como propietarios plenos de las
tierras, en ese sentido la revolución fue
democrática.
Hay otros elementos que le confieren mayor singularidad a la
revolución francesa: desde la rápida
homologación del sistema métrico hasta la
unificación lingüística.
La Asamblea Nacional Constituyente y la Asamblea
Legislativa, 1789-1792.
Los pensadores franceses admiraban la
organización política, social, económica
y la filosofía inglesa. De esa admiración surgieron
las ideas principales de la
Ilustración francesa: Fe en el progreso humano. Los
hombres mejoran a través de la educación.
Libertad religiosa. Todos los seres humanos son esencialmente
iguales. El gobierno de un pueblo surge por convenio de los
ciudadanos.
Los agobios financieros del estado
hicieron que Luis XVI enfrentara graves problemas
económicos que no se resolvieron con poner impuestos.
Entonces encargo su solución a los Estados Generales,
asamblea formada por representantes de la nobleza, el clero y el
pueblo. Esta asamblea también fracasó. Los
representantes del pueblo formaron aparte la Asamblea Nacional.
El julio la corte de Luis XVI intento evitar las reuniones, pero
esta fue la chispa que incendio Paris y provoco los sucesos del
14 de julio. La capital quedo en manos del pueblo, que
protegía a la recién nacida Asamblea a
través de la recién creada Guardia Nacional.
Las noticias de Paris intensificaron y difundieron al movimiento
campesino que ya había empezado y que a su vez
provocó una serie de revoluciones municipales. Los
campesinos asaltaban los registros
señoriales para borrar a fuego las escrituras de los
privilegios feudales que los aherrojaban.
La revolución resultaba de una fusión de
movimientos: el burgués de los monárquicos de la
asamblea y el del pueblo urbano y campesino. La alianza era
inestable, solo se compartían algunos objetivos.
La posición mayoritaria de los asambleístas
quedó reflejada en la constitución de 1791 que convirtió a
Francia en una
monarquía constitucional en la que el
verdadero poder pasaba a manos de los asambleístas. Los
cargos públicos, incluidos los militares se abrieron al
talento, el país se dividió en una serie de
departamentos y estos subdivididos en distritos y cantones.
En abril de 1792 la alianza entre la burguesía y el pueblo
se rompía. El club de los Jacobinos y el club de los
Cordeleros se unían ahora contra la mayoría de la
asamblea. El 10 de agosto la multitud parisina marcha hacia
Tullerias. La asamblea intenta canalizar el movimiento popular
encarcelando al monarca y convoca a elecciones que darían
un nuevo régimen al país.
La primera Republica: entre la guerra y el terror,
1792-1794.
En 1792, gobernada por la Convención Nacional, se proclama
la República. Los diputados Girondinos intentan frenar a
los montañeses que apuestan por una republica social que
trace los precios,
regule la producción y frene la especulación y la
inflación. Los Jacobinos están convencidos de que
sin esas concesiones la guerra contra Austria y Prusia que
había sido declarada en Abril de 1792 no podía
ganarse: El apoyo popular es la única vía para
convertir la guerra en nacional. El 21 de enero de 1793 Luis XVI
es ejecutado. El 31 de mayo se produce un nuevo levantamiento de
las secciones parisinas, los diputados Girondinos serán
eliminados de la Convención.
Entre marzo de 1793 y marzo de 1794 se instaura en Francia un
periodo llamado del Terror, donde su mayor expresión es la
guillotina, va dirigido contra los sospechosos de frenar el
asentamiento de la republica social, contra agiotistas y contra
especuladores que aprovechan la situación para
enriquecerse a costa de la miseria popular. Pero no solo la
guillotina: a su lado, los decretos revolucionarios que obligan a
la escolarización universal, que erradican la feudalidad y
que promueven la libertad de cultos.
La reacción Termidoriana y el Directorio,
1794-1799.
La Convención Nacional estuvo controlada hasta finales de
1794 por el 'grupo
termidoriano' que derrocó a Robespierre y puso fin al
Reinado del Terror. Se clausuraron los clubes jacobinos de toda
Francia, fueron abolidos los tribunales revolucionarios y
revocados varios decretos de carácter
extremista, incluido aquél por el cual el Estado fijaba
los salarios y
precios de los productos.
Después de que la Convención volviera a estar
dominada por los girondinos, el conservadurismo termidoriano se
transformó en un fuerte movimiento reaccionario. Durante
la primavera de 1795, se produjeron en París varios
tumultos, en los que el pueblo reclamaba alimentos, y
manifestaciones de protesta que se extendieron a otros lugares de
Francia. Estas rebeliones fueron sofocadas y se adoptaron severas
represalias contra los jacobinos y sans-culottes que los
protagonizaron. La moral de
los ejércitos franceses permaneció inalterable ante
los acontecimientos ocurridos en el interior. Durante el invierno
de 1794-1795, las fuerzas francesas dirigidas por el general
Charles Pichegru invadieron los Países Bajos austriacos,
ocuparon las Provincias Unidas instituyendo la República
Bátava y vencieron a las tropas aliadas del Rin. Esta
sucesión de derrotas provocó la
desintegración de la coalición antifrancesa. Prusia
y varios estados alemanes firmaron la paz con el gobierno
francés en el Tratado de Basilea el 5 de abril de 1795;
España
también se retiró de la guerra el 22 de julio, con
lo que las únicas naciones que seguían en lucha con
Francia eran Gran Bretaña, Cerdeña y Austria. La
guerra con Inglaterra obliga a enviar una expedición a
Egipto en
1798-1799 al mando de un joven general Napoleón
Bonaparte. El expansionismo y sus amenazas interiores y
exteriores van fraguando una alianza, y el 18 de brumario de 1799
se concreta un golpe de estado,
uno de de los implicados el general Bonaparte es ahora
cónsul de Francia. Esta alianza al avanzar un paso mas se
convierte en dictadura
bonapartista, y luego en imperio napoleónico. La primera
republica queda atrás y la forma monárquica se
recupera, pero su depositario es un hijo de la
revolución.
4. Napoleón o la revolución
exportadora.
En 1803 Francia entra de nuevo en guerra con Inglaterra.
El Gran Imperio con su red de territorios
anexionados fue tomando forma. En 1805 surgía el reino de
Italia. Suiza,
Holanda y Bélgica estaban subordinadas a Francia. Tras la
campaña de 1806-1807 dieciocho príncipes alemanes
se colocan bajo protección de Francia. En 1807 la Polonia
Prusiana se transformo en el Gran Ducado de Varsovia. En 1808
José Bonaparte ocupa el trono vacante de España y
Junot se encarga de Portugal.
En términos generales, el gobierno napoleónico
destruyo las instituciones del antiguo régimen,
abolió la feudalidad, desamortizo diezmos, aplico los
derechos de
herencia y
propiedad del código
civil. Europa se revoluciona con Napoleón, pero
también contra Napoleón. En 1806 Federico Guillermo
de Prusia pide que la burguesía liberal del país
apoye la defensa de Prusia frente a Napoleón, para esto se
alía con la clase señorial Prusiana, con el fin de
expulsar a los ministros reformadores. La clase señorial
se convirtió en un empresario rural que cultivaba su
tierra
mediante mano de obra asalariada. En 1808 las tropas
napoleónicas invaden España y se desencadena la
guerra, pero también la revolución. José
Bonaparte se convierte en el nuevo monarca y estallan diferentes
formas de descontento popular. Algunas pretenden contener la
movilización popular, pero otras quieren organizar la
resistencia contra el invasor. En 1808 se forma una junta
central, que toma el poder, pero lo resigna poco después
(1810) y convoca una consulta al país para la convocatoria
de unas cortes que, a la postre, serán Constituyentes. En
Cádiz a partir de septiembre de 1810 se impone la
facción liberal, allí se lleva a cabo la
revolución jurídica contra el feudalismo. La
constitución de 1812 aglutina esta obra de
destrucción de lo existente y construcción de un
estado nación
de contenidos liberales y aspiraciones
democráticas.
Colonias en América.
Los criollos hispanoamericanos se harán eco de los
argumentos expresados por las Juntas Españolas de 1808. La
situación revolucionaria que vive España y el
arranque de los procesos de independencia hispanoamericanos son
dos caras de la misma moneda.
El 22 de enero de 1809, la Junta Central decreta que los dominios
españoles de América no deben ser tratados como
colonias, sino en pie de igualdad con
el resto de España. El primer brote de emancipación
en América surge en Caracas en 1810, se suprimen los
impuestos sobre las importaciones, se
decreta la libertad de comercio, se erradica la alcabala para los
artículos de primera necesidad, así como el pago de
tributos de
indios y se prohíbe él trafico de esclavos (Aunque
no su posesión). El ejemplo Caraqueño se expande a
otras partes: Buenos Aires,
Quito, Santa Fe de Bogota, Nueva España y Chile. A
partir de entonces y hasta 1826 Hispanoamérica vive un
proceso revolucionario.
El trono y el altar: En tiempos del congreso de
Viena.
Derrotado Napoleón en la batalla de Waterloo, en junio de
1815, sus vencedores se reunirán en el Congreso de Viena
con el objetivo de
reordenar el mapa de Europa. Eran conscientes que durante las
guerras
napoleónicas las insurrecciones populares habían
adquirido un componente nacional, y por ende liberal.
Pretendían a toda costa que Italia o Alemania no
sean concebidas como estado nación, puesto que estas eran
fruto revolucionario de una Europa ocupada por las tropas
napoleónicas. De lo que se trataba ahora era de recomponer
el viejo sistema de estados en su configuración
prerrevolucionaria.
Contradicciones del nuevo equilibrio
europeo.
La decisión de mantener la división estatal en
Alemania e Italia era presupuesto
esencial del sistema de equilibrios dibujado en Viena. En
Alemania se estableció una Confederación
Germánica que constituía un conglomerado de 39
estados soberanos. En Italia la atomización territorial
jugo a favor de las grandes potencias, las cuales fueron
recuperando distintos territorios. Sin embargo a pesar del
aparente retorno al orden pronto surgieron diferencias entre las
potencias (Austria, Rusia, Prusia, Gran Bretaña y
Francia), existían diferencias de organización
socioeconómica y política, que pronto se tradujeron
en intereses distintos.
Francia e Inglaterra a la virtud liberal.
De los Estados participantes del Congreso de Viena, la
mayoría eran "naciones de nobleza", sin embargo dos de
ellos eran naciones soberanas.
En Francia, la Restauración no fue ni jurídica ni
social, aunque sí dinastica. Los intentos por parte de
Carlos X por recrear un estado absoluto fracasaron,
convirtiéndose en causa directa de la revolución
que en 1830 derribo a los Borbones.
En Inglaterra se había establecido un equilibrio entre la
Corona, la alta Aristocracia y la nobleza terrateniente. Aunque
el parlamentarismo ingles tenia fuertes rasgos del Antiguo
Régimen la autoridad
absoluta de la realeza había dejado de existir.
La actitud de
Francia e Inglaterra, no tan férrea en la salvaguarda del
absolutismo,
tenia su origen en el componente liberal de ambos países,
pero también en sus objetivos estratégicos de
política exterior. A su vez, la política exterior
estaba íntimamente relacionada con el tipo de crecimiento
económico que experimentaban. La revolución
industrial transformaba la economía de ambos
países y exigía a sus gobiernos la atracción
de zonas de influencia que pudiesen convertirse en futuros
mercados.
5. La onda de 1820: La
revolución en el sur.
Entre 1815 y 1848 el mundo occidental vivió tres
grandes oleadas revolucionarias que dieron al traste con buena
parte de los propósitos restauradores del Congreso de
Viena. El primero tuvo lugar en 1820 y tuvo como foco a Portugal
y Grecia donde
la revolución tuvo continuidad y éxito
nacional. Mas allá de Europa, las regiones
hispanoamericanas bajo dominio colonial
reanimaron sus movimientos de liberación.
La revolución en España y Portugal.
El 1 de enero de 1820 el general Riego se manifiesta con sus
tropas contra el absolutismo y a favor del restablecimiento de la
constitución de 1812. La situación se
decantó a favor de una nueva situación liberal.
Aunque fraccionada la burguesía se adueño de la
escena política. Para la burguesía progresista
aliarse con la pequeña burguesía radical era la
única manera de vencer la presencia de una
contrarrevolución realista, compuesta por un campesinado
descontento con las medidas fiscales tomadas por el nuevo poder.
En julio de 1822 los exaltados consiguieron hacerse con el poder.
En abril de 1923 para satisfacción de Fernando VII las
tropas de la alianza acababan con la experiencia revolucionaria
restableciendo el absolutismo.
Mientras en España ocurría el segundo de los
movimientos revolucionarios, al mismo tiempo en Portugal
aconteció el primero. La burguesía comercial de
ciudades como Oporto fue el motor de la
revolución de Agosto de 1820. En 1822 se proclama la
constitución. La situación revolucionaria de 1820 a
1823 fue seguida por un interregno en el cual las fuerzas
absolutistas y las liberal-burguesas libraron un pulso que se
prolongo hasta 1834. A partir de entonces, la
transformación jurídica de la propiedad y las
relaciones sociales pudo consumarse, nació el Portugal
contemporáneo.
El levantamiento napolitano.
En 1819 el ejercito austriaco se retiro de Nápoles. El
gobierno del territorio crea una milicia para atajar el
bandolerismo que arreciaba. La constitución
española de 1812 fue asumida por los liberales napolitanos
y el rey tuvo que jurarla.
El 1 de enero de 1822 el Congreso Nacional Griego
declara la independencia de Inglaterra, asumiendo la ley
constitucional basada en la soberanía popular.
Tal y como había sucedido en Italia la guerra
revolucionaria de Francia fue crucial en Grecia. En 1797 cientos
de campesinos se alistaron en el regimiento jonico de la
Republica Francesa; al tiempo, otros griegos con apoyo
francés luchaban por la independencia del Epiro. En la
época de la Restauración europea los patriotas
griegos confiaron en que Rusia les deparase ayuda en su deseo
independentista frente a Turquía. No conocían que
la prioridad de Alejandro I era acabar con todo fermento
revolucionario. En abril de 1821 se produce un levantamiento en
el Peloponeso dirigido por clérigos ortodoxos,
terratenientes burgueses y magistrados que, de hecho, inicio la
guerra independentista. Los Griegos contaron con el apoyo de Gran
Bretaña, y a la vez de Rusia y Francia. La
internacionalización del conflicto jugo a favor de la
independencia griega, aunque la guerra se prolongo hasta
1829.
1830: Avances del liberalismo
doctrinario y de la cuestión social.
Radicalismo, utopía, democracia.
Las revoluciones de 1830 tuvieron mas extensión que las de
1820, aunque Gran Bretaña y Estados Unidos fueron ajenas a
ellas, experimentaron importantes transformaciones y conocieron
la entrada a sus escenarios políticos del movimiento
obrero. Los disturbios obreros que sucedieron en 1829 impulsaron
el nacimiento de un sindicalismo
revolucionario, aunque este fracasó una parte de quienes
estuvieron implicados en el dieron apoyo a los lideres del
movimiento cartista.
Aunque los movimientos obreros continentales no puedan compararse
con el británico, no cabe duda de que los movimientos
obreros estaban presentes en muchas de las revoluciones de la
década.
El movimiento obrero buscaba formas de organización pero
en condiciones pésimas. En Francia una parte de los mismos
se organizaba en sociedades de
socorros mutuos.
Las Jornadas de Julio.
Las Jornadas de Julio de 1830 no supusieron solo un cambio
dinástico en Francia. Demostraron que el movimiento
popular urbano estaba todavía vivo y que sé nutria
de una ideología radical y democrática.
Hicieron emerger la cuestión social al mostrar que buena
parte de los clubs parisinos tenían una composición
obrera y que en ellos se debatía tanto sobre las
condiciones de trabajo como sobre el futuro político del
país.
El liberalismo centroeuropeo.
Francia marco la pauta en julio de 1830, pero ese mismo
año, se unieron a la suya las revoluciones iniciadas en
Bélgica, Polonia, Suiza y Estados de Alemania e Italia.
Solo en Bélgica acabo con éxito, con la
independencia respecto de Holanda proclamada el 4 de octubre de
1830. La incidencia revolucionaria en el resto de las regiones
puso de manifiesto que el arraigo del liberalismo constitucional
y del nacionalismo
entre sectores de la burguesía y las clases populares
iva a hacer
sudar tinta a aquellos monarcas empeñados en mantener
sistemas
despóticos.
La revolución burguesa en España.
En España el proceso revolucionario había comenzado
en 1808 y proseguido en 1820-1823. Estas dos situaciones
decantaron a gran parte de la burguesía liberal a no
contemplar la posibilidad de una alianza con el movimiento
campesino. Muchos radicales en un primer momento, habían
atemperado sus posiciones, aunque manteniendo el objetivo de
acabar con el gobierno absoluto.
Bajo la apariencia de una guerra dinastica, la revolución
burguesa española comenzó en 1834 y se prolongo
hasta 1843. El arranque inicial hizo que el protagonismo pase al
movimiento campesino. Pronto la consecuencia fue la llegada al
poder de un dirigente liberal, Mendizábal, que intento
ampliar el frente liberal, aunque sin atreverse a modificar el
Estatuto Real. En 1836 los motines se reprodujeron, pero esta vez
su fruto fue la consecución de unas cortes constituyentes,
que además de aprobar un texto
constitucional (1837) sancionaron la abolición de los
señoríos. Al cabo de 1843 todas las grandes
reformas liberales estaban realizadas y ahora cabía
asegurar sus resultados y crear dispositivos represores contra
cualquier conato radical.
1848: La primavera de los pueblos.
La revolución democrática.
En 1847 una aguda crisis financiera, se cernió sobre
Europa: su origen estaba en la especulación y el agio
desatados en la década precedente en torno a los
ferrocarriles y los negocios
bancarios.
A la par, en la primavera de ese mismo año, un rosario de
motines de subsistencias se producían en Gran
Bretaña, Bélgica, Francia, Remania, el norte de
Italia y Galitzia, ese mismo año en Suiza se abría
camino una revolución liberal.
En enero de 1848 comenzaba un movimiento revolucionario en el
Reino de las Dos Sicilias. Al mismo tiempo en Francia el
país real se había distanciado del país
legal.
El 21 de febrero se convocó en Paris un banquete donde
debían hacerse un brindis contra la situación
imperante. Fue prohibido. Al día siguiente las barricadas
comenzaron a levantarse. La guardia nacional se niega a combatir
a los revolucionarios y fuerza la dimisión de Guizot el
día 23. La multitud no acepta tampoco el gobierno de
Thiers y fuerza la abdicación de Luis Felipe. Los
moderados jugaran entonces la baza de un vate popular. Lamartine,
a quien creen capaz de contener a los revolucionarios: su
método
será proclamar la Republica, e instaurar un gobierno
provisional. Se convocaran elecciones por sufragio universal para
una asamblea constituyente; se decretara la libertad de prensa y
asociación, se acabara con la pena de muerte
por delitos
políticos, con la esclavitud de las
colonias y con las odiadas penas de cárcel para los
deudores.
Este componente social de la Republica mueve a muchos liberales a
pensar que este nuevo 1789 va a tener su 1792. Y no lo pretenden,
presionan al gobierno. Una manifestación de apoyo a las
medidas es reprimida. Con ellos se abre un abismo entre la
pequeña burguesía demócrata y las clases
obreras. Ese mes se celebran elecciones en la Asamblea
Constituyente y en ellas el campesinado se decanta hacia la
derecha liberal. Las elecciones configuran un nuevo gobierno de
mayoría moderada y con un solo representante radical,
Ledru-Rollin, el represor de la manifestación del 17 de
abril. La izquierda socialista queda al margen, pero
todavía puede hacer sentir su fuerza en los clubs
parisinos. La solución al drama se produce el 15 de mayo,
en el que la guardia nacional reprime la revuelta encabezada por
lideres radical-socialistas. Acto seguido, se produce la
contrarreforma social: es el fin de la comisión nacional
del trabajo, de los talleres nacionales. Una nueva
sublevación de respuesta, el 23 de mayo, es reprimida con
dureza por 30.000 soldados del ejercito.
A partir de ese momento se institucionaliza el nuevo orden, y se
abre un proceso electoral para elegir presidente por cuatro
años. El 12 de diciembre es elegido Luis Napoleón
Bonaparte quien recibe el voto de la mayoría de los
campesinos. La revolución democrática tiene ahora
un movimiento popular bien definido y apunta hacia un estado no
solo democrático sino también social. La
próxima vez que las clases populares parisinas intenten la
toma del poder en 1871 lo harán sin alianza alguna con la
burguesía.
La francesa fue la única de las revoluciones que podemos
tildar de democrática, en el sentido de que profundizaba en una raíz
liberal.
7. La revolución en el corazón de
Europa.
Desde los inicios de la revolución francesa,
Austria apareció como el bastión más
férreo de la reacción. Sin embargo el 13 de marzo
de 1848 frente a una revuelta popular el rey Fernando I tuvo que
aceptar la creación de una Guardia Nacional, decretar la
libertad de prensa y asegurar que se caminaría hacia un
régimen constitucional. Ante la avalancha revolucionaria
el monarca de Prusia, Federico Guillermo IV, tuvo que prometer la
constitución de un Parlamento democrático y
asegurar que estaba dispuesto a convertirse en referente de la
unidad de Alemania.
Algo similar sucedía en el Imperio Austriaco, mientras la
revolución se radicalizaba en Viena, en los territorios
checos así como en Hungría surgían
movimientos revolucionarios que apuntaban una orientación
nacionalista fluctuante entre la plena autonomía dentro
del imperio o la definitiva segregación para erigirse como
nuevos Estados nacionales. Esta dualidad en la orientación
marcaba la división entre los sectores. Los debates entre
estos dos sectores impusieron una ralentización en los
procesos revolucionarios que vino muy bien a quienes
querían acabar con ellos de raíz.
El 3 de marzo de 1848 Kossuth, portavoz de la pequeña
nobleza de Hungría presento una moción al emperador
austriaco solicitando un gobierno autónomo y la
abolición de las prestaciones
feudales. Las peticiones fueron aceptadas en Viena y las
nacionalidades no magiares de Hungría se animaron a seguir
un camino similar.
La situación revolucionaria en Italia.
En julio de 1847 los ejércitos austriacos ocuparon la
ciudad de Ferrara en signo de oposición a las medidas
aperturistas adoptadas por el papa Pio IX. La oleada de
indignación tuvo su expresión el 12 de enero de
1848 en Palermo donde los liberales se sublevan al rey y
proclaman la constitución. En Cerdeña y Toscana se
produjeron movimientos similares en marzo.
Cuando en marzo estallo la revolución en Viena, la
situación italiana giro. Algunas ciudades se levantaron y
fueron en busca de la unidad para conseguir la expulsión
de los austriacos. El movimiento fracasó, pero en vez de
apagarse los ecos de la revolución se dio pie a que se
entre en una nueva fase de la revolución, en ese momento
se reunió una Asamblea Nacional Constituyente. Se
celebraron las elecciones a dicha Asamblea y la nueva
cámara proclamó el fin del poder temporal del
papado y el nacimiento de la Republica Romana. El movimiento
democrático se extendió a Toscana y al Piamonte.
Sin embargo, el triunfo de la reacción en Francia,
Alemania y Austria, aisló a los radicales italianos,
provocando su derrota y la del Risorgimento de Italia.
Autor:
Laureano Kloss