Indice:
Introducción
La economía política en
Rousseau
Los principios de la economía
política en Rousseau
La economía política en
Marx
Las actuales concepciones dominantes en la
economía política
En el presente trabajo, de objetivos
bastantes modestos, nos proponemos realizar un análisis comparativo del concepto de
economía
política en Rousseau y en
Marx. Luego,
intentamos relacionar, a la luz de las
conclusiones de esta parte del análisis, cómo es entendido hoy en
día tal concepto.
Inicialmente revisamos los fundamentos que establece
Rousseau en su "Discurso sobre
la Economía
Política",
el rango conceptual que él atribuye a la economía
política, y el contenido mismo del concepto, que
adquiere su dimensión interpretativa y epistémica
principalmente en el orden del discurso
moral y los
principios de
derecho político, a través de su contenido
fundamental, la voluntad general, y por mediación de
ésta, con la aplicación de las leyes, sin dejar
de expresar, a la vez, a través de la administración
pública, su sentido práctico, aunque
éste mismo mediado también por una razón
moral: evitar
la profundización de las desigualdades.
Posteriormente revisamos la visión critica de la
economía
política
en el "discurso" marxista, fundamentalmente en sus dos
dimensiones principales: en cuanto su dimensión social, es
decir, como disciplina
científica -que así se reclama desde Smith y
Ricardo- que tiene por objeto de estudio e investigación relaciones sociales de
producción, es decir la relación
entre hombres y entre clases para la producción de su vida material; y en cuanto
su dimensión histórica, el estudio de tales
relaciones sociales como una fase transitoria en el devenir de la
sociedad, en
tanto la existencia en tal etapa de formas específicas de
producción, distribución, circulación y consumo.
Finalmente, en base a los elementos que nos arroje al
análisis anterior, intentaremos contrastar como es hoy
entendido el concepto de economía política,
principalmente desde una visión crítica, es decir,
develar cómo el concepto ha sido cosificado, desprovisto
de cualquier connotación social e histórica, y en
tanto tal, vaciado de cualquier connotación critica, que
lo imposibilita de ser, en cualquiera de sus acepciones, un
instrumento análitico para comprender la realidad. En
verdad, la economía política ha devenido en una
forma de mistificación de la realidad para encubrir las
profundas desigualdades que son imanentes al régimen de
producción capitalista. Allí establecemos una
rápida conexión entre tales concepciones en boga de
la economía política y las políticas
económicas públicas, como los ajustes
macroeconómicos.
-I-
La economía política en
Rousseau:
Rousseau comienza por establecer, siguiendo a los
griegos, el sentido etimológico del término
economía, para luego establecer las diferencias existentes
entre los conceptos de economía general o política
y economía doméstica. Aunque Rousseau centra su
atención en el desarrollo
conceptual de lo que es la economía política, que
por lo demás es el motivo de nuestro análisis,
conviene señalar que entiende por economía
doméstica: "el sabio y legítimo gobierno de la
casa, en pro del bien común de toda la familia".
El derecho de propiedad y la
garantía de la trasmisión de éste a los
hijos a través del derecho de herencia, son
fundamentales en tal concepción de la economía
doméstica.
En efecto, la familia es de
carácter patriarcal en tanto consecuencia
de la propiedad
privada que otorga por razón natural el poder y los
deberes del padre, del cual emana también el derecho de
propiedad, en base del cual los hijos deben sumisión y
obedeciencia, la cual entre otros aspectos, se materializa en
conservar e incrementar el patrimonio
familiar. El poder del
padre incluye, no sólo la pre-eminencia sobre la madre
-aún en un gobierno
doméstico único- sino también la vigilancia
sobre su lealtad de manera de garantizar, mediante la herencia, que sus
bienes pasen
efectivamente a sus hijos. Como se ve, y es lo que queriamos
resaltar, la propiedad privada, y su correlato, el derecho de
herencia, aparecen determinando claramente el carácter
de las relaciones familiares. La defensa de la propiedad privada,
también aparece como el fundamento de la economía
pública, general o política en Rousseau, aunque
conectada con una idea de moral y de derecho político,
como veremos más adelante, pero en su aspecto más
práctico, la economía política se establece
como administración pública para
garantizar la propiedad pre-existente y la propiedad del Estado, la
cual, no es sino un medio para garantizar la paz y la propiedad y
riqueza de los partículares.
Para Rousseau la economía pública es el
gobierno, y en tanto tal, compromete el derecho legislativo y
obliga a la nación;
pero este concepto aparece indisolublemente unido al de soberanía como poder supremo, como poder
ejecutivo que obliga a los partículares. Es decir, la
economía política es el gobierno, pero en tanto tal
gobierno, es un ejecutor, una fuerza
política más, regida y sujeta a la soberanía, al poder supremo. De allí
que la voluntad general, como expresión moral y
política de la soberanía, que compromete a todos
los partículares o ciudadanos (tomados en su
dimensión política) sea la primera norma o guia del
gobierno. La voluntad general se convierte así, en la
esencia misma del gobierno, de la economía
política. En otras palabras, la economía
política adquiere aquí una dimensión moral,
jurídica, política y
socio-económica.
Para Rousseau el cuerpo político, o Estado, es
también un cuerpo moral: "el cuerpo político es
también un ser moral dotado de voluntad" (9) Esta
voluntad, que es general, en el sentido que es la voluntad de
todo el Estado, o
la expresión de la voluntad de todos (o la mayoría
absoluta) de todos los miembros de ese Estado, es el principio
moral rector de la sociedad. Su
contenido es el principio que garantiza la continuidad, la
existencia y el desarrollo de
la sociedad en tanto razón moral (justicia o
injusticia), en tanto razón jurídica de derecho
(las leyes), en tanto
razón política (la soberanía del pueblo) y
en tanto razón económico-social
(satisfacción de las necesidades públicas). "Esa
voluntad general, tendente siempre a la conservación y
bienestar del todo y de cada una de las partes, es el origen de
las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los
miembros del estado, en relación con éste y con
aquellos" (9). El bienestar debe entenderse como el ejercicio de
la libertad, la
igualdad, la
seguridad y la
propiedad privada, y justamente en la medida en que la voluntad
general tiende a garantizar todos estos bienes y
tiende a garantizarlos para todos, se convierte en el principio
moral del cual emanan las leyes y las normas que
regulan y ordenan la sociedad
En cuanto principio de lo justo (todo aquello que
coincide con la voluntad general) y lo injusto (todo aquello que
vulnera y limita la voluntad general) la voluntad general es el
principio del cual deriva toda moralidad de la sociedad y toda
legitimidad jurídica sintetizada en la Ley. Ella norma
tanto las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, y
entre los mismos ciudadanos. Y aunque Rousseau limita la
jurisdicionalidad de esta voluntad general a los limites de un
estado partícular y a los ciudadanos que en el habitan,
considera que extendiéndolo a todos los estados, puede
convertirse en una regla para juzgar la moralidad de toda
acción humana.
De esta manera, la concepción rusoniana de
economía pública o política, identificada
como gobierno, implica una concepción de la
economía que va más allá del hecho
económico tal como es entendido hoy en día; es una
concepción que implica, además del dominio de lo
económico como administración
pública, el dominio de lo
social, en tanto el bienestar de los ciudadanos, el dominio de
la moral, en
tanto razón de lo justo, y el dominio de lo
político en tanto la soberanía como poder supremo
constitutivo del Estado.
Los principios de la
economía política en Rousseau:
Como quiera que le economía pública para
Rousseau, es a la vez, la misma acción de gobernar, los
principios de la economía política son a la vez,
los principios que guian la acción de gobierno. El primer
principio es la necesidad que tiene el gobierno de guiarse en
todo por la voluntad general y administrar conforme a las
leyes.
Rousseau introduce aquí una diferenciación
entre economía pública popular, aquella en que los
interees de los gobernantes se hacen coincidir con la voluntad
general y, economía política tiránica,
aquella en la que los intereses de los gobernantes se contraponen
a los intereses del pueblo. Establece claramente las tensiones
que se generan entre voluntad general y voluntad
partícular, entre voluntad general y libertad y
entre libertad pública y autoridad del
gobierno, justificando la existencia de la sociedad civil
por la necesidad que tiene los hombres de defender su libertad
individual y su propiedad individual. "Buscad los motivos que
llevaron a los hombres, unidos por sus mutuas necesidades en la
gran sociedad, a estrechar su unión mediante sociedades
civiles: no encontrareís otro que el de aseguarar los
bienes, la vida y la libertad de cada miembro mediante la
protección de todos" (14).
Estas tensiones se resolverán, sin embargo,
mediante la ley, la cual
califica "como la más sublime de las instituciones
humanas" (14) a través de la cual los hombres acceden a la
justicia y la
libertad, y restablecen mediante el derecho la "igualdad
natural de los hombres". La ley funda, entonces, el principio de
autoridad del
gobernante y justamente esto obliga al gobernante, para legitimar
su mandato, a guiarse "en todo" conforme a la ley. Ninguna causa
explicará o justificará la exención de la
ley, mucho menos del propio gobierno, pues llevaría
nuevamente al caos.
Para Rousseau la potencia de las
leyes emana directamente de la sabiduría que ella misma
encarna y de la razón que la sustenta. Rechaza el
principio de que la potencia de una
ley derive de la capacidad coartiva de quien la aplica. Entre
más coactiva sea la base de aplicación de la ley,
sólo se conseguirá que los infractores cometan
mayores crimenes para evadir la aplicación de la misma. En
consecuencia, el talento para reinar consiste en persuadir al
ciudadano de la validez recional de la ley, y de la conciencia de
someterse a su imperio.
Rousseau identifica, a partir de este criterio al
verdadero hombre de
estado, como aquel que actua preventivamente sobre la voluntad de
los hombres más que sobre sus acciones o las
consecuencias de éstas. El mayor talento del gobierno es
"disfrazar" su poder haciéndolo aparecer innecesario a
efectos de la conducción del Estado. E identifica el
primer deber del legislador como "adecuar las leyes a la voluntad
general." Allí el legislador debe tomar en cuenta no solo
la voluntad general, sino también las condiciones
concretas, derivadas del
lugar, el clima, el
suelo, las
costumbres, la vecindad, etc.
Rousseau introduce el pirncipio de responsabilidad de los gobernantes ante los
gobernados a partir del resultado de su gestión. Entiende que el carácter de
los gobiernos tiende a determinar el carácter de los
pueblos, así como que la formación, la constitución del ciudadano guarda estrecha
relación con la actitud de los
gobiernos y el carácter de las leyes. En otras palabras,
un buen gobierno, huelga decir,
una buena economía política, tiende a ser
fundamental para la formación de un buen ciudadano. Como
puede verse, la economía política, a través
de su primer principio, ajustarse a la voluntad general, adquiere
una dimensión moral y política, e incluso
educativa, en cuanto un buen gobierno es decisivo para la
formación de un buen ciudadano.
El segundo principio de la economía
política es hacer reinar la virtud, entendiendo por tal
virtud que las voluntades partículares se identifiquen con
la voluntad general. Se trata de que los ciudadanos, al
identificar sus intereses partículares con el interés
general, procedan de manera virtuosa conforme a la ley por
convencimiento. "Más que gentes de bien que sepan
administrar las leyes, hay, en el fondo, gentes honestas que
saben obedecerlas" (20). Cuando los intereses partículares
se reunen en contra del interés
general los vicios públicos se apoderan del Estado. Y
aquí se trata no sólo de actuar conforme a virtud
no sólo en apariencia, sino de manera genuina y sincera ya
que "el peor de todos los abusos consiste en obedecer las leyes
en apariencia para poder infringirlas de hecho con mayor seguridad."
(20).
Para Rousseau el ejercicio de la virtud no es tanto un
problema de leyes, o de muchas leyes, sino más bien de la
racionalidad de las mismas y del apego de los ciudadanos a su
cumplimiento. Así, la justeza o razón de una ley
está en expresar la voluntad general y en su observación, en primer lugar y como
ejemplo, por parte de los gobernantes; de esta manera la ley se
asienta en su propia legitimidad y puede contar con el apoyo de
los ciudadanos para su fiel cumplimiento.
Rousseau establecerá también una clara
diferenciación entre el buen gobernante, valga decir,
entre una buena aplicación de la economía
política, y la retórica y la demagogía. De
suyo el buen gobernante es, como ya se ha dicho, aquel que guia
su conducta por la
voluntad general y que como ejemplo para los demás
ciudadanos se aplica rigurosamente a sus principios; mientras que
aquel que fascina a los demás haciéndoles creer que
trabaja por interés general de cada uno de ellos, mientras
que en verdad, trabaja por su interés partícular,
no es más que un demagogo.
Roussea introduce el amor a la
patria como un elemento fundamental en la formación del
buen ciudadano y como ejemplo de la buen acción del
gobernante. El amor a la
patria viene a ser razón de una moral pública, la
que fundamenta en la búsqueda de la felicidad individual,
que a su vez se fundamenta en la felicidad de la sociedad, en la
felicidad de todos. Lo partícular se identifica con lo
general, lo privado con lo público no sólo en
cuanto a la virtud, sino también en cuanto a la
felicidad.
El amor a la
patria en Rousseau no es una simple entelequía moral; por
el contrario, la patria existe en la medida en que está
ordenada por la ley y garantiza "el bienestar de todas y cada una
de las partes y el bien general" que exige que ningún
ciudadano pueda ser objeto de causa injusta, pues de presentarse,
tal injusticia eliminaría o vulneraría, al menos,
el interés del pueblo por mantener la unión social.
La patria, es pues, el escenario del ejercicio de la libertad por
parte de los ciudadanos y también el escenario de
participación en la
administración pública "para que se encuentren
como en su casa y sólo vean las leyes como garantes de su
libertad" (28) Justamente uno de los fundamentos de la
administración pública, y en tanto tal, uno de
los asuntos más importantes del gobierno que tiene una
connotación más estrictamente económica es
prevenir la extrema desigualdad de las fortunas impidiendo que
los ciudadanos caigan en la pobreza. Para
Rousseau, "La desigual distribución de los hombres en el
territorio, con aglomeración en un lugar y
despoblación en otro; el favorecimiento de las artes de
diversión y de pura industria a
expensas de los oficios útiles y penosos; el sacrificio de
la agricultura al
comercio; la
necesidad del publicano por la mala administración de los dineros del estado;
en fin, la extrema venalidad que supone medir el respeto con los
doblones y comprar con dinero la
virtud misma: tales son las causas más apremiantes de la
opulencia y la miseria, de la sustitución del
interés público por el partícular, del odio
mutuo entre los ciudadanos, de su indeferencia por la causa
común, de la corrupción
del pueblo y del debilitamiento de todos los recursos del
gobierno; males todos dificiles de sanar cuando aparecen pero que
deben ser prevenidos por una buena administración a fin de
mantener las buenas constumbres, el respeto a las
leyes, el amor a la
patria y el vigor de la voluntad general"(29).
Es entonces fundamental evitar la concentración
de la riqueza, la que genera en el otro polo, la
concentración de la miseria. Es decir, que aunque Rousseau
atribuye esta situación fundamentalmente a razones morales
y políticas, está intuyendo la
configuración de la moderna sociedad burquesa que
concentra en un polo riqueza, con la misma intensidad que
concentra en el otro pobreza,
catalizada a través de la explotación. De
allí que una buena administración deba mantener las
buenas costumbres, el respecto a las leyes, el amor a la patria y
la vitalidad de la voluntad general. Además debe
garantizarse una distribución adecuada de la población en el territorio, mantener los
oficios útiles (aunque penosos), darle prioridad a la
agricultura
antes que al comercio y
garantizar una pulcra administración pública, en lo
que Rousseau advierte ya el efecto económico negativo que
significa una administración pública
corrupta.
Junto con el amor a la patria la educación forma
parte esencial de la función
del Estado. La educación para amar a
la patria y la educación para
formar el ciudadano es un proceso
único que van de la mano, y que debe comenzar desde la
infancia del
niño. La educación
pública es el principio constitutivo del gobierno
legítimo. Sus objetivos
deben ser educar en el principio de la igualdad, de la vigencia y
observancia de las leyes del Estado y en los principios de la
voluntad general; principios que deben respetarse por encima de
cualquier cosa, complementados con la observancia de las leyes y
el ejemplo de los gobernantes permitirá formar a los
futuros padres de la patria y garantizar a la vez la estabilidad
de la sociedad. Por eso para Rousseau la educación
"constituye sin duda el asunto más importante del
estado".
Para Rousseau el tercer principio o deber esencial del
buen gobierno es satisfacer la necesidades públicas, como
una consecuencia evidente de la aplicación de la voluntad
general. El autor la entiende no como un satisfacción
directa de tales necesidades por parte del Estado, exonerando al
ciudadano de trabajar, sino más bien, como la
garantía de que a través del trabajo pueden los
partículares satisfacer tales necesidades. Es decir, que
aquí aparece el trabajo
como mediación necesaria para la satisfacción de
las necesidades. Con cargo a dicho trabajo, también
aparece el sostenimiento del fisco y los gastos de la
administración pública.
En este sentido, la defensa de la propiedad privada
vuelve a aparecer no sólo como centro de la
administración pública y del buen gobierno, sino
incluso como ejercicio de la misma libertad del ciudadano. La
propiedad privada aparece aqui como verdadero garante de los
compromisos de los ciudadanos, como verdadera realización
de su libertad y como el verdadero sostén del orden
jurídico y del derecho. En consecuencia puede decirse que
la economía política está orientada, en
cuanto gestión
del buen gobierno, a garantizar la propiedad privada, piedra
angular sobre la que descansa la libertad, la moral, el
derecho y la propia administración
pública.
En la imposibilidad de la sociedad civil
para ser gobernada por todos sus miembros Rousseau encuentra una
razón valedera para la existencia del Estado y la
administración pública, que demanda
gastos para su
funcionamiento a través de los impuestos, con lo
que se crea una dicotomía entre la necesidad de sostener
el Estado y el carácter ilegitimo de las contribuciones de
los ciudadanos cuando son obligatorias, cuya solución es
objeto de una sabia economía. Rousseau legitimará
el uso de los dineros públicos en tanto que estos sean
autorizados por una asamblea del pueblo o de los estados del
país, y considera la virtud la única capaz de
evitar el despilfarro o la corrupción
de dichos fondos; la administración de los mismos
constituye "parte esencial del gobierno" y preveer las
necesidades más que incrementar las rentas constituye la
regla más importante de la administración de las
finanzas
públicas. De aquí justamente, según
Rousseau, que una acepción vulgar del término
economía sea "el manejo de lo que se tiene (antes) que
medios para
adquirir aquello de lo que se carece".
Para el autor, el Estado es evidentemente el regulador
de la economía y "el verdadero secreto de las finanzasy la
fuente de la riqueza consiste en la distribución de los
productos
agrícolas, del dinero y de
las mercancías en una justa proporción y
según el tiempo y el
lugar, siempre que los administradores sean capaces de altas
miras, admitiendo en ciertos casos una pérdida aparente e
inmediata a fin de obtener realmente inmensos beneficios en un
futuro menos próximo" (40). Roussea justifica la necesidad
de los impuestos en la
necesidad del Estado que como resultante del pacto social tiene
por objetivo
garantizar el clima de paz para
el disfrute de la propiedad privada y demás pertenencias.
De allí que los impuestos sólo pueden ser
implantados legitimamente mediante el consentimiento del pueblo o
de sus representantes y en concordancia con la voluntad general
deben tener un carga proporcional a la riqueza de cada quien:
quien más tiene más debe pagar.
En sintesis, podemos
concluir que la concepción roussoniana de economía
política, va más allá de lo que
contemporáneamente se entiende por economía;
implica una visión política, al extender el
ámbito de la economía hasta la
administración de lo público, en un concepto que
integra economía y política. Así, es claro
para Rousseau que el estado debe tener una injerencia directa en
la economía, idea que va a repetir a lo largo de su
exposición en diferentes pasajes. En cuanto
a la soberanía, o autoridad suprema, pudiera entenderse
como el predominio absoluto de la ley, y ésta como el
máximo principio regulador de la sociedad que obliga a
todos a someterse a su dominio. Justamente la ley en tanto
encarnación de la voluntad general es para Rousseau, el
principio del cual emana la igualdad y la libertad, que son, en
tanto tales, los poderes supremos de la sociedad. Si se asume la
soberanía, como poder
legislativo, que es como ha devenido en los tiempos modernos,
en lugar de ejecutivo, se entenderá mejor su
carácter de poder supremo. Pues él se
referirá a la elaboración misma de las leyes, las
que constituyen el máximo poder regulador y moral de la
sociedad.
Pero la economía política también
tiene una connotación moral a través del concepto
de voluntad general, ya que ésta es el principio
fundamental con arreglo al cual se ordena la economía
política, valga decir, el gobierno. Es de la voluntad
general que emana el sentido de lo justo o injusto, según
se amolde al interés general que expresa ésta, o
según lo niegue. Y es también a través de
este mismo concepto, en tanto que expresión de la
soberanía, del poder supremo, que el poder político
que implica la voluntad general se impone a la fuerza
partícular que es el gobierno, sólo que aquí
el poder político aparece revestido tanto de un sentido
moral como un sentido de derecho político.
La economía política será
también la defensa de la propiedad privada, a
través de la cual se realiza no sólo la libertad,
sino también el derecho. De esta manera Rousseau aunque
mantienen una postura ética, de
critica principalmente a la corrupción, a la desigualdad,
a la demagogía y la retórica como formas de
engaño al pueblo por parte de los gobernantes, no supera
el horizonte de la critica a las manifestaciones o consecuencias
y no a la causa fundamental: la propia existencia de la propiedad
privada, punto de partida de la concepción marxista de la
economía política, como pasamos a analizar de
seguidas.
Si bien hay que aceptar una gran riqueza en el concepto
de economía política roussoniano, y que constituye
un importante punto de partida y de desarrollo del concepto en lo
que vendría a ser posteriormente su acepción
moderna, más si se considera el momento histórico
de su Discurso, también lo es que dicho discurso tiende a
explicar y no a cuestionar el régimen existente
El punto de partida en Marx,
será, por el contrario, el cuestionamiento del
régimen de producción capitalista, habida cuenta de
sus conclusiones iniciales sobre el estudio de la
economía: "en la producción social de su
existencia, los hombres entran en relaciones determinadas,
necesarias e independientes de su voluntad; estas relaciones de
producción corresponden a un grado determinado de
desarrollo de sus fuerzas materiales de
produccción… …En cierto grado de su desarrollo, las
fuerzas de producción materiales de
la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes o con lo que no es otra cosa que su
expresión jurídica, con las relaciones de propiedad
en cuyo interior se habian movido hasta entonces"
Como se ve Marx no aborda el estudio de la
economía política de manera parcial o por
capítulos, sino todo el conjunto de la ciencia
económica, en tanto una critica general y coherente a las
leyes de la producción capitalista. En este sentido la
economía política será el estudio del modo
de producción capitalista. O más exactamente,
según el propio Marx: "entiendo por economía
política clásica toda la economía politica
que, desde por W. Petty investiga la concatenación interna
del régimen burgués de
producción".
Marx entiende la economía política como un
ciencia
social, que trata de las relaciones entre los hombres: "la
economía política no trata de cosas, sino de
relaciones entre personas y, en última instancia, entre
clases; si bien estas relaciones van siempre unidas a cosas y
aparecen como cosas" Igualmente en tanto la economía
política estudia el modo de producción capitalista,
y este es apenas una fase histórica de la
producción general del hombre, la
economía política tendrá entonces un
carácter histórico, se explicará
indisolublemente unida a la concepción materialista de la
historia.
Marx hizo un estudio profundo de las conceptos de
economía apoyándose en el legado de los economistas
clásicos, especialmente Smith y Ricardo, con quienes la
economía adquiere el estatus de ciencia. Es
Smith quien considera la economía política como el
estudio del origen de la riqueza, (de allí el
título de su principal obra), quien establece un cuerpo
conceptual en base del cual se va a desarrollar la
economía política, pero, al igual que Rousseau, el
no plantearse una visión crítica del modo de
producción capitalista le imposibilita llegar a la
explicación cientifica de aspectos cardinales de la
economía política, que van a ser descubrimientos de
Marx, como el doble carácter del trabajo y la
plusvalía, como veremos más adelante.
Es de advertir, que Marx va construyendo no una
economía política, sino por el contrario, una
critica a la economía política, en tanto
ésta es expresión ideológica del modo de
producción capitalista. Es decir, la economía
política es una ciencia que corresponde en sus fundamentos
teóricos a las categorías burguesas de
producción; por eso significa una contradicción
hablar de una economía política del socialismo o del
comunismo, como
hacen algunos. Smith es considerado el padre de la
economía política clásica justamente porque
sistematiza un cuerpo conceptual de categorias que como el
salario, el trabajo, la
ganancia, la renta del suelo etc,
reflejan características propias y reales del modo
de producción capitalista y en ese sentido, la
economía adquiere el estatus de ciencia. Pero al mismo
tiempo, sus
limitaciones teóricas e ideológicas, lo llevan a
pasar por alto o explicar ideologicamente el origen de la
ganancia, el carácter del trabajo, y otros aspectos
centrales sobre los que trabajara Marx. Smith establece los
fundamentos teóricos de la ciencia
económica, pero al no ubicarse en una visión
critica e histórica, limita los alcances de su
visión.
Hegel y Proudhon
significan también otros puntos de engarse en el
desarrollo de la critica de la economía política
por parte de Marx. Particularmente Hegel, sostiene
el punto de vista de la moderna economía política y
considera el trabajo como la sustancia, como la esencia del
hombre que se confirma en sí misma. Según Marx,
Hegel estaba en lo cierto cuando señalaba el papel del
trabajo en la formación del hombre mismo como tal, pero la
mistificación idealista de todas las relaciones reales de
la sociedad, incluida la de su fundamento económico, hacen
que Hegel tergiverse la naturaleza real
del mismo trabajo.
Marx, apoyándose pues en Smith y en Hegel, sigue
consecuentemente dos ideas centrales en el estudio de la
económicas política: 1) todas sus categorías
son la expresión teórica de las relaciones
verdaderas de la persona con el
sistema de
producción material, es decir, tienen una esencia social
y, 2) todas sus categorías tienen un carácter
histórico transitorio, su importancia y contenido estan
unidos organicamente a determinadas fases históricas del
desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción cuyo carácter cambia inevitablemente con
la transformación y ascenso de estas fuerzas productivas.
Las categorías económicas derivan entonces, de las
relaciones económicas reales de los hombres en sociedad, y
ante todo, de las relaciones de la propiedad privada.
Justamente la critica a la propiedad privada constituye
un eje fundamental de las investigaciones
de Marx, pues es ella, ya desde Rousseau y todos los
contractualistas, el eje sobre el cual gira no sólo la
economía, sino también la moral, el derecho y la
política. Marx dirá que la economía
política clásica parte de supuestos dados que no
explica, que se consideran entonces como naturales y eternos,
tales como la existencia de la propiedad privada. Las
'explicaciones' de la economía política
clásica se pierde en esquemas abstractos que luego
adquieren el carácter de leyes naturales, en base de los
cuales se articula luego toda la teoría.
En Miseria de la Filosofía, Marx escribió: "Desde
el momento en que no se sigue el desarrollo histórico de
las relaciones de producción, de las que las categorias no
son sino la expresión teórica, desde el momento en
que no se quiere ver en estas categorías más que
ideas y pensamientos, independientes de las relaciones reales, se
quiera o no se tiene que buscar el orígen de estos
pensamientos en el movimiento de
la razón pura" (subrayado nuestro), Más adelante,
en el mismo escrito Marx agrega: "Los hombres al establecer las
relaciones sociales según el desarrollo de su
producción material, crean tambien los principios, las
ideas y las categorias conforme a sus relaciones sociales. Por lo
tanto estas ideas, estas categorías, son tan poco eternas
como las relaciones a las que sirven de expresión.
Sonproductos históricos y transitorios (subrayado en el
original)
Así, se deduce que las categorías
económicas adquieren un carácter histórico
concreto,
deben corresponder a las formas de producción social, que
tienen en si mismas un carácter histórico y
pasajero. Los economistas clásicos, y antes que ellos, los
filosofos contractualistas, como Rousseau, Kant, Locke y
Hobbes
consideran las categorías económicas como eternas y
abstractas, a veces como producto de la
razón o de la moral, desligadas del proceso real
del desarrollo histórico de las relaciones sociales de
producción. De allí que, al considerarlos desde
este punto de vista, Marx construye un cuerpo conceptual que
refleja la historia del capitalismo de
su época. Su critica lo lleva a establecer
categorías que desde entonces tiene un peso fundamental en
la comprensión del modo de producción capitalista,
independientemente de que algunas de ellas hayan cambiado de
contenido con los desarrollos últimos del capitalismo.
Así es fundamental en la critica marxista de la
economía política el abordar ésta desde lo
que hoy llamamos un punto de vista macroeconómico, es
decir, desde el punto de vista global de la producción, la
distribución, la circulación y el consumo,
consideradas como una unidad, influenciada especialmente por la
producción; el descubrimiento del doble carácter
del trabajo y de la fuerza de trabajo como mercancia
específica que tiene la cualidad de producir valor en la
medida en que se la consume, fundamento de toda la critica a la
teoría
de la explotación capitalista y de la teoría
objetiva del valor; el
descubrimiento de la plusvalía como la forma de
explotación capitalista; el capital como
forma específica de relacionarse las clases
sociales dentro del capitalismo; el carácter de
fetiche y la cosificación que asumen las relaciones
sociales dentro del actual sistema, entre
otros de los elementos que sustentan la critica de
Marx.
Como se ve, la concepción marxista de la
economía política se realiza en una
dimensión enteramente crítica, profundamente
humanista, en base a la comprensión de la misma desde un
código
social e histórico. Puede entenderse un puente vinculante
entre la concepción roussoniana, en términos de su
dominio general, de disciplina
también social, cuyo objetivo es el
buen ordenamiento del gobierno y de la administración
pública; hay aquí una relación entre
gobernados y gobernantes, una relación de carácter
eminentemente social. En Rousseau la economía no aparece,
como en los tiempos actuales, cosificada, como relación
entre cosas, y ello le permite un punto de vista más
abarcante y más critico. Así la economía
política, como ya vimos no está vacía de
contenidos filosóficos, morales, de derecho y
políticos. El concepto abarca diferentes variantes y
contenidos, en los que a la vez que se acerca a la
concepción marxiana de totalidad concreta, se distancia de
las escuelas actuales, particularmente de todas las que tienen su
punto de partida en los fundamentos neoclásicos y
más especificamente, de su último producto, el
neoliberalismo.
Encontramos en Rousseau también un fuerte acento
crítico en el contenido mismo de su economía
política: el cuestionamiento a la distribución
desigual de la riqueza; al desamparo material y social del pobre
frente al rico; el cuestionamiento al efecto corrosivo que juega
el dinero en
la sociedad, como principal catalizador de la
decomposición moral y la desigualdad; el cuestionamiento a
la corrupción, la demagogia y la retórica de los
gobernantes; e incluso un fuerte acento social en el reclamo de
la responsabilidad de la sociedad por el bienestar
del último de sus miembros. Pero este cuestionamiento no
trasciende las fronteras de la razón moral y del derecho
político y por ello mismo, por lo menos en su Discurso
sobre la Economía Política, no va a las causas
fundamentales, las que por el contrario, son ratificadas como la
razón de ser, no sólo de la economía
política, sino también de la misma sociedad como un
todo: la propiedad privada, como razón de ser de la moral,
la libertad y el derecho. De allí que su critica no
sobrepase el mero horizonte moral y que, en última
instancia, termine por ratificar y glorificar la razón
histórica de ser del modo de producción
capitalista, la propiedad privada. Con todo, la economía
política de Rousseau, tiene una comprensión
más global y certera de la sociedad que las concepciones
puestas hoy en voga, a la que dedicaremos brevemente la
última parte de este trabajo, con el propósito de
conectar estos problemas
teóricos con su evolución actual. Aunque aparentemente
desconectada del tema que hemos venido desarrollando, nos parece
importante establecer un paralelismo entre la critica de la
economía política en Marx, y la escueal
neoclásica (popularmente llamada neoliberal) de manera de
ver cuanta mistificación hay de por medio en la defensa
del actual régimen y cuales son los fundamentos
teóricos y filosóficos de las corrientes dominantes
hoy en la economía, de las que ya hemos tenido una
experiencia en carne propia con la aplicación del
tristemente célebre "paquete económico".
Las actuales concepciones
dominantes en la economía política:
El fundamento teórico de la escuela
neoclásica (en los que se fundamenta las actuales
políticas de Ajustes) es la teoría subjetiva del
valor o teoría de la utilidad
marginal, según la cual el valor de las mercancias no
descansa en el trabajo que costó producirlas sino en lo
que el demandante esté dispuesto a pagar de acuerdo a sus
necesidades (reales o no). El costo de las
mercancias en términos de costos de
producción, de costos del
trabajo es sustituido por el de costo de
oportunidad, "el costo está representado por una
oportunidad que se ha dejado de lado, no por la cantidad de
algún insumo". Según este criterio, y aquí
está la verdadera razón ideológioca que lo
sustenta, se supera la discusión sobre el valor-trabajo y
sus implicaciones: la explotación de la fuerza de trabajo
como fuente de la plusvalía y la ganancia, y toda la
teoría de la explotación y de la lucha de clases
"Esto explica la superioridad de la teoría del costo de
oportunidad, que, como el deus ex machina, salva las conclusiones
clásicas" (Chacholiades, 1981) y por supuesto
también las marxistas. Esta teoría subjetiva del
valor también obvia los conceptos de trabajo productivo y
trabajo improductivo, y con ello legítima el derecho de
los rentistas y demás sectores parasitarios a vivir a
expensas del sector productivo, pues cualquiera que sea la
transacción que se realice en el mercado, produzca
o no un bien, con o sin utilidad, es
tomada como una transacción productiva.
La escuela
Neo-clásica por contraposición a la marxista es
ahistórica y asocial, pues parte de un enfoque individual
altamente psicológico y subjetivo, donde las decisiones se
toman fuera de cualquier contexto histórico-social, y en
consecuencia lleva implícito la idea del "fin de la
historia". Para la escuela neoclásica la sociedad no
existe como una totalidad concreta dinámica, sujeta a tendencias generales y
multiples contradicciones, sino como agentes económicos
aislados que toman decisiones independientes. Las
categorías de este cuerpo teórico son abstractas,
naturales y eternas, y operan con total independencia
de las condiciones históricas y sociales
concretas.
El enfoque neoclásico es micro-económico
por excelencia, por contraposición al enfoque
macro-económico clásico y marxista que toma la
economía globalmente. Su método es
el subjetivismo psicologista, apoyado altamente en modelos
matemáticos y gráficos, que sirven de soporte a sus
postulados teóricos generales, que se pretenden convertir
en paradigmas que
por sí mismos tienen validez sobre cualquier
consideración social, condición histórica o
circunstancia política.
El enfoque neo-clásico, por contraposición
al marxista, parte fundamentalmente del consumo, el cual aisla de
la producción, la distribución y la
circulación; en consecuencia se ubica fundamentalmente en
el punto de vista de la demanda como
función
principal del proceso económico, disociándolo
también de la oferta. En
general se ubica en el terreno de la circulación, la
demanda y el consumo, aspectos consustanciales con el perfil
parasitario de la burguesía financiera. Dada la
preponderancia de la demanda, ella juega el papel
fundamental en la determinación de los precios, por
contraposición a los costos de
producción de la escuela clásica y de la
marxista. De allí que los ajustes de corte
neo-clásico, partan de la manipulación de la
demanda.
El enfoque neo-clásico asigna al mercado el papel
de regulador automático de la economía y de factor
integrador de la sociedad. Independiente del interés que
mueva a los "agentes económicos", el mercado asigna
eficientemente los recursos, y
retribuye a cada quien con su correspondiente cuota de ganancia y
bienestar. Teóricamente predomina la competencia
perfecta pues "ningún agente económico
(productor o consumidor) tiene
poder suficiente para influir perceptiblemente en los precios del
mercado". Por ello, el enfoque neo-clásico se opone a
cualquier tipo de regulación que distorcione el normal
funcionamiento de las fuerzas del mercado, tales como controles
de precio,
subsidios (directos o indirectos), créditos blandos etc, lo cual fundamenta su
postulado de igualdad de oportunidades para todos. Este papel que
se le asigna al mercado, parte del criterio de que las fuerzas
económicas tienden, por sì mismas al equilibrio. A
partir de este mismo principio se resuelve el problema del valor
y los precios, los cuales son fijados en posición de
equilibrio por
el corte de las curvas de oferta y
demanda.
El enfoque neoclásico aboga por la
reducción del papel del Estado, por la
reivindicación del laissez-faire y la defensa de las
libertades políticas e individuales. A su credo
económico adiciona una concepción de la libertad la
igualdad y fraternidad del hombre, que tienen por sustento un
conjunto de derechos del hombre
inherentes al mismo en razón de su naturaleza
humana, y donde el estado ni la sociedad tienen ninguna
responsabilidad sobre sus miembros.
Partiendo de la anterior concepción
neoclásica de la economía, puede entonces
comprenderse facilmente las orientaciones, estrategias,
medidas y objetivos de las políticas de Ajuste, las cuales
podemos resumir en los siguientes términos:
A.- Se asigna al mercado el papel de regulador de la
economía y en consecuencia de la sociedad. Los factores
productivos deben liberarse de cualquier interferencia que
distorsionen la acción del mercado. Por eso, por el lado
del capital, debe
liberarse el mercado financiero eliminando cualquier
regulación sobre las tasas de interés de manera de
estímular el ahorro y en
consecuencia las inversiones,
que operarían reactivando la producción,
expandiendo el empleo y el
ingreso; así mismo liberación de los mercados de
capital y oferta de
grandes tasas de ganancias, bien sea por la vía de la
explotación de la fuerza de trabajo o la
especulación, o una combinanción de ambas, para
atraer capitales extranjeros, de manera de "disfrutar" de sus
efectos reactivadores y del acceso a nuevas
tecnologías y mercados.
Y por el lado del trabajo, éste también
quedará sujeto a las leyes del mercado laboral,
eliminándose cualquier tipo de subsidio, ayuda social,
fijación por parte del Estado de salarios
mínimos, creación competitiva de empleo, etc.
En consecuencia las políticas de Ajuste se oponen, por lo
menos en teoría, a la ingerencia distorsionadora de los
monopolios, oligopolios, trust, etc., principalmente en la
fijación de precios. Así mismo se opone a las
prebendas del estado hacia el sector empresarial o de
protección al sector de asalariados a través de
cualquier tipo de control de
precios, y de subsidios directos o indirectos. Se supone un
mercado altamente competitivo que asigna recursos y fija precios
de acuerdo a la oferta y la demanda.
Por un lado es aquí evidente la
cosificación de las relaciones sociales, ellas quedan
determinadas por un factor externo a la voluntad del hombre: el
mercado, donde "una mano invisible" asigna a cada quien cuota de
bienestar en razón de su competitividad, valga decir, la ley del más
fuerte; por el otro, muy lejos de las concepciones ruossonianas o
marxistas, el estado y la sociedad no tienen ningún
compromiso con el bienestar de sus miembros excluidos
socialmente, pues estos deberan obtener su bienestar de su
participación competitiva en el mercado. Sin embargo,
quienes controlan el estado, si siguen usandolo para su
acumulación y su beneficio, tal como queda patentemente
expresado en la crisis
bancaria venezolana, donde a la vez que se reclama la
imposibilidad del estado de asumir subsidios a sectores
desposeidos se otorgan sumas superiores al presupuesto, que
saldrán del bolsillo de todos, al sistema
bancario.
B.- Se le asigna a la participación en el mercado
y comercio
internacional, bajo la mayor libertad, a la división
internacional del trabajo y a la apertura comercial irrestricta,
el papel de restaurar los "equilibrios" externos e internos,
principalmente el de balanza de pagos
y control de la
inflación. Es la llamada política de "crecimiento
hacia afuera", que debe sustentarse en la elevación de la
competitividad
y el aprovechamiento de las ventajas comparativas, en la reforma
comercial para liberar el mercado interno de cualquier
protección, reduciendo y eliminando los aranceles, y
el ajuste las políticas cambiaria, fiscal y
monetaria, para hacerlas coherentes con los objetivos del sector
externo, es decir, instauración de un cambio
único y flotante en la primera, y de una
orientación restrictiva de las dos últimas. Ni
más ni menos que la misma competitividad , pero ahora en
un mercado planetario, donde demás está decir, las
grandes potencias establecen las condiciones más onerosas.
El resultado es que a pesar de haber seguido latinoamerica
esta receta su participación en el mercado mundial
pasó de 12% en 1950 a 4% en 1992.
A esta estrategía de "crecimiento hacia afuera"
se le asigna el papel de contribuir a la modernización de
la economía, pues la necesidad de elevar la competitividad
conlleva reconvertir el aparato productivo; de contribuir al
crecimiento
económico sostenido por el efecto benéfico de
participar ventajosamente en el mercado mundial: incremento de la
disponibilidad de divisas, regreso y atracción de nuevos
capitales extranjeros, acceso a nuevas
tecnologías y mercados por efectos de la
asociación con éstos; y de contribuir a la
reducción de la inflación, por efectos de la
reducción de precios que se originaría en la
competencia de
los productos
extranjeros en el mercado interno. Esta visión supone una
relación de igualdad entre socios desiguales; supone una
neutralidad del capital y supone igualmente un carácter
neutral de la tecnología que
supuestamente estaría disponible como una mercancia mas en
el mercado, cuando en realidad el control de la misma es factor
fundamental de las relaciones de explotación y
dominación entre los países. Supone igualmente una
independencia
de la economía venezolana, cuyas empresas
bajarían lois precios por efectos de la competencia. Nada
más incierto: las empresas
venezolanas, en su gran mayoría no pasan de ser simples
subsidiarias de los monopolios internacionales, y operan sacando
ventajas de la situación de mercado, entr otras elevando
constantemente los precios.
C.- A la reducción del tamaño del Estado y
a la disminución de su ingerencia en la economía,
sobre la base de la privatización de todos sus activos, y a la
contracción significativa del gasto corriente -en
partícular el gasto social con fines "redistributivos"- se
le asigna el papel de contribuir a equilibrar las finanzas
públicas. Deshacerse de empresas que crónicamente
son deficitarias y reducir el gasto corriente, tendría no
sólo el efecto de eliminar las presiones inflacionarias
que genera el déficit fiscal, sino
liberaría recursos que irían a reforzar el esfuerzo
de inversión y financiamiento
de las reformas económicas, lo que de conjunto
redundaría en una situación de bienestar general de
la sociedad.
Estos planteamientos suelen acompañarse
también de la necesidad de reformar el Estado, para
restituir los derechos a la sociedad
civil, ampliar las libertades individuales y estímular la
iniciativa individual, como requisititos que sin duda,
conjuntamente con el beneficio de las reformas económicas,
nos llevaran a una "sociedad más justa". Estos reclamos
solo han significado desmontar los elementos de solidariadad del
estado de bienestar social, y liberar el estado de cualquier
responsabilidad
social.
En correspondencia con estas políticas
económicas el "ajuste" supone la restitución de los
"equilibrios" macroeconómicos externos e internos,
particularmente el de Balanza de Pagos
y el control de la inflación. El enfoque neoclásico
al paritr de que ambos desequilibrios -déficit de Balanza
de Pagos e inflación- son efectos de una excesiva demanda
y crédito, que al no ser satisfechas por la
inestalicidad de la oferta y la incapacidad para importar (esto
último no ha sido el caso de Venezuela)
opera ejerciendo presión
tanto sobre la elevación de los precios, como sobre la
reducción de las reservas internacionales. A partir de
lograr el equilibrio de Balanza de Pagos y el control de la
inflación, se supone que se crean las condiciones para
lograr el conjunto de "equilibrios" en las esferas monetaria,
fiscal y cambiaria, sobre la base de los cuales, se garantiza el
desarrollo
económico.
Como puede observarse, y era necesario hacer el analisis
del apartado anterior aunque a primera vista resulte
aparentemente desconectado del resto del trabajo, la
economía política ha devenido en una "ciencia"
totalmente cosificada, desprovista de cualquier contenido
humanista, y sin ninguna dimensión filosófica,
ética,
sociológica o política. A la luz de sus
más recientes definiciones la economía es
simplemente "el estudio de la manera en que las sociedades
utilizan los recursos escasos para producir mercancias valiosas y
distribuirlas entre los diferentes grupos"
Es decir, la economía política siendo una
ciencia social, se limita al estudio de cosas, de los "recursos
escasos para producir mercancias" como problemas que
luego son motivo de modelos
cuantitativos o contables como la Balanza de Pagos,
independientes del hombre. "En laproducción los hombres no
actuan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan
también los unos sobre los otros. No pueden producri sin
asociarse de un cierto modo, para actuar en común y
estabnlecer un intercambio de actividades. Para producir, los
hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a
tavés de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y
como se efectúa la producción."
La visión burguesa que deja de lado el caracter de las
relaciones sociales de producción como esencia de la
economía política tiene por objeto, en primer
lugar, dejar de lado las contradicciones reales de la sociedad
capitalista, en primer termino, las que existen entre la clase
obrera y la burguesía; en segundo lugar, vacían la
economía política de su carácter
histórico y de clase, y expresa la tendencia a considerar
el regimen de producción capitalista al margen de la
historia como eterno y natural, lo cual no supone sino su
apología; en tercer lugar, las más recientes
tendencias de la economía política le asignan un
enfoque enteramente subjetivo e individual , que sustituye las
relaciones sociales de producción por el comportamiento
del sujeto económico y su actitud hacia
las cosas borrando de esta manera el carácter
histórico y de clase de la economía
política, pasando el aspecto sicológico a
convertirse en el elemento principal, desde el cual se considera
la utilidad subjetiva de los bienes materiales. Tal
interpretación, resaltando el consumo del individuo
desestima la producción de bienes materiales, la cual
constituye la base de la vida de la sociedad.
En definitiva, en la economía política
actual está ausente el objeto específico que
estudia esta ciencia, las relaciones de producción entre
los hombres, y en cambio se
analizan categorias "generales y universales" de la actividad del
hombre de caracter ahistorico y asocial, que buscan sobre todo
legitimar el caracter eterno del capitalismo y negar la
posibilidad de sus sustitución por un régimen
social superior.
Autor:
Ma. Elena Lavaud.
Ninoska Litchenka Arellano
Carlos Alberto Marcano
cmarcano[arroba]usb.ve