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Energías alternativas




Enviado por istalens



     

    Indice
    1.
    Introducción

    2. La
    contaminación

    3. La Contaminación De Las
    Aguas

    4. La contaminación del
    aire

    5. La
    Deforestación

    6. Resumen histórico de movimientos
    ecologistas

    1.
    Introducción

    La ecología es la ciencia que
    estudia las relaciones existentes entre los seres vivos y el
    medio en el que viven. Así pues, estudia la
    relación entre el hombre y su
    medio, la Tierra un
    gran almacén
    que proporciona recursos materiales de
    todo tipo: agua, oxigeno,
    minerales,
    madera,
    alimento…, todo cuanto es precioso para la vida. Sin embargo,
    existe la posibilidad de que ese gran almacén se agote.
    Efectivamente, los recursos del planeta son abundantes a partir
    de la década de los años setenta la Humanidad es
    consciente de que dichos recursos son finitos y que es preciso
    reducir su consumo. Desde
    entonces, la preocupación por el medio ambiente
    ha ido en aumento y se han creado asociaciones y organismos
    dedicados a su estudio y protección, así como se
    han firmado algunos tratados y
    protocolos entre
    diversos países con el fin proteger las especies
    amenazadas y limitar la emisión de productos
    nocivos.
    No obstante, no se ha logrado detener ni el proceso de
    agotamiento y malversación de los recursos terrestres, ni
    el de la
    contaminación del medio ambiente. Al
    contrario, a los desastres
    naturales, como las erupciones volcánicas, se suma un
    número creciente de desastres accidentales o
    indirectamente provocados (mareas negras y vertidos incontrolados
    de materias contaminantes al mar, accidentes en
    centrales nucleares, incendios de
    pozos de petróleo,
    desecación de zonas naturales, etc.) que contribuyen a la
    contaminación
    atmosférica y de las aguas, a la desertización
    de grandes zonas del Planeta, a la deforestación de los bosques, a la
    desaparición de especies animales,
    radicalización de los cambios climáticos, a la
    disminución de la capa de ozono
    y, cómo no, al incremento de las enfermedades. En una
    palabra, el hombre esta
    interfiriendo, incluso, en las altas capas de la atmósfera de modo que
    su cualidad de depredador, practicada desde los tiempos
    más remotos de su historia, ha alcanzado cotas
    inimaginables hace solo medio siglo, que conducen al Planeta a un
    situación límite y de alto riesgo. Ello se
    debe, en parte, a los efectos de la actividad industrial de la
    sociedad
    contemporánea, pero también a las necesidades
    derivadas del
    desorbitado incremento de la población mundial, la cual se ha duplicado
    en los últimos cuarenta años. Es más, las
    previsiones demográficas señalan un período
    de únicamente veinte años para que se duplique de
    nuevo, por lo que es preciso actuar con urgencia a nivel
    colectivo e industrial si se quiere que la Tierra siga
    manteniendo a la Humanidad.
    Es quizás el momento de subrayar las palabras del Dalai
    Lama, Premio Nobel de la Paz, sobre este nuevo jinete
    apocalíptico: "Nuestro planeta madre nos está
    poniendo una luz roja de
    peligro; sed cuidadosos, cuidar la Tierra es cuidar nuestro
    propio hogar".

    2. La
    contaminación

    La atmósfera, los océanos y la superficie
    terrestre, en una palabra los diferentes ecosistemas
    que conforman la Tierra, podrían parecer relativamente
    indiferentes a las actividades humanas, pero todos los organismos
    vivos forman parte de un inmenso ecosistema y
    la más mínima variación de una de sus partes
    puede alterar el equilibrio del
    conjunto. A la alteración causada por la inyección
    de elementos extraño a la biosfera,
    productos de las actividades del hombre, se la conoce como
    contaminación.
    En otras épocas, los problemas
    ambientales no ocupaban el primer plano de la actualidad; la
    población humana era reducida, las fuentes de
    materias primas parecían ignorables y el Planeta era una
    vasta región sin explotar. Los verdaderos problemas
    surgieron con la industrialización y los modernos métodos de
    agricultura y
    silvicultura, de modo que, a principios de la
    década de los sesentas, los expertos en medio ambiente
    comenzaron a advertir al mundo sobre los peligros que comportaba
    la polución. La controversia pública se
    inició con la publicación del libro del
    libro de Rachel Carson "La primavera silenciosa" en 1962. En
    aquellos años, hubo grandes mortandades entre las aves de presa,
    debido a la acumulación en sus tejidos de
    sustancias venenosas como el DDT; en el Japón
    mucha gente murió o quedo invalida a consecuencia de los
    vertidos de mercurio al mar durante años por las
    fábricas Minimata; se mostraron los efectos de
    contaminantes múltiples como el fósforo, los
    gases
    sulfuros, los detergentes o el plomo de la gasolina y se
    descubrió que el mar no diluía ni neutralizaba las
    impurezas a la velocidad que
    se creía.

    3. La Contaminación
    De Las Aguas

    La alteración del medio acuático
    Durante mucho tiempo el hombre
    ha ido arrojando sus residuos a los ríos y al mar y, al no
    percibir ninguna alteración manifiesta, ha considerado
    infinita la capacidad de autodepuración de estos medios
    acuáticos. Sin embargo, con la llegada de los procesos
    industriales a gran escala, tanto la
    cantidad como la calidad de los
    contaminantes se ha multiplicado hasta límites
    intolerables.
    No sólo se vierten hoy cantidades ingentes de estos
    productos sino que, lo que resulta todavía más
    peligroso, la capacidad destructiva de muchos de ellos es
    infinitamente mayor de la que poseían residuos de hace
    unas pocas décadas. Productos químicos
    concentrados, pesticidas, defoliantes, residuos nucleares, etc.
    han ido destruyendo gran parte de los ríos de los
    países industrializados y el mar, al que en un principio
    se considera con mayor capacidad de regeneración, da hoy
    muestras evidentes de encontrarse también gravemente
    afectado.
    Uno de los principales peligros que supone esta
    contaminación es la posible vía que dichos residuos
    tóxicos seguirán en la naturaleza, pues
    se desconoce como se integra en los ciclos naturales, por lo que
    se desconoce también dónde y en qué medida
    causarán daños. Sin embargo, no hay duda de que el
    ser humano, que es miembro de estas cadenas, resulta afectado en
    algún punto de ese recorrido.
    La importancia del medio acuático, del agua en general, es
    evidente al ser el origen y la base de la vida en nuestro
    planeta. Es el medio en que ésta se generó y
    sólo podemos encontrarla allí donde existe el agua,
    aunque se presente en formas ocultas: hielo, rocío en las
    rocas de un
    desierto, etc. El agua actúa como intermediario en el
    metabolismo de
    casi todos los organismos, es vehículo de sustancias y no
    en vano forma parte de la propia sustancia celular, del
    citoplasma, llegando a constituir casi el 99% del peso de algunos
    animales (medusas por ej.). La presencia en ella de sustancias
    tóxicas es naturalmente destructiva para el ser vivo, pero
    incluso aunque esas sustancias no sean tóxicas su
    presencia física
    perturba muchas de las propiedades del agua (el pH, la
    dencidad, la presión
    osmótica ejercida, etc.) y éste es un factor al que
    las células de
    cualquier organismo reaccionan con gran sensibilidad. Los
    peces
    dulceacuícolas mueren si aumenta la salinidad del agua y
    si un mamífero debe beber agua salada, acaba muriendo.
    Otro tanto sucede con las plantas y
    cualquier alteración de las condiciones hídricas
    destruye fácilmente el plancton vegetal, que está
    en la base de todas las cadenas tróficas del mar.
    Resumiendo, el agua no es únicamente importante como un
    medio líquido sino como un compuesto químico de
    determinadas características que la contaminación
    altera.

    La contaminación en ríos y lagos
    Los lagos han sido los primeros en manifestar los efectos de la
    contaminación, al ser muchos de ellos sistemas cerrados
    y, en cualquier caso, porque la entrada y salida de sus aguas no
    suele ser suficiente para deshacerse de una cantidad excesiva de
    residuos. La contaminación inicial era de tipo
    doméstico, procedente de las poblaciones humanas asentadas
    en sus orillas. Al ser productos orgánicos en su
    mayoría, se produjo un paulatino aumento de nutrientes en
    el agua, convirtiéndose los lagos oligotróficos en
    eutróficos y desapareciendo da manera lenta las formas de
    vida más exigentes.
    Con los modernos métodos agrícolas, que recurren a
    fertilizantes y plaguicidas para aumentar la producción, el número y la
    peligrosidad de los residuos ha aumentado, acelerando los
    procesos. El resultado ha sido la muerte
    biológica de gran número de masa lacustres en los
    países industrializados.
    Los ríos, gracias a su capacidad de arrastre, han sido
    capaces de absorber mayor cantidad de agresiones, pero
    también el proceso de intensificación y
    concentración de esos contaminantes ha superado los
    límites de la capacidad de auto regeneración,
    rompiéndose el equilibrio entre los distintos componentes
    del medio fluvial. Las cloacas circulantes en que se han
    convertido en el mundo industrializado son una buena prueba de
    ello. La flora y la fauna han quedado
    en muchos casos irreparablemente dañadas.
    Al ser los ríos la fuente principal de suministro de agua
    potable para las poblaciones humanas, el problema se ha
    convertido en prioritario para las autoridades y las
    legislaciones actuales intentan impedir la contaminación,
    al tiempo que se llevan a cabo costosos proyectos de
    limpieza y regeneración de las aguas. La disponibilidad de
    agua potable está en camino de convertirse en uno de los
    decisivos del desarrollo
    humano para el cercano siglo XXI, transformándose en
    un bien preciado y cada vez más costoso.

    La contaminación del mar
    Los residuos arrojados a los lagos y ríos pasan de modo
    natural al mar y allí las corrientes los dispersan y
    trasladan a los puntos más lejanos. Muchos de estos
    contaminantes son transformados en elementos utilizables por los
    organismos marinos, dentro del proceso de auto depuración
    del mar. Pero hay otros, sobre todo los residuos radiactivos y
    los productos químicos de alta concentración
    utilizados en procesos muy diversos, que no pueden incorporarse a
    ningún ciclo natural de estas características y
    permanecer como tales provocando enormes daños en la flora
    y fauna marinas. Sus efectos son a menudo a largo plazo o en
    lugares remotos. Así, DDT utilizado masivamente en los
    años 50 y 60 en la agricultura paso a través de los
    ríos a las aguas de los océanos,
    acumulándose en los elementos del plancton y, de
    aquí, pasando a los tejidos de los peces, que en un
    superdepredador, el ser humano, utiliza como alimento. Se han
    encontrado restos de DDT en cantidades peligrosas en focas y
    otros carnívoros marinos.
    A los vertidos directos a través de los ríos hay
    que añadir la contaminación con las precipitaciones
    que arrastran residuos tóxicos, los vertidos incontrolados
    en altamar y los accidentes de superpetoleros que vierten
    millones de litros de hidrocarburos
    a las aguas, o, a menor escala, pero igual de grave por su
    reiteración, las pequeñas cantidades resultantes de
    limpiar depósitos en altamar o procedente de fugas de los
    motores.

    Agua potable
    Más valiosa que el oro
    Buenos Aires.
    Argentina. Por el
    simple gesto de mantener la canilla abierta mientras se cepilla
    los dientes, Roberto M. gasta diez litros de agua al
    día.
    Bou Djébéha. Malí. En mitad del árido
    paisaje, media docena de niños
    peules acarrean tres baldes. Después de caminar 6 km.
    Conseguirán agua para abastecer a sus familias durante una
    jornada.
    Nueva York. Estados Unidos.
    Cada vez que uno de sus habitantes vacía el
    depósito del inodoro desaparecen catorce litros de agua
    potable por las cañerías.
    Depresión de Houleh. Israel. Diez
    litros de agua por día, utilizados gota a gota, sirven
    para regar unos 100 metros cuadrados de cultivos
    hortícolas.
    París. Francia.
    500.000 metros cúbicos de agua, aproximadamente el 50% del
    consumo diario de la ciudad, son vertidos a las alcantarillas
    día a día sin que hayan servido a nadie.
    El empleo que el
    hombre hace del agua está relacionado con factores tan
    dispares como las costumbres, educación, grado de
    desarrollo y,
    sobre todo, región del mundo en donde viva. Pero siempre,
    desde que la especie humana apareció sobre el planeta,
    nuestra existencia ha estado ligada
    a este elemento. Y no sólo el hombre depende por completo
    del agua. El inicio de la vida en la Tierra aconteció en
    su seno. A partir de entonces, todos los seres viven en el agua o
    contienen grandes porcentajes de este irremplazable
    líquido, que en el caso de los humanos representa un 75%
    de su peso.
    El agua es un bien escaso y muy vulnerable, que el hombre
    malgasta la mayoría de las veces. Durante la
    celebración, del 5 de junio de 1990, del Día del
    Medio Ambiente, los diferentes grupos de trabajo
    de distintos países llegaron a la misma conclusión:
    la escasez de agua dulce es el mayor problema con el que se
    enfrenta el mundo. Resulta evidente que la Tierra ya no tiene
    agua suficiente para abastecer una demanda que es
    excesiva y creciente. Nuestro planeta contiene la misma cantidad
    de agua que hace millones de años, en tanto que su uso y,
    sobre todo, su abuso por parte del hombre no deja de
    aumentar.
    A fines del siglo XX el estilo de vida de los países
    occidentales se ha convertido en el modelo a
    imitar para el resto del mundo. Sin embargo, por historia,
    tradición y cultura, es
    una civilización que consume mucho agua, en cantidades
    incluso insultantes, si se contempla desde aquellos lugares en
    que el incoloro elemento es un bien escaso. Una persona necesita
    para vivir cinco litros de agua por día. Las exigencias
    del consumo occidental sitúan el gasto de esa misma
    persona entre 200 y 400 litros diarios. Para evitar esta absurda
    sangría, en algunos municipios de países como
    Alemania,
    Francia u Holanda se construyen viviendas con doble sistema de
    cañerías. Por un lado para el agua que
    podría llamarse normal, utilizada en toda clase de usos
    domésticos, como limpiar lavar o bañarse, y que
    llega a las casas sin pasar por todos loa procesos de
    depuración; y por otro la súper, empleada solo para
    beber y cocinar, siendo reciclados sus sobrantes en el primer
    circuito. Asimismo, actividades tan aparentemente poco
    preocupantes por el medio ambiente, como puede ser el diseño
    industrial, han comenzado a tener en cuenta ese factor.
    Así, ya se comercializan canillas que sólo dejan
    fluir el agua cuando se mantiene la mano debajo de
    esta.

    4. La contaminación
    del aire

    Contaminación y ecosistema
    La contaminación de la atmósfera engloba todas
    aquellas alteraciones del medio aéreo, en cuanto a sus
    propiedades físicas y químicas, que se producen
    como consecuencia de la intervención directa o indirecta
    del hombre. Por consiguiente, las descargas de origen natural que
    en forma de humos o partículas en suspensión pueden
    producirse en el curso de, por ej., una erupción
    volcánica no deben incluirse en este contexto,
    considerándoselas como factores normales en la dinámica del ecosistema terrestre y como
    uno de los medios de relación entre las zonas más
    profundas del medio geológico y la capa de la
    biosfera.
    La atmósfera ha experimentado en el curso de la historia
    geológica del planeta multitud de cambios y aquella
    primera que se formó en los inicios de la guarda escaso
    parecido con la que hoy conocemos. Las emisiones
    volcánicas, la acción de las radiaciones exteriores
    sobre los compuestos y elementos presentes y la propia actividad
    de los seres vivos, al principio básicamente las plantas
    (como productoras de oxígeno), han ido alterando la
    composición química y las
    propiedades físicas de esa masa gaseosa. Pero los cambios
    producidos han sido regresivos y, además, lo que es
    más importante, han ido estrechamente interrelacionados
    con la evolución de los seres vivos, es decir, al
    ser la atmósfera también un producto de la
    actividad biológica, sus cambios no han perturbado el
    ciclo natural de los organismos, si bien han actuado
    evidentemente como un factor evolutivo importante. La presencia
    de oxígeno en la atmósfera en cantidades
    suficientes permitió la conquista de los medios terrestres
    y aéreo por parte de formas vivas provenientes de otras
    surgidas en los mares. En cambio, la
    contaminación, como alteración ajena al desarrollo
    natural del ecosistema terrestre, supone un grave riesgo de
    destrucción de varios eslabones de la cadena y en
    última instancia del propio ecosistema terrestre.
    La actividad industrial ha ido sobrecargando la atmósfera
    con sustancias de todo tipo y a partir de un umbral determinado
    los daños han comenzado a producirse de un modo acelerado,
    afectando en particular a los aspectos más visibles del
    ecosistema y también al entorno más inmediato del
    ser humano (el aire que respira,
    la destrucción de sus monumentos, etc.).
    Esto ha despertado la conciencia de la
    población sobre la gravedad de esta agresión al
    medio.

    Causas y efectos de la contaminación
    atmosférica
    Los agentes contaminantes son partículas sólidas,
    como por ejemplo hollín, así como vapores, gases,
    humos y diversas sustancias, a menudo de carácter
    tóxico, que se vierten a la atmósfera como producto
    residual de actividades industriales o domésticas y que
    muy a menudo aunque no sean tóxicos reaccionan allí
    con otros componentes, transformándose en productos
    peligrosos, como por ej., ácidos.
    En la mayoría de los casos esta contaminación es
    evitable, ya sea utilizando filtros depuradores, mejorando la
    eficacia de
    los procesos o utilizando combustibles menos contaminantes.
    Los contaminantes suelen dispersarse en la atmósfera a
    merced de los vientos imperantes, provocando a veces problemas en
    lugares distantes, donde esos residuos pueden acumularse. La
    propia dinámica atmosférica facilita de este modo
    hasta cierto punto la autodepuración, pero contribuye por
    otro lado a propagar el mal. Otras veces, cuando no sopla el
    viento, se acumulan formando una especie de hongo por encima de
    la zona que los genera (visible con frecuencia sobre las grandes
    ubres) o mezclándose y reaccionando con la niebla para dar
    lugar al llamado "smog".
    El efecto de todos estos productos no sólo se manifiesta
    en la pérdida de calidad de
    vida en las urbes y conglomerados urbanos y en la
    aparición de enfermedades respiratorias entre sus
    pobladores, sino que altera también gravemente los
    procesos de respiración natural de las plantas,
    provocando a menudo su muerte. De
    este modo se destruye la base de las
    cadenas tróficas y, en consecuencia, uno de los
    principales eslabones del ecosistema terrestre.
    Hay tres efectos de la contaminación atmosférica
    especialmente notables que veremos en apartados especiales: la
    destrucción de la capa de ozono, el efecto
    invernadero y la lluvia
    ácida.

    La destrucción de la capa de ozono
    La erosión de
    la capa de ozono
    La detección hace algunos años de una
    disminución del espesor de la capa de ozono en la
    Antártida y en el Ártico, el denominado "agujero"
    en la capa de ozono, ha planteado la hipótesis de una grave interferencia humana
    en la atmósfera, ya que el filtro que ejerce el ozono
    estratosférico sobre la radiación
    solar ultravioleta es esencial para el mantenimiento
    de la vida sobre el Planeta.

    ¿Qué es el ozono?
    El ozono es un gas que de forma
    continua se genera en las capas altas de la estratosfera. Este
    gas es el resultado de una serie de reacciones
    químicas que sufre la molécula de
    oxígeno al aportarle energía suficiente, como por
    ej. Las radiaciones ultravioletas o una descarga
    eléctrica. Esta energía produce la ruptura de la
    molécula de oxígeno y forman el oxígeno
    triatómico, llamado ozono, un gas fuertemente corrosivo y
    venenoso.

    Elementos destructores del ozono
    La presencia de este gas en la estratósfera es beneficiosa
    puesto que cumple la misión de
    filtro de los rayos ultravioletas, los cuales si llegaran
    directamente a la Tierra dañarían muchos procesos
    vitales.
    Sin embargo, el ozono es atacado por el cloro y otros elementos
    como el metano, el bromo y el flúor. Estos se liberan de
    los compuestos sintéticos que se originan en los
    aerosoles, frigoríficos, acondicionadores de aire,
    extintores, productos de limpieza y disolventes, así como
    en la fabricación de los materiales de aislamiento
    térmico o de las espumas plásticas. Todos estos
    productos contienen un nuevo gas, el freón, compuesto de
    clorofluorocarbonos (CFC).

    Así mismo, el progresivo recalentamiento de las
    capas inferiores de la atmósfera, debido a desastres
    naturales, como las erupciones volcánicas o también
    desastres artificiales, como el efecto invernadero, provoca un
    enfriamiento de la estratósfera. Este enfriamiento puede
    conducir a la formación de más partículas de
    hielo ácido que facilitan una mayor liberación de
    cloro activo y el consiguiente incremento de la
    destrucción del ozono.

    El "agujero en la capa de ozono
    Las oscilaciones del espesor de la capa de ozono guardan estrecha
    dependencia con las variaciones de la radiación solar. Por
    eso, en los polos, la desigual incidencia de la radiación
    solar en verano o invierno ocasiona acusados contrastes en el
    espesor de la capa de ozono que los hace particularmente
    vulnerables a los efectos perjudiciales de los CFC.
    Así por ej., en la estratosfera de la Antártida, a
    la acción destructora de los CFC se une la acción
    de las partículas de hielo ácido, que se forman
    sobre todo en primavera, causante de la liberación de
    cloro activo que destruye la capa de ozono. El resultado es la
    formación estacional de un "agujero" en la capa de ozono,
    que es motivo de preocupación, ya sea por el temido
    aumento del efecto invernadero en lo sucesivo, como por las
    consecuencias en materia
    sanitaria derivada de la debilitación en el tamizado de
    los rayos ultravioleta.
    Cierta cantidad de rayos ultravioleta son necesarios, pues, por
    ejemplo, activan la vitamina D. Sin embargo, su exceso puede
    producir enfermedades en los ojos, como las cataratas,
    cáncer de piel, inhibir
    el sistema inmunológico o simplemente graves quemaduras.
    Además, pueden también retrasar o impedir el
    crecimiento de las plantas, así como deteriorar el
    plancton y el ecosistema marino.

    Efecto invernadero
    El anhídrido carbónico es un producto natural del
    metabolismo orgánico, producido por plantas y animales.
    Sin embargo, cuando se genera en cantidades excesivas en procesos
    artificiales (motores de combustión, etc.) se acumula en la
    atmósfera y actúa como un cristal filtrante,
    permitiendo el paso de la energía
    solar pero impidiendo su salida cuando la superficie del
    planeta refleja una parte de ella (albedo). La consecuencia es un
    progresivo calentamiento de la atmósfera, como sucede en
    el interior de un invernadero con paredes de cristal. Un aumento
    tal de la temperatura
    global es muy peligroso por sus consecuencias climáticas
    y, por tanto, sus efectos sobre el equilibrio natural de los
    ecosistemas

    Lluvia ácida
    Las partículas de anhídrido sulfúrico
    emitidos en el curso de numerosos procesos industriales y en el
    funcionamiento de los motores de los automóviles
    reaccionan con el vapor de agua para dar primero ácido
    sulfuroso y después sulfhídrico. Éste,
    mezclado con el agua de lluvia, cae al suelo alterando
    el pH de éste y de las masas de agua continentales (sobre
    todos los lagos), que al volverse ácidas impiden toda
    forma de vida en su interior. Además, el ácido
    tiene un efecto corrosivo directo sobre las plantas y, por ej.,
    monumentos, como son las catedrales de Europa o
    simplemente los edificios
    convencionales.

    5. La Deforestación

    En la actualidad, la superficie continental del globo
    está cubierta en un 30% por bosques. Estos constituyen
    ecosistemas terrestres más ricos, es decir son uno de los
    mayores recursos
    naturales de la tierra, tanto en flora como en fauna y muy
    especialmente en los bosques subtropicales húmedos. Que
    cubren África Occidental y Central, Asia Meridional,
    parte de América
    Central y del Sur, de Australia nororiental y muchas islas del
    Pacífico. Desde tiempos remotos, el hombre ha ido
    deforestando superficies boscosas. Con objeto de obtener materias
    primas como la madera o ganar tierras para la práctica de
    agricultura y del pastoreo: pero, a partir del siglo XX. El ritmo
    de deforestación a crecido de modo alarmante, sobre todo
    en regiones de bosque tropical húmedo, hasta poner en
    peligro el futuro de la biosfera. Se calcula que, por estos
    conceptos. Latinoamérica ha perdido un 37% de sus
    bosques, Asia el 42% y África el 52%.

    La silvicultura comercial
    Los bosques tropicales poseen variedades de árboles
    que dan valiosas maderas muy apreciadas en la fabricación
    de muebles de calidad. Con frecuencia, grandes empresas
    madereras foráneas explotan el bosque sin tener en cuenta
    su restablecimiento. Tal es el caso de la selva brasileña.
    El bosque y la selva cobijan además innumerables especies
    animales, por lo que la deforestación propicia
    también la extensión de la fauna.

    Agricultura comercial
    Principalmente en Latinoamérica se talan bosques para
    sustituirlos por pastos para el ganado o plantaciones. En los
    pastos se engorda el ganado que luego es producto de exportación. Por otra parte, en las
    plantaciones se cultivan productos también exportables,
    como la caña de azúcar
    o bien frutas y hortalizas muy solicitadas en los mercados de los
    países industrializados, como plátanos,
    piñas, cacahuetes, etcétera.

    Agricultura de supervivencia
    La presión demográfica a la que se encuentran
    sometidas muchas de estas zonas conduce a una explotación
    de las tierras poco productivas y muy dañina. Los
    campesinos siguen el proceso siguiente: talan y queman los
    árboles y la vegetación del terreno que se pretende
    explotar, utilizando las cenizas como fertilizante. Plantan
    cultivos de subsistencia y tras tres o cuatro cosechas el terreno
    se agota por lo que deben talar nuevos árboles y comenzar
    el proceso. Unos 150 mil millones de campesinos en todo el mundo
    esta modalidad en la actualidad.

    Consecuencias de la deforestación
    Las consecuencias más inmediatas y claras son la
    erosión del suelo, el avance del desierto y la
    pérdida de especies vegetales y animales que
    acompañan al ecosistema y que al desaparecer éste,
    sucumben.
    Sin embargo existe otro tipo de efectos relacionados, como son
    las inundaciones, la pérdida de códigos
    genéticos de las especies vegetales y también el
    impacto climático global por incremento del efecto
    invernadero en el planeta.
    Así, las inundaciones que en principio deberían
    catalogarse como desastres naturales, tienen su origen, en
    ocasiones, en la acción irracional del hombre. Por otra
    parte, la destrucción del medio y de todo lo que con
    él se relaciona comporta, entre otras cosas, la
    desaparición de especies primitivas de las plantas de
    cultivo. Estas últimas son híbridos más
    débiles que sus ancestros silvestres frente a las plagas y
    enfermedades y, según los especialistas, las nuevas
    enfermedades que afectan las plantas pueden vencerse aislando
    genes de resistencia
    procedentes de las especies originarias. Además, los
    bosques tropicales son ricos en plantas
    medicinales, muchas de ellas total o escasamente conocidas,
    por lo que su conservación es un esencial recurso
    sanitario.
    Por último, la pérdida de masa forestal es
    especialmente grave dada la cantidad de dióxido de
    carbono que
    absorben de la atmósfera y el oxígeno que
    desprenden. Al disminuir la masa forestal, aumenta la
    concentración del gas carbónico atmosférico,
    lo que contribuye al efecto invernadero, causante del incremento
    de la temperatura global en la biosfera.

    Energías alternativas
    Los recursos no renovables
    Las fuentes energéticas pueden dividirse en dos grandes
    grupos: el primero de ellos incluye todas aquellas ya formadas y
    con unas existencias más o menos grandes pero limitadas,
    por lo que reciben el nombre de no renovables. Una de las
    más importantes y las primeras que utilizó el
    hombre son las de origen fósil, siendo el carbón y
    el
    petróleo las más abundantes y utilizadas en la
    actualidad. Se trata de recursos con yacimientos de calidad
    diversa y distribuidos por distintas partes del mundo y que a
    largo plazo se agotarán, pues para su regeneración
    se requieren muchos millones de años (los mismos que
    tardaron en formarse) y unas condiciones ambientales que no se
    dan en la actualidad en nuestro planeta.
    Otro aspecto de creciente preocupación son los residuos
    contaminantes producidos en la combustión de estos
    recursos. Muchos tipos de carbón pretenden cantidades muy
    elevadas de compuestos tóxicos y apenas pueden utilizarse.
    Los derivados del
    petróleo como son la gasolina y otros combustibles,
    provocan emisiones, muy perjudiciales. El gas natural es el
    que menos contaminación provoca, pero lo mismo que los
    restantes sus yacimientos, aunque de enormes proporciones
    todavía, son limitados.
    La energía
    nuclear pareció al principio de su utilización
    ser un recurso prácticamente inagotable dado el elevado
    número de unidades enérgicas que proporciona en
    relación a su peso, muy superior a los de los combustibles
    tradicionales, pero no ha conseguido tampoco satisfacer las
    esperanzas puestas en ella. Las técnicas
    de su aprovechamiento no han alcanzado aún el rendimiento
    ni el nivel de seguridad
    esperados y, además, los residuos reactivos plantean un
    enorme problema de eliminación, no resultó hasta la
    fecha. Por ese motivo, gran numero de países han
    renunciado al empleo de esta forma de energía, en
    particular después de los numerosos incidentes en
    centrales ocurridos en todo el mundo y el espectacular y
    destructivo incendio de la central ucraniana de Chernobil, que
    además de las víctimas directas (muchas de ellas
    mortales) ha provocado una contaminación radiactiva de su
    entorno cuyas consecuencias son a muy largo plazo.

    Los recursos renovables
    El otro tipo de fuentes enérgicas son las denominadas
    renovables, es decir, aquellas que se están produciendo de
    nuevo constantemente. Unas son de origen vegetal, como es el caso
    de la madera (y en general de la biomasa procedente de las
    plantas), y aunque el exceso de consumo puede provocar
    dificultades de abastecimiento siempre es posible renovarlo, si
    bien puede dejar de ser rentable. Otras por el contrario, son
    prácticamente ilimitadas y dentro de ese grupo se
    incluyen el sistema solar, la
    geometría, la eólica y las
    producidas por las corrientes y mareas.
    Entre estos recursos renovables, los que mayor importancia
    presentan en la actualidad son los llamados
    «limpios», es decir, los que no contaminan ni
    perjudican al medio ambiente. Sin embargo, de esta ventaja no es
    aprovechable en todo su enorme potencial puesto que las
    tecnologías disponibles no permiten todavía un
    aprovechamiento óptimo de estos recursos.
    Aun cuando una energía de este tipo no perjudique
    directamente al medio ambiente, en ocasiones los medios
    técnicos utilizados para su aprovechamiento constituyen al
    menos riesgos
    potenciales para algunos ecosistemas. Este es el caso, por
    ejemplo, de las grandes compuertas que se necesitan para
    aprovechar la fuerza de las
    mareas, que provocan un cambio radical en las condiciones
    mecánicas del área marina afectada, alternado
    gravemente el régimen general de las corrientes, las
    variaciones cíclicas de los niveles del mar (a las que
    están genéticamente adaptadas numerosas especies
    marinas) y, en consecuencia, el ecosistema costero. De manera
    similar las grandes persas de los ríos, levantadas con
    fines de aprovechamiento hidroeléctrico, pueden destruir
    por completo el ecosistema fluvial, impidiendo el libre
    intercambio de especies entre los distintos tramos e
    interrumpiendo el curso natural de las migraciones de muchos
    peces, como anguilas o salmones.

    Las energías limpias
    La principal de estas energías es la solar, que se
    aprovecha en la actualidad mediante células que la
    transforman en electricidad. Se
    fabrican con silicio y se utilizan ya, además de en las
    naves y estaciones espaciales, en aplicaciones domésticas.
    Un sistema de células solares puede abastecer de
    energía a una vivienda y esta opción se utiliza
    sobre todo en aquellas regiones que el transporte de
    las formas convencionales de energía
    eléctrica a través de tendidos de cable resulta
    muy costoso debido a su aislamiento. Existen algunas centrales en
    diversos países que pueden producir electricidad conectada
    a la red general.
    Aunque el coste inicial de las instalaciones de energía
    solar resulta más elevado que el de las convencionales,
    tras unos pocos años de funcionamiento se amortiza y el
    consumo se realiza entonces de modo gratuito.
    La energía eólica cuenta con una vieja
    tradición en los molinos de viento, pero en los actuales
    dispositivos la energía obtenida no es mecánica sino también
    eléctrica. Los llamados parques eólicos consisten
    en una serie de grandes molinos de aspas alargadas que se
    sitúan en regiones donde los vientos sean mas o menos
    constantes y de una determinada fuerza.
    La energía geotérmica se basa en el propio calor de la
    superficie terrestre, cuya temperatura va aumentando con la
    profundidad. Para aprovechar este fenómeno se inyecta agua
    hasta una cierta profundidad, donde se calienta y asciende. Con
    intercambiador de calor, este aumento de la temperatura puede
    convertirse en energía eléctrica. De manera
    similar, se utilizan también aguas termales y
    géiseres.
    La gran fuerza del oleaje y de las mareas ha sido también
    objetos de estudios para su aprovechamiento. Para ello se han
    realizados proyectos que contemplan la instalación de
    grandes compuertas y turbinas en regiones de mareas muy vivas y
    que se situarían en lugares confinados como una
    bahía o similares. El cambio de dirección de las aguas movería
    dichas turbinas, con las que se generaría corriente
    eléctrica. Un principio similar es utilizado en los
    ríos para obtener energía hidroeléctrica,
    situando turbinas accionadas por la fuente de la corriente o bien
    creando una presa y aprovechando de este modo una corriente
    artificial permanente.

    El medio y el hombre
    Importancia de la especie humana para el ecosistema
    El ser humano comparte con otros mamíferos la versatilidad general de este
    grupo zoológico que le ha permitido estar presente hoy en
    la mayoría de los medios del planeta. Dentro de los
    mamíferos se encuentra en la línea evolutiva de los
    primates, habiendo alcanzado un notable desarrollo
    psíquico y manual que son ya
    características de los representantes superiores de este
    grupo. Todos estos rasgos tienen una influencia decisiva sobre el
    ecosistema, después permiten al hombre intervenir de un
    modo mucho más activo que otros organismos y,
    además, independizarse él mismo en cierto modo de
    muchos de los factores externos.
    Los pueblos primitivos de la actualidad, y nuestros propios
    antecesores en épocas prehistóricas y, hasta cierto
    punto, todavía en tiempos preindustriales, mantienen una
    relación intima con la naturaleza, participando en sus
    ciclos de un modo análogo a otros animales.
    Sin embargo, la civilización como creación de
    nuestra especie, ha ido acompañada de una
    alteración cada vez más profunda del entorno, un
    fenómeno que hoy podemos constatar en general como
    destructivo. La aparición de las ciudades y de las
    vías de comunicación en la antigüedad
    supusieron ya una intrucción importante en la naturaleza,
    pero la relativa longitud del proceso permitió que esta se
    adaptara a los cambios con pérdidas poco importantes. La
    estepa cultivada o la dehesa (típica de la región
    occidental de la península Ibérica) son ejemplos de
    medios configurados por el hombre pero en los que la vida natural
    ha encontrado la vía adecuada de adaptación.
    Los mayores problemas han surgido desde la era industrial debido
    a dos factores importantes: la generación acelerada de
    residuos procedentes de las actividades humanas y la gran rapidez
    con que se han producido los cambios, que no han permitido a las
    especies animales o vegetales hacer frente a las nuevas
    circunstancias.

    Efectos de la presencia humana
    El ser humano es un omnívoro que utiliza como recurso
    trófico una amplia variedad de organismos animales y
    vegetales. Este régimen alimenticio, unido a su capacidad
    intelectual, la han convertido en predador poderosísimo,
    que actúa con gran ventaja frente a los restantes
    animales. El incremento gigante de la población ha hecho
    que se pasara de la primitiva economía de
    subsistencia a la producción masiva de alimentos. Al no
    ser ya posible cubrir las necesidades con los métodos de
    depredación habituales (caza, pesca), el
    hombre se convirtió en agricultor y ganadero, actividad
    que biológicamente podría equiparse a un
    parasitismo, ya que no destruye al organismo atacado (en este
    caso la especie: trigo, vaca, gallina) sino que le mantiene como
    proveedor permanente de alimentos.
    La presencia humana, por último ha adquirido un peso
    significativo con el conjunto de población animal del
    planeta al superar sus efectivos con creces a los de otras
    especies de mamíferos superiores. Una población de
    cinco a diez millones de seres supone una carga notable para el
    ecosistema terrestre.

    La intervención humana
    En los ciclos de la naturaleza
    Junto a su actividad depredadora o parásita o a los
    efectos directos de su presencia (ya sean carreteras o urbes o
    bien la contaminación del medio con los residuos que
    produce), la intervención humana tiene un aspecto de
    indudable importancia y mucho menos visible pero no por ello
    menos peligroso. Se trata de la intervención sobre los
    ciclos de la naturaleza.
    La simple producción de los residuos tóxicos o no,
    pero no por eso menos contaminantes, significa ya una
    alteración, a menudo muy profunda en un ciclo natural. El
    exceso de nutrientes vertidos a las aguas de un río o un
    lago lo transforman radicalmente, conviertiéndole en un
    medio eufórico en el que al final desaparece la vida.
    Estas intervenciones «brutas» conducen a unos
    resultados visibles que afectan directamente al propio bienestar
    humano, despertando por ello la conciencia de mal causado.
    Pero existe además una serie de otras intervenciones que
    alteran también de un modo radical las condiciones del
    ecosistema, aunque muchas veces pasen desapercibidas. Se trata de
    las intervenciones indirectas que resultan de una actividad
    dirigida a otros fines. El caso más conocido es el del
    DDT. Empleado originalmente para compartir las plagas de
    mosquitos y después como insecticida para la agricultura,
    se acabó prohibiendo su uso a causa de su alto nivel
    contaminante; la presencia del producto en la grasa de las focas
    alertó sobre su peligrosidad. Al emplearlo por primer vez
    no se tuvieron en cuenta los ciclos de la materia a los que se
    encuentra sometida en nuestro planeta, los organismos vivos,
    incluido el ser humano, son solo eslabones en una larga cadena, a
    través de los cuales circulan la materia y la
    energía.
    Otro ejemplo más actual de intervención está
    en el uso de variedades de plantas agrícolas obtenida por
    medios de ingeniería
    genética. Con el fin de conseguir mejores cosechas y
    productos más resistentes, se han provocado notaciones y
    se han llevado a cabo cambios artificiales en la constitución genética
    de varias especies, obteniéndose nuevos tipos con unas
    características óptimas. Otro tanto sucede con
    algunas especies animales, principalmente de insectos. Sin
    embargo, se desconocen todavía muchas de las vías
    por las que esos genes alterados discurrirán en la
    naturaleza; por consiguiente, el uso en los campos de cultivo o
    la liberación de esas nuevas especies modificadas supone
    una intervención a ciegas sobre unos ciclos en gran parte
    desconocidos. Un único eslabón es suficiente para
    cambiar todo una cadena. Las relaciones entre especies son muy
    diversas, como hemos visto anteriores capítulos, por lo
    que intervenir sobre ellas desconociendo los posibles resultados
    requieren un cuidado muy especial.

    6. Resumen histórico
    de movimientos ecologistas

    1882: se crea en Estados Unidos el Sierra Club, que
    aglutina a cidar a ciudadanos amantes de las bellezas del
    país que ven como desaparecen con rapidez ante la
    voracidad humana.
    1889: se funda en Gran Bretaña la Royal Society for the
    Protection of Birds, que agrupa actualmente a más de 500
    mil afiliados.
    1930-1940: surgen en diversos países el estudio y la
    defensa de los animales en general, que se ocupa de proyectos en
    todo el planeta.
    1948: se crea la Unión Internacional para la
    Conservación de la Naturaleza y sus Recursos Naturales
    (UICN), con 112 agencias gubernamentales y 293 organizaciones no
    gubernamentales, de 57 estados.
    1961: se crea el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife
    Found, WWF). Su fin es organizar y financiar proyectos de
    protección de ecosistemas importantes en todo el planeta.
    Unas de sus primeras actividades fue la adquisición de
    terrenos para el futuro parque nacional de Doñana. Se
    divide en secciones nacionales (por ej., ADENA, en España).
    1968: el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente inicia
    sus programas
    divulgativos por televisión, que despiertan el interés
    por la naturaleza en España.
    1969: se crea en EEUU la asociación Friends of the Earth,
    que se extienden por varios países. En España
    aparece en 1979, denominándose Federación de Amigos
    de la Tierra (FAT).
    1971: aparece el núcleo inicial de lo que será
    Greenpeace. Un grupo de defensores de la naturaleza se opone a
    las pruebas
    nucleares estadounidenses en Alaska y crea la
    organización en Vancouver (Canadá). Emprende
    más tarde otras campañas por todo el mundo,
    destacando las que se oponen a la caza de las ballenas y a los
    vertidos tóxicos en los mares dispone hoy de socios en
    todo el mundo y es una de las organizaciones más conocidas
    y activas en la actualidad.
    1971: se crea en la UNESCO el programa MAB (El
    hombre y la biosfera).
    1972: tiene lugar en Estocolmo la Conferencia
    Mundial sobre el Medio Ambiente.
    1972: informe del Club
    de Roma sobre
    el estado del
    medio ambiente y los límites de crecimiento.
    1973: se reúne por primera vez el movimiento
    ecologista español,
    que cuenta ya con numerosas organizaciones.
    1979: mediante el Convenio de Berna y el anterior Tratado de
    Washington sobre Tráfico de especies, se intenta impedir
    la extinción de especies naturales en peligro de
    desaparición.
    1981: aparece el primer número de la revista
    Quercus, que aglutina el pensamiento
    conservacionista Español y que consigue una amplia
    difusión y permanencia hasta la actualidad,
    convirtiéndose en una de las principales publicaciones
    ecologistas
    españolas, con una calidad científica
    creciente.
    1987: la CE comienza a preparar una nueva legislación
    europea tendente a defender con mayor eficacia a los ecosistemas
    amenazados.
    1992: se reúnen en Río de Janeiro los
    representantes de 175 países en la Cumbre de la Tierra
    para estudiar la vulnerabilidad del planeta y tomar medidas.
    1993: se prolonga la moratoria para proteger la Antártida
    contra su explotación.

    El medio ambiente en peligro:
    Un problema de todos
    La contaminación de las aguas, los suelos, el aire,
    y la desaparición de especies vegetales y animales, nos
    pone a los seres humanos en el desafío de cuidar la vida
    en el planeta, de la cual, junto con ellos, formamos parte.
    La preocupación por la preservación y la
    recuperación del medio ambiente ha pasado a ser uno de los
    problemas más
    importantes del mundo del siglo XX. Muchas organizaciones
    nacionales e internacionales se ocupan de mantener a la
    población informada sobre el tema, de denunciar las
    acciones
    irresponsables y, entre otras tareas, de alertar a las
    autoridades sobre los riesgos.

     

     

     

     

     

    Autor:

    Isabel

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