Indice
1.
Introducción
2. La
contaminación
3. La Contaminación De Las
Aguas
4. La contaminación del
aire
5. La
Deforestación
6. Resumen histórico de movimientos
ecologistas
La ecología es la ciencia que
estudia las relaciones existentes entre los seres vivos y el
medio en el que viven. Así pues, estudia la
relación entre el hombre y su
medio, la Tierra un
gran almacén
que proporciona recursos materiales de
todo tipo: agua, oxigeno,
minerales,
madera,
alimento…, todo cuanto es precioso para la vida. Sin embargo,
existe la posibilidad de que ese gran almacén se agote.
Efectivamente, los recursos del planeta son abundantes a partir
de la década de los años setenta la Humanidad es
consciente de que dichos recursos son finitos y que es preciso
reducir su consumo. Desde
entonces, la preocupación por el medio ambiente
ha ido en aumento y se han creado asociaciones y organismos
dedicados a su estudio y protección, así como se
han firmado algunos tratados y
protocolos entre
diversos países con el fin proteger las especies
amenazadas y limitar la emisión de productos
nocivos.
No obstante, no se ha logrado detener ni el proceso de
agotamiento y malversación de los recursos terrestres, ni
el de la
contaminación del medio ambiente. Al
contrario, a los desastres
naturales, como las erupciones volcánicas, se suma un
número creciente de desastres accidentales o
indirectamente provocados (mareas negras y vertidos incontrolados
de materias contaminantes al mar, accidentes en
centrales nucleares, incendios de
pozos de petróleo,
desecación de zonas naturales, etc.) que contribuyen a la
contaminación
atmosférica y de las aguas, a la desertización
de grandes zonas del Planeta, a la deforestación de los bosques, a la
desaparición de especies animales,
radicalización de los cambios climáticos, a la
disminución de la capa de ozono
y, cómo no, al incremento de las enfermedades. En una
palabra, el hombre esta
interfiriendo, incluso, en las altas capas de la atmósfera de modo que
su cualidad de depredador, practicada desde los tiempos
más remotos de su historia, ha alcanzado cotas
inimaginables hace solo medio siglo, que conducen al Planeta a un
situación límite y de alto riesgo. Ello se
debe, en parte, a los efectos de la actividad industrial de la
sociedad
contemporánea, pero también a las necesidades
derivadas del
desorbitado incremento de la población mundial, la cual se ha duplicado
en los últimos cuarenta años. Es más, las
previsiones demográficas señalan un período
de únicamente veinte años para que se duplique de
nuevo, por lo que es preciso actuar con urgencia a nivel
colectivo e industrial si se quiere que la Tierra siga
manteniendo a la Humanidad.
Es quizás el momento de subrayar las palabras del Dalai
Lama, Premio Nobel de la Paz, sobre este nuevo jinete
apocalíptico: "Nuestro planeta madre nos está
poniendo una luz roja de
peligro; sed cuidadosos, cuidar la Tierra es cuidar nuestro
propio hogar".
La atmósfera, los océanos y la superficie
terrestre, en una palabra los diferentes ecosistemas
que conforman la Tierra, podrían parecer relativamente
indiferentes a las actividades humanas, pero todos los organismos
vivos forman parte de un inmenso ecosistema y
la más mínima variación de una de sus partes
puede alterar el equilibrio del
conjunto. A la alteración causada por la inyección
de elementos extraño a la biosfera,
productos de las actividades del hombre, se la conoce como
contaminación.
En otras épocas, los problemas
ambientales no ocupaban el primer plano de la actualidad; la
población humana era reducida, las fuentes de
materias primas parecían ignorables y el Planeta era una
vasta región sin explotar. Los verdaderos problemas
surgieron con la industrialización y los modernos métodos de
agricultura y
silvicultura, de modo que, a principios de la
década de los sesentas, los expertos en medio ambiente
comenzaron a advertir al mundo sobre los peligros que comportaba
la polución. La controversia pública se
inició con la publicación del libro del
libro de Rachel Carson "La primavera silenciosa" en 1962. En
aquellos años, hubo grandes mortandades entre las aves de presa,
debido a la acumulación en sus tejidos de
sustancias venenosas como el DDT; en el Japón
mucha gente murió o quedo invalida a consecuencia de los
vertidos de mercurio al mar durante años por las
fábricas Minimata; se mostraron los efectos de
contaminantes múltiples como el fósforo, los
gases
sulfuros, los detergentes o el plomo de la gasolina y se
descubrió que el mar no diluía ni neutralizaba las
impurezas a la velocidad que
se creía.
3. La Contaminación
De Las Aguas
La alteración del medio acuático
Durante mucho tiempo el hombre
ha ido arrojando sus residuos a los ríos y al mar y, al no
percibir ninguna alteración manifiesta, ha considerado
infinita la capacidad de autodepuración de estos medios
acuáticos. Sin embargo, con la llegada de los procesos
industriales a gran escala, tanto la
cantidad como la calidad de los
contaminantes se ha multiplicado hasta límites
intolerables.
No sólo se vierten hoy cantidades ingentes de estos
productos sino que, lo que resulta todavía más
peligroso, la capacidad destructiva de muchos de ellos es
infinitamente mayor de la que poseían residuos de hace
unas pocas décadas. Productos químicos
concentrados, pesticidas, defoliantes, residuos nucleares, etc.
han ido destruyendo gran parte de los ríos de los
países industrializados y el mar, al que en un principio
se considera con mayor capacidad de regeneración, da hoy
muestras evidentes de encontrarse también gravemente
afectado.
Uno de los principales peligros que supone esta
contaminación es la posible vía que dichos residuos
tóxicos seguirán en la naturaleza, pues
se desconoce como se integra en los ciclos naturales, por lo que
se desconoce también dónde y en qué medida
causarán daños. Sin embargo, no hay duda de que el
ser humano, que es miembro de estas cadenas, resulta afectado en
algún punto de ese recorrido.
La importancia del medio acuático, del agua en general, es
evidente al ser el origen y la base de la vida en nuestro
planeta. Es el medio en que ésta se generó y
sólo podemos encontrarla allí donde existe el agua,
aunque se presente en formas ocultas: hielo, rocío en las
rocas de un
desierto, etc. El agua actúa como intermediario en el
metabolismo de
casi todos los organismos, es vehículo de sustancias y no
en vano forma parte de la propia sustancia celular, del
citoplasma, llegando a constituir casi el 99% del peso de algunos
animales (medusas por ej.). La presencia en ella de sustancias
tóxicas es naturalmente destructiva para el ser vivo, pero
incluso aunque esas sustancias no sean tóxicas su
presencia física
perturba muchas de las propiedades del agua (el pH, la
dencidad, la presión
osmótica ejercida, etc.) y éste es un factor al que
las células de
cualquier organismo reaccionan con gran sensibilidad. Los
peces
dulceacuícolas mueren si aumenta la salinidad del agua y
si un mamífero debe beber agua salada, acaba muriendo.
Otro tanto sucede con las plantas y
cualquier alteración de las condiciones hídricas
destruye fácilmente el plancton vegetal, que está
en la base de todas las cadenas tróficas del mar.
Resumiendo, el agua no es únicamente importante como un
medio líquido sino como un compuesto químico de
determinadas características que la contaminación
altera.
La contaminación en ríos y lagos
Los lagos han sido los primeros en manifestar los efectos de la
contaminación, al ser muchos de ellos sistemas cerrados
y, en cualquier caso, porque la entrada y salida de sus aguas no
suele ser suficiente para deshacerse de una cantidad excesiva de
residuos. La contaminación inicial era de tipo
doméstico, procedente de las poblaciones humanas asentadas
en sus orillas. Al ser productos orgánicos en su
mayoría, se produjo un paulatino aumento de nutrientes en
el agua, convirtiéndose los lagos oligotróficos en
eutróficos y desapareciendo da manera lenta las formas de
vida más exigentes.
Con los modernos métodos agrícolas, que recurren a
fertilizantes y plaguicidas para aumentar la producción, el número y la
peligrosidad de los residuos ha aumentado, acelerando los
procesos. El resultado ha sido la muerte
biológica de gran número de masa lacustres en los
países industrializados.
Los ríos, gracias a su capacidad de arrastre, han sido
capaces de absorber mayor cantidad de agresiones, pero
también el proceso de intensificación y
concentración de esos contaminantes ha superado los
límites de la capacidad de auto regeneración,
rompiéndose el equilibrio entre los distintos componentes
del medio fluvial. Las cloacas circulantes en que se han
convertido en el mundo industrializado son una buena prueba de
ello. La flora y la fauna han quedado
en muchos casos irreparablemente dañadas.
Al ser los ríos la fuente principal de suministro de agua
potable para las poblaciones humanas, el problema se ha
convertido en prioritario para las autoridades y las
legislaciones actuales intentan impedir la contaminación,
al tiempo que se llevan a cabo costosos proyectos de
limpieza y regeneración de las aguas. La disponibilidad de
agua potable está en camino de convertirse en uno de los
decisivos del desarrollo
humano para el cercano siglo XXI, transformándose en
un bien preciado y cada vez más costoso.
La contaminación del mar
Los residuos arrojados a los lagos y ríos pasan de modo
natural al mar y allí las corrientes los dispersan y
trasladan a los puntos más lejanos. Muchos de estos
contaminantes son transformados en elementos utilizables por los
organismos marinos, dentro del proceso de auto depuración
del mar. Pero hay otros, sobre todo los residuos radiactivos y
los productos químicos de alta concentración
utilizados en procesos muy diversos, que no pueden incorporarse a
ningún ciclo natural de estas características y
permanecer como tales provocando enormes daños en la flora
y fauna marinas. Sus efectos son a menudo a largo plazo o en
lugares remotos. Así, DDT utilizado masivamente en los
años 50 y 60 en la agricultura paso a través de los
ríos a las aguas de los océanos,
acumulándose en los elementos del plancton y, de
aquí, pasando a los tejidos de los peces, que en un
superdepredador, el ser humano, utiliza como alimento. Se han
encontrado restos de DDT en cantidades peligrosas en focas y
otros carnívoros marinos.
A los vertidos directos a través de los ríos hay
que añadir la contaminación con las precipitaciones
que arrastran residuos tóxicos, los vertidos incontrolados
en altamar y los accidentes de superpetoleros que vierten
millones de litros de hidrocarburos
a las aguas, o, a menor escala, pero igual de grave por su
reiteración, las pequeñas cantidades resultantes de
limpiar depósitos en altamar o procedente de fugas de los
motores.
Agua potable
Más valiosa que el oro
Buenos Aires.
Argentina. Por el
simple gesto de mantener la canilla abierta mientras se cepilla
los dientes, Roberto M. gasta diez litros de agua al
día.
Bou Djébéha. Malí. En mitad del árido
paisaje, media docena de niños
peules acarrean tres baldes. Después de caminar 6 km.
Conseguirán agua para abastecer a sus familias durante una
jornada.
Nueva York. Estados Unidos.
Cada vez que uno de sus habitantes vacía el
depósito del inodoro desaparecen catorce litros de agua
potable por las cañerías.
Depresión de Houleh. Israel. Diez
litros de agua por día, utilizados gota a gota, sirven
para regar unos 100 metros cuadrados de cultivos
hortícolas.
París. Francia.
500.000 metros cúbicos de agua, aproximadamente el 50% del
consumo diario de la ciudad, son vertidos a las alcantarillas
día a día sin que hayan servido a nadie.
El empleo que el
hombre hace del agua está relacionado con factores tan
dispares como las costumbres, educación, grado de
desarrollo y,
sobre todo, región del mundo en donde viva. Pero siempre,
desde que la especie humana apareció sobre el planeta,
nuestra existencia ha estado ligada
a este elemento. Y no sólo el hombre depende por completo
del agua. El inicio de la vida en la Tierra aconteció en
su seno. A partir de entonces, todos los seres viven en el agua o
contienen grandes porcentajes de este irremplazable
líquido, que en el caso de los humanos representa un 75%
de su peso.
El agua es un bien escaso y muy vulnerable, que el hombre
malgasta la mayoría de las veces. Durante la
celebración, del 5 de junio de 1990, del Día del
Medio Ambiente, los diferentes grupos de trabajo
de distintos países llegaron a la misma conclusión:
la escasez de agua dulce es el mayor problema con el que se
enfrenta el mundo. Resulta evidente que la Tierra ya no tiene
agua suficiente para abastecer una demanda que es
excesiva y creciente. Nuestro planeta contiene la misma cantidad
de agua que hace millones de años, en tanto que su uso y,
sobre todo, su abuso por parte del hombre no deja de
aumentar.
A fines del siglo XX el estilo de vida de los países
occidentales se ha convertido en el modelo a
imitar para el resto del mundo. Sin embargo, por historia,
tradición y cultura, es
una civilización que consume mucho agua, en cantidades
incluso insultantes, si se contempla desde aquellos lugares en
que el incoloro elemento es un bien escaso. Una persona necesita
para vivir cinco litros de agua por día. Las exigencias
del consumo occidental sitúan el gasto de esa misma
persona entre 200 y 400 litros diarios. Para evitar esta absurda
sangría, en algunos municipios de países como
Alemania,
Francia u Holanda se construyen viviendas con doble sistema de
cañerías. Por un lado para el agua que
podría llamarse normal, utilizada en toda clase de usos
domésticos, como limpiar lavar o bañarse, y que
llega a las casas sin pasar por todos loa procesos de
depuración; y por otro la súper, empleada solo para
beber y cocinar, siendo reciclados sus sobrantes en el primer
circuito. Asimismo, actividades tan aparentemente poco
preocupantes por el medio ambiente, como puede ser el diseño
industrial, han comenzado a tener en cuenta ese factor.
Así, ya se comercializan canillas que sólo dejan
fluir el agua cuando se mantiene la mano debajo de
esta.
Contaminación y ecosistema
La contaminación de la atmósfera engloba todas
aquellas alteraciones del medio aéreo, en cuanto a sus
propiedades físicas y químicas, que se producen
como consecuencia de la intervención directa o indirecta
del hombre. Por consiguiente, las descargas de origen natural que
en forma de humos o partículas en suspensión pueden
producirse en el curso de, por ej., una erupción
volcánica no deben incluirse en este contexto,
considerándoselas como factores normales en la dinámica del ecosistema terrestre y como
uno de los medios de relación entre las zonas más
profundas del medio geológico y la capa de la
biosfera.
La atmósfera ha experimentado en el curso de la historia
geológica del planeta multitud de cambios y aquella
primera que se formó en los inicios de la guarda escaso
parecido con la que hoy conocemos. Las emisiones
volcánicas, la acción de las radiaciones exteriores
sobre los compuestos y elementos presentes y la propia actividad
de los seres vivos, al principio básicamente las plantas
(como productoras de oxígeno), han ido alterando la
composición química y las
propiedades físicas de esa masa gaseosa. Pero los cambios
producidos han sido regresivos y, además, lo que es
más importante, han ido estrechamente interrelacionados
con la evolución de los seres vivos, es decir, al
ser la atmósfera también un producto de la
actividad biológica, sus cambios no han perturbado el
ciclo natural de los organismos, si bien han actuado
evidentemente como un factor evolutivo importante. La presencia
de oxígeno en la atmósfera en cantidades
suficientes permitió la conquista de los medios terrestres
y aéreo por parte de formas vivas provenientes de otras
surgidas en los mares. En cambio, la
contaminación, como alteración ajena al desarrollo
natural del ecosistema terrestre, supone un grave riesgo de
destrucción de varios eslabones de la cadena y en
última instancia del propio ecosistema terrestre.
La actividad industrial ha ido sobrecargando la atmósfera
con sustancias de todo tipo y a partir de un umbral determinado
los daños han comenzado a producirse de un modo acelerado,
afectando en particular a los aspectos más visibles del
ecosistema y también al entorno más inmediato del
ser humano (el aire que respira,
la destrucción de sus monumentos, etc.).
Esto ha despertado la conciencia de la
población sobre la gravedad de esta agresión al
medio.
Causas y efectos de la contaminación
atmosférica
Los agentes contaminantes son partículas sólidas,
como por ejemplo hollín, así como vapores, gases,
humos y diversas sustancias, a menudo de carácter
tóxico, que se vierten a la atmósfera como producto
residual de actividades industriales o domésticas y que
muy a menudo aunque no sean tóxicos reaccionan allí
con otros componentes, transformándose en productos
peligrosos, como por ej., ácidos.
En la mayoría de los casos esta contaminación es
evitable, ya sea utilizando filtros depuradores, mejorando la
eficacia de
los procesos o utilizando combustibles menos contaminantes.
Los contaminantes suelen dispersarse en la atmósfera a
merced de los vientos imperantes, provocando a veces problemas en
lugares distantes, donde esos residuos pueden acumularse. La
propia dinámica atmosférica facilita de este modo
hasta cierto punto la autodepuración, pero contribuye por
otro lado a propagar el mal. Otras veces, cuando no sopla el
viento, se acumulan formando una especie de hongo por encima de
la zona que los genera (visible con frecuencia sobre las grandes
ubres) o mezclándose y reaccionando con la niebla para dar
lugar al llamado "smog".
El efecto de todos estos productos no sólo se manifiesta
en la pérdida de calidad de
vida en las urbes y conglomerados urbanos y en la
aparición de enfermedades respiratorias entre sus
pobladores, sino que altera también gravemente los
procesos de respiración natural de las plantas,
provocando a menudo su muerte. De
este modo se destruye la base de las
cadenas tróficas y, en consecuencia, uno de los
principales eslabones del ecosistema terrestre.
Hay tres efectos de la contaminación atmosférica
especialmente notables que veremos en apartados especiales: la
destrucción de la capa de ozono, el efecto
invernadero y la lluvia
ácida.
La destrucción de la capa de ozono
La erosión de
la capa de ozono
La detección hace algunos años de una
disminución del espesor de la capa de ozono en la
Antártida y en el Ártico, el denominado "agujero"
en la capa de ozono, ha planteado la hipótesis de una grave interferencia humana
en la atmósfera, ya que el filtro que ejerce el ozono
estratosférico sobre la radiación
solar ultravioleta es esencial para el mantenimiento
de la vida sobre el Planeta.
¿Qué es el ozono?
El ozono es un gas que de forma
continua se genera en las capas altas de la estratosfera. Este
gas es el resultado de una serie de reacciones
químicas que sufre la molécula de
oxígeno al aportarle energía suficiente, como por
ej. Las radiaciones ultravioletas o una descarga
eléctrica. Esta energía produce la ruptura de la
molécula de oxígeno y forman el oxígeno
triatómico, llamado ozono, un gas fuertemente corrosivo y
venenoso.
Elementos destructores del ozono
La presencia de este gas en la estratósfera es beneficiosa
puesto que cumple la misión de
filtro de los rayos ultravioletas, los cuales si llegaran
directamente a la Tierra dañarían muchos procesos
vitales.
Sin embargo, el ozono es atacado por el cloro y otros elementos
como el metano, el bromo y el flúor. Estos se liberan de
los compuestos sintéticos que se originan en los
aerosoles, frigoríficos, acondicionadores de aire,
extintores, productos de limpieza y disolventes, así como
en la fabricación de los materiales de aislamiento
térmico o de las espumas plásticas. Todos estos
productos contienen un nuevo gas, el freón, compuesto de
clorofluorocarbonos (CFC).
Así mismo, el progresivo recalentamiento de las
capas inferiores de la atmósfera, debido a desastres
naturales, como las erupciones volcánicas o también
desastres artificiales, como el efecto invernadero, provoca un
enfriamiento de la estratósfera. Este enfriamiento puede
conducir a la formación de más partículas de
hielo ácido que facilitan una mayor liberación de
cloro activo y el consiguiente incremento de la
destrucción del ozono.
El "agujero en la capa de ozono
Las oscilaciones del espesor de la capa de ozono guardan estrecha
dependencia con las variaciones de la radiación solar. Por
eso, en los polos, la desigual incidencia de la radiación
solar en verano o invierno ocasiona acusados contrastes en el
espesor de la capa de ozono que los hace particularmente
vulnerables a los efectos perjudiciales de los CFC.
Así por ej., en la estratosfera de la Antártida, a
la acción destructora de los CFC se une la acción
de las partículas de hielo ácido, que se forman
sobre todo en primavera, causante de la liberación de
cloro activo que destruye la capa de ozono. El resultado es la
formación estacional de un "agujero" en la capa de ozono,
que es motivo de preocupación, ya sea por el temido
aumento del efecto invernadero en lo sucesivo, como por las
consecuencias en materia
sanitaria derivada de la debilitación en el tamizado de
los rayos ultravioleta.
Cierta cantidad de rayos ultravioleta son necesarios, pues, por
ejemplo, activan la vitamina D. Sin embargo, su exceso puede
producir enfermedades en los ojos, como las cataratas,
cáncer de piel, inhibir
el sistema inmunológico o simplemente graves quemaduras.
Además, pueden también retrasar o impedir el
crecimiento de las plantas, así como deteriorar el
plancton y el ecosistema marino.
Efecto invernadero
El anhídrido carbónico es un producto natural del
metabolismo orgánico, producido por plantas y animales.
Sin embargo, cuando se genera en cantidades excesivas en procesos
artificiales (motores de combustión, etc.) se acumula en la
atmósfera y actúa como un cristal filtrante,
permitiendo el paso de la energía
solar pero impidiendo su salida cuando la superficie del
planeta refleja una parte de ella (albedo). La consecuencia es un
progresivo calentamiento de la atmósfera, como sucede en
el interior de un invernadero con paredes de cristal. Un aumento
tal de la temperatura
global es muy peligroso por sus consecuencias climáticas
y, por tanto, sus efectos sobre el equilibrio natural de los
ecosistemas
Lluvia ácida
Las partículas de anhídrido sulfúrico
emitidos en el curso de numerosos procesos industriales y en el
funcionamiento de los motores de los automóviles
reaccionan con el vapor de agua para dar primero ácido
sulfuroso y después sulfhídrico. Éste,
mezclado con el agua de lluvia, cae al suelo alterando
el pH de éste y de las masas de agua continentales (sobre
todos los lagos), que al volverse ácidas impiden toda
forma de vida en su interior. Además, el ácido
tiene un efecto corrosivo directo sobre las plantas y, por ej.,
monumentos, como son las catedrales de Europa o
simplemente los edificios
convencionales.
5. La Deforestación
En la actualidad, la superficie continental del globo
está cubierta en un 30% por bosques. Estos constituyen
ecosistemas terrestres más ricos, es decir son uno de los
mayores recursos
naturales de la tierra, tanto en flora como en fauna y muy
especialmente en los bosques subtropicales húmedos. Que
cubren África Occidental y Central, Asia Meridional,
parte de América
Central y del Sur, de Australia nororiental y muchas islas del
Pacífico. Desde tiempos remotos, el hombre ha ido
deforestando superficies boscosas. Con objeto de obtener materias
primas como la madera o ganar tierras para la práctica de
agricultura y del pastoreo: pero, a partir del siglo XX. El ritmo
de deforestación a crecido de modo alarmante, sobre todo
en regiones de bosque tropical húmedo, hasta poner en
peligro el futuro de la biosfera. Se calcula que, por estos
conceptos. Latinoamérica ha perdido un 37% de sus
bosques, Asia el 42% y África el 52%.
La silvicultura comercial
Los bosques tropicales poseen variedades de árboles
que dan valiosas maderas muy apreciadas en la fabricación
de muebles de calidad. Con frecuencia, grandes empresas
madereras foráneas explotan el bosque sin tener en cuenta
su restablecimiento. Tal es el caso de la selva brasileña.
El bosque y la selva cobijan además innumerables especies
animales, por lo que la deforestación propicia
también la extensión de la fauna.
Agricultura comercial
Principalmente en Latinoamérica se talan bosques para
sustituirlos por pastos para el ganado o plantaciones. En los
pastos se engorda el ganado que luego es producto de exportación. Por otra parte, en las
plantaciones se cultivan productos también exportables,
como la caña de azúcar
o bien frutas y hortalizas muy solicitadas en los mercados de los
países industrializados, como plátanos,
piñas, cacahuetes, etcétera.
Agricultura de supervivencia
La presión demográfica a la que se encuentran
sometidas muchas de estas zonas conduce a una explotación
de las tierras poco productivas y muy dañina. Los
campesinos siguen el proceso siguiente: talan y queman los
árboles y la vegetación del terreno que se pretende
explotar, utilizando las cenizas como fertilizante. Plantan
cultivos de subsistencia y tras tres o cuatro cosechas el terreno
se agota por lo que deben talar nuevos árboles y comenzar
el proceso. Unos 150 mil millones de campesinos en todo el mundo
esta modalidad en la actualidad.
Consecuencias de la deforestación
Las consecuencias más inmediatas y claras son la
erosión del suelo, el avance del desierto y la
pérdida de especies vegetales y animales que
acompañan al ecosistema y que al desaparecer éste,
sucumben.
Sin embargo existe otro tipo de efectos relacionados, como son
las inundaciones, la pérdida de códigos
genéticos de las especies vegetales y también el
impacto climático global por incremento del efecto
invernadero en el planeta.
Así, las inundaciones que en principio deberían
catalogarse como desastres naturales, tienen su origen, en
ocasiones, en la acción irracional del hombre. Por otra
parte, la destrucción del medio y de todo lo que con
él se relaciona comporta, entre otras cosas, la
desaparición de especies primitivas de las plantas de
cultivo. Estas últimas son híbridos más
débiles que sus ancestros silvestres frente a las plagas y
enfermedades y, según los especialistas, las nuevas
enfermedades que afectan las plantas pueden vencerse aislando
genes de resistencia
procedentes de las especies originarias. Además, los
bosques tropicales son ricos en plantas
medicinales, muchas de ellas total o escasamente conocidas,
por lo que su conservación es un esencial recurso
sanitario.
Por último, la pérdida de masa forestal es
especialmente grave dada la cantidad de dióxido de
carbono que
absorben de la atmósfera y el oxígeno que
desprenden. Al disminuir la masa forestal, aumenta la
concentración del gas carbónico atmosférico,
lo que contribuye al efecto invernadero, causante del incremento
de la temperatura global en la biosfera.
Energías alternativas
Los recursos no renovables
Las fuentes energéticas pueden dividirse en dos grandes
grupos: el primero de ellos incluye todas aquellas ya formadas y
con unas existencias más o menos grandes pero limitadas,
por lo que reciben el nombre de no renovables. Una de las
más importantes y las primeras que utilizó el
hombre son las de origen fósil, siendo el carbón y
el
petróleo las más abundantes y utilizadas en la
actualidad. Se trata de recursos con yacimientos de calidad
diversa y distribuidos por distintas partes del mundo y que a
largo plazo se agotarán, pues para su regeneración
se requieren muchos millones de años (los mismos que
tardaron en formarse) y unas condiciones ambientales que no se
dan en la actualidad en nuestro planeta.
Otro aspecto de creciente preocupación son los residuos
contaminantes producidos en la combustión de estos
recursos. Muchos tipos de carbón pretenden cantidades muy
elevadas de compuestos tóxicos y apenas pueden utilizarse.
Los derivados del
petróleo como son la gasolina y otros combustibles,
provocan emisiones, muy perjudiciales. El gas natural es el
que menos contaminación provoca, pero lo mismo que los
restantes sus yacimientos, aunque de enormes proporciones
todavía, son limitados.
La energía
nuclear pareció al principio de su utilización
ser un recurso prácticamente inagotable dado el elevado
número de unidades enérgicas que proporciona en
relación a su peso, muy superior a los de los combustibles
tradicionales, pero no ha conseguido tampoco satisfacer las
esperanzas puestas en ella. Las técnicas
de su aprovechamiento no han alcanzado aún el rendimiento
ni el nivel de seguridad
esperados y, además, los residuos reactivos plantean un
enorme problema de eliminación, no resultó hasta la
fecha. Por ese motivo, gran numero de países han
renunciado al empleo de esta forma de energía, en
particular después de los numerosos incidentes en
centrales ocurridos en todo el mundo y el espectacular y
destructivo incendio de la central ucraniana de Chernobil, que
además de las víctimas directas (muchas de ellas
mortales) ha provocado una contaminación radiactiva de su
entorno cuyas consecuencias son a muy largo plazo.
Los recursos renovables
El otro tipo de fuentes enérgicas son las denominadas
renovables, es decir, aquellas que se están produciendo de
nuevo constantemente. Unas son de origen vegetal, como es el caso
de la madera (y en general de la biomasa procedente de las
plantas), y aunque el exceso de consumo puede provocar
dificultades de abastecimiento siempre es posible renovarlo, si
bien puede dejar de ser rentable. Otras por el contrario, son
prácticamente ilimitadas y dentro de ese grupo se
incluyen el sistema solar, la
geometría, la eólica y las
producidas por las corrientes y mareas.
Entre estos recursos renovables, los que mayor importancia
presentan en la actualidad son los llamados
«limpios», es decir, los que no contaminan ni
perjudican al medio ambiente. Sin embargo, de esta ventaja no es
aprovechable en todo su enorme potencial puesto que las
tecnologías disponibles no permiten todavía un
aprovechamiento óptimo de estos recursos.
Aun cuando una energía de este tipo no perjudique
directamente al medio ambiente, en ocasiones los medios
técnicos utilizados para su aprovechamiento constituyen al
menos riesgos
potenciales para algunos ecosistemas. Este es el caso, por
ejemplo, de las grandes compuertas que se necesitan para
aprovechar la fuerza de las
mareas, que provocan un cambio radical en las condiciones
mecánicas del área marina afectada, alternado
gravemente el régimen general de las corrientes, las
variaciones cíclicas de los niveles del mar (a las que
están genéticamente adaptadas numerosas especies
marinas) y, en consecuencia, el ecosistema costero. De manera
similar las grandes persas de los ríos, levantadas con
fines de aprovechamiento hidroeléctrico, pueden destruir
por completo el ecosistema fluvial, impidiendo el libre
intercambio de especies entre los distintos tramos e
interrumpiendo el curso natural de las migraciones de muchos
peces, como anguilas o salmones.
Las energías limpias
La principal de estas energías es la solar, que se
aprovecha en la actualidad mediante células que la
transforman en electricidad. Se
fabrican con silicio y se utilizan ya, además de en las
naves y estaciones espaciales, en aplicaciones domésticas.
Un sistema de células solares puede abastecer de
energía a una vivienda y esta opción se utiliza
sobre todo en aquellas regiones que el transporte de
las formas convencionales de energía
eléctrica a través de tendidos de cable resulta
muy costoso debido a su aislamiento. Existen algunas centrales en
diversos países que pueden producir electricidad conectada
a la red general.
Aunque el coste inicial de las instalaciones de energía
solar resulta más elevado que el de las convencionales,
tras unos pocos años de funcionamiento se amortiza y el
consumo se realiza entonces de modo gratuito.
La energía eólica cuenta con una vieja
tradición en los molinos de viento, pero en los actuales
dispositivos la energía obtenida no es mecánica sino también
eléctrica. Los llamados parques eólicos consisten
en una serie de grandes molinos de aspas alargadas que se
sitúan en regiones donde los vientos sean mas o menos
constantes y de una determinada fuerza.
La energía geotérmica se basa en el propio calor de la
superficie terrestre, cuya temperatura va aumentando con la
profundidad. Para aprovechar este fenómeno se inyecta agua
hasta una cierta profundidad, donde se calienta y asciende. Con
intercambiador de calor, este aumento de la temperatura puede
convertirse en energía eléctrica. De manera
similar, se utilizan también aguas termales y
géiseres.
La gran fuerza del oleaje y de las mareas ha sido también
objetos de estudios para su aprovechamiento. Para ello se han
realizados proyectos que contemplan la instalación de
grandes compuertas y turbinas en regiones de mareas muy vivas y
que se situarían en lugares confinados como una
bahía o similares. El cambio de dirección de las aguas movería
dichas turbinas, con las que se generaría corriente
eléctrica. Un principio similar es utilizado en los
ríos para obtener energía hidroeléctrica,
situando turbinas accionadas por la fuente de la corriente o bien
creando una presa y aprovechando de este modo una corriente
artificial permanente.
El medio y el hombre
Importancia de la especie humana para el ecosistema
El ser humano comparte con otros mamíferos la versatilidad general de este
grupo zoológico que le ha permitido estar presente hoy en
la mayoría de los medios del planeta. Dentro de los
mamíferos se encuentra en la línea evolutiva de los
primates, habiendo alcanzado un notable desarrollo
psíquico y manual que son ya
características de los representantes superiores de este
grupo. Todos estos rasgos tienen una influencia decisiva sobre el
ecosistema, después permiten al hombre intervenir de un
modo mucho más activo que otros organismos y,
además, independizarse él mismo en cierto modo de
muchos de los factores externos.
Los pueblos primitivos de la actualidad, y nuestros propios
antecesores en épocas prehistóricas y, hasta cierto
punto, todavía en tiempos preindustriales, mantienen una
relación intima con la naturaleza, participando en sus
ciclos de un modo análogo a otros animales.
Sin embargo, la civilización como creación de
nuestra especie, ha ido acompañada de una
alteración cada vez más profunda del entorno, un
fenómeno que hoy podemos constatar en general como
destructivo. La aparición de las ciudades y de las
vías de comunicación en la antigüedad
supusieron ya una intrucción importante en la naturaleza,
pero la relativa longitud del proceso permitió que esta se
adaptara a los cambios con pérdidas poco importantes. La
estepa cultivada o la dehesa (típica de la región
occidental de la península Ibérica) son ejemplos de
medios configurados por el hombre pero en los que la vida natural
ha encontrado la vía adecuada de adaptación.
Los mayores problemas han surgido desde la era industrial debido
a dos factores importantes: la generación acelerada de
residuos procedentes de las actividades humanas y la gran rapidez
con que se han producido los cambios, que no han permitido a las
especies animales o vegetales hacer frente a las nuevas
circunstancias.
Efectos de la presencia humana
El ser humano es un omnívoro que utiliza como recurso
trófico una amplia variedad de organismos animales y
vegetales. Este régimen alimenticio, unido a su capacidad
intelectual, la han convertido en predador poderosísimo,
que actúa con gran ventaja frente a los restantes
animales. El incremento gigante de la población ha hecho
que se pasara de la primitiva economía de
subsistencia a la producción masiva de alimentos. Al no
ser ya posible cubrir las necesidades con los métodos de
depredación habituales (caza, pesca), el
hombre se convirtió en agricultor y ganadero, actividad
que biológicamente podría equiparse a un
parasitismo, ya que no destruye al organismo atacado (en este
caso la especie: trigo, vaca, gallina) sino que le mantiene como
proveedor permanente de alimentos.
La presencia humana, por último ha adquirido un peso
significativo con el conjunto de población animal del
planeta al superar sus efectivos con creces a los de otras
especies de mamíferos superiores. Una población de
cinco a diez millones de seres supone una carga notable para el
ecosistema terrestre.
La intervención humana
En los ciclos de la naturaleza
Junto a su actividad depredadora o parásita o a los
efectos directos de su presencia (ya sean carreteras o urbes o
bien la contaminación del medio con los residuos que
produce), la intervención humana tiene un aspecto de
indudable importancia y mucho menos visible pero no por ello
menos peligroso. Se trata de la intervención sobre los
ciclos de la naturaleza.
La simple producción de los residuos tóxicos o no,
pero no por eso menos contaminantes, significa ya una
alteración, a menudo muy profunda en un ciclo natural. El
exceso de nutrientes vertidos a las aguas de un río o un
lago lo transforman radicalmente, conviertiéndole en un
medio eufórico en el que al final desaparece la vida.
Estas intervenciones «brutas» conducen a unos
resultados visibles que afectan directamente al propio bienestar
humano, despertando por ello la conciencia de mal causado.
Pero existe además una serie de otras intervenciones que
alteran también de un modo radical las condiciones del
ecosistema, aunque muchas veces pasen desapercibidas. Se trata de
las intervenciones indirectas que resultan de una actividad
dirigida a otros fines. El caso más conocido es el del
DDT. Empleado originalmente para compartir las plagas de
mosquitos y después como insecticida para la agricultura,
se acabó prohibiendo su uso a causa de su alto nivel
contaminante; la presencia del producto en la grasa de las focas
alertó sobre su peligrosidad. Al emplearlo por primer vez
no se tuvieron en cuenta los ciclos de la materia a los que se
encuentra sometida en nuestro planeta, los organismos vivos,
incluido el ser humano, son solo eslabones en una larga cadena, a
través de los cuales circulan la materia y la
energía.
Otro ejemplo más actual de intervención está
en el uso de variedades de plantas agrícolas obtenida por
medios de ingeniería
genética. Con el fin de conseguir mejores cosechas y
productos más resistentes, se han provocado notaciones y
se han llevado a cabo cambios artificiales en la constitución genética
de varias especies, obteniéndose nuevos tipos con unas
características óptimas. Otro tanto sucede con
algunas especies animales, principalmente de insectos. Sin
embargo, se desconocen todavía muchas de las vías
por las que esos genes alterados discurrirán en la
naturaleza; por consiguiente, el uso en los campos de cultivo o
la liberación de esas nuevas especies modificadas supone
una intervención a ciegas sobre unos ciclos en gran parte
desconocidos. Un único eslabón es suficiente para
cambiar todo una cadena. Las relaciones entre especies son muy
diversas, como hemos visto anteriores capítulos, por lo
que intervenir sobre ellas desconociendo los posibles resultados
requieren un cuidado muy especial.
6. Resumen histórico
de movimientos ecologistas
1882: se crea en Estados Unidos el Sierra Club, que
aglutina a cidar a ciudadanos amantes de las bellezas del
país que ven como desaparecen con rapidez ante la
voracidad humana.
1889: se funda en Gran Bretaña la Royal Society for the
Protection of Birds, que agrupa actualmente a más de 500
mil afiliados.
1930-1940: surgen en diversos países el estudio y la
defensa de los animales en general, que se ocupa de proyectos en
todo el planeta.
1948: se crea la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza y sus Recursos Naturales
(UICN), con 112 agencias gubernamentales y 293 organizaciones no
gubernamentales, de 57 estados.
1961: se crea el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife
Found, WWF). Su fin es organizar y financiar proyectos de
protección de ecosistemas importantes en todo el planeta.
Unas de sus primeras actividades fue la adquisición de
terrenos para el futuro parque nacional de Doñana. Se
divide en secciones nacionales (por ej., ADENA, en España).
1968: el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente inicia
sus programas
divulgativos por televisión, que despiertan el interés
por la naturaleza en España.
1969: se crea en EEUU la asociación Friends of the Earth,
que se extienden por varios países. En España
aparece en 1979, denominándose Federación de Amigos
de la Tierra (FAT).
1971: aparece el núcleo inicial de lo que será
Greenpeace. Un grupo de defensores de la naturaleza se opone a
las pruebas
nucleares estadounidenses en Alaska y crea la
organización en Vancouver (Canadá). Emprende
más tarde otras campañas por todo el mundo,
destacando las que se oponen a la caza de las ballenas y a los
vertidos tóxicos en los mares dispone hoy de socios en
todo el mundo y es una de las organizaciones más conocidas
y activas en la actualidad.
1971: se crea en la UNESCO el programa MAB (El
hombre y la biosfera).
1972: tiene lugar en Estocolmo la Conferencia
Mundial sobre el Medio Ambiente.
1972: informe del Club
de Roma sobre
el estado del
medio ambiente y los límites de crecimiento.
1973: se reúne por primera vez el movimiento
ecologista español,
que cuenta ya con numerosas organizaciones.
1979: mediante el Convenio de Berna y el anterior Tratado de
Washington sobre Tráfico de especies, se intenta impedir
la extinción de especies naturales en peligro de
desaparición.
1981: aparece el primer número de la revista
Quercus, que aglutina el pensamiento
conservacionista Español y que consigue una amplia
difusión y permanencia hasta la actualidad,
convirtiéndose en una de las principales publicaciones
ecologistas
españolas, con una calidad científica
creciente.
1987: la CE comienza a preparar una nueva legislación
europea tendente a defender con mayor eficacia a los ecosistemas
amenazados.
1992: se reúnen en Río de Janeiro los
representantes de 175 países en la Cumbre de la Tierra
para estudiar la vulnerabilidad del planeta y tomar medidas.
1993: se prolonga la moratoria para proteger la Antártida
contra su explotación.
El medio ambiente en peligro:
Un problema de todos
La contaminación de las aguas, los suelos, el aire,
y la desaparición de especies vegetales y animales, nos
pone a los seres humanos en el desafío de cuidar la vida
en el planeta, de la cual, junto con ellos, formamos parte.
La preocupación por la preservación y la
recuperación del medio ambiente ha pasado a ser uno de los
problemas más
importantes del mundo del siglo XX. Muchas organizaciones
nacionales e internacionales se ocupan de mantener a la
población informada sobre el tema, de denunciar las
acciones
irresponsables y, entre otras tareas, de alertar a las
autoridades sobre los riesgos.
Autor:
Isabel