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El Concepto de Oppidum en el Mundo Ibérico




Enviado por aensenat



     

    Indice
    1.
    Introducción. Concepto de oppidum.

    2. Asentamiento poblacional
    ibérico.

    3. El yacimiento de Alorda
    Park.

    4. Conclusión.
    5.
    Bibliografía.

    1. Introducción. Concepto de
    oppidum.

    El término oppidum es un término latino y
    como tal, alcanza diferentes significados. Aparece en numerosas
    fuentes
    históricas para referirse a un sitio concreto
    relacionado con un asentamiento poblacional, y parece que su
    origen se atribuye a la descripción de los asentamientos galos, que
    se enfrentaron las campañas de Julio César durante
    la invasión de la Galia. No obstante, este concepto de
    asentamiento galo, no es posible extrapolarlo por sus distintas
    características al mundo ibérico. El
    concepto de oppidum latino conlleva una idea de
    fortificación, pero siempre dependiendo de la superficie y
    de la posición geográfica del asentamiento. Desde
    una perspectiva de superficie, un oppida correspondería a
    un asentamiento de segunda categoría, por debajo de la
    urbs, de mayor magnitud y verdadero centro urbano. Por otra
    parte, también tendría que diferenciarse del
    castella o castrum, término asociado a una
    fortificación en altura de pequeñas dimensiones
    (1).
    Estos términos latinos nos pueden ayudar en la
    clasificación de las diferentes formas de asentamientos
    ibéricos, pero no son lo suficientemente absolutos para
    poder hacer
    una clasificación categórica. En el mundo
    ibérico estos términos se superponen y no es
    posible de un modo claro, ver las diferencias entre ellos en los
    yacimientos ibéricos. Podemos encontrar yacimientos que el
    concepto de urbs y oppida se confunden como en Ullastret
    (Girona), u otros asentamientos en los que es difícil ver
    la línea diferenciadora entre oppida y castella como en el
    caso de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona). Otra gran
    particularidad consiste en que en el mundo ibérico el
    concepto de oppidum rompe el estrecho ámbito del poblado o
    del asentamiento, para alcanzar una serie de territorios
    circundantes que dependen de él, tanto económica,
    como políticamente. La interpretación
    arqueológica será fundamental para poder salvar
    estas diferentes acepciones, teniendo siempre en cuenta la
    dificultad de esta interpretación en lugares donde los
    restos arqueológicos no son muy numerosos, o en algunos
    casos son contradictorios o paradójicos.
    En este artículo voy a realizar una clasificación
    de los asentamientos ibéricos, centrándome en la
    zona del nordeste peninsular. Hay que tener presente, que como en
    otros aspectos del mundo ibérico, nos encontramos ante un
    proceso
    heterogéneo, mostrando cada zona unas
    características diversas y diferenciadoras. Como caso
    particular voy a detenerme en el yacimiento de Alorda Park
    (Calafell, Tarragona), porque permite gracias a los trabajos de
    reconstrucción realizados, hacer una interpretación
    de varios aspectos del urbanismo, de la fortificación, y
    de la
    organización social del mundo
    ibérico.

    2. Asentamiento
    poblacional ibérico.

    Teniendo en cuenta algunos factores, como son la
    superficie total del asentamiento, su emplazamiento
    geográfico, sus construcciones fortificadas y su
    disposición urbanística; existe una cierta
    unanimidad entre los arqueólogos, en clasificar los
    poblados ibéricos del nordeste peninsular en poblados de
    cima, poblados de barrera, y poblados de vertiente o ladera.
    Los poblados de cima se caracterizan en primer lugar, como su
    nombre indican, por estar situados en un lugar elevado. Esta
    posición se interpreta fundamentalmente como defensiva, o
    como de vigilancia y control sobre el
    territorio circundante. Normalmente tienen una superficie
    reducida como consecuencia de su situación y de la
    adecuación a la topografía de lugar. Acostumbran a estar
    fortificados, aunque sus defensas nunca son de la magnitud de los
    poblados de barrera o de ladera, ya que su situación
    geográfica les confiere un elevado grado de
    protección natural. El muro perimetral será el que
    marcará el límite del asentamiento, y a este muro
    se le adosarán las construcciones o habitaciones
    utilizándolo como pared de fondo y abriéndose hacia
    un espacio central. Este espacio central normalmente
    carecía de una funcionalidad, tampoco encontramos una red viaria perfeccionada
    con sólo la presencia de algunas vías estrechas en
    la que no se documentan la presencia de roderas de carro. Algunos
    ejemplos de poblados de cima en el nordeste peninsular son:
    Montarbat (Lloret de Mar, Girona), Castellrruf (Santa Maria de
    Martorelles, Barcelona), o el Puig Castellar (Santa Coloma de
    Gramanet, Barcelona). Pero un caso excepcional dentro de los
    poblados considerados de cima es el de la Moleta del Remei
    (Alcanar, Tarragona). Como me he referido en la
    introducción, en este yacimiento se confunden los
    conceptos clásicos de castella y oppida y lo podemos
    considerar un ejemplo evolucionado de poblado de cima. Aunque se
    trata de un poblado de cima, presenta unas características
    propias de otra tipología de asentamientos, como pueden
    ser los de barrera, o de ladera. La Moleta del Remei es un
    asentamiento grande (5000 m2) comparado con los
    poblados de cima típicos (entre 1000 y 4000
    m2), encontramos una fortificación con un
    grosor de muro más importante (3 metros) y con la
    presencia de una torre de vigilancia, también la
    utilización del espacio central parece que tenía
    una funcionalidad y por último existe, aunque de forma muy
    incipiente, una pequeña red viaria que comunica las
    casas y los graneros.
    Los poblados de barrera son los que aprovechan ciertos accidentes
    naturales como penínsulas, o istmos para establecer un
    asentamiento que será fortificado sólo por la parte
    que no ofrece una protección natural. Se trata de
    asentamientos mucho más grandes que los anteriores y
    podemos encontrar extensiones de hasta 40.000 m2 como
    en el caso del asentamiento de Castellet de Banyoles (Tivissa,
    Tarragona). La fortificación es más importante que
    la que hemos visto en los poblados de cima, ya que su
    protección natural es mucho más reducida.
    Así encontramos muros mucho más gruesos, presencia
    de fosos o la existencia de unas torres defensivas. El urbanismo
    en estos asentamientos está mucho más evolucionado
    y podemos encontrar una red viaria más regular,
    distinguiéndose unas partes de uso público y unas
    residencias de distinto tamaño que nos indican una
    diferencia social de sus ocupantes. Todavía nos
    encontramos con unas calles bastante estrechas y no podemos
    documentar la presencia de roderas de carros, no obstante la
    anchura de ciertas entradas nos hace presumir que si
    existía la presencia de tráfico rodado en estos
    asentamientos. Ejemplos de poblados de barrera son Sant Miquel
    (Vinebre, Tarragona), Turó Rodó (Lloret de Mar,
    Girona) o Sant Miquel de Olèrdola en el Penedés.
    Pero seguramente el ejemplo más interesante se trata del
    yacimiento de las Toixoneras-Alorda Park en Calafell, que le
    dedicaré un capítulo aparte.
    Por último hay que hacer mención de los llamados
    poblados de ladera o vertiente. Estos asentamientos
    aprovecharían de alguna manera la presencia de un desnivel
    geográfico, para establecer un asentamiento que
    irían extendiéndose a varios niveles. Estos
    asentamientos son mucho más grandes que los anteriores,
    pudiendo alcanzar la extensión de 11 Ha como el de Puig de
    Sant Andreu en Ullastret. Las fortificaciones son mucho
    más complejas e importantes, ya que son más
    vulnerables por su situación geográfica. Así
    encontramos unos muros defensivos de gran longitud, mucho
    más gruesos, y con un elevado número de torres
    defensivas, e incluso en algunos casos con la presencia de unos
    sofisticados codos o bastiones defensivos. En estos poblados
    podemos encontrar la presencia de varios niveles de asentamiento,
    o de terrazas, como consecuencia de su emplazamiento. Dependiendo
    de la inclinación del asentamiento, estos niveles
    normalmente se comunicaban entre sí mediante escaleras, o
    mediante vías más o menos anchas, que
    permitían la circulación de tráfico rodado.
    Algunos ejemplos de poblados de ladera en la zona que estamos
    delimitando serían el poblado de Burriac en Cabrera de
    Mar, el Turó d’en Boscà de Badalona, o el
    anteriormente citado de Ullastret.

    3. El yacimiento de
    Alorda Park.

    El asentamiento de Les Toixoneras-Alorda Park en
    Calafell es un excelente ejemplo de asentamiento ibérico,
    que por sus peculiares características nos permite
    ilustrar varios aspectos relacionados con el urbanismo
    ibérico. Podemos analizar su estructura
    defensiva, podemos apreciar su evolución urbanística, y
    también podemos observar cual era su papel social
    tanto interna como externamente.
    En el apartado anterior he situado este asentamiento en la
    clasificación de poblado de barrera. Hay que tener en
    cuenta que la línea de la costa actual no corresponde con
    la que seguramente había en esta zona a finales del siglo
    VI aC, que es cuando se puede situar cronológicamente el
    inicio de este asentamiento. Parece que esta parte del litoral
    estaba formada por una zona de pequeñas colinas rodeadas
    de marismas. El asentamiento original se establecería en
    la cima de una de estas colinas, siendo rodeada por casi su
    totalidad por las marismas ofreciéndole una
    protección natural. De esta primera época se puede
    datar un foso y una primera muralla defensiva que protegía
    al asentamiento por la parte que lo hacía vulnerable. Como
    caracteriza a los poblados de barrera, esta primera muralla junto
    con un foso defensivo, no recorría perimetralmente el
    asentamiento sino que sólo se alargaba en la zona
    desprotegida. También de esta primera fase podemos
    observar la disposición de unas habitaciones que
    tenían como pared de fondo el muro defensivo y que se
    abrían a un espacio interior. No tenemos información que en esta época, este
    espacio interior tuviera alguna funcionalidad, pero no
    sería descabellado pensar, por las razones que veremos
    más adelante, que así lo fuera.
    Esta primera fase fue amortizada durante el siglo V aC. y
    entramos en el momento de esplendor de este asentamiento que se
    alargaría hasta los inicios del siglo II aC. cuando parece
    que fue abandonado. Un elemento significativo de esta
    transición supone el hecho que el poblado en vez de
    aumentar su superficie, contrariamente se reduce, y crea una
    importante fortificación unos metros atrás de donde
    estaba la originaria muralla y el foso. Este hecho puede
    interpretarse como que este asentamiento no constituía un
    importante centro poblacional, sino que por su superficie total
    unos 3.000 m2 y por el número de habitaciones, se puede
    deducir que vivían aproximadamente unas cincuenta
    personas.
    Si pasamos a analizar la construcción de las viviendas y la
    fortificación del asentamiento de Alorda Park hay que
    tener en cuenta que nos encontramos ante dos técnicas
    constructivas que convergen. En primer lugar, podemos encontrar
    unos elementos tradicionales que pueden considerarse
    autóctonos y que serían herederos de los
    asentamientos del Bronce final; y por otro lado, unos elementos
    nuevos que provienen de los préstamos culturales
    provenientes de la poliorcética de culturas del
    Mediterráneo central y oriental.
    El elemento que podemos considerar propio, y que se manifiesta en
    numerosos asentamientos ibéricos, es el muro (simple o
    doble) con base de piedra y con una superestructura de tapia o
    adobe. La técnica de la tapia se realizaba en un encofrado
    de madera, donde
    se introducía a presión
    una mezcla de tierra y cal.
    Esta técnica, utilizada en la construcción de las
    viviendas del asentamiento, le proporcionaba una mayor
    durabilidad y una resistencia a las
    inclemencias del clima. No
    obstante en la fortificación se utilizó piedra, que
    aunque sea una técnica minoritaria también la
    podemos documentar en otros yacimientos como en el Puig de Sant
    Andreu (Ullastret, Girona). La mayor utilización en la
    construcción de los muros con la técnica de la
    tapia, obedece a unas razones de resistencia. Los muros de tapia
    absorben mejor el impacto de los proyectiles al repartirse
    uniformemente por toda la sección, mientras que los muros
    de piedra son más fáciles de derribar al
    convertirse en superficies más rígidas. Este puede
    ser otro detalle que nos haga pensar que en la
    fortificación de Alorda Park, aun si renunciar totalmente
    a su función
    defensiva, persiste una importante función social y de
    prestigio.
    Los elementos foráneos, procedentes de la
    poliorcética de la cultura griega
    y púnica, estarían representados por la
    construcción de unas torres defensivas. Hay que tener en
    cuenta que tenemos documentada a través de acumulaciones
    de moneda, la presencia de mercenarios ibéricos en la
    batalla de Siracusa en la Primera Guerra
    Púnica. Este contacto con ejércitos que
    tenían un alto grado de desarrollo de
    las técnicas militares, y la casi segura presencia de
    arquitectos procedentes del mediterráneo central y
    oriental, favorecen el
    conocimiento y la aculturación de nuevos elementos
    constructivos. Tenemos documentadas la existencia de tres torres
    rectangulares (torre AF, torre Y-Z, y torre T), de las cuales las
    dos últimas franqueaban la puerta de entrada al
    asentamiento. El contacto y la influencia con elementos
    arquitectónicos del Mediterráneo central la
    constatamos con las dimensiones de una de estas torres, que
    corresponden a la llamada proporción áurea. Es la
    primera vez que encontramos en la Península Ibérica
    la utilización de estas proporciones en un elemento
    defensivo. La utilización de dos torres defensivas
    defendiendo la puerta de entrada al recinto, también es un
    elemento clásico de la poliorcética oriental.
    Así como la colocación de esta puerta de acceso
    junto a la torre (Y-Z) para que desde ella, poseer un
    ángulo de tiro sobre el flanco desprotegido del atacante.
    Para acabar con las torres defensivas, merece la pena explicar la
    interpretación actual que se hace de la torre AF. En un
    inicio se pensaba que por su situación era un elemento
    defensivo de la zona que ocupaba la población elite del asentamiento. Por su
    estructura, al no tener ninguna entrada lateral, sino solamente
    una apertura cenital, se pensó que podía tratarse
    de una prisión. Actualmente a través de la
    arqueozoología se ha podido identificar los restos de un
    elevado número de roedores que se ha interpretado como la
    utilización de esta torre como un silo de cereales.
    La importancia de todos los elementos defensivos del yacimiento,
    hizo que en un primer momento se pensara que nos
    encontrábamos ante una ciudadela, con una importante
    función militar. Descubrimientos posteriores, como la
    nueva interpretación de la torre defensiva (AF), y en
    especial el descubrimiento en una zona muy próxima como
    son Les Guardies (Vendrell, Tarragona) de unos silos para
    almacenamiento
    de cereales; han hecho retroceder desde este planteamiento
    inicial hacia otras interpretaciones. Estos dos factores unidos a
    la proximidad con el mar y con la presumible ruta terrestre que
    atravesaría el Penedés, hacen que podamos pensar
    que nos encontramos ante un centro de redistribución
    agraria y comercial, dominada por una elite indígena. La
    existencia de una estructura fuertemente fortificada no se
    traduce en el mundo ibérico a exclusivamente una
    función militar, sino que hay que sumarle una importante
    razón de prestigio social. Este asentamiento se
    convertía en el centro más importante de la zona
    del Baix Penedés, y articulaba las relaciones con otros
    centros existentes de menor importancia, o con los grandes
    centros urbanos y económicos cercanos como Kesse
    (Tarragona).
    Seguidamente podemos analizar el urbanismo y las viviendas del
    asentamiento. Respecto al urbanismo hay varios hechos
    destacables: la presencia de una red viaria con una aproximada
    planta ortogonal que nos muestra un
    urbanismo avanzado, pero nunca a la altura de otros asentamientos
    más septentrionales, como el Puig de Sant Andreu
    (Ullastret Girona) que recibían la influencia de las
    colonias foceas como Emporion y Rhode. Un detalle que muestra la
    evolución urbanística es la existencia de
    desagües para canalizar el agua, la
    existencia de unas rudimentarias aceras para transitar, y como
    obra de ingeniería, la existencia de un pozo de
    agua excavado
    en la roca hasta casi 10 metros de profundidad.
    Las viviendas del asentamiento seguían las técnicas
    de construcción heredadas del Bronce final, como se trata
    de la técnica tapial. Para los techos utilizaban materiales que
    tenían a su alcance como la caña, y la mezcla de
    arcilla y paja. Las viviendas eran muy sencillas y normalmente
    pequeñas, con una o dos estancias. En estas estancias
    existen evidencias (bancos para
    sentarse) de lo que podían considerarse zonas de
    reunión, y otras zonas que por sus análisis paleobotánicos se han
    identificado como zonas de almacenamiento. También en
    estas viviendas mediante las técnicas de la
    antracología se han podido analizar restos de madera
    carbonizados, e identificar los lugares donde se situaba el fuego
    en una vivienda. Estos fuegos servían para cocinar los
    alimentos y
    como calefacción, pero se cree que solamente en forma de
    brasas, ya que la poca ventilación de las viviendas
    impediría la formación de un gran fuego, que
    produjera una gran cantidad de humo. En estas viviendas
    también se realizaban algunos trabajos artesanales como la
    metalurgia, o
    el trabajo de
    manufactura de
    tejidos. La
    metalurgia, tan relacionada con la fabricación de armas y de
    elementos para el trabajo agrícola; y la manufactura de
    tejidos tan entroncada a un papel preponderante de la mujer dentro
    de la sociedad
    ibéricaUn aspecto interesante relacionado con el urbanismo
    y con las relaciones sociales, sería el de la posible
    utilización de lugares públicos para la
    realización de actos de culto. ¿Estos rituales se
    producían en un ámbito doméstico o en un
    lugar público? En una de las habitaciones (recinto A, 6,8
    x 3,3 m.) se han hallado bajo una losa rectangular los restos de
    un cráneo y las patas de un cabrito, rodeados por un
    círculo de piedras sobre las que se observan restos de
    cenizas; por debajo de este pavimento había otro,
    correspondiente a otra fase de ocupación, sobre la que se
    asentaba un amontonamiento de piedras trabadas, de forma
    troncocónica y recubierto de arcilla; en este otro
    pavimento, y en sendos agujeros, se habían depositado
    también la cabeza y las patas de un cabrito, mientras que
    en el tercero se hallaban los restos de un pequeño
    mamífero, quizás un múrido; en total se
    atestiguan cuatro sacrificios diferentes. Si sumamos a las
    ofrendas, la
    extraña estructura troncocónica que puede
    interpretarse como un altar, un agujero en el suelo que puede
    reflejar la existencia de un poste para atar las víctimas,
    y la no existencia en esta habitación de un molino de
    rotación ni ninguna presencia cerámica como en todas las demás
    viviendas, podemos casi con seguridad afirmar
    que nos encontramos ante un recinto de culto. Aunque la escasez
    de más pruebas nos
    indica que estos sacrificios son ocasionales, tienen que
    interpretarse como unas solemnes ofrendas a divinidades
    relacionadas con el ciclo vital de la tierra y la
    fecundidad, como Deméter. Seguramente estos ritos
    estarían dirigidos por un sacerdote o por una sacerdotisa,
    que desempeñaría un papel preponderante en la
    sociedad.
    Para terminar con el análisis del asentamiento de Alorda
    Park, me gustaría hacer una referencia sobre las
    relaciones sociales tanto externas como internas. Respecto a las
    relaciones externas, hemos visto anteriormente, que el
    asentamiento de Alorda Park era un enclave de gran importancia
    respecto a los demás territorios, y otros asentamientos
    circundantes de menor tamaño. Su posición
    estratégica, con una facilidad de comunicación tanto marítima como
    terrestre, le convertía con un poderoso centro comercial
    de redistribución de bienes. El
    excedente agrario de la zona de su influencia, era utilizado para
    comerciar con los colonizadores y los mercaderes que
    acudían para establecer unas relaciones comerciales. En
    una primera fase este excedente agrario era objeto de intercambio
    por objetos de lujo, que más tarde serían
    redistribuidos por su territorio de su influencia. Esto
    provocó la ascensión de una elite social, que
    controlaba estas relaciones, y legitimaba su poder frente a las
    otras esferas de la sociedad ibérica. Este dato lo podemos
    documentar en el asentamiento de Alorda Park con la existencia de
    una vivienda con una estructura palacial, seguramente ocupada por
    un caudillo y su familia, que
    dominaba jerárquicamente al resto de la
    población.
    El asentamiento de Alorda Park fue abandonado durante los albores
    del siglo II aC. Seguramente este abandono tiene una estrecha
    relación con la respuesta del cónsul Catón,
    a la rebelión de los pueblos indígenas del
    año 195 aC. Los pueblos ibéricos del interior como
    los bergistanos y los lacetanos, cansados de la fuerte
    presión fiscal que
    ejercía Roma,
    protagonizaron unas revueltas que pronto fueron respuestas por
    las campañas de Catón. Es conocida su acción
    de desmantelamiento de los poblados de cima, y la
    destrucción de las murallas de la mayoría de
    asentamientos. Estos hechos marcarían el principio del fin
    del mundo ibérico, y la transición a un largo
    periodo de dominación romana (2).

    4.
    Conclusión.

    En este artículo he abordado la
    problemática que representa el término oppidum
    referido al mundo ibérico. Aunque el término latino
    conlleva unas connotaciones de recinto fortificado, hemos visto
    como en la sociedad ibérica esta simbiosis no es nada
    clara. Estoy de acuerdo que prevalece un trasfondo guerrero y
    militar, pero en la mayoría de los casos estas
    fortificaciones sirven para aumentar el prestigio social y
    económico de un asentamiento.
    También me gustaría añadir que existe una
    dicotomía importante entre los pueblos ibéricos del
    interior y del litoral. El comportamiento
    de los pueblos ibéricos del nordeste peninsular que
    tenían acceso al Mediterráneo, como los indiketes,
    layetanos o cosetanos, es de mostrar una mentalidad mucho
    más abierta hacia la llegada de nuevos colonizadores y
    mercaderes, que provenían de otras zonas
    mediterráneas. Estos pueblos enseguida vieron la
    oportunidad de conseguir un beneficio tanto social como
    económico con estas nuevas relaciones. La influencia de
    colonias como Emporion y Rhode fueron decisivas en la
    extensión y aculturación de nuevas formas de vida.
    Por otro lado los pueblos del interior, como los ilergetes o los
    bergistanos, ofrecieron una resistencia mayor a esta
    aculturación y fueron los pueblos que lideraron las
    sublevaciones militares contra el poder romano. En estos
    asentamientos del interior la existencia de unas fortificaciones,
    tienen seguramente una lectura
    diferente, en la que prevalece más la función
    militar y defensiva.
    Aun teniendo en cuenta esta heterogeneidad, he realizado una
    clasificación, que puede considerarse clásica,
    sobre los tipos de asentamientos en el nordeste peninsular.
    Así hemos visto la diferencia entre poblados de cima, de
    barrera y de vertiente o ladera, aportando ejemplos para cada uno
    de ellos.
    La parte central del trabajo, ha consistido en un análisis
    sobre algunas de las investigaciones e
    interpretaciones que se pueden extraer del asentamiento de Las
    Toixoneras-Alorda Park. He querido resaltar por encima de todo,
    la idea de que nos encontramos ante un importante centro
    agrícola con una principal función comercial y de
    redistribución. Mi opinión es que esta
    función le proporcionó una preponderancia
    territorial, más que por razones de sometimiento o
    militares. El asentamiento de Alorda Park nos permite entrever
    muchos de los entresijos de la estructura social y
    económica ibérica, que tan difícil es
    extraer en la mayoría de casos.
    El yacimiento de Alorda Park gracias al magnífico trabajo
    en el ámbito de la arqueología experimental, junto
    con los avances
    tecnológicos que permiten la identificación y
    la datación de los restos arqueológicos de un modo
    más fiable, favorecen la labor del investigador y
    facilitan el acercamiento del público tanto para la
    docencia, como para el conocimiento
    del público en general, de nuestro pasado
    histórico.

    Notas.
    (1) En el fragmento que muestro a continuación, que
    corresponde al relato que hace Livio de la lucha de Catón
    contra el pueblo de los lacetanos, podemos observar que se hace
    mención al término oppida. La descripción
    que hace de un poblado largo (oppidum longum), hace que podamos
    pensar que se trata de un asentamiento de ladera o vertiente.
    "Con esta tropa tan pequeña (Catón) tomó
    algunos poblados (oppida). Los sedetanos, ausetanos y suesetanos
    se le sometieron. A los lacetanos, pueblo apartado y salvaje, les
    mantenía en armas su nativa fiereza y especialmente la
    conciencia de
    haber devastado los pueblos aliados (sociorum) con repentinos
    ataques mientras el cónsul y su ejército estaban
    ocupados en la guerra de Turdetania. Así pues, el
    cónsul llevó, para poner sitio a su ciudad (oppidum
    eorum), no sólo las cohortes romanas sino también
    los jóvenes de los aliados, irritados con razón con
    ellos. Habitaban un poblado largo (oppidum longum) que no se
    extendía otro tanto en anchura. Se detuvo a unos 400 pasos
    de él (…).."
    Livio (Ab urbe condita 34, 20).
    (2) En este otro texto Livio
    nos describe la situación en el año 195 aC. en la
    que el cónsul Marco Porcio Catón es enviado a
    Hispania Citerior para sofocar la revuelta indígena.
    Catón tiene miedo de los pueblos indígenas y no se
    fía de su lealtad. Por esta razón toma la
    decisión de destruir las murallas de sus oppida. Este
    mismo hecho es explicado por otras fuentes (Apiano) y sabemos por
    ellas que Catón envió a cada pueblo una carta el mismo
    día, obligándolos a destruir sus murallas en la
    misma jornada.
    "Cuando se informó al cònsul de ello, mandó
    que se llamara a su presencia a los senadores (senatores) de
    todos los poblados y les dijo: "Os importa a vosotros más
    que a nosotros no rebelaros, supuesto que la rebelión
    hasta el día de hoy siempre fue con mayor quebranto de los
    hispanos que esfuerzo del romano. Para que ello no ocurra, pienso
    que sólo se puede precaver de una única forma: si
    se logra que no tengais posibilidad de rebelaros. Quiero
    conseguirlo por el camino más suave posible. Ayudadme
    vosotros también en este asunto con vuestro consejo. No
    seguiré ningún otro con más agrado que aquel
    que vosotros mismo mes indiquéis". Al quedarse ellos
    callados dijo que les daba un plazo de unos pocos días
    para deliberar. Como, vueltos a llamar, guardaron silencio
    también en una segunda reunión, habiendo hecho
    destruir en un día los muros (muris) de todas las
    ciudades, marchando contra aquellas que no obedecían
    recibió la rendición (in dicionem) de todos los
    pueblos que habitaban en derredor, según se acercaban a
    cada región".
    Livio (Ab urbe condita 34, 17).

    5. Bibliografía.

    Cultura Ibérica. Hipertexto Multimedia.
    Gracia Alonso, Francisco; Munilla Cabrillana, Gloria. CD-ROM UOC /
    UB. Barcelona 2001.
    Protohistoria: colonitzacions i iberització. Enric
    Sanmartí-Grego. UOC. Barcelona 2000.
    Història romana de Catalunya. Marc Mayer Olivé.
    UOC. Barcelona 2000.
    L’urbanisme protohistòric a la costa de Catalunya.
    Sanmartí, J; Santacana, J. Cota Zero, 1994, pág.
    30-32.
    Modelos de
    Hábitat en el mundo ibérico. Una década de
    investigaciones. Lorenzo abad Casal. REIb. 2, 1996, pág.
    123-145.
    Ciutadella ibérica de Calafell. Vídeo realizado por
    Bonavista Multimedia Calafell en 1998 y publicado por la
    UOC.

     

     

     

     

    Autor:

    Albert Enseñat.

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