De forma activa o pasiva, países de todos los
continentes se vieron implicados o afectados por la segunda guerra
mundial, una contienda en la que naciones con siglos de
civilización se enfrentaron en una escala
destructiva sin precedentes.
La segunda guerra
mundial fue un conflicto
armado que se extendió prácticamente por todo el
mundo entre los años 1939 y 1945. Los principales
beligerantes fueron, de un lado, Alemania,
Italia y
Japón, llamadas las potencias del eje, y del otro, las
potencias aliadas, Francia, el
Reino Unido, los Estados Unidos,
la Unión Soviética y, en menor medida, China. La
guerra fue en
muchos aspectos una consecuencia, tras un difícil
paréntesis de veinte años, de las graves disputas
que la primera guerra
mundial había dejado sin resolver. La
frustración alemana después de la derrota y los
duros términos del Tratado de Versalles, junto con la
intranquilidad política y la
inestabilidad social que afectaron crecientemente a la
república de Weimar, tuvieron como resultado una
radicalización del nacionalismo
alemán. De esta forma se produjo el advenimiento al
poder de Adolf
Hitler, jefe del
Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (NSDAP), o
partido nazi, de ideología totalitaria, ultranacionalista
y antisemita.
Después de haberse otorgado plenos poderes en
1933, Hitler, que
había asumido el título de Fuhrer o caudillo
del Tercer Reich, impulsó el rearme secreto de Alemania.
Aprovechó la falta de decisión de las potencias
europeas para oponerse activamente a sus designios y
ordenó la ocupación militar de Renania en marzo de
1936, decisión que contravenía unilateralmente el
Tratado de Versalles.
En ese mismo año, Benito Mussolini, el dictador
fascista de Italia, que ya se
había embarcado en una agresión a Abisinia
(Etiopía), firmó con Hitler un acuerdo
secreto germano-italiano que daría lugar al
establecimiento del Eje Romano-Berlín. Al año
siguiente, Italia se
unió al pacto que Alemania y
Japón habían firmado en 1936. Fue el llamado pacto
tripartito.
Alemania e
Italia
intervinieron, en nombre del anticomunismo, en la guerra civil
española iniciada en 1936.
La ofensiva alemana
En marzo de 1938, Hitler
envió tropas alemanas para ocupar Austria, que pronto fue
incorporada por plebiscito al Tercer Reich (el Anschluss).
En una hábil combinación de presiones internas y
externas, logró la anexión o neutralización
del territorio checoslovaco en marzo de 1939. En abril del mismo
año, Italia se
anexionó Albania. En agosto se firmó un pacto de
no-agresión entre Alemania y la
Unión Soviética, en el que se establecía una
cláusula secreta sobre la división de Polonia y el
establecimiento de esferas de influencia soviética y
alemanas en los estados bálticos y en Finlandia. Tras este
atrevido acuerdo, que dejó atónitos a los
gobernantes del resto de Europa, Hitler
ordenó iniciar la invasión de Polonia el 1 de
septiembre de 1939. El Reino Unido y Francia
declararon la guerra a
Alemania dos días después. El 17 de septiembre,
tropas soviéticas penetraron en la parte oriental de
Polonia, que de esta forma quedó dividida entre Alemania y
la Unión Soviética. A finales de 1939 se
firmó un nuevo pacto por el que Alemania recibía
toda la parte situada al oeste del río Bug y los
soviéticos obtenían Lituania dentro de su esfera de
influencia.
La Unión Soviética, aprovechando su
entendimiento con Alemania, obligó a Estonia, Letonia y
Lituania a admitir guarniciones militares en su territorio.
Finlandia se negó a obedecer y fue atacada por tropas
soviéticas en noviembre de 1939. Inicialmente, el
pequeño país finés contuvo el ataque
soviético, lo que despertó las simpatías de
todo el mundo. La Unión Soviética no había
valorado en su justa medida la voluntad de Finlandia para
resistir ni los obstáculos naturales constituidos por los
numerosos lagos y bosques del país. No obstante, en marzo
de 1940 Finlandia hubo de pedir la paz, después de un
ataque que obligó masivo de las fuerzas soviéticas
que obligó a los finlandeses a replegarse.
Durante el inicio de 1939, las principales actividades
alemanas se desarrollaron en el mar, incluyendo una
campaña submarina muy activa contra buques mercantes con
rumbo al Reino Unido. En cambio, en la
guerra naval
de superficie los británicos fueron en conjunto más
afortunados que los alemanes.
En abril de 1940, Hitler puso en práctica la
táctica de la "guerra relámpago" al ordenar la
invasión de Noruega y la ocupación de sus
principales campos de aviación de Oslo y Stavanger. Al
mismo tiempo, los
alemanes enviaron barcos de guerra al puerto de Copenhague y se
introdujeron en la península de Jutlandia. La
ocupación de Dinamarca era necesaria para la seguridad de las
comunicaciones
alemanas con Noruega.
Los acontecimientos en los países nórdicos
se convirtieron en un problema de menor importancia para las
potencias en los países nórdicos se convirtieron en
un problema de menor importancia para las potencias occidentales
cuando el 10 de mayo de 1040 se vieron sorprendidas ante el
ataque fulminante de Hitler a través de los Países
Bajos y de Bélgica. En este último país, la
cooperación de la Luftwaffe o fuerza
aérea alemana con las líneas de defensa. El 12 de
mayo, los alemanes cruzaron la frontera franco-belga, y el 22 de
junio, tres quintas partes de Francia,
incluyendo París, estaban ocupadas. Sin embargo, buena
parte de las tropas británicas en Francia,
así como otros grupos de
diversas nacionalidades, lograron escapar por el puerto de
Dunquerque. Se firmó entonces un armisticio entre Alemania
y Francia,
representada ésta por el mariscal Philippe Pétain,
héroe francés de la primera guerra
mundial. A partir de entonces, los alemanes ocuparon todo el
norte de Francia, desde la frontera suiza al canal de la Mancha y
el Atlántico, y una franja de la costa atlántica
desde el bajo Loira al extremo oriental de los Pirineos. El
gobierno
francés, con sede en Vichy, conservaba el control de dos
quintas partes de Francia y de la armada y la fuerza
aérea, que, sin embargo, habían de mantenerse
neutrales. Mientras tanto, el general Charles de Gaulle, desde
Londres, radiaba proclamas invitando a los franceses a continuar
la resistencia
contra los invasores alemanes.
Durante agosto y septiembre de 1940, la Luftwaffe
alemana lanzó un bombardero aéreo masivo sobre el
Reino Unido en un intento de debilitar al país para una
invasión posterior a través del canal. Los
británicos tenían a su favor un sistema de
detección por radar y un tipo de caza, el "Spitfire",
superior a cualquier avión alemán. En la batalla de
Inglaterra se fue
imponiendo fundamentalmente la Royal Air Force británica,
y Hitler pospuso indefinidamente la invasión. Por primera
vez, el avance alemán había sido frenado, lo que
tuvo un enorme valor
simbólico.
Después del fracaso intento de invasión de
Grecia por
parte de Italia en noviembre de 1940, Hitler incorporó
sucesivamente a Hungría, Rumania y Eslovaquia al Eje.
Bulgaria se unió en marzo de 1941. En abril, Alemania
atacó a Yugoslavia y Grecia, que
fueron invadidas a finales de mes. El estado
yugoslavo se disolvió completamente, y Grecia fue
ocupada por los italianos, excepto Atenas, Tesalónica y
Demótica, en Tracia, así como las islas de
Quíos, Lesbos, Santos, Melos y Creta, que se reservaron
los alemanes para sí.
En junio de 1941, Hitler rompió el pacto de
no-agresión de 1939 y atacó a la Unión
Soviética. La amistad de este
país, sin la que las victorias de 1939-1940 hubieran sido
imposibles, ya no le era necesaria a Alemania. Unidas armadas
alemanas entraron en territorio soviético y en diciembre
habían llegado a los alrededores de Moscú, antes de
que los contraataques y los rigores del invierno
paralizarían la ofensiva.
La guerra en el Pacífico y las
primeras
victorias aliadas
Cuando la guerra se inició en Europa en
septiembre de 1939, los japoneses, a pesar de su continuado
avance en China, no
veían el final de un conflicto que
se les antojaba largo y estéril. La declaración de
guerra del Reino Unido y Francia contra Alemania abrió al
Japón la perspectiva de apoderarse de colonias europeas en
el sudeste de Asia y en el
Pacífico. A finales de 1940, Japón había
decidido que en caso de iniciar una ofensiva, ésta
tendría como objetivo las
posiciones de los Estados Unidos,
su principal adversario en el Pacífico. Entre el 7 y el 8
de diciembre de 1941, los japoneses bombardearon las
instalaciones estadounidenses en el Pearl Harbor, Hawaii, y en
las Filipinas. A continuación, los Estados Unidos
declararon la guerra a las potencias del Eje.
A pesar de la ventaja inicial obtenida por medio del
ataque sorpresa, Japón perdió las batallas navales
decisivas del mar del Coral y de Midway en mayo y junio de 1942.
En este momento, la guerra en el Pacífico cambió de
signo. Japón había perdido sus portaaviones de
primera línea y la mayoría de sus mejores pilotos.
En lo sucesivo, las fuerzas navales de los japoneses y de los
aliados quedaron igualadas. La estrategia
estadounidense en el Pacífico consistía en utilizar
fuerzas navales u anfibias para avanzar por las cadenas de islas
hacia Japón, mientras que fuerzas terrestres en menor
escala cooperaban
con los chinos y los británicos en el continente
asiático.
En el norte de África, los británicos, que
en 1940-1941 habían eliminado fuerzas italianas mucho
mayores, entablaron batalla con el Afrika Korps alemán
dirigido por el mariscal Erwin Rommel. En julio de 1942, la
ofensiva alemana contra Egipto fue
detenida en la batalla de El-Alamein. En ese momento terminaron
las esperanzas de Alemania de conseguir una victoria
rápida en África. Las tropas de Rommel se
encontraban exhaustas y sometidas además al acoso de los
británicos. A mediados de octubre de 1942 llegaron
refuerzos aliados al norte de África. La superioridad
numérica sobre las tropas alemanas fue en aquel momento
tan fuerte que en noviembre Rommel carecía de fuerza para
resistir y ordenó la retirada. Las tropas alemanas se
replegaron gradualmente hacia Túnez, hasta que capitularon
en mayo de 1943.
La derrota del Eje
En julio de aquel año, fuerzas aliadas
desembarcaron en Sicilia desde el norte de África. La
invasión representaba una amenaza directa para Italia.
Cuando Mussolini reveló al Gran Consejo Fascista que los
alemanes estaban proyectando la evacuación de la mitad sur
de Italia, la mayoría del consejo votó una
resolución en contra de Mussolini, que dimitió y
fue arrestado el 25 de julio. El rey Víctor Manuel III
ordenó entonces la formación de un nuevo gobierno, a cuyo
frente se puso Pietro Badoglio. Desde Sicilia, los aliados
pasaron a Italia con el desembarco en Salerno en septiembre de
1943. El gobierno
italiano, en cumplimiento de una pacto firmado con los Estados Unidos,
declaró la guerra a Alemania en octubre de 1943. Los
alemanes reforzaron sus defensas en el norte u centro de Italia y
continuaron luchando duramente contra las tropas aliadas durante
el resto de la guerra.
En el frente oriental, desde agosto de 1942 a febrero de
1943, los alemanes llevaron a cabo un asedio de Stalingrado
(posteriormente Volgogrado) que chocó con una dura
oposición y que finalmente no tuvo éxito. Las
fuerzas alemanas en la Unión Soviética perdieron
ímpetu. Mientras las bajas humanas y de equipo obligaban a
los alemanes a abandonar su proyectada ofensiva, el
ejército rojo mejoraba continuamente la calidad de su
mando y aumentaba su fuerza
recurriendo a sus enormes reservas de hombres. En el verano de
1943 tenía una superioridad numérica de cuatro a
uno sobre los alemanes, que comenzaron a retroceder.
A partir de 1944, las fuerzas alemanas habían
iniciado una retirada parcial del este con fin de prepararse para
contener la invasión aliada que se esperaba en el oeste de
Europa. No se
sabía, sin embargo, dónde tendría lugar. La
misión
había sido confiada al general Dwight Eisenhower, y
recibió el nombre de "operación Overlord". EL 6 de
junio de 1944 (que se conocería como día D),
156.000 hombres desembarcaron en las playas de Normandía,
procedentes del sur de a Gran Bretaña. Las fuerzas
invasoras estaban compuestas por soldados británicos,
canadienses y estadounidenses, y pequeños grupos de otras
nacionalidades. Los aliados hicieron rápidos progresos en
el norte de Francia gracias a su fuerza
aérea, capaz de interferir decisivamente el movimiento de
las reservas alemanas.
Comenzaron también en este momento las dudas y
las disensiones por parte de los mismos alemanes.
Aparte del progreso de los aliados, un acontecimiento
desmoralizó a los mandos alemanes: el fracaso y las
consecuencias de una conspiración contra Hitler. El curso
desastroso que había tomado la guerra y la alarma ante los
crímenes del régimen nazi, llevaron a cierto
número de civiles y de oficiales a formar una
oposición secreta que decidió finalmente matar al
Fuhrer. El complot fracasó y la reacción
nazi fue salvaje: 200 conspiradores implicados y otras cinco mil
personas más remotamente relacionadas con el complot
fueron condenados a muerte. Hitler
y sus fanáticos partidarios, cada vez más alejados
de su pueblo, tenían todavía la esperanza de
inclinar la balanza a su favor mediante el empleo de
armas nuevas
que los científicos alemanes estaban perfeccionando. Pero
la realidad era que la superioridad aliada hacía ya
completamente infructuosos los esfuerzos de Alemania. Los aliados
consolidaron rápidamente su dominio de
Francia y comenzaron un avance hacia el este que
finalizaría con la ocupación de Alemania entre
marzo y abril de 1945. Hitler ordenó la
movilización de todos los hombres de edades comprendidas
entre los 16 y 60 años en un intento desesperado a
defender el Tercer Reich. Mientras tanto, el ejército
soviético avanzó hacia el oeste y ocupó la
mitad oriental de Alemania. Antes de que sus tropas estuviesen
listas para el asalto final, los aliados intensificaron sus
bombardeos aéreos. Esta ofensiva culminó el 13 de
febrero de 1945 con una serie de cinco ataques sobre Dresde, que
quedó completamente destruida.
En el momento más crítico del colapso
alemán, con Berlín rodeado de tropas
soviéticas, Hitler, aislado y presa de la
desesperación se suicido el 30 de abril de 1945. La
rendición definitiva de las fuerzas alemanas se
firmó el 8 de mayo. La guerra había terminado
oficialmente en Europa.
En el Pacífico, el general estadounidense Douglas
MacArhur aniquiló prácticamente a la armada
japonesa en la batalla naval del golfo de Leyte y abrió el
camino a los Estados Unidos
para la ocupación de la Filipinas, objetivo
primordial de la campaña. En marzo de 1944, Manila se
rindió, y en marzo y junio del año siguiente los
Estados Unidos capturaron las islas de Iwo Jima y Okinawa
después de una encarnizada lucha con los japoneses.
Quedaba entonces libre el camino para un bombardero masivo del
Japón e incluso una posible invasión. Se estaba
preparando, sin embargo, algo mucho más contundente. En
efecto, los Estados Unidos, a partir de experimentos
alemanes, habían elaborado una bomba atómica. Harry
S. Truman, quien asumió la presidencia estadounidense tras
la muerte de
Franklin D. Roosevelt, había estimado que la bomba
atómica podía utilizarse para derrotar a
Japón de tal forma que costaría menos bajas a los
Estados Unidos que una invasión tradicional. El 6 de
agosto fue lanzada la primera bomba atómica sobre la
ciudad de Hiroshima. Ochenta mil personas murieron abrasadas o a
consecuencia de la radiación, y otras setenta mil quedaron
gravemente afectadas. Dos días después, la
Unión Soviética declaró la guerra a
Japón, y el 9 de agosto, los estadounidenses lanzaron la
segunda bomba nuclear sobre Nagasaki. Los japoneses, ante esta
demostración de fuerza, se rindieron formalmente el 2 de
septiembre de 1945.
La segunda guerra
mundial arrojó un balance de entre 35 y 60 millones de
muertos, de ellos gran número de civiles. Los bombarderos
masivos de ciudades e instalaciones industriales generaron
asimismo enormes pérdidas materiales. La
capacidad ofensiva de las nuevas armas y
tácticas de guerra (transportes y bombardeos
aéreos, portaaviones, unidades de paracaídas,
tanques con potentes cañones, bombas
autopropulsadas -como los cohetes V-1 y V-2 que lanzaron los
alemanes sobre Londres- y bombas
atómicas) explica las grandes destrucciones y matanzas
producidas, sobre todo, en la Unión Soviética,
Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido.
Las conferencias de paz de Teherán (1943), Yalta
y Potsdam (ambas en 1945) cambiaron el mapa del mundo y sentaron
las bases de un nuevo período histórico en el que
la vieja Europa
cedió su hegemonía a las dos nuevas superpotencias
que se consolidaron durante y tras la guerra: los Estados Unidos
y la Unión Soviética.