El estudio es una actividad muy personal y por
tanto cada uno ha de utilizar su propia técnica ajustada a
su propia personalidad.
El estudio como actividad intelectual presupone un grado de
inteligencia.
Hay una serie de factores ambientales que pueden influir
negativamente en el trabajo
intelectual: problemas
familiares graves, crisis
afectivas agudas, escasez de tiempo para
estudiar por razones económicas, etc.
1. La atención.
El trabajo intelectual se realiza fundamentalmente leyendo y
escribiendo. Para que esas dos actividades se desarrollen bien
se requiere atención y concentración
La concentración es un requisito esencial para que
trabaje bien nuestra memoria y
nuestro entendimiento. Para ello, la atención la tenemos
que lograr y asegurar nosotros.
Un primer requisito para poder lograr
un mínimo de atención es crear un ambiente
externo de trabajo. No se puede estudiar bien en una postura
incómoda, en un
lugar mal iluminado o en una habitación donde haya
personas hablando. Es muy posible que en el momento de estar
estudiando un tema árido y poco atractivo nuestra
atención se escape de ese tema y se fije en esa
conversación en sí poco interesante. Tampoco son
recomendables salas de lectura
colectivas en las que el imperativo de silencio se aplique con
excesiva tolerancia.
Generalmente tampoco contribuye a la concentración tener
puesta la radio
mientras se estudia,. tal vez, en todo caso con una suave
música
de fondo.
Por otra parte, existe una proporcionalidad directa entre el
grado de atención que ponemos en el estudio y el grado
de asimilación(compresión y memorizar).Hay
también una proporcionalidad, en este caso inversa,
entre el grado de concentración y el tiempo
necesario para aprender un tema. Lo que tardaríamos en
aprender dos horas con una atención semidispersa, lo
aprendemos en menos de una hora con una atención bien
concentrada.
Lograremos el grado necesario de concentración si
tenemos unos motivos que nos influyan personalmente y con
eficacia.
Hay en primer lugar motivos de carácter
ético-profesional: la conciencia
cívica de prepararse pacientemente para ser útil
en la sociedad, el
sentido de aprovechar una oportunidad de capacitarnos, el deber
de no malograr el esfuerzo, a veces el sacrificio, que otros
están haciendo para que podamos estudiar: desde el
legítimo y noble afán de superarse y prepararse
para ocupar en el futuro un puesto destacado y ventajoso en la
vida, o el de llevar bien el curso y preparar con un cierto
margen de seguridad
unos exámenes.
Hay motivos muy eficaces de orden práctico como la
convicción de que estudiando con atención ganamos
tiempo: al
enfrentarnos con un tema árido un día que tal vez
no nos conmueven demasiado los imperativos
ético-profesionales, puede ser un gran aliciente para
concentrar nuestra atención el saber que con
atención concentrada despacharemos perfectamente el tema
en mucho menos tiempo del que
nos llevaría el dominarlo con atención
dispersa.
Insistiremos en que hace falta enfrentarse activamente con
lo que tenemos que estudiar, con intensidad y con brío,
haciendo intervenir a ser posible diversas actividades, por
ejemplo tomando notas o haciendo croquis al mismo tiempo que
leemos.
Hay un factor negativo importante que influye en nuestra
capacidad de concentración: la saturación. Por
ello, al darse un cansancio real, es preferible descansar,
aunque se pierda un tiempo que luego se recuperará con
creces trabajando en buenas condiciones.
2. La
lectura.
Es evidente recordar la importancia del buen estado de
nuestra visión así como mantener unas buenas
condiciones para la lectura:
suficiente iluminación, un mínimo de comodidad,
etc.
Está perfectamente comprobado que al leer, nuestra
mirada no se va deslizando ininterrumpidamente a lo largo de la
línea escrita. Por el contrario avanza a saltos, con
brevísimas paradas a lo largo de cada línea.
Sólo es posible ver y entender las palabras escritas, al
estar fija en ellas la mirada, aunque el tiempo de parada sea
muy corto. A cada una de esas paradas de la vista al leer se la
llama fijación, incluyendo el tiempo necesario para que
la vista salte al punto de la siguiente fijación, tiene
una duración aproximada de un cuarto de segundo.
Es importante recordar que la velocidad de
lectura no
dificulta la comprensión de lo leído, sino que
más bien la facilita.
En nuestros hábitos de lectura son
frecuentes dos defectos que llevan a una disminución de
la velocidad
sin mejorar la comprensión: la vocalización y la
subvocalización. Vocalizar es pronunciar, aunque sea en
voz imperceptible, las palabras que se van leyendo. La
subvocalización es un defecto semejante al anterior, con
la diferencia de que la pronunciación de lo que leemos
es sólo mental, no bucal.
Hay varios tipos de lectura. En
primer lugar un tipo de lectura de
búsqueda de datos aislados.
No nos interesa el resto del texto y
podemos proceder a la máxima velocidad.
Un segundo tipo de lectura más intensa sería la
llamada lectura de información. Nos interesa enterarnos de
todo lo que dice, pero no para retenerlo todo al detalle, sino
o bien para tener una idea general de lo leído, o bien
para señalar determinados puntos importantes que
queremos leer o estudiar más tarde con detención.
Habría que distinguir entre la lectura
de corrido, una lectura rápida tras las cual
vendría el proceso de
estudio a fondo, que constituye otra nueva forma de
lectura.
En la tercera forma de lectura, que cabría llamar
lectura reflexiva o lectura de estudio, la velocidad
pasa a segundo plano. Lo que interesa ante todo es la perfecta
comprensión y la retención de lo comprendido.
Para ello habría que invertir todo el tiempo que sea
preciso, e incluso habría que hacer frecuentes
retrocesos a partes ya leídas del libro o
habrá que consultar otros libros.
3. Los apuntes de clase.
Seguir y retener lo explicado en clase es útil en
cualquier caso: una persona que
siga con constancia las explicaciones y las retenga en apuntes,
tiene mucho adelantado para estudiar luego el libro de
texto.
Tomar notas en clase no es escribir al dictado. La
técnica del dictado no vale por tanto para recoger lo
expuesto en una explicación oral. Por otra parte, son
muy pocos los alumnos que conocen la taquigrafía. La
solución consiste en adiestrarse en tomar notas con una
técnica que permita salvar la diferencia de velocidad
entre la palabra hablada y la escrita, sin detrimento del
contenido de las notas que se toman.
Desde el punto de vista material resulta recomendable
utilizar un cuaderno distinto para cada asignatura. Las hojas
sueltas se extravían fácilmente. La mezcla de
materias en un mismo cuaderno resulta incómoda y
produce confusiones. Con frecuencia es bastante útil
escribir en cuadernos de líneas bastante espaciadas o
utilizar amplios márgenes laterales, de manera que las
aclaraciones, correcciones o breves complementos puedan hacerse
en el lugar adecuado: entre líneas o al margen.
A la hora de tomar los apuntes no se trata de recoger el
mayor número de ideas, con la máxima fidelidad
posible. No se trata de escribir en un castellano
correcto sino que pueden omitirse elementos gramaticales no
necesarios para la compresión ,entre los que se
encuentra el artículo. También es útil el
empleo de
signos convencionales rápidos y familiares.
También para ganar velocidad es importante
familiarizarse con el empleo de
abreviaturas: no sólo con las usadas convencionalmente,
sino con cualquier otra, con tal de que luego sea fácil
de reconocer.
Una técnica muy usada al tomar notas es mutilar
palabras, sobre todo aquellas que se emplean mucho y son
fácilmente reconocibles dentro del contexto.
Es fundamental distinguir lo principal de lo accesorio. Es
frecuente que en una explicación oral el profesor
intercale espacios en los que expone un caso práctico,
narra con detalle una anécdota explicativa, etc., que
sirven para aclarar las ideas explicativas sin aportar nuevos
datos, y al
mismo tiempo permiten una relajación a quién
está tomando apuntes. Es importante aprovechar esos
momentos para descansar y poder
reanudar con nueva energía la toma de notas cuando haya
terminado el espacio de relajación.
Otro aspecto a tener en cuenta es la revisión de
apuntes ya que es un paso de gran importancia para asegurar el
valor y la
utilidad de
esas notas. La finalidad de la revisión es
múltiple: completar omisiones, aclarar
ambigüedades, corregir errores, controlar u corregir la
grafía de términos técnicos y nombres
propios. Conviene hacer cuanto antes esa revisión.
La memoria
retiene durante algún tiempo detalles e ideas que no ha
habido tiempo de tomar por escrito con la suficiente
claridad.
Un problema que se plantea con frecuencia es el de la
conveniencia o no de pasar los apuntes a limpio. Hacerlo tiene
una doble ventaja: contribuye a revisarlos y completarlos a
fondo y ayuda a entender la materia y
familiarizarse con ella. Tiene también una serie de
desventajas: requiere tiempo, a veces mucho. La decisión
en un sentido o en otro depende del grado de legibilidad que
tengan las notas directamente tomadas, del uso que se vaya a
hacer de ellas y de los hábitos de estudio
personales.
4. El estudio.
Una actitud
pasiva en el estudio es altamente perjudicial, ya que limita
enormemente el rendimiento y exige muchas más horas que
una actitud
activa, para lograr en el mejor de los casos los mismos
resultados.
Es preciso saber que estudiar no se reduce a leer.
En primer lugar hay que asegurarse la atención y
reducir en todo lo posible las ocasiones externas de
distracción.
Primeramente al comenzar al estudiar debemos formarnos una
idea global general a la pregunta ¿de qué se
trata esta lección?
En la segunda fase del estudio hay que atacar por separado a
cada una de las unidades metiéndose a fondo en ellas. Es
conveniente que cada una de esas unidades no sea demasiado
grande y que realmente constituya una unidad. Cada una de esas
unidades ha de ser sometida a una lectura concentrada en la que
ea requisito fundamental que no quede nada sin entender. Uno de
los peores hábitos que puede adquirir un estudiante, es
contentarse con aprender lo que tiene delante aunque no lo
comprenda. Por ello para estudiar es imprescindible tener a
mano un diccionario.
A continuación es fundamental descubrir la estructura
de esa unidad, distinguiendo lo principal de lo secundario y
examinando la conexión que tienen entre sí las
diversas ideas. O sea, al estudiar es fundamental distinguir es
estructura:
ante todo descubrir cuál es, o cuales son las ideas
principales. Una vez descubiertas éstas, ver cómo
son explicadas, probadas o aclaradas por medio de ideas
secundarias. Con ello conoceremos las estructura
interna de lo que estudiamos y tendremos algo que
podríamos llamar el esqueleto.
Para dicha estructuración es recomendable dos
sistemas: el
subrayado y el esquema. El subrayado presupone como
condición que el libro
utilizado sea nuestro. ES IMPORTANTE SUBRAYAR POCO. Un
subrayado continuo o cuasicontinuo es prácticamente
inútil. Se deben subrayar las frases o palabras que
contienen ideas importantes. Se recomienda jerarquizar el
subrayado, del modo que las ideas principales estarían
subrayadas de una forma y las secundarias de otra.
Puede ser muy útil completar el subrayado con notas
marginales, donde por ejemplo se indica con un título
marginal cada cambio de
contenido que se da en el texto.
El mejor medio para descubrir la estructura
de lo que estamos estudiando es el esquema o guión,
siendo una de sus características fundamentales la
brevedad.
Una vez que hemos comprendido la materia que
estamos estudiando y por medio de subrayados o de esquemas
hemos descubierto y fijado instintivamente su estructura,
es el momento de aprenderla. Aprender es fijar en la memoria
lo ya entendido y organizado, ya que la memoria
recoge y retiene mucho mejor y con menos esfuerzo lo que
previamente se ha entendido.
A la hora de memorizar es preferible aprender y retener
ideas y no frases.
Por otro lado, la memoria
de cada persona suele
tener características diferentes. En unos
predomina lo visual, y les ayuda para retener un tema, recordar
la estructura gráfica del esquema. En otras predomina lo
auditivo y en el proceso de
memorización les conviene tal vez actuar en voz alta o
esbozar la pronunciación. En todo caso será
necesaria una fuerte concentración activa. En resumen,
la memorización debe ser dinámica y activa.
La última fase del proceso de
estudio es el control, con
un doble sentido: control de
compresión y control de
retención.
5. Los exámenes.
El requisito previo es llegar al examen en unas buenas
condiciones psico-físicas.
Es preciso saber seleccionar lo principal de lo secundario,
especialmente en ocasiones en las que se dispone de poco
tiempo.
Es fundamental que un examen escrito sea claro y legible. La
claridad es una cualidad interna de la exposición.
Supone ideas claras, pero a veces éstas no bastan. Es
importante adiestrarse exponer claramente lo que tenemos claro
en la cabeza. Hay que jerarquizar las ideas, ordenarlas
lógicamente, evitar repeticiones y retrocesos, no
emplear expresiones