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Saber estudiar




Enviado por latiniando



    El estudio es una actividad muy personal y por
    tanto cada uno ha de utilizar su propia técnica ajustada a
    su propia personalidad.
    El estudio como actividad intelectual presupone un grado de
    inteligencia.

    Hay una serie de factores ambientales que pueden influir
    negativamente en el trabajo
    intelectual: problemas
    familiares graves, crisis
    afectivas agudas, escasez de tiempo para
    estudiar por razones económicas, etc.

    1. La atención.

    El trabajo intelectual se realiza fundamentalmente leyendo y
    escribiendo. Para que esas dos actividades se desarrollen bien
    se requiere atención y concentración

    La concentración es un requisito esencial para que
    trabaje bien nuestra memoria y
    nuestro entendimiento. Para ello, la atención la tenemos
    que lograr y asegurar nosotros.

    Un primer requisito para poder lograr
    un mínimo de atención es crear un ambiente
    externo de trabajo. No se puede estudiar bien en una postura
    incómoda, en un
    lugar mal iluminado o en una habitación donde haya
    personas hablando. Es muy posible que en el momento de estar
    estudiando un tema árido y poco atractivo nuestra
    atención se escape de ese tema y se fije en esa
    conversación en sí poco interesante. Tampoco son
    recomendables salas de lectura
    colectivas en las que el imperativo de silencio se aplique con
    excesiva tolerancia.
    Generalmente tampoco contribuye a la concentración tener
    puesta la radio
    mientras se estudia,. tal vez, en todo caso con una suave
    música
    de fondo.

    Por otra parte, existe una proporcionalidad directa entre el
    grado de atención que ponemos en el estudio y el grado
    de asimilación(compresión y memorizar).Hay
    también una proporcionalidad, en este caso inversa,
    entre el grado de concentración y el tiempo
    necesario para aprender un tema. Lo que tardaríamos en
    aprender dos horas con una atención semidispersa, lo
    aprendemos en menos de una hora con una atención bien
    concentrada.

    Lograremos el grado necesario de concentración si
    tenemos unos motivos que nos influyan personalmente y con
    eficacia.

    Hay en primer lugar motivos de carácter
    ético-profesional: la conciencia
    cívica de prepararse pacientemente para ser útil
    en la sociedad, el
    sentido de aprovechar una oportunidad de capacitarnos, el deber
    de no malograr el esfuerzo, a veces el sacrificio, que otros
    están haciendo para que podamos estudiar: desde el
    legítimo y noble afán de superarse y prepararse
    para ocupar en el futuro un puesto destacado y ventajoso en la
    vida, o el de llevar bien el curso y preparar con un cierto
    margen de seguridad
    unos exámenes.

    Hay motivos muy eficaces de orden práctico como la
    convicción de que estudiando con atención ganamos
    tiempo: al
    enfrentarnos con un tema árido un día que tal vez
    no nos conmueven demasiado los imperativos
    ético-profesionales, puede ser un gran aliciente para
    concentrar nuestra atención el saber que con
    atención concentrada despacharemos perfectamente el tema
    en mucho menos tiempo del que
    nos llevaría el dominarlo con atención
    dispersa.

    Insistiremos en que hace falta enfrentarse activamente con
    lo que tenemos que estudiar, con intensidad y con brío,
    haciendo intervenir a ser posible diversas actividades, por
    ejemplo tomando notas o haciendo croquis al mismo tiempo que
    leemos.

    Hay un factor negativo importante que influye en nuestra
    capacidad de concentración: la saturación. Por
    ello, al darse un cansancio real, es preferible descansar,
    aunque se pierda un tiempo que luego se recuperará con
    creces trabajando en buenas condiciones.

    2. La
    lectura.

    Es evidente recordar la importancia del buen estado de
    nuestra visión así como mantener unas buenas
    condiciones para la lectura:
    suficiente iluminación, un mínimo de comodidad,
    etc.

    Está perfectamente comprobado que al leer, nuestra
    mirada no se va deslizando ininterrumpidamente a lo largo de la
    línea escrita. Por el contrario avanza a saltos, con
    brevísimas paradas a lo largo de cada línea.
    Sólo es posible ver y entender las palabras escritas, al
    estar fija en ellas la mirada, aunque el tiempo de parada sea
    muy corto. A cada una de esas paradas de la vista al leer se la
    llama fijación, incluyendo el tiempo necesario para que
    la vista salte al punto de la siguiente fijación, tiene
    una duración aproximada de un cuarto de segundo.

    Es importante recordar que la velocidad de
    lectura no
    dificulta la comprensión de lo leído, sino que
    más bien la facilita.

    En nuestros hábitos de lectura son
    frecuentes dos defectos que llevan a una disminución de
    la velocidad
    sin mejorar la comprensión: la vocalización y la
    subvocalización. Vocalizar es pronunciar, aunque sea en
    voz imperceptible, las palabras que se van leyendo. La
    subvocalización es un defecto semejante al anterior, con
    la diferencia de que la pronunciación de lo que leemos
    es sólo mental, no bucal.

    Hay varios tipos de lectura. En
    primer lugar un tipo de lectura de
    búsqueda de datos aislados.
    No nos interesa el resto del texto y
    podemos proceder a la máxima velocidad.
    Un segundo tipo de lectura más intensa sería la
    llamada lectura de información. Nos interesa enterarnos de
    todo lo que dice, pero no para retenerlo todo al detalle, sino
    o bien para tener una idea general de lo leído, o bien
    para señalar determinados puntos importantes que
    queremos leer o estudiar más tarde con detención.
    Habría que distinguir entre la lectura
    de corrido, una lectura rápida tras las cual
    vendría el proceso de
    estudio a fondo, que constituye otra nueva forma de
    lectura.

    En la tercera forma de lectura, que cabría llamar
    lectura reflexiva o lectura de estudio, la velocidad
    pasa a segundo plano. Lo que interesa ante todo es la perfecta
    comprensión y la retención de lo comprendido.
    Para ello habría que invertir todo el tiempo que sea
    preciso, e incluso habría que hacer frecuentes
    retrocesos a partes ya leídas del libro o
    habrá que consultar otros libros.

    3. Los apuntes de clase.

    Seguir y retener lo explicado en clase es útil en
    cualquier caso: una persona que
    siga con constancia las explicaciones y las retenga en apuntes,
    tiene mucho adelantado para estudiar luego el libro de
    texto.

    Tomar notas en clase no es escribir al dictado. La
    técnica del dictado no vale por tanto para recoger lo
    expuesto en una explicación oral. Por otra parte, son
    muy pocos los alumnos que conocen la taquigrafía. La
    solución consiste en adiestrarse en tomar notas con una
    técnica que permita salvar la diferencia de velocidad
    entre la palabra hablada y la escrita, sin detrimento del
    contenido de las notas que se toman.

    Desde el punto de vista material resulta recomendable
    utilizar un cuaderno distinto para cada asignatura. Las hojas
    sueltas se extravían fácilmente. La mezcla de
    materias en un mismo cuaderno resulta incómoda y
    produce confusiones. Con frecuencia es bastante útil
    escribir en cuadernos de líneas bastante espaciadas o
    utilizar amplios márgenes laterales, de manera que las
    aclaraciones, correcciones o breves complementos puedan hacerse
    en el lugar adecuado: entre líneas o al margen.

    A la hora de tomar los apuntes no se trata de recoger el
    mayor número de ideas, con la máxima fidelidad
    posible. No se trata de escribir en un castellano
    correcto sino que pueden omitirse elementos gramaticales no
    necesarios para la compresión ,entre los que se
    encuentra el artículo. También es útil el
    empleo de
    signos convencionales rápidos y familiares.
    También para ganar velocidad es importante
    familiarizarse con el empleo de
    abreviaturas: no sólo con las usadas convencionalmente,
    sino con cualquier otra, con tal de que luego sea fácil
    de reconocer.

    Una técnica muy usada al tomar notas es mutilar
    palabras, sobre todo aquellas que se emplean mucho y son
    fácilmente reconocibles dentro del contexto.

    Es fundamental distinguir lo principal de lo accesorio. Es
    frecuente que en una explicación oral el profesor
    intercale espacios en los que expone un caso práctico,
    narra con detalle una anécdota explicativa, etc., que
    sirven para aclarar las ideas explicativas sin aportar nuevos
    datos, y al
    mismo tiempo permiten una relajación a quién
    está tomando apuntes. Es importante aprovechar esos
    momentos para descansar y poder
    reanudar con nueva energía la toma de notas cuando haya
    terminado el espacio de relajación.

    Otro aspecto a tener en cuenta es la revisión de
    apuntes ya que es un paso de gran importancia para asegurar el
    valor y la
    utilidad de
    esas notas. La finalidad de la revisión es
    múltiple: completar omisiones, aclarar
    ambigüedades, corregir errores, controlar u corregir la
    grafía de términos técnicos y nombres
    propios. Conviene hacer cuanto antes esa revisión.
    La memoria
    retiene durante algún tiempo detalles e ideas que no ha
    habido tiempo de tomar por escrito con la suficiente
    claridad.

    Un problema que se plantea con frecuencia es el de la
    conveniencia o no de pasar los apuntes a limpio. Hacerlo tiene
    una doble ventaja: contribuye a revisarlos y completarlos a
    fondo y ayuda a entender la materia y
    familiarizarse con ella. Tiene también una serie de
    desventajas: requiere tiempo, a veces mucho. La decisión
    en un sentido o en otro depende del grado de legibilidad que
    tengan las notas directamente tomadas, del uso que se vaya a
    hacer de ellas y de los hábitos de estudio
    personales.

    4. El estudio.

    Una actitud
    pasiva en el estudio es altamente perjudicial, ya que limita
    enormemente el rendimiento y exige muchas más horas que
    una actitud
    activa, para lograr en el mejor de los casos los mismos
    resultados.

    Es preciso saber que estudiar no se reduce a leer.

    En primer lugar hay que asegurarse la atención y
    reducir en todo lo posible las ocasiones externas de
    distracción.

    Primeramente al comenzar al estudiar debemos formarnos una
    idea global general a la pregunta ¿de qué se
    trata esta lección?

    En la segunda fase del estudio hay que atacar por separado a
    cada una de las unidades metiéndose a fondo en ellas. Es
    conveniente que cada una de esas unidades no sea demasiado
    grande y que realmente constituya una unidad. Cada una de esas
    unidades ha de ser sometida a una lectura concentrada en la que
    ea requisito fundamental que no quede nada sin entender. Uno de
    los peores hábitos que puede adquirir un estudiante, es
    contentarse con aprender lo que tiene delante aunque no lo
    comprenda. Por ello para estudiar es imprescindible tener a
    mano un diccionario.

    A continuación es fundamental descubrir la estructura
    de esa unidad, distinguiendo lo principal de lo secundario y
    examinando la conexión que tienen entre sí las
    diversas ideas. O sea, al estudiar es fundamental distinguir es
    estructura:
    ante todo descubrir cuál es, o cuales son las ideas
    principales. Una vez descubiertas éstas, ver cómo
    son explicadas, probadas o aclaradas por medio de ideas
    secundarias. Con ello conoceremos las estructura
    interna de lo que estudiamos y tendremos algo que
    podríamos llamar el esqueleto.

    Para dicha estructuración es recomendable dos
    sistemas: el
    subrayado y el esquema. El subrayado presupone como
    condición que el libro
    utilizado sea nuestro. ES IMPORTANTE SUBRAYAR POCO. Un
    subrayado continuo o cuasicontinuo es prácticamente
    inútil. Se deben subrayar las frases o palabras que
    contienen ideas importantes. Se recomienda jerarquizar el
    subrayado, del modo que las ideas principales estarían
    subrayadas de una forma y las secundarias de otra.

    Puede ser muy útil completar el subrayado con notas
    marginales, donde por ejemplo se indica con un título
    marginal cada cambio de
    contenido que se da en el texto.

    El mejor medio para descubrir la estructura
    de lo que estamos estudiando es el esquema o guión,
    siendo una de sus características fundamentales la
    brevedad.

    Una vez que hemos comprendido la materia que
    estamos estudiando y por medio de subrayados o de esquemas
    hemos descubierto y fijado instintivamente su estructura,
    es el momento de aprenderla. Aprender es fijar en la memoria
    lo ya entendido y organizado, ya que la memoria
    recoge y retiene mucho mejor y con menos esfuerzo lo que
    previamente se ha entendido.

    A la hora de memorizar es preferible aprender y retener
    ideas y no frases.

    Por otro lado, la memoria
    de cada persona suele
    tener características diferentes. En unos
    predomina lo visual, y les ayuda para retener un tema, recordar
    la estructura gráfica del esquema. En otras predomina lo
    auditivo y en el proceso de
    memorización les conviene tal vez actuar en voz alta o
    esbozar la pronunciación. En todo caso será
    necesaria una fuerte concentración activa. En resumen,
    la memorización debe ser dinámica y activa.

    La última fase del proceso de
    estudio es el control, con
    un doble sentido: control de
    compresión y control de
    retención.

    5. Los exámenes.

    El requisito previo es llegar al examen en unas buenas
    condiciones psico-físicas.

    Es preciso saber seleccionar lo principal de lo secundario,
    especialmente en ocasiones en las que se dispone de poco
    tiempo.

    Es fundamental que un examen escrito sea claro y legible. La
    claridad es una cualidad interna de la exposición.
    Supone ideas claras, pero a veces éstas no bastan. Es
    importante adiestrarse exponer claramente lo que tenemos claro
    en la cabeza. Hay que jerarquizar las ideas, ordenarlas
    lógicamente, evitar repeticiones y retrocesos, no
    emplear expresiones

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