Revoluciones del Siglo XX
- INTRODUCCIÓN
- La Revolución
Mexicana
- DECENA TRAGICA
- ANTECEDENTES:
- CRONOLOGIA DE LOS HECHOS:
- El 20 de
Noviembre de 1910
- Bienvenido a la verdadera Historia de la Revolución
Mexicana
- Dedicado a todos los seres
engañados - Cronología.
- DON FRANCISCO I. MADERO EN LA DECENA TRAGICA LA
DECENA INFAME - SUPREMA DESLEALTAD
- VIDA Y MUERTE DE LA
REVOLUCIÓN CUBANA
- PRÓLOGO
- Fidel y la muerte
del Che - Fidel y el MC (Moneda
Convertible) - El asesinato del general
Ochoa - El viejo imperialismo de España
- "¿Hasta cuándo?" se preguntan
las FAR - CASTRO Y LAS GUERRILLAS DE MÉXICO
- SOBRE LA CONSTRUCCION DEL
PARTIDO
- EL MARXISMO Y
LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO - MARX Y ENGELS Y LA CONSTRUCCION DEL
PARTIDO - LENIN Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO DE NUEVO
TIPO - MAO TSETUNG Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO EN LOS
PAISES SEMIFEUDALES Y SEMICOLONIALES
- Toyotismo
- Introducción
- Lucha de clases en Japón de
posguerra - Una breve historia de
la búsqueda de la sumisión del
trabajo - ¿Por qué los trabajadores
japoneses aceptaron este método de producción? - Zanahorias y garrotes
- Aquí y ahora
- Ahora, la desocupación
- El levantamiento de Hong Kong de 1967 contra el
imperialismo
británico
- Mayo: Los comienzos
- Represión colonialista
- Los trabajadores de caucho y plástico
contra la policía - La defensa del sindicato
de trabajadores portuarios - Los estudiantes y la juventud
se unen a la lucha - La transformación de Tseng
Teh-cheng - Censura, redadas y
contraataques - La lucha por el Día
Nacional
- 1936-1939 A 60 años de la revolución y la guerra
- 14 de abril de 1931
- Lenin frente a Kornilov
- ¿ Han fracasado las revoluciones en
América
latina?
- 1. El fracaso de los proyectos
revolucionarios en América
Latina. - 2. La revolución hoy es más necesaria
que ayer. - 3 La tendencia reformista
- 4. La tendencia ortodoxa
- 5. La tendencia civil y
popular.
- LA NATURALEZA
HISTÓRICA DE LA REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE
En nuestros días, mas que en otros momentos en
las ultimas décadas, la economía mundial se
desenvuelve en un clima de gran
incertidumbre. Esta incertidumbre es producto en
buena medida del nuevo escenario geopolítico que se
desprende del fin de la Guerra
Fría, así como del hecho de que los paradigmas que
rigieron en las últimas décadas y sobre los cuales
se estructuró en buena medida el orden mundial en el
último medio siglo, se encuentran sometidos a severos
cuestionamientos como producto de
las nuevas exigencias impuestas por la pugna intercapitalista a
nivel global.
El agotamiento de las formas previas de
acumulación asumidas por el capital desde
fines de la posguerra y la aparición de nuevas formas de
funcionamiento de ese capital cuya
reproducción se realiza ahora sobre diferentes bases, han
afectado intensamente el desenvolvimiento de las relaciones
económicas internacionales, generando una serie de
reacciones de los distintos actores que se despliegan en el
complejo escenario mundial.
Se abre paso una nueva etapa en el proceso de
despliegue de la vocación universal del capital, el
cual se extiende a nuevas áreas geográficas como la
ex Unión Soviética y los países de Europa del Este ,
e incrementa sus canales de penetración por medio de
nuevas y mas sofisticadas tecnologías lo mismo en la
producción que en la distribución, cambio y
consumo.
En el plano de las ciencias
sociales, los violentos cambios en lo económico,
político, social y cultural, han dejado muy atrás
el discurso
utilizado en las últimas décadas,
encontrándonos ante una crisis
teórica de grandes dimensiones y en la necesidad de
formular una teoría
social de mucho mayor alcance explicativo.
La
Revolución
Mexicana
La revolución
mexicana tuvo muchos caudillos, se garantizó el
20 de
Noviembre, pero ya se había iniciado el día 17
en la casa de los hermanos Serdán, dentro de la revolución
brillaron infinidad de planes, uno de los que más eco tuvo
dentro del grueso de la población campesina fué la frase de
Emiliano
Zapata, TIERRA Y
LIBERTAD ,
dicha frase se puede decir que fué el himno de muchos de
los campesinos que tomaron parte en la lucha contra la dictadura, se
puede localizar dentro del famoso PLAN DE AYALA,
formulado por Emiliano Zapata,
que en su punto cinco dice:
"En virtud de que la inmensa mayoría de los
pueblos y ciudadanos mexicanos, no son dueños ni de
la tierra que
pisan, y sin poder mejorar
en nada su condicion social, ni poder
dedicarse a la industria o la
ganadería por estar monopolizadas por unas cuantas manos
las tierras, montes y aguas, por esa causa, se expropiarán
previa indemización de la tercera parte de esos
monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fín
de que los pueblos y ciudadanos de México,
obtengan ejidos, colonias, feudos legales para pueblos o campos
de sembradíos o de labor, y se mejore en todo y para todo
la falta de prosperidad para los mexicanos.
El lema completo de este plan fue
"REFORMA, LIBERTAD,
JUSTICIA Y
LEY"
Dentro de la revolución hubo otros cientos de
caudillos, pero no todos brillaron por que usaron métodos
diferentes de lucha, solo hubo algo que hacia homogéneos,
y fué la lucha contra una causa común.
La tiranía del gobierno, los
tratos infrahumanos de que eran objeto, los campesinos, las
inhumanas jornadas de trabajo, y las pésimas condiciones
de trabajo de los obreros, de todos estos personajes que lucharon
juntos para mejorar sus condiciones de existencia, y sus
perspectivas de un futuro mejor, destacaron algunos por sus ideas
progresistas, otros por su tenacidad para combatir en el campo de
batalla, de los principales podemos citar algunos que
también dieron a la revolución sus planes, como
Venustiano Carranza y su PLAN DE
GUADALUPE, Francisco I. Madero y su PLAN DE SAN LUIS
POTOSI, llamado así para distinguirlo de San Luis
Missouri, Francisco Villa
tenía en la lucha armada, los hermanos Carmen, Aquiles y
Máximo Serdán, Felipe Angeles, Jose Ma. Pino
Suárez, los hermanos Flores Magón, Belisario
Domínguez, Alvaro Obregón y muchos
otros.
Debemos tener en cuenta que paso mucho tiempo para que
se dieran las condiciones necesarias para que no fuera un
fracaso, mucho tiempo de
organización, muchísimas muertes por
todas partes de la República Mexicana, donde
también hubo muchos destierros de personas que se oponian
al régimen de Porfirio Díaz.
Una vez que terminó la lucha armada, se
procedió a organizar políticamente el país,
se cambió al Presidente, pero se continuo con el mismo
gabinete político, lo que originó que empezara una
Época de Anarquía Política en la que se
cambiaba de personas dentro de la política cuando
llevaban poco tiempo en el
poder,
ésta terminó con la llegada de Cárdenas a la
Presidencia.
Francisco I. Madero candidato del Partido
Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz fue hecho
prisionero en San Luis Potosí mientras se realizaban las
elecciones.
Díaz se reeligió y Madero escapó de
la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a
conocer el Plan de San Luis.
En él declara nulas las elecciones desconocía al
régimen de Díaz, exigía el sufragio efectivo
y la no reelección y, señalaba el 20 de Noviembre
de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el
tirano.
Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres
como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emilizano Zapata etc. La
insurreción se extendió poco a poco por todo el
País. En Mayo de 1911 cayó Ciudad Juárez en
poder de los
maderístas. Debilitado el gobierno de
Díaz entrá en negociaciones y el 25 del mismo mes
el dictador presentó su renuncia.
Al triunfo de la Revolución Madero dejá
intacto el ejército porfirista, mientras a su alrededor
crecía el descontento. Los Porfiristas reclamaban sus
antiguos privilegios; los zapatistas exigían el reparto de
tierras; la prensa lo atacaba
a diario y las rebeliones de Félix Díaz y Bernardo
Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada
Decena Trágica para asentarle el golpe definitivo a
Madero.
Domingo 9 de Febrero de 1913.- Los sublevados liberan a
Bernardo Reyes y Félix Díaz. Madero se dirige a
Cuernavaca en busca de Felipe Angeles para que se defienda la
Plaza.
LUNES 10.- Los diarios capitalinos no aparecen. Temor
general. No hay transporte y
las tiendas permanecen cerradas.
Martes 11.- Se bombardea la Ciudadela. Son aniquilados
dos batallones.
Miercoles 12.- Escapan los presos de la cárcel de
Belén. La ciudad queda sin servicios.
Jueves 13.- Se recrudece la lucha de la ciudadela y sus
alrededores. Se disparan mil cañonazos por
minuto.
Viernes 14.- Varios edificios públicos son
dañados. Muchos civiles mueren por causas de "balas
perdidas".
Sabado 15.- Madero rechaza a los senadores que le piden
su renuncia. La ciudad se llena de humo producido por los
cadáveres incinerados.
Domingo 16.- Se pacta un armisticio que es roto al poco
tiempo. Mueren
cerca de 300 civiles ajenos a la lucha.
Lunes 17.- Continuan los enfrentamientos.
Martes 18.- Se celebra el Pacto de la Embajada entre
Félix Díaz y Huerta con la aprobación del
embajador Norteamericano, Henry Lane Wilson, Madero y Pino
Suárez son aprehendidos al Salir del Palacio
Nacional.
Miercoles 19.- Madero y Pino Suárez son obligados
a renunciar. Huerta asume la presidencia. 3 días
después son asesinados alevosamente.
El 20 de
Noviembre de 1910
Los treinta años de dictadura de
Porfirio Díaz significaron una profunda
transformación para el país. La propiedad
comunal se disolvió y muchos campesinos se quedaron sin
tierras, obligados a trabajar para las grandes haciendas. Como
consecuencia de esto, se inició la emigración hacia
la frontera del norte del país.
La introducción del ferrocarril favorecía
la integración del mercado interno
y, con ello, la incipiente industrialización. A medida que
se articulaba dicho mercado y la
hacienda agroexportadora entraba en su etapa de auge y
expansión, las relaciones de trabajo se fueron
transformando. El campesino aparcero y mediero, privado de sus
tierras, se convirtió en jornalero agrícola,
mientras que, por otro lado, se inició la expulsión
de la mano de obra rural hacia los nuevos centros de
industrialización, formandose así los primeros
grupos de
trabajadores fabriles.
Políticamente, el Estado
Mexicano fue centralizándose y los intereses regionales se
supeditaron a un proyecto de
desarrollo
nacional moderno. Ante las consecuencias sociales de este
proceso, gran
parte del país opuso resistencia.
Desde los primeros años fueron frecuentes las
sublevaciones campesinas, las huelgas en fábricas y minas
y, antes de que terminara el siglo, amplios sectores del antiguo
artesanado se movilizaron también, formando grupos de
oposición.
Bienvenido a la verdadera Historia
de la Revolución Mexicana
Dedicado a todos los
seres
engañados
El 19 de Junio de 1867 es fusilado Maximiliano en el
Cerro de las Campanas con los dos jefes conservadores Miguel
Miramón y Tomás Mejía. El 18 de Julio de
1872 fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado
Benemérito de las Américas, y, tras de ocupar la
Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo
de Tejada, se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre
de 1876 asume la Presidencia por primera vez el Gral. don
Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas
causas liberales por las cuales combatiera tan brillantemente,
principia por establecer una dictadura
patriarcal, que si bien da al país 30 años de paz,
pronto degenera en oprobioso continuismo de una casta de
privilegiados que se confabulan con la aristocracia de caciques,
hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al
pueblo.
El Gral. don Porfirio Díaz envejece, pierde sus
facultades de mando, control y
energía, que en algo servían con su íntimo
espíritu de mexicano para amenguar las exageradas
ambiciones de sus protegidos, que como nuevos encomenderos y
esclavistas arrecian su desconsideración sobre el pueblo
humílde: el trabajador y el campesino de México.
Eran los tiempos de don Porfirio Díaz en los que
su corte de favoritos sometían y acallaban a las
inteligencias más relevantes con la violencia
brutal o con el soborno más descarado, corrompiendo a
aquella generación que floreció en el último
tercio del siglo pasado, y, cuyos hombres a principios de
este siglo quedaron eunucos en sus razonamientos, y seducidos con
el halago del poder y del
dinero se
convirtieron en los más groseros cómplices de sus
depredaciones con el pueblo.
Ellos habían abolido toda posibilidad del voto
democrático, del sufragio efectivo y, desde el Jefe
Político de cualquier pueblo hasta los gobernadores de los
Estados, eran designados por don Porfirio Díaz bajo la
presión que el ejercía aquella corte de favoritos.
Las nefastas "tiendas de raya" en las que el campesino era
obligado a adquirir lo poco que consumía, fueron el medio
para obligarlos a vivir siempre subyugados bajo la afrenta
pública de una deuda irredimible. El alcohol se les
vendía en abundancia para embrutecerlos y para apretar
más el lazo a aquellos desventurados labradores
rústicos. Pero, en esa hora, dentro de aquel ambiente
asfixiante e irrespirable, supieron surgir espíritus
valientes, para protestar y luchar incontaminados. Entre ellos,
como cabeza indiscutible, surge cimera la figura precursora de
Ricardo Flores Magón, que secundado por Antonio I.
Villarreal, Juan Sarabia y Librado Rivera, son persegidos,
encarcelados, y desterrados hasta Allende el Bravo, con sus almas
siempre impulsadas por su aleteo rebelde contra los vientos de la
dictadura que
azota y diezma a la Patria.
La revolución Maderista del 20 de noviembre
de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y
logró sentar en la Presidencia con sufragios efectivos a
don Francisco I. Madero. En Coahuila don Pablo González,
el viejo magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I.
Madero y con Venustiano Carranza para lanzarse contra la Dictadura
Porfirista, lo hizo pronunciándose al grito de "!Viva
Madero!" el 22 de enero de 1911 en el Puerto del Carmen, del
Municipio de Nadadores, Coahuila, al frente de muchos
después connotados jefes como Francisco Murguía,
Cesáreo Castro, Idelfonso V. Vázquez, Teodoro
Elizondo y muchos más.
Francisco I. Madero inmaculado prócer y
mártir de la democracia a
partir de los Tratados de
Ciudad Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de
don Porfirio Díaz que abandonó el país el 25
de mayo de 1911, dejando como presidente interino al Lic.
Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército
Federal porfirista según acuerdos en pie, error tremendo
que criticó don Venustiano Carranza: "Revolución
que tranza, Revolución que se pierde".
Hecho el Gobierno de don
Francisco I. Madero, el primer gran traidor fue Emiliano Zapata
quien, obedeciendo órdenes de latifundistas como Felix
Díaz e Ignacio de la Torre y Mier, sobrino el primero y
yerno el segundo del Dictador Porfirio Díaz, lanzó
el 28 de noviembre su fraudulento Plan de Ayala significando como
Jefe al traidor Pascual Orozco Jr., y según
documentación comprobatoria, actuó siempre como
fiel instrumento de los terratenientes, de las
compañías petroleras extranjeras y de la Casa
Blanca en Washington.
Al entonces Teniente Coronel Pablo González
Garza, Jefe de las Fuerzas Auxiliares de Coahuila, se le
encomienda en mayo de 1912 repeler la invasión orozquista
que entró por Sierra Mojada y fue batida y rechazada en
memorables combates como el de Los Divisaderos cerca de Cuatro
Ciénegas, Coahuila y luego en la Polka, hasta destruirlos
y aventarlos en retirada, acciones donde
don Pablo González fue herido dos veces. Y,
posteriormente, por órdenes del Presidente Francisco I.
Madero, desde noviembre de 1912 al 11 de febrero de 1913, con su
Regimiento de 300 aguerridos coahuilenses operó en
Zacatecas, en Durango y Chihuahua realizando 30 combates contra
los orozquistas, operando primero como columna independiente,
derrotándolos siempre, pero en México los
porfiristas lograron influir en el Presidente Francisco I. Madero
y desde mediados de enero de 1913 hubo de someterse a las
órdenes directas del Cuartel General de la Zona Militar de
Chihuahua bajo el mando del General Antonio Rábago, y
desde entonces todas las órdenes emanadas del Gral.
Rábago, resultaron ser puros movimientos en falso, por lo
que sospechó don Pablo González que Rábago,
estando ocultamente de acuerdo con el desleal, lo protegía
de las efectivas arremetidas de don Pablo González
Garza.
Don Venustiano Carranza había visitado en
México
al Presidente Francisco I. Madero y al regresar a Saltillo, por
telégrafo en clave conferenció largamente con don
Pablo González que estaba en Chihuahua, indicándole
que al saber de cualquier caso desgraciado en la Capital de la
República, se viniera con sus tropas a reconcentrarse en
Coahuila, donde indudablemente se tendría que organizar el
mayor número de fuerzas para restaurar el orden
constitucional, pues a las claras se veía que muy pronto
sería el Presidente Francisco I. Madero víctima de
la torpeza política de los que
lo rodeaban y de su ingenuidad de hombre de
estado. A ese
acuerdo previo obedeció que el entonces Teniente Coronel
Pablo González Garza, encontrándose en Julimes,
Chihuahua, y considerando muy delicada la situación en la
Capital de la
República, confirmada por el siguiente telegrama del
Señor Presidente de la República:
Palacio Nacional, México, Febrero 9 de 1913. Tte.
Coronel D. Pablo González. -Julimes, Chihuahua. "Desmienta
noticias alarmantes; situación igual; rebeldes siguen
encerrados en la Ciudadela; yo acabo de regresar de Cuernavaca
trayendo dos mil hombres (bajo el mando del también oculto
traidor Felipe Angeles) y estamos preparando el
ataque."
En vista de esto (dice en su libro "La
Revolucion" el General Alfredo Breceda) el valiente jefe
fronterizo dirigió el siguiente mensaje al Gobernador
Carranza, desde San Pablo Peoqui, Chihuahua, el día 11 de
febrero de 1913:
Señor don Venustiano Carranza. Saltillo,
Coahuila. "En vista de noticias recibidas hoy de México y
de observaciones que comuniqué a usted en mi carta fechada en
Meoqui el 5, salgo en estos momentos rumbo a Coahuila, sin
órdenes y sin aviso al Cuartel General de Chihuahua. Tte.
Corl. Pablo González."
Pero, es histórico que al salir el 11 de febrero
de 1913 de San Pablo Meoqui, su columna fue alcanzada por un
fuerte escuadrón federal que comandaba Joaquín
Porras tratando de intimidarlo para que obedeciera las
órdenes de Rábago de concentrarse en Chihuahua, y
don Pablo González volteó sus armas contra los
federales y allí se puede decir que se dispararon los
primeros tiros de la Revolución Constitucionalista. Y
continuó su caminata rumbo a Coahulia en una odisea de 15
días, llegando a Monclova, Coahuila el 26 de febrero de
1913, para saber que ya desde el 22 había sido asesinado
el Presidente Francisco I. Madero y el Vicepresidente Pino
Suárez por los esbirros de Victoriano Huerta, Felix
Díaz, Manuel Mondragón, con la complicidad
comprobada documentalmente de Emiliano
Zapata.
La decena trágica de don Francisco I. Madero fue
descrita por la "Revista del
Ejército y Marina" en su número 4, del 20 de
Febrero de 1916, el extracto es como sigue:
DON
FRANCISCO I. MADERO EN LA DECENA TRAGICA LA DECENA
INFAME
A la una de la mañana del 9 de Febrero de 1913,
en la escuela militar
de San Fernando, todo era movimiento:
los jóvenes aspirantes habían recibido
órdenes de los oficiales, para enlistarse de momento y
marchar a la Capital de la República, disque a reprimir
una asonada. Poco después de la hora mencionada, los
artilleros del 2o Regimiento de guarnición en Tacubaya,
despertaban al toque de diana. Escucharon la consigna de tomar
equipo de combate y emprender salida rumbo a la Ciudad de
México. Ambas corporaciones fueron escogidas por el Gral.
Manuel Mondragón, está perfectamente probado que el
menguado General fue el autor intelectual del cuartelazo del 9 de
Febrero, el mismo individuo que prostituyó al
ejército, mediante procedimientos
arteros, a la deslealtad. Habiendo perdido el patrocinio del
General Díaz, necesitaba encumbrarse por cualquier medio a
un sitio gubernativo en el que el oro manara a raudales y le
concediera todo el poder que años atrás
había disfrutado.
Artilleros y aspirantes de la caballería, se
presentaron muy de mañana frente a la prisión de
Santiago, reclamando la liberación del General Bernardo
Reyes. Dicha casa de reclusión militar fue incendiada en
el transcurso de la mañana y muertos la mayor parte de los
reos. Los astutos sublevados llevando a Mondragón y a
Reyes a la cabeza, continuaron su marcha hacia la
Penitenciaría, donde a fuego de metralla, lograron la
libertad de
Félix Díaz. Mientras se desarrollaban, los
últimos sucesos, el Intendente del Palacio, Capitán
de Navío Adolfo Bassó Méndez, se
ponía en comunicación con el Ministro de la Guerra General
Angel García Peña y con el Comandante Militar de la
Plaza General Lauro Villar, para organizar la defensa de la
residencia oficial del Ejecutivo.
Así fue como al las 7:20 a.m. dichos Generales a
las órdenes del Coronel Juan C. Morelos; los mismos
generales nombrados, procedieron a distribuir a leales en sitios
estratégicos, con el objeto de repeler la agresión
de los amotinados. Al presentarse estos, capitaneados por el
General Reyes, fueron recibidos con nutrido fuego de
fusilería. Los bravos García Peña, Villar y
Bassó, disparaban certeros la dotación de sus
revólveres. En los primeros momentos de la terrible
refriega, perecieron el Gral. Bernardo Reyes, por una parte, y
por la otra el Coronel Morelos. Heridos los Generales
García Peña y Villar, la continuación de la
defensa quedó encomendada al General José
María de la Vega. Los aspirantes que ocupaban la Catedral
depusieron las armas,
poniéndolas a las órdenes del Supremo Gobierno;
Félix Díaz y Mondragón, tomaron el rumbo de
la Ciudadela.
Tan pronto como la noticia detallada del cuartelazo
llegó a Chapultepec, residencia privada del Señor
Madero, éste dispuso su violenta salida al lugar de los
sucesos. Después de transmitir las órdenes
más urgentes se encaminó a caballo hacia el Palacio
Nacional, acompañado de sus hermanos D. Ernesto y D.
Gustavo, del Ministro de Comunicaciones
Ingeniero Manuel Bonilla y del Mayor López Figueroa.
Formábanle escolta los alumnos del Colegio
Militar.
Caminando por la Avenida Juárez a la altura del
Teatro Nacional,
una patrulla de revoltosos, disparó sus armas sobre el
grupo que
rodeaba al Ejecutivo, más con tal precipitación,
sólo se tuvo que lamentar la desgracia de algunos heridos.
Los revoltosos desaparecieron y la comitiva presidencial
continuó su marcha por la Avenida de San Francisco
llegando al fin, al Palacio, sitio en el que pocos momentos
después se les reunieron la mayor parte de los Secretarios
de Estado. Donde
en Consejo extraordinario se llegó a las resoluciones
siguientes:
Enviar a la Ciudadela al Mayor López Figueroa
pidiendo la rendición de los rebeldes. Detenido
éste por los sublevados, lo sustituyó en la
Inspección de Policía el Mayor Benjamín
Camarena.
Suspender el servicio
particular de telégrafos para el
interior y el telefóno suburbano. Llamar al General
Vasconcelos, al traidor Blanquet de Toluca,a Medina
Barrón, al 30 Batallón situado en
Teotihuacán, al numeroso cuerpo de voluntarios que
comandaba en el Estado de
Puebla el Coronel Ocaranza y por último, a Rubio
Navarrete.
El Presidente deseando sofocar la rebelión
salió a las 2 de la tarde para Cuernavaca, regresando el
día 10 con el General Angeles, Gobernador de Morelos. Sin
darse punto de reposo asistió a una junta de Guerra a la
que concurrieron Cauz, San Ginés, Delgado, Angeles, Mass,
el Coronel Castillo y el Judas de ese cenáculo Victoriano
Huerta. En dicha junta se decidió el plan de combate que
se desarrollaría al día siguiente.
En la mañana del 11 se emprendió el ataque
a la Ciudadela. A las diez de la mañana la ciudad
escuchó el primer cañonazo felicista. Dicho disparo
señaló el principio del gran combate que
duró ocho días que parecieron eternos.
De acuerdo con el plan, cuatro poderosas columnas
atacaron simultáneamente a la fortaleza infiel: por el
norte el General Cauz, por el sur el Gral. Mass y hacia el
oriente y oeste las comandadas por los generales José M.
Delgado y Felipe Angeles.
Huerta, a quien se había otorgado el mando
superior del Ejército, mandó debilitar dichos
puntos hasta que al fin fueron abandonados en manos
enemigas.
Cerca del mediodía del 18, el Presidente
Francisco I. Madero asistido por sus Ayudantes, celebraba acuerdo
con algunos de los Secretarios de Estado. (Cuan
lejos estaba de que momentos antes, Huerta en connivencia con
Blanquet, Mass, Yarza, Rubio Navarrete, Garcia Hidalgo, etc.
había determinado agregar al cuartelazo del 9 otro
más inícuo). Presentáronse de improviso el
Teniente Coronel Jiménez Riveroll y el Mayor Izquierdo con
gente del 29 intimando en nombre del Ejército la
prisión del Sr. Madero. El impasible funcionario en
contestación disparó su revólver sobre el
sayón. Y como si se tratara del suceso más natural,
salió al balcón a arengar a la guardia, ignorando
que ésta había sido sustituida con hombres del
fatídico Batallón citado. Descendió en
seguida por el elevador al patio de honor en donde ya lo asechaba
Blanquet, quien pistola en mano lo hizo prisionero.
Simultáneamente fueron aprendidos el
Vicepresidente y la mayor parte de los Ministros,
haciéndose otro tanto con don Gustavo Madero en
compañía de los Generales Francisco Romero y
José Delgado.
Conseguido el aseguramiento de las primeras
personalidades del Gobierno, el plan
de los traidores pudo desarrollarse en lo de adelante sin el
menor tropiezo.
Se llevó a cabo en el resto del día la
persecución contra algunos diputados del grupo
"renovador", contra los principales líderes maderistas y
contra los politicos más connotados del régimen que
se trataba de derrocar; iniciáronse, al mismo tiempo, los
preliminaresdel convenio, baldón de nuestra historia, conocido con el
nombre de "pacto de la Ciudadela". Las bases de éste nuevo
Tuxtepec, fueron firmadas por Huerta y Félix Díaz,
asesorado el primero por Mass y el ingeniero Cepeda y el segundo
por los licenciados Fidencio Hernández y Rodolfo Reyes. Se
intentaron, además, los primeros trámites para
obtener la renuncia de los CC. Presidente y Vicepresidente de la
República. Las renuncias de los señores Madero y
Pino Suárez fueron llevadas, al fin, a la Cámara y
discutidas en la sesión de la tarde del 19, aprobadas por
mayoría: La del Sr. Presidente por 123 votos contra la
opinión de los viriles ciudadanos Escudero, Pérez,
Rojas, Alardín y Hurtado Espinoza y la del Vicepresidente
por 118 votos afirmativos contra 10 de la negativa. ¡La
traición fue consumida y la ambición
satisfecha!
Los ilustres prisioneros fueron confiados primeramente
en uno de los departamentos de la Comandancia Militar y
trasladados, después a los de la Intendencia del Palacio.
Allí permanecieron hasta el día 22, en que sacados
de su celda fueron conducidos al sacrificio. ¿Cómo
fue éste?
La versión oficial de todos conocida, lo
relató de un modo tonto y perverso; la voz de la calle lo
refirió, aproximándolo a la verdad, de mil maneras
diversas, y el sicario Francisco Cárdenas que lo
ejecutó, lo describe en una de sus declaraciones en la
forma siguiente:
Ese día como a las seis de la tarde, me
mandaron llamar a los salones de la Presidencia y hablé
con mi General Mondragón, quien me dijo: "Sabemos,
Cárdenas, que usted es hombre y sabe
hacer lo que se le manda. El que mató a un
Santanón, debe con facilidad matar a un Madero." El
General después de escuchar mi contestación
afirmativa, me indicó que podría retirarme y que
estuviera listo con mis hombres, escogiéndolos de
confianza, pues el primero que dijera una frase de lo que se iba
a hacer sería fusilado.
Como a las ocho y media de la noche y cuando ya
tenía mis hombres listos, se me mandó llamar por el
mismo General Mondragón, quien me ordenó que
sacásemos a los Señores Madero y Pino Suárez
de los alojamientos donde se encontraban y los lleváramos
a la Penitenciaría para que allí, en uno de los
patios, procediéramos a su ejecución. Despues de
recibida esta orden, yo y mis hombres nos dirigimos a tomar a los
reos del lugar en que se hallaban. El Señor Madero
incorporándose, me dijo encolerizado: "Qué van a
hacer conmigo, cualquier atropello que se haga, no será a
mí sino al Primer Magistrado de la Nación". Nada
contesté, me limité a poner al Presidente entre los
rurales y poco después hacía lo mismo con el
Licenciado Pino Suárez quien no protestó, pidiendo
solamente se avisara a su familia sobre el
sitio a donde se le llevara.
Salimos yo y mi gente con los prisioneros, cuando al
pasar por uno de los pasillos que hay en el patio de honor, el
Sr. Madero protestó con energía y hubo un momento
en que dio un bofetón en el rostro a uno de los guardias
que estaba más cerca de él. Los gritos de protesta
continuaban y entonces me apresuré a participarlo al
General, comprendiendo que era expuesto sacarlo de allí
con escándalo. En uno de los salones de la Presidencia,
creo que fue en el Amarillo, me encontré a los generales
Victoriano Huerta y Manuel Mondragón, así como a
otras personas que no conocía y en seguida expuse lo que
pasaba. Mi General Mondragón mesándose con ira los
cabellos, se levantó de su asiento y me dijo:
"Llévelos a una caballeriza y allí los remata."
Esta orden la aceptaron las personas que con él estaban,
agregando Huerta esta frase: "Lo que ha de ser…. que sea".
Esperaba nuevas órdenes cuando el General
Mondragón, encolerizado, exclamó: "Sobre la
marcha"; luego salí de allí y poco después
entrábamos a una de las caballerizas. Los prisioneros, al
ver aquéllo, comprendieron lo que les esperaba y
protestaron con frases duras para mi General Huerta. Más
como la orden tenía que cumplirse, a empellones los hice
entrar al interior de la caballeriza donde los puse al fondo para
que mis muchachos tiraran. El Vicepresidente fue el primero que
murió, pues al ver que se le iba a disparar comenzó
a correr, di la orden de fuego y los proyectiles lo clarearon
hasta dejarlo sin vida, cayendo sobre un montón de paja.
El Sr. Madero vio todo aquéllo y cuando le dije que a
él le tocaba, se fue sobre mí, diciéndome
que no fuéramos asesinos, que se mataba con él a la
República. Yo me eché a reir y cogiéndolo
por el cuello, lo llevé contra la pared, saqué mi
revolver y le disparé un tiro en la cara, cayendo en
seguida pesadamente al suelo. La
sangre me
saltó sobre el uniforme.
Muertos los dos, así lo participé al
General Mondragón, quien metió la mano al bolsillo
y me dio un rollo de billetes agregando: "Eso es para usted y su
gente". Después los pusimos en el automóvil y al
llegar a las calles de Lecumberri, bajé a mis guardias y
ordené que dispararan sobre el vehículo. Los
muchachos así lo hicieron y poco después
entregué los cadáveres al director de la
Penitenciaría.
Lo anterior es, en esencia, el cínico relato del
asesino; es la confesión inconsciente y descarada de un
malvado, hecha en momentos de excitación alcohólica
a un policía confidencial, disfrazado de
periodista.
¡Baldón para el menguado que
esgrimió el arma homicida!
¡Maldición eterna para los
directores intelectuales de tamaño delito!
Venustiano Carranza desconoce al Usurpador Victoriano
Huerta el 19 de Febrero de 1913 y sabiendo que ya está en
Coahuila el Tte. Corl. Pablo González, sale hasta entonces
de Saltillo y es en la Hacienda de Guadalupe donde proclama El
Plan de Guadalupe el 26 de marzo de 1913, bajo la
protección y el amparo del Tte.
Corl. Pablo González, que se bate heróicamente en
Monclova, en Candela, en Lampazos, en Bustamante, en Gloria, en
Aura, contra poderosas fuerzas federales huertistas de los
Generales Joaquín Mass y Guillermo Rubio
Navarrete.
El Plan de Guadalupe es un documento sencillo, severo;
expresa con admirable precisión la finalidad
intrínsica de la lucha que empieza; por eso fue la
resolución correcta del orden social y político
porque ya no era posible mediante el sistema de
súplicas y ruegos que nadie oiría, sino como lo
comprendió el Gobernador Venustiano Carranza, tenía
que ser un problema antes que todo, escencialmente militar. Fue
por esto que, para acabar radicalmente con el régimen de
la usurpación, fue indispensable que surgiera avasalladora
La Revolución Constitucionalista.
El Gral. de División, don Pablo
González Garza en uniforme de campaña cuando
comandaba un ejército de poco más de 100 mil
hombres.
Para ello Don Venustiano Carranza cuenta en su inmensa
labor de preparación y para llevar a feliz término
la campaña, con el contingente de muy valiosos elementos
en el orden civil y militar, entre ellos ostensiblemente
figuró la relevante personalidad
del entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, de
notables rasgos morales que reveló al hombre
conciente de sus deberes, de méritos indiscutibles
conquistados en campaña muy comentada por su eficacia y
actividad, que fueron motivos justificados para que el Primer
Jefe del Ejército Restaurador Constitucionalista lo
ascendiera al grado inmediato de Coronel. Y después don
Pablo González ganó bien sus insignias de General
Brigadier, luego de Brigada, y por último de General de
División, convirtiéndose en Magnífico
organizador, en El Brazo Derecho de Carranza, y en General en
Jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste, luego del
Oriente, siendo su lealtad a la causa y su aguerrida actividad el
que obtuvo para Venustiano Carranza y el Constitucionalismo el
triunfo sobre el Usurpador Victoriano Huerta y no Alvaro
Obregón, y sobre el traidor hipócrita agrarista
Emiliano
Zapata; siendo además, a el General Pablo
González Garza a quien don Venustiano Carranza
debió alcanzar la Presidencia de la República y
hacer posible que se Promulgara la Constitución de 1917.
Así, ante la verdadera historia de la
Revolución, quedaron íntimamente ligados, Madero,
Carranza, Pablo González, El Plan de Guadalupe, y la
Constitución de 1917.
VIDA
Y MUERTE DE LA REVOLUCIÓN
CUBANA
Con el título de "Vida y muerte de la
revolución
cubana", se publicó recientemente por la editorial
Fayard, de París, un libro en que
su autor hace un estudio cuidadoso y detallado del proceso
revolucionario cubano. En la presentación del libro dicen
sus editores franceses:
"¿Puede uno encontrar un testigo mejor? Formando
parte desde la edad de 17 años de la guerrilla junto a
Fidel Castro y de Ernesto "Che" Guevara, el coronel Dariel
Alarcón Ramírez,
con el nombre de guerra
"Benigno", se sintió ebrio con la revolución
victoriosa antes de asumir responsabilidades oficiales en el
corazón
mismo del régimen. Poco a poco llegó a dirigir las
Escuelas especiales de entrenamiento de
extranjeros, infiltrado en una guerrilla contra- revolucionaria,
jefe de la policía militar en La Habana, del
Batallón de Seguridad del
Estado Mayor,
de las Prisiones, ha tratado íntimamente a todos los
dirigentes cubanos y participado en todas las campañas de
desestabilización en países
extranjeros".
"Hoy ha decidido hablar. ¿Qué ha pasado
exactamente durante esos cuarenta años?
¿Cuándo y en qué momento la
revolución se convirtió en una tiranía?
¿Cuál es la situación actual en la
isla?"
"El testimonio lúcido y apasionado de este
hombre fiel a
la memoria del
"Che" es abrumador".
La publicación de este libro
constituye un acto político, el testimonio de mi ruptura
con el régimen de Fidel Castro. El lector se
preguntará cómo un cambio tan
radical y rápido se pudo producir en un hombre que
luchó en las filas de la revolución
cubana desde el desembarco del Granma, que luchó junto
al Che Guevara en
África y en Bolivia. Por
eso hace falta que se inicie este libro con una
breve explicación.
Fidel y la
muerte del Che
En mi caso no se trata de un cambio
repentino puesto que mi visión empezó a
transformarse en 1968, cuando regresé de Bolivia
después de la muerte del
Che y de casi todos nuestros compañeros. Fui entonces a
ver, para hacerles algunas preguntas, no solamente a Fidel
Castro, sino también a los otros responsables del asunto
de Bolivia. Mis
preguntas eran bien simples: ¿No pudo Cuba enviar a
alguien a Bolivia para
saber dónde nos encontrábamos? ¿Cómo
pudieron sacar de allí y mandar a Francia a
Renán Montero, el único contacto con el exterior
con el que contábamos? ¿Por qué continuaron
enviando mensajes por radio pidiendo
noticias nuestras sin hacer nada por ayudarnos?
Las respuestas que obtuve, lejos de convencerme, me
hicieron comprender que algo muy importante se me ocultaba.
Trabajando después para el Ministerio del Interior, y con
el
conocimiento de muchos agentes de información, que miembros de la KGB (en
particular el teniente coronel hispano-soviético llamado
Ángel, que colaboraba con los cubanos a cambio de ron
y de tabacos), que a mediados de noviembre el secretario general
del Partido Comunista boliviano, Mario Monje, había ido a
la Unión Soviética. De allí fue a Cuba, y luego
volvió a la Unión Soviética, donde
pasó unos días a fines de ese mismo mes. De esa
manera se ve que Monje no regresó a Bolivia sino
después de ver a Fidel Castro y de entrevistarse con la
alta jerarquía soviética.
Fue en ese momento que Monje y su Partido se negaron a
unirse a la lucha armada del Che. Fidel, perfectamente informado
de esa situación, le ha mentido a nuestro pueblo durante
muchos años. Y lo más escandaloso es que,
después de haber enviado al Che a hacerse matar en los
bosques bolivianos haya hecho del Che una bandera para pedirle a
los cubanos que trabajen, sabiendo, como sabe, que el pueblo
cubano ha tenido siempre devoción por Ernesto, y que
lloraba su muerte. Todo
eso no le quita la culpabilidad al señor Mario Monje,
junto al movimiento de
liberación boliviano, pero la de Fidel Castro y la de los
soviéticos está unida a la anterior.
La ambición de Fidel Castro ha sido siempre
parecer un Sucre, un Bolívar o un San Martín, y aun
más grande que ellos, pero en realidad él no ha
hecho más que traicionar a la América
Latina. Otro ejemplo de esa traición se evidencia en
su actitud frente
a México, el único país que siempre ha
mostrado amistad por
Cuba. Fidel ha
dicho que jamás le ofrecerá ningún tipo de
ayuda a los organizaciones
oposicionistas mexicanas, de las que yo personalmente, a
petición del Frente América, he entrenado a algunos de sus
miembros en Cuba, y he
dado conferencias sobre mis experiencias con el Che.
De esa manera, se iba aclarando a mis ojos que mi
revolución tomaba un camino bien extraño. Nosotros
repetimos con frecuencia que Cuba estaba en
las manos de los norteamericanos, pero nosotros mismos la
habíamos convertido en presa del así llamado campo
"socialista", y esa política ha impedido
nuestro desarrollo
hasta el punto de poner en peligro la revolución,
desviando todas nuestras riquezas hacia ese campo
socialista.
Me fui dando cuenta cuánta razón
tenía el Che al denunciar esas situación. Él
fue acusado de trotzkista y de maoísta, lo que dio lugar a
serias discusiones con Fidel, y que fue una de las razones por
las que se decidió a ir a luchar en suelo africano. Y
cuando volvimos de África, en parte yo entendí por
qué no tenía él deseos de regresar a Cuba, y
era por los problemas que
había tenido con el gobierno cubano, y más
particularmente con Fidel y Raúl Castro.
Fidel y el MC (Moneda
Convertible)
Cuba vio surgir situaciones difíciles por la
formación de departamentos como el MC, el departamento de
monedas convertibles, cuya misión era
de hacer entrar en el país divisas, y que estaba dirigido
por el coronel Antonio de la Guardia, más conocido por el
diminutivo de Tony. Bajo la dirección de Fidel y del ministro del
Interior, José Abrante Fernández, Tony tuvo
autorización para emprender todo tipo de negocios en
Cuba y en el extranjero. Uno de sus primeros pasos fue el de
ponerse en contacto con Robert Vesco, un narcotraficante
norteamericano a quien hizo ir a Cuba, donde invirtió
mucho dinero. Ese
individuo poco a poco se convirtió en uno de los
dueños de la isla donde continúa viviendo en la
actualidad. El 10 de junio de 1995 los Estados Unidos
pidieron su extradición, pero el gobierno cubano lo ha
protegido alegando que también está pendiente de un
juicio Cuba, por lo que prefirió deshacerse de un sobrino
del expresidente Richard Nixon que también estaba
comprometido en aquellos negocios.
El asesinato del general
Ochoa
Parecido al caso de Tony de la Guardia y de su hermano
Patricio, fue el de Arnaldo Ochoa, autorizado para hacer todo
tipo de negocios en el
continente africano. Así nos sorprendió
terriblemente ver fusilar a Tony y a Arnaldo por operaciones que
ellos habían realizado a instancias del gobierno de Fidel
Castro. Se trataba pura y sencillamente de salvarle la cara a
Fidel cuando se viera claro que los norteamericanos tenían
elementos suficientes para probar la participación de
altos funcionarios cubanos en el tráfico de
estupefacientes. Esos compañeros, Tony de la Guardia y
Ochoa, hijos de nuestro pueblo, fueron sacrificados para salvarle
la cara a Fidel. No soy yo el único que ha visto claro
este asunto: todo el pueblo cubano se siente dolido puesto que a
Arnaldo todos lo querían. Por mi parte, yo lo había
conocido el mismo día que entré a formar parte del
Ejército Rebelde, y fuimos hermanos de armas hasta el
triunfo de la revolución.
Raúl Castro, en el discurso que
pronunció en el juicio de Arnaldo Ochoa, dijo que
éste había cometido errores graves desde los
años 70. Teniendo en cuenta que en Cuba la inmoralidad
existe a todos los niveles, uno no puede desechar la idea de que
Arnaldo no hay cometido algunos actos dudosos basado en el gran
poder que se le concedió. Y así, los cubanos se
preguntaban que, si eran ciertas las palabras de Raúl,
cómo Ochoa que entonces no era nada más que
comandante pudo mantener su puesto en el Comité Central, y
en 1974 fue ascendido a general de brigada y después a
general de división, y nombrado primer Héroe de la
República conjuntamente con el general Abelardo
Colomé Ibarra, llamado "Furri". Puesto que Arnaldo y
"Furri" fueron escogidos para esos honores uno no puede menos que
preguntarse sobre la gravedad de los errores y las faltas
cometidas por los otros dirigentes del país.
El viejo imperialismo de
España
Nos dimos cuenta de que el gobierno cubano denunciaba
vivamente las injerencias extrajeras en el país antes de
la revolución, pero que pasaba el tiempo e iba
vendiéndole la isla a los mismos que antes nos
tenían esclavizados: los españoles. No tengo nada
contra los españoles, pero me resisto a verlos poseer tan
gran parte de nuestras riquezas (¿No controlan ya toda la
producción de tabaco?). Es una
aberración indignante que un ciudadano cubano tenga que
recurrir al mercado negro
para satisfacer ese gusto (los gobernantes, por supuesto, tienen
todo lo que quieren).
De manera progresiva todas nuestras riquezas van pasando
a manos extranjeras. En la actualidad el cubano no tiene
más derecho que el de cumplir con su trabajo y someterse a
la voluntad de Fidel mientras que a un turista le basta
desembarcar en Cuba para reinar sobre toda la isla. Un cubano no
tiene derecho a invertir un solo centavo (excepto si ha recibido
una herencia, y esto
desde hace poco); mientras que un extranjero puede, sea cual sea
su ideología, hacer cuantos negocios
quiera.
"¿Hasta
cuándo?" se preguntan las FAR
Todo eso me ha llevado a reflexionar también
sobre mi propia vida. Me di cuenta de que todo el tiempo yo
había sido manipulado, que mis sacrificios habían
sido utilizados para beneficio de esos señores que hoy son
los dueños de Cuba, cuyas familias salen a viajar a
Panamá,
al Canadá, a México, a Europa, a
precio del
sudor de los hombres que se levantan a las tres de la madrugada
para ir a cortar caña de azúcar. El pueblo cubano
ve y comprende todo eso, pero vive bajo un temor tal que no osa
protestar. Hoy por hoy hay en Cuba un terror inmenso, y nosotros
los militares hemos sido manipulados para imponer ese terror
–aunque yo puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que
más del 90% de las fuerzas armadas cubanas no están
de acuerdo con el gobierno ni con Fidel Castro. He hablado con
miles de militares y todos se preguntan lo mismo, "¿Hasta
cuándo? ¿Cuáles son las intenciones de
Fidel?" Lo que domina el pensamiento de
todo el pueblo es que hace falta un cambio
político, pero nadie lo dice puesto que en Cuba una sola
frase puede ser suficiente para que lo denuncien a uno como
contrarevolucionario.
Hoy yo siento la vergüenza de no haber dicho antes
todo lo que afirmo hoy. Pero sin tratar de justificarme yo no
puedo olvidar lo difícil que me fue dar el paso necesario.
Lo que más me hace sufrir es haber yo mismo participado en
la destrucción del pueblo cubano…
CASTRO Y LAS
GUERRILLAS DE MÉXICO
Por su especial interés en
relación con la actividad guerrillera y terrorista que
existe en la actualidad en México, se transcriben
aquí, del mismo libro que lo anterior, pasajes de las
declaraciones del teniente coronel Dariel Alarcón Ramírez
("Benigno"). En estas páginas se refiere a la entrevista
televisada de la periodista noreteamericana Bárbara
Walters con Fidel, en la que éste le negó que en
Cuba estuvieran recibiendo instrucción y adoctrinamiento
numerosos guerrilleros mexicanos; dice:
Me indigné al ver esa entrevista
toda vez que yo tenía conocimiento
de ciertas noticias que no publicaba la prensa cubana,
pero que las autoridades le daban la mayor importancia. Yo
recibía lo que llamaban "síntesis de despachos",
una pequeña revista
publicada por el Comité Central con noticias a las que no
tenía acceso el pueblo. Fue así que me
enteré de lo que decían los Estados Unidos
sobre dicho asunto [sobre el entrenamiento de
guerrilleros en territorio cubano]. Pero yo sabía que por
lo menos en dos lugares de Cuba se les daba entrenamiento a
los mexicanos: veinticuatro en PETI l, en la sierra del Rosario,
en la provincia de Pinar del Río, y otro grupo en Punto
Cero, en Guanabo. Se me había pedido por el Frente
América
que, puesto que yo tenía experiencia de guerrillas, y por
mis contactos con los movimientos subversivos latinoamericanos,
que fuera a esos lugares a pasar un día con aquellos
extranjeros a contarles mis experiencia junto al Che, etc. De esa
manera que en dos oportunidades fui a PETI 1 y en una a Punto
Cero para instruir a los mexicanos que se preparaban para la
lucha clandestina. Allí se les ensañaba cómo
realizar trabajos ideológicos en las poblaciones, pero
también se les enseñaba a aquellos militantes
cómo preparar todo tipo de explosivos, romper todo tipo de
cerraduras, fabricar bombas y en
particular trampas? teléfonos, interruptores
eléctricos, muestras, plumas estilográficas, etc.
Se les daban cursos de
espionaje y de seguridad
personal. No
se me mandó ir al Punto Cero para enseñar, ya que
no estaba suficientemente preparado en esos asuntos, sino porque
allí se enteraron de que había estado en PETI
1 y también querían conocerme. Sabía que en
ese grupo
figuraban dos dirigentes de la lucha clandestina cuyos
seudónimos ahora no recuerdo. Fue por ese motivo que
la entrevista
por televisión
[de Fidel con Bárbara Walters] me indignó de tal
manera, y más aún al ver la miradas de duda que
él le dirigía a la periodista, y su sonrisa
irónica. Me daban ganas de ir a donde estaban y de decirle
a ella: "Fidel es un mentiroso. Yo le puedo mostrar a usted
dónde en este mismo instante se están entrenando
los mexicanos".
Mi indignación era tan grande que no pude dormir
esa noche y me pasé todo el tiempo conversando con mi
mujer y
diciéndole hasta qué punto se mentía, y la
pena que me daba por el aprecio que le tengo al pueblo mexicano.
Es bien sabido que en una guerra
revolucionaria hay que saber mentir al enemigo, pero jamás
a su mejor amigo, y México había demostrado
año tras año, en todas las reuniones
internacionales, y en toda circunstancia, que era el único
amigo verdadero de Cuba en toda la América
Latina. Aunque las diferencias políticas
podían traer problemas,
México siempre se portó con nosotros de manera
leal, y nosotros le pagábamos a ese país con una
traición. Y me preguntaba a mí mismo:
"¿Serán todos los movimientos revolucionarios un
mito?
¿Descansan todos en la mentira? ¿Será
necesario decirles a los que creen en ese mito: 'no se
embarquen en tal aventura, toda ella es una mentira'".
Es posible que agentes de la CIA estuvieran mezclados
con esa gente [con los guerrilleros], pero eso es otro asunto,
pues si es cierto de que se han descubierto operaciones de
espionaje en las que han estado involucrados funcionarios
mexicanos, jamás en ellas ha estado presente el gobierno
de México. No voy a decir que todos los mexicanos son
puros, los hay que se venden por dinero, pero
no se puede acusar al gobierno mexicano de traición
respecto a Cuba, a pesar de que el gobierno cubano ha traicionada
a México y siempre le ha mentido.
Respecto a los mexicanos [en entrenamiento]
puedo decir que encontré entre ellos un gran fervor
revolucionario, un deseo grande por lograr algo, una actitud seria.
Y me complacía ver que no se plegaban a nuestra manera de
ser. Decían honradamente: "Nosotros somos más del
norte que de Caribe, y si tenemos una costa caribeña,
nuestras costumbres no son iguales que las de ustedes. Nuestro
pueblo es distinto del pueblo cubano.
Entre ellos se encontraban indios y mestizos, pero no
blancos. Los que tenían la piel
más clara (como el comandante Marcos) mostraban la huella
de su ascendencia indígena. Había sobre todos
indios de pura sangre, aztecas de
piel oscura,
con el cabello espeso y duro, las narices chatas, el cuerpo bajo
y redondo…
SOBRE LA
CONSTRUCCION DEL PARTIDO
"Todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por
objetivo tomar
el Poder y consolidarlo" Mao Tsetung.
Sintetizando experiencias de 100 años de lucha de
la clase obrera y la revolución mundial, en 1948, el
Presidente Mao Tsetung escribió:
"Para realizar la revolución, hace falta un
partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un
partido revolucionario creado sobre la teoría
revolucionaria marxista-leninista y en el estilo revolucionario
marxista- leninista, es imposible conducir a la clase obrera y
las amplias masas populares a la victoria en la lucha contra el
imperialismo y
sus lacayos. En más de 100 años transcurridos desde
el nacimiento del marxismo,
sólo gracias al ejemplo que dieron los bolcheviques rusos
al dirigir la Revolución de Octubre y la construcción socialista a al vencer la
agresión del fascismo, se han
formado y desarrollado en el mundo partidos revolucionarios de
nuevo tipo. Con el nacimiento de los partidos revolucionarios de
este tipo, ha cambiado la fisonomía de la
revolución mundial. El cambio ha sido tan grande que se
han producido, en medio del fuego y el trueno, transformaciones
del todo inconcebibles para la gente de la vieja
generación… Con el nacimiento del Partido Comunista, la
fisonomía de la revolución china
tomó un cariz enteramente nuevo. Acaso no es
suficientemente claro este hecho?" (lo destacado es de nuestro
Partido).
He aquí magistralmente condensada la
cuestión del Partido: su necesidad y su construcción como partido de nuevo tipo que
concreta y da rumbo preciso a la revolución mundial y de
cada país, en función de la clase obrera y su
emancipación.
Tener en cuenta tres cuestiones:
1) La necesidad del Partido, que es el problema de la
toma del Poder para la clase obrera;
2) La construcción del Partido, que es el
problema de su construcción en un país semifeudal y
semicolonial en el cual la clase obrera y sólo ella a
través de su Partido puede dirigir la revolución
democrático-nacional; y,
3) La lucha interna, que es el problema de que el
Partido se desenvuelve en medio de la lucha de dos líneas
en su seno, lucha sobre la cual se sustenta la unidad y
cohesión partidarias.
Y estas tres cuestiones exigen tener en cuenta: en
primer lugar el marxismo, esto
es la teoría
y la práctica, la experiencia del marxismo en el
problema de la construcción partidaria, las grandes
enseñanzas sistematizadas por Marx y Engels,
Lenin y Stalin y el Presidente Mao Tsetung. En segundo lugar la
construcción del Partido en nuestro propio país…
Y, en tercer lugar la situación actual en que se
desenvuelve la construcción del Partido de la clase obrera
en nuestro país.
EL MARXISMO Y LA CONSTRUCCION DEL
PARTIDO
A mediados del siglo XIX con la aparición del
marxismo, la clase obrera insurgió como la nueva clase y
la última de la historia; con el "Manifiesto del Partido
Comunista" el proletariado enarboló el programa que
llevará a la humanidad hacia un Nuevo Mundo, la sociedad
comunista, la Sociedad Sin
Clases. Este es el programa y el
camino que necesariamente todos los hombres seguiremos bajo la
dirección del proletariado concretada en su
Partido. No hay otro camino para las clases, no hay otro camino
para la humanidad; la historia mundial lo comprueba
fehacientemente; y, la Revolución de Octubre, la
Revolución China y otras,
el ascendente movimiento de
liberación nacional, la marcha persistente de la clase
obrera internacional y sus partidos revolucionarios son parte de
ese camino inexorable, camino que en los 50 ó 100
años venideros se desarrollará decisivamente en
grandes luchas que estremecerán la Tierra,
como enseña el Presidente Mao Tsetung.
MARX Y ENGELS Y LA
CONSTRUCCION DEL PARTIDO
Marx y Engels fundaron la concepción de la clase
obrera, el marxismo; y hasta ellos se remontan macizas verdades
que no podemos abandonar, así el principio de la lucha de
clases para comprender el mundo y transformarlo, la violencia como
partera de la historia, la dictadura del proletariado y la
necesidad de la transformación revolucionaria de la vieja
sociedad a
través de un largo proceso
histórico, entre otras. Pero además, y a veces no
se resalta suficientemente, Marx y Engels
concretaron sus tesis en la
necesidad de la construcción del Partido de la clase
obrera como instrumento indispensable para pugnar por sus
intereses de clase. Así, en medio de ardua lucha contra
viejas concepciones anarquistas de profunda esencia burguesa,
lograron sentar en los Estatutos de la Internacional en 1884 y
1872:
"En su lucha contra el poder unido de las clases
poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más
que constituyéndose él mismo en partido
político y opuesto a todos los antiguos partidos
políticos creados por las clases
poseedoras".
"Esta constitución del proletariado en partido
político es indispensable para asegurar el triunfo de la
revolución social y de su fin supremo: la abolición
de las clases."
"Puesto que los señores de la tierra y
del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos
para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para
sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder político se ha
convertido en el gran deber del proletariado."
Marx y Engels partieron de que los obreros deben luchar
ellos mismos por su emancipación como clase y que la
emancipación económica del proletariado es "el gran
fin al que todo movimiento
político debe ser subordinado como medio", plantearon la
necesidad que tiene la clase obrera de organizarse como Partido
Político para luchar por sus propios intereses de clase,
para tomar el Poder y así, en consecuencia, servir a su
meta, al cumplimiento de su meta histórica: la
abolición de clases y la construcción de una nueva
sociedad sin
explotadores ni opresores.
Asimismo sentaron que la clase obrera se organizaba "en
partido político distinto y opuesto a todos los antiguos
partidos
políticos…" Esto porque la clase obrera al
organizarse como partido político lo hace tomando como
sustento su concepción de clase, el marxismo: porque tiene
su propio programa, el que
Marx y Engels
sentaron en el Manifiesto, que lleva a los comunistas a hacer
"valer los intereses comunes a todo el proletariado,
independientemente de la nacionalidad" y a que "en las diferentes
fases del desarrollo
porque pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía,
representan siempre los intereses del movimiento en
su conjunto", sujetándose constantemente a su
concepción de clase que se puede resumir "en la
fórmula única: abolición de la propiedad
privada". De esta forma planteaban la construcción de un
partido "distinto y opuesto" que sirviera a la unión de la
clase que la revolución demandaba: o en sus propias
palabras:
"Para asegurar el éxito de la revolución
es necesaria la unidad del pensamiento y
de la acción. Los miembros de la Internacional tratan de
crear esta unidad por medio de la propaganda, la
discusión y la
organización…"
Además el desarrollo y
la lucha del Partido del proletariado los concebían
ligados a la etapa de la revolución y en modo alguno
desligados de este problema fundamental. Marx planteaba
que en Alemania la
revolución de la clase obrera dependería de
respaldarla "con una segunda edición de la guerra
campesina", mientras Engels sustentaba: "En un país
agrario, es una bajeza alzarse exclusivamente contra la
burguesía en nombre del proletariado industrial, sin
mencionar para nada la patriarcal `explotación del palo' a
que los obreros rurales se ven sometidos por la nobleza feudal."
Por tanto, como Lenin resaltara:
"Mientras en Alemania no
estuvo terminada la revolución democrática
(burguesa), Marx
concentró toda la atención, en lo que se refiere a
la táctica del proletariado socialista en impulsar la
energía democrática de los campesinos."
Finalmente Marx Y Engels, libraron intensa y gran lucha
por la construcción del Partido del proletariado; largos
años invirtieron en combatir contra el anarquismo hasta
convertir el marxismo en concepción reconocida de la clase
obrera y en sustento de su organización política. Marx y
Engels tuvieron que enfrentarse a las maquinaciones de Bakunin y
su grupo que
"encubriéndose con el anarquismo más extremista, no
dirige sus golpes contra los gobiernos existentes, sino contra
los revolucionarios que no aceptan su ortodoxia y su dirección"; que "se infiltran en las filas
de la
organización…e intenta al principio apoderarse de su
dirección; pero cuando fracasa su plan,
trata de desorganizarla"; que "organiza…sus pequeñas
sectas secretas"; que "ataca públicamente en sus
periódicos a todos los elementos que se niegan a someterse
a su voluntad"; que "no retrocede ante ningún medio, ante
ninguna deslealtad; la mentira, la calumnia, la
intimidación y las asechanzas le convienen por igual." En
síntesis, contra el anarquismo que tras todas sus
mascaradas de izquierdismo radicaloide y altisonante esconde su
esencia derechista y su economicismo que niega la política
de clase del proletariado.
Lucha que también libraron posteriormente, contra
desviaciones derechistas y el oportunismo en el seno de los
partidos socialdemócratas, especialmente el Alemán
por sus negaciones de los principios de la
clase y por las deformaciones burguesas del programa
político. Esta como la anterior lucha la libraron en
defensa de la unidad, demandando que "se debe tener el valor de
renunciar a los éxitos inmediatos en aras de cosas
más importantes", enseñando la autocrítica y
el enjuiciamiento serio de los errores y, lo que debe resaltarse
mucho, señalando la raíz de la lucha y de la
escisión:
"Por lo demás, ya el viejo Hegel
decía que un partido demuestra su triunfo aceptando y
resistiendo la escisión. El movimiento proletario pasa
necesariamente por diversas fases de desarrollo, y
en cada una de ellas se atasca parte de la gente, que ya no sigue
adelante. Esta es la única razón de que en la
práctica la solidaridad del
proletariado se lleve a cabo en todas partes por diferentes
grupos de
partido que luchan entre sí a vida o muerte, como
las sectas cristianas del imperio romano en
la época de las peores persecuciones."
Estas son cuestiones fundamentales que Marx y Engels nos
enseñaron con relación a la necesidad del Partido,
su construcción y desarrollo en lucha. Esta es una parte
muy importante del socialismo
científico, de la propia teoría
de los clásicos fundadores que muchas veces no se recuerda
y hasta se omite. Si Marx y Engels no hubieran planteado estos
problemas su
gigantesca tarea no hubiera tenido sentido ni concreción.
Pero, como es muy necesario reiterar, desde su aparición
la concepción científica de la clase obrera, el
marxismo, planteó y resolvió el problema del
Partido; lo que sucede es que, como en otros campos del marxismo,
esta teoría
y práctica revolucionaria sobre la necesidad del Partido,
su construcción y la lucha de dos líneas en su
seno, ha sido desarrollada sintetizando las grandes experiencias
posteriores de la clase obrera internacional, labor que han
cumplido a nivel mundial Lenin y el Presidente Mao
Tsetung.
LENIN Y LA
CONSTRUCCION DEL PARTIDO DE NUEVO
TIPO
El siglo XX nos trajo el imperialismo
fase superior y última del capitalismo,
en ella la clase obrera toma el Poder y lo consolida. Lenin
retomando las viejas tesis
revolucionarias de Marx y Engels, que el viejo revisionismo quiso
destruir las desarrolló elevándolas a la etapa del
marxismo-leninismo. Qué implicancias tiene este desarrollo
del marxismo para la construcción del partido del
proletariado? Lenin, consciente de que había llegado a la
etapa del asalto al Poder y de la dictadura del proletariado
resaltó la necesidad del partido para transformar la
sociedad; su
gran divisa nos lo demuestra:
"Dadnos una organización de revolucionarios y
removeremos a Rusia en sus cimientos."
Para Lenin cambiar el mundo exige del Partido y
éste tiene un programa que,
según sus propias palabras, "consiste en la
organización de la lucha de clases del proletariado y
en la dirección de esta lucha cuyo objetivo final
es la conquista del Poder político por el proletariado y
la
organización de la sociedad socialista."
Comprendiendo, como nadie en su tiempo, la necesidad de
la
organización del proletariado en cuya organización reside su fuerza, Lenin
sentó las siguientes tesis que
ningún comunista puede olvidar:
"El proletariado no dispone, en su lucha por el Poder,
demás arma que la organización. El proletariado, desunido por
el imperio de la anárquica competencia
dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos
forzados al servicio del
capital, lanzado constantemente `al abismo' de la miseria
más completa, del embrutecimiento y de la
degeneración, sólo puede hacerse y se hará
inevitablemente una fuerza
invencible siempre y cuando que su unión ideológica
por medio de los principios del
marxismo se afiance mediante la unidad material de la
organización, que cohesiona a los millones de trabajadores
en el ejército de la clase obrera. Ante este
ejército no se sostendrá ni el poder
decrépito de la autocracia rusa ni el poder caducante del
capitalismo
internacional. Este ejército estrechará sus filas
cada día más, a pesar de todos los zigzages y pasos
atrás, a pesar de las frases oportunistas de los
girondinos de la socialdemocracia contemporánea, a pesar
de los fatuos elogios del atrasado espíritu del
círculo, a pesar de los oropeles y el alboroto del
anarquismo propio de los intelectuales."
Los comunistas y los revolucionarios peruanos debemos
atender estas palabras hoy para nosotros más preciosas que
nunca. Resaltamos en ellas: en primer lugar, la lucha por el
Poder demanda la
organización del proletariado y es tal su importancia que
deviene su arma única: en segundo lugar, pese a todas las
dificultades que le impone la explotación, si tomando el
marxismo como guía y base de unión
ideológica la concreta cohesionando sus filas en la
organización el proletariado será invencible; en
tercer lugar, contra el ejército organizado del
proletariado no podrá mantenerse el poder reaccionario en
una nación ni el imperialismo ni el socialimperialismo a
nivel mundial; en cuarto lugar, la clase obrera organizada
cohesionará más y más sus filas contra las
asechanzas siniestras del revisionismo contemporáneo,
avanzará pese al espíritu de grupo y secta
evidentemente caducos y marchará a pesar de la renuencia
organizativa y la palabrería declamatoria del "anarquismo
propio de intelectuales".
Así Lenin se planteó el problema de la
construcción del partido, de su necesidad y desarrollo en
lucha y de su construcción ideológica y
política y organizativa.
Más esto no es todo, en "Un paso adelante, dos
pasos atrás" sentó las tesis
organizativas del Partido, cuyo magistral resumen tomamos de la
vieja y gran "Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la
URSS", de la de Stalin:
1) El Partido es un destacamento de la clase obrera, una
parte de ella. Pero es destacamento de vanguardia que
va adelante, que dirige: es destacamento consciente, que conoce
las leyes del
proceso
revolucionario; y es destacamento marxista, que se sustenta
firmemente en la concepción revolucionaria de la clase
obrera.
2) El Partido es un destacamento organizado, es un
sistema de
organizaciones
que "como destacamento de vanguardia de
la clase obrera, reúne el máximun de
organización posible y sólo acoge en su seno a
aquellos elementos que admitan, por lo menos, un grado
mínimo de organización" por ello tiene una disciplina
propia obligatoria para todos sus miembros.
3) El partido es "la forma más alta de
organización" del proletariado llamada a dirigir a las
demás organizaciones de
la clase para cuyo fin cuenta con estar compuesta por los mejores
hijos de la clase (pertrechados con el marxismo, conocedores de
las leyes de la lucha
de clases), y con la experiencia de la clase obrera mundial y la
suya propia.
4) "El Partido es la encarnación de los
vínculos que unen al destacamento de vanguardia de
la clase obrera con las masas"; por tanto no vivirá ni
desarrollará desvinculado de las masas y, por el
contrario, su vida y desarrollo demandan "multiplicar sus
vínculos con las masas y conquistarse la confianza de las
masas"
5) El partido debe organizarse sobre el centralismo
democrático, con estatutos únicos y con una
disciplina
igual para todos y "con un sólo órgano de
dirección a la cabeza, a saber: el Congreso del Partido y,
en los intervalos entre congreso y congreso el Comité
Central, con la sumisión de la minoría a la
mayoría, de las distintas organizaciones a
los organismos centrales, y de las organizaciones
inferiores a las superiores".
6) Para mantener la unidad en sus filas el Partido
requiere de una disciplina
única e igual para todos: unidad que demanda gran
atención, pues como dijera Stalin "el camarada Lenin nos
legó que cuidásemos la unidad del Partido como de
las niñas de los ojos"
Estas tesis y las
anteriores las debemos tener muy presentes los comunistas y los
revolucionarios peruanos, pues todas ellas son vitales. Otro
problema de extraordinaria importancia tratado por Lenin, es el
de la clandestinidad, cuestión que entre nosotros se
confunde con ocultismo, con la política del avestruz.
Lenin planteó la necesidad de un Partido clandestino, como
un sistema de
organizaciones altamente centralizado a fin de poder contar
constantemente, en toda circunstancia, con un "estado mayor"
capaz de conducir la revolución, mantener sus banderas y
pugnar por ellas pese a la represión y a la
persecución. La clandestinidad sirve, pues, para ser del
Partido "una maquina de combate" que persevera indomable hacia su
meta de tomar el Poder para cambiar el mundo sin desligarse
jamás de las masas. Por necesidades de la propia lucha en
nuestro país debemos resaltar algunos puntos sobre este
complejo problema: aquí, es particularmente importante,
tener una clara idea de en qué consiste el arte de la
organización conspirativa. Lenin, con sus propias
palabras, en "Carta a un
camarada sobre nuestras tareas de organización", folleto
del cual se perora pero cuyas normas no se
entienden ni menos se aplican, nos dice:
"Todo el arte de la
organización conspirativa debe consistir en saber utilizar
a todos y todo, en dar `trabajo a todos', y al mismo tiempo
mantener la dirección de todo el movimiento, no por la
fuerza del
poder, se entiende, sino por la de la autoridad, de
la energía, por la mayor experiencia, variedad de conocimiento y
talento." En el mismo folleto, en contra de quienes entienden la
clandestinidad como algo rígido y mecánico, Lenin
planteó: "Además, el grado de clandestinidad y la
forma orgánica de los diversos círculos,
dependerá de la naturaleza de sus
funciones: por
consiguiente, las formas de organización serán las
más variadas (desde el tipo de organización
más `estricto', estrecho, cerrado, hasta el más
`libre', amplio, abierto y poco estructurado)." Consideramos esta
cuestión de sumo interés
para nuestra revolución en la actualidad pues hay,
reiteramos demasiado pensamiento
mecanicista y no dialéctico al considerar estos problemas.
Además, señalemos que Lenin resaltó, con
relación al trabajo clandestino, las cuestiones del
trabajo secreto y el trabajo
abierto; veamos sus planteamientos expuestos en "El Partido
clandestino y trabajo legal": "El problema del partido
clandestino y del trabajo legal de la socialdemocracia dentro de
Rusia es uno de los principales problemas de
Partido; ocupa la atención del P.O.S.D.R. durante todo el
período siguiente a la revolución (se refiere a
1905) y ha dado lugar a la más violenta lucha dentro de
sus filas. En torno de este
problema se ha desarrollado principalmente la lucha de los
liquidadores contra los antiliquidadores… La Conferencia de
diciembre de 1908…fijó con claridad en una
resolución especial el criterio del Partido sobre las
cuestiones de organización: el partido se compone de
células
socialdemócratas clandestinas que deben crearse 'puntos de
apoyo para el trabajo
entre las masas', en forma de una red, lo más amplia y
ramificada que sea posible, de sociedades
obreras legales." Y destacando las relaciones del trabajo
clandestino y legal: "La conclusión principal de la
apreciación que nuestro partido tiene del momento es que
la revolución es necesaria y se aproxima. Han cambiado las
formas de desarrollo que conducen a la revolución, pero
las viejas tareas de la revolución siguen en pie. De
ahí las conclusiones; las formas de la organización
deben cambiar, las 'células'
tienen que adoptar formas flexibles, de tal modo que su
ampliación no se produzca a menudo a expensas de las
mismas células,
sino de su 'periferia' legal, etc. "Pero este cambio de formas de
la organización clandestina no tiene nada que ver con la
fórmula de 'acomodarla' al movimiento legal. Es algo
completamente distinto! Las organizaciones legales son los puntos
de apoyo que permiten llevar a las masas las ideas de las
células
clandestinas. Quiere decir que la forma de la influencia la
modificamos al objeto de que la influencia anterior marche en el
sentido de la orientación clandestina. "Por la forma de
las organizaciones, lo clandestino 'se acomoda' a lo legal. Por
el contenido del trabajo de nuestro Partido, la labor legal 'se
acomoda a las ideas clandestinas." Y, finalmente: "El Partido
socialdemócrata es clandestino 'en su conjunto', en cada
una de sus células, y
-lo que es más sustancial- por todo el contenido de su
trabajo, que propugna y prepara la revolución. Por esto,
el trabajo
más abierto de las más abierta de sus
células no puede ser tenido como 'trabajo abierto del
Partido'." Esta cita es larga pero la consideramos de gran
importancia para el trabajo
revolucionario de nuestro país y merece especial
atención, así como las precedentes sobre el trabajo
clandestino. En nuestro país es común el criterio
de que el trabajo clandestino desliga de las masas; pero
recordemos lo que al respecto decía Lenin: "Pero este
revolucionario -Sverdlov- profesional jamás, ni por un
minuto se apartó de las masas. Cuando las condiciones del
zarismo lo condenaron, como a todos los revolucionarios de su
tiempo, a desarrollar una actividad exclusivamente ilegal,
clandestina, también en este medio supo el camarad
Sverdlov marchar siempre hombro a hombro, mano a mano con los
obreros de vanguardia."
Estas son tesis fundamentales de Lenin que debemos tener
presentes en la construcción y desarrollo del Partido del
proletariado, y aplicarlas correctamente a la
reconstitución del Partido de Mariátegui. Para
concluir baste recordar que estos principios de la
construcción del Partido revolucionario del proletariado,
del Partido bolchevique, del Partido capaz de tomar el Poder, no
cayeron del cielo sino que fueron establecidos en medio de una
gran y dura lucha contra los mencheviques, oportunismo de derecha
de esa época en Rusia; y que aemás, al librar lucha
por los principios
organizativos del Partido, Lenin tuvo que habérselas con
un trasfondo preciso: una línea política
oportunista de derecha. De ahí que, como sabiamente
concluyera, en problemas de organización no se cambia en
24 horas ni en 24 meses. Para concluir, recordemos que Lenin
estableció que los Partidos avanzan en medio de la lucha
casi siempre bajo fuego enemigo; en sus propias palabras:
"Marchamos en pequeño grupo unido por un camino escarpado
y difícil, fuertemente cogidos de las manos. Estamos
rodeados por todas partes de enemigos, y tenemos que marchar casi
siempre bajo fuego. Nos hemos unido en virtud de una
decisión libremente adoptada, precisamente para luchar
contra los enemigos y no caer, dando un traspiés, al
pantanos vecino cuyos moradores nos reprochan desde un principio
el que no hayamos separado en un grupo aparte y el que hayamos
escogido el camino de la lucha y no el de la
conciliación." Estas tesis de Lenin no son importantes
para nosotros? Los comunistas y los revolucionarios no deberiamos
realmente ceñirnos a ellas? Lo estamos haciendo como
corresponde? Ya es tiempo de dejar de lado la autocomplacencia y
enjuiciar seriamente nuestra realidad revolucionaria.
MAO TSETUNG Y LA
CONSTRUCCION DEL PARTIDO EN LOS PAISES SEMIFEUDALES Y
SEMICOLONIALES
Para concluir nuestro tema, El Marxismo y la
construcción del Partido, ocupémonos de las tesis
del Presidente Mao Tsetung sobre la necsidad del Partido, su
construcción y la lucha en su seno. En la cita inicial de
este artículo se transcribe precisamente su tesis sobre la
necesidad del Partido. Sería inútil redundar.
Pasando al problema de la construcción partamos de que en
"Problemas de la Guerra y la Estrategia", el
Presidente Mao sienta la construcción sobre el principio
universal de la violencia
revolucionaria. Así nos enseña: "La tarea central y
la forma más alta de toda revolución es la toma del
Poder por medio de la lucha armada, es decir, la solución
del problema por medio de la guerra. Este revolucionario
principio marxista-leninista tiene validez universal tanto en
China como en
los demás países." Partiendo de este principio
marxista-leninista y diferenciando el desarrollo de la
revolución en los países capitalistas y en China, en el
mismo trabajo estableció: "En China, la
forma principal de lucha es la guerra y la forma principal de
organización el ejército. Todas las demás
formas como las organzaciones y luchas de masas populares, son
también muy importantes y absolutamente indispensables, y
de ningún modo deben se dejadas de lado, el objetivo de
todas ellas es servir a la guerra. Antes del estallido de la
guerra todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad
prepararla, … Después del estallido de una guerra, todas
las organizaciones y luchas se coordinan de modo directo o
indirecto con la guerra." Desarrollando el problema de la
construcción del Partido, el Presidente Mao Tsetung en
"Acerca de la aparición de la revista El
Comunista" plantea y resuleve fundamentales problemas. Asi nos
plantea que, en primer lugar, el Partido Comunista de China
mantuvo grandes y numerosas luchas en las cuales se forjaron sus
militantes, sus cuadros y sus organizaciones; que obtuvo grandes
victorias y también sufrió serias derrotas; y que
comprender las leyees del desarrollo del Partido requiere
analizar su propia historia y extraer de ella la solución
de sus problemas de construcción. En segundo lugar, del
enjuiciamiento de su propio Partido en sus relaciones con la
burguesía y sus relaciones con el frente único y la
lucha armada, establece las siguiente gran tesis: "A
través de estas complicadas relaciones con la
burguesía china, la revolución china y el Partido
Comunista de China se han ido desarrollando. Esta es la
particularidad histórica, una característica del desarrollo de la
revolución en las colonias y semicolonias, característica ausente en la historia de la
revolución de cualquier país capitalista." Esta
cuestión es básica para nosotros, los comunistas y
revolucionarios peruanos, pues también nuestra sociedad es
semicolonial y semifeudal de lo cual deriva que nuestra
revolución sea también democrático-burguesa,
como la primera etapa de la revolución china; y que, en
consecuencia, "los blancos principales de la revolución
sean el imperialismo y el feudalismo." En
tercer lugar, la revolución china presenta dos
peculiaridades; en las propias palabras del Presidente
Mao:
"Así la formación por el proletariado en
un frente unido nacional revolucionario con la burguesía o
la forzada ruptura de este frente, en primer lugar; y la lucha
armada como forma principal de la revolución en segundo
termino se han convertido en las dos peculiaridades fundamentales
en el curso de la revolución democrático-burguesa
en China."
En cuarto lugar, de lo anterior se desprende que la
construcción y desarrollo del Partido Comunista de China
no se puede entender al margen de esas dos peculiaridades que son
cuestiones básicas de la línea política de
la revolución democrática. Como el mismo gran
dirigente nos enseña:
"Los reveses o los éxitos del partido, sus
retrocesos o avances, la reducción o ampliación de
sus filas, su desarrollo y consolidación, no pueden dejar
de estar ligados a las relaciones del Partido con la
burguesía y con la lucha armada. Cuando la línea
política resuelve acertadamente la cuestión del
establecimiento del frente único con la burguesía,
o de la forzada ruptura de dicho frente unido, el Partido da un
paso adelante…del mismo modo cuando el Partido aborda en forma
correcta la lucha armada revolucionaria, da un paso adelante…el
curso de la construcción del Partido y de su
bolchevización ha estado así estrechamente ligado a
su línea política, a su planteamiento acertado o
erróneo de las cuestiones del frente unido y de la lucha
armada."
En quinto lugar, se desprende el problema de una
dirección acertada en la revolución china. En el
folleto comentado se sienta la siguiente tesis que debe hacernos
meditar muy seriamente para ver en qué medida llevamos un
rumbo correcto.
"El frente unido, la lucha armada y la
construcción del Partido constituyen, pues, tres
cuestiones fundamentales de nuestro Partido en la
revolución china. Una comprensión correcta de estas
tres cuestiones y de sus relaciones mutuas significa ya una
dirección acertada de toda la revolución
china."
Y, finalmente, deslindando el papel del
Partido se señala, en el mismo folleto:
"La experiencia…nos demuestra que el frente unido y la
lucha armada son las dos armas básicas para vencer al
enemigo. El frente unido es un frente unido para mantener la
lucha armada. Y las organizaciones del Partido son los heroicos
combatientes que manejan estas dos armas -el frente unido y la
lucha armada- para asaltar y destruir las posiciones del enemigo.
Tal es la relación mutua existente entre estos tres
factores."
He aquí, a nuestro entender el fundamento
ideológico y político de la construcción del
Partido en un país semicolonial y semifeudal establecido
magistralmente por el Presidente Mao Tsetung; la importancia de
estas cuestiones no pueden ser soslayadas en modo alguno, pues
como él mismo nos enseña: "El que la línea
en lo ideológico y político sea correcta o no, lo
decide todo"
Sobre esta base ideológica y política el
Presidente Mao Tsetung sienta su plan de construcción
organizativa del Partido, de su táctica y principio de
lucha. Este problema está planteado en el punto 6 de su
artículo "Expandir audazmente las fuerzas antijaponesas"
(Tomo II, pág.453). Analicemos el problema. En primer
lugar, establece la política de construcción
organizativa en las zonas dominadas por la
reacción:
"En las primeras (las dominadas), nuestra
política es mantener clandestina la organización
del Partido y hacerla compacta, selecta y eficaz, permanecer a
cubierto por largo tiempo, acumular fuerzas y esperar el momento
propicio, y no precipitarse ni exponerse."
En segundo lugar, establece el principio de
táctica que debe ser guía:
"Conforme al principio de luchar con razón, con
ventaja y sin sobrepasarse, nuestra táctica en la lucha
contra los recalcitrantes es combatir sobre un terreno seguro y acumular
fuerzas utilizando todo lo que permitan las leyes y decretos
del Kuomintang y las costumbres sociales."
En tercer lugar, se señala la política
básica:
"En todas las zonas dominadas por el Kuomintang, la
política básica del Partido consiste igualmente en
desarrollar las fuerzas progresistas (las organizaciones del
Partido y los movimientos de masas), ganarse a las fuerzas
intermedias (burguesía nacional, los shenshi sensatos, las
tropas 'heterogéneas', los sectores intermedios del
Kuomintang, los sectores intermedios del ejército central,
la capa superior de la pequeña burguesía y los
partidos y grupos
políticos minoritarios, siete categorias en total) y
aislar a las fuerzas recalcitrantes, a fin de vencer el peligro
de capitulación y lograr un cambio en la
situación."
En quinto lugar, se sienta la necesidad de prepararse
para contingencias:
"Al mismo tiempo, debemos estar plenamente preparados
para enfrentar cualquier situación de emergencia a
escala local o
nacional."
En sexto lugar, resalta la clandestinidad:
"Las organizaciones del Partido en las zonas del
Kuomintang deben mantenerse en las más estricta
clandestinidad."
En séptimo lugar, se destaca la
verificación de los miembros de los
Comités:
"En el buró del sudeste y en todos los
Comités provinciales, especiales, distritales o
terrotoriales, cada uno de los miembros del personal (desde
los secretarios del Partido hasta los cocineros) debe ser
sometido a una severa y minuciosa verificación y es
absolutamente inadmisible que ninguna persona
susceptible de la más ligera sospecha permanezca en estos
organismos dirigentes."
Y, finalmente:
"Debe ponerse mucho cuidado en la protección de
nuestros cuadros."
Todas éstas son certeras y valiosas instrucciones
sobre la vida organizativa y la lucha del Partido.
En cuanto a la lucha interna, basta recordar que es
precisamente el Presidente Mao Tsetung quien ha desarrollado
magistralmente la comprensión de la lucha en el Partido
como reflejo de las contradicciones de la lucha de clases y entre
lo nuevo y lo viejo en el mundo social; más aún,
sienta que la lucha dentro del Partido es la lucha de dos
líneas que cubre todo su proceso de desarrollo y que si
tales contradicciones y luchas no se dieran "la vida del Partido
tocaría a su fin". Asimismo, él es quien, para un
desarrollo correcto de la lucha en el seno del Partido,
planteó la tesis de "sacar lecciones de los errores
pasados paa evitarlos en el futuro, y tratar la enfermedad paa
salvar al paciente". Esta gran tesis debemos aplicarla
tenazmente, hoy más que nunca, recordando su contenido:
"Hay que ponerse al descubierto, sin tener consideraciones con
nadie, todos los errores cometidos, y analizar y criticar en
forma científica todo lo malo del pasado, para que en el
futuro el trabajo se realice más cuidafosamente y mejor.
Eso es lo que quiere decir 'sacar lecciones de los errores
pasados para evitarlos en el futuro'. Pero, al denunciar los
errores y criticar los defectos, lo hacemos, igual que un
médico trata un caso, con el único objeto de salvar
al paciente y no de matarlo."
El Presidente Mao ha resumido la gran experiencia
histórica del PCCH, en cuanto lucha de dos líneas,
con las siguientes palabras: "Hay que practicar el marxismo y no
el revisionismo; unirse y no escindirse; ser franco y honrado y
no urdir intrigas ni maquinaciones". Hay que sujetarse a esta
fran lección; sin embargo no se debe perder nunca la
vigilancia pues, como él mismo enseñara en
1964:
"Hay que estar alertas contra los que urden intrigas y
maquinaciones. Por ejemplo: han aparecido en el Comité
Central Kao Kang, Yao Shu-shi, Peng Te-juai, Juang Kecheng y
otros. Toda cosa se divide en dos. Algunos se empeñan en
tramar intrigas. Qué vamos a hacer si quieren actuar
así? Incluso ahora hay personas que se disponen a
complotar! El que existan conspiradores es un hecho objetivo y no
es una cuestión de si nos gusta o no."
Pero para qué es la lucha en el Partido?, en
último término para mantener la unidad y para
persistir en el marxismo, para rechazar la escisión y
repudiar el revisionismo; pues, como él mismo
enseña, la unidad se levanta sobre la lucha y es lo
relativo y aquélla lo absoluto. Así, en
consecuencia, la lucha es para mantener la unidad sobre el
marxismo, ya que la unidad es importante: "la unidad interna del
Partido y la unidad entre el Partido y el pueblo son dos armas de
incalculable valor para
vencer las dificultades. Todos los camaradas del Partido deben
apreciarlas."
He aquí, tesis sustantivas del Presidente Mao
Tsetung sobre la necesidad del Partido, su construcción y
la lucha dentro del mismo. Debemos estudiarlas porque ellas son
decisivas para guiar la construcción del Partido del
proletariado en nuestra patria.
Con lo expuesto, hemos planteado lo que, a nuestro
entender, son tésis básicas del marxismo, de Marx y
Engels y de Lenin y el Presidente Mao Tsetung, sobre tres
cuestiones que, como dijéramos, consideramos cuestiones
claves en la construcción del partido en nuestra actual
situación: la necesidad del Partido, la teoría de
su construcción (en un país semicolonial y
semifeudal), y la lucha de dos líneas en su seno.
Sustentamos que al problema de la construcción del Partido
del proletariado no se le presta la atención que
corresponde y que, incluso, no se mide la complejidad ni la
importancia de tal cuestión. Y hemos recurrido a
recapitular tesis fundamentales del marxismo sobre
construcción del Partido, a riesgo de
reiterar cosas ya conocidas, por la sencilla razón de que
sólo tomando el marxismo-leninismo-maoísmo
tendremos la guía correcta para enfocarla a
condición de fundir sus principios con nuestra realidad,
según nos enseñara Mariátegui.
Lucha de clases en
Japón de posguerra
¿Qué es el toyotismo? Los economistas
burgueses, e incluso algunos con un tinte de izquierdistas, nos
responden: "Es el Just in Time,
más el Kan Ban, más los EQ (Equipos de Calidad),
más la Calidad Total,
más las normas ISO
9.000, es la empresa como
una gran familia en donde
los trabajadores cantan el himno de la corporación antes
de comenzar cada jornada y se "sienten" orgullosos de pertenecer
a ella, etc.". Sin embargo, Muto Ichiyo* demuestra aquí,
con la simple contundencia de narrar los hechos, que esa
respuesta es parcial y por lo tanto falsa. Trasmitiendo el
testimonio vital de Kamata Satochi 1, nos advierte que la esencia
del toyotismo, del "mundo de la empresa", es:
"trasladar la competencia
interempresa, a la competencia-rivalidad entre obreros". Ichiyo
retoma el análisis de Marx que privilegia las
relaciones sociales como categoría central respecto a las
económicas o a las técnicas, aunque todas
están relacionadas. Así, Ichiyo nos lleva a ver que
lo central del toyotismo es la irrupción de nuevos
patrones de dominación del capital sobre el trabajo para
aumentar la productividad y
extraer una mayor cuota de plusvalía que permita una nueva
superación de las crisis
capitalistas, lo que obviamente no significa eliminarlas. Estas
nuevas formas de dominación social tienen una de sus
vertientes centrales en el propio proceso de producción. El proceso de producción de las grandes fábricas
fordistas basadas en la parcialización del trabajo,
descompuesto en gestos simples que ejecutaban trabajadores
sujetos a la velocidad de
la cadena de producción había generado una unidad
objetiva en la clase trabajadora que, a su vez era soporte de
poder relativo del trabajo en el proceso de producción. La
clase obrera ejercía permanentemente ese poder y la
"libertad" del
patrón se veía limitada por las rigideces tanto de
los convenios colectivos de trabajo, como del poder
institucionalizado en los sindicatos, en
los delegados y comisiones internas de las empresas. Este
poder relativo del trabajo en el proceso de producción
tenía profundos vasos comunicantes con todos los
ámbitos de la sociedad. La unidad objetiva de los
trabajadores en el proceso de producción se
extendía más allá de cada fábrica, de
cada "mundo de la empresa" y
ello se manifestaba en la identidad
obrera conocida mundialmente como los trabajadores de mameluco
azul. La burguesía, temiendo que la Revolución
Rusa de 1917 pudiera despertar emulaciones
(independientemente de que el hecho trágico de su
degeneración burocrática alejaba cada vez
más esta perspectiva) y conmovida por la crisis de los
'30, con todas sus consecuencias, reconoció
institucionalmente el poder relativo del trabajo, como una
táctica para desviar la ola revolucionaria que
recorría el mundo en las primeras décadas del
siglos. El reconocimiento institucionalizado al poder del trabajo
se focalizó en legalizar los nuevos sindicatos de
masas por industria que
nacieron al calor de las
grandes fábricas fordistas. En el plano más
general, este reconocimiento se manifestó en la
aceptación de las llamadas conquistas sociales y en la
elaboración de políticas
activas tendientes al "pleno empleo". En el
terreno del derecho nació un amplio tejido de leyes,
reglamentos y convenios incluso el derecho de huelga, o
hasta "el control obrero"
se estamparon en las constituciones (en Argentina es el
Artículo 14 bis) y aunque sabemos que la Constitución es pisoteada cuantas veces
pierde efectividad como instrumento de dominación del
capital sobre el trabajo, el derecho a la huelga
cuestiona el centro del andamiaje de dominación, basado en
la exclusividad del Estado al uso de la fuerza, pues
la huelga es un
hecho de fuerza. El
"derecho" a negarse a trabajar es, en su más puro sentido,
el derecho a la rebelión, a negar la relación de
opresión establecida por el trabajo muerto, el capital,
sobre el trabajo vivo. Las regulaciones, las rigideces, las
llamadas leyes sociales,
la Seguridad
Social, la jornada de 8 horas, fueron conseguidas por las
luchas mundiales del movimiento obrero y reconocidas por la
burguesía mundial quien terminó aceptándolas
de mala gana ante la posibilidad de que el movimiento obrero
avanzara por la vía de la revolución socialista.
Esa política burguesa, conocida como keynesianismo
consistía en aceptar hacer concesiones al poder del
trabajo, a condición de pactar con la dirigencia
burocrática del movimiento obrero que los conflictos se
plantearían y encerrarían en el plano sindical,
centralmente el salarial, castrando la lucha de los trabajadores
por el poder en toda la sociedad con el fin de construir una
sociedad sin explotación. El keynesianismo inaugurado a
raíz de las crisis de los
años 20 que desembocó en el crac de octubre de
1929, cobró fuerza después de la II Guerra Mundial y
pudo sostenerse hasta los '70 por varios factores, entre ellos la
traición de la dirección sindical y política
de los rabajadores. Sin disminuir la importancia de los factores
superestructurales creemos que adquiere gran relevancia el hecho
de que la batalla por el poder, por liberarse de la
dominación o por imponer nuevas reglas de
dominación, se inicie en el ámbito de la
producción, y en este sentido cobra una importancia
determinante al extenderse a todos los ámbitos de la
sociedad, de la nación y del mundo. John Holloway,
refiriéndose a la implantación del toyotismo en la
Leyland, afirma al respecto: "Si los cambios en la industria del
automóvil son representativos de cambios más
generales en el patrón de las relaciones empresa-trabajadores, entonces no resulta
sorprendente que haya paralelismos entre los cambios del estilo
empresarial y los cambios en el Estado. La
dirección de las empresas y del
Estado son dos aspectos de la misma cosa, son dos formas de
relación de capital, la relación de
dominación entre capital y trabajo… Por lo tanto, las
condiciones de esa explotación, las luchas en torno al proceso
de trabajo, son la clave para comprender no solamente los cambios
en la dirección de las empresas, sino
también el desarrollo del Estado. Más aún,
dado que la dirección empresarial está más
cerca del proceso de trabajo y responde a él más
directamente, no es sorprendente que las tendencias en el
desarrollo político sean preanunciadas por las tendencias
en la dirección empresarial".2 Generalmente lo que pasa en
el nivel productivo no es focalizado como relevante a la hora de
hacer análisis y construir políticas,
sin embargo Marx había señalado la importancia del
constante cambio de estas relaciones. En El Manifiesto Comunista
señala que: "La burguesía no puede existir sino a
condición de revolucionar incesantemente los instrumentos
de producción y, por consiguiente, las relaciones de
producción y con ello todas las relaciones sociales".3
Más adelante, en El Capital, reafirma el profundo sentido
de los cambios en las relaciones sociales y en el poder del
patrón que se desenvuelven en el proceso de
producción. Reproduzcamos algunos párrafos: "La
maquinaria, asimismo, revoluciona radicalmente la
mediación formal de las relaciones capitalistas, el
contrato,
entre el obrero y el capitalista." vivientes."4 Para Marx:"La
habilidad detallista del obrero mecánico individual,
privado de contenido, desaparece como cosa accesoria e
insignificante ante la ciencia,
ante las descomunales fuerzas naturales y el trabajo masivo
social que están corporizados en el sistema fundado
en la máquina y que forman con éste, el poder del
patrón".(destacados nuestros)5 Para Marx el sistema de
producción capitalista no se trata de un proceso de
trabajo sino de valorización del capital, pero ese sistema
comienza en la producción en donde el paso de la manufactura a
la industria
cambia las relaciones sociales, el contrato entre el
obrero y el patrón, porque la máquina no sirve al
obrero sino que éste debe seguir el movimiento que imprime
la máquina. Este sistema diceproducción.6 Se
establece así una lucha constante por imponer el dominio sobre el
"movimiento" o sea sobre quién y cómo domina el
tiempo de trabajo. Este dominio es
inestable y en las fábricas fordistas la conflictividad
era permanente ya que todo cambio de máquinas o herramientas
se encontraba frente a relaciones rígidas y no flexibles.
Los trabajadores no eran sumisos a los cambios que les
significaban un aumento considerable de la explotación.
Por otro lado, el trabajo repetitivo en el uso de una misma
máquina producía también un conflicto
de-sarrolladas debido a la alienación provocada por el
trabajo monótono, aburrido, en tanto el trabajo
intelectual se concentraba totalmente en la Oficina
Técnica y sólo quedaba el trabajo manual para el
trabajador. La conflictividad de las fábricas
repercutía sobre todas las relaciones sociales y las
luchas de los '70 pusieron al rojo vivo que los parámetros
de dominación del fordismo basados en el contrato social
del reconocimiento institucional de los sindicatos y
del "bienestar social" había llegado a su fin.
"Inflación creciente, gasto público en ascenso,
ganancias decrecientes, altos niveles de actividad
huelguística, todo evidenciaba que el equilibrio de
posguerra estaba llegando a su fin" afirma Holloway en La Rosa
Roja de Nissan, refiriéndose a la crisis de los
años 1973 y 1974. En ese momento la productividad,
como tasa, se volvía negativa y comenzaban a presentarse
los primero signos del fin del "pleno empleo". Por
otro lado, en el campo político internacional, el triunfo
de las masas vietnamitas sobre el ejército de EE.UU. junto
a "la rebelión" de los países productores de
petróleo,
y la actividad revolucionaria en los países del tercer
mundo en forma de semiinsurrecciones como el Cordobazo argentino,
o el Mayo francés de 1968 que volteó al hombre
fuerte de la Europa
continental, Charles De Gaulle, mostraban hasta qué punto
había llegado la crisis. La burguesía enfrentaba el
cambio de las relaciones sociales como un problema de vida o
muerte para todo el sistema capitalista. Es en este marco que la
burguesía focaliza su atención en Japón y en
su forma de organizar la producción completamente
diferente al taylorismo-fordista que imperaba en los
países más desarrollados. Holloway sostiene que los
métodos de
la Nissan, similares a los de la Toyota: "Representan no
sólo la expansión del capitalismo
japonés
sino también, mucho más importante, una tendencia
significativa en la estructura de
la dominación capitalista sobre el trabajo" No fue el
toyotismo la única salida a la crisis capitalista de los
'70. Sabemos muy bien que en países como los nuestros
muchas burguesías se inclinan rápidamente hacia
otros métodos
caracterizados por la destrucción de todas las rigideces
fordistas establecidas en los contratos de
trabajo llamadas globalmente políticas
de flexibilización laboral y
además sabemos que hay un mix de combinación de
diferentes proporciones de fábricas toyotistas
coexistiendo con fábricas de alta flexibilización,
taylorismo salvaje, que actúan como proveedoras de
fábricas donde predomina la forma de producción
toyotista. Aún en éstas últimas hay grandes
sectores que trabajan en puestos de baja calificación, con
trabajos repetitivos en donde el objetivo
patronal se focaliza en aumentar la frecuencia de los ritmos de
trabajo. En toda esta gama hay algo en común. Las "nuevas"
relaciones son impuestas después y como consecuencia de
grandes derrotas de los traba-jadores. Al respecto Holloway
refiriéndose a la reconversión de la fábrica
inglesa Leyland, destaca que: "…las técnicas patronales
de Nissan en Suderland pueden ser de inspiración japonesa,
pero su base real está en la derrota de los obreros en
Cowley, Longbridge y en otras partes. Son estas derrotas las que
permiten a la dirección empresarial hablar de introducir
técnicas patronales japonesas y de desplazarse desde la
producción Just in case a la producción Just in time".
Respecto a lo central de la producción japonesa Holloway
señala: "Es un estilo de dirección basado en la
presunción de que los trabajadores son disciplinados y
leales (al capital), de que no habrá paros imprevistos, y
que la calidad de los
productos en
cada una de las fases del proceso será confiable. Presume
por lo tanto que cuando un director dice: "Ve", el trabajador
va.". Es acá donde nos reencontramos con Ichiyo. Porque
Ichiyo nos cuenta historias paralelas entre el proletariado
japonés
y el inglés
en este caso el occidental, en cuanto estos métodos se
están generalizando en todo el planeta. Ichiyo denuncia y
muestra las
nuevas relaciones de producción establecidas a partir de
las derrotas de los trabajadores del Japón y lo hace no
sólo viendo las luchas sindicales sino las luchas políticas
y las relaciones que tienen éstas con la aplicación
o no de los nuevos paradigmas
productivos. Ichiyo escribió el trabajo que ahora
publicamos antes de que asumieran Tatcher, Reagan, Mitterrand, o
Felipe González, antes de la caída del Muro y de
los Regímenes del Este de Europa y mucho
antes de que el fantasma de la desocupación se
constituyera mundialmente en consecuencia y causa a su vez de
aplicación de los nuevos métodos de
dominación. Por eso sus páginas no lo reflejan. Hay
sin embargo una categoría crucial referente a las derrotas
de los trabajadores y que es la derrota provocada por no conocer
los planes del enemigo de clase, lo que a su vez ayuda a la peor
de las derrotas que es la consecuencia de no haber dado la
batalla. Para los que desprecian la conciencia de la
clase, el toyotismo y los trabajos de Ichiyo y Holloway son
irrelevantes en relación a los problemas políticos
y organizativos que estos métodos condicionan, para
nosotros que creemos en la necesidad de que las batallas de la
clase trabajadora sean conscientes, estudiarlos es fundamental.
Ichiyo nos sumerge en la historia y las particularidades del
poder de los trabajadores nipones, en consecuencia su trabajo
arranca en la posguerra. Después de la II Guerra Mundial la
derrotada burguesía japonesa atravesó por un
período de extrema debilidad. Dos gigantes libraron
batalla en el Japón: por un lado las fuerzas de
ocupación militar del imperialismo yankee y por el otro el
movimiento obrero japonés
que creció como un coloso. Su poder: "Se extendió
como fuego en un pastizal seco. El crecimiento más
rápido fue el de la Confederación de Sindicatos de
Industria
(Sambetsú), dirigido por comunistas que pasan de nada en
el '45 a una organización de 1.600.00 a fines del '46. Una
característica remarcable de esta precoz
irrupción obrera de posguerra fue el control obrero
sobre la producción, con la creación
espontánea de Comités de Taller. Estos
Comités se unieron a nivel regional y finalmente a nivel
nacional para formar la Sambetsú… En estas empresas (donde
la patronal se negaba ponerlas a producir bajo condiciones no
rentables) los trabajadores tomaron el poder y volvieron ellos
mismos a poner la producción en marcha, poniendo a los
directivos bajo su control. Aun
allí donde no habían tomado las fábricas en
sus manos los trabajadores crearon, dentro de las empresas,
situaciones tales que podrían llevarlos fácilmente
al control de la
producción. Fuera de las fábricas el control
popular sobre la alimentación y sobre
el sistema de racionamiento se extendió
rápidamente…"(Muto Ichiyo) El imperialismo y la
burguesía necesitaban retomar el control de la
situación. El capital, en cuanto trabajo muerto, no puede
existir si no mantiene la sumisión del trabajo vivo, si no
reproduce permanentemente el sistema de explotación. De
esta relación antagónica surge, para la
burguesía, el imperativo de la búsqueda constante
no sólo de mayor productividad,
sino también de nuevas formas de organizar la
producción que mantengan y/o refuercen su
dominación, doblegando la abierta o sorda rebelión
del trabajo. Y eso como parte de una compleja y articulada
estrategia que
busca debilitar el poder latente u organizado de los
trabajadores, impedir en definitiva que el levantamiento de los
explotados abra el camino hacia la toma del poder y la
revolución social.
Una breve historia
de la búsqueda de la sumisión del
trabajo
En los primeros tiempos de la industria capitalista, con
la manufactura y
el maquinismo, los patrones eran dueños de la materia prima,
de máquinas y herramientas,
de la comercialización y del dinero, pero
los trabajadores de oficio conservaban "el saber hacer" del
trabajo. Este "saber hacer" era la base de la articulación
de un cierto tipo de poder obrero, que ponía
límites y cuestionaba la sumisión real de la fuerza
laboral al
capitalista, a despecho de lo estipulado en el contrato de
trabajo. Taylor
buscó cali-ficado, a los que descompuso en gestos simples
que pudieran ser realizados, mediante herramientas
adecuadas, en forma repetida, estandarizada y controlable por la
patronal. Ford adicionó "la cadena", capaz de acelerar los
ritmos laborales y minimizar los desplazamientos físicos
del operario. La resultante fue un salto en la productividad
capitalista y, simultáneamente, un norme debilitamiento
del poder obrero que emanaba del "saber hacer". Con Taylor y Ford la
burgue-sía dio un paso muy importante en la
sumisión real del trabajo, en acrecentar su poder y
mantener el sistema de explotación. En las nuevas
condiciones de la gran industria conocidas como fordismo, el
"poder de los obreros" se desplazó decididamente hacia la
masificación de sus organizaciones y fundamentalmente
hacia su unidad objetiva. Mientras las empresas competían
entre sí en el mercado, los
trabajadores de esas empresas se mantenían unidos en un
mismo sindicato y
peleaban y concertaban condiciones de trabajo y salarios para
todos los trabajadores de las fábricas, plasmadas en los
convenios colectivos. Sobre esta base objetiva renovada, y en un
mundo convulsionado por la Guerra Mundial,
la Revolución
Rusa de 1917, y la gran crisis y depresión
de 1930, se libró una batalla ideológica,
política y sindical cuyos protagonistas fueron por un lado
las grandes empresas y el Estado
burgués, pero también organizaciones obreras
clasistas y revolucionarias. Ford, enemigo acérrimo de la
organización sindical, pretendía mantenerla por
fuera de sus empresas, y durante algunos años lo
logró. Pero diez y siete años después de la
implantación de la cadena en la fábrica Ford, en el
año 1930, el movimiento obrero pudo imponer el
reconocimiento institucionalizado de su "nuevo" poder y ello se
plasma en el reconocimiento e institucionalización del
sindicato por
industria. A lo largo de la década de los treinta, una
oleada de grandes y duras luchas cambió la
fisonomía del sindicalismo
norteamericano, con el surgimiento de masivos y combativos
sindicatos de
industria, cualitativamente distintos a los relativamente
"elitistas" sindicatos por oficio de la etapa anterior. La
expresión de este proceso fue la consolidación de
una nueva central sindical, la CIO (Congreso de Organizaciones
Industriales). Procesos
comparables de desarrollaron a nivel mundial. En nuestro propio
país, los sindicatos de oficio que habían sido el
corazón
de la legendaria FORA (Federación Obrera de la
Región Argentina), en
ese mismo tiempo dejaron lugar a los sindicatos de industria.
«En dónde residía este nuevo poder de los
trabajadores? No en el "saber hacer" del trabajador calificado
que había sido la base de los sindicatos por oficio del
período anterior, sino en el desarrollo de la unidad
obrera masiva. La cadena y las nuevas formas laborales acercaban
objetivamente el trabajador calificado al sin oficio: el 79% de
los trabajadores de la Ford aprendía en la fábrica
su tarea en menos de una semana. El llamado "obrero
especializado" de la nueva época no será resultado
de la calificación semi artesanal de antaño, sino
de la preparación estandarizada de la mano de obra para
las necesidades de la industria. Pero por ello mismo, la unidad y
masificación de la organización sindical obrera fue
un fenómeno paralelo al de la producción fordista.
Los grandes sindicatos de industria incorporaron incluso a las
grandes masas de trabajadores inmigrantes, a los que se
debió recurrir para cubrir las necesidades de mano de
obra. Con esta herramienta, su unidad, el movimiento obrero
enfrentó las duras persecuciones patronales de los
años veinte, y luego resistió las consecuen-cias
derivadas de la
gran crisis mundial de 1930, comenzó su
recuperación y logró avanzar, incluso grandes
pasos, sobre los logros de la etapa anterior. Su fuerza impuso
numerosas conquistas sociales, salarios reales
en alza, jubilación, seguridad
social, sindicalización masiva, pleno empleo, etc.
Progresos, sin duda, pero limitados y contradictorios porque
fueron orientados hacia la colaboración de clases, a
despecho de la ola de revoluciones que siguió al
aplastamiento del nazismo, y junto
con todo ello se extendió la burocratización y la
intromisión estatal en la organización obrera. Pero
entrar en la consideración de ello extendería
innecesariamente esta introducción. En todo caso, vale
subrayar que nada es estático y menos en el terreno de la
construcción y articulación del poder. Pese a la
política de comprar a los dirigentes y perseguir a los
activistas, pese a la traición de las direcciones obreras
encarnadas en la burocracia
sindical y en el estalinismo, el equilibrio
basado en los métodos de regulación y
dominación característicos del fordismo y el (mal)
llamado "Estado benefactor" se volvió completamente
inestable en el inicio de los '70. El movimiento obrero
avanzó con sus luchas y puso en jaque a todo el sistema
capitalista. Si bien la lucha, lamentablemente no tuvo una
dirección consciente y revolucionaria, y por eso no devino
en la conquista del poder por parte de los trabajadores,
igualmente demostró el poder de los obreros emanado de su
unidad. Esta crisis terminó de convencer a la
burguesía de la necesidad de generalizar "nuevos patrones
de dominación", asentados en una nueva relación
desde el centro mismo de la producción. Para esto pudo
apoyarse en una experiencia práctica que durante tres
décadas había servido al avance de Japón. Se
presentó al toyotismo (acompañado, aunque no
siempre se lo diga, con su contracara el taylorismo salvaje o
sistema de máxima flexibilización), como la forma
de Organización Científica del Trabajo que
posibilitaba, aunque más no sea por un período,
mantener vivo el sistema de explotación capitalista.
Así se propagandizó este modelo (o
combinación de modelos) que
se extendería aceleradamente por todo el mundo en virtud
de "la Globaliza-ción". Muto Ichiyo nos habla de la nueva
Organización Científica del Trabajo pero visto
desde el otro lado de la barricada. Denuncia que la
política de la patronal, con los nuevos métodos de
producción basado en los EQ, apunta a destruir la unidad
desde la fábrica misma, cambiando las condiciones
objetivas que la forjaban. Con esto apuntaban también a
destruir el poder obrero institu-cionalizado en las
organizaciones obreras, en la medida en que el mismo podía
escapar al control y los límites de la colaboración
de clases, alentando procesos de
clasismo y radicalización política, y fomentando
"nuevos dirigentes" completamente patronales. Ichiyo nos dice:
"La erosión del poder obrero en las fábricas
repercutió rápidamente en el sindicato e
hizo emerger un nuevo tipo de dirigentes próximos a la
patronal,…quienes tomaron la dirección nacional de la
Tekko Roren en 1959" En el Japón se desarrolló una
nueva táctica para controlar el poder obrero desde las
mismas bases objetivas que lo soportaban y evitar que su
desarrollo pusiera en peligro a todo el sistema capitalista. Una
escalada que en su forma se presenta como Just In Time,
Calidad Total,
EQ o Racionalización o Flexibi-lización, pero cuya
esencia es un objetivo económico-social-político
funda-mental para la burguesía: la destrucción de
la unidad del movimiento obrero para aniquilar esa fuente de
poder obrero y mantener e incrementar las ganancias
capitalistas. La insistencia en la cuestión de la unidad
no significa que la consideremos como la única fuente de
poder obrero. La fuente última es, precisamente, la
dependencia del capital ante el trabajo vivo y el antagonismo
vital que recrea las bases objetivas para la rebelión
obrera mientras subsista el trabajo asalariado como fuente de
plusvalía en provecho de la clase burguesa. Sí
queremos señalar que la unidad fue consustancial con este
poder obrero del que hablamos. Por eso Ichiyo tiene total
razón cuando denuncia al toyotismo como un arma para
destruir la unidad y lograr que los obreros compitan entre
sí, ganados por el nuevo mito del
"mundo de la empresa" y
dando la espalda a la búsqueda de un mundo nuevo forjado
mediante la eliminación de la propiedad
privada de los medios de
producción y la elevación de los trabajadores a
clase dirigente, ejerciendo el poder con un estado de tipo
radicalmente distinto. Consideradas sólo como
categorías técnicas o económicas maquinismo,
taylorismo, fordismo o toyotismo, las diversas formas de
Organización Científica del Trabajo, aparecen como
distintas expresiones de lo mismo. Pero penetrar en su contenido
social permite apreciar diferencias cualitativas. Desde el punto
de vista del poder de los trabajadores, debemos considerar que el
toyotismo lamen-tablemente ha logrado en gran medida, dar pasos
muy importantes para destruir la unidad proletaria. Si se quiere,
un símbolo de esto, podemos verlo en el reemplazo de la
fraternidad del mameluco azul, por la falsa "unidad en la familia de
la empresa"
cada una con sus uniformes distintivos al estilo de los Mac
Donals. Todo esto invalida razonamientos supuestamente
reconfortantes del tipo: "si el movimiento obrero pudo
sobreponerse una vez al maquinismo, y otra vez al
taylorismo-fordismo, seguramente podrá sobreponerse ahora
al toyotismo". Este razonamiento, además de falso
lógicamente (las genera-lizaciones inductivistas son
arbitrarias, puesto que nada permite asegurar que si un
fenómeno se repite dos veces deberá repetirse
siempre) es falsa políticamente, porque no denuncia, como
sí lo hace Ichiyo, el peligro que representa para la clase
obrera esta nueva escalada burguesa. Se trata de comprender este
peligro, enfrentarlo, y desarrollar prácticamente nuevas
fuentes de
poder de los trabajadores en las que apoyarse para el cambio
social y terminar con el sistema de explotación
capitalista.
¿Por
qué los trabajadores japoneses aceptaron este método de
producción?
No creemos en las explicaciones de los analistas que
contestan presurosos que ello se debe al tradicional
"espíritu sumiso" del pueblo japonés. Muto Ichiyo también
derrumba este mito.
Demuestra que sólo se impuso este modelo a
través de la derrota de enormes huelgas, algunas
abiertamente políticas y antagónicas a la alianza
contrarrevolucionaria del Japón con EE.UU. La
burguesía japonesa, con el activo sostén de las
bayonetas del ejercito de EE.UU. en la inmediata posguerra, y una
clara estrategia
antiobrera, pudo imponer a los trabajadores el "individualismo" y
el "espíritu de sumisión" que tanto alaban los
comentaristas burgueses. Muto Ichiyo nos dice que no hay
toyotismo sin derrota de los trabajadores y con esto nuevamente
apela a categorías marxistas, de relaciones sociales, y no
a categorías económicas burguesas. En la lucha de
los oprimidos contra los opresores y en el desenlace de esta
confrontación, está la clave de cada período
histórico.
Muto Ichiyo narra los hechos y las trampas. Nos alerta
que una de estas trampas fue privilegiar la "lucha por aumentos
de salarios", en
desmedro del combate enderezado contra los planes de
racionalización y la lucha política: "La
ironía reside en que estos aumentos de salarios
aceleraron precisamente las presiones para una rápida
renovación de la maquinaria industrial y de una
racionalización (toyotismo y flexibilización). El
capital se vio compelido a pasar de la explotación de la
plusvalía absoluta a la plusvalía relativa."
Recuerda que los trabajadores japoneses solos y aislados,
extraviados por la ceguera de la dirección estalinista
(por no decir la traición), y "la falta de
internacionalismo, impidió que las masas enfrentaran la
realidad del mundo y en especial la de Asia". Ichiyo
señala que encerrarse en el sindicalismo
y, dentro de él, en el enfrentamiento salarial como
sustituto de una lucha dentro de una estrategia
social, política e internacionalista, termina debilitando
al movimiento obrero. Tras la zanahoria de mejoras salariales
para algunos sectores, llegaron los garrotes contra el conjunto
de la clase obrera.
No fue curiosidad histórica lo que nos
movió a traducir y editar este trabajo. Si lo hicimos es
porque creemos que conocer esta experiencia es muy importante
para la lucha diaria y actual que deben llevar a cabo los
activistas obreros en nuestro país y en todo el mundo,
donde las burguesías están desenfrenadamente
tratando de implantar, e implantando, los nuevos métodos
de explotación. Con estos nuevos métodos de
explotación y con su consecuencia en gran medida deseada,
la desocupación, la burguesía mundial ha logrado
debilitar el poder de los sindicatos y de las organizaciones
obreras. Las nuevas condiciones de la producción y sus
consecuencias sociales y políticas ha cambiado totalmente
el panorama y presentan nuevos desafíos. Estamos viviendo
"la
Globalización", con su nuevo modelo
(combinación de modelos) que
impone a los revolucionarios descartar ciertas herramientas
de lucha e impulsar nuevas. Combatir al nuevo modelo
capitalista pasa también por analizar lo que sirve y lo
que ha dejado de ser útil en el programa de los
revolucionarios. Muto Ichiyo nos brinda hechos, experiencias y
conclusiones de lo acontecido en Japón, en la lucha del
movimiento obrero desde el fin de la guerra hasta mediados de los
'80. Durante 40 años el toyotismo se desarrolló sin
que el movimiento obrero mundial, incluida nuestra corriente,
advirtiera la magnitud y naturaleza del
ataque. Es hora de superar semejante rémora. Ichiyo nos
permite ver a Japón desde la óptica
de un revolucionario, lo que no es frecuente, y esto otorga al
presente trabajo importancia no sólo testimonial: puede
servir como herramienta de lucha contra el "marketing
ideológico" que presenta a Japón como el paradigma de
la felicidad, de modelo
deseable para el progreso de la humanidad y que se impone como
una ineludible consecuencia objetiva del desarrollo de las nuevas
técnicas y herramientas,
como una realidad económica desvinculada del desenlace de
las luchas entre el capital y el trabajo. Ichiyo se ubica desde
este último ángulo. Narrando desde las
des-garradoras historias de las mujeres trabajadoras de la Sony,
hasta los problemas de las intencionales intoxicaciones de los
trabajadores de Minamata. Denuncia también a los
dirigentes sindicales que condujeron a la encerrona de luchar
sólo por aumentos salariales, y dejaron expedito el paso a
los planes de implantación de nuevas formas de
explotación capitalista que disminuían el poder de
los trabajadores. En el año 1918 Lenin tomó en
consideración el hecho de que los métodos
tayloristas y fordistas (por entonces recién inaugurados)
aumentaban enormemente la productividad.
Denunció que esos métodos en manos de la patronal
significaba un aumento brutal de la explotación, pero
advirtiendo también que contenían elementos de
avance científico-tecnológico que la joven
República Soviética debería adoptar, y
rápidamente. En la concepción leninista, la
contradicción que esto planteaba se debería
enfrentar con dos medidas complementarias: por un lado rebajar
las horas de la jornada laboral y
simultáneamente posibilitar que, aprovechando esas horas
que quedaban libres, los obreros se elevaran política y
culturalmente para ejercer efectivamente la administración del Estado y el poder. Lenin
tenía una fórmula económico-social (bajar la
jornada) y política (incorporar a la clase obrera
efectivamente al poder del Estado). El estalinismo
desnaturalizó esta perspectiva, adoptando métodos
capitalistas bajo la forma brutal del stajanovismo y liquidando
tanto el poder de los obreros a nivel del Estado como en los
centros mismos de producción. El enfoque de Lenin sigue
siendo ilustrativo, aunque no exista en ningún lugar del
mundo un gobierno bolchevique leninista, puesto que hoy se trata
de plantear la unidad de la lucha por una rebaja cualitativa en
los tiempos de la jornada laboral sin
pérdida de salario,
acompañada con el planteo de una batalla
político-cultural por la toma del poder por los
trabajadores en todo el mundo.
La desocupación, como consecuencia inexorable del
nuevo modelo, no aparece reflejada en este trabajo que estamos
presentando, porque el mismo tiene ya más de una
década y fue escrito desde un Japón que durante
unos 40 años aplicó casi sin competencia los
nuevos métodos de superexplotación, disfrutando de
los privilegios de los que llegan primeros. Hoy, al generalizarse
tanto el toyotismo como su contrapartida el taylorismo salvaje o
sistema de máxima flexibilización en todo el mundo,
se comienzan a ver palmariamente sus nefastas consecuencias
universales. La destrucciónecológica del planeta,
el hambre, y la desocupación masiva con medidas de
flexibilización que a su vez provocan más
desocupados, presionan en un círculo cerrado infernal para
que sean aceptados los nuevos métodos. Quedan a la vista
los resultados de barbarie a que conducen estos métodos de
explotación en el sistema capitalista. Ichiyo nos da
herramientas para profundizar el análisis que nos permita descubrir las
debilidades de la aplicación en todo el mundo del
"toyotismo". Avanzar en el camino que nos señalara Lenin
comienza por asimilar la magnitud de los cambios operados en el
mundo, y asumir el desafío de forjar en la lucha un nuevo
programa internacionalista y revolucionario capaz de orientar a
los trabajadores para enfrentarlo globalmente.
1.- Kamata Satochi se proletarizó en la
fábrica Toyota y reflejando su experiencia personal
escribió dos libros:
"Toyota la fábrica de la desesperación" y
"El revés del milagro", dos libros
editados por Máspero y Ediciones Obreras de Francia.
2.- John Holloway, La Rosa Roja de Nissan.
3.- Carlos Marx, El
Manifiesto Comunista,pág. 66, Ediciones Pluma , Buenos Aires
,1974.
4.-Carlos Marx,
Maquinaria y Gran Industria. El Capital, OE, Tomo1, De. Ciencias del
Hombre, Bs.As.,1973.
5.- Idem.
6.- No queremos desconocer el poder que emana del
dominio de la
superestructura de la sociedad, comenzando por el Estado,
instituciones
, ideologías, etc. Queremos señalar que a nivel de
la producción ya hay un poder del capital sobre el
trabajo, sin el cual es imposible la producción
capitalista. Pero existe también un poder relativo del
trabajo sustentado en diferentes parámetros: en el saber
hacer, en el grado de organización, en la historia de la
clase trabajadora y sus mejores representantes, en la
tradición y en el grado de las derrotas y victorias
parciales del trabajo sobre el capital y viceversa.
El
levantamiento de Hong Kong de 1967 contra el imperialismo
británico
El 1º de julio de 1997, la colonia inglesa de Hong
Kong pasó al control de China. Se ha dicho que ahora
tendrá un gobierno socialista. Pero en China se ha
restaurado el capitalismo y
hoy no es un país socialista.
En 1949, la Revolución China, dirigida por Mao
Tsetung, conquistó el poder nacional y liberó al
país de la dominación y explotación de las
potencias extranjeras. Durante más de 25 años, las
masas chinas construyeron una sociedad socialista cuya meta era
eliminar la sociedad de clases y todas las formas de
explotación y opresión. Pero en 1976,
después de la muerte de
Mao, Deng Xiaoping dio un golpe de estado
reaccionario y restauró el capitalismo en
China. Desde ese entonces, se han vuelto a abrir las puertas del
país a la dominación y explotación
extranjera. Para los gobernantes capitalistas de China, la
devolución de Hong Kong es parte de la integración capitalista general de Hong
Kong y de China (véase el OR 914).
Los actuales gobernantes chinos son muy represivos. Por
eso se ha expresado temor de que el gobierno que llevó a
cabo la masacre de la plaza Tiananmen en 1989 les quite los
derechos a los
habitantes de Hong Kong. Se habla de lo "tolerante" que ha sido
el gobierno colonial y de las muchas libertades que
otorgó. ¡Pero la población china de Hong Kong no ha gozado
de libertad bajo
el colonialismo inglés!
Desde hace 150 años, un gobernador inglés
ha gobernado la colonia, nombrado su consejo legislativo y negado
muchos derechos
civiles.
El siguiente informe sobre el
Levantamiento de Hong Kong de 1967 es un buen ejemplo de la
conducta del
colonialismo inglés.
Asimismo, muestra la gran
influencia del maoísmo y la lucha revolucionaria de ese
entonces sobre Hong Kong.
*****
Después de 1949, bajo la dirección de Mao,
el pueblo chino se dedicó a la construcción de una
nueva sociedad socialista. Pero poderosas figuras en el seno del
Partido Comunista querían restaurar el capitalismo. Para
confrontar ese problema, Mao lanzó la Gran
Revolución Cultural Proletaria. En 1966 animó a los
Guardias Rojos a recorrer el país y difundir la lucha de
clases contra esos "seguidores del camino capitalista". En enero
de 1967, la clase obrera tomó la delantera: en Shanghai,
los obreros revolucionarios tumbaron a "los seguidores del camino
capitalista que detentaban el poder"; en otras partes del
país hubo levantamientos parecidos.
En la Revolución Cultural, millones de personas
participaron en una lucha liberadora sin precedentes. Esto tuvo
grandes repercusiones en Hong Kong, donde los imperialistas
ingleses temían esa efervescencia
revolucionaria.
De hecho, el Partido Comunista de China (PCC) ya
desempeñaba un papel
importante en la colonia. En Hong Kong, había una rama del
partido, y sus militantes dirigían varias organizaciones y
agencias. Habían establecido "escuelas patrióticas"
y, para 1967, unos 30.000 estudiantes (12% del estudiantado de
Hong Kong) iban a escuelas dirigidas por el Partido
Comunista.
En Hong Kong había mucha oposición a la
dominación inglesa. No se había olvidado que
Inglaterra se la
robó a China en 1841 después de la guerra del Opio,
cuya meta era obligar a China a aceptar la importación del
opio. Después Inglaterra
adquirió Kowloon en 1860 con otro tratado igualmente
injusto. Y en 1898, se apropió de los Nuevos Territorios
con un contrato de 99
años (que se venció el 1º de julio). Muchos
chinos de Hong Kong resentían el colonialismo inglés
y simpatizaban con la China socialista.
Asimismo, en Hong Kong había mucha
oposición a Estados Unidos,
especialmente cuando la usó como base para su guerra
imperialista contra Vietnam. Buques y aviones de guerra
estadounidenses pasaban constantemente por la ciudad y muchas
compañías estadounidenses abrieron fábricas
para producir armas.
En 1967, unas 750.000 personas tenían viviendas
"seriamente inadecuadas". Centenares de miles vivían en
chozas y casuchas ilegales en las colinas. Los obreros trabajaban
12 horas al día, siete días a la semana, en
terribles maquiladoras. La situación estaba madura para
una rebelión.
El levantamiento de 1967 empezó el 6 de mayo,
cuando los trabajadores de una fábrica de flores
artificiales se quejaron contra unas nuevas normas
represivas. La compañía despidió a 92, les
cerró las puertas a los trabajadores y llamó a la
policía para arrestarlos. El 11 de mayo, los trabajadores
amenazaron con entrar a la fuerza a la fábrica. Estallaron
peleas entre ellos y 600 policías; estos hirieron a
más de 100 trabajadores y arrestaron a 127. Luego,
estallaron peleas en las calles cercanas, donde se quemaron
camiones de transporte y
se saquearon oficinas gubernamentales. Se impuso un toque de
queda en varias zonas, y en los días siguientes la
policía arrestó a otras 200 personas, golpeó
a centenares y mató a una. La lucha se regó
rápidamente por toda la colonia en respuesta a la
represión: concentró la furia ante la brutalidad
policial y el colonialismo.
El 17 de mayo hubo una marcha a la casa del gobernador,
donde se colgaron afiches anticolonialistas en las cercas y la
puerta. La policía de motín atacó con
cachiporras y abrió fuego; hirió a 200 y
arrestó a 300. Los choques continuaron y para fines de
mayo había más de 800 presos.
El gobierno chino envió una poderosa
declaración de apoyo a los trabajadores de Hong Kong y en
Pekín, Cantón y otras ciudades hubo grandes
manifestaciones de apoyo.
El gobierno de Hong Kong prohibió poner afiches y
ordenó grandes rastrillajes. La policía se puso a
vigilar las oficinas de sindicatos, periódicos, bancos y
organizaciones pro-China. En la calle había detenciones,
registros,
palizas y arrestos.
En respuesta, estallaron grandes protestas contra la
dominación colonial. Cada día había grupos de
discusión, clases de política y reuniones
organizadoras. Salieron centenares de volantes y por todas partes
aparecieron afiches, lemas y cuadros de Mao Tsetung.
En junio, los trabajadores empezaron a defenderse con
cocteles molotov, ácido y palos de bambú.
Organizaron paros en las fábricas. Cuando se
celebró un mitin en Shataukok, en la frontera con China,
600 policías de motín y 200 soldados ingleses
atacaron con gas
lacrimógeno e hirieron a 30 manifestantes.
A fines de junio, 50.000 trabajadores de 20 industrias se
declararon en huelga contra
la brutalidad colonial. Simultáneamente, trabajadores de
63 ramos hicieron un paro comercial de cuatro días en que
participaron 200.000 vendedores y comerciantes. Muchos verduleros
de los Nuevos Territorios se unieron a la protesta y no vendieron
sus vegetales, al igual que muchos pescadores no vendieron su
pesca.
La policía y los soldados se enloquecían
al ver muestras de apoyo a la China socialista o a Mao. Allanaron
un cine que
pasaba películas chinas, tumbaron las puertas y ventanas y
arrestaron a los empleados. Destruyeron cuadros y estatuas de Mao
y atacaron librerías, bancos y tiendas
pro-China. Registraron las oficinas de docenas de sindicatos
comunistas. Para fines de julio, había 1448 presos por
"agitación". Además, el gobierno aprobó
leyes de emergencia para restringir la posesión de armas
de fuego e impuso severos castigos por "incitar
motines".
Pero los ataques policiales le echaron más
leña al levantamiento. Cuando mataron a un trabajador,
Tsai Nan, en Wanchai, miles de personas marcharon al lugar donde
murió y pelearon con la policía nueve noches
consecutivas con piedras, botellas y bombas
incendiarias.
Los trabajadores de
caucho y plástico contra la
policía
El 23 de junio, un radiopatrulla llegó a las
oficinas del sindicato de
trabajadores de caucho y plástico en Kowloon. Primero,
policías armados y tiras sacaron fotos; luego se
pusieron a arrancar afiches y periódicos de las paredes.
Un grupo de trabajadores y vecinos los confrontaron. Cuando los
policías iban a huir, les bloquearon el paso y les
exigieron que volvieran a colgar los afiches. Los agentes se
desbocaron: dispararon hacia la multitud e hirieron a tres
personas. Los trabajadores contraatacaron con botellas y todo lo
que tenían a su alcance.
Llegaron varios centenares de refuerzos y dispararon
gas
lacrimógeno y proyectiles de madera.
Lanzaron seis o siete ataques en siete horas, con el fin de subir
la escalera y apoderarse de la oficina, pero los
trabajadores los pararon en seco cada vez. Por fin, abrieron un
boquete en la pared desde otro edificio. Cuando los trabajadores
escapaban por la escalera con los heridos, la policía les
bloqueó el paso y volvió a dispararles proyectiles
de madera.
Arrestaron a 50 trabajadores; uno murió a balas y dos a
golpes.
La defensa del
sindicato de trabajadores
portuarios
El 14 de julio, los trabajadores defendieron
heroicamente las oficinas del sindicato de trabajadores
portuarios y la Escuela de
Trabajadores de Hunghom. Mil policías y soldados
invadieron la zona, montaron alambre de púas, acorralaron
a los trabajadores y pusieron un toque de queda. Luego, atacaron
el sindicato con proyectiles de madera,
gas
lacrimógeno y ametralladoras. Ho Feng, el secretario del
sindicato, tocó música revolucionaria
por un altoparlante y llamó a los vecinos a unirse a la
lucha. Mucha gente fue a defender el edificio con las armas que
encontró a su alcance, se desplegó en los techos o
cerca de las ventanas y puertas, y les tiró botellas de
agua y
ladrillos a la policía.
Unas 60 personas defendieron el edificio tres horas
contra los mil policías y soldados. Finalmente estos
lograron tumbar la puerta con un soplete. Cuando entraron al
edificio, mataron a balazos a Ho Feng.
Los estudiantes y
la juventud se unen a la
lucha
En Hong Kong, mucha gente leía el Diario Popular
de China y seguía su dirección política. A
comienzos de junio, un editorial del Diario Popular de China
exhortó a la juventud y los
estudiantes de Hong Kong a integrar su energía y
entusiasmo a la lucha de los trabajadores y campesinos contra el
colonialismo británico. Muchos respondieron al llamado,
ofrecieron apoyo y no se dejaron usar como esquiroles.
A fines de junio, 20.000 estudiantes de 32 escuelas
participaron en un paro de un día. Como represalia, la
policía allanó muchas "escuelas patrióticas"
y golpeó y arrestó a centenares de alumnos y
maestros. El 9 de julio, la policía de motín
abrió fuego contra una multitud de estudiantes frente a la
escuela Fukien y
mató a dos. En respuesta, hubo combates de cuerpo a cuerpo
con la policía.
Las "escuelas patrióticas" no cerraron durante el
verano y requirieron que los estudiantes participaran en
"actividades sociales y atléticas", o sea, ¡en el
movimiento de apoyo a los trabajadores y contra el
colonialismo!
El movimiento estudiantil creció y además
de darle apoyo a los trabajadores se opuso a la "educación
esclavizadora". Hubo reuniones para condenar el colonialismo, con
trabajadores invitados para hablar de su opresión a manos
de los imperialistas.
Los estudiantes se organizaron equipos para ir a las
zonas rurales. Fueron de pueblo en pueblo, de casa en casa, para
hablar de la lucha contra el colonialismo, repartir volantes y
fomentar el maoísmo. Trabajaron hombro a hombro con los
campesinos, los ayudaron en el campo y les enseñaron
canciones revolucionarias. Por su parte, aprendieron de los
campesinos, quienes les contaron de sus propias batallas
antiimperialistas.
La
transformación de Tseng
Teh-cheng
Lo que le pasó a Tseng Teh-cheng demuestra
cómo esta batalla transformó la vida de mucha gente
en Hong Kong. Tseng Teh-cheng era un estudiante a quien le
gustaba leer periódicos pro-británicos.
Había estudiado 10 años en una universidad
anglo-china y estaba muy influenciado por la cultura
occidental. Le gustaban las películas de James Bond y "My
Fair Lady", una película cursi sobre la sociedad inglesa,
que vio tres veces. No pensaba mucho en cosas como el
colonialismo o la China socialista. Su meta era ir a la Universidad de
Hong Kong y luego a una universidad
estadounidense.
El levantamiento de mayo le cambió la vida. La
brutalidad de los ataques policiales le abrió los ojos y
vio la realidad del imperialismo británico. Sus falsas
ilusiones sobre la democracia y
la libertad de la vida colonial se desvanecieron. Dijo: "No
entiendo lo que quieren los comunistas. Pero cuando los
policías atacaron a los estudiantes con pistolas y
cachiporras, inmediatamente me di cuenta de quién
tenía la razón y quién no".
Más tarde, cuando lo sentenciaron a dos
años de cárcel, no se arrepintió de nada.
Dijo: "He cambiado. Antes del levantamiento de mayo,
soñaba con ir al extranjero para estudiar y `avanzar'.
Después del levantamiento, todavía quería ir
a estudiar en el extranjero, pero para servir a China y a la
revolución. Ahora pienso que nadie debe arrepentirse,
incluso si muero".
Censura, redadas y
contraataques
El gobierno de Hong Kong censuró la prensa. La
policía allanó y clausuró periódicos
izquierdistas, y arrestó a su personal. A
comienzos de agosto, las autoridades suspendieron tres
periódicos pro-China/Mao, les saquearon las oficinas y
arrestaron a 34 corresponsales y editores. A mediados de
septiembre, habían golpeado y arrestado a 70 periodistas;
24 fueron a parar a la cárcel. En respuesta, surgieron
muchos "periodistas voluntarios" para escribir informes.
Miles de trabajadores formaron "comités de
lucha", "equipos de combate", grupos culturales y equipos de
trabajo para avanzar la lucha contra el colonialismo,
fomentar apoyo para la China socialista y estudiar la
política y las obras de Mao. Sus tácticas
cambiaron. En varias zonas los trabajadores tomaron la ofensiva
con bombas
incendiarias y otras armas, como lo describió un
observador: "Como los fascistas británicos nos atacaron
con armas de fuego, nuestros combatientes se vieron obligados a
empuñar las armas y contraatacarlos medida por medida,
así como lo describe el dicho chino: `Está mal
visto no devolver lo que uno ha recibido'".
Hubo una racha de dinamitazos; el gobierno
informó de 8074 incidentes sospechosos entre agosto y
diciembre, de los cuales 1167 fueron bombas.
La lucha que comenzó en Hong Kong y Kowloon
también afectó a los Nuevos Territorios, varias
islas y muchos pueblos pequeños. En una batalla en las
montañas, más de 2000 campesinos derrotaron a
más de 200 policías de motín. En octubre,
los habitantes de Shataukok minaron los caminos con bombas para
bloquear el paso a los refuerzos de la policía.
El 1º de octubre es el Día Nacional, el
aniversario del día que el Ejército Rojo de Mao
liberó a China en 1949. Cada año se celebraba en
Hong Kong también. Pero en 1967 las autoridades
prohibieron la celebración.
La víspera del 1º de octubre, la
policía allanó las oficinas de 29 sindicatos y 51
asociaciones que habían programado celebraciones y
arrestó a más de 200 personas. El 1º, la
policía hizo todo lo posible para impedir las actividades,
atacando las multitudes con cañoneros, helicópteros
y gas
lacrimógeno. Arrestó a unas 100 personas que fueron
a ver fuegos artificiales; mató a un trabajador e
hirió a muchos. La policía y los soldados
patrullaron las calles, arrancaron banderas chinas y golpearon a
mucha gente. Atacaron varios shows organizados para celebrar el
Día Nacional, y arrestaron a los actores y al
público.
Pero a pesar de todo, más de 200 organizaciones y
centenares de miles de individuos participaron en mítines,
reuniones y actividades del Día Nacional. En los Nuevos
Territorios, se organizaron desfiles campesinos con banderas
chinas y retratos de Mao. Unos 8000 pescadores de 93 pueblos
fueron en 700 barcos a celebrar en territorio chino.
Los presos también celebraron el Día
Nacional. Más de 2000 combatientes detenidos convirtieron
las cárceles en escuelas de política y
maoísmo. Las autoridades prohibieron las obras de Mao,
pero los presos se referían citas de Mao de memoria. Las
presas celebraron reuniones en sus celdas y un show
revolucionario. En una cárcel, 600 presos se declararon en
huelga de
hambre.
*****
Durante el levantamiento de 1967, las fuerzas armadas
del gobierno colonial mataron a 51 personas, hirieron a
más de 800 y arrestaron a más de 5000. Pero la
resuelta lucha del pueblo de Hong Kong sacudió al
colonialismo británico y sirvió de educación
política a miles de trabajadores, estudiantes y
campesinos. La lucha manifestó el profundo odio del pueblo
de Hong Kong por el imperialismo, y las aspiraciones de docenas
de miles que apoyaban a Mao Tsetung y el socialismo.
1936-1939 A 60 años de la
revolución y la guerra
No hay ninguna posibilidad de comprender la historia
contemporánea sin comprender los procesos
revolucionarios de los años 30 en el Estado
español.
Fueron decisivos en el contexto europeo que se preparaba
para una guerra de rapiña entre las potencias
imperialistas. Una guerra que buscaba un nuevo reparto del mundo,
y además aplastar a la Unión Soviética. La
condición previa para lanzar a las masas a una
carnicería inmensa en los campos de batalla era aplastar a
las organizaciones de la clase obrera. Una revolución
socialista triunfante en España
hubiese puesto en peligro todos los planes de la
burguesía. Por eso, mientras las llamadas
«democracias» llamaban a la «no
intervención» en España,
como excusa para no dar posibilidades de triunfo a una
revolución ante la que sentían pánico,
hacían la vista gorda, ante la intervención masiva
del fascismo
alemán e italiano. En esa época tanto las
democracias burguesas como Stalin, tenían más miedo
a una revolución proletaria sana, que a Hitler o
Mussolini.
No olvidemos que el fascismo era
visto con una mezcla de aprensión y simpatía por la
burguesía europea, como algunos ven a un perro de presa
que despedaza a un intruso. Los fascistas aplastaban a las
fuerzas revolucionarias, en realidad era el arma extrema de la
burguesía contra la clase obrera, y como suele suceder se
convirtió en una especie de monstruo de Frankestein
.
Al terminar la guerra civil, en agosto del ano 39,
Stalin firmó un «pacto de no agresión»
con Hitler. La
miopía nacionalista de la burocracia
estalinista le llevaba a pensar que si ellos no se mezclaban en
los asuntos de Hitler él
no se mezclaría en los suyos. Cuando las tropas nazis
traspasaron las fronteras de la URSS, quedó claro que las
tremendas concesiones hechas no habían servido de nada. Al
contrario, habían fortalecido al fascismo.
Así, la guerra española se
convirtió en el primer campo de batalla de la II Guerra MundiaL
que era, fundamentalmente la guerra entre la revolución y
la contrarrevolución. Alemania,
Italia, Austria,
habían caído bajo el fascismo
«democráticarnente». Las organizaciones
obreras habían sido aplastadas sin lucha, «sin
romper un cristal» como dijo Hitler.
Para un enfrentamiento decisivo en Europa, Hitler necesitaba
que la URSS, y Gran Bretaña y Francia
permaneciesen pasivas mientras se aplastaba la revolución
española, que era una premisa previa para desencadenar la
guerra. Un triunfo de la Revolución española
hubiese cambiado toda la historia de Europa. Así la
«no intervención» fue un error nefasto que
contribuyó a la derrota de la Revolución pero no
podemos plantearlo como una «excusa externa», las
auténticas explicaciones de por qué el proletariado
español fue derrotado hay que buscarlas en la
política llevada a cabo en los acontecimientos claves del
proceso del 31 al 39, y eso es lo que se pretende explicar en los
siguientes artículos.
El estudiar el proceso de la revolución de los
años 30 también es imprescindible para comprender
nuestra historia más reciente, no solo la dictadura
sangrienta de Franco, sino la
«transición».
Una revolución es un acontecimiento excepcional
en la historia. Se trata de un momento en que las masas intentan
tomar en sus manos su propio destino, ser los protagonistas
directos y conscientes de la historia.
Para ello, usando la expresión de Marx, es
necesario un largo y tortuoso camino en que la conciencia de la
clase obrera se transforma pasando de ser «una clase en
sí» a ser «una clase para sí»;
«Las condiciones económicas transformaron primero a
la masa de la población del país en trabajadores.
La dominación del capital ha creado a esta masa una
situación común, intereses comunes. Así
pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero
aún no es una clase para sí. Los intereses que
defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de
clase contra clase es una lucha política» (K. Marx.
Miseria de la Filosofía).
Cuando esta lucha llega a su límite se plantean
las revoluciones. En ellas la cuestión central es la toma
del poder. Por eso en todas las revoluciones que llegan hasta el
final se suele plantear una situación de «doble
poder», es decir que coexisten el poder de la
burguesía, que aún no ha desaparecido, frente al
poder que ya se ejerce por parte de organismos de la clase obrera
(los «soviets» de la revolución
rusa) en forma de comités, milicias,
colectivizaciones. Pero la existencia de estos dos poderes es
incompatible y en un período breve de tiempo uno de ellos
es destruido por el otro, o la revolución se consolida o
es aplastada por las contrarrevolución.
De esta manera, una revolución no solo debe crear
sus propios organismos de poder, sino que debe destruir los de la
burguesía. Es decir, para la clase obrera no basta tener
el poder efectivo en sus manos, sino que además hay que
consolidarlo. Algunas revoluciones han llevado el poder a manos
de la clase obrera pero luego no han sabido retenerlo, y este fue
el caso de la revolución española. Porque, tal como
pretendemos explicar en estos artículos, la clase obrera
llegó a tener todo el poder en sus manos, pero una
política errónea de los dirigentes llevó a
que éste se perdiese.
Las revoluciones suelen resolverse en un sentido u otro
en un período breve. La revolución
rusa, se desarrolló en sólo unos meses* de
febrero a octubre de 1917. Sin embargo la revolución
española abarca, al menos de 1931 a 1937, aunque no fue
definitivamente aplastada hasta el 39.
Podríamos decir que hay cuatro fechas clave,
cuatro momentos en que más claramente se podía
haber establecido el triunfo de una revolución socialista
(l931, 1934, 1936 y 1937).
En primer lugar el 14 de abril de 1931, cuando cae la
monarquía del rey Borbón y es proclamada la
República de forma imparable . No se esperó a
ningún decreto ni formalidad legal . Las masas tomaron las
calles . El espíritu revolucionario lo arrollaba todo,
pero no había dirección, se carecía de un
plan para tomar el poder. De haber tenido estos factores hubiese
sido el fin no solo de la dictadura borbónica sino del
propio capitalismo.
Sin embargo se llamó a los trabajadores a confiar
en la república burguesa, en vez de luchar por una
república socialista.
Los dirigentes del PSOE, y la CNT, no dieron
alternativa; el PCE era aún un pequeño grupo
izquierdista, pero tampoco dio otra alternativa frente al
gobierno republicano.
El empuje de las masas es aún muy elemental en
abril del 31, aunque poco después, en octubre del 34, el
avance habrá sido gigantesco, y en julio del 36
tendrá el poder en sus manos.
Pero al proclamarse la República se trataba del
balbuceo de un niño, en comparación al posterior
lenguaje
revolucionario.
No cabe duda de que la IIa República era un
avance respecto a la dictadura monárquica, pero más
aún lo fue el gobierno de Kerensky respecto al zarismo,
tras febrero del 17 en Rusia, y los bolcheviques pasaron a la
ofensiva desde el primer día. Algo muy distinto
sucedió aquí.
Los dirigentes obreros en una política
conciliacionista (de colaboración de clases) se aprestaron
a formar gobierno con la burguesía.
¡Qué abismo respecto a la política
bolchevique en febrero de 1917 en la revolución que
derribó al zarismo!
Ante la postura de Stalin y otros dirigentes de dar
apoyo al gobierno provisional burgués que había
reemplazado al Zar, Lenin envió el siguiente telegrama
desde el exilio el 6 de marzo: «Nuestra táctica:
desconfianza absoluta, negar todo apoyo al nuevo gobierno;
recelamos especialmente de Kerensky-: no hay más
garantía que armar al proletariado; elecciones inmediatas
a la Duma de Petrogrado; mantenerse bien separados de los
demás partidos».
La política de colaboraci6n de clases llevada a
cabo por los dirigentes obreros condujo a que el gobierno
burgués no solucionase ni uno solo de los problemas que
habían llevado a las masas a derrocar a la
monarquía.
Se había cambiado de forma de gobierno, de
monarquía a república, pero lo esencial de la
dominación de burgueses, caciques y terratenientes se
mantenía. Se había sacrificado al rey Borbón
al igual que una estrella de mar pierde uno de sus brazos con el
fin de deshacerse de su enemigo.
El gobierno republicano no solo no llevó a cabo
lo que se esperaba de él sino que ejerció una dura
represión contra los campesinos y obreros que luchaban por
sus derechos.
Quizá el caso más destacado fue el del
pueblo gaditano de Casas Viejas, en enero de 1933, donde la
Guardia Civil quemó vivo a un jornalero, ametralló
a varios más y fusiló a otros once.
Ante estos hechos Azaña mostró a las
claras su repugnante carácter burgués diciendo:
«En Casas Viejas no ha pasado más que lo que
tenía que pasar» (Tuñon de Lara. La España del
siglo XX. Pág. 349).
Y todo esto sucedía con el PSOE en el gobierno.
Se había pasado de un millón de trabajadores en
paro en 1931 a millón y medio en 1933.
La desilusión en la república,
llevó al triunfo de la derecha en las elecciones de
noviembre de 1933.
En Alemania,
Italia y Austria
el fascismo había llegado al poder tras aniquilar las
organizaciones de clase. Los socialdemócratas no dieron
batalla y los partidos comunistas atravesaban su época
demencial del «socialfascismo» y fueron incapaces de
plantear un frente único de lucha contra el fascismo, pues
decían que en el fondo era lo mismo el fascismo que los
partidos socialdemócratas. La historia dio un
trágico mentis a esta política.
Quizá el destino de la clase obrera
española hubiese sido el mismo que el de estos
países, de no ser por una revolución que aunque fue
ahogada en sangre
frenó a la derecha clerical-fascista, y dio a la clase
obrera nuevas oportunidades; nos referimos a Octubre de 1934, la
Comuna de Asturias.
La revolución proletaria de octubre del 34 tiene
más trascendencia de la que se le da en los manuales de
historia. En ella quedó al descubierto la carencia
fundamental del bando obrero; mientras los trabajadores con poco
más que sus manos estaban dispuestos y eran capaces de
tomar el cielo al asalto, sus dirigentes se enfrentaban entre
sí por rencillas burocráticas y carecían de
convicción en las posibilidades
revolucionarias.
También demostró, pese a quien pese,
cuales eran los bandos en conflicto: Por
un lado la clase obrera, por otro la burguesía. Esto
último quedó simbolizado porque los asesinatos en
masa que ordenó el gobierno republicano contra los
trabajadores asturianos fueron dirigidos por Franco.
Aquella heróica lucha, frenó a la
reacción, y dio la oportunidad de la derrota electoral de
la derecha en las elecciones del 16 de febrero de
1936.
Mientras la reacción se preparaba para aplastar a
los trabajadores, siendo consciente la burguesía de que se
trababa de una lucha entre la revolución o la
contrarrevolución, la mayor parte de los dirigentes
obreros trataban, tan inútil como erróneamente* de
buscar una tercera vía. Esta política, que
llevó a la derrota, quedó reflejada en el intento
constante de «conciliación» con la
burguesía republicana, primero en las elecciones, luego en
el gobierno, y sobre todo en la funesta consigna de
«primero ganar la guerra, después la
revolución».
Todo esto se apoyaba en el argumento de que había
que unirse contra Franco. De nuevo, qué lejos estaban de
la política de los bolcheviques, que en circunstancias
más adversas llevaron al éxito la revolución
rusa.
Cuando en pleno proceso revolucionario en Rusia.
Kornilov (al igual que Franco en España)
amenazaba la supervivencia del gobierno de Kerensky (comparable a
la República), Lenin dijo lo siguiente: «Ni
aún ahora debemos apoyar al Gobierno de Kerensky.
Sería una traición a los principios. Se nos
pregunta: ¿Es que no debemos luchar contra Kornilov?
Naturalmente que sí. Pero no es lo mismo; hay un limite,
límite que ahora traspasan algunos bolcheviques, y con el
que caen en la política de
ëconciliacióní, arrastrados por el torrente de
los acontecimientos» (Carta al
Comité Central).
He aquí el tremendo contraste entre la
política bolchevique de «todo el poder a los
soviets» y la política llevada a cabo por la
dirección del PCE, con la colaboración en momentos
claves de la dirección del PSOE y de la CNT, de desarmar a
los «soviets» y consolidar el poder
burgués.
La historia oficial ha entregado a la derecha la
conmemoración de los acontecimientos de julio del 36, pero
es una auténtica falsificación histórica, ya
que en esas fechas la contrarrevolución fascista
demostró su extrema debilidad, mientras la clase obrera
tomó sin esperar consignas desde arriba, el poder en sus
manos. Donde no lo hizo fue debido a la indecisión de los
dirigentes y a la traición de los republicanos, y
sólo se impondría el fascismo tras tres años
de guerra civil.
En julio del 36 el gobierno republicano tenía
mucho más miedo a la clase obrera que a los insurrectos:
«El gobierno pierde horas preciosas sin tomar ninguna
medida, pese a los requerimientos de las organizaciones
obreras» (Tuñon de Lara. Pág.
531).
En realidad la burguesía quería un acuerdo
con Franco y lo intentó siempre. Así se vió
ya en julio del 36, pero en el 37 se intensificó esa
actividad para «vender» al proletariado y pactar con
Franco. El PNV llegó a un acuerdo de paz por separado con
los italianos, y rindió los batallones vascos en
Santoña, pero Franco quería una victoria
incondicional y no respetó el acuerdo. Esto frenó
las posibilidades del gobierno de la Generalitat, que por medio
de Tarradellas ya estaba negociando también su
rendición a los italianos. Y así, tras mayo del 37
todo demuestra que importantes militares republicanos, solo
quieren preparar el acuerdo con Franco, y este sería el
encargo del último gobierno, el de Negrín, llamado
en lo que parece una broma macabra «el gobierno de la
victolia».
Los burgueses republicanos actuaron de «Caballo de
Troya» en las filas obreras desde el primer día. De
ser. por ellos, en julio del 36 Franco se hubiese hecho con el
poder, pero la clase obrera no lo consintió:
«El gobierno no tiene ningún control sobre
el país. En muchas ciudades son los sublevados quienes
responden por teléfono al llamar al gobernador civil. En
otros, aplastada la rebelión, apenas hay otro Poder que el
de las organizaciones del Frente Popular» (Ibidem.
Pág. 539).
Lo fundamental de la revolución española
transcurre de julio del 36 a mayo del 37. Ese es el
período en que la revolución era posible y ello
hubiese traído la solidaridad
internacional y la victoria en todos los frentes. A partir de
mayor del 37 todo cambia, por eso abordamos este proceso en las
páginas siguientes.
Es necesario combatir la idea de que una guerra se gana
o se pierde (sobre todo una guerra civil revolucionaria) solo o
fundamentalmente con medidas militares. Eso es una falsedad que
pertenece al campo del «cretinismo militarista». No
tenemos aquí el espacio para desarrollar esta idea, pero
cualquiera que haya estudiado los conflictos
más importantes de la historia y sobre todo, las
revoluciones, comprenderá esto. Un ejemplo clásico
lo tenemos en la guerra civil norteamericana, que ya fue
estudiada por Marx, donde la liberación de los esclavos
jugó un papel
decisivo. A la misma conclusión llegaríamos
estudiando desde la revolución china hasta la caída
del Sha de Persia pasando por la guerra del Vietnam. En todos
ellos lo decisivo no fue la superioridad militar.
Los mejores ejemplos los encontraremos en la
Revolución rusa, y el enfrentamiento victorioso del
Ejército Rojo, dirigido por León Trotsky, no solo
contra los «Blancos» sino contra varios
ejércitos extranjeros. Esto es porque una
revolución aplica a la guerra una política
revolucionaria. No es nuevo, ya lo dijo Clausewitz: «la
guerra es la continuación de la política por otros
medios».
Una política revolucionaria revela su
superioridad en la guerra frente a una política de
«conciliación». Un solo ejemplo nos
sacará de dudas; La cuestión nacional y
colonial.
Franco basó todo su primer impulso en el apoyo en
las colonias de Africa. Durante
toda la guerra el apoyo de las tropas moras y de legionarios a
Franco fue muy importante, pero en los primeros meses era
cuestión de vida o muerte para los fascistas. Cualquier
historiador reconoce que si se hubiese estrangulado la
retaguardia africana, hubiese sido tanto como estrangular la
sublevación, y eso hubiese sido fácil de
hacer:
«EI general Gallard, que fue comandante de las
Fuerzas Aéreas de la Alemania de
Hitler, ha escrito rememorando la situación de 1936: La
mayor parte de las fuerzas armadas ganadas a la causa de la
derecha se encontraba en Marruecos, bajo las órdenes de
Franco. El jóven general tenía entonces cuarenta y
tres años contaba con sus moros, perfectamente entrenados
y ávidos de batirse, para socorrer a sus amigos, cercados
por todas partes en la Metrópoli. Pero la Marina
había permanecido fiel a la República y controlaba
las comunicaciones
marítimas. Los republicanos se mantenían
sólidamente en Madrid y Barcelona y en tres cuartas partes
del territorio español. Los nacionalistas se
defendían desesperadamente en el Sur, el Noroeste y en
algunas ciudades aisladas. Mussolini y Hitler decidieron socorrer
a Franco. Se fundó la Hisma, empresa de
transportes aéreos que, con Junkers 52 y tripulaciones
alemanas, decidió llevar a la Península los
refuerzos marroquíes volando sobre el Estrecho. Con este
primer puente aéreo de la historia, Franco pudo, desde los
primeros meses de la guerra, mejorar las posiciones
nacionalistas» (Ibidem. Pág. 572).
¿Por qué decíamos que era
fácil dar un giro a esta situación? Con una medida
sencilla: Declarar la independencia
de Marruecos y facilitar que el gran dirigente Abd-el-Krim
pudiese llegar a este territorio para facilitarle la
lucha.
«¿Libertad a Marruecos? Delegaciones de
árabes y moros se presentaban ante el gobierno para
solicitar un decreto. El gobierno permanecía inmutable. El
terrible Abd-el-Krim, exiliado por Francia,
rogó a Caballero que intercediera ante Blum para que
éste le permitiera volver a Marruecos para dirigir una
insurrección contra Franco. Caballero no quería
interceder, ni Blum conceder. Alzar al Marruecos español
podía poner en peligro la dominación imperialista
en toda Africa» (F.
Morrow. Pág. 143).
Pero en la cuestión nacional, como en otros
aspectos, los dirigentes obreros del Frente Popular habían
abandonado la política revolucionaria que hubiese
garantizado el triunfo sobre el fascismo
El programa esencial hubiese sido, junto con la
proclamación de la independencia
de Marruecos y el derecho de autodeterminación de las
nacionalidades, la entrega de la tierra a
los campesinos, la colocación de las fábricas bajo
control obrero y la constitución de las milicias obreras como
el único ejército del proletariado exigiendo la
disolución del ejército regular republicano
incorporando a sus mejores elementos a las milicias.
Confiamos en que las páginas que siguen
contribuyan a dejar claros algunos hechos esenciales del
período más importante, (y por ello, sobre el que
más se ha mentido) de la historia del Estado
español. Una época en que la clase obrera
demostró que lleva en su seno una nueva y mejor sociedad.
Se atribuyen conquistas progresistas a la IIa República y
habría que decir que fueron las conquistas de los
trabajadores «a pesar» de la república
burguesa.
A sesenta años del inicio de la guerra sigue
siendo muy importante hacer un balance de aquella época.
Por la CNT hizo balance la historia, pues nunca recuperaron su
influencia. Los dirigentes anarquistas, con excepciones gloriosas
como Durruti, que se negaban a luchar por un Estado obrero, por
no aceptar ningún Estado, se aprestaron a consolidar el
Estado burgués frente a la clase obrera, lo que supuso
enfrentarse a su propia base. Hicieron realidad en forma
trágica la broma que se hacía acerca de los
anarquistas rusos cuando se decía que su programa constaba
de dos artículos: Primero, no habrá orden ni
gobierno. Segundo nadie estará obligado a cumplir el
artículo precedente. Hoy es el día en que ni el
PSOE ni el PCE han hecho una autocrítica de aquellos
hechos. Los dirigentes del PCE, especialmente, aún tienen
una deuda con la historia, pues muchos revolucionarios sinceros
cayeron muertos por las órdenes de la estalinista GPU,
acusados de agentes de Franco, al igual que asesinaron a Trotsky
acusándolo de agente del fascismo internacional. El
único delito de estas
víctimas había sido luchar por la
revolución.
No se puede escribir de la historia sin tomar partido, y
nosotros lo tomamos abiertamente. Pero la causa con la que
simpatizamos no es sólo la de las libertades formales
contra el franquismo, sino la causa de la clase obrera
revolucionaria contra la república burguesa, la de los
jornaleros de Casas Viejas y tantos otros, la Comuna de Asturias,
Mayo del 37… y tantos jalones de lucha heroica de nuestra clase
por llevar a cabo la Revolución Socialista.
¿
Han fracasado las revoluciones en América
latina?
1. El fracaso de
los proyectos revolucionarios
en América
Latina.
Después de la pérdida de las elecciones
del Frente Sandinista en l 990, la crisis cubana, el poco
porcentaje de votos del FMLN en E1 Salvador, la
intervención de USA en Haití para restablecer el
gobierno de Arístides, la pérdida del PTE en el
Brasil y la
insignificancia de los votos obtenidos por Cárdenas en
México para citar sólo algunos acontecimientos
cercanos la pregunta parece una redundancia. No sólo han
fracasado los proyectos
revolucionarios sino que la misma izquierda revolucionaria
latinoamericana se encuentra sumida en una profunda crisis. El
fracaso de los proyectos
revolucionarios no es una imputación que realicen hoy
sólo los partidos conservadores o aquellos que más
se han beneficiado de la situación actual sino que otrora
conspicuos líderes revolucionarios como Villalobos en San
Salvador y Sergio Ramírez en
Nicaragua amen de una gran cantidad de antiguos militantes se
apuntan hoy en el mejor de los casos a los postulados de la
socialdemocracia y en el peor escépticos y cansados, sin
vislumbrar otras posibilidades, abdican de su pasado y piensan
que ya no hay mas lugar que para la resignación o para la
violencia
destructiva. Simbólicamente creo que la derrota electoral
del frente sandinista es lo que más ha afectado
anímica y políticamente las expectativas de la
izquierda revolucionaria latinoamericana.
El Frente Sandinista, veinte años después
de la revolución
cubana y después de tantos intentos fracasados en
Argentina,
Chile,
Uruguay se
convertía en el alma de la revolución
latinoamericana y creaba renovadas esperanzas en todo el
continente, especialmente en Centroamérica. Su derrota
electoral con el 45 % de los votos puede considerarse
insignificante si se tiene en cuenta la amenaza de Estados Unidos de
continuar la guerra si no ganaban los suyos. La "piñata"
posterior por la que los dirigentes sandinistas se repartieron
bienes del
Estado desprestigió en poco tiempo a un gobierno que
gozaba de una cierta fama de honestidad. Sin
embargo, aunque hubieran mantenido una trasparencia absoluta,
aunque pudieran volver al poder con la mayoría de los
votos ¿podría el sandinismo dar respuesta a las
mayorías pobres de Nicaragua como de hecho dio en la
década de los ochenta? ¿Podría volver a
levantar aquél derroche de ilusión y generosidad
impresionante en la pasada década? La respuesta es que no.
No existe un bloque socialista que pueda apoyar proyectos
socialistas y la experiencia cubana, con todo lo respetable que
pueda ser. aparte de no suscitar ningún entusiasmo entre
las mayorías pobres, sólo es viable con la
inserción en el mercado mundial
único. ,
La estrategia
liberadora latinoamericana de tomar el poder del estado a
través de una guerrilla con mayor o menor apoyo popular y
el consecuente cambio al bloque del Este como manera más
corta y eficaz para sacar de la miseria y la marginación a
las grandes mayorías, hace 10 años no era sin
más imposible. Reagan y Bush probablemente no se
equivocaron al considerar a Nicaragua como la principal amenaza
para los intereses geoestratégicos de América
Latina. Nicaragua era un cáncer en metástasis que
suscitaba grandes entusiasmos en toda América
Latina. Los países pobres del entonces llamado Tercer
Mundo tenían en Nicaragua un camino interesante a seguir.
La economía
mixta, la reforma
agraria, las cooperativas
campesinas, los cabildos populares, las experiencias culturales,
la participación masiva de cristianos en la
revolución y en la estructura de
gobierno, el mantenimiento
de la democracia y
la oposición hacían de Nicaragua una experiencia
mucho más atractiva que la cubana. San Salvador, Guatemala,
México tenían en Nicaragua una retaguardia
magnífica. Estados Unidos,
además de las múltiples acciones
encubiertas y el desarrollo de toda una estrategia terrorista en
el interior de Nicaragua no tuvo suficiente con el dinero del
congreso y de empresarios privados para financiar a la contra y
tuvo que recorrer al narcotráfico y a la venta de armas a
Irak. En San
Salvador, un país más pequeño que la
provincia de Barcelona, tuvo que invertir más de l
millón de dólares diarios para frenar a la
guerrilla e involucrarse en el asesinato de miles de campesinos e
indígenas amen de los casos con mástrascendencia
internacional como el asesinato del Arzobispo Oscar Romero y los
ocho jesuitas de la UCA.
Hoy sin embargo, aunque los sandinistas fueran unos
santos, aunque accedieran con una mayoría absoluta al
poder, no podrían hacer nada parecido y aunque lo hicieran
no constituirían el mismo tipo de amenaza para el sistema
mundial que la que constituyeron hace 10 años.
2. La
revolución hoy es más necesaria que
ayer.
Si en América Latina el origen o al menos la
justificación última de las revoluciones ha sido
siempre el empobrecimiento de las grandes mayorías, con el
fin de la guerra
fría ésta ha aumentado de manera escalofriante.
Nunca en la historia ha existido una concentración y
centralización del poder tecnológico, financiero
político y militar en tan pocas manos. Si la caída
del muro de Berlín evidenció el colapso del
socialismo
real también nos muestra ahora el
horrible fracaso del capitalismo real. Algunas estadísticas de la ONU nos ilustran
al respecto:
un 20% rico (1200 millones de personas) de la humanidad
controla el 83% de los ingresos del
mundo y el 20% más pobre sobrevive con el 1.4 % de estos
ingresos.
1000 millones de personas sobreviven con 1 dólar
por día
3000 millones de personas sobreviven con 2
dólares por día.
358 personas tienen individualmente capitales acumulados
del orden de 762 millardos de dólares. poseen 358 personas
el equivalente al 45% de la humanidad más pobre de la
población mundial, es decir de 2400
millones de las personas más pobres del mundo.1
El número de billonarios( dólares) se ha
incrementado en los últimos 4 años en un
147%
A pesar del fin de la guerra
fría el gasto militar anual es de 815 millardos de
dólares equivalentes al 40% de ingreso per capita de la
humanidad más pobre. Los 100 millardos de dólares
en que se ha visto reducido el gasto público militar es
superado por los gastos en
empresas de seguridad
privada.2
Después del fin de la guerra
fría y la desaparición del 2 mundo, las
categorías norte-sur, desarrollo-subdesarrollo,
primer-tercer mundo, centro-periferia cada vez sirven menos para
dar cuenta del conflicto
más genuino de nuestro tiempo: el conflicto
entre ricos y pobres. En El sur hay un norte que participa del 20
% más rico y en el Norte hay un sur formado por
inmigrantes, indígenas y desempleados que tienen cada vez
condiciones más semejantes a las mayorías del
Sur.
México y Nicaragua que al comienzo de los 90
fueron considerados como experiencias esperanzadoras de un nuevo
orden económico y político son hoy la mejor
muestra en
Latinoamérica del fracaso de las llamadas políticas
neoliberales. Nicaragua es el único país del mundo
cuyo ingreso per capita es 59% más bajo en 1994 que en
1960. Nicaragua por otra parte es después de Israel el
país que en los últimos 5 años mas ayuda
externa ha recibido, y a pesar de esto su crecimiento
económico es peor que en todos los años
sandinistas y 40% inferior que en 1985 cuando el país
estaba en plena guerra.3
Pero quizás lo más elocuente del fracaso
del capitalismo son las propias palabras de Michael Camdesuss que
no es precisamente un ex-comunista sino presidente del Fondo Monetario
Internacional: "El mercado cuando es enteramente abandonado a
sus propios mecanismos es una sentencia de muerte para los
pobres. Esta es la razón por la que no podemos aceptar la
substitución del fundamentalismo marxista por el
fundamentalismo del mercado. En el mercado se dirime la fuerza de
la vida y de la muerte. En
el mercado mundial por tanto todos tenemos una responsabilidad sobre la vida y la muerte de los
otros."4 Independientemente de la valoración que hagamos
de esta "nueva retórica" de uno de los principales
responsables de las políticas llamadas
eufemísticamente de ajuste en los países pobres5 es
importante subrayar que incluso entre los principales
responsables de las políticas neoliberales estas no gozan
ya de la credibilidad del pasado.6.
Una vez eliminado el peligro del comunismo el
capitalismo va perdiendo todo tipo de pudor frente a la miseria.
Cada día que pasa es más obvio que los cambios
estructurales en el sistema mundial, son mas necesarios que
nunca. ¿Cómo hacerlos mínimamente viable?
¿Cómo no convertir la revolución en una
prédica de púlpito? ¿Cómo movilizar
fuerzas que puedan hacer de la transformación de un
sistema mundial algo más que un sueño o un
deseo?
A riesgo de
simplificar, de caricaturizar y de separar cuestiones que a
menudo siguen muy mezcladas, creo que en la izquierda
latinoamericana se dibujan hoy tres grandes tendencias que
intentan responder a este interrogante. Se podría hablar
con cierto tino de una tendencia reformista, de una tendencia
ortodoxa y de una tendencia civil y popular. El debate serio y
profundo entre estas tendencias podría alumbrar
ciertamente nuestro futuro más inmediato. En cualquier
caso es perentoria la necesidad de la izquierda de fortalecerse
intelectualmente sino quiere ser sólo un pasaje de la
historia.
Jorge G Castañeda, en su libro "La utopía
desarmada" es el que probablemente ha popularizado más
esta tendencia, cuya expresión política más
clara es en Nicaragua el MDR (Movimiento de renovación
sandinista) liderado por Sergio Ramírez,
antiguo vicepresidente el gobierno Sandinista, y en EL Salvador
Joaquín Villalobos, uno de los dirigentes del FMLN
más famosos y conocidos. Lo más característico de esta tendencia no
estaría en la recusación de la "lucha armada", la
práctica totalidad de la izquierda latinoamericana
cuestiona, hoy por hoy, la idea de tomar el poder mediante la
victoria militar, sino en los objetivos de
la lucha misma. La idea de revolución quedaría
relegada para minorías testimoniales. Se considera tan
difícil la posibilidad de cambios estructurales que
pretender constituir movimientos revolucionarios sería
más inmovilista que otra cosa. En su lugar se
trataría de atemperar los efectos del neoliberalismo, de moldear el modelo existente, un
programa reformista inspirado en fórmulas
socialdemócratas que combinen cambio y continuidad,
crecimiento y equidad, democracia
representativa y representación social.
Uno de los grandes errores de la izquierda tradicional
sería no haber aceptado ni comprendido la economía de mercado.
"Si se es anticapitalista no se puede ser seriamente
democrático".7 Se establece una especie de ecuación
entre economía de mercado y democracia
representativa. No sólo se acepta el sistema de mercado
porque no pueda haber otra cosa sino por la asunción de
una metafisica por la
que se entiende que el mercado es lo que más corresponde a
la esencia humana: "El mercado es inherente al ser humano es
necesaria la existencia de diferencias sociales porque sin el
derecho a la acumulación no funciona la producción
y no se genera riqueza ni desarrollo."8
Dora María Téllez en un documento para
formación de líderes del MDR decía: "Un
programa para los pobres en general es inviable, y el
reconocimiento de esto nos aleja del cristianismo,
pero nos acerca a la realidad de un partido político en
Nicaragua. Lo político, lo viable, es optar por agentes
económicos determinados…no son los desempleados -cerca
del 70% en Nicaragua- los que van a reactivar la economía del
país" Su tesis sería que mientras la izquierda
revolucionaria hace un discurso
genérico en favor de las mayorías, carece de
alternativas económicas mientras que apoyando a los
empresarios se puede generar crecimiento y desarrollo como primer
paso para una mejor distribución de los recursos. Su
propuesta se sitúa entre la absolutización del
mercado (situación actual) y el estatismo y la
economía planificada. Pretendiendo emular en los
países pobres la socialdemocracia europea.
El segundo gran error de la izquierda latinoamericana
sería no haber levantado y defendido con absoluta claridad
la bandera de la democracia. La izquierda latinoamericana
debería mostrarse absolutamente intransigente ante la
falta de democracia interna o ante la falta de democracia
representativa o ante cualquier violación de lo derechos humanos,
venga de donde venga. Reconocen y proclaman el déficit
democrático de los partidos de izquierda tradicionales.
"Aceptar la democracia representativa significa que jamás
habrá poder total. que la gestión
está constantemente sometida a prueba y vigilada por la
sociedad
civil". 9
Y el tercer error sería haber opuesto el
Imperialismo Norteamericano al nacionalismo
latinoarnericano. La construcción de la nación en
pleno siglo XX en muchos de los territorios de
Latinoamérica ha tenido consecuencias funestas para muchas
de sus culturas minoritarias y en Estados Unidos se han perdido
muchos posibles aliados de la izquierda latinoamericana. No hay
que oponer Estados Unidos con Latinoamérica, sino oponerse
a políticas específicas del gobierno de Estados
Unidos aliándose con grupos civiles y partidos de este
país que también recusen estas políticas.
Por otra parte hay que reconocer que el nacionalismo
es más una trampa que legitima la exclusión y las
diferencias en el sistema social mundial que un instrumento
liberador para las mayorías pobres.
La principal fuerza de estas formaciones estriba
quizás en que sus planteamientos políticos
están menos en contradicción con las tendencias
ambientales generadas por el neoliberalismo. También la crítica
que hacen a los que se aferran a los principios está en
consonancia con los tiempos: "Las posiciones más
radicales, contestatarias y críticas por principio son
tranquilizadoras de conciencias de minorías radicales pero
traiciona los intereses de las mayorías que quieren
resultados." Pero lo que no está claro es que el
reformismo sea lo más "pragmático" y útil
para las grandes mayorías de la humanidad. ¿Hasta
que punto bastan las reformas para satisfacer las necesidades
mínimas (respirar, comer ,beber) de la mayoría de
los seres humanos?
La principal debilidad es que es un intento (una vez
más) de trasponer los esquemas de la socialdemocracia
Europea a Latinoamérica con una estructuración
social muy diferente: una gran mayoría pobre, una gran
economía informal, y unos pocos muy ricos y poderosos que
extienden sus tentáculos hacia la propiedad de
la tierra y la
propiedad
financiera. Difícilmente se puede pretender cambiar los
efectos del mercado sobre la mayoría de la humanidad sin
cambiar las causas.
Frente a los reformistas que simplemente abandonan el
marxismo puesto que las sociedades que
se inspiraron en él han fracasado aquí se pretende
separar totalmente el marxismo de la crisis del socialismo real.
El problema no serían las tesis marxista-leninistas, ni
las estrategias de
toma del poder estatal, ni las élites de vanguardia
sino fundamentalmente la corrupción
de los dirigentes políticos. Hoy se trataría de
mantener fundamentalmente los mismos principios y estrategias en la
esperanza, bien que llegué al poder la izquierda
revolucionaria en algún estado importante, (por ejemplo en
la Unión soviética) bien que puedan sumarse las
fuerzas de diferentes estados. En muchos casos se afirma
también que el fracaso obedece a no haber sido
suficientemente "marxistas" es decir, en haberse precipitado en
la revolución sin tener en cuenta el desarrollo de las
fuerzas de producción. Se asume implícitamente un
sentido lineal y etapista de la historia. Lo que habría
que hacer en Latinoamérica para caminar hacia el socialismo es
desarrollar ahora el capitalismo, modernizar las sociedades
agrarias, (muchos antiguos revolucionarios son hoy
prósperos empresarios).
Se da por sentado que el partido revolucionario es una
categoría superior, dirigente, respecto de las
organizaciones de base, que de alguna manera debe liderarlas y
conducirlas.
Esto junto con la debilidad intelectual ( muchos
intelectuales bien por hastío, bien por clase social o por
falta de libertad se han retirado de estos partidos) y la
costumbre de tener consignas y cuadros conceptuales claros
contribuye a mantener un importante déficit
democrático, a tener miedo de las tendencias, del debate, de los
análisis profundos y de la revisión
de las categorías y de los esquemas mentales al uso. Se
acusa a los reformistas de falsear la historia de la izquierda,
de reducir el rico mosaico de experiencias revolucionarias,
cooperativas,
colectivización de tierras, democracia asamblearia,
escuelas experimentales etc. a élites de movimientos
guerreristas, imputando el fracaso de la izquierda en primer
lugar a su estrategia, mitos e ideas
y no al aplastamiento y asesinato sistemático a la que
fueron sometidos cientos de miles de indígenas,
campesinos. Se rechaza la socialdemocracia por su inaplicabilidad
en los países pobres, sus fórmulas no ofrecen
ninguna ventaja a los excluidos. Las experiencias
socialdemócratas en América Latina (Alan
García, Carlos Andrés Pérez, Paz Zamora han
fracasado tanto o más que las políticas
revolucionarias) 10 .
Su principal fuerza son precisamente los excluidos, su
disposición a las movilizaciones populares y su
oposición sin ambages al liberalismo
vigente. Su principal debilidad son sus protestas sin propuesta,
sin alternativa real a corto y medio plazo pero creo que hay
algunos síntomas esperanzadores allí donde esta
tendencia no se precipita en presentar paradigmas
nuevos ( que en realidad suelen ser muy viejos). Es interesante
observar por ejemplo en Cuba, máxima expresión de
la ortodoxia latinoamericana, este proceso de autocrítica
formulado por uno de sus filósofos oficiales.11 Según Pablo
Guadarrama hay que disolver todos aquellos presupuestos
míticos que hasta ahora alimentaban los proyectos
revolucionarios para recuperar efectivamente las fuerzas
emancipatorias y liberadoras. Entre las ideas y los mitos que
habría que desterrar destaca Guadarrama la creencia de que
el proletariado es el sujeto histórico destinado a hacer
la revolución; la idea de una casta o vanguardia que sea
la conciencia, la
conducción de la revolución, y que conozca los
intereses objetivos de
los oprimidos; la idea de que la revolución es inevitable
por una especie de lógica
dialéctica inherente en el dinamismo de la historia, la
idea de que en la historia hay un proceso lineal ascendente, la
idea de que la historia tiene un fin que es la
reconciliación universal.
Si la historia no tiene un fin, podemos afirmar, contra
los hegelianos de derechal2, que la historia sigue. Si la
historia no es un proceso ascendente no se justifica a los
vencedores ni se legitima la miseria y el genocidio de millones
de personas. No es cierto como le gusta decir a Fidel Castro que
el tribunal de la historia le absolverá o le dará
la razón. La historia siempre absuelve a los vencedores y
culpabiliza a las víctimas. No hay ningún tribunal
extrínseco a la memoria y a
la reflexión de los seres humanos mismos. Sino hay
ningún sujeto "privilegiado" del cambio social todos
podemos ser agentes del mismo. Si no hay una dialéctica
intrínseca en el dinamismo histórico la
revolución no depende de ninguna providencia
extrínseca sino de la constitución de fuerzas
sociales que la realicen. Si no hay más interés
que el interés
individual la revolución no puede hacerse sin la
participación activa de las mayorías. Si la
experiencia nos enseña que el oprimido a menudo
interioriza los esquemas del poder (el esclavo que no quiere la
libertad, la mujer que
justifica la violencia de
su marido, el indígena que se siente primitivo o
salvaje…) también nos enseña que sólo
pueden liberarse siendo sujetos activos de su
liberación.
5. La tendencia
civil y popular.
Parte de la imposibilidad de mantener la estrategia
declarada de los movimientos de liberación en
América Latina consistente en la toma del poder del Estado
mediante una vanguardia para después adscribir el nuevo
estado al bloque socialista o bien desgajarlo de la
economía mundial y someterlo a un proceso
autárquico.13 En la actual interdependencia mundial es
difícil pensar en un gobierno socialista en un sólo
Estado Nacional. Incluso la caída de la Unión
soviética "no se explica sólo por la
oposición interna a sus estructuras
totalitarias sino por su incapacidad para competir con
éxito en el mercado mundial" 14 La cuestión
fundamental en esta tendencia es pensar en nuevos caminos para
una revolución que como hemos visto se inspira en causas
mucho más agudas que antaño. Es tiempo de revisar
conceptos y de no precipitarse en las respuestas por más
que las urgencias sean acuciantes.
Un primer grupo de cuestiones a replantear provienen de
la constatación de que hoy la sociedad es mundial l5 . La
toma de poder del Estado por un partido de hombres
honestísimos es bastante irrelevante para paliar tan
siquiera la situación de las grandes mayorías. En
el mejor de los casos, la constitución de un estado
socialista en una sociedad mundial no deja de ser puro
reformismo. Se trataría de replantear la función
del partido político que normalmente ha supeditado los
intereses populares a los intereses estratégicos de la
toma del poder estatal y luego a los "intereses nacionales". Al
no colocar en el primer punto de la agenda la toma del poder
estatal los partidos
políticos revolucionarios se liberan de la
sensación de fracaso y pueden aportar su grano de arena
para la constitución de una sociedad civil
planetaria que propicie una transformación
democrática de las instituciones
mundiales hoy existentes y por otra parte las acciones
locales, en la medida en que dejan de supeditarse a intereses
estratégicos cobran mayor fuerza y relevancia.
Un segundo grupo de cuestiones es que el sistema social
mundial no es nada fuera de nuestras acciones u
hábitos cotidianos. Hay que difuminar los diques entre lo
privado y lo público, lo institucional y lo cotidiano, lo
macro y lo micro. Y todo ello sin paralizarse por nuestra
corresponsabilidad en el orden mundial. No esperar a la
revolución para cambiar de vida. Los hábitos, las
economías populares, son vitales para la sobrevivencia de
hoy
En tercer lugar la amenaza y los límites
ecológicos son todavía tomados muy poco en serio.
La única solución verdadera a la paradoja de los
chinos: "Si cada chino tiene una moto el mundo será
invivible" es cambiar radicalmente las formas de vida. La otra
solución: mantener en la miseria a la mayoría de la
humanidad o incluso su exterminio sólo sirve para
prolongar la agonía de nuestra civilización. Una
serie de experiencias y de formas de civilización
alternativas existen ya hoy. Gorostiaga lo llama
civilización de la simplicidad 16, una civilización
que puede dar más felicidad y a mucha más gente que
la civilización del consumo, el
individualismo y la posesión. La civilización del
juego y la
simplicidad, de la calidad de la
vida, la sostenibilidad, la igualdad y la
alegría compartida es hoy una cuestión de
supervivencia humana y de verdadera superación del
hastío.
En cuarto lugar hay que reconocer la fragilidad de las
propuestas económicas en términos globales. Pero en
principio se puede afirmar que una orientación
democrática de la economía mundial
(socialdemócrata e incluso liberal) altera más las
raíces del sistema y puede beneficiar más las
grandes mayorías de la humanidad (los pobres absolutos)
que una revolución socialista en un Estado
nacional.
En quinto lugar hay que repensar la unidad y diversidad
de los seres humanos. Por un lado nos encontramos con un mundo
unificado violentamente que sólo puede subsistir con una
heterogeneidad radical (ricos y pobres) en las formas de vida .
Por otro lado con un pensamiento
cuasi-único que se impone a través del mercado y
la
comunicación unidireccional mundial por encima de
los valores y
las reflexiones endógenas. Se trata de una
homogeneización cultural que crece al mismo ritmo que la
heterogeneidad y diversidad económica. En este contexto
solo puede hablarse de tolerancia y de
respeto a la
diversidad y a las identidades con un mínimo de sentido
siendo intolerables con la miseria y el hambre e irrespetando las
diferencias sociales impuestas por el fundamentalismo más
peligroso y terrorista de nuestro tiempo: el fundamentalismo del
mercado. Sin acabar con este fundamentalismo y sin instituciones
mundiales que protejan a las minorías y que recreen y
recompongan la creación moderna de los
Estados-nación es previsible que vayamos
acostumbrándonos a genocidios y expresiones violentas
inadmisibles como las de Somalia, Ruanda, Chechenia, Bosnia,
Argelia, Chiapas, Guatemala;
Brasil,
Colombia,
Kurdistan l7, Tíbet, el asesinato de inmigrantes
despreciados l8 que buscan un trabajo manual en las
ciudades Europeas, para citar sólo algunas de las
tragedias humanas más recientes.
Las agresiones culturales y los otros fundamentalismos
son imparables mientras no se revierta la racionalidad mercantil
impuesta mundialmente y su consecuencia más notoria: la
creciente diferencia entre pobres y ricos de la misma sociedad
mundial.19, Es imprescindible la lucha por una ciudadanía
planetaria que elimine las sangrantes diferencias
económicas y que integra la diversidad cultural del mundo.
En esta perspectiva las culturas indígenas sobrevivientes
tienen una precisa actualidad: sus valores y sus
formas de vida son efectivamente universalizables.
Por último es importante luchar en todos los
espacios por la democratización de las estructuras y
la participación democrática de las personas, desde
los grupos, ONG's,
entidades locales y municipales, hasta las grandes redes e instituciones
mundiales. El consenso emergente y apenas iniciado en la sociedad civil
mundial, esta mundialización desde abajo, desde dentro y
hacia arriba puede constituir una fuerza social
poderosísima, puede ser una amenaza mucho mayor para el
capitalismo salvaje que lo que fue el socialismo de estado 20 .
De nosotros depende convertir las amenazas y los deseos en
realidades.
LA
NATURALEZA HISTÓRICA DE
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
El asunto que será tratado en esta
disertación es la naturaleza
histórica de la Revolución Rusa de 1917. El
objetivo es delinear lo que se entiende por perspectivas actuales
de esta Revolución, mostrando sus diferentes
condicionamientos históricos.
Durante buena parte del siglo XIX y en particular,
durante las Revoluciones de 1848, el problema era que Rusia
había permanecido al margen de las grandes convulsiones
que se produjeron en Europa. Como revolucionarios que analizaron
esta trayectoria de manera muy especial, Marx y Engels
entendían que las grandes revoluciones democráticas
que tuvieroncomo escenario a Europa Central en 1848, sólo
podían completar su misión
histórica lanzando una guerra mundial
contra el imperio zarista, que era visto como bastión de
la contrarrevolución. Creían que este imperio
sólo sería aplastado desde el exterior con el
auxilio de las armas; por este motivo.
Marx y Engels fueron cambiando de opinión en
función de las condiciones ulteriores del desenvolvimiento
capitalista. Su posición pasó a ser que el
desmantelamiento del imperio zarista sería obra, no de una
guerra externa, sino de una revolución interna. Marx y
Engels ya veían expresiones de tendencias revolucionarias
en Rusia, desde la nobleza hasta los intelectuales. Comprobaron
también que el capitalismo occidental se había
desarrollado en tales proporciones que había dejado de ser
un factor revolucionario frente al zarismo, y que se había
vuelto un factor de conservación del mismo.
La Inglaterra
capitalista tenía importantes acuerdos con el zarismo, y
lo mismo ocurría con las potencias centrales de Europa. Ya
no era posible imaginar que el capitalismo europeo occidental
pudiese llevar adelante una guerra revolucionaria contra Rusia y,
además, el desarrollo de contradicciones en Rusia
permitía establecer que el imperio zarista sería
derribado por una revolución que se originaría en
sus propias fuerzas interiores.
Se puede decir que la naturaleza histórica de la
Revolución Rusa, expuesta hasta aquí por los
pensadores más audaces de este período, es
percibida y caracterizada como la conclusión de las
revoluciones burguesas democráticas que comenzaron en
Francia en
1789, y que continuaron después en Europa en 1848. En el
período posterior, el más firme teórico de
la revolución burguesa en Rusia fue Lenin. El
combatió, con mucho rigor y energía, la idea de que
en Rusia se pudiera realizar algo diferente a una
revolución burguesa. Así, en el transcurso de los
debates de la socialdemocracia rusa, quedaron establecidas "dos
tácticas" (título de un libro de Lenin): la primera
planteaba la alianza de la clase obrera rusa con la
burguesía liberal, y la segunda, la de Lenin, la alianza
de la clase obrera rusa con la burguesía revolucionaria
rusa, encarnada en los campesinos.
Sin embargo, quien llegó más cerca de la
realidad histórica para caracterizar la naturaleza de la
Revolución Rusa en esta época fue León
Trotsky, aunque sin trascender la idea de que la
Revolución Rusa completaría el ciclo de las
revoluciones burguesas democráticas.
Trotsky, en su libro 1905, con mucho cuidado y rigor
didáctico, establece que la revolución rusa
sería una revolución burguesa que se
diferenciaría sustancialmente tanto de la Revolución
Francesa de 1789 como de las revoluciones europeas de 1848.
En la Revolución
Francesa de 1789, dice, la burguesía, cuando no la
dirigía, dejaba que las masas se movilizasen, pues no
temía la amenaza que en un futuro representaría la
clase obrera. Ya en las revoluciones de 1848 ocurrió algo
diferente. Estas revoluciones no adquirieron impulso pues, desde
el comienzo, la burguesía, por temor al proletariado que
se había expandido como consecuencia del desarrollo
capitalista alcanzado en esta época, preferió un
pacto con las monarquías para poder desmovilizar a la
clase obrera.
En la Rusia de comienzos de siglo, dice Trotsky, la
situación era doblemente diferente de 1789, y de 1848,
pues el impulso revolucionario surgiría de la propia clase
obrera. Con este impulso revolucionario, esta clase iría a
enfrentar no solamente al zarismo, sino también a la
burguesía liberal. Buscaría la alianza con los
campesinos y llegaría al poder como clase, en virtud de la
dinámica de la revolución
democrática. Su carácter permanente surge del hecho
de que con el proletariado en el poder, no sólo
deberían ser ejecutadas las tareas democráticas que
no estuvieran cumplidas —la tierra a los
campesinos, la abolición de la autocracia, la
emancipación nacional—, sino también las
tareas propias de una revolución socialista: establece
así la idea genial de que Rusia sería la vanguardia
de la revolución socialista internacional, lo que
quedaría demostrado por los acontecimientos posteriores
(el libro de Trotsky fue redactado poco después de la
revolución de 1905).
Como se puede observar, nada más lejos de la
realidad que una versión estática,
y rígida de lo que sería la naturaleza
histórica de la Revolución Rusa. La teoría
se fue transformando con la revolución de las relaciones
entre las clases, y en particular con la clase dirigente rusa,
como consecuencia de su desenvolvimiento interior y del ingreso
del capital extranjero. Esto creó un proletariado
concentrado, combativo y, hasta cierto punto, revolucionario, que
modificaba la perspectiva histórica tradicional de
Rusia.
La Revolución de 1917, sin embargo, supera,
modifica y altera todas las caracterizaciones revolucionarias,
pues se procesa dentro de un marco histórico completamente
diferente de aquel de las revoluciones democráticas
pasadas. No sólo tendría lugar en un marco
histórico de unificación de la economía
mundial (o sea, de la existencia real de una economía
mundial), sino también en el de la transformación
del capitalismo de libre competencia en
capitalismo imperialista.
La integración de las principales naciones del
mundo y de algunas secundarias en la red de la economía
mundial, que después dará lugar al fenómeno
del imperialismo, es el marco histórico necesario para
poder caracterizar, por primera vez, la descomposición del
modo capitalista de producción, o sea, la época de
fragmentación mundial del capitalismo. En esta etapa, el
capitalismo entra en una fase de transición hacia la
organización socialista a escala mundial.
La caracterización de que el mundo, como un todo,
había madurado para la revolución socialista,
altera la perspectiva histórica de la revolución en
un país atrasado que, considerado aisladamente, no
está preparado para el socialismo, pero sí lo
están la economía y la política mundiales,
en las cuales la revolución nacional y democrática
de Rusia tendrá lugar.
Se incurre frecuentemente en el mito de que la
Primera Guerra
Mundial habría favorecido la llegada de la
Revolución de 1917. Sin embargo, la guerra sirvió
al zarismo para congelar el recrudecimiento de las tensiones en
el interior del Estado ruso. En 1914, en Rusia, la
socialdemocracia y el propio movimiento de masas experimentaban
un crecimiento fenomenal, dando inicio a un período
revolucionario que no pasaría desapercibido para las
clases dirigentes de Rusia.
Era posible entonces acabar con el zarismo sin las
inmensas cuotas de sacrificio que significó la Primera Guerra
Mundial. Pero esta guerra transformó la
Revolución Rusa en una guerra civil internacional;
demostró que la sobrevivencia del capitalismo necesitaba
de la masacre de millones de personas y que la conquista de la
paz realmente sólo sería posible con el
derrocamiento de la burguesía en cada país.
Aquí se puede percibir un salto en la apreciación
de la naturaleza histórica de la Revolución Rusa,
pues una revolución que se presentaba como
democrática, cambia por las perspectivas abiertas por la
lucha de la clase obrera, para convertirse en una
revolución socialista; y por el marco internacional en que
se inserta, es una parte de la revolución mundial y de la
guerra civil internacional de la clase obrera contra las
burguesías y el capitalismo mundiales.
Existe una corriente historiográfica llamada
revisionista, que tuvo origen en Alemania, y uno de cuyos autores
más conocido es Ernst Nolte, que parece justificar al
nazismo y que
tuvo una cierta popularidad académica, incluso fue
retomada por el historiador francés François Furet.
Historiador derechista de la Revolución
Francesa, renegado del partido comunista francés,
Furet, en un reciente libro (El fin de una ilusión),
desarrolla la misma tesis que los revisionistas alemanes: la
Revolución Rusa sería responsable del nacimiento
del nazismo, como una
reacción del capitalismo contra el bolchevismo.
El nazismo
tendría el mérito de haber previsto el fracaso del
bolchevismo, y de haber tenido la iniciativa de enfrentarlo. Pero
el nazismo no es
sólo el resultado de la reacción capitalista contra
el bolchevismo, y éste, a su vez, no fue una
conspiración mundial para acabar con el estado de
derecho: ambos son productos
opuestos y contradictorios de un mismo fenómeno: la
descomposición mundial del capitalismo. Esta se produce
por la contradicción entre el desarrollo internacional de
las fuerzas productivas y el marco estrecho de las fronteras
nacionales, los Estados nacionales, en los que ese desarrollo se
procesa; por la competencia entre los capitalistas; por la
socialización enorme de la producción y la
apropiación cada vez más estrecha en el sistema
capitalista. Se puede decir que la Revolución de Octubre
fue un producto
genuino y una respuesta de las masas a la descomposición
del capitalismo.
Para sus líderes, la Revolución de Octubre
era el comienzo de la revolución socialista mundial,
caracterizando el inicio de una época histórica de
guerras y
revoluciones. Inauguraba un período político e
histórico de revuelta de las fuerzas productivas contra
las relaciones de producción capitalistas, transformadas
en un obstáculo histórico para el desarrollo de
aquéllas.
Tanto Lenin como Bujarin habían analizado, antes
de la revolución, la nueva configuración de la
economía mundial, concluyendo que el mundo ingresaba en un
nuevo período histórico. Para los bolcheviques, la
Revolución Rusa era el comienzo de la revolución
mundial. Ellos no tenían ninguna intención de
realizar el socialismo solamente en su país.
El bolchevismo incorporó su comprensión de
las particularidades nacionales rusas a las del proceso
internacional del capitalismo y, dialécticamente,
estableció la unión entre una revolución
democrática conducida por la clase obrera y el proceso de
la revolución internacional. Por eso, una de sus primeras
medidas, después de la revolución, fue la
convocatoria a la creación de una nueva Internacional, la
Comunista. Pero ésta no era una creación del Estado
soviético. Este podría operar como Estado en el
marco de las relaciones
internacionales. La Internacional actuaría de modo
independiente, y fue preparada con bastante antelación. En
la bancarrota de la Internacional Socialista (la IIª), los
bolcheviques llamaron a la creación de la Internacional
Comunista (la IIIª) mucho antes de la Revolución de
Febrero y mucho antes de la Revolución de Octubre de
1917.
El proletariado del mundo pasó a organizarse en
un partido mundial centralizado, a diferencia de la Iª y la
IIª internacionales,lo cual refleja un nuevo estadio de
lalucha internacional entre las clases.
Este planteo fue una gran novedad política: el
mundo podía ser reorganizado enteramente sobre bases
comunistas, libertarias, de fraternidad universal y era posible
construir un partido mundial de la revolución socialista.
Como dice Rosa Luxemburgo, la responsabilidad por las limitaciones de la
Revolución Rusa fue de la socialdemocracia europea, que
tuvo un comportamiento
traidor. ¿Por qué traición si la
socialdemocracia alemana, por ejemplo, nunca fue revolucionaria,
sino reformista? Porque el imperialismo y la guerra habían
mostrado que el reformismo ya no tenía un lugar
histórico. Solamente existían dos opciones: la
revolución y la contrarrevolución. Las tendencias
reformistas, bajo el pretexto de no optar por ninguna de ellas,
optaron de hecho por la contrarrevolución,
volviéndose traidoras.
No sólo traicionaron a la Revolución de
Octubre, sino que también fueron cómplices de la
derrota de la Revolución Española, y entregaron
Alemania a Hitler.
Llama la atención en toda la literatura
contemporánea la falta de comprensión de que la
restauración capitalista en los estados obreros no es otra
cosa que una contrarrevolución política iniciada
por la burocracia
"comunista" para acabar integralmente con las conquistas sociales
de la Revolución de Octubre, transformándose
así en clase propietaria. En China, en Rusia, actualmente,
los capitalistas son los antiguos burócratas. Veamos las
raíces históricas de ese proceso.
A partir de 1922, cuando había terminado la
revolución, una burocracia
anticomunista (todavía existen los que la llaman
comunista), pretoriana, represiva, sustituyó a la clase
obrera y la colocó bajo su dominio. Comienza
también a entrelazarse con el capitalismo internacional, y
en un determinado momento se entrelaza con la
contrarrevolución política. En los últimos
60-70 años hubo, entre la burocracia de los
llamados estados obreros y el capitalismo mundial una
relación social profunda. La burocracia pensaba aumentar
más y más sus beneficios, aprovechándose de
su condición de intermediaria entre el capitalismo mundial
y la estructura
estatal creada por la revolución en la Unión
Soviética.
A medida que se internacionaliza este proceso, se
enfrenta a otro creado por él. En 1953, con el
levantamiento de la clase obrera de la parte oriental de
Alemania, se inicia, en los territorios de las naciones dominadas
por la burocracia rusa, un proceso creciente de revoluciones
políticas.
El levantamiento de la clase obrera polaca, en 1980, se
inició cuando la burocracia intentó aplicar, una
vez más, pero ahora en una escala nunca
vista antes, los programas
fondomonetaristas de aumento de precios, de
liberación del mercado, etc. Con eso provoca un movimiento
nacional sin precedentes, que pone en evidencia la función
de la burocracia como mera intermediaria del capital
internacional. Es entonces la revolución política
de la clase obrera la que empuja definitivamente a la burocracia
stalinista al campo del capitalismo y de la
contrarrevolución. Nace más tarde la
política de apertura de mercados conocida
como ‘perestroika’. Esto muestra la
comprensión, por parte de la burocracia, de que los
días de su "socialismo en un solo país" estaban
contados.
En esas condiciones, cabe preguntarse si las condiciones
históricas que dieron lugar a la Revolución de
Octubre y que determinaron su caracterización como inicio
de la revolución socialista mundial, están
presentes en la actualidad, y si aparecen más atenuadas o
más intensificadas.
Asistimos al florecimiento de una nueva teoría:
la
globalización, que, en líneas generales, afirma
que el capital se transformará en mundialmente
homogéneo. Las rivalidades nacionales, si no hubieran
desaparecido, tenderían a desaparecer: no habrá
más guerras y
podrá construirse un mundo de paz. Todo esto no pasa de
una versión novelesca de la teoría del
ultra-imperialismo de Kautsky, que ni siquiera es original, pues
Hobson, en 1902, ya establecía la perspectiva del
ultra-imperialismo como futuro ineluctable del capitalismo
mundial.
Criticando la tesis de la
globalización, algunos marxistas dicen que es
engañosa, pues oculta su naturaleza social, o sea, la
mundialización del capital. Pero la tendencia del
imperialismo no es en dirección a la
mundialización, sino a la nacionalización del
capital—eso fue irrefutablemente esclarecido por Bujarin en
su libro El imperialismo y la economía mundial.
Solamente si el desarrollo capitalista fuese exactamente
igual desde el punto de vista tecnológico,
económico y sociológico, en todos los
países, se podría admitir que un capital se aliase
a otro en iguales condiciones. Sin embargo, ¿por
qué un capital se uniría a otro en iguales
condiciones, si aquél posee mejores condiciones que
éste? ¿Por qué un capital norteamericano se
uniría a un capital argentino en iguales condiciones, sin
reducir a este capital a una condición subordinada,
llegando así a las relaciones características del
sistema imperialista?
Las contradicciones del capitalismo, a medida que se
internacionalizan las fuerzas productivas, son más
profundas hoy que en la época de Lenin. Pero el
capitalismo es incapaz de estructurar un Estado mundial, o una
coordinación mundial que exprese esta supuesta
internacionalización del capital. La perspectiva no es un
condominio mundial, sino la dominación del imperialismo
más fuerte contra los imperialismos rivales.
Esto implica un Estado fortalecido de modo descomunal, a
través de su entrelazamiento más profundo con el
capital, para defender e impulsar más consecuentemente los
intereses del capitalismo del propio país.
Una expresión del fortalecimiento del Estado que
desmiente la idea de movimientos pacíficos del capital, es
la tendencia a la privatización del sistema de
previsión social en los más diversos países.
La privatización de la previsión social es
compulsiva. La clase obrera, en los sistemas que
están siendo impuestos, es
obligada a depositar 10% de su salario en un
fondo de pensión. Por eso, los fondos de pensión
presentan un fabuloso crecimiento en los últimos
años, y esto es un resultado de la acción del
Estado.
En estas contradicciones se verifica que la naturaleza
histórica de la Revolución de Octubre, en el
sentido de que inició un período de
revolución socialista mundial, está más
vigente que nunca.
Rusia, actualmente, es un país amenazado por la
desintegración nacional, pues nunca fue un país
nacionalmente afirmado. En la apertura del mercado al capital
extranjero las relaciones internas de circulación
económica dejaron de existir, porque sus industrias,
confrontadas con el capital extranjero, quedaron capitalistamente
obsoletas, o sea, sin financiación, sin mercado, sin
capital. Esto provoca una serie de tendencias centrífugas
y separatistas enormes: crisis en el poder, agravamiento de las
guerras
locales. La Rusia actual es un terreno de luchas entre
Japón, Estados Unidos y Alemania.
La Unión
Europea es otra manifestación de este crecimiento de
luchas nacionales. No es un fenómeno de
mundialización del capital, es un fenómeno de
internacionalización de la fuerza productiva del capital y
de nacionalización de la propiedad capitalista. Los
"bloques regionales" expresan la disputa entre los diversos
imperialismos por el mercado mundial.
La propia crisis del capital genera una masa enorme de
desempleados y miserables que es una fuente permanente de
revueltas sociales. Estamos, por lo tanto, en el mismo Siglo XX
que comenzó con la Revolución Rusa y que aún
no terminó. El fin de siglo será testigo de crisis,
guerras y
revoluciones inéditas en la historia
contemporánea.
Realizado por:
LIZETTE ALTAMAR
MADLEEN ALTAMAR