- INTRODUCCIÓN 8
- 1. HERNANDO DOMÍNGUEZ
CAMARGO 9 - 1.1. EL POEMA HEROICO DE SAN IGNACIO DE
LOYOLA 9 - 1.2. LA TRADICIONAL MIOPÍA DE LA
CRÍTICA 10 - 1.3. A UN SALTO POR DONDE SE DESEMPEÑA EL
ARROYO DE CHILLO 10 - 2. FERNANDO FERNÁNDEZ DE
VALENZUELA 11 - 2.1. LAUREA CRÍTICA 11
- 3. ANTONIO NARIÑO 13
- 4. JOSÉ EUSEBIO CARO 14
- 5. RAFAEL NÚÑEZ 16
- 6. RAFAEL POMBO 17
- 6.1. LOS TRES CICLOS DE POMBO 18
- 6.2. OTROS POEMAS DE
POMBO 18 - 6.3. 222 APÓLOGOS, 22 CUENTOS
MORALES, 7 CUENTOS
PINTADOS 18 - 7. GREGORIO GUTIÉRREZ
GONZÁLEZ 20 - 8. EPIFANIO MEJÍA 22
- 9. RICARDO NIETO 24
- 10. JOSÉ ASUNCIÓN
SILVA 25 - 10.1. EL PRECURSOR DEL MODERNISMO
EN COLOMBIA 25 - 10.2. LOS ÁRBOLES CENTENARIOS DE JOSÉ
ASUNCIÓN SILVA 26 - 10.3. VENTANA ABIERTA A JOSÉ ASUNCIÓN
SILVA 26 - 11. LEÓN DE GREIFF 28
- 12. JORGE ZALAMEA 30
- 13. JORGE ISAACS 31
- 14. EUGENIO DÍAZ 34
- 15. JOSÉ MANUEL
MARROQUÍN 35 - 16. JOSÉ MARÍA VERGARA Y
VERGARA 36 - 17. TOMÁS CARRASQUILLA 37
- 18. JOSÉ EUSTASIO RIVERA 39
- 18.1. ESTRUCTURA
DE LA VORÁGINE40 - 19. MANUEL MEJÍA VALLEGO 41
- 19.1. PREMIACIONES 42
- 19.1.1. Internacionales para sus cuentos 42
- 19.1.2. Premios nacionales y extranjeros de novela 43
- 19.1.3. Premios nacionales de cuento 43
- 19.1.4. Premios internacionales de ensayo 43
- 20. GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ 44 - 20.1. OBRAS 45
- 20.1.1. Novelas 45
- 20.1.2. Cuentos 45
- 20.1.3. Periodismo 45
- 20.1.4. Cine 45
- 21. FOTOGRAFÍAS DE ALGUNOS AUTORES
COLOMBIANOS 46 - BIBLIOGRAFÍA 48
INTRODUCCIÓN
En Colombia, nuestro
país, existen muchos precursores y representantes de las
diferentes áreas que existen en el desarrollo
humano. Esta vez estoy mostrando a ustedes algunos de los
mayores representantes de la historia de la literatura colombiana, y
esto con el fin de que conozcamos de dónde vienen en
verdad aquellas historias que leemos por gusto, necesidad u
obligación; para saber porqué se hicieron, con
qué propósito y qué pensamiento
tenía su autor.
Espero que sepamos reconocer y aprender la importancia
que tiene la historia de la literatura colombiana en la
actualidad. Pienso yo –no sé ustedes- que conociendo
ya las raíces y los propósitos verdaderos de los
autores de nuestros libros
comprenderemos mejor aquel mensaje que nos quieren transmitir a
través de la lectura, un
mensaje que podría cambiar nuestras vidas y/o nuestra
manera de pensar.
ÁLBUM DE REPRESENTANTES DE
LITERATURA
COLOMBIANA
1. HERNANDO DOMÍNGUEZ
CAMARGO
Nació en 1606 en Santa Fe y murió en Tunja
en 1659. Educado por los jesuitas, finalmente se ordenó
sacerdote y actuó como beneficiado de la iglesia de
Santiago de Tunja. Visitó Lima en donde frecuentó
las academias de los ingenios del Perú. En Quito sostuvo
una gran amistad con su
condiscípulo Jacinto Evia, personaje que publicó un
Ramillete de flores poéticas en el cual está
incluido nuestro autor. Su formación fue muy rica. Estaba
basada en los ejercicios humanísticos, pedagógicos,
teológicos y filosóficos. Se puede considerar como
el primer poeta nacional de la Colonia.
1.1. EL POEMA HEROICO DE SAN IGNACIO DE
LOYOLA
Versa sobre la vida del santo español desde su
nacimiento hasta la fundación de la Compañía
de Jesús. Este poema de tono épico tiene cinco
partes fundamentales:
- El nacimiento, bautismo, infancia,
juventud;
Capitán en Pamplona, la defiende del francés.
Herido, lo visita San Pedro y lo sana. - Su conversión, penitencia y singulares favores
que le hizo el Cielo en ese tiempo. - Las peregrinaciones que realizó entonces por
Roma,
Génova, Jerusalén y su regreso a España. - Los estudios y la persecución en
ellos. - Reúne discípulos y da principio a la
religión
ilustre de la Compañía de
Jesús.
El poema heroico quedó inconcluso en buena parte.
No obstante, se puede admirar como un palacio suntuoso y
magistral por donde la biografía personal de uno
de los santos más interesantes de todos los tiempos. La
imaginación del autor es desbordante. El hilo barroco que
satura el poema realza la figura del protagonista.
1.2. LA TRADICIONAL MIOPÍA DE LA
CRÍTICA
En numerosos estudios, se le ha tildado de ser engendro
gongorista lleno de oscuridades. Pero estas visiones personales
no logran estremecer las bases estilísticas sobre las que
se yergue uno de los poemas
más bellos de su época. Por entonces no
existía una profunda conciencia
americana sino hispánica. Hernando Domínguez
Camargo comienza a nombrar el mundo universal del continente. El
uso del humor, de la elipsis, son, entre otras, las armas que nos
aproxima a la vida del santo. Hoy en día el poema es un
fresco recobrado que no pierde actualidad y que en sí,
marca un hito
en la literatura
latinoamericana moderna. Veamos algunos ejemplos:
Al David de la casa de Loyala,
al rayo hispano de la guerra
canto,
al que imperiales águilas
tremola
y es, aún vencido, del francés
espanto;
al que sufrió de la celeste
bola,
sin fatigas el peso, Alcides Santo,
al que el Empíreo hollando
triunfante
habitador es ya del que fue atlante
1.3. A UN SALTO POR DONDE SE DESPEÑA EL ARROYO DE
CHILLO
Constituye este romance uno de los más felices
que escribió el beneficiado de Tunja. Bajo la
tónica arroyo-potro, el autor deja sentir la fuerza
pasional de la naturaleza. En
este poema fluyen con rapidez lo dinámico, la materia
sensorial y la riqueza ornamental y suntuaria. El Chillo es un
arroyo ecuatoriano que es transformado en la metáfora del
potro.
La estructura del
poema consiste en la descripción superlativa de lo vivo,
del agua, del pez,
de los sinónimos que representa tanto el arroyo como el
mismo potro. Así como el arroyo tiene mirtos, espuma,
espinos, sonidos, asimismo el potro tiene pelo, acicates,
relinchos, etc., que perfeccionan con profundo ingenio la
antítesis
arroyo-potro.
2. FERNANDO FERNÁNDEZ DE
VALENZUELA
Fernando Fernández de Valenzuela nació en
Santa Fe de Bogotá en 1616. Fue discípulo jesuita,
doctor en teología, predicador general, maestro de artes,
notario del Santo Oficio y juez asistente de los exámenes
de beneficios curados. Su peregrinación hacia la carrera
eclesiástica es una de las más intensas de su
tiempo.
Después de llevar a España el
cuerpo aromático del arzobispo Almansa, se hace cartujo en
1640 y entra al monasterio real de Santa María del Paular
de Segovia, con el nombre de fray Bruno. Murió
aproximadamente en 1677. Muchos años antes, cuando
concluye sus estudios de latinidad (1628), nuestro pionero del
teatro ya tiene
escrita su obra clave: Thesaurus lingua latinae. Su
vocación literaria se hace posible en muchas sendas: los
estudios de gramática, los versos a su padre, y
finalmente, su tendencia al teatro. A
principios del
siglo XVI se cultivaba en las universidades españolas, un
teatro de
intención didáctica. Según José Juan
Arrom y José Manuel Rivas Sacconi, dicha tradición
pasó a los colegios peninsulares de los jesuitas. Como es
natural el efecto no se hizo esperar y se hizo extenso a los
colegios americanos. Sobre esta base, Fernando Fernández
de Valenzuela funda su experiencia e inicia su sátira al
gongorismo bajo el título Laurea crítica en
términos españoles.
2.1. LAUREA CRÍTICA
Entre sus múltiples trabajos, Fernando
Fernández Valenzuela ha dejado para la posteridad una obra
teatral de mediano calado, más interesante por ser la
primera obra esencialmente colonial que por otras virtudes
excepcionales. Eduardo Camacho Guizado nos resume así su
significación básica: "Es una sátira contra
una clase social, contra cierto tipo de intelectuales, pero
principalmente contra cierto tipo de estilo literario: el
gongorismo". Sobre los rasgos de esta pequeña obra, anota:
"Miser Protasio llega a ‘comisión de
exámenes’. Ante él se presentan aspirantes a
diversos títulos; un caballero, un necio, un preguntador,
un acatarrado y, por último, un crítico, don
Velialís de Lúbrisis. La mayor parte del
entremés consiste en el diálogo entre éste y
Miser Protasio, y constituye la sátira contra el
gongorismo". Sobre la parodia al gongorismo, se esboza un doble
plano: parodia de las formas barrocas y parodia de sus
símbolos sociales. Por un lado, Fernando Fernández
de Valenzuela ejecuta la demolición del léxico y de
la sintaxis de los culteranos. Por otro lado, más
allá de esta farsa grotesca
lingüística, arremete contra los modelos
sociales determinados por el caballero, el necio, el
interrogador, el crítico fatuo y Miser Protasio, el autor
que se burla de este continente de figuras risibles y
chinescas.
Los elementos de la obra son sencillos. Se realiza en el
interior de una casa. La utilería son dos sillas y una
mesa. Esto nos recuerda la economía de recursos del
teatro pobre.
Allí se desenvuelve la acción estática.
Los personajes hablan sin actuar. El protagonista es la palabra
paródica.
3. ANTONIO NARIÑO
Nació en Santa Fe en 1765 y murió en Villa
de Leiva en 1823. Estudió en el Colegio Mayor de San
Bartolomé. Fue un autodidacta profundo. Los estudios los
perfeccionó con su biblioteca y con
la lectura. Su
vastedad alcanza los linderos de la historia, del cual era un
gran conocedor. Fundó un centro de estudios
filosóficos. Concibió la idea de la libertad y
toda su vida se entregó a realizarla. Esto le costó
prisión y destierro. El 20 de julio lo sorprendió
en los calabozos de Cartagena. Siendo presidente de Cundinamarca
se trocó en militar para vencer al ejército del
Congreso. Emprendió una campaña hacia las
provincias del sur. Aprisionado en Pasto, fue conducido a las
cárceles españolas para regresar después de
1820. En 1823, para defender su vida, realizó su propia
defensa ante el Congreso.
Nariño es uno de los periodistas más
profesionales de su tiempo. Tradujo
del francés Los derechos del hombre y del
ciudadano, lo que le costó ser declarado conspirador,
enjuiciado y castigado por el gobierno
español. Iniciada la revolución
de independencia
fundó la hoja periódica La Bagatela, de
carácter político. Entre sus principales noticias
figuraban especialmente Noticias muy gordas, que dio en
tierra con un
gobierno y lo
hizo árbitro de la situación. Establecida la
República, fundó Los toros de Fucha para
entrar en polémica con El patriota, periódico
del general Santander. Su obra mayor es su admirable defensa ante
el Senado. Allí brillan las cualidades del buen escritor,
la fragancia de las imágenes y
la riqueza de los giros idiomáticos para expresar sus
sentimientos frente a la patria y ante sí mismo. Sin lugar
a dudas, Antonio Nariño fue el más hábil
prosista de la independencia.
Él se nos presenta armado de un estilo muy marcado,
detrás del cual alienta una personalidad
vigorosa.
4. JOSÉ EUSEBIO CARO
Nació en Ocaña en 1817 y murió en
Santa Marta en 1853. Su existencia está atada a la
política.
En las operaciones
militares de 1840-1842 reanima con su Granadino el
principio de fortalecer el gobierno y de
pacificar el país. Publica sus primeras poesías en
La Estrella Nacional (1836). De allí en adelante
iniciará sus ciclos. La vida de José Eusebio Caro
está marcada por un contexto histórico y a la vez
por un contexto trágico: fue uno de los fundadores del
partido conservador, periodista, defensor de la religión, patriota,
guerrero, descendiente de padres que tenían poder en el
virreinato, opositor del gobierno radical,
representante a la Cámara y hombre
preocupado por la cultura. Su
destierro voluntario lo conduce a dos regresos. En el segundo,
muere en las playas de Santa Marta. Su existencia se refleja en
su poética.
La formación del poeta transcurre por cuatro
fases:
- Una etapa inicial (1836) basada en la
formación clásica. Apenas emerge el perfil
romántico, la fantasía y el ímpetu de la
juventud.
Entre sus poemas se
destacan: La mañana, El ciprés,
Desesperación, La despedida de la patria, En boca del
último inca y el soneto Héctor. El
centro: la imaginación. - La segunda etapa (1837-1840) lo muestra en una
posición anticlasicista. Progresa hacia la
filosofía. Experimenta en el ritmo y en nuevas
expresiones estilísticas. El centro: el sentimiento.
El amor se
refleja en: Declaración, Eterno adiós,
Lágrima de felicidad, El hacha del proscrito y otros
más. - En la tercera etapa (1843) ofrece poesía filosófica, moral,
espiritual. Meditaciones sobre el hombre:
su ser, su origen, su naturaleza. El
centro: la razón. Se destacan en su obra La
bendición nupcial, A mi primogénito, El
bautismo. - Sobre el umbral de su muerte deja
inconcluso el ciclo político. El centro: lo social. Deja
su oda política: La
libertad y
el socialismo.
Dentro de este recorrido, podemos fundamentar el mundo
poético de José Eusebio Caro como sigue:
- Exaltación del sentimiento
religioso.
– Exaltación del sentimiento
patriótico.
- Exaltación del sentimiento del amor
(Laura de Petrarca, Delina, Beatriz de
Dante). - Exaltación del sentimiento de la libertad
(individual, política,
poética). - Optica a través del dolor de la soledad, la
patria, el amor, los
regresos. - En el ámbito formal, ejerce en su poesía el sentimiento del
ritmo. - Poesía centrada en el sentimiento, la madurez
y la reflexión.
No elude la naturaleza, la
constituye en su eje: la naturaleza tanto
humana como geográfica.
En torno al verso de
José Eusebio Caro se ha dicho que es un verso duro, donde
no hay imágenes
millonarias, cimentado en lo matemático y lo rotundo.
Rafael Pombo afirmaba: "Cada verso de Caro es una idea". Otros
críticos apuntan que los versos del poeta son "tan duros
que producen la impresión de haber sido forjados por un
martillo". En realidad, en Caro no hay lugar para lo
lacrimógeno. El sepulcralismo no existen con esos tonos
grises y desgarradores.
José Eusebio Caro se inscribe dentro de una doble
vía: el romanticismo
castellano y el
francés. Básicamente el poeta fundador del primer
romanticismo
es un lírico sostenido con un estrato
filosófico.
5. RAFAEL NÚÑEZ
Rafael Núñez nació en Cartagena en
1825 y murió en la misma ciudad en 1894. Su carrera tiene
muchos escaños: liberal, periodista, ministro de Guerra,
promotor de la abolición de la esclavitud, 4
veces presidente de la república. Fundó el periódico
La democracia. Se caracterizó por su estilo
polémico, por su trabajo crítico y
ensayístico.
Rafael Núñez tiene una obra poética
que está centrada en Todavía, Psiquis, Ideales,
Dulce ignorancia, El mar Muerto. Incursiona por la
filosofía con acentos pesimista. Sus versos se mueven
entre la duda, el amor y
la muerte. Se
observa en su poética, rigidez y falta de melodía.
Rafael Núñez escribió el Himno
Nacional, para algunos su mejor poema. Su obra está
ahí, a la discusión. Preguntas para ahondar en su
palabra no sobran. ¿Fue Rafael Núñez un
verdadero poeta? ¿Su poesía
a tenido trascendencia en el sentido universal? Ante dichas
preguntas, podemos decir que Rafael Núñez no fue
muy afortunado. Dejó versos inolvidables pero no una obra
sólida.
6. RAFAEL POMBO
Con Rafael Pombo no surge tan sólo el poeta
maestro del romanticismo sino
también el poeta profesional y el poeta creador. Su obra
no caduca en un poema. Comienza en una fábula y atrapa una
constelación. Posiblemente es el poeta más
representativo en toda la historia literaria de
Colombia en la
medida en que es un demiurgo y por lo tanto autor de un universo tan rico
y maravilloso como el de Ándersen, La Fontaine, Cervantes
y Tolstoi. Sus fábulas viven hoy como ayer y con la mejor
vida: esa vida cotidiana de las palabras que toman cuerpo entre
los infantes y los abuelos. Es el poeta de las edades del
hombre:
seductor de la naturaleza, la
flora y la fauna.
Rafael Pombo nació en Bogotá en 1833 y
murió allí mismo en 1912. Doctor en matemáticas, ingeniero, dirige con Vergara
y Vergara La siesta, hojas culturales que renovaron la
cultura
nacional. De la milicia pasa a la diplomacia y posteriormente a
la instrucción pública. Combatió la dictadura de
Melo, ocupó la secretaría de la legación en
estados
Unidos, puesto que perdió en la revolución
de 1860 en Colombia. Durante
muchos años permaneció en Estados Unidos
dedicado al oficio literario. Al regresar a Colombia, se
desempeña como secretario de la Academia de la Lengua en 1905
es coronado en el teatro
Colón. De allí partirá hacia las tinieblas
de su casa donde persistirá en ponerle una raya más
al tigre de su obra.
Rafael Pombo no fue ni mucho menos un bachiller de las
letras ni un aficionado a ellas. Sencillamente era un poeta por
vocación y por acción. Tradujo a Virgilio, Horacio,
Goethe, Byron y una dinastía de clásicos. Nadie
mejor que él supo infundirle densidad a esos
muchos maestros mediante un idioma bello y sugestivo. Fue un
hombre
fecundo. Franquea las 400 poesías, más sus
fábulas y otros cuentos
pintados. En realidad esto sólo es importante en la medida
en que la fertilidad de Rafael Pombo no lo disminuye sino lo
aumenta. No hay mucho desliz en su obra. Solamente poesías
vulneradas por sus improvisaciones.
Rafael Pombo es un camino. De él
sólo conocemos lo que fulgura más: sus historias
encantadas. No obstante, en la otra cara, yacen los rasgos del
poeta múltiple: amor y
muerte,
filosofía y canción natural, vitalidad y
sueño.
Como sus personajes, tuvo la propiedad de
exhibir una fisonomía hermosamente fea y también la
faz del camaleón. Su popularidad ya no le pertenece: es de
los infantes.
6.1. LOS TRES CICLOS DE POMBO
Las fases de Rafael Pombo corresponden a su ciclo vital.
Curiosamente, en él se cumple la madurez en su momento
exacto: vida y poesía
se mezclan en un punto maravilloso. Sus 158 traducciones de los
clásicos encierran una fuerza
exploradora que la recibe a su vez su poesía.
- Primer ciclo. Romanticismo
intenso donde lo amatorio juega su rey de corazones.
Allí tenemos: Mártir de amor,
Súplica, Hora de tinieblas. Los temas se concentran
en los interrogantes sobre el ser, la muerte,
el dolor, el libre albedrío, la Divina Providencia. Todo
en estas poesías es vendaval admirativo. - Segundo ciclo. La vendimia. Plenitud de su
creación. Creación rica, múltiple en la
elección de recursos
expresivos. Figuran: En el Niágara, Angelina,
Éxtasis, etc. - Tercer ciclo. Emoción sublime, gravedad
y austeridad. Atemperamiento del sentimiento. Entre otras:
Adiós de enero, Abisag, "¡Decíamos ayer,
siempre!".
6.2. OTROS POEMAS DE
POMBO
Elvira Tracy, María, Dios: lírica
religiosa. Lo que vieron los viejos, Sucre derrotado,
Patria: lírica patriótica. El bambuco,
Torbellino a misa, La casa del cura, La cruz de mayo:
lírica popular. Meditación descriptivo-amorosa:
Noche de diciembre. Meditación
descriptivo-filosófica: En el
Niágara.
6.3. 222 APÓLOGOS, 22 CUENTOS MORALES, 7 CUENTOS
PINTADOS
En esta veta Rafael Pombo logra una consagración
especial. Muchos lo comparan con Samaniego. Es más
saludable compararlo con Pombo. Su ternura, su alfabeto
dúctil y enamorado reside en la memoria
popular. Sus cuentos están pintados en los sueños
de los infantes y los guerreros en reposo. Muchos críticos
y entre ellos Andrés Holguín dicen sobre ellos:
"Hay otra faceta de este fecundo escritor que no debe olvidarse.
Son sus poemas
infantiles. (…) la plástica imaginación de Pombo
hizo de él una especie de Walt Disney". Dos cosas hay que
anotarse al respecto. Primero: muchos críticos nacionales,
graves, severos, trascendentales, preocupados por la literatura
de hombres mayores, parecen desdeñar la literatura
infantil. No sabemos en realidad qué es lo que
menosprecian: la popularidad de las fábulas de Pombo o ese
mundo aparentemente simple. Por otro lado, es inaudita la
comparación entre Rafael Pombo y Disney. El primero era un
creador que tomó como materia prima
los Nursey Tales y otros temas de la antigua
tradición universal y les infundió una elegancia y
un significado valioso. El segundo era un imitador que
esbozó en su celuloide la alienación y el despojo
de los valores
(identidad) que
ostentan los infantes del mundo actual. Así pues, ni Noel
ni Pluto tienen mucho que ver con los personajes de Pombo. Tales
personajes son auténticos no simples marionetas para
transmitir el sistema de vida
americano y su desprecio a los hombres oprimidos. Más
coherente es relacionarlo con el mundo legítimo de Esopo,
La fontaine, Ándersen y muchos más. No es lo mismo
comprar a Irving Wallace con Marcial la Fuente Estefania que
compararlo con Miguel de Cervantes.
7. GREGORIO GUTIÉRREZ
GONZÁLEZ
Gregorio Gutiérrez González es el primer
poeta no sólo del Grupo
Antioqueño sino de la poesía popular de Colombia
desde el punto de vista estético y temático. Es el
poeta con más cualidades. Los demás, presentan
más orillas hacia el defecto.
Antioquia constituye un espacio muy especial para la
poesía romántica. Igualmente para asumir la
naturaleza y la sociedad con
tonos épicos. No se toman los elementos naturales con
exotismo sino con el sentimiento de quien vuelve a un lugar
cotidiano para revelarnos la vida, el amor, la
nostalgia. Este grupo se
unifica por la sencillez, la originalidad, el lugar sagrado del
hogar, la reconciliación del mestizo con su ambiente y con
su identidad. El
maíz, corazón
vital de Antioquia, deja a un lado sus barbas y habla en la voz
de estos poetas con mítica sabiduría.
Gregorio Gutiérrez González nació
en 1826 en la Ceja del Tambo (Antioquia) y murió en 1872
en Medellín en medio del relámpago trágico
de la locura. Su vida pública caminará entre dos
paralelas: seminario de
Antioquia-seminario de
Bogotá. Filosofía-Literatura. Estudios de jurisprudencia. Magistrado del Tribunal Superior
de Antioquia. Prestigio-pobreza.
Gloria-locura. Hogar-solar nativo. Fracasos en los negocios-éxitos en su trabajo
poético. Su esposa, doña Julia de Isaza,
ocupará el centro de su poética. De este hombre
bondadoso nos queda la senda por donde transita la americanidad
en su más puro acento.
La poesía natural de Gregorio Gutiérrez
González apenas comienza a confirmar una sospecha: es una
poesía ya clásica, auténtica y singular. La
crítica ha sido unánime en reconocer su valor. En su
poética hallamos lo rural, lo didascálico, la
espontaneidad, la sobriedad, la sencillez. Sus temas son
concéntricos y elementales: el hogar, el amor,
el trabajo, la
naturaleza. La popularidad del poema del maíz sólo
tiene un punto de referencia: el Martín
Fierro.
Gutiérrez González abandona aquí el
culto a Zorrilla y Espronceda, el romanticismo
tétrico, el trascendentalismo de la rima, la fanfarria
retórica y artificial. Muchos comparan este poema con
Las Geórgicas de Virgilio. Sólo que nuestro
canto tiene tal singularidad que apenas es posible reducir el
paralelo a una temática y no a una personalidad.
Despojado de toda referencia cultural, este autor asume su
universo con
las manos desnudas y de ahí nace la belleza de su obra. No
porque excluya elementos referenciales sino porque la misma
dimensión del símbolo edénico no admite otro
lenguaje para
nombrarlo que el de su propia raíz. He ahí su
clave. Si añadimos a esta frescura poética, un
humor festivo, una ironía de la
tristeza y la pesadumbre, encontramos la alquimia de una
bella canción. Como romántico, no posó de
"triste". Era en sí un hombre triste. De ahí
deviene esa nostalgia tan dulce de lo perdido. Él no es un
poeta del sentimentalismo: es un poeta del sentimiento. Los que
critican su dulzura, critican la condición humana de la
palabra. Nuestro poeta no necesitaba almidonar el verso.
Sencillamente era un versificador nato. No se puede confundir la
magia de su palabra con el verbo fácil e improvisado.
Gregorio Gutiérrez González es el poeta más
próximo a Rafael Pombo. Y dentro de la tradición
poética popular de Colombia el número
uno.
Menéndez y Pelayo dice sobre él:
"Sentimiento profundo de trabajo humano que todo lo ennoblece…
Poesía sabia, primitiva, saludable y agreste, llena de
ternura y de impresión directa de lo exterior, percibida y
mejorada por su alma íntegra y buena", y añada: "Es
uno de los poetas más americanos que han existido". Su
elocuencia por fin encuentra un acierto real. En un país
de falsos prestigios es difícil reconocer al verdadero
prestigio y aún más: sentar un precedente para que
lo dicho no sea demagógico. Es la lucha de la ética
profesional.
El poema mayor de Gregorio Gutiérrez
González gira sobre sí mismo involucrando su propio
ciclo natural y también el social, el familiar, el
intimista. Mediante este fruto, estructura de
un símbolo de nacionalidad. En este poema aparecen las
tradiciones del campo, las costumbres de sus hombres, su gesta de
trabajo, el combate contra la naturaleza, la
reconciliación con el cultivo, la identificación
con la tierra y
el hombre a
través del trabajo. Antioquia, Colombia, América
Latina y el planeta quedan sedimentados en una experiencia
épica que la constituye la misma existencia. Allí
surge la vida humilde del peón, su corazón,
su energía constructora. El viaje por la siembra es la
revelación del universo. Todo
nos habla: el árbol y su duda. Todo tiene un hálito
vital, misterioso y hermoso. Si Pascal dijo: "Me
espantan los vacíos del universo
infinito", alguien puede responder ante el universo del
maíz: "Me asombra el fluido maravilloso de la savia
(sangre y
raíz) que es hombre y es fruto. Hasta el mismo insecto
alcanza su dimensión y su reino entre los árboles
de su autor".
8. EPIFANIO MEJÍA
Epifanio Mejía complementa la línea
nativista de Gregorio Gutiérrez González. Frente al
cosmopolitismo entroncado en parámetros europeos, el
criollismo nacionalista pretende ante todo exaltar el paisaje
americano. No llegan tanto al individuo como a la naturaleza
brutal, inhóspita y grandiosa de nuestra tierra
continental. Dentro de este contexto regional-antioqueño,
se inscribe la obra del poeta triste.
Epifanio Mejía nació en Yarumal en 1838.
Allí mismo murió en 1913, después de haber
vivido varias décadas en el manicomio. La muerte
civil del poeta es una de las historias más tristes de
aquella época. Todo en él era intenso y
nostálgico. Espíritu bondadoso y noble que
después de los 31 años ingresó a las
tinieblas de la memoria. Se
desempeñó como comerciante y siempre estuvo
vinculado a los derroteros de su tierra
natal.
Entre sus principales obras merece destacarse Canto
del antioqueño. Si bien no es una obra maestra, por lo
menos tiene un hálito vital y sencillo, genuino y no
artificial. Al lado de Antioquia o la mano de Dios (La
retirada de los héroes), constituye la exaltación
del vigor y a la nobleza de su pueblo. La vena emotiva del
nativista es considerada superior a la de Gutiérrez
González. Sus versos son realistas, transparentes,
naturales. El cóndor, las selvas antioqueñas, las
tradiciones y la pugna de una raza en su constante sobrevivencia,
son sus temas esenciales. No hay en su versos tremendismo sino
suave ansiedad y melancolía. Y aún más: un
sentimiento armónico del paisaje: de ese paisaje donde se
construye la vida, el amor, el trabajo.
Curiosamente, Antioquia ha dado una cuna de poetas que se
unifican en su canto épico a lo rural, a las sendas
abiertas por donde transita el progreso. El héroe no es
mitológico. Es un héroe anónimo, silencioso,
que realiza diariamente sus ceremonias de canto y
dolor.
La ceiba de Junín, La muerte del
novillo, Anita, La historia de una
tórtola completan lo mejor de su obra. En realidad, la
producción de Epifanio Mejía no fue
muy numerosa. Sólo nos dejó más o menos 70
poemas.
La muerte del
novillo es un poema sugestivo, pulcro y sentido. La
emoción (dolor humano) se encuentra con el dolor del
animal. Una comunión de sangre y muerte. Es su
fidelidad a la realidad la que limita las posibilidades del
poema. El novillo no llega al perímetro de lo
simbólico. La realidad oprime al poema por su dinámica formalista. No obstante, al igual
que en La historia de una tórtola, el verso
duele.
Epifanio Mejía nos deja también su poema
Amelia. Poema que no fue el mejor y que concluyó de
manera definitiva. Al igual que a Gregorio Gutiérrez
González, podemos expresar para Epifanio Mejía: "Lo
triste es así, como su locura". Un factum de
muerte a
sitiado a los poetas colombianos: accidentes,
suicidios, demencia, asesinatos. Las poéticas ambiciosas
que estaban por consagrar fueron malogradas por la
muerte.
9. RICARDO NIETO
Nació en Guacarí en 1878, y murió
en Cali en 1952. Poeta romántico por actitud,
modernista inicial por la forma. Abogado, parlamentario,
educador, hombre con vocación pública. Entre sus
libros
figuran: Cantos de la noche, La oración del
rocío, Tierra
caucana, En la oscura lejanía, Voces de la selva. Este
autor tuvo un poema que hizo época llamado En el
crepúsculo. Fue coronado el 31 de mayo de 1930 en
Cali.
Religión, patria y terruño son los caminos
de Ricardo Nieto. Como ejemplo de su visión del mundo,
viajemos sin ánimo simplificador por su camino:
¡No sé si estás
afuera
o estás dentro de mi alma! ¡Oh, si
pudiera
pabellón de la patria
colombiana
que entre los brazos de sus hijos
flota
y la gloria no inclina con su peso
convertir en estrella cada nota
y clavar cada estrella con un beso!
HIMNO A LA BANDERA
En estos versos contemplamos a un romántico de
época, siempre en su ánimo de exaltar los
símbolos patrios. Probablemente su limitación
radica en que no incorporó otros elementos del mundo en su
poesía para densificarla y otorgarle una mayor riqueza y
vitalidad. Ricardo Nieto recogió la melancolía del
fin del siglo y logró reflejar un "estado del
ánimo" con acentos finos.
10. JOSÉ ASUNCIÓN
SILVA
10.1. EL PRECURSOR DEL MODERNISMO EN
COLOMBIA
La vida trágica y apasionante de este hombre es
esencialmente romántica. Es el poeta más ambicioso
y más estable que ha dejado la literatura colombiana. Es
un auténtico creador y con un puñado de poemas se
tomó por asalto la inmortalidad. En él, nuestro
romanticismo pudo ser (estabilidad de la forma y el sentimiento)
y, a partir de él, el modernismo no
lo pudo superar, sólo complementar. Analizar e interpretar
su obra, al igual que la obra de Gabriel García
Márquez, en breves páginas es un acto, de
hecho, perdido. Por eso, sólo totalizaremos las arterias
fundamentales de su universo personal mediante
una síntesis y una valoración.
La sola historia de su vida es una novela
fatídica. José Asunción Silva encierra en su
funeral todos los funerales de nuestros infortunadamente
silenciados en su plenitud. Comencemos por el principio.
Nació en Bogotá en 1865. Hijo de una familia ilustre,
se educó en colegios privados. Por su belleza física varonil le
decían los amigos: "José Presunción". El
padre de Silva poseía una tienda de porcelanas y
artículos de arte,
además era escritor costumbrista y miembro de la Academia
de la Lengua. El
joven José frecuentaba las tertulias literarias que se
realizaban en su casa. De 1863 a 1886 emprendió un viaje a
Europa,
entabló amistad con la
obra de los simbolistas franceses y con Tennyson. En sí
fue un autodidacta que leyó
ávidamente sobre temas literarios, filosóficos,
psicológicos, y que aprendió algunos idiomas
(francés, inglés).
En 1886 regresó a Colombia. Al morir su padre
ejerció el poder familiar
y económico. No obstante, las deudas heredadas lo dejaron
con saldo en rojoy fracasa. A los pocos años, Elvira, su
amada hermana, presencia de su arte, muere
(1891).
El gobierno nacional
decide ayudarlo y lo designa secretario de la legación en
Caracas (1894). Allí, Silva se aísla y confronta
con furor las faenas de la burocracia. Para
gravar su tragedia, cuando regresa a Colombia en el navío
Amérique éste naufraga cerca de nuestros
costas y, con él, algunas de sus obras
inéditas.
Apenas se reinstala en Bogotá, intenta de nuevo
recuperar su fortuna y el prestigio familiar. Establece una
fábrica de baldosines y fracasa. Los sucesos que ha vivido
–la muerte de su padre, de Elvira, la pérdida de sus
poesías- son de carácter
irremediable en su existencia. Hundido en la
desesperación hace marcar su traje. El lugar: sobre el
corazón. El balazo suicida
desangrará el corazón de
la poesía colombiana. Refieren que en su dormitorio se
hallaron libros que
probablemente había estado leyendo
el poeta. Fue enterrado con su traje nocturno. La fecha
histórica: mayo 23 de 1896. A partir de entonces
José Asunción Silva comienza a vivir
definitivamente.
10.2 LOS ÁRBOLES CENTENARIOS DE JOSÉ
ASUNCIÓN SILVA
Las fases de la obra poética de Silva
son:
- Formación. Tendencia hacia el
romanticismo becqueriano. Crisálidas, Ars, Al
oído del lector, Juntos los dos, Resurrecciones,
Mariposas, Luz de luna,
Obra humana, La respuesta de la tierra, conjunto
éste donde navega el sentimiento suave, la
fantasía, música
asordinada, la evocación, el romanticismo depurado. No
existe el sepulcralismo ni lo melodramático. Sólo
un dolor hondo, suavemente bañado de amargura. Silva no
era reaccionario, como muchos lo piensan; su actitud era
antiburguesa. Por ello perdió su posición social
y económica. En estos poemas, el poeta se pregunta por
el destino del hombre después de la tierra,
duda de la fe y pregunta más a la naturaleza que la
divinidad, afirma que el hombre es
el que transforma la naturaleza y no la divinidad. - Fase dos. Encuentro con el simbolismo y
estilización. Los poemas de esta fase son: Nocturnos,
Día de difuntos, Crepúsculos, Los maderos de San
Juan, Muertos, Midnight dreams, Vejeces. Expresión
personal en
ritmos y metros, musicalidad, corrección,
precisión. - Fin del conjunto. El mal del siglo, El
recluta, Serenata, Al pie de la estatua, Egalité,
Filosofías. Fondo amargo y desencantado, realismo
duro, pesimismo, amarga ironía.
10.3 VENTANA ABIERTA A JOSÉ ASUNCIÓN
SILVA
- Parentesco. Lo obra poética de
José Asunción Silva ha sobrevivido al olvido.
Silva se inicia como romántico (Campoamor, Bartrina y
Querol) y propiamente con un sesgo decadente, saturado de
ingenio y amargo filosofismo. En América
Latina sólo un creador le disputa el título
fronterizo de seductor de dos épocas para trascenderlas
y darles un nuevo molde: José Martí. En el fondo
poético de Silva hallamos un estrato de influencias
universales: interés
por los simbolistas franceses, renovación por los temas,
el aristocratismo de su actitud, la
sugestión como forma elíptica, lo irónico
y lo humorístico, el impresionismo,
la musicalidad del verbo, el verso eneasílabo y el
empleo del
verso libre. - Psicología y poesía. El poeta
hizo a su poesía y la poesía hizo al poeta. El
primero le dio la vida, la segunda lo mató. Silva era un
hombre neurótico, un dandy, un corazón
agobiado. Su tristeza lo sedimenta todo con un velo
mágico y lunar. Su melancolía es fina como el
invierno de sus versos. En Silva siempre está
lloviendo. Fue un total desadaptado: nunca estuvo muerto en
ningún lugar. Da la depresión pasaba al ímpetu.
Fracaso de negocios,
instauración de empresas.
Viajes y
regresos. Las manos del fatum lo fueron encaminando por
encima de sus muertes familiares y estéticas hacia su
última muerte. Su poesía es el hilo posible de su
existencia errátil, misteriosa y
plenilunada. - El nocturno Una noche. Este tercer nocturno es
la obra maestra del modernismo.
Una noche es un poema matemático, einsteniano, donde se
asienta el decálogo de la vanguardia
modernista. Este monolito policromo, sinfónico, con
pausas silenciosas, no fue una presencia en su época:
fue una Biblia y lo sigue siendo. Su estructura
es tan simple como la de una red de araña:
evocación, musicalidad, sentimiento y, ante todo, un
natural hábito vital.
11. LEÓN DE GREIFF
El maestro León de Greiff nació en 1895 en
Medellín y falleció en 1976. Su larga vida es un
testimonio de la aventura. Fue ingeniero, ejerció
múltiples actividades en la banca, en los
ferrocarriles, en la dirección de extensión cultural,
fundó la revista
Panida y dirigió la Revista de las Indias.
¿Cómo definirlo no con el ánimo de
simplificarlo sino de comprenderlo en un punto de partida? Es
posible que podamos hacerlo. León de Greiff no era un
hombre: era y seguirá siendo un mito. Porque
sólo murió en un hombre y dejó otros para
prolongarlo: Ramón
Antigua, Leo le Gris, Matías Aldecoa, Guillaume de Lorges,
Gaspar von der Nacht, Miguel Zulaibar, Beremundo de Lelo, Lope de
Aguinaga, Erik Fjordson, Diego de Estúñiga, Sergio
Stepansky, Harold el Obscuro, Beremundo el Skalde, Propicio,
Claudio Monteflavo, Grunar Tromholt, Gaspar de la Nuit, Sirg-el
Oel, Bogislao, Abdenagodonosor el Tartajoso (o Tartamudo), Alipio
Falopio y Pantono Bandullo. La inteligencia y
la audaz creatividad de
León de Greiff no necesitan epítetos porque los ha
devorado todos. Es la invención misma.
León de Greiff es uno de los poetas americanos
más intensos y originales, que sólo tiene un punto
de referencia: Pablo Neruda. La
vasta rueda de su imaginación crea un mundo
legítimo, coherente, sincrético, gobernado por sus
alter egos. En su obra se acentúa lo
autobiográfico: la soledad, las pasiones
demoníacas, la bohemia del músico y el
músico de la bohemia. La muerte como la vida, la nostalgia
como el mundo, anudan los cabellos lunares de sus textos. Con
León de Greiff la poesía colombiana se hace mayor:
es decir, ya no deja una hoja del árbol de las gracias,
sino deja un árbol con buena sombra. Leerlo es la mejor
manera de vivirlo. No existe otra mediación.
Sus obras: Tergiversaciones de Leo le Gris, Primer
mamotreto, Libro de los
signos, Variaciones alrededor de nada, Prosas de Gaspar,
Fárrago, Relatos de los oficios y menesteres de Beremundo,
Nova et Vetera.
Su obra se organiza con un dominio audaz del
idioma, en una profunda sensualidad, un amor sin
claudicaciones, y con una independencia
desesperada.
Su poética, satírica y saturnal centra
cuatro ángulos: la naturaleza (el mar, el cielo, la tierra y el
aire), el amor
(la mujer, la
juventud, los
amigos, las presencias del mundo), lo demoníaco (la
soledad, la muerte, la locura, la angustia) y, finalmente, la
música
(el universo,
la estética, la ideología y la cultura
–arte, literatura,
la cultura
musical y el mito).
En el centro de este trono reina León de Greiff
en medio de su coro de dobles. No existe una metafísica
líquida en nuestro melómano. Existe un universo en
expansión, que se va viviendo. Es igual al mundo real pero
dentro de dimensiones más simbólicas y
potentes.
12. JORGE ZALAMEA
Nació y murió en Bogotá
(1905-1969). Todo en Zalamea fue ilustre en el sentido
clásico de la palabra: sus lecturas, sus viajes, sus
disputas, sus amores, sus libros.
Ministro y diplomático, hombre de aquí y de
allá, inquieto promotor cultural, presencia
polémica ardiente. Sus libros son el
reflejo de su baraja temible. No era un hombre: era un arsenal de
personalidades brillantes, no mediocres, sino mitológicas.
El periodismo,
el ensayo, los
libros maravillosos, son testimonio de su palabra bravía y
elocuente, recia e irreductible.
Su obra no ha sido valorada porque es una
pirámide que los indiferentes no pueden subir. Y
además, porque allí, hay un desafío: el
mundo y su diabólica comedia. Eludir a Zalamea en un
libro como
éste, es eludir nuestra identidad.
Porque Zalamea tiene lo mejor de los poetas colombianos:
creación, alto vuelo y universalidad.
Del verbo tradicional construyó una
expresión crítica en América
Latina, tan galvánica como la de José
María Vargas Vila. La palabra del Tuerto
López es frágil ante el acento
zalaméico, capaz de romper paredes y blindados muros
invisibles. Este verbo tensa lo puso al servicio de su
arte: la
estética de la demolición, donde las palabras
chillan, lloran, cantan, gimen y preguntan. El objetivo de la
épica de Zalamea: las dictaduras y la pobreza del
Tercer Mundo.
Sus obras principales son: La vida maravillosa de los
libros, obra para enamorarse del mundo literario. La
metamorfosis de su excelencia y El gran Burundún
Burundá a muerto (1949-1952), díptico del
dictador. La poesía ignorada y olvidada, hermosa
flor del indio y la mula, y otros estudios, ensayos que
han llenado de fuerza y
robustez las letras nacionales. Imprecación del hombre
de Kenya y La queja del niño negro.
13. JORGE ISAACS
Nació el 1º de abril de 1837 en Cali.
Desciende de una familia
judía inglesa de Jamaica y de una familia criolla.
Después de realizar sus estudios de secundaria en
Bogotá, regresa a Cali en 1852. Como guerrero, interviene
en las guerras
civiles del país. Combate al general Melo y al general
Mosquera. Son los tiempos sombríos de la segunda Patria
Boba, en que la nación es centro de la anarquía
partidista. En 1856 se casa y comienza su ejercicio
poético. Algunas de sus poesías, inscritas en El
manifiesto romántico, son leídas en el grupo El
Mosaico. Hace publicar algunos trabajos.
En el Cauca acepta un puesto de inspector en la construcción del camino público de
Cali a Buenaventura. En los campamentos viales padece el paludismo. Por
entonces ya había comenzado a escribir su novela
mitológica María, que continuó en los
meses de su convalecencia, en el Peñón, una villa
mirador de la ciudad de Cali.
Tan pronto como es elegido diputado por el partido
conservador, se radica en Bogotá y publica su novela, gracias a
la colaboración del señor Caro. El éxito fue
fulminante: continental y nacional. Y más aún:
inicia su carrera universal. Sin pulsarlo en sus horas de
creación, estaba escribiendo una de las novelas
más hermosas del país y la primera del romanticismo
latinoamericano.
Después de 1857, modifica sus ideas políticas
y se liga al partido liberal. Nuevamente es elegido diputado y,
en 1870, se marcha a Chile con el
cargo de cónsul. Cuando regresa a Colombia, obtiene en
compañía de un amigo chileno una hacienda
próxima a Cali, con el ánimo de recobrar la perdida
fortuna familiar, pero al igual que José Asunción
Silva, fracasa.
Oprimido por la derrota, se marcha a Cali por el camino
del no retorno y se establece en la nostálgica
Popayán, donde trabaja en la inspección escolar. Se
desempeña como maestro en la escuela normal y
redacta un diario liberal (1875). En los años venideros lo
hallaremos en medio de las pugnas políticas,
entre las escaramuzas y las revoluciones sin revolución, ya encabezando una de ellas
(1880).
Escribe su poema Saulo con una dedicatoria al
presidente argentino Julio Roca, actitud que
encuentra eco en el caballero pampeño y que lo mueve a
invitarlo a su país. Los factores políticos
vetarán este viaje. En la pobreza,
solitario, se refugia en
el ambiente
familiar. Las aventuras han quedado atrás. Las minas que
exploró ya no le darán el dorado. Y para
ironía del destino (¿fatum o azar?) conoce a
José Asunción Silva. Dos fracasados parciales: dos
vidas auténticamente románticas. Pocos meses
después el gobierno decide otorgarle los derechos de descubridor
minero, hecho que le permitió formalizar un contrato
ventajoso con una compañía norteamericana
(1894).
Ya enfermo, lleno de proyectos
literarios, muere en Ibagué en 1895: año de los
nocturnos. El paludismo no le
permitió sobrevivir a su gloria. Unos años
más y habría escrito Camilo o Alma negra y
Fania, novelas
proyectadas sobre la gesta emancipadora y sobre la
disolución de la Gran Colombia.
Su vida es misteriosa. Puede definirse como una
parábola aventurera. El desengaño lo
persiguió durante toda la vida. Fue parlamentario,
periodista explosivo, guerrero, poeta, novelista, investigador
antropológico en la Guajira, explorador del carbón
y del petróleo y
presencia ilustre. ¿Qué ocurrió con Jorge
Isaacs para que no hubiera escrito otra novela? Todos
piensan que no podía escribir una obra desastrosa. Por lo
menos una obra rica en facetas humanas de su época.
¿Entonces? Un crítico responde la pregunta de
Isaacs y de María, un libro de
ensayo:
"Perdida aquella concepción del mundo (su
María) originaria, ninguna realmente le será
posible, pues su existencia se absorbe en la verdadera
dimensión de la historia nacional: el anacronismo generado
bajo las condiciones neocoloniales"
Sobre Jorge Isaacs se han escrito múltiples
libros que, al recopilarse, podrían formar un infolio
infinito. Igualmente acontece con María. Este mundo
de amor y muerte ha sido una y otra vez simplificado, una y otra
vez interpretado. María ya no es un libro
solitario: es todo cuanto se ha dicho sobre ella: las
maldiciones, los elogios, las lecturas amorosas, los silencios.
En el presente, muchos procuran socavar su dimensión
reprochándole su tono lacrimógeno. Las
sensibilidades cambian con las épocas pero
María sigue presente, invicta, porque en ella nos
vivimos con o sin pañuelos, llenos de prejuicios o
sin ellos. Sólo una obra capaz de resistir tantos
años de pruebas
penosas, es una obra de hecho clásica. María
no es una novela artificial: artificial es la época en que
la leemos. María no es un libro absurdo:
absurdo es el tiempo en que la
asumimos. Para llegar a ella, como dice X-504, sólo basta
estar desnudos. Entonces otra vez será posible "el
paraíso" y también la historia de nuestra propia
identidad: esa
libertad que
se muere y que renace. Esos sueños humanos que se agrietan
y se recomponen. María, océano para todas
las voluntades y para todas las teorías. Pero he aquí la
reflexión del crítico, del psicólogo, del
sociólogo, del marxista, del sacerdote, del positivista,
no la han simplificado sencillamente porque la vida no es
reducible, tampoco la poesía, mucho menos el amor del
hombre.
Apenas delinearemos los rasgos de este mundo apasionante
llamado María. Su lectura es la
única razón de esta exploración sencilla.
Más allá no existe nada. De algún modo y del
sentido más profundo, María la mujer, es el
paraíso perdido del pasado y de algún modo el
paraíso recobrado del futuro: el hombre
nuevo. Esta novela tendrá un lugar de honor en el reino de
la alegría, porque sólo comprendiendo nuestra
muerte comprenderemos lo que fuimos y lo que seremos.
14. EUGENIO DÍAZ
Eugenio Díaz nació en 1803 en Soacha y
murió en 1865 en Bogotá. Campesino por ejercicio,
estudiante en el colegio San Bartolomé, fundador de El
Mosaico, poeta en el diario vivir del campo, mente atenta para
capturar la psicología del
habitante rural. Con Juan Rodríguez Freyle, Vargas Tejada
y Gregorio Gutiérrez González, se une a la mirada
nacional.
Su presencia pervive hasta el presente. Lo que
María vale para el realismo
romántico (la más traducida, la más
americana, la más universal, la que dejó una
escuela y, ante
todo la mejor novela del siglo XIX en nuestro continente),
asimismo Manuela lo es para el realismo
costumbrista (la más novela, la más profunda, la
que por sus imperfecciones no puede ser considerada una obra
maestra, pero sí una obra sugerente y mucho más
notable que mil novecientas cuarenta novelas del
país). Eugenio Díaz es el fundador, al igual que
Jorge Isaacs, de nuestra tradición narrativa. Con los dos
comienzan los aciertos y los yerros, pero también la
fundación de una realidad. Manuela y El Rejo de
enlazar afirman su legado.
La densidad de
Manuela, y la semilibertad de sus personajes la convierten
en una novela relativamente coherente. El profundo conocimiento
de la vida social le sirve a Eugenio Díaz para capturar un
testimonio sociológico.
Se le apunta el hecho de no ser una novela
histórica. Mejor aún: una crónica novelada.
Eugenio Díaz refleja la realidad pero también la
interpreta en una acción y unos personajes. Ése es
su mérito y ése es su legado. Por eso aún
sobrevive aunque sea con un pie sobre el abismo. Frente a las
novelas
sociales, entre ellas, las indigenistas, guarda un nivel sino
igual, por lo menso sí más rico en otras facetas.
No se deja sentir la voz panfletaria y esto la
favorece.
15. JOSÉ MANUEL
MARROQUÍN
Nace y muere en Bogotá (1827-1908). Su lira es
festiva pero rodeada por el escarnio y las tinieblas.
Huérfano, aventurero en sus primeros años,
apasionado por el ambiente
rural, siempre cumplirá tres trabajos: la lectura, la
faena agrícola y la enseñanza. Es el fundador del
grupo El
Mosaico y de la Academia Colombiana de la Lengua. No es
extraño que nos haya legado manuales de
urbanidad y de ortografía. Su familia
tenía parentesco con importantes señores vinculados
al virreinato. Su fuga del colegio, su relación social con
las tías, ejemplifican el origen de su veta afable y
audaz. Su vida está inscrita en el torbellino del poder.
Asumió la presidencia de la República en 1900
ignorando el gobierno de Sanclemente. Bajo su régimen se
libró la cruel Guerra de los Mil Días, en la
cual triunfó su mano de hierro.
Inmediatamente vino la separación de Panamá.
Tristes hitos para un poeta presidencial que en el fondo de la
gloria del poder ocultaba
un ser festivo.
La perrilla es la única obra que ha
sobrevivido a las tinieblas de José Manuel
Marroquín. Es popular desde el río Bravo hasta la
Patagonia.
Como fábula tiene una estructura muy
bien ajustada, tanto en el metro como en la sintaxis del ritmo.
Su nivel de contenido está cimentado en una estructura
filigranada. Los críticos que escriben el mismo libro de
la historia de la literatura nacional con los mismos tonos
pasivos, dicen que este poema es un juguete gracioso, una obra
maestra del género, que trabaja las más
difíciles asonancias y que parodia símbolos
literarios. Otros consideran que su obra más meritoria es
El Moro, autobiografía de un caballo. Lo cierto es
que en esta fábula se deja sentir el encanto, al
festividad y la complicidad con esta perrilla que pertenece a los
personajes animales
antihéroes. Entra a formar parte de la galanura de los
rocinantes y Gatos Bandidos. Más placentero resulta leer
esta fábula de La perrilla que someterla no a un
análisis sino a una interpretación,
dado que la anécdota es muy elemental y no admite
más recodos que aquél que se ve visitado por
ríos encontrados.
16. JOSÉ MARÍA VERGARA Y
VERGARA
Nació y murió en Bogotá
(1831-1872). Hombre público. Intelectual de valía.
Fundó los periódicos: El Mosaico y La
Siesta. Fue uno de los fundadores de la Academia Colombiana
de la Lengua. Es uno
de los pioneros de la crítica literaria con su obra
Historia de la literatura de la Nueva Granada.
Entre sus cuadros costumbristas dejó: Las tres
tazas, Consejos a mi potro, El chino de Bogotá y otros
más. Entre sus novelas figuran: Jacinta, Olivos y
aceitunos, todos son uno, Mercedes, Un odio a muerte, Un
chismoso. Su novela Dramas domésticos
quedó inconclusa.
Su obra más celebrada es Olivos y
aceitunos, todos son unos. Secuencia de cuadros
costumbristas que se concentran alrededor de un drama de amor.
José María Vergara y Vergara deja sentir su humor
finísimo, su palabra irónica e ingeniosa, para
revelar los vicios políticos de aquella época que
emergía de la Colonia y llegaba a la República en
medio de pasiones y guerras sin
fin. La novela
costumbrista se enriquece con este tono burlón y
cáustico que utiliza el santafereño para demoler
las máscaras de aquellos políticos corruptos y
necios. José María Vergara y Vergara tenía
una fuerte conciencia social
que le permitía comparar a los encomenderos con los
hacendados de la naciente república: todos juntos una
dinastía de hombres ambiciosos y crueles.
17. TOMÁS CARRASQUILLA
La tradición literaria antioqueña
encuentra en don Tomás Carrasquilla su esplendor.
Nació el 17 de enero de 1858 en Santo Domingo, Antioquia,
y en 1940 muere en Medellín. Sastre, empleado
público, bohemio, conquistador de la palabra regional,
hombre dedicado a su obra literaria, mal estudiante y excelente
novelista, oído atento del latido popular de su comunidad.
Algunos críticos citan en sus ensayos sobre
él, que es el primer novelista regional de América
y establecen esta cita con el asombro de saberlo. El hecho es
bien sencillo: Tomás Carrasquilla era un novelista por
encima de sus fisuras. Las aseveraciones de Federico Onis o de
Cejador no tienen nada de sorprendente. Carrasquilla es antes de
ellos y después de ellos. Si Jorge Isaacs es el
conquistador de la novela
colombiana, Tomás Carrasquilla es su fundador. Regatearle
la consagración es un modo de vergüenza. Carrasquilla
está por encima de nuestro complejo de inferioridad: es un
novelista monumental con todo y sus abismos menores. Por eso no
necesitamos demostrarlo en este estudio. Sencillamente llegar a
él a través de su obra que de por sí se
adelantó a su tiempo y es
actual como un recién nacido.
Su limitación en el espacio universal no le resta
méritos a su novelística. Si hubiera tenido un
boom publicitario, sería más conocido en el
planeta mas no por eso sería mejor Carrasquilla. A un
autor no lo hace el número de sus lectores, sino la
coherencia y la calidad de su
obra. No se trata aquí de disfrazar sus limitaciones por
su lenguaje
regional. Tampoco de otorgarle una consagración
inmerecida. Él ya la tiene y suficiente, y aún
más: es un novelista en la dimensión magna de la
palabra: un novelista épico. No fue un visitador de la
literatura. Dejó un mundo carrasquilliano. Una
trilogía de espacios novelísticos y un
cúmulo de cuentos sólidos.
Sus homilías demuestran irrebatiblemente que no
era un turista. Era un intérprete, fronterizo en el nivel
de la creación, que dejó como legado algunas
proposiciones importantes. Entre ellas destacamos:
- Proclama la virtud de lo autóctono y lo
terrígeno frente a lo erudito y lo extranjero. Rechaza
el modernismo
escapista y asume la nacionalidad y la americanidad en sus
consecuencias máximas. - Propone un 20 de julio literario: emancipación
literaria y emancipación política. Es con
José Martí el pensador que busca su identidad en
su propia cultura
mestiza. Dice "no" a los modelos
importados y ensamblados artificialmente. Si
erró, erró siendo honesto, siendo buzo
primigenio en su aventura regional. Su frase que podemos
resumir en "la literatura colombiana para los colombianos y no
para los europeos" es revolucionaria. ¿Qué
significa esto? Que no podemos escribir en europeo para ellos,
sino en americano para nosotros y para el mundo. Sólo
siendo nosotros mismos podemos ser en todas partes.
- Tomás Carrasquilla era muy consciente de que
sólo por la comarca se puede llegar al mundo. Muchos
años después, los novelistas mayores del medio
siglo afirmarían este concepto. Entre
ellos Mario Benedetti, ese creador plural de nuestros
pueblos. - Cuando Tomás Carrasquilla escribe sus
homilías, también establece una base fundamental:
atrapar la nacionalidad en el paisaje, costumbres, psicología y clases
de nuestra sociedad,
espacio geográfico, luz y ambiente,
alimentos y
rituales, ya no como espectáculo sino como escenario de
amor y muerte.
Otras de sus obras. En novelística: Frutos de
mi tierra (1896), Grandeza (1910), La Marquesa de
Yolombó (1928), Hace tiempos
(1935-1936). En cuentos destacamos: Simón el
mago, En la diestra de Dios Padre, Salve Regina. Una idea de
peripecia narrativa y temática de Carrasquilla la ofrecen
cinco planos: Estudiantes, Mineros, Vagabundos, Campesinos y
Salutaris.
De este modo, el universo
antioqueño se hace colombiano, americano y universal.
Tomás Carrasquilla es en sus novelas hombre y tierra,
costumbre y canto, ser confrontado con la ternura, el vicio, la
soledad y el destino. Ésa es su clave.
18. JOSÉ EUSTASIO
RIVERA
José Eustasio Rivera nació en Neiva,
Huila, en 1889 y murió en Nueva York en 1928.
Después de concluir sus estudios primarios, viaja a
Bogotá. En 1909 se gradúa de maestro en la Escuela Normal
Superior de Bogotá. En 1917 obtiene el título de
abogado de la Universidad
Nacional de Colombia. Entonces ingresa a la diplomacia. Marcha a
México,
Perú y Cuba
(1921-1928). Por su trabajo legal, hizo parte de la
comisión que habría de trazar los límites en
la frontera colombo-venezolana. Agregado a esto, José
Eustasio Rivera era propietario de un negocio de ganado, lo que
le permitió conocer a fondo no sólo el mundo
llanero sino también el invierno verde de la Orinoquia y
las selvas amazónicas. Muchos años después
habría de concluir ese trabajo épico en una casa de
Sogamoso, el umbral del Llano. Este expedicionario silencioso,
explorador de los problemas
dramáticos de las caucherías y de los obreros del
petróleo,
hará estallar la novela
americana. Para hacerlo, recurrirá a todas sus destrezas y
sus vínculos con la literatura universal. Puede decirse
sin titubeos que con él se instaura la novela de la
identidad.
José Eustasio Rivera escribió dos libros:
una hermosa colección de versos de estilo parnasiano:
Tierra de promisión (1921) y su novela
poemática La vorágine (1924).
Tierra de promisión está
constituido por 55 sonetos. Desde la misma adolescencia
se fijó el plan de expresar
la vida de Colombia, particularmente su faz tropical (fauna y flora).
Enamorado de este proyecto lo hizo
realidad con la pasión de un Arturo Cova. Estos
alejandrinos y endecasílabos fueron apareciendo en
revistas y diarios de la capital y no
se hizo tardar su consagración nacional, especialmente
entre los intelectuales de mayor valía. El tema de sus
sonetos atrapa la
personalidad del mundo amazónico y sus
geografías aledañas. En la galería de sus
personajes desfilan escarabajos y volcanes
míticos, águilas y cóndores del reino azul,
tigres y palomas, siempre en movimiento,
penetrados por un hábito sugerente y maravilloso. No son
meras traducciones naturalistas de museo, sino sonetos con alas,
temblorosos como los remolinos perdidos, que exhalan la vitalidad
torrencial de la geografía americana.
La estructura de sus poemas es matemática
y perfecta. Ritmo, rima y metro marchan a la par orquestando la
sinfonía tropical en 55 variaciones. Sensorialidad,
sentimiento y vitalismo son las fuentes por
donde salen a la luz estos sonetos
encantadores, donde ya existen presagios terribles. No obstante,
en Tierra de promisión, el mundo aún es
posible para la contemplación y el canto dulce. Más
tarde, ese universo se convertirá en un rival supremo e
implacable. Resultado de esta batalla será La
vorágine (1924).
18.1. ESTRUCTURA DE LA VORÁGINE
Tanto la forma del libro como la misma acción del
relato se complementan en una unidad perfecta.
La estructura formal es la siguiente: un prólogo,
narración de Arturo Cova en tres partes y un
epílogo. Tanto el prólogo como el epílogo
representan los sellos del infierno verde: el sello del
descubrimiento y el sello del silencio. De este modo, el autor de
los sellos es el novelista José Eustasio Rivera, el
mensajero que trae el texto del
apocalipsis escrito (y pulido) por el protagonista Arturo Cova.
De aquí surge entonces una educación triangular
del mundo negro: el averno no de Dante sino de la vida americana.
Ahora bien, cada una de las etapas, a su vez, tiene otro
triángulo: los tres cantos a la selva que hace el
narrador-protagonista antes de continuar en su expedición.
De esta manera, Arturo Cova se distancia de la selva y se sumerge
en ella. Es consciente de ser víctima y no es consciente
cuando vive las circunstancias de su destino trágico. La
estructura triangular además se da entre la sierra
(paraíso), los Llanos (purgatorio) y la selva (infierno).
Igualmente a nivel de personajes: Clemente Silva y Arturo Cova,
Alicia y Griselda, Barrera y Zoraida Ayram. Los primeros son los
ángeles en descenso al infierno. Alicia y Griselda los
ángeles del purgatorio. Y los dos últimos: los
príncipes del infierno.
Los personajes, la acción y la selva se muerden
la cola. Así llegamos a una definición riveriana de
lo que significa vorágine: infierno verde que se
devora a sí mismo para renacer, animal que resurge de su
propia sangre. Nadie
pierde pie en La vorágine. Su ingeniería es un reto a la
imaginación.
19. MANUEL MEJÍA
VALLEGO
Nació en Jericó (Antioquia) el 23 de abril
de 1923. Su existencia ha girado en torno al periodismo, la
cátedra universitaria, los viajes por los
caminos del mundo, la poesía, el cuento y
la novela.
Bohemio profundo, mente reflexiva y creadora, presencia discreta.
Nada traiciona a Manuel Mejía Vallego: cuando la virgen no
se le aparece ante su escritorio, él se le aparece a la
virgen. Su dedicación a la literatura tiene un sentido
profesional: vive para la ficción aunque no de ella. Pero
en sí, es un diestro del oficio, que ha conquistado uno de
los estadios más respetables en las letras nacionales. Su
obra permanece fresca y de manera excepcional va de mano en mano
del lector colombiano. Aunque actualmente no ha sido valorada con
la profundidad suficiente, por lo menos la tradición del
silencio no ha podido demolerla.
Por el espacio del realismo
crítico cruza el tema de la violencia
colombiana. Antes de llamarlos novelistas de la violencia,
preferimos ubicarlos en un territorio más vasto: el mundo
del realismo
crítico, mundo que inscribe no sólo el
fenómeno de la violencia
(1948-1958) sino también la épica del hombre
nacional frente a su destino histórico. El criterio de la
violencia
sirve más para desvalorizar a los novelistas de este
conjunto que para interpretarlos en su riqueza universal. No son
cronistas de un hito histórico: son creadores e
intérpretes del mundo contemporáneo. El
fenómeno de la violencia es
una materia prima
pero también lo son el sueño, los conflictos
familiares, la soledad de una comunidad.
Creemos que este grupo de
novelistas tiene la capacidad de trascender el apocalipsis
de los 300.000 muertos y de alcanzar nuevas dimensiones. Ellos
exploran la nacionalidad, la identidad, el mestizaje y la
conciencia de
nuestro pueblo actual. Por eso, subrayamos que su
clasificación e un tema de la violencia, es una camisa muy
estrecha para ellos. Del mismo modo como a Mario Benedetti no lo
contiene el aspecto político, asimismo la hecatombe
partidista no contiene a nuestros escritores del medio siglo.
Estos marcos históricos simplifican muchas veces la
realidad y no permiten evidenciar el mundo diverso y
pluridimensional de los consagrados.
La obra de Manuel Mejía Vallego
básicamente se proyecta entre el periplo social y las
herencias culturales. Éstas son tango y
violencia: amor y pesadilla, nostalgia y dolor, como en su
poética Prácticas para el olvido y El viento lo
dijo (1977-1981).
Sus otras obras fueron: La tierra éramos
nosotros (novela), Tiempo de Sequía (cuentos),
Al pie de la ciudad (novela), Cielo cerrado, El
Día señalado (novela),
Cuentos de Zona Tórrida, Aire de Tango
(novela), Las noches de la vigilia (cuento),
Las muertes ajenas, Tarde de verano (novelas), Y el mundo
sigue andando, La sombra de tu paso (novelas), El hombre que
parecía un fantasma (reportaje), Hojas de papel
(poemas), La casa de las dos palmas (novela), Memoria de
olvido (coplas), Soledumbres (poemas), Los abuelos
de cara blanca (novela), Otras historias de
Balandú (cuentos), Los invocados, novela
próxima a salir.
Manuel Mejía Vallego ha publicado, hasta abril de
1997, once novelas –pues está a punto de ver la
luz Los
invocados-, seis libros de cuentos, cuatro de poesía, un
gran reportaje sobre el poeta Barba Jacob (El hombre que
parecía un fantasma) y un libro de ensayos sobre
los ecritores antioqueños de su generación. Ha
escrito, asimismo, miles de artículos periodísticos
y docenas de presentaciones y prólogos para libros
diversos, incluidos los de algunos de sus alumnos del Taller de
Escritores de la Biblioteca
Pública Piloto de Medellín, que el escritor
fundó en los albores de la década del
ochenta.
19.1. PREMIACIONES
19.1.1. Internacionales para sus cuentos:
1951: El milagro, Sexto Concurso anual de
cuento.
Caracas, Venezuela.
1952: La guitarra, Séptimo Concurso anual
de cuento.
Caracas Venezuela.
Tercer premio.
1955: Tiempo de Sequía, Concurso
internacional de cuento, auspiciado por el diario El Nacional, de
México.
Primer Premio.
1956: Al pie de la Ciudad, Undécimo
Concurso nacional de cuento, Caracas, Venezuela.
Primer premio.
1956: La muerte de Pedro Canales, Concurso
centroamericano de cuento. El Salvador. Primer premio.
1957: Riña para cuatro gallos, Concurso
nacional de cuento autóctono de Manizales. Colombia.
Primer Premio.
19.1.2. Premios nacionales y extranjeros de
novela:
1958: Al pie de la ciudad, Concurso de la
Editorial Lozada. Buenos Aires,
Argentina.
Segundo Premio.
1963: El día señalado, Premio
Eugenio Nadal. España.
1972: Las muertes ajenas, Premio Casa de Las
Américas, mención especial, La Habana, Cuba.
1973: Aire de tango, Premio
Vivencias en la I Benial Colombiana de Cali.
1979: Las muertes ajenas, mención
especial, primer Concurso nacional de novela Plaza y
Janés.
1989: La casa de las dos palmas, Premio
Rómulo Gallegos. Caracas, Venezuela.
19.1.3. Premios nacionales de cuento:
1959: Aquí yace alguien, Segundo Premio en
el Concurso nacional de cuento auspiciado por el diario El
Tiempo, de Bogotá.
1962: El sillón del forastero, tercer
premio en el Concurso nacional de cuento, auspiciado por el
diario El Colombiano, de Medellín.
1963: La venganza, primer premio en el Concurso
nacional de cuento de Bogotá.
19.1.4. Premios internacionales de ensayo:
1956: Breve elogio de la muerte, segundo premio
en el Concurso centroamericano de literatura.
20. GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ
Gabriel García
Márquez nació en Aracataca en 1928. Su
existencia forma ya parte de la memoria
popular. Sobre su pasado, su presente y su futuro y
también sobre sus obras, se han escrito tantos libros que
con ellos se podría construir una biblioteca
fantástica. Su influjo ha destacado escuelas
mágicas, un horizonte de embrujo y un soplo de insomnio
sobre el pueblo latinoamericano. Sus personajes viven entre las
pesadillas y los sueños felices de las doncellas, los
adolescentes y
los coroneles nostálgicos. Es el primer escritor nacional
y uno de los más representativos de la literatura
universal de todos los tiempos.
Sus expediciones por el planeta están signadas
por una misión.
Entre las noches y los amaneceres, este humorista
melancólico despierta en la Colombia de la violencia, en
la dictadura de
Trujillo, en el París de 1954, entre sus guayabos con los
mitológicos obregones y el aire verde de
México,
donde escribió una de sus obras maestras. La revolución
cubana y la defensa de los derechos humanos
perfilan su trabajo político. La Alternativa de
otros tiempos es hoy la "alternativa" del escritor colombiano. No
hay espacio donde su pie esté ausente: el Chocó lo
recuerda por sus reportajes sociales, los países
socialistas por sus memorias de
fuego, la ciudad de Barranquilla por sus mariposas amarillas. Sus
frases son dignas del perpetuo resurrecto: "El deber de todo
escritor es escribir bien", "La revolución
no es para que el pobre sea más pobre sino para que sea
más rico", "Los críticos son hombres muy serios y
la seriedad dejó de interesarme hace mucho tiempo", "Lo
único que sé sin ninguna duda es que la realidad no
termina en el precio de los
tomates", "Yo pienso que nuestra contribución para que la
América
Latina tenga una vida no será más eficaz
escribiendo novelas bien intencionadas que nadie lee, sino
escribiendo buenas novelas", "Toda buena novela es adivinanza del
mundo", "Yo creo que tarde o temprano el mundo será
socialista, quiero que lo sea y mientras más pronto
mejor". "¿Y quién dijo que no vivo en Colombia?",
"Lo único que me ha interesado desde niño: que mis
amigos me quieran más". Gabriel García
Márquez es un hombre comprometido con la
vocación de ser del pueblo latinoamericano. Pero
también como escritor es un hombre fiel a la
creación. No produce libros en serie. Sus libros parten de
una necesidad irrefrenable. En él vanguardia
artística y vanguardia
ideológica se dan la mano. Gabriel García
Márquez ha sufrido dos experiencias notables: la
primera marcada por la acusación de plagio que le
hizo Miguel Ángel Asturias. La segunda, por su exilio de
Colombia marcado por el punto de mira del poder. No
obstante, tiene un poder de clarividencia que lo vence todo. Este
hombre eternamente indocumentado y feliz, este mago escalador del
cine, el
periodismo,
los viajes y los
sueños, sigue hablando de su tierra natal, allí
donde vivió sus verdaderos Cien años de
soledad.
Su invulnerabilidad radica en su modestia. La
fama como montaje publicitario que rodeó al
boom latinoamericano, no es una sombra que lo disminuye a
la luz de los
incrédulos. Al contrario: los vuelve crédulos.
Porque su fama va más allá de las revistas y se
hace auténtica. Aunque sus obras no son para dormir, por
lo menos permiten un refresco de alegría para
aquéllos que siguen construyendo el futuro entre sus
muertes cotidianas y sus derrotas, pero también sus
victorias calladas. En esa medida su Premio Nobel 1982 es
un reconocimiento glorioso.
20.1. OBRAS
20.1.1. Novelas: La hojarrasca (1955), La mala hora
(1961), El coronel no tiene quién le escriba (1958),
Cien años
de soledad, El otoño del patriarca (1975), Crónica de una
muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del
cólera (1985) y El general en su laberinto
(1989).
20.1.2. Cuentos: Ojos de perro azul (1952), Los
funerales de la mamá Grande (1962), La increíble y
triste historia de la cándida Eréndira y de su
abuela desalmada, Doce cuentos peregrinos (1992).
20.1.3. Periodismo:
Relato de un náufrago, Cuando era feliz e
indocumentado, Textos costeños, Entre chacaos,
Crónicas y reportajes.
20.1.4. Cine:
Presagio (guión cinematográfico), La
viuda de Montiel.
BIBLIOGRAFÍA
INSTITUTO COLOMBIANO DE NORMAS
TÉCNICAS Y CERTIFICACIÓN. Norma Técnica
Colombiana para la presentación de trabajos de investigación. Santafé de
Bogotá D.C., ICONTEC, 1997, 104 p. NTC 1486
AYALA Poveda Fernando. Manual de
Literatura Colombiana. Santafé de Bogotá D.C.,
EDUCAR EDITORES, 1994, 416 p.
CORPORACIÓN FOMENTO DE LA MÚSICA. Manuel
Mejía Vallego, una semblanza. Medellín,
,
1994, 11 p.
CAMILO ANDRÉS SANTOS RODRÍGUEZ
FUNDACIÓN INSTITUTO TECNOLÓGICO DEL
SUR
DPTO. DE ESPAÑOL Y LITERATURA
SANTAFÉ DE BOGOTÁ D.C.
1998
ÁLBUM DE REPRESENTANTES DE LITERATURA
COLOMBIANA
AGRADECIMIENTOS
El autor agradece profundamente a:
DIOS, por ser mi apoyo, mi amigo y mi instructor en todo
momento.
Ruth Yanira Urzola, mi "profe", que con sus clases
llenas de enseñanzas y
sabiduría, nos hace comprender cuál es la
importancia del estudio en nuestras
vidas y a la vez hace que con su genio y paciencia le
tengamos mucho más cariño
a éste.