Introducción
Nos hemos propuesto con este trabajo investigar y
profundizar conocimientos sobre el "mercantilismo". Este régimen
económico imperó durante los siglos XVI y XVII en
Europa y fue
aplicado, por consiguiente, en América.
Nuestro estudio tiene como fin último el llegar a
estudiar y, por sobre todo, comprender un término que es
de uso corriente en estos días: "globalización". Para ello, tendremos que
analizar los principales regímenes económicos que
se sucedieron antes de nuestros días.
Por lo expuesto anteriormente queda claro que el estudio
del mercantilismo
y las reformas borbónicas no son un fin en sí
mismos sino, más bien, un paso hacia la comprensión
de un tema de mayor actualidad y trascendencia.
Introducción.
Estructura. *
Tratados de Utrecht *
Mercantilismo
Definición
Implementación
El Monopolio
Mercantilista
El contrabando
Corsarios y piratas
LAS REFORMAS BORBONICAS.
Los Nuevos Organismos de Gobierno.
La Reorganización Administrativa.
La Real Ordenanza de Intendentes (1782).
Organización Económica de América
durante el siglo XVIII
La nueva Orientación
Económica.
El Reglamento de Comercio
Libre de 1778.
Las Reformas Económicas y la Real
Hacienda.
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA.
Creación de nuestro Virreinato
(1777).
Organización Política y
Administrativa del Virreinato.
La Creación de la Real Audiencia de Buenos
Aires.
La Organización Militar.
Las Milicias.
Conclusión Final.
Indice y Tablas.
Bibliografía.
Los Tratados de
Utrecht son un conjunto de acuerdos a los que llegaron los
países europeos después de la guerra de
Sucesión española (1701-1714), y que fueron
firmados desde 1713 hasta 1715.
En 1705 las potencias en litigio dieron muestras de
agotamiento e iniciaron contactos que llevaron definitivamente a
la paz, a partir del ascenso del archiduque Carlos al trono
imperial como Carlos VI, en abril de 1711, y el consiguiente
cambio de
actitud de la
diplomacia inglesa. Los Preliminares de Londres (octubre de 1711)
plantearon las líneas maestras de los futuros tratados. La
Convención de Fontainebleau (agosto de 1712) propuso un
armisticio general; los contendientes, excluida Austria, se
dispusieron entonces para la paz definitiva, que implicaba el
reconocimiento de Felipe V como rey de España.
El 11 de abril de 1713, Francia
firmó en Utrecht una serie de convenios con Gran
Bretaña, Portugal, las Provincias Unidas, Saboya y Prusia.
España
lo hizo en los meses siguientes, también de manera
bilateral. Austria continuó la guerra; el
agotamiento económico y militar le obligó a zanjar
su contienda con los Borbones el 6 de marzo de 1714, en
Rastadt.
Utrecht planteó un nuevo orden europeo regido por
la 'balanza de poderes', un sistema de
contraposición de fuerzas antagónicas, destinado a
asegurar la paz mediante el equilibrio
militar. El conjunto de pactos, concluidos según principios de
inspiración inglesa, va a traducirse en la
hegemonía de Gran Bretaña. El hecho real de esta
hegemonía es más claro en las líneas
generales que en las numerosísimas cláusulas de los
acuerdos, que constituyen su fundamento jurídico
internacional.
Principales
Artículos y Tratados.
Tratado | Artículos | Disposiciones |
De Utrecht | 1º | Paz entre Inglaterra y Francia |
| 6º | Promesa de Felipe V de no entrometerse en los |
| 8º | Libertad de comercio |
| 12º | Libre introducción de negros para Inglaterra por 30 años, en igualdad |
| 15º | Inglaterra permite a España pescar en Terranova |
| 17º | Si algún súbdito comete algo |
De Madrid | 4º al 7º | Libertad de comercio Libre navegación inglesa en colonias Libre transporte de mercaderías entre |
Asiento Negrero |
| Se funda la campaña de introducción Entrada de un navío de 300 toneladas para Este tratado logra consolidar el vínculo |
Mediante estos tratados Inglaterra se
aseguró la renuncia de Felipe V al derecho de la corona
francesa.
El Mercantilismo
es una doctrina de pensamiento
económico que prevaleció en Europa durante
los siglos XVI, XVII y XVIII y promulgaba que el Estado debe
ejercer un férreo control sobre la
industria y el
comercio para
aumentar el poder de la
nación al lograr que las exportaciones
superen el valor de las
importaciones. El
mercantilismo
no era en realidad una doctrina formal y consistente, sino un
conjunto de firmes creencias, entre las que cabe destacar la idea
de que era preferible exportar a terceros que importar bienes o
comerciar dentro del propio país; la convicción de
que la riqueza de una nación depende sobre todo de la
acumulación de oro y plata; y el supuesto de que la
intervención pública de la economía es
justificada si está dirigida a lograr los objetivos
anteriores. Los planteamientos mercantilistas sobre política
económica se fueron desarrollando con la
aparición de modernas naciones Estado; se
había intentado suprimir las barreras internas al comercio
establecidas en la edad media,
que permitían cobrar tributo a los bienes con la
imposición de aranceles o
tarifas en cada ciudad o cada río que atravesaban. Se
fomentó el crecimiento de las industrias porque
permitían a los gobiernos obtener ingresos mediante
el cobro de impuestos que a
su vez le permitían costear los gastos militares.
Asimismo la explotación de las colonias era un método
considerado legítimo para obtener metales preciosos y materias
primas para sus industrias.
El
mercantilismo
tuvo gran éxito al estimular el crecimiento de la industria,
pero también provocó fuertes reacciones en contra
de sus postulados. La utilización de las colonias como
proveedoras de recursos y su
exclusión de los circuitos
comerciales dieron lugar, entre otras razones, a acontecimientos
como la guerra de la
independencia
estadounidense, porque los colonos pretendían obtener con
libertad su
propio bienestar económico. Al mismo tiempo, las
industrias
europeas que se habían desarrollado con el sistema
mercantilista crecieron lo suficiente como para poder
funcionar sin la protección del Estado. Poco a
poco se fue desarrollando la doctrina del librecambio. Los
economistas afirmaban que la reglamentación gubernamental
sólo se podía justificar si estaba encaminada a
asegurar el libre mercado, ya que
la riqueza nacional era la suma de todas las riquezas
individuales y el bienestar de todos se podía alcanzar con
más facilidad si los individuos podían buscar su
propio beneficio sin limitaciones. Este nuevo planteamiento se
reflejaba sobre todo en el libro "La
riqueza de las naciones" (1776) del economista escocés
Adam
Smith.
El sistema de
librecambio, que prevaleció durante el siglo XIX,
empezó a perder fuerza a
principio del siglo XX, al replantearse los elementos
filosóficos del mercantilismo que originaron el
neomercantilismo. Se volvieron a imponer fuertes aranceles a la
importación, por razones políticas
y estratégicas y se fomentó la autarquía
económica como sistema
contrapuesto a la interdependencia comercial de los
países. Esta tendencia volvió a cambiar de signo
más tarde, pero fue asociada con el nacionalismo y
la competencia
estratégica que provocaron, entre otras causas, la I
Guerra
Mundial, demostrando de esta forma que el mercantilismo
tenía una fuerte base política.
En los
primeros tiempos se organizaban expediciones sueltas que enviaba
cada armador o comerciante; pero el contrabando y los piratas
obligaron a las autoridades a formar flotas compuestas por
varias naves artilladas que navegaban juntas. A partir de 1573
este sistema de
"flotas y galeones" se volvió obligatorio y oficial y todo
navío debía ir o regresar de México
formando parte de la flota bajo pena de severas
sanciones.
Cada año se equipaban en Sevilla dos flotas: una
con destino a Veracruz (México),
denominada flota de "Nueva España" y la otra a Portobelo (Panamá),
llamada de "Tierra
Firme" de la que se desvinculaban algunas naves para
Cartagena y Caracas: una Quinada Real les servía de
protección.
La flota de Tierra Firme marchaban directamente
de España a Santo Domingo, licenciaba allí los
barcos que se dirigían a Río de Hacha. Venezuela,
Margarita, etc. Y seguía con los demás hasta
Cartagena y Santa Marta.
De allí, al cabo de un mes, se dirigían a
Portobelo, desde donde los productos eran
transportados por tierra hasta
Panamá,
y de allí embarcados para el Callao, donde se separaban
los destinados a Chile. Los que debían ser enviados al
Alto Perú, eran transportados a lomo de mula, o en
carretas, hasta Potosí.
Los comerciantes del Río de la Plata iban a
proveerse a Potosí, pasando por Jujuy, Salta y
Córdoba. Los productos
llegan así a Buenos Aires
después de larga peregrinación, muy recargados
sobre su valor
primitivo.
Poco tiempo
después de la llegada de los galeones, los comerciantes de
la América
del Sur llevaban sus productos a
Portobelo, para ser cambiados allí por los
artículos manufacturados. En este último puerto la
flota esperaba las mercaderías, que a lomo de mula
atravesaban el istmo de Panamá,
punto en donde la Armada del Mar del Sur había
dejado los productos
recogidos en Valparaíso, Callao y Guayaquil.
Portobelo era, pues, el emporio del comercio
sudamericano. Ambos convoyes cargados con esmeraldas de Nueva
Granada, perlas de Margarita, tabaco, cacao,
etc. de Venezuela,
minerales de
Nicaragua, metales preciosos del
Perú y de Méjico y sus respectivas flotas
defensoras, volvían a Cádiz.
El cargamento de los buques se efectuaba en
España, por comerciantes de Sevilla y Cádiz, con la
intervención de la Casa de Contratación, la
que indicaba qué artículos y qué cantidad
debían embarcarse; los productos que
de retorno debían llevar y las escalas que tenían
que hacer.
En Portobelo, Panamá y
Potosí se efectuaban ferias anuales que duraban de
30 a 40 días y allí se llevaban los productos de
las minas, la vainilla, el palo de campeche, quinina, cueros,
sebos y cereales para cambiarlos por productos procedentes de
España.
El Monopolio
Mercantilista.
A menudo se ha llamado a este sistema monopolio
comercial, desvinculándolo totalmente de las teorías
económicas vigentes y juzgándolo desde puntos de
vista parciales o deficientes.
Fue monopolio en el sentido de que España
era el único vendedor y el único comprador,
según lo pedían las doctrinas estatistas de los
teóricos del mercantilismo.
Contra ese único comprador y vendedor
protestaban los países con mercantilismo de flotas y
fletes, como Inglaterra y
Holanda. Pero Inglaterra era también cerradamente
monopolista, ya que según el Acta de
Navegación de Cromwell, todo el comercio vino a quedar en
manos de los ingleses y en barcos de esa nacionalidad.
El mercantilismo inglés
y el francés dieron excelentes resultados en sus
respectivos países.
Ventajas: el sistema le
permitió un efectivo contralor del comercio con los reinos
de Indias, gracias al sistema de flotas y al régimen de
puerto único.
Inconvenientes: aguzó el ingenio y
la apetencia de los contrabandistas, no sólo ingleses y
holandeses, sino también españoles. Incluso las
autoridades se mezclaron con el contrabando, que resultó
siempre un magnífico negocio en perjuicio de la
Corona.
Inconvenientes:
restringió mucho el comercio, encareció
enormemente los precios y
fomentó el descontento.
Ventajas: Tales restricciones involucraron
una ventaja no bien apreciada. La necesidad avivó
el ingenio de los americanos: como las mercaderías eran
costosas, estos prefirieron elaborarlas en el
país.
De ese modo, las ciudades del Interior hicieron surgir
una abundante industria
manufacturada.
En ese sentido, el monopolio
encarecedor fue la mejor incentivación y la mejor defensa
de los telares, obrajes, ingenios, talleres, molinos y
viñedos, crecidos a la sombra de la necesidad.
El régimen español de los siglos XVI y
XVII y la prohibición impuesta a los extranjeros de
comerciar con las posesiones americanas, trajeron como
consecuencia el contrabando o comercio clandestino que no
pagaba derechos
aduaneros, violaba y defraudaba al fisco.
Los ingleses, portugueses y holandeses
introducían toda clase de géneros; aun los mismos
concesionarios de las flotas entregándose con descaro al
contrabando.
Por razones políticas
España permitió que Francia
pudiera comercializar con el Perú, permiso aprovechado por
los franceses para introducir en Lima toda clase de
mercaderías.
En el Río de la Plata, muchas veces las
embarcaciones procedentes de Sevilla se detenían en el
Brasil, para
cargar allí los géneros e introducirlos luego en
Buenos
Aires.
Otras veces las naves penetraban en el estuario del
Río de la Plata y pasaban a los barcos españoles su
cargamento, en retorno de los frutos del país que
éstos cargaban clandestinamente.
La Colonia del Sacramento y Las Antillas, fueron los dos
focos principales del contrabando con Hispanoamérica.
Estas posesiones españolas fueron utilizadas por
Inglaterra, Francia,
Holanda y Portugal para arruinar el comercio de
España.
A efectos de cortar todos estos abusos del contrabando,
los comerciantes de Cádiz fueron autorizados para enviar
buques de registro
sueltos con lo que se suprimió el sistema de galeones.
Esta medida fue utilísima para el Río de la Plata
que pudo obtener los artículos europeos en más
abundancia y menor precio.
Los corsarios y piratas, generalmente ingleses,
franceses y holandeses, se organizaron para atacar las flotas
españolas y apoderarse de las riquezas y
mercaderías que transportaban.
Los corsarios actuaban cuando su país
mantenía guerra con
España. El botín capturado se repartía
correspondiendo una parte al Estado. Sus
actividades cesaban al declararse la paz.
Los piratas operaban en todo tiempo, por
cuenta y riesgo propio y
se distribuían entre sí el producto. Su
centro estaba en la isla Tortugas, al norte de Haití,
desde donde se enseñorearon durante los siglos XVII y
XVIII del mar de las Antillas.
Los
Nuevos Organismos de Gobierno.
La tendencia a la centralización política y
administrativa se manifestó claramente durante el siglo
XVI bajo Carlos I y Felipe II; pero estos monarcas
consideraban que el "oficio de rey" debía respetar el
derecho y los fueros.
La monarquía francesa suponía que el rey
estaba sobre el derecho en virtud de su origen divino, lo
que dio lugar a un absolutismo
doctrinario cuya consecuencia inmediata fue la supresión
de los organismos consultivos intermedios, que fueron
reemplazados por secretarias o ministerios.
El siglo XVIII marcó la rápida
declinación de las tradicionales instituciones
americanas y del propio Consejo de Indias. Los Cabildos perdieron
buena parte de las prerrogativas.
La Secretaría
del Despacho Universal de Indias.
Se manifestó principalmente a través de la
creación de las "Secretarías" o "Ministerios", que
reemplazaron poco a poco a los Consejos.
En 1714, Felipe V, organizó la
Secretaría del Despacho Universal de Marina e Indias, que
tenía autoridad
sobre todos los asuntos americanos. Posteriormente se crearon
nuevas Secretarías, como la de Gracia y Justicia,
Hacienda, guerra,
Comercio y Navegación, etc.
El Real y Supremo Consejo de Indias perdió
casi todas sus atribuciones, éstas pasaron a las
Secretarías y a los funcionarios
metropolitanos.
Muchos de estos funcionarios fueron mal vistos en
Indias.
La
Reorganización Administrativa.
La división de América
en virreinatos, capitanías generales y gobernaciones
implantada a mediados del siglo XVI se mantuvo casi sin
alteraciones hasta el siglo XVIII.
Con todo razón, los Borbones resolvieron
implantar un nuevo esquema administrativo que respondiera
a la realidad de este siglo y tambien a los problemas
internacionales derivados de la política
expansionista asumida por Inglaterra a partir del tratado de
Utrecht.
El Virreinato de
Nueva Granada (1739).
En
1717 Felipe V creó el Virreinato de Nueva Granada,
con capital en la
ciudad de Santa Fe de Bogotá y quedó
establecido definitivamente en el año 1739.
Comprendía Colombia,
Panamá,
Ecuador y parte
del Perú. Más tarde se creó la Presidencia
de Quito con una administración independiente.
La Capitanía
General de Venezuela
(1773).
En 1773, Carlos III creó la
Capitanía de Venezuela,
designando a la ciudad de Caracas como sede de gobierno del
Capitán General. Quince años más tarde se
constituyó la Real Audiencia y posteriormente se
nombró un arzobispo.
El Virreinato del
Río de la Plata (1777).
Motivos militares movieron a Carlos III a nombrar
a don Pedro de Cevallos Virrey del Río de la Plata
en 1776. Al año siguiente fue constituído
oficialmente el Virreinato del Río de la
Plata.
La Capitanía
General de Chile
(1778).
Carlos III transformó a
Chile, que era
una Gobernación, en Capitanía General (1778). El
corregimiento de Cuyo dada su ubicación geográfica
al este de los Andes, fue incorporado al virreinato del
Río de la Plata.
La Real
Ordenanza de Intendentes (1782).
Los Borbones implantaron en América el
título de Intendente que no pertenecía a la
administración política
española sino que era una creación francesa
ideada mucho años antes por el cardenal de
Richelieu.
Esa creación está ligada al gobierno
absolutista e indica un claro proceso de
centralización, que era precisamente la meta que se
proponía Carlos III.
La Real Ordenanza promulgada en 1782, dio a los
Intendentes importantes atribuciones en las cuatro ramas del
gobierno:
policía, justicia,
hacienda y guerra.
- Policía: por función de
Policía debe entenderse muchas de las actuales funciones del
Poder
Ejecutivo, singularmente aquellas que están
relacionadas con la industria,
el comercio, las obras públicas, etc. El
gobernador-intendente intervenía en el levantamiento de
planos, en la edificación, construcción de carreteras, acequias,
puentes; el control de
la moneda, de las pesas y medidas; en el castigo de vagabundos;
en el fomento y explotación de la ganadería y de
la agricultura. - Justicia: el intendente
podía reveer la sentencia de los alcaldes de primer y
segundo voto. De su sentencia cabía apelación
ante la audiencia correspondiente. - Hacienda: su función era: recaudar las
rentas y tributos. La
creación de los intendentes se debió
fundamentalmente al deseo de asegurar un eficaz manejo de los
derechos de
rentas reales. - Guerra: el intendente no tenía mando
directo de tropas, pero podía administrar los fondos de
las fuerzas armadas de su jurisdicción, como todo lo
referente al alojamiento, pago de sueldos y aprovisionamiento
de los soldados.
Organización Económica de
América durante el siglo XVIII
La
nueva Orientación
Económica.
Durante el siglo XVIII, nuevas teorías
económicas reemplazan al Mercantilismo. Nace la
FISIOCRACIA. Los Borbones españoles adhirieron a este
movimiento de
inspiración francesa, que tenía dos principios:
- La riqueza de un país se basa en la
explotación racional de la
tierra. - El Estado
debía intervenir lo menos posible en lo
económico, dejando libre juego a las
leyes de la
naturaleza.
Después de una gira por Europa, efectuada
por encargo de Fernando VI, el irlandés Bernardo
Ward publicó su famosa obra "Proyecto
Económico", en la que aconsejaba la adopción
de medidas liberales en el orden industrial y
comercial.
Poco a poco se fue operando la evolución. Los reyes comprendieron la
necesidad de fomentar la agricultura y
el comercio local, suprimiendo las medidas restrictivas que
dificultaban el intercambio de las mismas.
Ante el peligro de que resultare comercialmente
eliminada a España, Felipe V firmó, en 1720,
un "Proyecto para los
galeones y flotas del Perú y Nueva España y para
navíos de registro y
avisos, que navegaren a ambos reinos".
Al no obtenerse los beneficios esperados, el sistema de
flotas fue suprimido en 1740.
Se adoptó entonces el sistema de los buques de
registro,
con destino a cualquier puerto americano.
Una Real Cédula dada el 16 de Octubre de 1765
puso fin al régimen de puerto único,
disponiendo que Cádiz, Sevilla, Alicante, Málaga,
Cartagena, Barcelona, Santander, La Coruña y Gijón
podrían comerciar con los de La Habana, Santo Domingo,
Puerto Rico,
Margarita y Trinidad.
El
Reglamento de Comercio Libre de 1778.
Debe tenerse presente que el tan comentado
régimen de "flotas y galeones" nunca fue aplicado
rígidamente, porque a menudo los monarcas concedieron
permisos aislados o temporarios al margen de dicho sistema.
Merced a estas franquicias,
el Río de la Plata tuvo frecuentes relaciones comerciales
directas con España. Por Buenos Aires
entraban mercaderías que eran luego vendidas en el
interior, como no se hacía diferencia entre las llegadas
legalmente y las introducidas de contrabando, se
estableció, como un intento de contralor, la Aduana Seca de
Córdoba en 1622.
De
acuerdo con las nuevas concepciones económicas, don
Carlos III promulgó en 1778 un "Reglamento para el
comercio Libre de España e Indias" el cual tenía 55
artículos, entre los cuales se establecía lo
siguiente:
- Trece puertos españoles, además de los
de Mallorca y Canarias, podrían comercializar en
adelante con América (art. 4º). - Veinticuatro puerto americanos – entre ellos Buenos Aires-
podrían comercializar con los de la Península
(art. 5º). - En los puertos mayores, los productos
españoles pagaban un impuesto correspondiente al
3% de su valor; los
productos extranjeros un 7% (arts. 16º y
17º). - Ciertos productos españoles fueron
eximidos de impuestos, con
el objeto de que su precio les
permitiera competir con los extranjeros (art.
22º)
A principios del
siglo XVIII, por el tratado de Utrecht, Inglaterra obtuvo se le
reconociera el privilegio del comercio negrero en las Indias por
espacio de 30 años. A partir del 24 de noviembre de 1791
quedó establecida la libre internación de negros,
permitiéndose la introducción de instrumentos de
labranza y la entrada de extranjeros en los puertos para esta
clase de comercio.
Comercio con colonias
extranjeras.
En el mismo sentido que las disposiciones del comercio
libre, pocos años después la Real Orden del 4 de
marzo de 1795 autorizó el comercio con las Colonias
extranjeras bajo las siguientes condiciones:
- Podían conducirse de Buenos Aires a las
Colonias extranjeras los frutos y producciones que no fueran de
retorno para España; - No podían introducirse géneros y
efectos similares a los producidos en España, pero
sí negros, azúcar, café y
algodón; - Su introducción no sufría
gravámenes impositivos.
Las
Reformas Económicas y la Real
Hacienda.
Las radicales innovaciones establecidas en el orden
comercial exigieron una renovación del
régimen de la Real Hacienda. Los nuevos organismos
administrativos fueron establecidos sucesivamente:
- El Tribunal de Cuentas o
Contaduría Mayor, que llevaba la contabilidad
de las entradas y salidas de fondos, fue establecido en Buenos
Aires en 1767. - La Superintendencia General de la Real
Hacienda, la más alta autoridad en
cuestiones de finanzas,
establecida en 1778; diez años después fue
suprimida, pasando sus atribuciones al virrey. - La Junta de la Real Hacienda fue erigida en
1784 y fiscalizaba la gestión financiera de la Intendencia y de
los Cabildos.
Para percibir el almojarifazgo y otros impuestos
funcionaban en los puertos las aduanas; también
solía haberlas en el interior, recibiendo entonces el
nombre de Aduana Seca. Integraban estas administraciones
financieras, además del administrador
general, un vista, un alcaide, un contador, varios oficiales de
contaduría, etc. funcionarios todos nombrados por la
Metrópoli.
- El 7 de febrero de 1622, a pedido de los comerciantes
limeños, se fundó en Córdoba una
Aduana seca que
recargaba con un 50% los géneros introducidos en el
interior desde Buenos Aires. - Para evitar eficazmente el contrabando, se
creó en 1779 el Resguardo, especie de
Gendarmería Nacional, cuerpo formado por oficiales y
tropa, encargado de fiscalizar las riberas y salidas
terrestres.
Las medidas económicas adoptadas por los
Borbones, tendientes todas a dar mayor fluidez al
comercio, transformaron totalmente a Buenos Aires.
La ciudad comenzó a crecer con la pujanza propia
de un puerto que centralizaba todo el comercio del virreinato
como un intermediario insustituible.
Es necesario tener en cuenta que toda medida favorable a
la libertad de
comercio, generalmente alabada sin serio análisis, contribuyó siempre a
aumentar las ganancias de los comerciantes intermediarios del
puerto.
Sin embargo, la crítica serena ha demostrado que
estas medidas, cuando más favorecían a Buenos
Aires, tanto más perjudicaban al interior del
país.
En efecto, las mercaderías del exterior
comenzaron a inundar el virreinato, con grave perjuicio de las
que se fabricaban en él.
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA
PLATA.
Creación de nuestro Virreinato
(1777).
La
organización política y
administrativa dada por Carlos I y Felipe II a
América apenas varió durante dos siglos.
Prácticamente todo se concentraba en torno de
México y de Lima.
Las nuevas teorías
acerca del Estado, las
concepciones del Despotismo Ilustrado, las necesidades
estratégicas y las doctrinas económicas en boga,
hicieron que se produjeran notables modificaciones en
la
organización política y administrativa de
América durante el siglo XVIII.
En 1776, don Carlos III, movido por las urgencias
de las necesidades estratégicas, nombró Virrey del
Río de la Plata a don Pedro de Cevallos.
Con todo, es necesario notar que la idea de crear un
virreinato que abarcara estas regiones no era nueva, sino
conocida, discutida y aprobada desde tiempo
atrás. Pero el carácter militar del nuevo
virreinato queda claramente marcado si se tiene en cuenta que el
primer virrey no vino precisamente acompañado de
jurisconsultos y magistrados, sino con 9000 soldados que fueron
prontamente empleados de los menesteres de la guerra.
El Virreinato del Río de la Plata abarcaba desde
los 15º de latitud hasta el extremo sur del continente y
encerraba dentro de sus límites a las actuales
repúblicas de Argentina,
Uruguay,
Paraguay y
Bolivia,
así como una parte del Brasil y de
Chile.
La incorporación del Alto Perú se
debió a la necesidad de dar al Río de la Plata una
mayor solvencia económica basada en las minas de
aquella región, lo que no dejó de provocar
amargos resentimientos en Lima.
Las Instrucciones del
Virrey Ceballos.
En noviembre de 1776, Cevallos partió desde el
puerto de Cádiz, provisto de instrucciones que lo
autorizaban a recuperar los territorios de la Corona
Española usurpados por los lusitanos. Aunque se dejaba a
su criterio el plan que
debía seguir, se le especificaba la reconquista de
Río Grande, de la isla de Santa Catalina y de la Colonia
del Sacramento.
Carlos III iniciaba así una firme
política exterior respecto de estas tierras, realmente
opuesta a la que había guiado la mano que había
firmado el Tratado de Permuta en 1750.
Organización Política y
Administrativa del Virreinato.
Al aplicarse la Real Ordenanza de Intendentes en 1782
– reajustada en 1788 – el Virreinato del Río
de la Plata adquirió la constitución política y
administrativa que había de conservar hasta
1810.
Todo el territorio quedó dividido en ocho
intendencias y en cuatro gobernaciones militares
subordinadas.
- Intendencia de Buenos Aires: comprendía
las actuales provincias de Buenos Aires, La Pampa, toda la
Patagonia,
las de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Formosa y parte
del Chaco. - Intendencia de Córdoba del
Tucumán, formada por las provincias de
Córdoba, La Rioja, San Luis, Mendoza y San
Juan. - Intendencia de Salta del Tucumán, que
abarcaba Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Salta
y Jujuy. - Intendencia del Paraguay,
que comprendía el territorio de la antigua
gobernación del mismo nombre. - Intendencia de Potosí, que abarcaba el
sur del Alto Perú y tenía salida hacia el
Pacífico. - Intendencia de Cochabamba, en el centro del
Alto Perú. - Intendencia de La Paz, entre el Titicaca y el
macizo andino.Los Cuatro
Gobiernos Fronterizos.La Real Ordenanza de Intendentes de 1782,
además de sus intendencias autónomas
creó, en lasa zonas fronterizas con el Brasil,
Gobernaciones político-militares subordinadas
al gobierno central. - Presidencia de Charcas, era la más
pequeña de todas y su autoridad
superior llevaba el título de Presidente, por serlo de
la Audiencia que allí había. - Gobierno Militar de Montevideo,
comprendía un territorio que rodeaba la ciudad y plaza
fuerte del mismo nombre. - Gobierno Militar de las Misiones,
comprendía una buena franja al norte y sur de nuestra
actual provincia de Misiones y una treintena de
pueblos. - Gobierno Militar de Moxos, al norte de la
Intendencia de Cochabamba. - Gobierno Militar de Chiquitos,
comprendía aproximadamente el Chaco
paraguayo-boliviano.
Estos gobiernos estaban subordinados directamente
a la autoridad
central, que los proveía de los recursos
militares necesarios dada su condición de
fronterizos.
La
Creación de la Real Audiencia de Buenos
Aires.
Buenos Aires había tenido una Real
Audiencia entre los años 1661 y 1671. Tuvo una
existencia breve "por falta de trabajo".
Salvo ese lapso de diez años, todo asunto
concerniente a la Real Audiencia era dirigido al de
Charcas.
En cuanto se creó el virreinato se
consideró de absoluta necesidad la erección de una
Audiencia en Buenos Aires.
Los informes de
Cevallos decidieron al Rey establecer en Buenos Aires una Real
Audiencia, con cuatro oidores presididos por el virrey (1783). Se
le asignó jurisdicción sobre las intendencias de
Buenos Aires, Córdoba del Tucumán, Salta del
Tucumán y Paraguay.
La
Organización
Militar.
La defensa militar, tanto terrestre como
marítima, del inmenso territorio americano, estuvo a
cargo, en un comienzo, de una Junta de Guerra,
función que pasó más tarde a los respectivos
Ministerios de Guerra y Marina, creado por los
Borbones.
En un principio, la seguridad se
limitó a las ciudades y sus alrededores, así como a
lo largo de algunas costas; más tarde se establecieron
"líneas de fronteras" mediante el emplazamiento de
fortines que delimitaban el dominio
español del indígena.
Estas guarniciones permanentes eran defendidas por
cuerpos de caballería – blandengues –armados
de lanza y carabina.
La defensa territorial americana estaba confiada
a los cuerpos de veteranos o de línea procedentes
de España, así como también a las milicias
locales.
En las ciudades principales había un comandante
de armas y otras
autoridades militares de menor categoría.
La defensa marítima la realizaban flotas
de pesados galeones. Tres grandes armadas zarpaban de la
Península y escoltaban a los buques mercantes que
venían a América hispánica: la del Mar del
Norte, la del Mar del Sur y la de Barlovento, que patrullaba las
cercanías de las islas de las Antillas y protegía
la flota que surcaba los mares de las regiones.
Existían además, en los principales
puertos americanos, flotillas locales, encargadas de
patrullar las costas circunvecinas.
A mediados del siglo XVIII se organizaron importantes
contingentes de milicias que reemplazaron las fuerzas
improvisadas que combatían contra la indiada.
Las milicias sufrieron profundas reformas en 1801 con la
sanción del "Reglamento para milicias disciplinadas de
Infantería y Caballería del Virreinato de Buenos
Aires". Por él se establecía el número de
batallones de milicias, la obligación de anotarse todos
los varones entre los 15 y 45 años para elegir entre ellos
los que formarían los cuerpos, los exentos de prestar este
servicio, las
concentraciones, las prácticas que realizarían las
tropas, la provisión de vestuario, la designación
de jefes y oficiales y el goce del fuero militar.
Estas milicias auxiliadas por los cuerpos de
línea tuvieron ocasión de demostrar su
valentía y su eficiencia en
ocasión de las invasiones inglesas.
Tras un arduo y exhaustivo trabajo de investigación hemos llegado a algunas
conclusiones que nos permiten observar las características más destacadas del
sistema económico que imperó entre los siglos XV y
XVIII.
En efecto, El MERCANTILISMO fue un conjunto de
ideas económicas o más especificamente
político-económicas. Tendía al
fortalecimiento de los nuevos estados nacionales de Europa, mediante
la creciente intervención gubernamental en la economía y el
exagerado nacionalismo
en las relaciones entre los distintos países.
El Mercantilismo no es un sistema
homogéneo, pues presenta muchas variantes según los
países en que imperó y a través de los tres
siglos en que tuvo vigencia. Con todo, pueden señalarse
algunos rasgos característicos:
- Importancia preponderantes dada a los metales
preciosos que el Estado
debía procurar acrecentar al máximo. - Para alcanzar tal objetivo
había que tratar de obtener una Balanza Comercial
Favorable, fomentando especialmente la exportación de artículos
industrializados y restringiendo su
importación. - Esto significaba, a su vez, el estímulo de las
industrias
de elaboración, para el consumo
interno y para las ventas al
exterior. Así se formaron las primeras
Manufacturas, establecimientos de magnitud mucho mayor
que los talleres de artesanía corrientes hasta
entonces. - Conveniencia de la adquisición de colonias
como fuentes de
materias primas (y eventualmente de metales
preciosos) y mercados de
los bienes
elaborados en la metrópoli.
La aplicación de estas ideas contribuyó,
especialmente, al progreso de Francia e
Inglaterra.
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