En Armonía con la
Naturaleza
La gran extensión del territorio y la gran
diversidad de climas que caracterizan la Argentina
determinan una realidad fitogeográfica muy variada,
así como muy rica desde el punto de vista de la fauna. En ella
están representadas casi todas las formaciones o tipos de
asociación vegetal, desde la selva subtropical hasta la
estepa y el desierto, lo que vuelve difícil establecer una
clasificación precisa y definitiva.
Cada uno de los paisajes que cubren la vastedad del
país contiene uno o varios ecosistemas,
de gran interés
económico, científico o simplemente recreativo.
Integrado por un extraordinario número de especies
–unas 300 de mamíferos, 1.000 de aves y cerca
de 10.000 plantas
vasculares-, el elenco de flora y fauna de la
República Argentina se
halla entre los de mayor biodiversidad
a nivel de géneros y familias.
Al igual que en el resto de los países,
también en el nuestro la acción del hombre ha
modificado el paisaje, a menudo peligrosamente, hasta el punto de
poner en peligro de extinción a ciertas especies de
animales y
vegetales. La erosión del suelo, la falta
de nutrientes, la producción de metano, el agujero de ozono,
la deforestación y la pérdida de diversidad
biológica son consecuencias, en definitiva, de un estilo
de vida que, en las postrimerías de este milenio, ha
entrado en crisis en todo
el planeta. La República Argentina no
constituye una excepción.
Valga un ejemplo: en la región de los Pastizales
de la Pampa Húmeda, los desequilibrios ecológicos
son de larga data. Desde el siglo XVI, a partir de la
fundación de Buenos Aires, la
actividad ganadera empezó a desarrollarse de manera
desmesurada. Primero se desarrolló la ganadería
extensiva del ganado bovino, ovino y caballar sobre la base de
pasturas naturales y luego se pasó a la ganadería
de bovinos, basada en alfalfares, primero, y en cereales
forrajeros después.
Simultáneamente, en el litoral fluvial, la
urbanización cobró fuerza de
manera incontrolada. Se transformaron las condiciones de drenaje,
la fertilidad del suelo y la
composición de los pastizales, lo que acarreó la
desaparición de numerosos especies vegetales y animales. La
fauna
autóctona de esta región hoy está desplazada
por la intensa modificación del hábitat, la caza,
la transformación de la mayoría de los ecosistemas
naturales en agrosistemas y la competencia con
el ganado. Desaparecieron los grandes herbívoros, como es
el caso del guanaco, y se hallan en franco retroceso
numérico otras especies como el zorro gris y el
ñandú común. El ciervo de las pampas
está en peligro y drásticamente reducido a dos
áreas relictuales al este y oeste de la
región.
Para evitar la degradación ambiental y la
depredación de la flora y la fauna, la
Argentina ha
sido realmente pionera en el establecimiento de áreas
protegidas. La creación de la primera área de este
tipo se debe al Perito Francisco Pascasio Moreno, quien, en 1903
donó a la nación tres leguas cuadradas (unas 75.000
ha) en el área que actualmente ocupa el Parque Nacional
Nahuel Huapi. Con esas tierras se inició la
reservación de bosques permanentes. En 1934 se creó
el primer parque nacional y sucesivas disposiciones –entre
otras, la ley 12.103 de
1934, y la 22.351, de 1080 han permitido establecer dicho
sistema que, a
mediados de 1993, ya involucraba casi 14 millones de
hectáreas, con responsabilidad administrativa, a cargo de los
gobiernos nacional, provincial y municipales. San Juan se destaca
por ser la provincia con mayor porcentaje de superficie
protegida: algo más del 20% de su territorio.
Cabe destacar la acción de la Administración de Parques Nacionales,
organismo dependiente de la Secretaría de Recursos
Naturales y Ambiente
Humano. Además, existen áreas protegidas por
acuerdos internacionales en varias provincias argentinas. Por sus
excepcionales características, dos sitios han sido
declarados patrimonio
natural de la humanidad.
Sistema nacional de áreas protegidas
En materia de
preservación de la naturaleza y del
equilibrio
ecológico, hay que resaltar la acción de la
Administración de Parques Nacionales, que
ha elaborado una legislación precisa en todo lo relativo a
las áreas protegidas. Este organismo ha definido una
clasificación basada en dos categorías: estrictas y
no estrictas.
Categorías Estrictas. Esta primera
clasificación incluye áreas en las que se admite la
presencia humana sólo en calidad de
visitante. Comprende:
Reserva científica o Reserva natural
estricta: Áreas significativas por la excepcionalidad
de sus ecosistemas,
de sus comunidades naturales o de su flora y fauna, cuya
protección sea necesaria para fines científicos de
interés
nacional. Por ejemplo Campos del Tuyú, en la provincia de
Buenos
Aires.
Parque nacional o parque provincial: Áreas
biogeográficamente representativas, no afectadas por la
actividad humana y poseedoras de ecosistemas y
especies de flora y fauna, geoformas o paisajes naturales de
excepcional belleza, con fines científicos, educativos o
recreativos. Por ejemplo, Talampaya, en la provincia de La
Rioja.
Monumento natural (nacional o provincial):
Áreas o sitios que contienen elementos de notable
importancia como poblaciones animales o
vegetales, espacios naturales, geoformas, etc., cuya singularidad
exige ponerlos en resguardos con fines educativos o recreativos.
Por ejemplo, Bosque Petrificado Sarmiento en Chubut.
Categorías No Estrictas. Esta segunda
clasificación admite la presencia humana con
ocupación y actividades, pero ordenadas. Comprende los
siguientes tipos de áreas:
Reserva natural manejada o Santuario de flora y
fauna: Áreas específicas indispensables para
preservar la existencia o mejorar la condición de vida
posible de especies o variedades individuales de importancia
nacional o provincial. Por ejemplo, la Costanera Sur, en la
ciudad de Buenos
Aires.
Paisaje protegido: Lugares protegidos para
mantener la calidad
escénica de paisajes seminaturales o culturales, dignos de
ser preservados. Por ejemplo Pereyra Iraola, en la provincia de
Buenos
Aires.
Reserva de recursos:
Áreas destinadas a conservar los recursos
naturales de zonas deshabitadas o poco habitadas, de las
cuales, por no poderse evaluar los efectos de su
transformación en tierras de uso agrícola,
ganadero, forestal o urbano, se ha resuelto conservar sin
utilización, salvo el usufructo tradicional que ejerce la
población local. Por ejemplo, El Leoncito,
en la provincia de San Juan.
Reserva natural-cultural: Áreas destinadas
a la conservación de espacios naturales en los que habitan
comunidades aborígenes interesadas en preservar sus
recursos
naturales y las pautas naturales de usufructo. Por ejemplo,
Cerro Colorado, en la provincia de Córdoba.
Reserva de usos múltiples: Áreas en las
que se privilegia la convivencia armónica entre las
actividades productivas del hombre y el
mantenimiento
ambientes naturales con sus recursos
silvestres. Por ejemplo, Valle Fértil, en la provincia de
San Juan.
Protección
Internacional
A partir de que en la segunda mitad de este siglo
tomaron cuerpo las denuncias acerca de los múltiples
atropellos ecológicos que ponen en peligro la integridad
del planeta, diferentes entidades internacionales se han
preocupado por salvaguardar regiones, paisajes o especies
animales y
vegetales del mundo, ya sea porque se hallan en peligro de
extinción o de manera simplemente preventiva,
consagrándolas cómo áreas de interés
universal. En la Argentina, los
organismos internacionales han establecido dos
categorías:
Reserva de la biósfera: Áreas
destinadas a la conservación de recursos
biológicos y al conocimiento
del funcionamiento de los ecosistemas.
En estos espacios se procura mantener formas tradicionales de uso
de los recursos
naturales y aprender de ellas a fin de mejorar su manejo, y
conciliar la conservación de la naturaleza con el
desarrollo de
poblaciones humanas. Por ejemplo, Laguna Blanca, en
Catamarca.
Sitio de patrimonio
mundial (natural): Incluye sitios que posean un patrimonio
natural de interés y
valor
excepcional para toda la humanidad. Por ejemplo, Los Glaciares,
en la provincia de Santa Cruz, e Iguazú, en la de
Misiones.
Parque Nacional los
glaciares
El Parque Nacional Los Glaciares fue creado en 1937 para
preservar las maravillas naturales de esta parte de los Andes
patagónicos.
Comprende una superficie de 6.000km2 de los cuales, una
cuarta parte pertenece a la Reserva Nacional y las otras tres al
Parque propiamente dicho.
Sus límites por el oeste siguen en todo momento
la línea divisoria internacional chileno-argentina entre
los paralelos 49º 15´ y 50º 50´Sur (desde
el Cerro Fitz-Roy hasta el Cerro Stokes) abarcando parte de los
Hielos Continentales y todos los glaciares que de ellos
descienden hacia el lado oriental.
Debido a su interés
paisajístico por un lado, y a parte de su flora y fauna en
peligro de extinción por el otro, la UNESCO lo
declaró Patrimonio
Mundial de la Humanidad.
Además de la Intendencia Central, sita en
Calafate, el parque dispone de cuatro seccionales (Lago Roca,
Río Mitre, Glaciar Perito Moreno y El Chaltén)
permanentemente habilitadas, donde los visitantes podrán
recabar datos referentes
a la zona.
de glaciares y
glaciaciones
Introducción
os glaciares llegaron a cubrir en el pico de la
última gran glaciación, hace aproximadamente 18.000
años, un tercio de las tierras emergidas, lo que supuso 3
veces más de su extensión actual. El nivel del mar
bajó entonces 120m, resultando de ello grandes extensiones
hoy cubiertas por las aguas marinas, eran entonces tierra firme,
dato a tener muy en cuenta cuando se piensa en las grandes
migraciones humanas y animales que
signaron aquellas épocas. Gracias a ello se pudo pasar a
pie desde Siberia hasta Alaska -comenzando así el
poblamiento americano- y de Europa a Inglaterra, entre
otros ejemplos.
Por el carácter plástico del magma que
yace bajo la corteza terrestre, las tierras que sufrían la
presión de los hielos se deprimieron bajo sus casquetes
polares, como ocurre actualmente con la Antártida y
Groenlandia y poco a poco, al retirarse los hielos, fueron de
nuevo elevándose lentamente, fenómeno no del todo
concluido (se ha calculado que Groenlandia todavía se
eleva 1m por siglo). Los más beneficiados por este hecho
han resultado ser los habitantes de un pequeño
archipiélago frente a las costas de Finlandia, que cada 50
años desde hace unos siglos, tienen la agradable
obligación de repartirse las tierras que el mar les
regala.
A pesar de que –por impresionantes que nos puedan
parecer hoy, los glaciares son sólo reducidas reliquias de
las extensiones glaciales de antaño- todavía juegan
un papel
importantísimo en nuestros días: Ocupando el 10% de
las tierras emergidas, suponen el 90% del agua dulce del
planeta (dato interesante en un mundo cada vez con menos agua potable y
más contaminada). Además, con las corrientes de
aire y agua que
crean, contribuyen a equilibrar el clima de la tierra, que
sin ellos sería asfixiante.
También fueron ellos los que antaño
excavaron, transportaron y pulverizaron minerales de todo
tipo que después, por las violentas tempestades que
soplaron desde sus masas heladas, se distribuyeron por diferentes
regiones del globo (China,
América
del Norte, Europa Central,
Pampas Argentinas…) creando suelos muy
fértiles para la agricultura.
En la Patagonia
Austral, sin embargo, la formación de los suelos se
debió principalmente a los procesos
magmático-eruptivos ocurridos en la actual zona
andina.
En el pico de la glaciación, la
disminución de la temperatura
media varió ostensiblemente en diferentes lugares del
globo: diez grados menos en Alaska, seis en Inglaterra, dos
en los Trópicos, y prácticamente sin
variación en el Ecuador.
Se ha calculado que si los glaciares se derritieran hoy,
el nivel del mar subiría entre 60 y 70 metros inundando
enormes extensiones de terrenos costeros y varias de las
principales ciudades del mundo.
Si bien hoy sabemos que las glaciaciones son un
fenómeno que se viene dando desde remotísimas
eras
geológicas en distintos lugares de la tierra,
(hace 450 millones de años, antes de la separación
de los continentes, el actual desierto del Sahara ocupaba
precisamente el Polo Sur y sufría una enorme
glaciación de la que todavía quedan restos visibles
en forma de grandes estrías sobre las superficies de roca
pulida), la glaciación más conocida, mejor
estudiada, y a las que nos referiremos en éstas
páginas es, naturalmente, la última.
Se dio simultáneamente en los dos hemisferios,
aunque las mayores extensiones las alcanzó en el
Hemisferio Norte: En Europa el hielo
avanzó hasta cubrir casi toda la isla de Gran
Bretaña, norte de Alemania y
Polonia, y en Norteamérica, el manto de hielo que bajaba
del Polo Norte, sepultó todo Canadá y
alcanzó hasta más al sur de los actuales lagos
estadounidenses que, como los patagónicos y los alpinos,
se formaron sobre las hondonadas que dejaron libres las masas
glaciares que acababan de retirarse.
A pesar de que todos éstos datos hoy son
normalmente admitidos, no fue fácil para los pioneros de
la glaciología convencer a sus contemporáneos del
protagonismo de los glaciares en la formación de los
paisajes actuales. Veamos cómo empezó
todo:
Comienza la Glaciología
En 1837 un sabio suizo, Louis Agassiz, hasta entonces
admirado por sus conocimientos en fósiles marinos, lanza
una teoría,
que a los oídos de sus eminentes colegas de la Sociedad
Científica resulta poco menos que una blasfemia en medio
de una Misa Mayor: "Las formas actuales de paisaje habrían
sido provocadas por antiguos glaciares y no por el Diluvio
Universal como hasta entonces se venía aceptando". Los
glaciares, según él, habrían horadado
valles, movido montañas, transportado materiales y
excavado lagos.
Eran los comienzos del siglo XIX y las ciencias
naturales, tal como hoy las entendemos, estaban
todavía en pañales. La geología
estaba a tal punto influenciada por la Biblia y la religión, que sus
más preclaros cultores admitían todavía la
teoría
formulada por un arzobispo y un vicecanciller de Cambridge que,
aunando su agudeza matemática, religiosa, antropológica
sentenciaron en 1654: "El cielo, las nubes llenas de agua y
el hombre
fueron creados por la Santísima Trinidad el 26 de octubre
del año 4004 antes de Cristo, a las 9 de la
mañana".
Eran tiempos aquellos en que para explicar lo
inexplicable estaba siempre el recurso de la brujería,
como en el caso de los bloques erráticos, enormes piedras
sembradas por las campiñas del norte de Europa sin
ninguna conexión geológica con el paisaje
circundante, y cuyo transporte por
los glaciares desde sus puntos de origen sería
después demostrado por Agassiz.
A medida que transcurre el siglo XIX las teorías
de Agassiz son cada vez más aceptadas, así como sus
derivaciones: descenso del nivel del mar, depresión
de las tierras bajo el peso de los hielos y elevación de
las mismas después de la fusión,
formaciones de morrenas, deposición de bloques
erráticos, etc.
Al principio se creyó en una sola
glaciación, pero el hallazgo de varios restos vegetales
entre las capas de las morrenas hizo pensar que después de
cada retirada glacial, un clima más
benévolo se instaló sobre las zonas anteriormente
ocupadas por el hielo y permitió de nuevo el surgimiento
de la vida hasta que todo fue cubierto otra vez por el
próximo avance glaciar: había nacido la idea de las
glaciaciones.
Los avances y retiradas de los hielos, estando en
relación con los sucesivos enfriamientos de la tierra, se
vio entonces en la glaciología como una herramienta para
descubrir el clima de la tierra en
épocas pasadas y en diferentes lugares del globo,
herramienta que hoy siguen utilizando los científicos que
estudian los casquetes polares de la Antártida y
Groenlandia en el afán de develar el pasado
climático del planeta. Estudios hechos al final del siglo
pasado en Norteamérica y Europa,
escenarios de las grandes glaciaciones del Pleistoceno, dieron
idénticas edades para las grandes glaciaciones de esta era
geológica que comprende aproximadamente los últimos
2 millones de años.
También los estudios demostraron que las grandes
invasiones del hielo se produjeron en los dos hemisferios al
mismo tiempo y fluyeron
siguiendo siempre los mismos recorridos.
Causas de las Glaciaciones
Quedaba por resolver las causas de todos estos cambios
climáticos. Teorías
de todo tipo se han barajado desde entonces: elevamientos y
contracciones de la corteza terrestre, enormes erupciones
volcánicas que hubieran lanzado tales cantidades de polvo
a la estratosfera como para reducir las radiaciones solares,
diferencias de actividad en las manchas solares, etc.
A pesar de que todas ellas pueden tener parte de
razón, ninguna explica por completo el fenómeno y
mucho menos su relativa periodicidad.
La teoría
más admitida hoy como causa de las variaciones
climáticas que a su vez provocaron las glaciaciones es la
llamada teoría
astronómica.
Ya en el siglo II a.d.C., Hiparco, astrónomo
griego, descubrió que la Tierra en
el espacio se comportaba como un trompo, girando no sólo
sobre sí misma sino dando también a su eje un
movimiento
giratorio. Había dado, sin saberlo, el primer paso para lo
que luego vino a llamarse la teoría
astronómica de las glaciaciones que desarrolló
completamente el matemático yugoslavo Milutin
Milankovitch, que dedicó toda su vida a elaborar
complejísimos cálculos, en los que intentó
demostrar que la interacción de 3 ciclos
astronómicos alteraba lo suficiente las radiaciones
solares en la tierra como
para producir enfriamientos que devinieran en glaciaciones. Se
trataría de estos tres ciclos:
- Ciclo de la órbita terrestre: Cada
100.000 años la órbita terrestre alrededor del
sol pasa de ser casi un círculo a una perfecta elipse y
después de nuevo circular. - Ciclo de la inclinación axial: Cada
41.000 años la inclinación del eje de la tierra sobre
su órbita pasa de 21,5 a 24,5 grados para volver de
nuevo a 21,5. Es precisamente esta inclinación la que
origina las estaciones. Cuanto mayor sea, más extremas
será estas (inviernos más fríos y veranos
más cálidos). - Ciclo de precesión de los equinoccios:
Cada 26.000 años, como una peonza en el espacio, el eje
de la tierra
describe un círculo total. Curiosamente, han sido los
mares, además de posteriores observaciones
geológicas, los que han dado el definitivo espaldarazo a
la teoría astronómica de Milankovich. Analizando
y datando los sedimentos de los fondos abisales, se han podido
determinar claramente los ciclos glaciares en función de
elementos que sólo pueden existir en aguas más
calientes o más frías (microorganismos,
diferentes isótopos del Oxígeno,
etc.).
De cualquier forma, el mecanismo de los climas es de tal
complejidad, que admitiendo que los fenómenos
astronómicos hayan sido los principales causantes de las
glaciaciones, también es probable que fenómenos
tales como erupciones volcánicas, manchas solares,
meteoritos, etc. hayan intervenido en las fluctuaciones
climáticas generales.
En cuanto a futuras previsiones del clima basadas en
estudios y ciclos del pasado, el asunto se complica aún
más: el alocado empleo del
Planeta por el supuesto "Homus civilizatus" están
introduciendo nuevas variantes que cada vez alejan más el
futuro de cualquier previsión científica y lo
acercan mucho más a una lotería: la
concentración de gas
carbónico en la atmósfera debido a la
utilización de los combustibles fósiles, las
deforestaciones a gran escala de las
selvas tropicales y un sinfin de nuevas alteraciones
ecológicas que se han venido produciendo en el
último siglo, son factores con los que nunca la Tierra se
había encontrado antes y su reacción a ellos es hoy
un tema que provoca entre los científicos las más
variadas polémicas.
Con respecto a grandes deforestaciones, recordemos que
no han faltado teorías
que hayan asociado las deforestaciones masivas ocurridas en
Europa al final de la Edad Media con
el comienzo de la llamada "Pequeña Edad del Hielo",
recrudeciendo general del clima que
sacudió al Planeta desde el siglo XVI al XIX.
Las Glaciaciones En La
Patagonia
Por más importantes que hoy nos puedan parecer,
nuestros glaciares y mantos de hielos patagónicos son
sólo minúsculas reliquias de las grandes
glaciaciones de antaño.
En la Patagonia
austral, la primera glaciación que dejó huellas
claras se dio hace 3,5 millones de años y en aquella
época, el hielo se extendió por lo menos 60 km al
este de la actual Cordillera. Otra gran glaciación, que
supondría la mayor de las experimentadas en Patagonia, se
habría dado hace 1 millón de años
aproximadamente. Las morrenas terminales de ésta
última se pueden observar en la meseta sur del río
Santa Cruz, a la altura de Cóndor Cliff, a casi 200 km de
distancia de la actual Cordillera.
Si bien hay algunas discrepancias sobre éste
punto, hoy parece y a generalmente admitido que los hielos
sólo cubrieron la meseta patagónica en su parte
más austral, es decir al sur del río Gallegos,
donde una enorme lengua se
extendía sobre el actual Estrecho de Magallanes, (que no
es sino otro valle formado por el hielo e invadido después
por el mar) y la casi totalidad de Tierra del Fuego, como lo
prueban morrenas que se han encontrado bajo el actual nivel de
las aguas del Atlántico. En el resto de la Patagonia los
hielos avanzaron según grandes ejes oeste-este, sin llegar
nunca hasta la actual costa atlántica.
En el período geológico llamado
Pleistoceno, los glaciares se extendieron hasta 100 km más
al este del presente límite oriental del Lago Argentino, y
en la zona cordillerana, llegaron a alcanzar luna altura de
más de 1000 metros sobre el actual nivel del Lago. El
descenso del nivel del mar permitió que la línea de
la costa atlántica se situara hasta 150 km. más al
Este de la que hoy conocemos.
En las épocas más cálidas, que
alternaron con los períodos glaciares, gigantescos
ríos de fusión
cortaron las mesetas hacia el Atlántico, excavando valles
a su paso. Sobre estos valles, (el del río Santa Cruz es
un claro ejemplo) se deslizaron más tarde los glaciares en
las posteriores glaciaciones, depositando materiales y
al mismo tiempo, excavando
el suelo con su
enorme poder erosivo.
Después de su última retirada, enormes cuencas
habían quedado en el terreno, que se llenaron con las
aguas de fusión,
formando así los lagos glaciares que hoy podemos
ver.
Se entiende bien, después de todos éstos
procesos por
qué Louis Agassiz, el fundador de la glaciología,
llamó a los glaciares "Los arados de Dios".
Las Glaciaciones en nuestra
zona
A continuación damos un breve resumen del
desarrollo en
la zona del Lago Argentino y Río Santa Cruz de las etapas
de la última glaciación:
- Hace 18/20.000 años, en el pico máximo
de la última glaciación la lengua
glaciar que se originaba en la Cordillera se extendía a
lo largo del hoy Lago Argentino y Río Santa Cruz hasta
el actual paraje de Cóndor Cliff, 100 km más al
este del presente límite oriental del lago. - Posteriormente, se dio un gran retroceso y los
glaciares se retiraron hasta aproximadamente sus límites
actuales. - Vino más tarde otro nuevo avance del hielo que
nos ha dejado dos series de morrenas: una a 25 km al este del
actual lago y la otra, posterior, que es la que circunda en
éstos momentos el Lago, pasando por las cercanías
de Calafate y continuando hasta el Cerro Frías. Esta
última es fácilmente apreciable cuando se circula
por la ruta desde Calafate a Chaltén: las constantes
subidas y bajadas del camino durante 15/20 km. después
de dejar la ruta asfaltada nos indican que estamos transitando
precisamente por dicha morrena. Un enorme bloque
errático a la derecha, 1 km. después de cruzar el
río Santa Cruz es también visible al costado del
camino. - Nuevo retroceso hacia la Cordillera, en el que se
formaría ya definitivamente el actual Lago Argentino. En
éste retroceso (o tal vez en un pequeño nuevo
avance tras él) se formaron las morrenas cercanas a
Punta Bandera y las que circundan el Brazo Rico en su parte
oriental, fácilmente visibles ambas desde la ruta hacia
el Glaciar Moreno. - Una vez retrocedidos los glaciares hasta sus
posiciones actuales aproximadamente, hubo, ya en tiempos
históricos, otro nuevo avance que ha dejado morrenas
terminales entre 2 y 10 km. de los actuales frentes glaciares:
se trata de lo que se ha dado en llamar la "Pequeña Edad
del Hielo" período de enfriamiento que duró desde
el final de la Edad Media
hasta mediados del siglo XIX. - Desde entonces y salvo contadas excepciones, los
glaciares patagónicos, como los del resto del mundo,
vienen retrocediendo en mayor o menor medida.
Que es un Glaciar
Drama en dos
actos
Se suele comparar un glaciar a un río de hielo.
Si bien la comparación puede ser válida en ciertos
aspectos (cuenca de alimentación con
afluentes, capacidad erosiva, mayor velocidad en
el centro del cauce que en los bordes…) no es menos cierto que
los últimos estudios demuestran que el movimiento del
hielo, que como todos los cuerpos, responde a las leyes de
gravedad, también responde a comportamientos muy
particulares que poco tienen en común con el
agua.
Acto 1: Formación
El hielo de los glaciares no es otra cosa que el
producto de la
compresión de la nieve por efecto de su propio peso.
Así que, para la formación de un glaciar hace falta
que se cumpla una condición fundamental: Que la cantidad
de nieve caída a lo largo del año en una
determinada zona, sea mayor que la ablacionada. De esto se deduce
que, para la formación de un glaciar, no sólo son
necesarias grandes nevadas, sino, más importante
todavía, que la temperatura
media anual permita conservar la nieve caída. Por eso las
grandes extensiones de hielo actuales (Antártida,
Groenlandia) no están situadas en las altas Cordilleras de
latitudes medianas, donde las nevadas son abundantes, pero
también lo es la fusión
veraniega, sino en los extremos de cada Hemisferio donde la
escasa radiación solar no permite la desaparición
de la nieve. Ejemplo típico lo encontramos en la
Antártida, considerada técnicamente un desierto por
su nivosidad, (entre 120 y 140 mm anuales) en su zona central) y
que sin embargo, supone la mayor concentración de hielo
del planeta (90%) con espesores que superan a veces los 4.500
m.
Pero volvamos al escenario de nuestro primer acto: la
nieve caída empieza a comprimirse apenas toca el suelo: sus
cristales, pequeños corpúsculos de apenas un cuarto
de mm de espesor, que todos conocemos por la caprichosa belleza
de sus formas, comienzan a perder sus extremidades, que al entrar
en contacto unas con otras se funden, liberando el aire en sus
intersticios y dando a los cristales una forma más
granulada.
A medida que se acumulan nuevas capas de nieve, su peso
continúa liberando las burbujas de aire entre los
cristales y provocando una mayor compactación de
éstos, proceso que
continúa hasta formar el hielo.
El tiempo necesario
para la formación de hielo a partir de la nieve
varía enormemente de un glaciar a otro (desde una decena
de años, en glaciares templados como los
patagónicos o los alpinos, a varios cientos en
Antártida) en función de dos factores: la nivosidad
y la temperatura.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse, más
rápidamente se forma el hielo cuanto más templado
sea un glaciar: antes citábamos la fusión de
los cristales; con temperaturas superiores a 0 grados,
ésta fusión se traduce en agua que se
infiltra hacia el fondo, helándose nuevamente y liberando
nuevamente pequeñas cantidades de calor. Este
calor debilita
la dureza de los cristales inferiores facilitando a su vez la
fusión y compactación entre ellos, lo que redunda
en una mayor rapidez de formación de hielo.
Acto 2: Movimiento
Un glaciar no sólo es una masa de hielo, sino
sobre todo, una masa de hielo en movimiento.
Obviamente, como todo cuerpo en movimiento y a
lo largo de una pendiente, el hielo es influenciado por la
gravedad y en mayor medida cuanto más pronunciada sea esta
pendiente. Esta similitud con el agua es lo
que ha llevado por mucho tiempo a comparar
los glaciares con los ríos, lo cual, si no es del todo
falso, a la luz de los
últimos estudios, tampoco parece ser del todo
verdadero.
Según los glaciólogos, un glaciar registra
dos tipos de procesos: de
deslizamiento y de deformación interna. Ambos tipos se dan
en todos los glaciares, pero el deslizamiento de los glaciares
llamados templados (Andes, Alpes, Himalaya…) y la
deformación interna del hielo es el principal causante del
movimiento en
los casquetes polares (Groenlandia y Antártida) donde las
pendientes a veces son mínimas. El deslizamiento responde
por supuesto a la acción de gravedad. A pesar de lo simple
del principio, tiene aspectos sorprendentes: Este deslizamiento
solo puede darse en presencia de agua en su base, que en los
glaciares templados proviene de dos causas: por una parte de la
fusión de las capas superiores, que va filtrándose
hacia el fondo. Por otra, la base del glaciar, al friccionar la
roca determina un cierto recalentamiento que también ayuda
para la fusión de pequeñas cantidades de
agua.
Así pues, una fina película líquida
recorre siempre la base de los glaciares actuando como lubricante
entre el hielo y su sustrato rocoso. Es esta lubricación
interna uno de los factores que va a determinar la velocidad de
avance de un glaciar.
En los glaciares fríos, las temperaturas extremas
impiden toda fusión y el glaciar queda "soldado" por su
base: será entonces la deformación interna del
hielo la causa principal de su movimiento. Más compleja y
menos conocida que el deslizamiento, la deformación
interna podría compararse al proceso que
sufren ciertos metales o minerales,
sometidos a tensiones por temperaturas ligeramente inferiores a
su punto de fusión: como bien saben los herreros desde
tiempo
inmemorial, éstos cuerpos adquieren la capacidad de
deformarse.
En el caso del hielo, es su mismo peso, que en algunos
glaciares puede llegar a presiones de 650 Tn./m2, el que produce
tensiones que llevan al glaciar a deformarse: los cristales de
hierro
redisponen sus moléculas en capas más o menos
paralelas a la superficie glaciar. Estas capas se deslizan una
sobre otra. El movimiento acumulado de las capas de
moléculas en el interior de cada cristal más un
cierto efecto de patinaje entre los cristales es lo que se llama
pues, deformación interna. Paradójicamente pues,
las leyes
físicas que rigen éste fenómeno están
mas cercanas a la flexión de un hierro al rojo
vivo, que al deslizamiento del agua por una canaleta.
Pero volvamos al principio del acto: veíamos que
un glaciar sólo es glaciar si se mueve . Para comenzar a
moverse, el hielo necesita un cierto espesor crítico de
alrededor de 20 metros.
A partir de aquí, tres factores
condicionarán la velocidad de
avance de un glaciar: el espesor, la pendiente y la temperatura
del hielo. Cuanto más espesor tenga un glaciar, más
deprisa avanzará y obviamente también será
más rápido cuanto mayor sea la pendiente por la que
se desliza.
Antes citábamos glaciares fríos y
templados: Cuanto más "templado" sea un glaciar,
más rápido será, a causa de la mayor
cantidad de agua fusionada que circula por su base facilitando el
deslizamiento, y a causa de que la energía calórica
que libera parte de ese agua infiltrada al recristalizar de
nuevo, contribuye a debilitar los cristales de hielo
haciéndolos más moldeables y fáciles de
deformar.
Esta misma cantidad de agua de fusión corriendo
por la base y lubricando el frotamiento del hielo con la roca, es
lo que causa una mayor velocidad del
glaciar en los días cálidos o lluviosos que en los
fríos o secos y lógicamente, también en
verano más que en invierno.
La velocidad
pues, es un fenómeno altamente variable de unos glaciares
a otros e incluso en el mismo glaciar, no sólo en
función de la época, sino también del lugar:
al igual que en las corrientes de agua, el frotamiento de sus
bordes con la tierra frena el movimiento de éstos haciendo
la corriente más rápida en su centro que en sus
bordes. El frotamiento en su base es a su vez la causa de que la
velocidad de la superficie sea mayor que la del fondo.
El punto de mayor velocidad de un glaciar se
encontraría sobre la línea de equilibrio del
mismo. Es ésta una línea imaginaria que divide la
zona de acumulación de un glaciar, que es aquella en que
la cantidad de nieve caída anualmente es mayor que la
perdida por evaporación o fusión, y que corresponde
a sus zonas más altas, de la zona de ablación,
donde, inversamente a la anterior, la nieve perdida es mayor que
la caída y se sitúa, como es natural, en sus zonas
inferiores.
Delimitar ésta línea es muy importante
para el estudio de cualquier glaciar, pues la situación de
la misma y la relación de superficie entre las dos zonas
antes citadas, son datos muy
importantes para la determinación del comportamiento
del glaciar y su respuesta frente a los cambios
climáticos. A simple vista, podríamos definir esta
línea de equilibrio
como la serie de puntos todavía con nieve a fines de
Otoño, antes de las primeras nevadas. En glaciares muy
agrietados es más fácil distinguirla, pues marca la frontera
entre la zona de grietas y la zona en que éstas (por lo
menos las más pequeñas) son ocultadas por la nieve.
Por supuesto que ésta línea de nieves permanentes
no será igual todos los años y también
variará de unos glaciares a otros con la
orientación, las condiciones de la pendiente, las
variaciones climáticas, etc.
Otro de los fenómenos comunes a los glaciares y
de extrema ayuda para sus estudiosos son las morenas o morrenas,
que podríamos definir brevemente como acumulaciones de
piedras, arenas y arcillas transportadas por los glaciares. Su
importancia viene dada porque son ellas las que denotan las
pasadas posiciones de un glaciar. Asimismo, estudiando los restos
orgánicos mezclados en ellas, fácilmente datables
por el sistema del
Carbono 14, se
puede llegar a conocer la cronología de 1os antiguos
movimientos del glaciar. En función de su posición,
las morrenas se pueden clasificar en laterales o
centrales. Estas últimas resultan de la
unión de las morrenas laterales de un glaciar y de su
afluente, resultando así una línea característica de materiales
rocosos que corre por el centro de un glaciar en el mismo sentido
de su marcha. Otro tipo de morrena muy importante para el
glaciólogo es la morrena terminal que, como su nombre
indica, viene a señalar la posición más
extrema alcanzada por el hielo y el punto en el que el mismo
comenzó a retroceder. Quisiéramos terminar
ésta breve introducción a los glaciares hablando de
las grietas y los seracs, dos aspectos muy comunes en toda
geografía
glacial, y que constituyen el mayor peligro para quienes por
ellos transitan. Como hemos visto anteriormente, la velocidad de
un glaciar no es igual en todos sus puntos. Diferentes
velocidades en diferentes puntos provocan tensiones que la
plasticidad del hielo no puede siempre absorber completamente y
que resultan en un resquebrajamiento de su superficie (las
grietas no suelen tener más de 30m de profundidad). Debido
a las grandes presiones, el fondo permanece siempre compacto. Las
grietas pueden tener una enorme variedad de longitudes o anchuras
y se vuelven especialmente peligrosas para los andinistas cuando
la nieve fresca forma sobre ellas puentes que por un lado las
ocultan a la vista, pero por otro no son suficientemente
sólidos para soportar el peso de una persona. Cuando
el lecho de un glaciar sufre una pendiente pronuncia- da, la
velocidad puede triplicarse durante algunos metros. Este
repentino cambio de
velocidad provoca en la superficie una serie de grietas
entrecortadas y muy inclinadas que forman una caótica
acumulación de bloques o seracs de un equilibrio
altamente inestable. Cualquier alteración por
erosión de viento, lluvia, temperatura o
ligeros empujes del hielo que desciende de más arriba,
pueden provocar el derrumbe de estos muros de hielo, que, junto
con la caída en las grietas, son las causas más
comunes de los accidentes
mortales en la montaña.
Tipos de glaciares
Los glaciares se suelen clasificar en función de
dos factores: su temperatura o su morfología.
En cuanto a su temperatura los glaciares se
dividen en fríos y templados. A los primeros
corresponden las dos grandes superficies polares
(Antártida y Groenlandia) y a los segundos, todos los
demás, situados en latitudes más
templadas.
En cuanto a su morfología, citaremos
brevemente algunos de los más comunes:
- Indlansis: o enormes superficies horizontales
de hielo. La Antártida y Groenlandia serían
también los mayores Indlansis, si bien, otras
superficies menores como el Hielo Continental
Patagónico, y las masas glaciares de Islandia o las
Islas Spitzberg podrían estar también
comprendidos. - De Circo: llamados así por ocupar las
partes superiores de los circos montañosos. - De Valle: glaciares que discurren por un valle
bien definido. - Piedmont: glaciares de valle, que al llegar a
terrenos inferiores y más llanos ensanchan
considerablemente su frente en forma de abanico. - Compuesto: es el glaciar alimentado por otros
menores, que a manera de afluentes en un río, llegan por
los costados a engrosar su caudal. Las morrenas laterales de
los afluentes pasan así a ser morrenas centrales en el
glaciar principal. En nuestra región, tenemos en el
Glaciar Upsala un claro ejemplo de este tipo. - De Calving: llámanse así a los
glaciares cuyo frente está en contacto con el agua, sea
ésta lacustre o marina. En el Lago Argentino tenemos
tres glaciares de éste tipo: Upsala, Moreno y Spegazzini
y en el Lago Viedma, el glaciar homónimo.
El Hielo Continental
Patagónico
¿Qué hacen 17000 km2 de hielo, una
superficie casi tan grande como el Estado de
Israel o la
Provincia de Tucumán en una latitud que trasladada al
Hemisferio Norte nos colocaría en lugares tan poco
englaciados como Londres, París o cualquier punto de la
frontera entre Canadá y Estados Unidos?
Cualquiera que haya mirado con detenimiento un planisferio, se
habrá seguramente planteado a misma pregunta. En el
Hemisferio Norte, para empezar a encontrar masas de hielo
considerables hay que remontarse hasta los 60 grados de latitud
(Islandia, extremo sur de Groenlandia…) mientras que en nuestro
hemisferio, el Hielo Continental Patagónico, la tercera
masa glaciar de la tierra después de la Antártida y
Groenlandia, se extiende desde los 47º a los 51º,
ostentando el récord de poseer el glaciar más
cercano al Ecuador que llega
hasta el nivel del mar (Glaciar San Rafael, -Chile- a los
46 grados 45 minutos, la latitud correspondiente a la
Bretaña francesa en Europa o a Quebec en Canadá),
La razón no es, desde luego, la altura de la Cordillera,
pues precisamente en esta zona los Andes disminuyen bastante su
altitud media, comparada con regiones más
septentrionales.
Parafraseando a Bob Dylan, se podría decir que
"La respuesta está en el viento".
¿Qué lector de novelas de
viajes no se
ha estremecido con los relatos de los navegantes de
antaño? Descubridores, piratas, comerciantes o
aventureros, todos los que transitaron estas aguas nos contaron
acerca de los famosos "cuarenta rugientes" y "cincuenta
ululantes" esos vientos huracanados que sembraron de naufragios
las costas australes.
Son precisamente estos vientos, que en las latitudes de
40 y 50 grados sur recorren la tierra constantemente desde el
Oeste hacia e1 Este, los que llegan cargados de humedad
después de un viaje oceánico por el Pacífico
y encuentran a su paso los Andes Patagónicos, único
obstáculo a su recorrido en todo e1 Hemisferio Sur
(Australia apenas llega a los 40 y Nueva Zelanda a los 45 grados
de latitud Sur).
Al encontrar la Cordillera, el aire cargado de
humedad comienza a remontarla y al hacerlo se enfría,
condensándose a1 principio en forma de lluvia (los
archipiélagos chileno-patagónicos están
entre las regiones más lluviosas del mundo con
precipitaciones de hasta ¡4000 mm y 323 días de
lluvia a1 año!) y, a medida que sigue ascendiendo y
enfriándose, en nieve.
La nivosidad en ésas zonas alcanza los 5000 mm
anuales creando así las condiciones para la
formación de una masa de hielo que se derrama
después en numerosas lenguas glaciares, que por el lado
oeste llegan hasta el nivel del mar en los fiordos chilenos y por
e1 este hasta los lagos argentinos.
Desde las primeras expediciones que se adentraron por el
Hielo allá en los albores del siglo, su grandiosa geografía por un
lado, y el desafío deportivo que suponen sus
difíciles accesos y sus infernales condiciones
climáticas por otro, han hecho del Hielo Continental
Patagónico, al decir del historiador chileno Mateo
Martinic "La última gran frontera interior del sur
americano en este siglo".
Transcribimos a continuación un pasaje del relato
del Dr. Reichert, el primero en alcanzar en el año 1914 la
divisoria continental de las aguas oceánicas en una
auténtica proeza deportiva para la época: "Nos
hallamos en un lugar extraordinariamente salvaje. Un paisaje que
parece el Infierno de Dante se abre hacia el valle del fiordo y
el viajero se estremece ante el aspecto de este mundo de eternos
hielos. Un sinnúmero de poderosas y fantásticas
montañas se levantan de un mar helado que inunda toda la
Cordillera. Los glaciares, como cascadas congeladas que se
precipitan a ambos lados de las pendientes, son el caos de las
entrañas que alimentan el corazón de
la Cordillera y dan al paisaje su carácter grandioso,
desolado, cruelmente salvaje…"
La existencia de un mítico volcán humeante
del que tanto leyendas
indígenas, relatos de exploradores y navegantes del siglo
pasado y pobladores de la zona daban cuenta, acució la
curiosidad por descubrirlo, siendo al fin el inglés
Eric Shipton, en Enero de 1960 el que divisaría una
montaña en el medio del Hielo, "de la que fluía una
espesa columna de vapor que se remontaba en el aire varios
cientos de pies."
Allí estaba por fin el legendario volcán
de los hielos: se trataba del Cerro Lautaro, una de las mayores
montañas del Hielo Patagónico con sus 3380
m.s.n.m., situado aproximadamente a 40 km. al noroeste del
Fitz-Roy al que, esta vez equivocadamente, también por
muchos años se lo había tomado por otro
volcán.
El Hielo Continental Patagónico está a su
vez subdividido en dos partes: el Hielo Patagónico Norte
con 4.200 km', situado totalmente en la XI región chilena
o de Aisén . En él se encuentra el Monte San
Valentín que con sus 4.060 m.s.n.m. es el pico más
alto de los Andes Patagónicos, y el Hielo
Patagónico Sur con 13.000 km' compartido entre Chile y la
Argentina. Tiene una longitud de 360 km y una anchura promedio de
40 km si bien en algunos lugares alcanza los 90.
Los Hielos Patagónicos están considerados
técnicamente en glaciología como masas de hielo de
tipo "Indlansis", palabra noruega que quiere decir "hielo entre
las montañas" ya que precisamente son casquetes de hielo
que, a una altura media de 1500 m.s.n.m. recubren los valles
entre las cadenas montañosas, cuyas partes superiores se
elevan por sobre las llanuras heladas. Estas inmensas superficies
heladas suponen una vasta zona de alimentación para las
lenguas glaciares que desde ellas se derraman tanto hacia el
este, como hacia el oeste, llegando en este caso hasta los
fiordos y canales del Pacífico. Los más conocidos,
por su belleza y accesibilidad son el Moreno y el Upsala en la
Argentina, y el Glaciar San Rafael en Chile.
En las mesetas glaciares asoman a veces unas islas de
roca conocidas como "nunataks" palabra de origen esquimal, que no
son otra cosa que pequeñas montañas que el hielo
cubre en su casi totalidad, dejando sólo visibles sus
partes superiores.
El Glaciar Perito
Moreno
Algunos Datos
El glaciar Perito Moreno, como todos los glaciares
patagónicos, (salvo los del Cerro Tronador, cerca de
Bariloche) tiene su origen en el Hielo Continental
Patagónico, del que se habla más extensamente en
éste libro en el
capítulo de Glaciaciones.
- Situación geográfica:
50º29' Sur y 73º03' Oeste. - Velocidad: 2,2 metros por día en
el centro y 0.35 m/día en los bordes. La velocidad fue
medida a 5 km. del frente y con un intervalo de un solo
día en 1990 por ANIYA / SVARKA y coincide aprox. con la
de Raffo, Colki y Madejski, que midieron en 1952 con un
intervalo de más de más de un año. Como ya
vimos en el capítulo de Glaciología, la velocidad
de un glaciar es un factor altamente variable, en
función, no sólo de la época, sino
también del lugar del glaciar donde se
efectúe. - Longitud: 30 km.
- Superficie: 257 km'.
- Espesor: Todavía no tenemos
datos concretos
sobre ello, pero estudios hechos en las morrenas laterales y en
el bosque que flanquea el glaciar (se han encontrado
árboles junto al hielo de más de 500 años)
han hecho suponer a los especialistas que, también al
contrario del resto de los glaciares de la zona, el Perito
Moreno no ha variado sustancialmente su masa glaciar en los
últimos 500/1000 años. - Anchura del frente: 4 km.
aproximadamente - Línea de equilibrio: Alrededor de 1150
m.s.n.m. - Estado de su frente: Estacionario
aprox. desde 1917. A pesar que desde entonces, el Glaciar ha
estado
oscilando en leves avances y retrocesos, se puede decir que en
general, conserva el estado
que tenía en aquella ocasión. - A propósito del frente querríamos
aclarar un par de conceptos que a veces se mezclan y confunden
en lo que respecta al avance de un glaciar: cuando se dice que
un glaciar avanza o retrocede, nos estamos refiriendo solamente
a la línea de su frente, ya que, como vimos
anteriormente, en todos los glaciares, el hielo está en
constante movimiento de avance, por deslizamiento o
deformación. - El factor que hará avanzar o retroceder un
frente glaciar será la relación, positiva o
negativa, entre las cantidades de hielo que le llegan desde sus
cuencas superiores y las que pierde por fusión o
evaporación en sus cuencas inferiores. - Altura del frente sobre el nivel del
lago: De 50 a 70 metros. - Máxima altura de su cuenca:
Cerro Pietrobelli (2950 m.s.n.m. ) - Profundidad del lago: Sólo en
una ocasión se midió la profundidad del Brazo
Rico junto al Glaciar (Hauthal 1900) encontrándose una
máxima de 137 m. Altura del lago sobre el nivel del
mar: 185 metros. - Temperatura del agua del lago:
De 4 a 6 grados. - Color del agua: El característico color del Lago,
conocido comúnmente como "leche
glaciar", se debe a las partículas minerales
suspendidas en el agua,
provenientes de la abrasión del glaciar contra sus
lechos rocosos y de las rocas entre
sí, que por su microscópico tamaño no
llegan a sedimentarse en el fondo.
Un poco de historia
Curiosamente, a pesar de haber estado muy
cerca en su exploración de 1876, El Perito Moreno nunca
vio el Glaciar, ya que no lo cita en ningún momento de su
informe. Su
interés en la zona en aquellos tiempos era verificar si el
Brazo Rico pertenecía al Lago Argentino, cosa que
logró recorriendo el Canal de los Témpanos un poco
más al oeste del actual pueblito de Punta Bandera,
plantando una bandera argentina – de ahí el nombre
– y por el otro lado, llegando hasta el extremo este del
actual Brazo Rico, donde hoy se encuentra la entrada al Parque
Nacional.
En 1879, Juan Tomás Rodgers, capitán
inglés
de la Armada Chilena, en expedición desde Punta Arenas
sería el primer explorador en citar el glaciar y darle
nombre: lo llamó Glaciar Francisco Vidal Gormaz en honor
del Director de la Oficina
Hidrográfica de la Marina de Chile,
organismo patrocinador de la expedición.
Años más tarde Hauthal, adscrito a la
Comisión Argentina de Límites, lo llamaría
Bismarck en honor del Canciller prusiano, nombre con el que
todavía figura en algunos mapas alemanes y
chilenos.
El Teniente Iglesias, encargado de unos estudios para el
Instituto Hidrográfico Argentino en 1899 lo nombra en
honor del Perito Moreno, nombre que quedaría como
definitivo.
A partir de entonces fue frecuentado por andinistas,
exploradores y científicos. A través de ellos,
hemos podido seguir su evolución desde entonces, primero en lo
referente a su gran avance desde principios de
siglo y después, una vez estabilizado su frente, al
fenómeno de sus diferentes rupturas:
En 1900, el frente del Glaciar estaba a 750 m de la
costa de la Península de Magallanes.
En 1908, a 350 m.
En 1914, a 100 m.
En 1917, tocó por primera vez la Península
Magallanes abriéndose unas semanas más tarde sin
mayores consecuencias.
De los años siguientes no tenemos mayores datos
hasta 1926 en que el geólogo E. Feruglio, recogiendo
informaciones de los pobladores de la región, anota que
"…el canal entre el glaciar y la orilla del Cerro Buenos Aires era
bastante ancho como para permitir pasar un pequeño bote,
sin peligro a los constantes bloques de hielo desprendidos del
frente escarpado del glaciar".
En 1928 el Padre Agostini, que además de ser el
gran pionero del andinismo patagónico nos dejó un
invalorable archivo
fotográfico de sus expediciones, tomó fotos del glaciar
que nos permiten deducir que por aquel entonces la anchura del
canal era de unos 150 m.
De nuevo nos faltan datos hasta el año 1935 en
que sabemos que cerró por segunda vez, aunque sólo
por un breve tiempo, como había ocurrido la primera vez en
1917.
En el verano del 1939-40 se dio por primera vez el
fenómeno por el que luego el Perito Moreno atraería
la atención primero de los glaciólogos y
después, por su belleza espectacular, del mundo entero: la
ruptura de su frente en febrero de 1940.
En marzo de 1942, su segunda ruptura, la diferencia de
nivel de las aguas llegó a 19 m provocando de nuevo
grandes inundaciones sobre las costas del Brazo Rico.
Después de esta ruptura, y durante diez
años, la lengua del
glaciar tocó varias veces la costa produciendo sucesivas
rupturas (1947, 1949).
En los años 1949 y 1950 se registran en la zona
precipitaciones muy superiores a las normales. El avance glaciar
registra este aumento y en julio de 1951, ante e1 fuerte
tapón, las costas del Rico comienzan de nuevo a inundarse.
Con casi 13 m de diferencia la presión hace estallar la
barrera de hielo y en marzo de 1952 se produce la
ruptura.
En septiembre de ése mismo año, el glaciar
cerraba de nuevo, y de nuevo en marzo de 1953 se producía
una nueva ruptura al alcanzar las aguas una altura de 14,50
m.
Tres años después, a principios de
1956 se produce una nueva ruptura.
Los siguientes cierres, hasta el año 1966,
parecen no haber provocado grandes inundaciones.
Desde e1 año 1970 al 1988, el glaciar
sufrió varias rupturas con un ciclo de 2 a 4 años
(1970, 1972, 1975, 1977, 1980, 1984, siendo la última y
más documentada, la del 17 de febrero de 1988.
La ruptura: Los caprichos de un
gigante
La ruptura del Glaciar Perito Moreno es, sin duda
alguna, uno de los fenómenos naturales más
impresionantes que se han podido contemplar en los últimos
tiempos. Y cuando digo contemplar me refiero al hecho de que,
generalmente, no es muy dable estar cerca y a salvo de los
grandes accidentes
naturales (volcanes,
inundaciones, etc…)
Su fama ha trascendido fronteras y en la última
ruptura de 1988, canales nacionales e internacionales de televisión
esperaron pacientemente, algunos durante meses, para poder filmar
el evento, que en aquella ocasión sólo duró
24 horas. La facilidad del acceso hizo que cientos de personas
pudieran contemplar desde un balcón natural privilegiado
el desarrollo de
este inofensivo cataclismo.
Es frecuente escuchar que la ruptura del Moreno es un
fenómeno que se repite cíclicamente cada 3 ó
4 años. Como vimos anteriormente, ésta regularidad
sólo se dio en los últimos años. Basta
observar la lista de las rupturas que se detalla en
páginas anteriores de este trabajo para comprobar lo
inexacto de esa idea. La prueba más reciente la tenemos en
el hecho que desde la última ruptura de 1988 hasta
nuestros días (1997) no se ha producido ninguna otra. El
glaciar cerró, pero no con la solidez suficiente para
embalsar las aguas del Brazo Rico, que inmediatamente se abrieron
paso perforando un túnel.
Otro de los errores comunes sobre el Glaciar y su
ruptura es el de considerarlo un fenómeno único en
el mundo. Un caso muy cercano de ruptura lo podemos encontrar en
el Glaciar del Plomo, en la alta cuenca del Río Mendoza,
que en 1934, bloqueando el curso del río Plomo, afluente
del Mendoza, provocó un embalse de 40 m de altura cuya
presión horadó un túnel en el glaciar
provocando aluviones que destruyeron el Ferrocarril Transandino
de Mendoza a Santiago. En el verano del 84/85, el embalsamiento
volvió a repetirse, sin llegar esta vez a producirse la
ruptura.
Otro fenómeno muy parecido al del Moreno
ocurrió a fines del siglo XIX en el Valle del Simadal, en
Noruega. Después de repetirse por varios años las
inundaciones en la zona a causa de las sucesivas rupturas, hubo
que construir un túnel de descarga por la roca para evitar
los aumentos de nivel, cosa que parecía haberse logrado,
hasta que en 1937 estalló la pared de hielo produciendo de
nuevo la catástrofe aguas abajo.
Y hablando de catástrofes, también el
Moreno en su primera inundación de 1939 anegó los
terrenos de las costas del Brazo Rico, que por sus pasturas se
contaban entre los mejores de la región, obligando a
varios de sus pobladores a abandonar ranchos y estancias que
significaban muchos años de trabajos y esfuerzos, a medida
que la inundación se acercaba. Desde la ruta hacia el
glaciar y apenas pasada la portería del Parque Nacional,
todavía hoy se pueden ver los restos de las casas
abandonadas del otro lado del Brazo Rico.
Ante la inexorable subida de las aguas y para provocar
el rompimiento del tapón de hielo, la Armada Argentina
envía dos aviones que bombardean la zona de contacto sin
ningún resultado práctico: el hielo no se inmuta y
el agua sigue
subiendo. Se proponen entonces varias soluciones a
cual más impracticables: una de ellas consiste en ensayar
la aplicación de cuerpos negros (hollín,
colorantes…) para acelerar la fusión del hielo al
aumentar la absorción de los rayos solares, método ya
experimentado en aquellos años por científicos
rusos en glaciares del Tibet. Tras complicadas fórmulas se
llega a la conclusión de que harían falta nada
menos que… 4 anos! para derretir el tapón de
hielo.
También alguien se tomó la molestia de
calcular matemáticamente la cantidad de petróleo
necesaria para fundir la lengua de
contacto: nada menos que 2.700 toneladas.
Se estudió también la apertura de un
túnel a través de la roca, aplicada por los
noruegos en el Valle de Simadal: haría falta mover en
éste caso 500.000 m3 en un lugar al que entonces no
llegaba ni la ruta.
Todas las soluciones
humanas inviables, fue al fin la misma Naturaleza que lo
había cerrado, la que lo abrió un tiempo más
tarde como lo vino haciendo en años sucesivos cada vez que
el muro de hielo taponó el natural desague del Brazo Rico,
en el Lago Argentino.
Esquema de una ruptura
El glaciar, al tocar la Península de
Magallanes, forma un dique natural de hielo, que obstruye
completamente la
comunicación entre el Brazo Rico y el Canal de los
Témpanos. Las aguas del Lago Argentino siguen fluyendo
naturalmente hacia el mar a través del Río Santa
Cruz, mientras que el Brazo Rico, al quedar aislado del
Lago y seguir recibiendo aportes de agua (lluvia, fusión
de nieve y hielo…) comienza a subir de nivel.
El aumento del nivel de las aguas va creando una
presión sobre el dique de hielo. Bajo esta presión,
el agua consigue poco a poco filtrarse y horadar el hielo en su
punto más débil, que corresponde a la zona de
contacto con la tierra. Una vez abierto el primer resquicio, el
paso del agua irá acelerando la fusión de la
barrera helada, abriendo por ella un túnel, que con la
correntada se irá haciendo cada vez más grande
hasta derrumbarse totalmente, quedando entre el Glaciar y
la costa el Canal que las aguas abrieron a su paso y que ahora de
nuevo comunica el Brazo Rico con el Lago Argentino.
Cuando el frente glaciar avanza de nuevo sobre el Canal
hasta tocar la costa, comienza el proceso de la
siguiente ruptura.
El desnivel necesario en el Brazo Rico para producir una
ruptura ha variado notablemente en las diferentes ocasiones:
desde 13 metros en 1952, a 25 m en 1988.
Causas
El Glaciar Moreno es uno de los que excepcionalmente han
avanzado en este siglo, en una zona donde la tendencia ha sido de
general retroceso (En realidad, desde 1917, su línea de
frente no ha sufrido grandes cambios por lo que actualmente,
más que avanzando, se lo considera en equilibrio). La otra
excepción de la región sería el Glaciar
Pío XI, que fluye hacia el Pacífico también
desde el Hielo Continental Sur y que en los últimos
años viene arrasando el bosque adyacente como una
monumental topadora.
Las causas de este avance han tenido diferentes
explicaciones según los especialistas: En
Glaciología, como en el resto del saber humano, por cada
especialista con una teoría, hay otro tan especialista
como él con otra diferente. Si bien ninguna ha podido ser
demostrada, citaremos las de Raffo, Colqui y Madejski, los
que en 1952 realizaron e1 estudio más completo sobre el
Glaciar.
Según ellos, la causa principal de los fuertes
avances del Glaciar habría sido la captura de una
porción de la cuenca de alimentación de su
vecino del sur, el Glaciar Frías. Debido quizá a
movimientos sísmicos que habrían alterado la
división subglacial de ambos glaciares inclinándola
hacia el Moreno, lo que vendría corroborado por el hecho
de que el Frías sufrió un fuerte retroceso en este
siglo, comparado con los del resto de la zona. Otra causa
secundaria, según los mismos autores, podría ser la
nivosidad especialmente abundante en su cuenca de alimentación.
Fueron también éstos mismos autores los
que calcularon la cota máxima de inundación del
Brazo Rico: En caso de que la presión del agua no lograra
romper el dique de hielo, el Brazo Rico desaguaría
naturalmente por su extremo oriental hacia el Lago Argentino por
la cuenca del río Centinela a partir de una altura de 30,8
metros sobre su nivel normal.
Si difícil es saber las causas que provocaron el
comporta- miento del Moreno, mucho más se nos presenta el
intentar un pronóstico para el futuro.
¿Seguirá habiendo rupturas…?
¿Avanzará su frente…? ¿O bien el
calentamiento general de la Tierra, causa aparente hoy día
de tantos descalabros ambientales obligará al Glaciar a
retirarse como lo hacen en éstos momentos la
práctica totalidad del resto del mundo? Son enigmas
éstos que sólo la Naturaleza
develará en su momento.
GLACIAR UPSALA
Por ser, junto con el Moreno, el Glaciar más
visitado de la región, queremos también
añadir una breve reseña en este libro de ese
otro gran glaciar patagónico.
El Glaciar Upsala debe su nombre a la ciudad sueca cuya
Universidad
patrocinó en 1908 el primer estudio glaciológico de
la región entre cuyos objetivos
estaba, precisamente, dicho glaciar.
Consta de dos lenguas terminales de apoximadamente 4 km.
de ancho cada una. (Desde la excursión lacustre se puede
observar solamente la lengua
occidental). Su superficie es de 870 km' y su longitud de 60 km.
lo que lo hacen el más largo del Hielo Continental y por
lo tanto de Sudamérica. La altura de su frente es de
aproximadamente 60 metros sobre el nivel del Lago.
Su parte superior es tan llana, que fue elegido por el
Comando Antártico del Ejército Argentino como zona
de entrenamiento
para sus dotaciones destinadas al Continente Blanco, y sobre
él se hizo aterrizar un avión DC-3, hoy en
exposición en el Museo Aeronáutico del Aeroparque
de Buenos Aires.
Su velocidad en el frente, medida en noviembre de 1990
sobre un intervalo de 4 días fue de 3,6 metros por
día. Los autores del estudio, (P. SKVARCA y ANIYA)
anotan sin embargo, que esta excepcionalmente rápida
velocidad podría estar provocada por las anormales
condiciones de lluvia, viento y altas temperaturas registradas
durante el estudio, lo que habría supuesto un incremento
de las corrientes de agua por la base del glaciar que, como vimos
antes, es una de las causas que aumentan la velocidad de los
glaciares.
Contrariamente al Moreno, que se caracteriza por su
estabilidad, el Glaciar Upsala ha presentado en los
últimos años un comportamiento
muy particular en lo que hace a la posición de su
frente:
Entre 1968 y 1970 la parte oriental de su frente
avanzó 150 m mientras que la Oeste retrocedía
300.
Entre 1970 y 1978 la parte este avanzó 250 m
más y la Oeste apenas retrocedía un
poco.
Después, el glaciar comenzó a retroceder,
especialmente en su parte oriental a un promedio de 700 metros
por año en el período de 1981 a 1984. (En 1982, un
poblador de la zona contaba a los autores antes citados que ese
verano era el más cálido que él recordaba y
que el lago por aquel entonces estaba lleno de
témpanos).
Desde entonces hasta 1990 el glaciar ha retrocedido en
ambos costados a razón de 200 metros por año
aproximadamente.
Como se deduce de los datos anteriores, el comportamiento
del Glaciar Upsala en los últimos tiempos ha sido de una
gran inestabilidad, si bien la tendencia general ha sido de
retroceso (aprox. 60 metros por año en los últimos
60 años).
El Glaciar Upsala, después de su último
gran avance que nos dejó las morrenas de Punta Bandera, y
su posterior retroceso tuvo varios pequeños avances en
tiempos muy recientes, cuya huella se puede observar sobre los
bosques de su costado derecho y el último de los cuales
tuvo su pico en el año 1800 de nuestra era,
correspondiendo en el tiempo con los numerosos avances
glaciáricos que en Europa se han dado en llamarla
"Pequeña Edad del Hielo".
Uno de los espectáculos más bellos con que
el Glaciar Upsala nos obsequia, es e1 de sus grandes
témpanos a la deriva, que desprendidos del frente del
glaciar, navegan después empujados por el viento a lo
largo del Brazo Norte y después del Lago Argentino, hasta
fondearse a veces en e1 extremo oriental de éste, donde
viento, sol y lluvias acaban fundiéndolos.
HISTORIA GEOLOGICA DE LA
COMARCA
Hace 150 millones de años, la Patagonia
austral era todavía una planicie. Todavía no
existían los Andes y el aire húmedo del
Pacífico pasaba sin obstáculos a lo largo y ancho
de la actual estepa, que por aquel entonces era una selva cuyos
árboles, hoy petrificados por las posteriores lluvias de
ceniza volcánica, llegaban a tener más de 25 m de
altura y 3 de diámetro. Antecesores de las actuales
araucarias del norte de la Patagonia, algunos de esos ejemplares
se pueden admirar en los Bosques Petrificados de Jaramillo y
Sarmiento (Norte de la Provincia de Santa Cruz y Sur de
Chubut).
La enorme actividad volcánica de la Tierra por
aquel entonces, lanzó al espacio ingentes cantidades de
cenizas que, transportadas por los vientos, se fueron depositando
en mantos sucesivos. Las cenizas se fueron compactando
después de la caída, ya sea por ser entonces
pastosas y calientes, o por posteriores procesos de
compactación: lluvias, procesos
químicos, etc.
De cualquier forma, el hecho es que se transformaron en
rocas
sólidas, que durante muchos años se pensó
fueran lavas. Hoy se sabe, sin embargo, que se trata de tobas
volcánicas formadas de la manera anteriormente descrita y
cuyo espesor es de 500 metros sobre un basamento de roca anterior
todavía hoy poco conocido.
Terminada la deposición del Complejo
Porfírico, como se ha llamado a los depósitos
anteriores, el próximo episodio geológico en la
Patagonia transcurre en el Jurásico superior y
Cretácico, es decir, un intervalo de tiempo que
empezó hace 140 millones de años y terminó
hace 80.
Durante ese lapso las actuales mesetas
patagónicas sufrieron un hundimiento que
permitió la invasión de las aguas oceánicas,
resultando de esta invasión el Complejo Marino con
sus fósiles (Belemnites, Amonites, etc). Este mar,
invadió desde el Pacífico el área de lo que
posteriormente sería la Cordillera (recuérdese que
esta toda- vía no se había formado).
Tras esa ingresión marina, se produjo un breve
retiro del mar al que siguió otra nueva invasión
marina hacia fines del Cretácico (hace unos 70 millones de
años) en la que se depositaron sobre el suelo nuevas
capas arenosas y de conglomerados.
Al terminar e1 Cretácico, todos esos sedimentos
anteriores comienzan a ser comprimidos y plegados: se inicia el
Ciclo Orogénico Andino creador de la Cordillera. Para el
Oligoceno (hace 30 millones de años) la Cordillera ya
elevada, comienza la que sería la última
ingresión marina que dejó en el paisaje una nueva
capa de sedimentos, esta vez de naturaleza
volcánica.
Tras este último depósito del Terciario,
la Cordillera y el continente siguieron elevándose cada
vez más por lo que el océano no pudo volver a
invadirlo. En la Cordillera nacieron ríos, que en su
marcha hacia el Atlántico comenzaron a erosionar los
terrenos, formando ya el inicio de los actuales valles, que
más tarde serían profundizados por los glaciares,
que como ya sabemos, trabajan el paisaje como una gigantesca lima
flexible.
El último gran evento geológico en la zona
se dio con la intrusión desde el interior de la
tierra y a través de las rocas
sedimentarias formadas anteriormente, de macizos
magmáticos, que al enfriarse lentamente dieron origen a
batolitos graníticos, que la erosión glaciar
posterior iría modelando paulatinamente, hasta formar las
verticales agujas que hoy desafían a las mejores
expediciones andinísticas del mundo y conmueven por su
imponencia a los que a ellas se acercan.
Las formaciones de este tipo más conocidas en
nuestra zona son los Macizos del Fitz-Roy (16 millones de
años) y del Paine (12 millones de años).
La siguiente gran alteración de los paisajes
vendría con las glaciaciones, fenómeno que queda
más ampliamente explicado en otro
capítulo.
Historia
Poblamiento americano
Muchas son las teorías
que intentaron develar el origen del poblamiento americano:
Egipcios llegando en balsas por el Atlántico, polinesios
por el Pacífico… tampoco faltaron los americanistas tan
arrebatados de celo patriótico que vieron el origen de la
humanidad en tierras americanas.
Hoy por hoy sin embargo, la teoría más
aceptada, sin excluir las otras, es que los primeros pobladores
de América
entraron a pie por el Estrecho de Behring entre Alaska y Siberia
hace aproximadamente 20.000 años. En aquella época,
debido a la gran glaciación que estaba alcanzado su
máxima extensión, el nivel de los mares era
más de 100 metros inferior al actual, lo que
permitió al hombre y los
animales de entonces pasar por lugares hoy cubiertos por el
agua.
Hace 18.000 años los glaciares comenzaron a
retirarse, dejando el paso libre hacia el sur a los humanos que,
8.000 años más tarde, ya habían alcanzado el
extremo sur del Continente, pues los restos más antiguos
encontrados en Tierra del Fuego da- tan de hace 10.000
años.
Numerosas pinturas rupestres se han encontrado a lo
largo y ancho de Patagonia, de las cuales, por su cantidad y
calidad de
conservación destacan las de la Cueva de las Manos,
en el noroeste de la provincia de Santa Cruz: curiosamente muy
parecidas a ciertas pinturas rupestres europeas de la
época de Cro-Magnon, los dibujos de las
manos se obtenían apoyando la mano abierta contra la roca
y después soplando, tal vez con una caña, pigmentos
coloreados, de forma que el negativo de la mano quedaba grabado
contra la pared. También hay representadas escenas de caza
de guanacos. La datación más antigua de la Cueva de
las Manos se remonta a 9.000 años antes del
presente.
Los Tehuelches
Nada se conocía del hombre
patagónico hasta que en 1520, la expedición de
Magallanes, por medio de su meticuloso cronista, Antonio
Pigaffeta, nos da cuenta de unos afables gigantones vestidos y
calzados con pieles de guanaco.
Según una versión muy común, el
nombre de Patagones y por añadidura el de Patagonia para
la región que habitaban, habría sido asimilado por
los hombres de Magallanes a causa de los enormes pies, pues a su
ya respetable natural talla, se le añadía el hecho
de estar envueltos en pieles de guanaco. Sin embargo,
según la versión más aceptada por los
estudiosos del tema, el nombre de Patagones se debería a
la semejanza física de los
aborígenes con Patagón, personaje protagonista de
una de las novelas
caballerescas más populares a principios del
siglo XVI. Recordemos que la novelas
caballerescas eran los auténticos "best sellers" de la
época y sus personajes tan populares como nuestros
ídolos televisivos.
El Perito Moreno, en mediciones hechas a los tehuelches
de la zona del río Santa Cruz, también llega a la
conclusión de que el tamaño de sus pies no
justificaba para nada el apodo, pues si bien su talla era
considerable, los pies eran relativamente pequeños para la
misma.
Venga su nombre de donde venga, el caso es que ellos se
llamaban a sí mismos AoniKenk, cosa que por supuesto, a
nadie en aquellos tiempos se le ocurrió preguntar, -rasgo
éste muy común en la historia de las
colonizaciones civilizatorias que en el mundo han sido- y
vivían principalmente de la caza de guanacos y choiques
(ñandúes). También eran recolectores de
raíces, hierbas, bayas y semillas, con las que
hacían harina. En sus nomadeos recorrían totalmente
las mesetas patagónicas desde la Cordillera hasta el
Atlántico siguiendo las manadas de guanacos. Su organización social consistía en
grupos de
varias familias bajo el mando de un cacique. El territorio
de cada grupo estaba
bastante delimitado y la violación de los límites
era causa de no pocas luchas y contiendas entre ellos. Sus
lugares preferidos para acampar (AIKES) según las
estaciones y la concentración de la caza, han quedado hoy
en numerosos parajes de la toponimia regional: Güer-aike,
Tapi-aike, Chali-aike…
De su número exacto nada sabemos, si bien parece
que la extrema movilidad a que se veían sometidos a causa
de sus nomadeos no permitía grandes concentraciones
humanas del estilo de las civilizaciones precolombinas de
Perú o Méjico. El censo de 1869 nos da una cantidad
de 24.000 para toda la Patagonia y el de 1895 solamente 5.500. Si
bien la exactitud de los censos por aquellos tiempos es- taba muy
lejos de la actual, y las cifras hay que tomarlas muy
relativamente, la drástica disminución en tan poco
tiempo nos da una idea de la suerte que corrieron aquellos
"afables gigantones" en su contacto con razas más
"civilizadas".
Estos eran los habitantes que poblaban las
márgenes del Lago Argentino hasta la llegada de los
primeros europeos. Apenas un siglo después de que la
Patagonia comenzó a ser poblada por los blancos, hoy los
Tehuelches están completamente extinguidos: el alcohol, las
nuevas enfermedades
para las que no tenían defensa, las matanzas -algunos de
los recientes propietarios de tierras y estancias llegaron a
pagar por oreja de indio presentada, como todavía hoy se
hace con la piel del puma-
y sobre todo, un tipo de cultura
sedentaria y de explotación ganadera extensiva
diametralmente opuesta a la suya, acabaron con ellos.
Como en toda mitología, los tehuelches
encontraban en la suya muchas de las explicaciones del mundo
natural que los rodeaba. Citaremos aquí sólo
algunas de ellas:
La Cruz del Sur era una de las muchas señales
dejadas en el cielo por Elal para orientar a sus amigos
tehuelches en su póstumo viaje hacia las
estrellas.
El mar y el viento eran lágrimas y suspiros de
Kooch, el supremo creador.
El ñandú no puede volar al ser castigado
por Elal, por haber llegado tarde a la reunión de animales
donde se preparaba su huida.
El nauseabundo olor del zorrino sería un
castigo por la
EL MUNDO SEGUN LOS
TEHUELCHES
Kooch, el creador, siempre existió; triste
y solitario, rompió a llorar un día, y de sus
lágrimas fue creado el mar, de sus suspiros el viento, y
de sus manos el sol, que
disipó las tinieblas primigenias. El sol, las nubes
y el viento fueron después ordenados por el creador. En el
medio del mar hizo surgir una isla, y en ella puso los
animales.
Para alumbrar la tierra en los descansos del sol,
creó la luna, que más tarde acabaría en
amores con el astro-rey con la complicidad de las
nubes.
Mientras sol y luna se amaban, el tiempo fecundó
a la noche, que a resultas parió espíritus
maléficos y monstruos gigantescos que vivían en las
montañas.
Uno de estos gigantes, Noshtex, raptó una
nube, la llevó a su caverna y de aquella unión
nacería Elal, el héroe principal de la
mitología tehuelche y creador de los hombres.
A sabiendas por el viento de que el hijo sería
más poderoso que su padre, éste intentó
matarlo por todos los medios, siendo
al final un pequeño roedor, el tucu-tucu, quien lo
salvaría escondiéndolo en su cueva.
Cuando el héroe divino no pudo ser por más
tiempo escondido, el tucu-tucu organizó una reunión
con todos los animales, que protegieron la huida de Elal hacia
una región hoy conocida como Patagonia, volando sobre la
espalda de un cisne.
El cisne se posó sobre el
Chaltén, desde donde Elal bajó hacia
la tierra. Para defenderse del frió y la nieve que a poco
de llegar lo atacaron, golpea dos piedras y crea el
fuego.
Avisado por el cóndor de la nueva residencia de
su hijo, Noshtex, el malvado padre, se trasladará a
Patagonia para intentar eliminarlo. Para defenderse de él,
Elal creará los bosques y los hombres
(Chonek), a los que también enseñará
a cazar con arco y flecha.
De una enconada lucha con un gigante enviado por su
padre, nacerá el Lago Cardiel, de aguas amargas por
la transpiración de los dos gladiadores. Durante la lucha,
los Chonek o Tehuelches ) e fueron infieles a su creador y
tomaron partido por su contrincante, por lo que Elal, a
pesar de perdonarlos, decepcionado por sus criaturas, decide
partir.
Cumplida su misión,
los hombres instruidos en las técnicas de caza, los
obstáculos naturales allanados, a Elal sólo le
resta dejar a los hombres un espíritu protector que los
cuidará en vida y los acompañará tras
la muerte ante
el juicio de Elal, después del cual podrán
reunirse con sus amigos a conversar alrededor de un fuego que
nunca se extingue.
Una mañana, en silencio y montado en un cisne,
como había llega- do, partió hacia el este,
descansando en las islas que surgían allá donde sus
flechas herían la mar.
traición de dicho animal con ocasión de la
anterior reunión.
El flamenco fue obsequiado con e] color del
amanecer como premio a su fidelidad.
El pecho colorado, que en aquella reunión
distrajo a los gigantes con su canto, herido y muerto por ellos,
y resucitado posteriormente por Elal, fue premiado con el
espléndido color rojo de su
pecho.
Los arreboles del amanecer serían la
sangre de la
nube- madre de Elal al ser muerta por el padre,
Noshtex.
Exploradores
Si exceptuamos los frustrados intentos españoles
de colonizar la Patagonia en Cabo Vírgenes (1584), Puerto
Deseado, (1780) y Puerto San Julián (1781 y 1790), hasta
bien entrado el siglo XIX, la Patagonia fue visitada solamente
por marinos que se acercaban a sus costas en busca de aguadas o
transitorios abrigos contra las tempestades tan temidas y
frecuentes en la zona.
Los primeros europeos en acercarse al Lago Argentino
fueron los incansables Fitz-Roy y Darwin, que en su viaje
de exploración a lo largo del globo en 1834, remontaron el
Río Santa Cruz y a punto estuvieron de llegar hasta el
Lago, alcanzando hasta el actual paraje del Río Bote.
Desalentados por la interminable llanura que todavía se
extendía ante ellos a la que llamaron "Llanura del
Misterio", por la fuerte correntada del río y por los
víveres que ya venían acabándose, decidieron
sin embargo, quedarían para siempre en la región:
Fitz-Roy en el cerro que luego su admirador el Perito
Moreno bautizaría en su honor, y Darwin, con sus
innumerables y agudas observaciones sobre la flora y la fauna
inmortalizado en multitud de nombres científicos de muchas
especies patagónicas. Hasta el navío que utilizaron
(el BEAGLE) quedó en la topografía de la región nombrando el
Canal que separa la Isla de Tierra del Fuego de la Isla
Navarino.
En 1859, el Comandante Luis Piedrabuena se instala cerca
de la desembocadura del Río Santa Cruz, inaugurando
así el poblamiento argentino de la región.
Legendario y admirable pionero para su época, Piedrabuena
comercia con los indios, caza lobos, salva navíos y,
sangre de
explorador obliga, organiza y financia expediciones.
En una de éstas, en 1867, el inglés
Gardiner con otros tres marineros de la misma nacionalidad, son
los primeros blancos en llegar al Lago Argentino. Pensaron que
era e1 Viedma, del que ya se tenían noticias desde 1782,
después de la expedición de don Antonio de Viedma,
que en tiempos de la Colonia y guiado por los indios,
cruzó las estepas patagónicas desde e]
Atlántico hasta la Cordillera en busca de maderas para
edificar. Lo avanzado de la estación le hizo retroceder
antes de lograr su objetivo, pero
su nombre quedó unido para siempre a otro de los grandes
lagos patagónicos. Los marinos ingleses, que contra lo que
su oficio pudiera suponer subieron por tierra y a caballo,
continuaron por la margen sur del Lago hasta llegar a los
actuales Lago Roca y Brazo Rico documentando por primera vez la
región, que consideraron muy aceptable para el
establecimiento humano y la explotación
ganadera.
En 1873, otra expedición al mando del
capitán Feilberg, ésta vez subiendo por el
río, descubre al fin las fuentes del
Río Santa Cruz en el Lago, aunque también, como sus
predecesores, lo confundieron con el Lago Viedma.
Sería la expedición a1 mando de
Francisco Pascasio Moreno, más conocido
después como el Perito Moreno, la que en 1876/ 77 no
sólo llegara hasta el Lago remontando el río, sino
también la que por primera vez, realizara un extenso
recorrido por la zona del que surgieron varias conclusiones muy
importantes, no sólo desde el punto de vista
geográfico, sino también desde el político:
sería éste vasto conocimiento
de la zona el que permitiría al Perito Moreno años
más tarde defender la soberanía argentina en la zona con total
conocimiento
de causa. Una breve reseña de su vida y obra se
podrá encontrar en las páginas dedicadas al Glaciar
Perito Moreno.
Una vez cartografiada la zona y sus incógnitas
desveladas, otras expediciones, esta vez con más signo
científico que descubridor, se van sucediendo. El
poblamiento tardaría todavía en llegar unos
años, pues el conflicto de
los límites con Chile
desanimaba a los potenciales pobladores.
Poblamiento del Lago Argentino
Solucionado en parte el problema después del
tratado de 1881 con el país vecino, el hasta entonces
desierto patagónico, tras la primera oleada de
exploradores, veía llegar ahora otras de
pobladores.
Lejos estaban los tiempos en que Darwin
pronunciara su famosa frase sobre Patagonia: "La
maldición de la esterilidad pesa sobre estas tierras".
La lana era cada vez más cotizada en el mundo y en las
estepas antes desiertas, florecían ahora establecimientos
ganaderos donde aventureros, forajidos e inmigrantes de cualquier
parte del mundo venían a probar fortuna. Se trajeron las
primeras ovejas desde las Islas Malvinas y
poco a poco se fueron ocupando los terrenos más cercanos a
la costa, pues el mar era todavía el único camino
de llegada a estas regiones y sus puertos la única salida
de su producción.
Un par de datos bastan para darnos idea del estallido
ganadero de la zona por aquellos tiempos: En 1895 había en
la Provincia de Santa Cruz 370.000 ovinos; veinte años
más tarde, con casi 4.000.000, la cifra se había
multiplicado por diez.
En el capítulo dedicado a las estancias,
detallamos un poco más ampliamente este fenómeno
económico y social que sacudió toda la Patagonia
austral.
A comienzos del presente siglo, los que querían
poblar debían hacerlo cada vez más hacia el oeste.
Así llegaron a la zona del Lago Argentino los primeros
pobladores, diseminándose por lugares otorgados por el
Gobierno en
concesión, arrendamiento o propiedad, que
con el tiempo darían nacimiento a las estancias que hoy
pueblan la región.
Verdaderos pioneros al mejor estilo "Far South", sus
vidas fueron auténticos ejemplos de tesón y
sacrificio para domar unas tierras tan bellas como
inhóspitas.
Hacia 1925, el Lago Argentino estaba ya completamente
rodeado por pobladores rurales establecidos en una veintena de
estancias, por lo general bien instaladas, con grandes galpones
para esquila, casas para peones y capataces, corrales, huertas
y arboledas para protección del viento. En el
verano, la comarca entera se animaba con la llegada de comparsas
de esquiladores chilenos y ocasionales visitantes.
En 1934, encontramos ya en la zona una población de 1574 habitantes, de los cuales
más de la mitad son extranjeros (principalmente
españoles).
La producción lanera se lleva hasta la costa
atlántica en carretas de bueyes primero (todavía se
pueden ver un par de ellas a la entrada de El Calafate) y a
partir de la década del 30, en vehículos a motor.
Orígenes de El Calafate
En los comienzos del siglo, el transporte de
la región (lana y cueros hacia Río Gallegos y otros
puertos del Atlántico, y víveres y enseres desde
allá hacia la Cordillera) se hacía
únicamente en carretas de bueyes.
Las huellas carreteras patagónicas tenían
paradores cada 3 ó 4 leguas (20 km aprox.), distancia
media de una jornada para las carretas. Estos lugares de
detención coincidían con arroyos, lagunas o con
alguna protección natural del terreno. Al cabo de un
tiempo, acababa estableciéndose en el lugar un almacén de
ramos generales con bar y hotel.
El camino de Río Gallegos hacia el Lago Argentino
se bifurcaba en el vado del río Santa Cruz, hoy llamado
Charles Fhurpor el nombre del poblador que allí se
había establecido: el ramal de la derecha, después
de cruzar el río en balsa, seguía hacia el norte
costeando el río La Leona hacia el Lago Viedma en lo que
después sería la ruta 40. El de la izquierda,
costeaba la ribera sur del Lago hacia la Cordillera. Una de las
postas de este último camino, estaba junto a un arroyo,
que debido a la gran mata de calafate de su ribera acabó
llamándose como ella, nombre que por extensión, los
carreteros también pusieron a la montaña que lo
dominaba y después designaría el futuro pueblo que
hoy conocemos como tal.
En 1913 se instalan las dos primeras familias en el
lugar y comienzan a explotar un pequeño hospedaje y
almacén
para los viajeros camino a la Cordillera. Sufridos inmigrantes
gallegos acostumbrados a tierras más mezquinas, en pocos
años de arar y trabajar las llanuras aluvionales del
arroyo, convirtieron aquello en un pequeño vergel donde,
al reparo de las barreras de álamos, empezaron a crecer
cereales, frutas y hortalizas.
En los años 1921/22 la región se conmueve
con la huelga general
que protagonizan los trabajadores de las estancias
patagónicas y que el gobierno de aquel
entonces reprime con gran dureza. El episodio final
ocurrió en la Estancia Anita, a 20 km. de Calafate, donde
los últimos resistentes fueron masacrados tras rendirse a
la tropa. El inspirador y cabecilla de la huelga, un
anarquista español, logró huir hacia Chile por las
montañas, y tras mil rocambolescas peripecias
volvió a Río Gallegos 12 años
después, de donde fue expulsado del país por el
entonces Gobernador Gregores. Murió en Punta Arenas en
1963.
El caso es que todos estos acontecimientos aceleraron la
decisión de las autoridades para la creación de
varios pueblos en e1 interior de la provincia, entre ellos, "uno
en el lugar denominado El Calafate, al sur del Lago
Argentino".
El 7 de Diciembre de 1927, quedaría el pueblo al
fin oficialmente formado. En los años siguientes se
instalan los principales servicios:
médico, correos, juez de paz…
En 1946 cuenta ya el pueblo con 368 habitantes y
precisamente este mismo año se inician los vuelos
comerciales a cargo de la entonces Aeroposta Argentina, que
más tarde, daría origen a la actual
Aerolíneas Argentinas.
En 1950 se instala en el pueblo la Intendencia del
Parque Nacional Los Glaciares, creado en 1937.
A principios de la
década del ´60, Parques Nacionales abre el camino
hasta el Glaciar Perito Moreno, al que hasta entonces sólo
se llegaba a caballo desde la actual entrada del parque
(Seccional Río Mitre).
En 1969, contando el pueblo con 700 habitantes, se
instala el Banco
Provincia.
En 1972 se lanza oficialmente la primera temporada
turística. El gobierno nacional
acaba de aprobar ese mismo año importantes partidas
económicas para mejoramiento de infraestructura
turística: hoteles,
aeropuerto, muelle de Punta Bandera.
El camino al Glaciar, apenas una trocha para
vehículos todo terreno, mejora notablemente su
transitabilidad al colocar el Ejército puentes articulados
sobre los diferentes arroyos, solucionando así el problema
de las grandes crecidas primaverales causadas por los deshielos y
consolidando a Calafate como punto de entrada hacia la
Cordillera.
En 1978 se traslada al pueblo el Escuadrón de
Gendarmería Nacional como base operativa para los diversos
puestos ya existentes en la Cordillera. Muchos de los gendarmes,
llegados desde provincias norteñas, se quedarán en
el pueblo, suponiendo uno de los factores de crecimiento
más importantes hasta la llegada del turismo.
Otro paso reciente hacia el futuro del turismo en la zona ha sido
la reciente inauguración del nuevo aeropuerto pavimentado,
en agosto de 1993.
Clima
La comarca del Lago Argentino tiene varios tipos de
climas, que van desde el níveo de la Cordillera hasta el
árido de la estepa patagónica, en un trayecto de
apenas 40 km en línea recta.
En el inmenso manto del Hielo Continental se calculan
precipitaciones níveas de hasta 8000 mm anuales, que
descienden un poco más al este hasta alrededor de los 1500
en forma ya de lluvias en el extremo de los canales del lago
(fiordos Mayo y Ameghino). Esta abundancia de lluvias permite la
formación de densos bosques colindando con las
extremidades de los glaciares.
Desde aquí y siguiendo siempre hacia el este, una
faja de 30/40 km permite todavía la formación de
bosques que decrecen en densidad y altura
en proporción directa a la disminución de lluvias.
Esta faja encuentra su límite a la altura de Punta
Bandera. La pluviosidad de ésta faja oscila desde los 1000
a los 500 mm anuales.
Más al este y hasta el Atlántico, la
pluviosidad decrece hasta alrededor de los 300 mm y el paisaje
seco de la estepa apenas permite una escasa vegetación de
gramíneas y plantas
xerófilas. Las únicas excepciones a este clima las
encontramos en el fondo de las cuencas lacustres y fluviales,
donde si bien las precipitaciones siguen siendo escasas, la
humedad ambiental y la temperatura se ven influidas por la
cercanía de las masas de agua y en el caso de Calafate,
todo esto añadido al hecho de estar situado en un declive
orientado hacia el norte y la protección artificial de sus
arboledas, le permiten beneficiar de un microclima mucho
más benigno que el de las mesetas circundantes.
Damos a continuación algunos datos
geográficos y climáticos de Calafate:
Coordenadas: Latitud: 50º 20' Sur
Longitud: 72º 18' Oeste
Elevación s.n.m.: 190
metros.
Temperaturas Medias:
Media mínima (julio): -1,8º
Media máxima (enero): 18,6º
Media anual: 7,2"
Duroción del
día:
Mínima (21 de junio): 8
horas
Máxima (21 de diciembre.) 16 1/2
horas
Pluviosidad Media:
250 mm anuales
Ventosidad:
Fuertes vientos del sector oeste durante la primavera
y verano, con ráfagas de hasta 120 km/h y predominancia
en las horas diurnas.
No querríamos dejar pasar la oportunidad para
extendernos un poco más en la explicación de la
formación y la dinámica del viento en Patagonia ya que,
además de ser la causa de muchos aspectos del paisaje,
resulta ser una especie de símbolo legendario de la
región, que nunca deja de ser nombrado (y no pocas veces
exagerado) en cualquier relato sobre la zona.
Como ya vimos en el capitulo de Glaciología,
las corrientes de viento húmedo provenientes del
Pacífico son las responsables de la sucesiva
formación en Patagonia de los campos de hielo primero,
de los bosques después y finalmente de la estepa si nos
trasladamos de oeste a este.
Por otra parte, estos vientos son predominantes en la
primavera y el verano australes (ver gráfico adjunto)
debido al desplazamiento hacia el sur del gran
anticiclón del Pacífico Sur, lo que hace que las
latitudes comprendidas entre 40º y 60º sean
especialmente afectadas en esas estaciones.
Además, la rotación de la tierra crea
una serie de vientos y corrientes marinas en el planeta, que en
el Hemisferio Sur se traducen en un gran anillo de vientos en
dirección oeste-este, también en
las latitudes antes citadas.
Hemos anotado líneas arriba que la
predominancia del viento se da en las horas diurnas: ("El
viento salta a las diez" según reza el viejo
refrán patagónico). La causa de esto, es que
siendo las mesetas patagónicas una enorme
extensión esteparia, su calentamiento por el sol produce
en ellas una zona de baja presión al elevarse el aire
caldeado, lo que permite al viento que llega del oeste por las
causas anteriormente citadas, acelerar todavía
más su velocidad. Por la noche, al enfriarse las tierras
se produce el fenómeno inverso, lo que de alguna manera
"frena" los vientos.
flora
Una mirada botánica por la
zona
La pluviosidad, que como ya vimos anteriormente,
disminuye rápidamente a medida que nos desplazamos hacia
el este desde la cordillera, determina en la zona del Lago
Argentino diversos tipos de vegetación que
genéricamente podríamos dividir en tres
zonas:
Zona esteparia:
Las precipitaciones no llegan a 400 mm anuales y las
plantas
existentes, bajas y generalmente espinosas, son sólo
aquellas adaptadas a tan rígidas condiciones
meteorológicas: fuertes vientos, sequedad, bajas
temperaturas invernales, etc.
Matorral pre-andino y bosque de
transición:
El aumento de precipitaciones permite en esta zona el
mayor crecimiento de especies que ya se encontraban en la
anterior y la aparición de arbustos y árboles, que
anuncian el gran bosque magallánico.
Bosque magallánico:
Con precipitaciones de 800 a 2000 mm anuales,
corresponde esta zona a los bosques cordilleranos más
occidentales, que crecen junto a los glaciares, formando un
conjunto paisajístico raramente observable en otros
lugares. Los límites del bosque son, por una parte, los
glaciares antes citados, y por otra, la altura, ya que a partir
de los 800m.s.n.m aproximadamente, los árboles empiezan a
achaparrarse, hasta llegar a convertirse en arbustos cada vez
más rastreros y desaparecer completamente hacia 1000
m.s.n.m, donde las extremas condiciones climáticas apenas
permiten la vida vegetal: sólo pequeñas plantas y
líquenes adaptados a las grandes diferencias de
temperatura y al peso de la nieve. Se conoce a ésta
ú1timn provincia biótica como prado alpino o
desierto de altura.
Como la enumeración de todas las especies de la
zona excede los propósitos divulgatorios de esta monografía, daremos sólo al final de
éste capítulo una breve lista de las especies
más fácilmente observables.
Entretanto, proponemos una especie de "mirada
botánica" a lo largo de la excursión al Glaciar
Perito Moreno, obligado recorrido de todos nuestros visitantes, y
que justamente atraviesa por las tres provincias vegetales
citadas anteriormente, que por otra parte, son comunes en toda la
Patagonia austral.
ESTEPA
Apenas salidos del pueblo, nos rodea ya el típico
paisaje de la estepa patagónica: plantas bajas y
xerófilas (adaptadas a la vida en lugares secos) entre las
que sobresalen gramíneas como el amarillento coiron
(1) que en sus cuatro variedades es la planta predominante de
la estepa.
Empezamos también a observar dispersas matas de
calafate (2). El calafate en primavera se adorna con flores de
intenso color amarillo y
hacia fin del verano y se pueden recolectar sus frutos, unas
dulcísimas bayas de color negruzco
azulado con las que se prepara mermelada.
La tradición cuenta que quien coma calafate
volverá a Patagonia, así que recomendamos probarlo
a quien quiera asegurarse el retorno por estos pagos.
A veinte kilómetros de la salida y en las riberas
del río Centinela, otro arbusto típico de la estepa
patagónica, la mata negra (3) cubre la zona.
A medida que avanzamos hacia el oeste, otras plantas y
arbustos van apareciendo: el neneo (4) típica planta
xerófila con formas semiesféricas y grandes
espinas, cuyos frutos, al ser comidos por las ovejas dan un
fuerte gusto a la carne, la mata guanaco (5) que en primavera se
recubre de pequeñas flores de un rojo intenso, la paramela
(6) con hojas de un fuerte olor resinoso, e1 romerillo (7)
también de un particular aroma…
En primavera son frecuentes en la estepa los
zapatitos de la virgen (8) y las topa-topa (9) que
adornan con sus vivos colores la
parquedad de los pajonales.
MATORRAL PRE-ANDINO y BOSQUE DE
TRANSICIÓN
A 40 km de Calafate, encontramos las primeras
montañas de la Cordillera: se trata de la Sierra Buenos
Aires. En los pequeños cañadones de sus flancos,
más próximos a la estepa, podemos observar un
fenómeno que nos ilustra bien sobre la relación
entre vegetación y exposición solar: las laderas
orientadas al norte están secas, mientras que los
árboles cubren las orientadas al sur. Poco antes de la
entrada del Parque Nacional, a la altura del río Mitre,
encontramos los primeros árboles junto a la ruta: se trata
de ñires (10) uno de los tres Nothofagus
originarios de la zona y que marcan siempre la transición
entre la zona esteparia y el bosque
magallánico.
Los Nothofagus son una especie endémica de
Patagonia, Tierra del Fuego, Nueva Zelanda, Australia y Tasmania,
regiones que, en un remoto pasado, estuvieron unidas a
través de la Antártida con el extremo sur de
América, formando parte de Gondwana,
continente que empezó a fragmentarse hace 220 millones de
años.
En las ramas de los ñires, y más adelante
de otras especies, se observan frecuentemente unas esferas
vegetales de un verde vivo, conocidos en la zona como farolillos
chinos (11). Se trata de una especie de mizodendrums, plantas
semiparásitas que, a falta de raíces, se instalan
en el árbol y le chupan una parte de su savia, que
después elaboran por sí mismas ya que poseen
clorofila y por tanto son capaces de realizar el proceso de la
fotosíntesis. Otro vegetal que nos llama la
atención por su abundancia en troncos y ramas
de los árboles es la usnea (12) o barba
de viejo, un liquen presente incluso en los matorrales de la
estepa, pero especialmente abundante en todos los árboles
de la zona.
También en los nothofagus se pueden apreciar de
vez en cuando una especie de nudos que envuelven ramas o tronco:
se trata de una reacción de defensa por parte del
árbol, generando una hiperproducción de hormonas
(hiperplasia) ante la irritación producida por la
presencia de un hongo parásito, el Cyttaria darwinii, que
se introduce al árbol por cualquier intersticio o abertura
de éste (heridas, cortes… ). Sus órganos
reproductores, unas pelotillas amarillentas que por servir de
alimento a los indios de antaño son conocidos como pan de
indio, (13) salen especialmente en otoño e in viern
o.
Bajo el bosque, empiezan ya a aparecer nuevos arbustos
como la chaura (14) de pequeñas bayas parecidas a
manzanitas y el sietecamisas (15). En primavera, abundan las
anémonas (16).
BOSQUE MAGALlaniCO
Apenas traspasado el umbral del Parque Nacional, los
ñires desaparecen para dejar paso a otro árbol de
mayor porte y de ramas más derechas: la lenga (17). Arbol
principal y el más numeroso de la zona, su tamaño
va aumentando notoriamente a medida que avanzamos hacia el oeste,
debido al aumento de pluviosidad. La lenga también
delimita las partes superiores del bosque, en forma de arbusto
achaparrado y rastrero a una altura aproximada de 1000m.s.n.m.
como citamos anteriormente, si bien esta altura varía en
otras regiones patagónicas: En el Parque Nacional Lanín
llega a los 1800, y en Tierra de Fuego, a sólo 600
m.s.n.m.
A medida que avanzamos, otro nuevo arbusto nos llama la
atención, sobre todo en primavera o principios de
verano, cuando rebosa de sus vistosas flores rojas: el notro (18)
también conocido como ciruelillo. A pesar de que
aquí 1o veremos siempre bajo forma de arbusto más o
menos grande, en otros lugares puede tomar el porte de un
árbol pequeño.
A ras del suelo abundan las arvejillas (19) que a
veces alfombran de violeta grandes manchas bajo el
bosque.
Siempre hacia el oeste, como a 7 km antes de llegar al
Glaciar, unos árboles de un verde especial, primero
aislados entre las lengas y después cada vez más
frecuentes, se nos van apareciendo en el paisaje: se trata de los
guindos o coihues de Magallanes (20) el tercer Nothofagus de la
zona y único de los tres con hojas perennes. El
coihue crece sólo en zonas muy húmedas (a partir de
800 mm de precipitación anual) y puede alcanzar 25/30 m de
altura. Cerca de la Seccional de Parques Nacionales del Glaciar
Perito Moreno, se pueden admirar algunos bellos ejemplares de
este árbol.
También en ese mismo lugar se encuentran algunos
canelos (21), árboles sagrados de los araucanos y
cuya corteza tiene propiedades medicinales. En Tierra del Fuego,
sus hojas eran utilizadas por los marinos para curar el
escorbuto. Otro árbol de zona húmeda es el
ciprés de las guaitecas (22), conífera de la que
existen muy contados ejemplares en las partes más
occidentales del Parque. Llamado también en Chile
"Ciprés de mallín" por su propiedad de
crecer en las zonas más húmedas del suelo, su
madera es
prácticamente imputrescible, por lo que ha sido casi
extinguido en la región, sobre todo por talas
indiscriminadas. La creación de] Parque Nacional en 1937
supuso la salvación de los últimos ejemplares
existentes.
También casi desaparecido, pero esta vez a causa
de los ganados que un día pastaron en el hoy Parque
Nacional, es la leña dura (23) un arbusto/árbol de
follaje persistente.
En el sotobosque, otras flores y arbustos aparecen en
ésta zona: la fuchsia magallánica o chilco (24), la
ourisia, (25), ambas en lugares bien umbríos y
húmedos, la parrilla (26) de cuyo fruto se elaboran
mermeladas, la violeta (27), abundante a todo lo largo del
sotobosque de Nothofagus, la mutilla (28) arbusto muy achaparrado
y extendido de pequeñas frutas rojas comestibles. Su
presencia es síntoma de temperaturas muy bajas, por lo que
también, junto a la lenga, suele ser una de las
últimas presencias vegetales en las zonas más
altas.
En el bosque patagónico, desde sus zonas
más secas hasta las más húmedas se pueden
encontrar 5 clases de orquídeas, siendo las más
comunes la orquídea amarilla (29), fácilmente
divisable a lo largo de las pasarelas frente al Perito Moreno, y
la orquídea blanca, o palomita,(30) en partes
más umbrías, también en las cercanías
del Glaciar.
Por último, y antes de terminar este
capítulo sobre la flora patagónica, nos
gustaría citar dos árboles, que a pesar de no ser
originarios de la zona, por su fortaleza, rápido
crecimiento y capacidad de adaptación, fueron adoptados
por todas las estancias para formar1as necesarias barreras
protectoras contra el viento: se trata del álamo y
el sauce, únicas pinceladas de verdor en los desolados
paisajes de la estepa e inequívocos anunciadores de la
presencia humana en medio del desierto
patagónico.
FAUNA
ZORRO COLORADO
(Red fox)
Dusicyon culpaeus
Orden: Carnívoro
Familia: Cánidos (Lobos,
chacales…)
Tamaño, peso, aspecto: Puede llegar a 1.30
m desde el hocico a la punta de la cola, que a su vez representa
la tercera parte de su longitud aproximadamente. De la subespecie
fueguina se ha encontrado un ejemplar de 1,50 m. La hembra pesa
alrededor de 9 Kg y el macho 12 Kg. El mayor de los zorros
sudamericanos (exceptuando el Aguará Guazú), es de
un pelaje rojizo y largo en vientre, patas y cabeza, con el dorso
gris y el extremo de la cola, negro.
Alimentación: Su alimentación
principal es a base de aves, huevos y
roedores, aunque también puede alimentarse de ovejas y
principalmente de corderos.
Reproducción: Puede llegar a tener hasta 5
crías.
Predadores: Su único predador natural es
el puma. Sin embargo, es cazado constantemente por los
estancieros o peones a causa de sus ataques al ganado ovino y del
alto valor de su
piel.
Comentarios: Si bien es cierto que el zorro
colorado provoca grandes bajas entre ovejas y corderos, parece
que no todos los zorros tienen como hábito matar ovinos, y
por el porcentaje de éstos depende en cada estancia de su
"salud
ecológica": en la medida en que haya más pasturas,
mallines etc. para alimentar a aves y
roedores, menos estará obligado el zorro a matar ovejas y
corderos. Por otra parte, los métodos
empleados hasta ahora para su eliminación, especialmente
la estricnina, puede ser enormemente contraproducentes para el
mismo propietario a causa de la extinción de animales que
se alimenten del zorro muerto: cóndores, águilas,
carancho… etc. que deja el lugar desprotegido de predadores y
carroñeros, indispensables para el equilibrio
ecológico de los campos.
ZORRO GRIS
(Patagonian fox)
Dusicyon griseus
Orden: Carnívoro
Familia: Canidae
Tamaño, peso, aspecto: El largo total
ronda los 80 ó 90 cm de los cuales, 30 a 36 pertenecen a
la cola. Su peso oscila entre 3,5 a 4 Kg. De menor porte que el
anterior, es de un color grisáceo, con las patas y flancos
levemente rojizos y el extremo de la cola oscuro.
Alimentación: Su dieta incluye todo tipo
de insectos, roedores, aves, huevos,
liebres y carroña, al igual que bayas como el calafate, la
chaura o la zarzaparrilla.
Reproducción: Puede tener hasta 6
crías.
Predadores: Al igual que el colorado, su predador
natural es el puma. Su piel, es de
menor valor
económico que la de aquél, también es
comercializada en peletería, pero lo que es víctima
de las trampas-cepo diseminadas por los campos. La exhaustiva
persecución, tanto del zorro gris como el del colorado a
causado que el puma, al faltarle una de sus presas naturales, se
aficione cada vez más al ganado ovino, consiguiendo
así el efecto contrario al deseado, cosa muy frecuente
cuando se rompe la cadena ecológica-alimentaria de un
animal.
Comentarios: En los últimos tiempos ha
venido siendo desplazado en la zona por el Zorro Colorado,
más voraz y más agresivo.
GUANACO
Lama guanicoe
Orden: Artyodilactila
Familia: Camelidae
Tamaño, peso, aspecto: Es el más
alto de la fauna terrestre argentina, su altura en la cruz es
alrededor de 1,10 m y la distancia entre su hocico y la base de
la cola de 1,85 m. Su peso oscila entre los 120 y 150 Kg. Tiene
aspecto de llama, con el cuello y las patas más largas y
la coloración ocrácea y acanelada de la
vicuña. Pelo largo y grueso con ojos grandes de largas
pestañas. Los pies tiene dos almohadillas y pezuñas
bien diferenciadas.
Alimentación: Herbívora, basada en
pastos, arbustos y líquenes especialmente en
invierno.
Reproducción: Tienen una cría por
año, en primavera o verano, tras 11 meses de
gestación. Pocos días después de la
parición se realizan las cópulas para el año
siguiente.
Predadores: Su predador natural es el puma,
aunque también las crías son muy perseguidas por
el hombre a
causa de su fina piel, que
cambian a los dos meses de edad. El zorro colorado puede ser
también un ocasional predador, sobre todo de las
crías.
Comentarios: El guanaco se encuentra a lo largo
de la Cordillera de los Andes, desde Bolivia hasta
Tierra del Fuego. Habitual habitante de las estepas, rara vez se
lo ve bajo los bosques, salvo en Tierra del Fuego, donde es
común que en invierno busque la protección de
éstos últimos. Junto con el choique, o
ñandú petiso, fue la base de la subsistencia de los
antiguos tehuelches, cuyas tolderías y vestimentas se
fabricaban con su piel.
Es un animal gregario que forma grupos de un
macho con varias hembras, a las que defiende del acercamiento de
otros machos. Este macho-jefe de la tropilla se encuentra
constantemente vigilante de su harén, y lo hace siempre
desde alguna prominencia, emitiendo una especie de relincho ante
la mínima situación de peligro e indicando al resto
el camino de huida. Fuera de la época de cría, se
forman grupos mucho
mayores de varios cientos de ejemplares. Los machos sin hembras
forman también grupos aparte.
Los viejos machos suelen vagar solitarios.
Acostumbraban formar bosteaderos comunes donde varios
individuos defecan habitualmente, formando un gran circulo de
bosta, donde se suelan acercar los ñandúes en busca
de insectos.
También son frecuentes en su territorio los
"baños de polvo", lugares donde se revuelcan para
higienizar su pelo y liberarlo de parásitos.
En primavera, cuando entran en celo, los machos
protagonizan violentas peleas y persecuciones en las que no
faltan las escupidas en la cara que han hecho famosas a sus
congéneres las llamas y alpacas.
Sufren de una sarna característica, que no transmiten a los
ovinos como generalmente se cree, que los hace ser expulsados por
los otros integrantes de la manada.
Contrariamente a la oveja, que con sus pezuñas
cortantes y su manera de pastar arrancado a veces la
vegetación de raíz, ha provocado la cuasi
desertificación de grandes extensiones de la estepa, el
guanaco dispone de almohadillas en las patas y al comer no
arranca la vegetación sino que la corta, por lo que
están comenzando el la Patagonia varios experimentos de
cría en cautividad, con resultados hasta ahora
esperanzadores. La superior calidad de su
lana, en éstos tiempos en los que la de oveja viene
disminuyendo su precio en un
mercado cada vez
dominado por las fibras sintéticas, lo convierte en una
esperanza para la deprimida producción lanera
patagónica.
LIEBRE
(European hare)
Lepus capensis
Orden: Lagomorpha
Familia: Leporidae (conejos…)
Tamaño, peso, aspecto: Puede medir
hasta 65 cm y pesar 4 Kg. Pelaje pardo que se confunde
fácilmente con los colores de la
estepa.
Alimentación: Herbívoro
Reproducción: Contrariamente a su
congénere el conejo, de una gran fertilidad, la liebre
tiene solo una camada anual, con una o dos
crías.
Predadores: Pumas, zorros y gatos salvajes han
sido los predadores naturales desde su introducción desde
Europa a fines del siglo XIX. Ultimamente ha empezado a
cazársela en temporada invernal, para ser posteriormente
enlatada y exportada, principalmente en Europa.
Comentarios: Como indicábamos
anteriormente, la caza de la liebre en temporada invernal viene
siendo en los últimos años una actividad cada vez
más extendida en la zona. Durante toda la noche,
vehículos dotados de potentes focos giratorios recorren
las rutas encandilando y disparando a los animales. En una buena
noche un vehículo puede "cosechar" arriba de los 150
ejemplares. Sólo en la zona del Lago Argentino, en las
últimas temporadas se viene cazando una medida de 30.000
ejemplares por año.
ZORRINO
(Skunk)
Conepatus humboldtii
Orden: Carnívoro
Familia: Mustelidae (Hurones, comadrejas, lobitos
de río…)
Tamaño, peso, aspecto: 50 a 60 cm de largo
total de los cuales la cola supone la tercera parte. De color
marrón ocráceo con dos bandas blancas desde el
hocico hasta la cola.
Alimentación: Omnívoro, puede comer
desde insectos y roedores hasta frutas y
raíces.
Reproducción: Después de un mes y
medio de gestación llega a tener de 3 a 4 crías en
primavera.
Predadores: Los carnívoros
patagónicos (puma, zorros, gatos monteses) son sus
predadores naturales, si bien también le cabe la mala
suerte de tener una piel cotizable en peletería por lo
que, como es natural, es diezmado por el poblador rural en sus
recorridas por el campo. A menudo cae en las trampas destinadas a
los zorros.
Comentarios: Su defensa ante el acercamiento de
algún predador es un líquido altamente desagradable
al olor que dispara con certera puntería desde la base de
su cola, hasta 4 m de distancia. El líquido puede ser muy
urticante en contacto con los ojos, si bien no causa ceguera,
como es creencia popular. En cautividad llegan a ser muy
dóciles, sirviendo de mascotas en algunas estancias,
previa eliminación de las glándulas secretoras del
líquido, por su puesto.
PICHE
(Armadillo)
Zaerius pichyi-pichyi
Orden: Xenarthra
Familia: Dasypodidae
Tamaño y peso: Puede llegar hasta 40 cm y 3kg de
peso
Alimentación: Es omnívoro. Su alimento
incluye desde raíces hasta huevos de aves, que
alcanza a veces horadando un túnel por debajo del
niño.
Predadores: Los carnívoros patagónicos
(puma, zorros…) son sus predadores naturales.
Comentarios: De la misma familia que los
armadillos altoandinos, su caparazón no es utilizado en
Patagonia para hacer instrumentos como el charango, pero su carne
es muy cotizada por el hombre de
campo. Tímido y de corta carrera, su sola defensa es
enterrarse rápidamente ante el acecho del mínimo
peligro, o enrollarse completamente en su
caparazón.
HUEMUL
Hipocamellus bisulcus
Orden: Artyodactila
Familia: Cervidae
Tamaño y peso: En la cruz puede llegar a los 80
cm y su peso alcanza los 100 kg
Alimentación: Herbívora
Reproducción: 1 cría por año.
Gestación de 6 a 7 meses.
Predadores: Antes de la llegada del hombre a sus
hábitats (bosque cordilleranos y estepas cercanas) el puma
y el zorro colorado eran sus predadores naturales.
Comentarios: De pelaje marrón oscuro que aclara
notablemente en invierno. Los machos tienen una pequeña
cornamenta que se reemplaza anualmente. Al contrario que los
animales citados anteriormente, hoy es prácticamente
imposible observarlos en la zona. Casi completamente extinguidos
a pesar de su antigua abundancia, los pocos que quedan se
esconden en los cañadones más inaccesibles de la
cordillera. Su mansedumbre y su confianza los
perdió.
Al respecto, transcribimos unos párrafos de las
memorias de
Andreas Madsen, pionero danés de la zona del Chatén:
"Cuando cierro los ojos y vuelvo al pasado, me produce tristeza y
pesadumbre recordar el bosque de antes con sus millares de
ciervos paciendo apaciblemente…" Las grandes
compañías productora de lana se van instalando en
la región, y Madsen nos hablas de sus métodos:
"Cuando legaron sus equipos a cortar en el bosque maderas para
los edificios y postes para empalizadas, no solo cortaron lo
necesarios, sino que quemaron y destruyeron el resto, matando al
ciervo solo por gusto de matar. Matanza en grande, por docenas a
la vez, para probar las armas y dejando
pudrirse los cadáveres."
AVES
En la zona del Lago Argentino, por la variedad de
ecosistemas, se dan prácticamente todas las especies de la
avifauna patagónica, salvo naturalmente, las marinas. El
propósito de ésta guía no es enumerarlas
todas, sino citar y detenernos en las más frecuentes y
visibles para el visitante.
CONDOR
(Andean Condor)
Vultur gryphus
Orden: Falconiformes
Familia: Cathartidae
Tamaño: La mayor de las aves americanas, puede
llegar a los 3 metros de envergadura.
Alimentación: La base de su alimentación
es la carroña, si bien en caso de necesidad también
caza pequeñas crías abandonadas por las
madres.
Reproducción: Pone un solo huevo. La cría
tarda 3 años en llegar a la edad adulta.
Hábitos: Símbolo y emperador de los Andes,
es el ave de montaña por excelencia: anida en paredones
rocosos, nunca en árboles, y, mediante sus perfectos
planeos puede llegar hasta 10.000 metros de altura si bien en
nuestra zona se lo suele ver volar bastante más
bajo.
Su vista es 8 veces superior a la humana, lo que
permite, a la altura en que vuela, abarcar una enorme radio de
vigilancia en procura de alimento.
Los ejemplares adultos se diferencian de los juveniles
por un collar de plumas blancas y la hembra del macho, por la
cresta y las carnosidades del cuello de éste
último.
Salvo cuando bajan a comer, nunca se lo ve posado en el
suelo, pues, debido a la envergadura de sus alas, el despegue le
es sumamente dificultoso. Cuando descansa lo hace siempre sobre
riscos verticales.
Es excelente planeador y sólo en total ausencia
de viento, utiliza las alas para aletear.
AGUILA MORA
( Black chested buzzard eagle)
Geranoetus melanoleucus
Orden: Falconiforme
Familia: Accipitridae
Tamaño: 65 cm el macho, y algo más la
hembra.
Alimentación: Animales muertos, pequeños
mamíferos y aves. Se le suele ver comiendo carroña,
mientras que el resto de posibles comensales (caranchos,
chimangos…) esperan pacientemente su turno. Tampoco rechaza los
corderitos recién nacidos que se separan de su
madre.
Reproducción: Pone uno o dos huevos. El plumaje
de los juveniles es marrón, con mechas pardo acaneladas.
Como la mayoría de los integrantes de su orden, tarda
años en llegar al plumaje definitivo, que en este caso es
gris claro con pecho blanco y negro cerca de la
cabeza.
Hábitos: Vuelo lento con amplios planeos a gran
altura, lo que hace que a veces se la pueda confundir con el
cóndor, del que la diferencian sus alas más
triangulares y su menor talla. Su nido se ubica casi siempre en
lo alto de acantilados, desde los que divisa su territorio de
caza y, a veces, en la copa de los árboles
altos.
Su grito, que sólo emite cerca del nido en caso
de peligro, se asemeja a una salvaje risa humana.
CARANCHO
(Crested Caracara)
Polyborus plancus
Orden: Falconiforme
Familia: Falconidae
Tamaño: Alrededor de 60 cm
Alimentación: Come de todo, desde carronea a
presas vivas, incluidos corderitos y hasta ovejas
enfermas.
Reproducción: De 2 a 3 huevos.
Hábitos: Extendido por toda Sudamérica,
por su astucia y recursos, figura
en la mitología de muchos pueblos precolombinos, desde los
Incas hasta
los Onas de Tierra del Fuego.
Hoy en día, se lo sigue encontrando por todas
partes: zonas pobladas o inhóspitas, estepas o bosques. Es
atrevido y pendenciero y en las luchas entre los machos en la
época de celo, más de uno queda muerto a causa de
las heridas, al que sus congéneres no tardan en comerse.
forma pareja para toda la vida y sus lugares de descanso suelen
ser muy fijos al punto de que, si se trata de un árbol lo
hace siempre sobre la misma rama.
No tiene diferencia de plumaje entre macho y hembra. Los
ejemplares juveniles son de color crema sucio, más oscuro
en la cabeza
Perdón si el documento tiene algunos
errores de ortografía; lo examiné todo, pero
alguno se me debe haber pasado. Espero que te sirva para tu
trabajo
Si tenés alguna duda sobre los glaciares, o
querés saber algo de la Patagonia, no dudes en dejarme un
e-mail. Tambiém tengo fotos.
Juan Pablo Barani
JuanPBarani[arroba]arnet.com.ar