Monografias.com > Tecnología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Los inventos de fines del Siglo XIX y principios del siglo XX




Enviado por alinap



    • Inventos:
    • 1) Máquina de escribir
    • 2) Máquina de coser
    • 3) Máquina de fotos
    • 4) Avión
    • 5) Submarino
    • 6) Bicicleta
    • 7) Lámpara eléctrica
    • 8) Auto
    • 9) Teléfono
    • 10) Cine

    1)

    MAQUINA DE ESCRIBIR:

    La que imprime letras, números y otros signos
    cuando sus teclas son pulsadas u oprimidas.

    En diversos sectores del mundo moderno depende el hombre de
    esta máquina, que permite escribir con gran
    rapidez.

    El acto de escribir a máquina es, en sí,
    muy sencillo. La tarea principal es la de aprender de memoria la
    disposición del teclado.

    Las letras están generalmente dispuestas en el
    teclado en un
    orden universal.

    El papel se
    inserta en el rodillo o platén, que está situado en
    un carro que va de derecha a izquierda conforme se hace funcionar
    el teclado. Un
    carrete de cinta entintada gira constantemente a través de
    un angosto espacio enfrente del rodillo. Las palancas de los
    tipos hacen presión contra dicha cinta para imprimir
    letras sobre el papel.

    Las máquinas de escribir tienen también
    otros mecanismos para acelerar la escritura y
    hacerla más exacta. Una palanca de la interlínea
    está de ordinario montada en el carro. Al ser movida,
    dicha palanca espacia el papel hacia
    adelante, a una nueva línea de escritura, y
    devuelve el carro a la derecha. Hay de ordinario una palanca
    ajustadora de espacio interlineal, que se puede ajustar o fijar
    para regular el espacio en blanco entre renglones.

    Los marginadores pueden fijarse de modo que las
    líneas de impresión comiencen exactamente en la
    misma posición a la izquierda. El marginador para la
    derecha permite una alineación regular al lado derecho del
    papel. La
    tecla de cambio de
    mayúsculas se emplea para imprimir éstas. Mediante
    la tecla de cierre de mayúsculas se puede sostener el
    carro y escribir sólo mayúsculas.

    Para proveer espacios entre palabras se pulsa con el
    pulgar la barra de espacios. En el teclado se
    encuentra la tecla de retroceso que sirve para que el
    mecanógrafo pueda hacer retroceder el carro y corregir lo
    que está ya impreso en una línea. Algunas
    máquinas llevan un dispositivo para ajustar el teclado al
    tacto del mecanógrafo.

    Evolución de la Máquina de
    Escribir

    Las máquinas de escribir no se generalizaron
    hasta el siglo XX, aunque la Primera patente para una
    máquina de esta clase fue concedida alrededor del
    año 1714. Esta máquina de escribir, que fue
    inventada por un inglés,
    no recibió aplicación práctica.

    Al principio, las máquinas de escribir se
    patentaron como mecanismos para ayuda de los ciegos. La patente
    de la primera máquina de escribir que se registró
    en los E.U.A, en 1829, correspondió a Guillermo A. Burt.
    Se llamó tipógrafa, pero ningún modelo suyo
    sobrevivió.

    En 1888 inventó el francés Javier Progin
    una máquina que utilizaba barras de tipo con una palanca
    de tecla para cada letra.

    Carlos Thurber, un norteamericano, patentó en
    1848 una máquina que usaba un juego de
    barras de tipos situadas alrededor de una rueda de latón.
    Esta se movía en un eje central, y el tipo entintado
    golpeaba directamente sobre el papel colocado
    debajo de la rueda. Su funcionamiento era demasiado lento para
    que dicha máquina tuviera valor
    práctico. A. E. Beach, también de los E.U.A.,
    patentó en 1856 una máquina de escribir en la que
    se empleó por la primera vez las barras de tipo dispuestas
    en forma de círculo que hacían la impresión
    sobre un centro común. El año siguiente, S. W.
    Francis registró una máquina de escribir que
    utilizaba un teclado semejante al de un piano para actuar las
    barras de tipo.

    La primera máquina de escribir práctica y
    que se podía fabricar en gran escala fue la
    obra de tres inventores americanos: Cristóbal L. Sholes,
    Samuel W. Soule y Carlos Glidden, Sholes, con la ayuda personal y
    financiera de Santiago Densmore, perfeccionó su
    máquina de escribir hasta que en 1878 adquirió
    ésta un valor
    comercial.

    Esta máquina presentaba la mayoría de los
    principios de
    la máquina moderna. Usaba un juego de
    barras de tipo montado en un eje sobre un anillo horizontal,
    accionadas por palancas conectadas, en turno, por varillas con
    las palancas del teclado. El papel se insertaba alrededor de un
    cilindro de caucho y los tipos golpeaban en una cinta entintada
    para marcar las letras en el papel. Esta máquina
    tenía carretes reversibles para la cinta, así como
    un carro movible, que se podía devolver a su lugar al
    terminar de escribir un renglón. , Un defecto de esta
    máquina, dotada sólo de letras mayúsculas,
    era que el cilindro estaba situado en forma tal, que el
    mecanógrafo no podía ver lo que estaba
    escribiendo.

    Invenciones posteriores aportaron la tecla de cambio de
    mayúsculas, mediante la cual cada una de las barras
    podía llevar la letra correspondiente tanto en caracteres
    mayores colmo en menores. Para usar una u otra bastaba elevar o
    bajar el cilindro. Francisco Wagner patentó en 1896 la
    primera máquina de escribir de acción frontal y
    visible que resultó satisfactoria, pues resolvió
    las dificultades de funcionamiento que presentaban las
    anteriores. La introducción de esta máquina estaba
    destinada a revolucionar por completo la industria de
    las máquinas de escribir.

    2)

    MÁQUINA DE COSER:

    Pocas invenciones son de una utilidad tan
    amplia y ofrecen tantas ventajas como la máquina de coser.
    Ella ha revolucionado el trabajo
    manual en las
    fábricas y en el hogar, pues la costura es una idea
    más antiguas artes domésticas.

    La primera máquina de coser fue inventada por el
    inglés
    Tomás Saint. Patentó éste en 1790 una
    máquina que poseía muchas de las características de la moderna de costura de
    cadeneta. Esta máquina estaba principalmente destinada a
    trabajos en cuero. Tenía una lezna movible, que perforaba
    agujeros por los que podía pasar el hilo. Nunca se
    utilizó, ni se benefició su inventor con
    ella.

    Bartolomé Thimonnier, un sastre francés de
    modestos recursos
    económicos, inventó, en 1830, una máquina de
    coser que se asemejaba aun más al modelo actual,
    y que empezó a tener éxito en Francia. Sin
    embargo, un grupo de
    obreros, temerosos de que la máquina los dejara sin
    trabajo, destruyeron el taller y las máquinas. Thimonnier
    murió en la pobreza.
    Mientras tanto, el norteamericano Gualterio Hunt, había
    inventado, casi simultáneamente, una máquina de
    coser que tenía una aguja curva, con el ojo en la punta.
    Esta aguja hacía pasar un hilo a través de la tela
    para formar un lazo. Por éste pasaba un segundo hilo con
    el que se formaba una costura de cadeneta. El segundo hilo era
    llevado por una lanzadera, como en las máquinas modernas.
    Hunt no logró obtener una patente. El honor de haber
    patentado, en 1846, la primera máquina de coser que
    realmente se utilizó le corresponde al norteamericano
    Elías Howe. Isaac M. Singer obtuvo una patente sobre su
    máquina de coser en 1851. No obstante, Howe
    defendió con éxito su prioridad y obtuvo el pago de
    derechos de
    invención sobre casi todos los tipos de máquinas de
    coser utilizados en aquella época.

    En 1850 patentó Alíen B. Wilson un tipo
    diferente de máquina. Hacía ésta uso de un
    gancho giratorio oscilante para coger el hilo superior, en lugar
    de la lanzadera deslizante que se usó primero. En 1856
    inventó Jacobo Gibbs una máquina que podía
    usar un solo hilo, formando una costura de cadeneta.

    Hay una gran variedad de máquinas de coser, entre
    las que se incluyen máquinas especiales para coser cuero,
    sombreros de fieltro, piezas acolchadas, botones, etc. Algunas
    máquinas tienen varias agujas, y pueden hacer un
    número de costuras paralelas,
    simultáneamente.

    Los principios
    básicos de las máquinas de coser no han sufrido
    alteraciones radicales desde las tempranas invenciones. La aguja
    con ojo en la punta, el gancho giratorio y la lanzadera
    deslizante se utilizan aún. El gancho giratorio coge el
    hilo superior y lo engarza en derredor del inferior para formar
    la costura de cadeneta. La lanzadera lleva el carrete del hilo
    inferior, y pasa a través del lazo del hilo superior para
    formar la puntada. Las primeras máquinas solían
    moverse mediante una manivela o pedales, pero hoy muchas de ellas
    funcionan a motor.

    3)

    CAMARA DE FOTOS:

    En fotografía, instrumento óptico que
    se emplea para retratar personas u objetos o para obtener una
    constancia gráfica permanente de algún
    suceso.

    Los filósofos de la antigüedad
    grecorromana ya mencionan un artefacto llamado en latín
    camera obscura, que consistía en una caja enteramente
    cerrada, salvo uno de sus lados, en que había un
    pequeño agujero por donde entraba la luz. Los objetos
    del exterior situados frente a este agujero proyectaban sus
    imágenes en posición invertida sobre
    la pared opuesta.

    Si esta pared era una pantalla traslúcida, el
    observador podía ver las imágenes
    cubriendo su propia cabeza y la pantalla con un paño
    negro. En una cámara oscura del tamaño de una
    habitación podía el observador situarse dentro de
    ella y ver las imágenes
    proyectadas sobre un lienzo blanco.

    La primera descripción detallada de una
    cámara oscura data del siglo XI. En el XVI las
    descripciones de los italianos Juan Porta y Daniel Barbaro
    suscitaron gran interés
    por este artefacto, que se empezó a usar en diversas
    formas con fines meramente recreativos.

    Hoy se construyen cámaras oscuras en playas y
    parques de diversión, en forma de casetas o tiendas, en el
    centro de las cuales hay una mesa sobre la que se proyecta la
    imagen del
    panorama exterior, que un dispositivo de lentes y espejos recoge
    y refleja de modo que no resulte invertida.

    La importancia de la cámara oscura surge con su
    aplicación a la fotografía
    a fines del siglo XVIII. El descubrimiento de un método
    para que los rayos lumínicos que formaban la imagen sobre una
    superficie dejasen una huella en la misma fue la
    iniciación de la fotografía
    como ciencia. El
    aparato utilizado para esta fijación de la imagen
    tomó, naturalmente, el nombre de su antecesora.

    Cámaras Modernas

    En la actualidad se fabrican, para uso de aficionados o
    de fotógrafos
    profesionales, cámaras de diversos tipos y estilos. Las
    más comunes son las de cajón, las de fuelle, las
    cinematográficas, las de miniatura, las
    ultrarrápidas y muchas otras. A pesar de tanta diversidad,
    poseen cuatro características comunes: objetivo,
    obturador y diafragma, portapelícula y caja o
    estuche.

    El objetivo
    admite la luz y la enfoca
    sobre la película. El obturador regula el tiempo de
    exposición, o sea, el paso de la luz a
    través del objetivo o
    lente; y en acción coordinada con el funcionamiento del
    mecanismo del obturador, el diafragma regula la amplitud de la
    abertura por la que penetra la luz a la
    cámara.

    El portapelícula retiene ésta en su lugar
    de modo que la luz admitida por
    el objetivo
    produzca una "imagen" – no
    visible de momento – que aparecerá al hacerse el revelado
    de la película. La caja aloja los diversos dispositivos y
    forma la cámara oscura, a la que no llega más luz
    que la admitida en el momento de la exposición.

    El ojo humano viene a ser una cámara
    fotográfica de precisión. En esta última, la
    luz admitida por el diafragma (función similar a la del
    iris ocular) se enfoca sobre la película, que equivale en
    el caso del ojo a la retina; del mismo modo, la misión del
    objetivo de la
    cámara es análoga a la del cristalino del
    ojo.

    El Objetivo

    La obtención de una buena fotografía
    suele depender en gran parte del objetivo con que cuente la
    cámara. El vidrio de la
    lente deberá ser fino, de alta calidad óptica,
    a fin de que la imagen resulte
    definida y clara. El objetivo de menisco sencillo es el
    más simple de los que se usan en las cámaras para
    aficionados, ya que consta de una sola lente. Pero hay otros
    más complicados, como los que suelen llevar las
    cámaras de mayor precio, que
    emplean toda una sede de lentes, no siendo extraño que su
    número llegue a pasar de siete. Las lentes modernas para
    cámaras finas están recubiertas con fina capa
    microscópica (0,0068 mm.) de fluoruro de magnesio que
    contribuye a reducir la reflexión de la luz. No
    sólo se consigue con esto que pase mayor cantidad de luz a
    través de la lente, sino que, además, se logra
    mayor claridad y precisión en la fotografía.

    Diafragma, Obturador y Dispositivo de Enfoque

    Lo que en realidad se quiere dar a entender cuando se
    habla de un objetivo de tal o cual luminosidad es la capacidad de
    su lente o lentes para recoger la luz. Dicha capacidad se rige
    por dos factores: el diámetro de la lente y la distancia
    focal (del objetivo a la película). Esto último es
    muy importante para la transmisión de la imagen a la
    película, dado que la intensidad de la luz disminuye al
    aumentar la distancia a que se encuentra la fuente luminosa, es
    decir, el objetivo.

    Las marcas que suelen
    verse en los objetivos de
    las cámara, por ejemplo, f/2, f/4,5, etc., indican su
    luminosidad. Así, f/2 significa que la distancia focal es
    el doble del diámetro de la abertura máxima del
    objetivo. Esto equivale a decir que la distancia que media entre
    la lente y la película es dos veces mayor que el
    diámetro de la abertura del objetivo cuando se enfoca
    éste para captar imágenes
    de cosas distantes. De ordinario, un objetivo f/4,5 ó
    mayor, es considerado rápido, teniéndose por lento
    uno de f/11 ó f/16, que son los usuales en las
    cámaras de cajón.

    Habiendo luz solar brillante no es menester toda la
    luminosidad de un objetivo rápido; así, las
    cámaras que lo tienen llevan también un diafragma
    que permite disminuir la entrada de luz. Por consiguiente, cuando
    hay luz intensa, se reduce la abertura del diafragma antes de
    tomar la fotografía; en días sin sol, o en
    interiores, se abre para que admita más luz.

    El término de abertura del obturador de la
    cámara debe ser de gran precisión y, en la mayor
    parte de los casos, de extraordinaria brevedad. En las
    cámaras de cajón el obturador suele ser una simple
    plaquita de metal, mientras que en las más finas
    está constituido, bien por una serie concéntrica de
    delgadas hojas de acero, movidas
    por un sistema de
    engranajes tan complicado como el mecanismo de un reloj, bien por
    una pantalla o cortina situada ante la película que se
    descorre en el momento de la exposición mediante un
    preciso sistema de
    muelles. Con tal dispositivo, en lugar de contarse con una sola
    velocidad para
    tomar instantáneas, como ocurre con las cámaras de
    cajón, se tienen ocho o más velocidades, que pueden
    variar desde un segundo hasta 1/1.000 de segundo.

    De ordinario, las instantáneas que toman al
    aire libre los
    aficionados sólo requieren una velocidad del
    obturador de 1/50 de segundo.

    Pero si el objeto que se va a fotografiar se encuentra
    en movimiento,
    habrá que aumentar considerablemente la rapidez de
    acción del obturador, pues de lo contrario la
    fotografía resultará "movida". La razón es
    muy sencilla: cada movimiento del
    objeto se reproduce en la película; en consecuencia,
    mientras menos tiempo permanezca
    abierto el obturador menos movimiento de
    la imagen se registrará en la película.

    Hay tres factores que influyen grandemente en la
    eficacia con
    que funcione el obturador:la dirección en que el objeto se mueve en
    relación con la ubicación de la cámara;
    la

    velocidad con que éste se mueve y, finalmente, la
    distancia a que se encuentra el objeto en el momento en que se
    toma la fotografía. En el primer caso es fácil
    comprender que se necesitaría una acción
    rapidísima del obturador para fotografiar de lado un
    automóvil en plena carrera, a su paso frente a la
    cámara; en cambio, la
    rapidez del obturador podría ser mucho menor si la
    fotografía se tomara de frente, esto es, cuando el
    vehículo avanza en dirección a la cámara. Respecto al
    segundo factor, es evidente la influencia que ejerce la velocidad con
    que se mueve el objeto, y no requiere explicación. La
    importancia del tercer factor, o sea la distancia, se
    acentúa a medida que ésta es menor. Así, por
    ejemplo, se podrá fotografiar con una cámara de
    obturador lento un avión que evolucione en el espacio, mas
    no en el momento del despegue o del aterrizaje, en que la
    distancia a que se encuentra el avión de la cámara
    es mucho menor.

    En las cámaras más finas se logra mayor
    precisión en los detalles, ya sea que el objeto se
    encuentre cerca o lejos, mediante un dispositivo de enfoque. En
    cada graduación de este dispositivo sólo queda
    enfocada con precisión una zona determinada y bastante
    reducida. Así, por ejemplo, si el dispositivo ha sido
    graduado para un enfoque a 3 ms., la lente proyectará
    sobre la película una imagen más o menos bien
    definida únicamente de aquello que se encuentre alejado
    del obturador de 2,40 a 4,20 ms. Fuera de esta zona, lo
    demás aparecerá un tanto impreciso, es decir, fuera
    de foco. Sin embargo, con un diafragma iris ajustado de manera
    que la abertura sea más pequeña, se logra que la
    zona de enfoque aumente considerablemente. En el caso citado
    podrían cambiarse los límites a 1,80 y 6,90 ms. La
    amplitud de esta zona de enfoque se reduce a medida que va siendo
    mayor la abertura del objetivo y, también, a medida que se
    acorta la distancia entre el objeto y la cámara. Por ello,
    cuando se toman fotografías a muy corta distancia con
    bastante abertura del objetivo, conviene determinar con cuidado
    la distancia precisa a que se encuentra el objeto y regirse por
    ella al graduar el dispositivo de enfoque.

    Algunas cámaras van provistas de
    telémetros acoplados a este dispositivo. Otras, entre
    ellas las llamadas de reflexión y las que usan los
    fotógrafos
    profesionales, cuentan con pantallas de vidrio esmerilado
    que permiten ver previamente la imagen que se proyectará
    sobre la película, a fin de cerciorarse de que se ha hecho
    un enfoque correcto.

    4)

    AVION:

    Vehículo aéreo más pesado que el
    aire que se
    utiliza para transportar personas o carga. Se mueve por
    acción de hélices o motores de
    retropropulsión, y se sustenta por efecto de la resistencia del
    aire a ciertas
    superficies rígidas.

    El hombre
    trató desde tiempos remotos de imitar el vuelo de las
    aves.
    Creyó al principio que bastaba con proveerse de alas e
    ideó máquinas a las que llamó
    ornitópteros.

    Ninguna de ellas dio el resultado apetecido, y no fue
    sino hasta mediados del siglo XVIII que principiaron a
    construirse máquinas capaces de desplazar más
    aire que el
    equivalente a su peso, logrando así elevarse del suelo.

    Pero la utilidad de estos
    artefactos (globos y dirigibles) es limitada. La historia de la
    aviación de hoy es la de los aparatos más pesados
    que el aire.

    Fundamentalmente, los aparatos más modernos de
    este tipo siguen construyéndose con base en los mismos
    elementos que permitieron a los hermanos Wright y a Alberto
    Santos Dumont realizar los primeros vuelos prácticos a
    principios del
    siglo XX: alas que soportan el peso del aparato y su carga, y las
    superficies de cola que sirven para darle equilibrio y
    dirección. Mediante controles apropiados se
    hace variar la posición de algunas superficies para que el
    aparato suba, baje o vire en un sentido u otro.

    Cómo vuela el aparato

    El avión está provisto de clásico
    motor alternativo
    de hélice avanza por la tracción de ésta. La
    fuerza
    sustentadora radica en la forma de sus alas, en lo que
    técnicamente se designa como el "perfil de ala". Esta
    tiene una cara curva, la superior, y otra plana o casi
    plana.

    Cuando se mueve el aire en torno al ala,
    debe hacerlo de tal modo que si dos partículas se separan
    en el borde anterior deben encontrarse en el borde posterior al
    mismo tiempo. Puesto
    que la cara superior es de curvatura, y por tanto superficie,
    mayor que la inferior, la partícula que la recorre
    describe una trayectoria más larga que la otra y en el
    mismo tiempo,
    ésto es, con mayor velocidad.

    Existe un principio aerodinámico según el
    cual a ese aumento en la velocidad
    corresponde una disminución de la presión y, por
    tanto, en el caso del ala, un efecto de succión hacia
    arriba.

    Para ilustrar este principio, piénsese en
    cómo funciona un pulverizador, Por encima de la boca del
    tubo vertical que comunica con el líquido se hace pasar
    una corriente rápida de aire, y el efecto de
    succión hace que suba el líquido y salga mezclado
    con el aire.

    A primera vista puede parecer que un impulso de este
    tipo no es lo suficientemente vigoroso para sustentar el
    avión. Debe tomarse en cuenta, sin embargo, que dicha
    fuerza
    está actuando sobre toda la gran superficie de un ala y,
    además, que la gran velocidad del avión da lugar a
    un empuje realmente notable por unidad de superficie.

    En el caso de un avión con motor a
    reacción el principio de sustentación es
    idéntico, pero debido a la velocidad muy superior que le
    imprime aquel las alas pueden ser de superficie mucho menor;
    así actúan, primordialmente, como órganos de
    equilibrio
    para estabilizar el aparato.

    Un motor de
    propulsión a chorro expulsa los gases a tal
    velocidad que el impacto contra el aire es violentísimo,
    tanto que, por reacción, el avión es impulsado en
    la dirección opuesta a una velocidad
    extraordinaria, ya que el principio físico de la
    acción y la reacción establece que a todo impulso
    en un sentido corresponde otro igual y contrario.

    5)

    SUBMARINO:

    Buque construido para navegar bajo la superficie del
    agua, aun
    cuando también puede hacerlo en la superficie misma, El
    empleo de este
    tipo de buques está reservado universalmente a las marinas
    de guerra, pues
    son, esencialmente, unidades de ataque. Durante las dos guerras
    mundiales ocurridas durante la primera mitad del siglo XX los
    submarinos de los países beligerantes tuvieron una activa
    participación en las operaciones
    destinadas a interrumpir el tráfico marítimo.
    Muchos buques mercantes fueron echados a pique, víctimas
    de los torpedos disparados por los submarinos y aun llegaron a
    registrarse hundimientos de grandes acorazados.

    El submarino ha demostrado ser útil para ejecutar
    operaciones de
    índole variada. Así, por ejemplo, ha
    desempeñado servicios de
    vanguardia de
    una flota, sembrado campos de minas en lugares
    estratégicos de los mares, desembarcado patrullas de
    sabotaje, salvado aviadores caídos en el mar y aun
    efectuado exploraciones bajo las gruesas capas de hielo de las
    regiones polares.

    Historia

    Las primeras noticias que se tienen acerca de
    embarcaciones ideadas para navegar bajo la superficie del
    agua datan del
    siglo XVI. En 1580, Guillermo Bourne, oficial de la armada
    inglesa, dio a conocer su diseño
    de un buque submarino. Se trataba de un barco de madera
    provisto de una armazón, revestida de cuero, que
    servía de cubierta hermética; una vez sumergido el
    buque, debía ser propulsado desde el interior por medio de
    remos. Un ingenioso arreglo permitía plegar los lados, a
    manera de fuelle, con objeto de reducir el volumen de la
    embarcación a fin de poder
    sumergirla. La idea de Bourne no pasó de proyecto hasta el
    año de 1605 en que otro inglés,
    Magnus Pegelius, la llevó a la práctica, pero sin
    éxito. El barco construido por Pegelius quedó
    sepultado en el fango del lecho del Támesis al intentarse
    la primera prueba. Correspondió a un médico
    holandés, Cornelio de Drebel, la distinción de
    haber sido el primer hombre que
    navegó en un submarino. En un barco que construyó
    en 1620, semejante al de Bourne, realizó con éxito
    repetidas pruebas en el
    Río Támesis, maniobrando sin dificultad sumergido a
    profundidades hasta de cinco metros. A pesar de la curiosidad
    demostrada por el público que presenció las
    pruebas, el
    gobierno inglés
    no tuvo interés
    alguno en investigar las perspectivas que pudiera ofrecer el
    nuevo invento y el asunto permaneció casi
    olvidado.

    En los primeros años del siglo XVIII
    renació en Inglaterra el
    interés
    por los submarinos y para 1727 ya se habían patentado no
    menos de 14, de distintos tipos. En un artículo publicado
    en 1747 en la revista
    Gentleman's Magazine, un inventor anónimo sugirió
    que se emplease como lastre agua encerrada
    en botas hechas con piel de cabra;
    llenándolas con agua, se
    sumergía el submarino, y ascendía a la superficie
    cuando se expulsaba el líquido por una válvula
    situada en el fondo del buque. Esta idea es básicamente la
    misma que se aplica hoy en la construcción de submarinos que llevan
    tanques de lastre.

    Las dificultades para resolver los múltiples
    problemas de
    hidráulica y de mecánica, sumadas a la arraigada
    convicción general de que el submarino jamás
    llegaría a ser un medio práctico de
    navegación, fueron causa de que se retardara su adopción
    por las marinas de guerra por lo
    menos otros 100 años.

    El primer intento de usar un submarino para atacar a un
    buque de guerra tuvo
    lugar en América, en 1776, durante la guerra de
    independencia
    de los E.U.A. Encontrándose anclada en la bahía de
    Nueva York la fragata inglesa Eagle, los norteamericanos se
    propusieron hundirla con ayuda de un pequeño submarino, de
    un solo tripulante, inventado por David Bushnell.

    El plan
    consistía en llegar, bajo la superficie del agua, hasta el
    casco del buque, colocar de alguna manera una mina rudimentaria
    hecha con pólvora, la que se haría estallar
    mediante un detonador de tiempo. El
    plan
    fracasó debido a que las gruesas planchas de cobre del
    casco no permitieron que el intrépido "dinamitero" lograra
    acoplar al costado del buque la mina y ésta fue a dar al
    fondo del mar.

    Roberto Fulton también realizó experimentos con
    un submarino construido de acero (el
    Nautilus), el cual era muy superior 4 todos los que hasta esa
    época se habían probado. El submarino de Fulton
    exhibía rasgos avanzados.

    En la parte superior llevaba una escotilla que
    servía como torre de vigía; como lastre empleaba
    agua y su forma ovoide, alargada, se adoptó después
    en definitiva, Para la propulsión en la superficie iba
    provisto de un mástil y una vela que se abatían
    antes de la inmersión.

    Bajo la superficie, la propulsión se lograba
    accionando a brazo un mecanismo que hacía girar una
    hélice. Contaba además con un depósito de
    aire comprimido que servía para ir renovando el aire
    viciado. A pesar de su empeño, Fulton no consiguió
    interesar en su invento a los gobiernos de Francia,
    Inglaterra o de
    los E.U.A.

    Esto ocurría en 1801. En la segunda mitad del
    siglo XIX otros países, entre ellos España,
    Francia,
    Suecia y Rusia, se sumaron a los que venían realizando
    ensayos con
    submarinos.

    El Submarino Moderno

    Con el advenimiento de la era de la electricidad se
    creyó que se podía solucionar el principal
    obstáculo que presentaban los submarinos: la falta de un
    medio de propulsión eficaz. En 1886, los ingleses Campbell
    y Ash construyeron el primer submarino equipado con motores
    eléctricos alimentados por acumuladores (PILAS Y
    ACUMULADORES). A pesar de que los acumuladores se descargaban en
    poco tiempo, el radio de
    acción era de 125 kms.

    Otro inventor, el norteamericano J. P. Holland, que ya
    en 1875 había presentado un submarino bastante avanzado,
    logró al fin, en 1895, que la armada de los E.U.A, le
    encomendara la construcción de uno. Hizo entrega de
    él en 1900 y la nave recibió el nombre de Plunger
    al ser abanderada y entrar en servicio.

    Los submarinos modernos tienen un doble fondo y en el
    espacio intermedio se alojan los depósitos de agua de
    lastre. Para la inmersión de la nave se llenan estos
    depósitos con agua del mar y para el ascenso a la
    superficie se expulsa el agua por
    medio de aire comprimido.

    El interior del submarino está dividido en
    compartimientos comunicados por puertas que cierran
    herméticamente. La dirección se gobierna con timones
    horizontales y verticales. Sumergido el submarino, la
    visión de los objetos que están por encima de la
    superficie del mar se efectúa con ayuda de un periscopio.
    Lleva por lo general diez tubos lanzatorpedos (seis a proa y
    cuatro a popa), y una dotación de 24 torpedos. Para la
    propulsión en la superficie cuenta con cuatro motores diesel
    que en conjunto desarrollan 6.400 c.f. Lleva también
    cuatro generadores, cuatro motores
    eléctricos y dos juegos de
    acumuladores.

    En años recientes se ha logrado aprovechar la
    energía atómica en la propulsión de
    submarinos. Algunos de los países más adelantados
    en esta materia, o
    sean los E.U.A. y la U.R.S.S., parecen ser los únicos que
    han podido poner en práctica este proyecto, sobre
    el cual se guarda la mayor reserva. A fines de 1960 la armada
    norteamericana contaba con una docena de submarinos de este tipo
    y tenía una veintena en construcción.

    6)

    BICICLETA:

    Vehículo dotado de dos ruedas iguales, la trasera
    impulsada por una transmisión de cadena accionada por
    pedales, cuyo uso se ha hecho casi universal, ya sea con fines
    deportivos ya como medio de locomoción. Aprender a
    servirse de ella requiere cierta habilidad: hay que guardar el
    equilibrio, lo
    que no se logra hasta que, a base de práctica, se aprende
    a contrarrestar la fuerza de la
    gravedad con la fuerza
    centrífuga y la inercia desarrolladas por la bicicleta
    debido al impulso que se le da con los pedales.

    Tuvo origen en un invento dado a conocer en Inglaterra, en
    1818, por el barón Drais de Sauerbronn, de nacionalidad
    alemana. El vehículo que éste introdujo
    recibió el nombre de draisiana. Se trataba del
    perfeccionamiento del invento de un fotógrafo
    francés, José Nicéforo Niepce, y es sin duda la
    verdadera precursora de la bicicleta moderna. Las dos ruedas de
    la draisiana se hallaban conectadas por una pieza de madera. El
    ciclista descansaba parte de su peso en un soporte de madera que
    había delante, y avanzaba impulsándose en el
    suelo
    alternadamente con ambos pies. Se guiaba el aparato con el
    manubrio de la rueda delantera, que estaba provista de un eje en
    pivote. Era un artículo costoso y, aunque se puso de
    moda entre las
    personas elegantes y amigas de novedades, no estaba al alcance de
    las de recursos
    limitados.

    El interés
    por dicha máquina se extendió por toda Europa, mas poco
    después quedó olvidada.

    Luego, allá por el año de 1840, un
    escocés llamado Kirkpatrick Macmillan obtuvo una draisiana
    y le puso cigüeñas en el eje de la rueda
    trasera.

    Dichas cigüeñas las conectó mediante
    varillas de transmisión con los pedales del
    frente.

    Si bien consta en los registros que
    Macmillan fue arrestado por conducir su vehículo con
    "vertiginosa velocidad" por los caminos, su invento no tuvo
    repercusiones. Lo que es más, otra persona obtuvo el
    galardón.

    En el año de 1868 se comenzó a llamarlo
    biciclo. Posteriormente se adoptó el término
    bicicleta. En 1865 el francés Pedro Lallement puso
    cigüeñas y pedales en la rueda anterior de un
    velocípedo muy similar a la draisiana.

    La Bicicleta "Ordinaria"

    Poco después apareció la bicicleta llamada
    "ordinaria", que constituía un nuevo tipo. En su curso
    evolutivo la rueda delantera, originalmente del mismo
    tamaño que la rueda posterior, se hizo más y
    más grande. Esto significaba que con una vuelta de los
    pedales, fijos al eje de dicha rueda, el avance de la bicicleta
    era mucho mayor. En algunos modelos el
    diámetro de la rueda del frente era de 1,50 m. o
    más, mientras que el de la trasera era sólo de unos
    30 cms. El ciclista se hallaba encaramado en un asiento alto,
    instalado sobre la rueda delantera, y salía a menudo
    disparado por encima del manubrio.

    Esto se debía al poco peso de la rueda trasera,
    que no era suficiente para dar estabilidad del
    vehículo.

    Bicicletas más seguras

    Con la aspiración de hacer menos peligroso el
    ciclismo se construyó en los E.U.A. una bicicleta a la que
    se llamó Star. La propulsión se ejercía por
    medio de una rueda trasera de gran tamaño, mientras la
    delantera era pequeña y se empleaba únicamente para
    darle dirección. Con todo, no desaparecieron totalmente
    los peligros hasta fabricarse en 1885 la llamada "bicicleta de
    seguridad", en la
    que las dos ruedas eran del mismo tamaño y el
    sillín estaba situado ligeramente hacia adelante con
    relación a la rueda posterior. Los pedales se hallaban
    unidos al cuadro de un modo apropiado y la fuerza se
    trasmitía de los pedales a la rueda trasera por medio de
    una serie de dientes y de una cadena.

    Mediante el aumento del diámetro de la rueda
    dentada de los pedales, de manera que excediera al
    correspondiente a la rueda de la cadena instalada en la rueda
    trasera de la bicicleta, se logró que ésta avanzara
    con cada vuelta de los pedales tanto como si se contara con una
    enorme rueda delantera.

    A estos cambios básicos siguieron
    rápidamente otros: en 1888, J. B. Dunlop, cirujano
    irlandés, obtuvo la patente de llantas neumáticas.
    Es interesante observar que varias invenciones hechas para
    mejorar la bicicleta contribuyeron a hacer posible el
    automóvil.

    Entre estos inventos se
    cuentan los engranajes variables, la
    rueda libre y el freno de pedal.

    Los engranajes variables se
    comportan de modo similar a los cambios de velocidad de los
    automóviles y se regulan por medio de una palanca en el
    manubrio. Se usan mucho en Europa,
    particularmente en regiones montañosas. Tienen la ventaja
    de que el ciclista puede utilizar los engranajes de baja
    velocidad para subir pendientes, o como freno en fuertes
    declives.

    El mecanismo de rueda libre es similar al del
    automóvil. El freno de pedal permite la marcha en
    vacío o de rueda libre cuando la bicicleta avanza, sin
    pedalear, a cierta velocidad.

    Al comenzar a mover los pedales en retroceso se presiona
    tina zapata contra el tambor del freno, con lo cual se disminuye
    la velocidad.

    El ciclismo no tardó en convertirse en el
    deporte favorito
    de todas las clases
    sociales.

    También se hizo popular la bicicleta
    tándem, con dos o más sillines, uno detrás
    del otro, en que se sentaban varias personas y pedaleaban a la
    vez. En todas partes se fundaron clubes de ciclismo y se
    organizaron diversas competencias.

    En 1900, E. Hale estableció un récord de
    resistencia al
    recorrer 52.286 kms. en 313 días. Y un ciclista
    francés, en 1928, recorrió en una prueba, realizada
    en París, 124 kms.

    en una hora. Hay que considerar, sin embargo, que esta
    hazaña se realizó en una pista especial y
    detrás de un automóvil que rompía la
    resistencia
    del aire. Con el advenimiento del automóvil
    desapareció en algunos países el interés
    por el ciclismo, pero retomó posteriormente. Cuando se
    limitó el uso del automóvil, con motivo de la segunda guerra
    mundial, hubo una demanda sin
    igual de bicicletas.

    Las carreras en que participan ciclistas profesionales
    generalmente despiertan gran interés y atraen a numeroso
    público.

    7)

    LÁMPARA ELÉCTRICA Y LINTERNA:

    Colocando una luz en una caja protectora se la puede
    llevar fácilmente y proteger del viento y la lluvia. A esa
    caja o recipiente se la llama linterna. La palabra griega que
    designaba este objeto era lampter, que significa "lámpara"
    o "antorcha". La palabra latina, lanterna, es casi igual a la voz
    castellana linterna. Tanto la lámpara como la linterna son
    utensilios a que se recurre para alumbrar.

    Lámparas Antiguas

    Cuando el hombre
    primitivo comenzó a servirse del fuego no tardó en
    descubrir que algunas sustancias ardían mejor que otras.
    Un nudo de madera de
    pino, por ejemplo, ardía bien y daba luz brillante. Cuando
    puso carne al fuego observó que las gotas de grasa
    chisporroteaban brillantemente en las llamas.

    Probablemente de esta observación provino la idea de hacer una
    lámpara. Encontró piedras de forma parecida a
    platillos, las llenó con grasa animal derretida e
    ideó un pabilo o mecha que hizo de musgo o materiales
    semejantes.

    El pabilo quedaba empapado de grasa derretida y
    ardía con una llama débil y humeante.

    Los esquimales queman todavía hoy, para
    alumbrarse, grasa de foca en recipientes planos de
    piedra.

    Las lámparas más antiguas
    consistían en platos no muy hondos en que ardían
    aceite o grasa. En el interior de las casas no era necesario
    proteger del viento y la lluvia la llama de estas
    lámparas. Pero cuando se sacaban al aire libre se
    hacía necesario colocarlas en recipientes que resguardaran
    la llama de las corrientes de aire. Estos recipientes protectores
    debían contar con agujeros o ventanas que dejaran pasar la
    luz para que la lámpara siguiera cumpliendo su
    propósito de alumbrar. Así nació la
    linterna: se trataba de una lámpara portátil
    susceptible de sacarse o llevarse al aire libre sin que se
    apagara.

    Las lámparas de grasa y aceite se perfeccionaron
    lentamente, a medida que se descubrían mejores
    combustibles. Se refinaron las grasas de los animales; se
    cazaron ballenas para obtener aceite de alumbrado; se
    recurrió a aceites vegetales, como el de oliva y, por fin,
    se utilizaron, a mediados del siglo XIX, el
    petróleo y algunos de sus productos. El
    que se generalizó más de éstos fue la
    querosina.

    De entre todos los medios de que
    el hombre de
    épocas pasadas se valió para alumbrarse ninguno
    quizá tuvo más importancia que la vela. Se
    hacían las velas con grasa animal que se ponía
    alrededor de un pabilo. El sebo fue una de las grasas preferidas.
    Después se advirtió que la cera de abeja
    ardía mejor, aunque tenía el inconveniente de ser
    escasa y cara. Más tarde se recurrió a la parafina,
    que es un derivado del petróleo.
    La vela se utilizó también como fuente de luz en
    las linternas.

    Evolución de la Linterna

    La parte protectora de las más antiguas y burdas
    linternas consistía simplemente en una caja con ciertas
    perforaciones que dejaran pasar la luz. Para que el viento o la
    lluvia no apagaran la llama era preciso que dichas perforaciones
    fueran pequeñas, lo que se resolvía en que la
    utilidad de la
    linterna como medio para alumbrar fuera muy relativa.

    Se imponía, pues, que las aberturas pudieran ser
    mayores, pero se imponía también cubrirlas con algo
    que impidiera el paso del viento o la lluvia. No se había
    inventado aún el vidrio.
    Recurrió el hombre a
    algunos otros materiales que
    la naturaleza le
    brindaba, como delgadas láminas de cuero. Los chinos
    idearon proteger la llama con faroles de papel, origen de los
    conocidos farolillos que todavía se usan sobre todo con
    propósitos ornamentales.

    La invención del vidrio
    permitió perfeccionar la linterna y a medida que el
    vidrio fue siendo
    más barato fue desplazando a los otros materiales.
    Con trozos de vidrio plano se cerraban las ventanas o aberturas
    que se dejaban en las linternas. Algunas de éstas
    solían utilizarse para colgar de postes adecuados o
    colocar en las paredes.

    El uso de combustibles líquidos, como la
    querosina, permitió perfeccionar también los
    quemadores. Se fabricaron de latón, por ejemplo, capaces
    de utilizar una mecha tejida de algodón que puede bajarse
    y subirse a voluntad con el fin de regular la intensidad de la
    luz. Y en torno de este
    quemador se puso un tubo de vidrio para defender la llama de las
    corrientes de aire, que servía también como
    chimenea. El calor de la
    lámpara causaba un tiro de aire. Debido a este tiro
    ascendente penetraba más aire en el quemador. Como la
    llama se alimenta del oxígeno del aire, esta chimenea
    contribuía, además, a que la llama ardiera con
    mayor brillo.

    Hay linternas más modernas que emplean gasolina
    como combustible y que están dotadas de un quemador que
    calienta una caperuza especial. Esta cuelga del quemador y cuando
    se la enciende arde y deja una ceniza menuda. Esta ceniza luce
    brillantemente cuando la calienta la llama. En los lugares donde
    no se cuenta con electricidad, las
    linternas de gasolina proporcionan un alumbrado muy superior al
    que se obtiene de lámparas de querosina o de
    velas.

    Hay también las llamadas linternas sordas en las
    que, por lo común, la luz va oculta dentro de una caja
    dotada de una puerta o ventana que puede abrirse para dejarla
    pasar cuando así se desea. Y existe la linterna
    mágica, que es un aparato mediante el cual se pueden
    proyectar imágenes
    amplificadas sobre una pantalla adecuada. La linterna
    mágica puede considerarse el antepasado inmediato del
    proyector de cine.

    Evolución de la Lámpara

    Es muy grande la diferencia que existe entre las
    modernas lámparas eléctricas, que a la vez que
    alumbran constituyen un elemento decorativo, y el rudimentario
    utensilio empleado por los griegos para alumbrarse 400
    años antes de la era común.

    Durante siglos fueron pocas las modificaciones que se
    hicieron a las lámparas primitivas, que consistían
    sólo en un recipiente de barro cocido, mármol,
    piedra o metal donde se ponía el aceite en que se
    sumergía la mecha. En la Edad Media
    empezaron a usarse lámparas de cobre y de
    hierro, tanto
    portátiles como de otros tipos, que se suspendían
    del techo por medio de cadenillas y que fueron las precursoras de
    las vistosas arañas que en épocas posteriores se
    introdujeron para alumbrar y adornar los salones espaciosos. En
    el Renacimiento
    continuaron en boga las lámparas colgantes. Se fabricaron
    entonces también de latón.

    Ya en pleno siglo XVIII aparecieron las primeras
    lámparas con quemador que permitía subir o bajar la
    mecha a voluntad. Más tarde, un francés de apellido
    Quinqué discurrió emplear un tubo de vidrio para el
    tiro. Así se creó el quinqué.

    El perfeccionamiento de los mecheros realizado en los
    primeros años del siglo XIX contribuyó a la
    eficacia de
    las lámparas de aceite usadas en los faros. Dichas
    lámparas continuaron en uso hasta la introducción
    del gas de hulla, que
    permitió eliminar el uso de la mecha. Hacia el año
    1880 Auer introdujo la lámpara de caperuza de que ya se
    habló.

    Si bien con la disponibilidad de mejores combustibles se
    hicieron de uso mucho más práctico las
    lámparas, seguían éstas presentando
    inconvenientes y representando peligros que la electricidad vino
    a eliminar. La evolución de la lámpara ha
    continuado y, en años crecientes, han aparecido las
    lámparas eléctricas de luminiscencia, tales como
    las de neón, vapor de mercurio, vapor de sodio,
    etc.

    Anónimo

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter