La mayoría de los historiadores y
geógrafos
está de acuerdo en que existen dos unidades
geográficas diferenciables: la América
anglosajona y América
Latina. Las diferencias fundamentales entre ambas
están determinadas por aspectos lingüísticos,
históricos, culturales, sociales y políticos.
Mientras el territorio que comprende la América
anglosajona fue conquistado y colonizado -esencialmente- por
ingleses, franceses y otros grupos
provenientes del centro y norte de Europa, el
territorio de la América
Latina fue colonizado -en su mayoría- por
españoles y Portugueses. Esto marcó diferencias de
lenguaje: en
la anglosajona, predomina el inglés;
en la latina, predominan el español y el portugués.
Junto con la herencia cultural
que determina el lenguaje,
también, se manifiestan diferentes visiones del mundo,
actitudes y
creencias, que generan diferencias con la parte que se denomina
anglosajona. A esta América
diferente, los historiadores y geógrafos le han
designado el nombre de América
Latina como una manera de establecer los rasgos distintivos
entre una y otra América.
Con gran frecuencia, se tiende a definir a América
Latina de acuerdo a consideraciones de tipo
geográfico. Por esta razón, algunos destacan que
América
Latina es el conglomerado de países que componen
México,
América
Central (incluyendo Belice) América del Sur incluyendo
Brasil y las
Guyanas y algunas islas del Caribe, tales como Cuba, La
Española y Puerto Rico. De
hecho, la inclusión de países como Belice, las
Guyanas y otras islas del Caribe no hispano en el entorno
latinoamericano, ha sido significativamente cuestionada entre
algunos historiadores, porque éstas presentan características que rompen con los patrones
que -generalmente- se utilizan para justificar la unidad
latinoamericana. Belice (Honduras Británica) fue colonia
inglesa, y su idioma oficial es el inglés,
el cual no proviene del latín ni se constituye como
herencia de
una cultura
latina. Esta peculiaridad -también- es compartida por casi
todas las Antillas Menores, las Bahamas, Jamaica y Guyana.
Además, se unen a este grupo Aruba y
Surinan, en donde se habla varios idiomas, con predominio del
holandés. Sin embargo, su posición
geográfica, su población y muchas formas de conducta cultural
las acercan al conglomerado de los países
latinoamericanos.
Sin embargo, podemos señalar que la
definición más generalizada destaca que
América Latina es un continente que posee una
tradición, historia, lengua,
cultura y
religión
comunes, y cuya característica más significativa es
el mestizaje. El término "América Latina"
apareció por primera vez en 1836, en Francia. Fue
acuñado por el francés Michel Chevalier, con
el fin de establecer las diferencias, en aquellos momentos, entre
América del Norte y América del Sur. El uso del
término se expandió rápidamente, y fue
aceptado por los recién independizados territorios
latinoamericanos, pues representó el reconocimiento de una
América distinta de España,
Europa y los
Estados Unidos
de América. Por diversas motivaciones e intereses,
España
no aceptó la utilización del concepto, y
prefirió continuar utilizando los términos
Hispanoamérica e Iberoamérica para referirse
a lo que hoy denominamos América Latina. Sin embargo, para
los latinoamericanos, la utilización del concepto ha
servido, hasta nuestros días, como elemento aglutinador,
es decir, como elemento que ha dado unidad e identidad a un
pueblo. Desde 1836 hasta el presente, sus alcances se han ido
ampliando, y alude a una realidad mucho más abarcadora que
la diferenciación entre América del Norte y
América del Sur.
En resumén podemos decir que
Hispanoamérica es el nombre que se da al conjunto
de naciones americanas que hablan español e
Iberoamérica el nombre con el que se denomina a la
parte de América colonizada por España y
Portugal.
Las nociones de libertad y
nacionalismo
surgieron, en América Latina, para fines del siglo XVIII.
Antes de la independencia,
el pueblo latinoamericano adquirió conciencia de las
diferencias existentes entre las metrópolis y los
territorios coloniales, y, con esta toma de conciencia,
comenzó a manifestarse el sentimiento patrio y de identidad
nacional. El concepto libertad
adquirió gran significado con el nacionalismo,
y la lucha por la libertad y la
preservación de la identidad
nacional se convirtieron en los estandartes de los pueblos
latinoamericanos. El incipiente nacionalismo
contribuyó, pues, a cuestionar el orden colonial
prevaleciente. Estas posiciones de las colonias engendraron
serias divergencias con las metrópolis, lo que
contribuyó a allanar la ruta hacia la independencia.
En el proceso de
lucha, las colonias vieron surgir un gran número de
figuras heroicas que dejaron su huella en el desarrollo de
una nueva identidad
nacional. Los criollos, respaldados por mestizos, mulatos e
indios, lograron sustituir los poderes metropolitanos, y
asumieron el mando. El reto mayor fue lograr la integración de los nuevos estados
recién creados, pero para esto era necesario algo
más que un fuerte deseo de libertad.
LA INFLUENCIA DE
LA
ILUSTRACION, LA GUERRA DE
INDEPENDENCIA
DE ESTADOS
UNIDOS Y LA REVOLUCION
FRANCESA
Las ideas de la Ilustración, la Guerra de
Independencia
de Estados Unidos
y la Revolución
Francesa ejercieron gran influencia en los territorios
coloniales de España en
América. Gracias a la Enciclopedia de Diderot, las
ideas de la Ilustración fueron muy estudiadas entre los
sectores educados de Latinoamérica, en especial, por
miembros del clero y la burguesía criolla de
Hispanoamérica. En estos sectores sociales, las ideas de
libertad,
igualdad,
progreso y soberanía entre otras corrientes se
difundieron rápidamente, así como las ideas de
Rousseau,
Bayle, Mostesquieu, Voltaire y
Rainal. Sin embargo, la mayoría de la población no entró en contacto con
estas corrientes de pensamiento
debido a factores como el analfabetismo
y la fuerte censura prevaleciente contra todo aquello que
representara un peligro para el Estado
colonial. No obstante, las medidas establecidas por España no
impidieron la expansión de las nuevas tendencias
filosóficas y políticas.
La Guerra de Independencia de los Estados
Unidos es ejemplo de la gran influencia que tuvieron las
ideas de la Ilustración en América. A su vez,
también, tuvo un gran impacto en el pensamiento
político latinoamericano, y sirvió de modelo para
las colonias hispanoamericanas. Por ejemplo, la
Declaración de Independencia y la Constitución de Estados
Unidos fueron los modelos para
la Constitución de Venezuela, de
1811. Latinoamérica vio a Estados Unidos
como la encarnación de la libertad y del republicanismo,
ambos, postulados de la Ilustración.
La Revolución Francesa fue otro producto de la
Ilustración. Sin embargo, por el contrario
de la Guerra de
Independencia de Estados Unidos, la Revolución
Francesa tuvo un impacto negativo en las colonias
hispanoamericanas. Su postulado de igualdad entre
todos los hombres no era compatible con los intereses
económicos de la clase criolla dominante. Estaban de
acuerdo en la igualdad entre
los miembros de su propia clase, pero no la igualdad del
criollo con los indios, negros, mestizos y mulatos. Por esta
razón, las ideas presentadas por la Revolución
Francesa no fueron bien acogidas por los sectores dominantes
de la sociedad
colonial.
Sin embargo, la Revolución
Francesa tuvo gran impacto en el Santo Domingo
francés. El ambiente
revolucionario y los cambios radicales que prevalecieron en
Francia se
hicieron patentes en la colonia, que se convirtió en
escenario de una violenta revuelta de esclavos. Como la violencia se
extendió desde Haití hasta las masas de esclavos de
Venezuela, los
criollos rechazaron con horror las doctrinas revolucionarias
francesas, y prefirieron tomar otro modelo
más cercano a sus intereses y a su territorio: el modelo
norteamericano.
PRELUDIO A LA GUERRA DE
INDEPENDENCIA: CAUSAS
La Ilustración sirvió de
justificación ideológica para las guerras de
independencia latinoamericanas, pero no fue exactamente la causa
que la originó. Varias circunstancias inciden para
provocar este acontecimiento:
- El fuerte control de
los Borbones en todos los aspectos de la vida de las
colonias. - El desarrollo
de la burocracia como
signo de centralización de las funciones
administrativas de la colonia, lo que originó la
pérdida de las libertades municipales. - La exclusión de los criollos de los cargos
públicos (con el fin de minimizar su poder). - Un desarrollo
económico fundamentado en la
dependencia. - Los altos impuestos.
- La falta de recursos para
mantener el imperio (España no tenía una adecuada
fuerza
militar y tampoco producía lo suficiente para satisfacer
las demandas y necesidades económicas de sus
colonias.).
Estas situaciones desencadenaron gran tensión y
malestar entre los distintos sectores de las colonias
hispanoamericanas. Sin embargo, los indios, los negros y los
mulatos fueron los más afectados, pues resultaron
oprimidos, además, por la clase criolla
dominante.
ANTECEDENTES DE LA LUCHA
REVOLUCIONARIA
Ante la agobiante situación social, y desde
mediados del siglo XVIII, se desarrollaron serias convulsiones
internas que pusieron de manifiesto la lucha de clases y la
decadente administración colonial. Algunos de los
movimientos más significativos son los
siguientes:
- La rebelión de los comuneros del Paraguay,
un movimiento
de origen económico y político dirigido a
combatir el poder de los
jesuitas, quienes controlaban la Economía colonial,
y regulaban el trabajo
indígena. La protección de los jesuitas hacia los
indios provocó choques con los terratenientes, quienes
querían tener dominio sobre
las tierras dominadas por los jesuitas, e interesaban tener
acceso a la mano de obra guaraní. Por esta razón,
los terratenientes se levantaron en rebelión contra el
dominio de
los jesuitas. - El lanzamiento de Clatayud, en Cochabamba, un
alzamiento mestizo y urbano contra la tributación
obligada a indios y mestizos. Aunque se estableció el
pago de tributos a
todos los sectores sociales, éste recaía
más sobre los indios. En un intento de equiparar estos
pagos, el gobierno
español determinó que los indios y mestizos,
debían pagar lo mismo. Esta acción del gobierno
colonial puso de manifiesto las diferencias sociales entre
indios y mestizos y, por esta razón, los mestizos
urbanos se alzaron contra el tributo. - El levantamiento de los hermanos Catari, un
levantamiento contra los abusos de los cobradores de tributo y
el repartimiento. - La revuelta contra la Compañia Guipuzcoana
de Caracas, un levantamiento de la aristocracia
latifundista contra el monopolio
ejercido por esta compañía, y el. control
absoluto sobre el precio de
los productos,
lo cual afectaba el desarrollo
económico de los comerciantes criollos. - El alzamiento indio de José Gabriel Tupac
Amaru, contra los abusos de la mita y del trabajo
obligatorio. Este se proclamó emperador del Perú,
y declaró abolidos los repartimientos y la mita. Los
indios en la mita tenían pésimas condiciones de
trabajo, pues ésta implicaba largas horas de trabajo con
sólo una hora de descanso. También, estaban mal
alimentados, y la coincidencia de circunstancias provocó
una. alta incidencia de mortalidad. Además, produjo el
despoblamiento de regiones indígenas, por la
emigración de trabajadores que huían de la
mita.
Todos estos alzamientos fracasaron por falta de organización técnica y de armamentos
militares.
EL CONFLICTO
POLITICO ESPAÑOL Y LA CRISIS DE
LEALTAD
La Invasión napoleónica a
España se considera la causa precipitante de la
guerra de
independencia. La invasión francesa representó
-para España- la pérdida de la unidad
monárquica ya que los reyes Carlos IV y Fernando
VII fueron obligados a abdicar la corona en favor de
José Bonaparte. Con la ocupación francesa,
el imperio español enfrentó una aguda crisis
internacional e interna: las colonias americanas reafirmaron su
lealtad al rey de España, Fernando VII, y -siguiendo el
ejemplo de España- en Venezuela,
Cuba, Puerto Rico,
Chile y otros
territorios coloniales, se establecieron juntas que juraron
lealtad a la Junta de Sevilla. A pesar del apoyo inicial, en
América, ya comenzaba a perfilarse una crisis de
lealtad: ¿a quién serían leales? ¿al
rey o a la Junta? Ante la ausencia del monarca,
¿tenía España poder sobre
las colonias? ,la élite criolla de México
determinó que, ante la ausencia del rey, España no
tenía ningún derecho que ejercer sobre
América.
Basándose en el principio de que la soberanía radicaba en las instituciones
criollas, las colonias comenzaron a tomar sus propias
determinaciones políticas,
lo que, implícitamente, representó una
separación de España. En 1810, Caracas
estableció la Junta Suprema de Caracas, compuesta por
miembros de la élite colonial y del Consejo Municipal.
Aunque la Junta declaró su lealtad al rey, no obstante,
determinó controlar y gobernar la colonia sin la
autorización del gobierno
español. Era evidente que la élite colonial no
estaba dispuesta a acatar la autoridad
metropolitana en unos momentos en que, claramente, se reflejaba
la debilidad del imperio español. Por consiguiente, la
élite criolla aprovechó la coyuntura internacional
y la debilidad de España para declarar la
independencia.
GUERRA DE INDEPENDENCIA:
LUCHA ARMADA. GUERRA CIVIL, GRUPOS Y HEROES
NACIONALES
La Guerra de Independencia de los pueblos
hispanoamericanos fue cruenta, encarnizada, y puso de manifiesto
las luchas internas de poder entre la
élite criolla. La clase dominante se fraccionó en
distintos grupos de
poder:
patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados,
liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el
Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados
e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En
Venezuela, el
Congreso Nacional mostró, también, diferencias
entre los grupos
políticos, sin embargo, los grupos a favor de la
independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón
Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la
Sociedad
Patriótica, con el fin de lograr la separación.
Venezuela
declaró la independencia en 1811, y redactó una
constitución que adoptó la forma de
gobierno
republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los
conflictos
internos y la movilización de las fuerzas españolas
sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela.
Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr
el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de
Venezuela, Bolívar decidió exilarse en
Jamaica.
En México,
los sectores populares más afectados por las luchas entre
criollos y peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante
las pésimas condiciones sociales y económicas del
campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo
se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de
Dolores inició la guerra de independencia de
México. Este movimiento era
esencialmente indígena y campesino, y careció del
apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la
élite criolla. Ante la derrota y muerte de
Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó
la lucha armada. Para 1813, éste convocó el
Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia
absoluta de México. La
causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al
ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la
lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra
fuerza externa
que ejerció presión sobre la región:
Inglaterra. En
los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta
ocupación provocó una crisis en la
administración colonial, pero,
también, estimuló el espíritu nacionalista
de los porteños, y puso de relieve la
fragilidad del imperio español. La única colonia en
Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a
España fue Perú. Razones de tipo social y racial
contribuyeron a este hecho: la clase criolla peruana
prefirió mantener la lealtad a España ante el temor
de una alianza entre los mestizos y los indios, que eran
numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza
podía poner en peligro sus intereses económicos y
sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y
Cuba
también permanecieron leales a España. Sin embargo,
en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a
favor de la independencia. En Puerto Rico, por
ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria,
y el pueblo puertorriqueño se negó a participar
militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la
solidaridad
manifiesta de Cuba y
Puerto Rico a
la guerra de independencia, España decidió reforzar
el sistema represivo
en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios,
y logró retener las islas.
Las colonias centroamericanas también se
rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en
declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de
México, la
rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y
tuvo poca participación de los sectores populares. En
1823, el reino de Guatemala
-compuesto por Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica–
declaró la independencia y en 1824,se organizó la
República Federal Centroamericana. No obstante, la
República Federal Centroamericana enfrentó serias
dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio
origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815,
parecía que el movimiento
independentista de las colonias españolas había
fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo
reprimieron con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la
reacción antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas
de resistencia, como
las guerrillas. El movimiento
independentista renació con el gran triunfo de la batalla
de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y
se proclamó la formación de la República de
la Gran Colombia,
compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.
Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al
general Antonio José de Sucre, y ésta se
completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el
norte de Sur América, en Chile, las
fuerzas realistas dominaban la región, y
correspondió a José de San Martín la
liberación de este país. En la batalla de
Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los
españoles, pero fue en la batalla de Maipú cuando
San Martín logró la independencia de la
región. El triunfo revolucionario en Chile
permitió el establecimiento de un gobierno
encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín
preparó la campaña para conquistar Perú. En
ese mismo año, Agustín de Iturbide, en
México, proclamó el Plan de Iguala,
que declaró la independencia de
México. El encuentro de Bolívar y San
Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista,
San Martín renunció a sus cargos, volvió a
Chile, y
emigró definitivamente a Europa,
Bolívar recurrió a Sucre para la liberación
del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las
guerras de
independencia, y, con la independencia del Alto Perú,
nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de
Independencia de las colonias españolas, la independencia
de Brasil no fue tan
devastadora. Brasil se
convirtió en la sede del gobierno portugués cuando
Napoleón ocupó Portugal, y esta presencia fue
importante en el desarrollo de
la colonia: Río de Janeiro creció y se
fortaleció económicamente, y Portugal
permitió reformas económicas en Brasil que
beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto
político, Brasil era regido
como un estado
autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal,
un levantamiento que exigió la convocación a cortes
y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes
propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta
situación provocó que el heredero al trono de
Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara
en contra del gobierno de Portugal. Este determinó
levantarse en rebelión, declaró la independencia, y
se convirtió en el primer emperador de Brasil.
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones
en los recién independizados territorios: la independencia
no aseguró el fin de las guerras
civiles, y los conflictos
regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones
sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron
las sociedades de
los nuevos países. El poder político de las
naciones independizadas fue débil, y promovió el
desarrollo del
caudillismo.
Aunque la guerra terminó con el monopolio
español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced
de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra, que
dominaban el mercado
atlántico. Esto representó un problema adicional,
pues el fuerte desarrollo
económico de los norteamericanos resultaba demasiado
competitivo para los países recien independizados.
Además, en ellos, prevalecía un clima de
confusión, desorganización e inestabilidad. El
Congreso de Panamá no
contó con el apoyo de todos los países
Latinoamericanos. Luego de la independencia, las naciones
latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo
político y económico que más bien generaron
la disgresión de los estados. Además, las potencias
extranjeras -como Estados Unidos- veían con gran recelo la
unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus
intereses sobre la región. Estas razones explican, en gran
medida, por qué el Congreso de Panamá, de
1826, no logró su cometido, y el sueño bolivariano
de la confederación de los nuevos estados americanos
quedó inconcluso.
Después de la independencia, Guatemala
buscó apoyo en México como aliado para poder
mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza
declaró su anexión a México e
inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando
del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en
la capital del
reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se
sublevó contra los mexicanos, y el ejército de
Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la
cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola
volvió a Guatemala,
donde la situación había cambiado, y se
encontró muchos más partidarios de la
separación de México y de una independencia total.
Propuso convocar un congreso para decidir lo que había de
hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de 1823 en Guatemala,
declaró la independencia total. El reino de Guatemala
pasó a llamarse Provincias Unidas de Centroamérica,
y se nombró un gobierno provisional de tres miembros,
encabezado por el doctor Pedro Molina, con la misión de
redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de
influencia norteamericana, en noviembre de 1824, el país
pasó a llamarse República Federal Centroamericana.
Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su
vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente
autónomos dentro de sus límites territoriales. Las
luchas de las oligarquías provinciales para mantenerse en
el poder, y la de todos contra el intento centralizador de
Guatemala, donde residía el gobierno nacional, llevaron a
la disolución de la federación. El presidente,
Manuel Arce, y el gobernador de cada provincia (en Costa Rica, Juan
Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda;
en Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente
Villacorta; en Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos
pertenecientes a la oligarquía terrateniente, organizaron
gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron
separándose del gobierno central. Nicaragua, Honduras y
Costa Rica se
declararon independientes en 1838, Guatemala, en 1839, y El
Salvador se independizó en 1841.
LOS COMIENZOS DE LA VIDA
INDEPENDIENTE
Al concluir el siglo XIX, América Latina
quedó dividida en 19 naciones y unos territorios
incorporados, inmersos en un proceso de
formación de nacionalidades que se caracterizará
por la violencia que
generará la política de los
recién nacidos países, en torno a asuntos
tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la
definición de fronteras. Prácticamente todos los
países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán
conflictos de
esta naturaleza. La
inexperiencia política de los
criollos, junto con las luchas civiles y la ambición
imperialista de otros países, propiciará la
intervención continua de potencias extranjeras como los
Estados Unidos e Inglaterra. Esta
intervención será el precio que
habrá que pagar por irse incorporando a la economía mundial, y
al capitalismo
europeo, en especial, con Inglaterra.
Al concluir el proceso de
liberación, cada una de las nuevas naciones se
inició en el ejercicio de la vida independiente en
circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México sobresale
por la complejidad y variedad de los problemas que
tuvo que enfrentar, análogos a los que sufrió
durante su vida colonial. Además, su posición
geográfica lo coloca en una situación conflictiva,
pues es, también, la frontera norte de América
Latina, y el punto más propicio para la penetración
de los países que quisieron apoderarse del control que
había perdido España. En otros países, los
procesos
fueron menos intensos, más localistas, o más
uniformes.
México inicia su vida independiente bajo el
imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824, promulgó su
constitución, y se creó la República Federal
de los Estados Unidos Mexicanos. Surgen dos bandos: los
centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el
poder durante casi dos décadas. Durante la decada de 1830,
ante la creciente inmigración de estadounidenses al
territorio de Texas, el presidente Santa Anna ordena las
fronteras texanas, por lo que surgió el conflicto de
Texas: los texanos se declararon independientes, y Santa Anna
atacó la región para reintegrarla a México.
Logró su primera victoria en El Alamo pero, más
tarde, fue derrotado. Como resultado, Estados Unidos se
apoderó del territorio de Nuevo México y la Alta
California. En un segundo enfrentamiento, los norteamericanos
invadieron México. El tratado Guadalupe-Hidalgo
devolvió la paz: México cedió el territorio
desde el Río Grande hasta el Pacífico, y
recibió 15 millones de dólares como
indemnización.
Tras años de continuas luchas por el poder, Santa
Anna (caudillo del pueblo) respaldado por el clero y los grandes
terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió
en dictador. Benito Juárez y otros líderes se
rebelaron contra la dictadura de
Santa Anna, quien fue derrotado y se exilió en Colombia en 1857.
Surgieron nuevos ideales de reforma: separar la Iglesia y
el Estado;
secularizar la educación; reducir el
poderío económico de la iglesia
quitándole los bienes;
impulsar la economía, y
establecer un sistema de
justicia
apoyado por legislación aprobada por una asamblea
representativa.
Se promulgó una nueva constitución en
1857, y Juárez asumió el poder. Dicha
constitución prohibía la esclavitud y las
propiedades de la Iglesia:
concedía la libertad de prensa; eliminaba
los monopolios y establecía un gobierno democrático
representativo.
Costa Rica surge como un país pacífico. A
pesar de tener una predominante población blanca, no existían
marcadas diferencias sociales. El trabajo, la
unidad y la paz caracterizaban al pueblo costarricense, el cual
logró desarrollar su economía gracias al
cultivo del café, en un marco democrático, y sin
necesidad de un ejército. A este auge, le siguen tres
cambios sociales importantes: el surgimiento de una clase
adinerada junto a una clase media; la diversificación
cultural gracias a las posibilidades económicas
existentes, y la constitución de un régimen liberal
de gobierno.
La República de El Salvador atravesó una
serie de golpes de estado y de
luchas políticas
entre 1841 y 1864. Los salvadoreños exiliados retornaron
al país y proclamaron, en 1871, el gobierno de Santiago
González, quien comenzó un programa de
reformas liberales. Le sucedió Rafael Zaldívar,
quien fue derrocado por una coalición, que reunió
por primera vez al pueblo y al ejército para llevar a cabo
un golpe de estado.
El Salvador termina el siglo XIX entre golpes de estado,
habiendo conocido 62 presidencias en 58 años. A pesar de
ello, se alcanzará un gran progreso material con la
creación de sistemas
telegráficos, el cable submarino, y el establecimiento de
bancos y
líneas de ferrocarriles.
Hasta mediados del siglo XIX, Nicaragua atravesó
numerosas guerras
civiles entre las ciudades de León (de tendencias
liberales) y Granada (de inclinación conservadora). Al
ocupar los ingleses el puerto de San Juan (con la
intención de construir un canal hacia el Pacífico),
el pueblo se unió para rechazar la invasión. Ante
la impotencia contra el poder británico, se comenzó
a negociar entre Inglaterra y Estados Unidos, quienes
también pensaban construir un canal por Panamá. La
situación termina gracias al tratado
Clayton-Bulwer.
En 1849, se comenzó a construir carreteras,
gracias a una concesión hecha a la compañía
Accesory Transit Company. Se inició una revuelta contra la
compañía porque ésta se negaba a pagar las
cuotas que establecía el contrato. Poco a
poco, se consiguió nacionalizar la ruta, y comenzó
a prosperar el país. William Walker llegó al poder
mediante la fuerza, lo que
provocó que el pueblo se uniera por tercera vez y sacara
al intruso, junto con la ayuda de fuerzas militares de
países vecinos. Luego de este suceso, se estableció
un gobierno con dos presidentes, uno por cada bando, liberal y
conservador. De 1859 a 1893, se sucedieron en el poder
conservadores y liberales, quienes lograron traer prosperidad y
progreso al país.
Una sociedad sin
marcadas diferencias de clases, una economía
desarticulada, y una geografía que no
permitía la libre comunicación fueron las características de este país durante
el siglo XIX. En 1880, la constitución sustituyó
las leyes
españolas, y se consiguió la libertad de prensa. Se
enfatizó el cultivo del café y la
explotación de las minas como base económica del
país. En 1891, se celebraron las primeras elecciones, las
cuales aunque libres provocaron una guerra civil. Policarpo
Bonilla trató durante su presidencia de crear nuevamente
una Federación Centroamericana, como la que existió
hasta 1837, cuando América Central se fragmentó en
los paises que la constituían. Mientras tanto, los Estados
Unidos iban asumiendo un monopolio en
la realización de las obras públicas del
país. A fines del siglo, se logró reestructurar la
economía, basada en el guineo y la explotación
minera, lo que desemboca en la entrada de Honduras al mercado
mundial.
La República de Guatemala comenzó su vida
independiente embarcada en una lucha de poderes entre Francisco
Morazas y Rafael Carrera. Carrera asumió la presidencia en
1844, y gobernó hasta su muerte en
1865. Le sucedió Vicente Cerna, quien fue depuesto por
Miguel García Granados, quien terminó con el
monopolio y
dio auge al comercio y a
la agricultura.
De 1873 a 1895, Justo Rufino Barrios construyó las bases
de la moderna Guatemala. Otorgó la libertad de cultos,
estableció el matrimonio civil,
se encargó de la educación del pueblo,
y trató de eliminar la influencia de la iglesia
católica en el poder político. Dio auge al cultivo
del café como base de la economía. Le suceden en el
gobierno Alejandro M. Siniboldi, José María Reina
Barrios y Manuel Estrada Cabrera.
La República Dominicana vivió una serie de
cambios de potencias dominantes, los cuales condicionaron su
desarrollo.
Fue invadida por Haití, país que ejerció su
dominio hasta
1844. En el plano político, la independencia o
separación de Haití, fue favorecida por otro
movimiento que se inició en aquel país en 1843 y
que se proponía el derrocamiento del Presidente Boyer.
Duarte y los trinitarios supieron aprovechar tácticamente
este levantamiento, llamado "La Reforma". La participación
en la revuelta antiboyeriana facilitó la
preparación del movimiento independentista, pero
provocó la represión por parte de nuevo gobierno
surgido después de la caída de Boyer, presidido por
Charles Herard. Duarte y otros trinitarios debieron abandonar el
país; Fco. del Rosario Sánchez, reorganizó
las fuerzas separatistas que pronto proclamarían la
República. El movimiento separatista contó con el
apoyo condicional de la diplomacia francesa que proponía
un protectorado a la naciente República. Esta propuesta
escendió el movimiento entre independentistas puros
(duartistas) y simples separatistas (afrancesados). Ambos bandos
estuvieron presentes en la Junta Central Gubernativa que
finalmente quedó controlada por los últimos. Duarte
y los demás liberales fueron expulsados del país en
ese mismo año de 1844, por orden del entonces Presidente
Pedro Santana.
Años de inestabilidad y nuevas luchas con
Haití llevan a lo dominicanos a pedir nuevamente la
anexión a España en 1860, la cual duró cinco
años. En 1868, Buenaventura Báez quiso anexar el
país a los Estados Unidos sin tener éxito.
Siguieron años de revueltas y crisis hasta
1887, cuando Ulises Heureaux logró el poder, que
conservó por doce años. Este amplía la
industria
azucarera, ayudado por trabajadores de varios países del
Caribe. Aunque la vida del pueblo fue peor que durante la
época de la colonia, los Estados Unidos
aprovecharán esta ocasión para intervenir en la
política
del país durante el siglo XX.
Haití sufrió 38 años de luchas
políticas y sociales, situación que
terminó en 1849, cuando Faustino Soulouque se
proclamó emperador. Nuevamente, el crimen, las luchas
sociales y el anarquismo sumieron al país en la miseria
que heredaron los haitiarios del siglo XX.
Cuba y Puerto Rico continuaron siendo colonias
españolas hasta 1898, cuando pasaron a ser posesión
de los Estados Unidos, durante la Guerra Hispanoamericana. El
sentimiento separatista se había hecho sentir en la islas:
Cuba, por su
parte, siguió luchando su independencia y el 23 de
septiembre de 1868, en Puerto Rico, se dio el Grito de Lares, un
intento de los boricuas de liberarse de España. Mientras
Cuba logró la independencia, a raíz d el cambio a la
soberanía norteamericana, Puerto Rico se
enfrenta al siglo XX con un nuevo gobierno, bajo la influencia de
otra cultura y de
otro idioma, sin dejar de ser parte de la región
latinoamericana, en donde había nacido en el siglo
XV.
Venezuela sufrió una oligarquía militar
durante casi todo el siglo XIX, y la dictadura se
impuso como la forma de gobierno predominante. José
Antonio Páez encabezó el primer gobierno de la
nueva nación; de corte centralista, el gobierno de
Páez se caracterizó por: la pérdida del
poderío económico y educativo de la iglesia; la
aplicación de la pena de muerte
para los crímenes políticos, y el continuismo de la
esclavitud.
Comenzó a levantar la economía, con lo cual
logró: amortizar la deuda nacional; construir vías
de comunicación, y dar impulso al comercio exterior
con la venta del
café y el cacao.
En la década del 1848 al 1858, desapareció
la credibilidad de la administración
pública, y comenzó a decaer rápidamente
la economía del país. Los errores del gobierno
liberal de los años 60 trajeron como consecuencia una
nueva guerra civil, que concluyó con la presidencia de
Antonio Guzmán Blanco. Su gobierno se caracterizó
por garantizar el voto universal, y la elección directa
del presidente por el pueblo. Guzmán Blanco gobernó
durante 28 años, y trató de recuperar el crédito
exterior, así como las inversiones
extranjeras. El último presidente del siglo XIX, Cipriano
Castro Ruiz, tomó la ciudad de Caracas al mando del
ejército, y se convirtió en el gobernante
más corrupto del siglo.
La República de Colombia
atravesó 25 guerras civiles después de su
independencia. Francisco de Paula Santander logró
organizar las finanzas del
país; aumentó el comercio
interno y el externo; y dio comienzo a una época de
prosperidad para la nación, que se interrumpió con
la guerra civil de 1840, cuando se formaron los partidos
políticos liberal y conservador. Se fomentó la
cultura, se
adoptó el sistema
métrico, y se impulsó el comercio
internacional. También, se preparó el tratado
con Estados Unidos para la construcción del canal de Panamá.
Bajo el gobierno del liberal Juan Hilario López, se
pusieron en marcha las reformas del 50, que trajeron problemas con
la Iglesia Católica al expropiársele los bienes. La
Constitución de 1863 empeoró el problema al
garantizar la libertad religiosa, suprimir las órdenes
religiosas, y autorizar al gobierno a supervisar el culto
público. Se sucedió una serie de gobernantes
ineptos hasta 1880, cuando Rafael Núñez se
convirtió en el amo. Estableció una nueva
constitución, restableció las relaciones
diplomáticas con el Vaticano, y el catolicismo
volvió a ser la religión oficial del
país.
Luego de la independencia, Ecuador
vivió una época violenta de luchas políticas
y religiosas. Los gobiernos de Juan José Flores y Vicente
Rocafuerte intentaron resolver los problemas del
país, pero trataron al pueblo con mano cruel y
déspota. De 1845 en adelante, el país sufrió
momentos de anarquía que duraron hasta fines de siglo.
Gabriel García Moreno, apoyado por la iglesia y los ricos
terratenientes, subió al poder y trajo el primer periodo
de progreso al Ecuador.
Construyó escuelas, hospitales y vías de comunicación pero, irónicamente
murió asesinado en las escaleras del palacio presidencial.
Eloy Alfaro, el sucesor, desmanteló la estructura de
gobierno. Dispuso que la educación la
impartiría el gobierno y no la iglesia. Reguló los
matrimonios, los divorcios y los entierros, y aceleró la
economía del país al fomentar la exportación de productos
nacionales.
Hasta 1844, en el Perú, se sucedieron cruentas
guerras civiles. Bajo el gobierno de Ramón
Castilla, el país comenzó a disfrutar de una vida
pacífica, pues éste restableció el comercio,
explotó comercialmente el salitre y el guano,
estableció líneas de ferrocarril y el
telégrafo, y abolió la esclavitud negra
y el tributo al indio. Por constitución, se establecieron
límites al poder presidencial, y se declaró el
catolicismo como religión oficial.
Antonio Pezot tuvo que enfrentarse a España, que
quería recuperar su antigua colonia. Como resultado, se
enfatizó la educación militar y
la naval. Del 1879 al 1883, se libró la segunda Guerra del
Pacífico entre Bolivia, Chile
y Perú. Este perdería la zona salitrera, su mejor
fuente de ingresos. Luego
de otra guerra interna, Cáceres tomó el poder, y
logró reorganizar económicamente al país.
Piérola reinstaló la dictadura, y
estableció un código militar pero fue un buen
administrador.
Bolivia adoptó una constitución en 1826
basada en la división de poderes y el derecho al voto. La
presidencia sería vitalicia, y el presidente podía
nombrar a su sucesor. Se abolieron los privilegios sociales y la
esclavitud, y
se otorgaron derechos civiles a la
población. Antonio José de Sucre,
electo presidente, impulsó la economía del
país pero no lo pudo sacar de la bancarrota. Su sucesor,
Andrés de Santa Cruz, creó universidades y
escuelas, e implantó el código penal
español. Le siguió un periodo de anarquismo hasta
subir al poder Hilario Daza. Durante la guerra del
Pacífico, Bolivia
había perdido su única salida al mar y los ingresos de la
producción del salitre. Para poder salvar
al país, había que rescatar la economía, y
los sucesores de Daza se encargaron de ello.
La República de Chile comenzó su vida
independiente en medio de una gran desorganización
administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la
única salvación. Bernardo O'Higgins fue designado
director del país. Su administración provocó malestar
entre el pueblo, al eliminar los títulos nobiliarios, e
intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó
escuelas y la biblioteca
nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país
atravesó una época de anarquía durante la
cual se abolió la esclavitud. La
constitución de 1826 dividió al país en ocho
provincias. Con la subida de Prieto al poder, comenzó una
época de progreso y de orden. Se les concedió el
voto a los varones mayores de veinticinco años que
supieran leer y escribir, y, además, tuvieran propiedades.
De 1841 a 1851, comenzó la expansión del comercio de
las minas de cobre. Con
Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país
continuó su acelerado progreso económico y
cultural.
Fuertes luchas por lograr la unificación
territorial de las diferentes regiones argentinas entre
federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la
república. Se convocó un congreso en Tucumán
como último intento por salvar la unión pero no
tuvo efecto. En 1829, se eligió gobernante a Manuel de
Rosas, verdadero
caudillo del pueblo. Rosas
procuró equilibrar las diferentes clases
sociales mientras dominó con mano férrea. En
1852, se presentó una constitución que integraba en
un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la
Plata, hecho que trajo como consecuencia otra guerra civil, ante
el rechazo que el documento sufrió entre algunos sectores
que se oponían a la integración de un gobierno central.
Bartolomé Mitre asumió el poder, seguido por
Domingo Faustino Sarmiento, y otra guerra civil. En 1880,
Buenos Aires
fue proclamada capital de la
república. A partir de entonces, se terminó la
guerra con los indios, se ocupó y colonizó el
desierto, se construyeron líneas ferrocarrileras, se
fomentó la agricultura,
se establecieron el matrimonio civil
y la ley de educación.
Tanto el Uruguay como
el Paraguay se
consideraban provincias de Argentina cuando
ésta era, aún, el virreinato de La Plata. Por esta
razón, su independencia fue obtenida de la Argentina, y no
de España. Durante las dos primeras décadas de vida
libre, surgieron los partidos
políticos uruguayos: el colorado y el blanco. Sus
luchas llevaron al país a vivir un estado de
guerra durante casi todo el siglo XIX. El poder logró
centralizarse bajo el gobierno de Lorenzo Latorre, en 1876, quien
mejoró la ganadería, terminó con el poder
caudillista, y pacificó las zonas rurales.
La independencia de Paraguay se
reconoció casi a mediados de siglo. Inmediatamente,
comenzó un periodo de progreso, gracias a la ayuda de los
países europeos y Estados Unidos. El Estado fue
el principal empresario, gracias a su flota, sus astilleros y su
poderoso ejército. Del 1841 al 1870, se resolvieron los
problemas con
el extranjero pero no así los internos, ya que una guerra
civil dejó destrozado el país en 1865. En los
últimos años del siglo, se vivieron días de
lucha entre los dos partidos
políticos: el liberal y el colorado.
Bajo las monarquías de Pedro I y Pedro II que
duraron 67 años, es decir, hasta 1889, el pueblo
brasileño conoció una época de progreso que
se tradujo en intervenciones activas de Brasil en la política interna de
muchos países suramericanos. La iglesia y los
terratenientes combatieron la monarquía ante la amenaza de
perder sus pertenencias, la primera, y las tierras y los
esclavos, los segundos. En 1887, se produjo un golpe de estado
que puso fin a la monarquía. Durante más de un
año, gobernó una autocracia militar que produjo la
separación de la Iglesia y el Estado, y
estableció el matrimonio
civil.
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE
LA VIDA INDEPENDIENTE
Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países
recién independizados se vieron influidos por las fuerzas
militares, la sucesión dinástica en el gobierno,
las técnicas de gobierno no delimitadas, los golpes de
estado, el
exilio de los ciudadanos más capaces, y el constante
fracaso de las constituciones
En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados
americanos, el elemento criollo no estaba preparado para dirigir
el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas
por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las
técnicas de mando pero que -apenas- poseían
cualidades o principios de
administración
pública. Como consecuencia de sus victorias militares,
controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose
en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y
José de San Martín. Hubo líderes buenos y
malos, pertenecientes a todas las clases
sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo
en común: su preocupación por la patria. La
mayoría de las veces, empezaron luchando por causas
nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por
doctrina, para mantenerse en el poder.
El dictador, por lo general, llegaba al poder
después de derrocar el régimen existente. Las
dictaduras toman auge en América Latina en las
postrimerías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y
el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder: el
caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un
líder
natural, y tenía grandes sectores del pueblo
incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el
dictador era un líder
que se apoyaba en las fuerzas militares para ejercer el control de la
región. Su gobierno, tiránico y totalitario,
menospreciaba o ignoraba el poder
legislativo. Tanto uno como el otro promovieron inestabilidad
política
durante los años posteriores a la
independencia.
La única excepción fue Brasil ya que, una
vez logró su independencia de Portugal, llevó una
vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo
XIX. Esta situación permitió al país iniciar
una vida independiente más productiva que la de otras
regiones. Como resultado, el desarrollo
económico que alcanzó el país durante el
siglo XIX fue más sólido.
BIBLIOGRAFIA
- Enciclopedía Ilustrada Cumbre, 25ta
edición, 1984
- Enciclopedía Autodidactica Quillet,
26ta edición, 1985.
- Rodríguez, Angel. "América Latina:
Tierra de
Contrastes". Ediciones Santillana, Pto. Rico. 1992.
Autor:
Alexis Melo
axemt[arroba]usa.net