competitividad social
"El trabajo
pesado es por lo general, la acumulación de tareas
livianas que no se hicieron a tiempo"
Henry Cooke
La competitividad
es en estos días un tema que debe tener un trato reflexivo
y profundo, mas aún cuando va ligada a otros aspectos
fundamentales para el desarrollo
armónico y sostenido de un país como lo son la
calidad total
y la productividad,
temas que abordaré en próximas ocasiones, pero
intentaré aportar una visión general y suficiente
para que usted, amable lector, pueda generar una opinión
sobre el importante papel que
juega la competitividad
en nuestras vidas.
Como muestra de lo
anterior y con la salvedad de volver a tocarlo más
adelante en este artículo, citaré el anuncio hecho
por el Presidente de la República el 2 de febrero de 1999,
mediante un mensaje televisivo estableció que en fecha
próxima enviará al Congreso de la Unión una
iniciativa que propone reformas a la Constitución en materia de
generación y distribución de energía
eléctrica, abriéndola a la iniciativa privada,
promoviendo su participación haciéndola
indispensable para que la industria
eléctrica pueda competir y tener la capacidad instalada
para satisfacer las necesidades de una población creciente.
Pero, para entender nuestra urgente necesidad de
ser competitivos en un mundo globalizado y extremadamente
cambiante, hagamos un pequeño repaso de la
metamorfosis social, política y
económica a nivel mundial y nacional sufrida en los
últimos años.
México, al igual que los demás
países del continente disfrutaron de relativa tranquilidad
y elevación paulatina de los niveles de vida en el
período de los 50’s y hasta mediados de los
70’s, la economía
también permaneció relativamente
estable.
El esfuerzo se centró en proteger a la
industria
nacional, y por otro lado, en dar primacía al Estado como
propietario de los medios de
producción y de servicio sin
olvidar su predominante papel como
rector de la economía.
En nuestro país el desarrollo a
finales de los 70’s y la mayor parte de los 80’s se
basó en la exportación del petróleo,
incluso se llegó a decir que nuestro principal problema
sería la administración de la riqueza, pero a causa
de una serie de factores como son: un endeudamiento sin
precedentes, la caída de los precios
internacionales del crudo y por qué no decirlo, la
corrupción, sumieron al país en una
profunda crisis.
Entretanto, los países desarrollados
continuaron su búsqueda de la calidad y la
productividad,
muchos otros países se arrinconaron detrás de los
mercados
protegidos, así las cosas, la década de los 80,
conocida como la "década perdida", se caracterizó
por el deterioro pronunciado del bienestar económico,
cultural y social en los llamados países del "tercer
mundo".
Los últimos años han visto caer
fronteras consideradas imperturbables, así como doctrinas
económicas, filosóficas y sociales reputadas como
verdades absolutas y eternas. La recomposición de zonas y
países ha significado transformaciones impensables unos
años atrás.
Hoy en día la política imperante es
la
globalización, regionalización y la
liberación de mercados,
México
tiene tratados de
libre comercio
con Estados Unidos y
Canadá (TLC),
además con Chile,
Costa Rica,
Colombia,
Venezuela y se
encuentra negociando uno con la Unión
Europea, además de pertenecer a la agrupación
de países de la "Cuenca del
Pacífico".
Por si fuera poco, México
tiene casi un lustro de ser parte de la OCDE (Organización para la Cooperación y
el Desarrollo
Económico), a la cual pertenecen los países mas
desarrollados del planeta.
En términos de globalización describimos algunas formas de
operación de las grandes empresas, las
transnacionales y a su vez de ciertos mercados como el
financiero de forma totalmente abierta, expedita y casi sin
control en todo
el mundo, haciendo real el concepto de
McLuhan de la "Aldea Global".
En cuanto a la regionalización, se puede
decir, que abarca un conjunto de países que emprenden
diversas formas de cooperación, con el objeto
específico de acrecentar sus respectivas ventajas en los
mercados frente a
otros países, en este sentido, el fenómeno aparece
primordialmente como un instrumento defensivo y ofensivo,
según sea el caso, ante las condiciones de la competencia.
Nuestro país a sufrido los efectos
irremediables de las tendencias globalizadoras y regionalizadoras
y su impacto se ha resentido hasta en lo más íntimo
de la vida económica, política y
social.
Por otro lado, la realidad económica
mundial ha sufrido cambios a raíz de una serie de características que inciden sobre nuestro
país:
. Reordenamiento mundial de la producción;
. Modificación de flujos comerciales y
financieros internacionales;
. Substancial afectación del ritmo de
crecimiento y estructura
del intercambio comercial;
. Cambios de la composición y dinámica de las inversiones
que conforman el sistema
financiero mundial;
. Modificación de las relaciones de
poder entre
los países desarrollados.
. Presencia de nuevos actores internacionales.
Entre los que se ubica a México, pero también, Brasil y
Rusia;
En otras épocas se tenía la
concepción que sólo las actividades de exportación requerían ser
competitivas, ahora se sabe que no es así, que existe una
necesidad de ser competitivos a nivel nacional, pues la competencia ya la
tenemos aquí.
Acrecentar la competitividad
es uno de los desafíos más importantes; sólo
así podemos lograr beneficios permanentes en nuestra
búsqueda de integración a otros mercados.
Gobierno Competitivo
Pero con todo lo anterior. ¿Cuál es
el papel que
juega el gobierno en la
competitividad
en nuestro país?
Nuestro gobierno ha sido
un fuerte promotor de la competitividad, al igual que ocurre en otros
países, ha entendido que el mecanismo más eficiente
para asignar recursos en la
economía
lo constituye el mercado,
así se opta por retirarse de campos que por las nuevas
circunstancias se antojan impropios para las funciones
sustantivas de un gobierno y se da
lugar para que las leyes del
mercado
cumplan su parte en la producción de bienes y
servicios.
El gobierno debe
concentrarse en donde debe participar sin menoscabo de la
soberanía, la gobernabilidad o del
cumplimiento de sus programas
primordiales tales como proveer la infraestructura completa y
moderna para competir con servicios de
calidad y a un
precio
adecuado, entregando a la población satisfactores de bienestar social
de forma clara, justa y democrática como lo es un empleo digno y
bien remunerado, seguridad
pública y personal,
salud y educación con
calidad,
vivienda digna, etc.
Entonces, el servidor
público del nuevo siglo deberá dirigir su esfuerzo
hacia la consolidación de una serie de estrategias que
tienen como fin lograr un gobierno
más flexible, más eficaz y eficiente, más
productivo, por ende de mayor competitividad.
La competitividad, es decir, la capacidad de
competir y lograr un resultado exitoso, no es una cualidad
exclusiva de la iniciativa privada, como se pudiera pensar, sino
que en algunas ocasiones se ha demostrado que el gobierno es
más eficiente.
En otros países, la licitación de
los servicios
públicos ha puesto a prueba la capacidad de ser
competitivos a los servidores
públicos, quienes han entendido que una forma de evitar
que la alta administración recorte o elimine su
área y que esta decisión afecte la calidad de sus
servicios, es
ser, precisamente competitivos.
En nuestro país, la realidad de nuestro
entorno económico nos obliga, casi sin tener otra
opción, a mejorar sustancialmente la calidad de
nuestros servicios,
incrementando la productividad y
la satisfacción de quienes se beneficiarán con los
mismos: nuestros clientes, y
además, vigilando que los costos sean
competitivos.
En su libro "La
Reinvención del Gobierno", Ted Gaebler y David Osborne
comentan al respecto: "La diferencia importante no es la que se
da entre lo público y lo privado, sino entre monopolio y
competencia:
cuando hay competencia, se
obtienen mejores resultados, mayor conciencia del
costo y la
prestación de un servicio de
mejor calidad".
La cita anterior implica el fomentar la
competencia interna, pero no la de estilo salvaje ni la
individual que divide, sino la competencia entre grupos ó
áreas que levante la moral y
eleve la creatividad.
A través de la competencia se deben premiar
el ahorro y la
renovación, esto a su vez desencadena el incremento del
orgullo de pertenecer a la dependencia o
institución.
¿Cómo lograr lo anterior? La
gestión
de la competencia no es tan complicada como se pudiera pensar,
debemos empezar por desprender de la planeación
estratégica de la dependencia los objetivos,
indicadores,
estándares y metas estratégicas en los que se
involucra a nuestra área, de ahí derivar las
estrategias y
proyectos en
los que debemos trabajar con sus respectivas metas, si cada
área de la dependencia hace lo mismo, entonces la alta
dirección contará con un método
claro y sencillo de evaluación
del desempeño, midiendo avances y resultados con base
en calidad y productividad.
Si a esto lo ligamos con un sistema de
estímulos y recompensas, entonces cerraremos el
círculo de la competitividad.
Haciendo un corto análisis de fuerzas y debilidades podemos
detectar que algunas debilidades en las que tenemos que trabajar
para fomentar la competitividad son los sistemas
actuales, los paradigmas de
los servidores
públicos y lo comúnmente conocido como "grilla",
pero algunas fuerzas que impulsan la competitividad son el
liderazgo
participativo y la planeación
estratégica.
Aunado a esto, como bien lo expone Santiago Roel
en su libro:
"Estrategias para
un Gobierno Competitivo": "México
está urgido de una visión positiva. Cada vez que
estamos cerca de la orilla, nos arrastra la corriente hacia una
nueva turbulencia, hacia una nueva crisis, hacia
otro tropiezo que exige mayores sacrificios. Sacrificio que la
sociedad
mexicana considera estéril porque es el Mito de
Sísifo: Los Problemas se
Repiten".
Nuestro porvenir debe ser positivo, si no queremos
seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez, entonces
debemos empezar a hacer las cosas de forma diferente, una de esas
formas es, precisamente, el implantar la gestión
de la competencia en la Administración
Pública, para que avance y responda a las exigencias
de nuestros clientes hoy, y
en el siglo XXI.
Todo lo anterior significa una mayor competencia
entre las empresas de los
diferentes países para llenar a consumidores y clientes de
servicios rápidamente, con mejores precios y
mayor calidad.
Las organizaciones de
nuestro país deben prepararse para afrontar estos retos si
no quieren desaparecer, las palabras claves son: C O M P E T I T
I V I D A D (es decir, la capacidad de competir con otros y
superarlos logrando un resultado exitoso) y C O L A B O R A C I
Ó N (comunicación y sinergización de
esfuerzos intraorganizacionales, así como con otras
organizaciones
por medio de alianzas estratégicas, aquí por
supuesto, también me refiero a las organizaciones
públicas o del Sector Público).
Una herramienta indispensable para entender el
concepto
competitividad es el "benchmarking" (la
posibilidad de compararse con otros) y desarrollar ventajas
competitivas de acuerdo a indicadores
seleccionados: calidad, precio,
oportunidad, etc. Es decir, el identificar aquellos factores que
le son importantes a nuestros clientes y
sabemos que son nuestros puntos fuertes (competitividad
externa).
La palabra competencia significa
igualmente; aptitud, habilidad, idoneidad, una competencia
interna entonces radica en el adquirir más y mejores
conocimientos, destrezas, experiencias, etc. Es decir, fijarnos
metas cada vez más ambiciosas y cumplirlas, con un enfoque
de Kaizen
(mejoramiento continuo), todo esto se convierte en una
competencia consigo mismo, desarrollando entonces organizaciones de
aprendizaje
continuo (OAC’s).
A esto también se le conoce como el
desarrollo de
habilidades competitivas (core competences) Pravlacad y Hamel,
sus precursores afirman que no son los productos ni
servicios los que conforman la base de competitividad de una
empresa, sino
que ésta reside o debe residir en un conjunto de competencias que
le den habilidades sobre otros y permitan acceso a nuevos
productos y
mercados.
Estas habilidades competitivas nos ayudarán
a desarrollar capital
intelectual en nuestra organización, el capital
intelectual es un campo de reciente creación y tiene
que ver con la medición y desarrollo de
activos no
financieros como el
conocimiento organizacional, la satisfacción de los
clientes, la
innovación de los proveedores,
patentes, moral de
empleados y que en conjunto contribuyen a la competitividad y
rentabilidad
de empresas y
organizaciones.
El aumento de la competitividad está
vinculado a múltiples factores; en particular los
más relevantes son: calidad y cantidad de conocimientos y
habilidades de todos los que participan en el proceso
productivo, infraestructura para la producción y de comunicaciones
y transportes adecuada y reglas claras para la gestión
económica.
La demanda de
mano de obra competente exige cada vez nuevas habilidades, e
impone la necesidad de llevar a cabo procesos de
capacitación adecuados a perfiles
organizacionales demandados por el mercado laboral.
Desde luego, este proceso no se
da en forma espontánea, sino que deben establecerse
sistemas
organizacionales. Tampoco es suficiente con declararlo, sino
llevarlo a la práctica de manera cotidiana, asimismo, es
necesario capacitar a las personas para cumplir cabalmente con la
competitividad, tanto interna como externa.
Igualmente, la competitividad implica dirigir
todas las acciones hacia
la "satisfacción de los estándares del cliente", lo
anterior, implica agregar valor a las
acciones de
todo el personal, la
pregunta que en este momento le formulo, mi amable lector,
es:
¿Cuál es el valor agregado
de sus acciones?
Aunado a lo anterior, también propongo
incluir en nuestro lenguaje
común el concepto de
Competitividad Social, que lo defino como la capacidad del
gobierno de competir con otras organizaciones en áreas
estratégicas y tener éxito en el cumplimiento de
las metas impuestas y en la satisfacción de los
consumidores y clientes de los servicios
proporcionados.
Para esto, me he permitido adecuar los 16 principios de
competitividad de clase mundial de Schoenberger, producto de su
"investigación de prácticas de clase
mundial" de 1995, a manera de proporcinar una guía de
recomendaciones para desarrollar gobiernos
competitivos.
16 Principios de los
Gobiernos Competitivos
- Incorporar al cliente
(población), en procesos y
proyectos de
trabajo, primordialmente en aquellos donde tienen mayor impacto
para ellos. - Investigar, implementar y superar los factores
de éxito de gobiernos competitivos (benchmarking). - Mejorar constantemente lo que es importante
para el cliente
(KAIZEN). - Incorporar a colaboradores en grupos de
mejora, círculos de calidad o servicio y
en la planeación
estratégica. - Reducir los requisitos, operaciones y
trámites. - Reducir los tiempos de ciclo, las distancias
entre la población y las dependencias y los
tiempos de planeación. - Entregar los servicios y resolver
trámites en los tiempos más cercanos a la
demanda del
cliente. - Capacitar constantemente a todos los niveles
incluyendo a los funcionarios de alto nivel. - Contar con un sistema claro
de evaluación del desempeño y otro de
reconocimientos. - Reducir la variación de los procesos.
- Hacer que el personal de
nivel técnico-operativo registren datos y
controlen el proceso en
su área de trabajo. - Controlar las fallas desde el origen a
través de aplicar un efectivo sistema de
prevención. - Contar con mediciones que reflejen las
necesidades de los clientes. - Mejorar los servicios actuales antes de pensar
en crear nuevos. - Tener equipo modular, sencillo, flexible,
móvil y de costo
adecuado. - Promocionar, mercadear y vender toda
mejora.
Además se debe tener un liderazgo
orientado al cumplimiento de la misión y
visión de la
organización, orientado a resultados y orientado a su
vez, a elevar la calidad de
vida de sus colaboradores, así como su productividad y
competitividad.
Competitividad en el Sector
Eléctrico.
Un claro ejemplo del reordenamiento del papel del
gobierno como impulsor de la productividad y competitividad y su
impacto en la sociedad mexicana
es el reciente anuncio de las reformas a la Constitución a fin de abrir el sector
eléctrico a la inversión privada, está en el
debate
nacional el futuro de la industria
eléctrica, y básicamente lo que se busca
es:
- Mantener la generación de energía
núcleo eléctrica y la operación y el
control de
la red nacional de
transmisión a cargo del sector
público. - Considerar actividades prioritarias a las
demás actividades de la industria
eléctrica y con ello podrían participar los
sectores social y privado. - Introducir la competencia en las actividades de
la industria
eléctrica que lo permitan, especialmente en la
generación y en la comercialización.
De aprobarse la iniciativa, los distintos
generadores competirían ofreciendo su energía a
través de posturas para que los compradores las adquieran
de quienes ofrezcan los precios
más bajos.
Con esta propuesta, el gobierno federal
buscaría una reforma estructural del sector para asegurar
la satisfacción de la creciente demanda de
energía
eléctrica, mejorar la calidad, confiabilidad y
costo del
servicio,
así como atraer capital
privado, tanto nacional como extranjero, para el financiamiento
de las inversiones
requeridas en el futuro.
Por último, después de analizar todo
lo anterior y con el tema de la búsqueda de la
competitividad en el sector eléctrico, comparto con usted
las siguientes reflexiones:
- No importa la naturaleza de
la
organización, si está protegida por leyes
privativas para dicha organización, al dejar de competir
descuida sus fines y se torna obsoleta y disfuncional; una
organización protegida contra ataques,
competencias,
críticas e influencias del exterior, comienza a
degenerar en su función sustantiva; toda empresa o
dependencia pública o privada necesita de competencia,
es la única manera de desarrollar la capacidad necesaria
para demostrar su utilidad, el
gobierno debe hacer exclusivamente lo que la ciudadanía
no pueda hacer o no deba hacer. - Los monopolios públicos no han sido
ejemplo de productividad y calidad en la prestación de
servicios o en la producción de bienes.
- Si queremos un país de clase mundial,
debemos empezar por tener un gobierno de clase mundial, un buen
gobierno y más, un gobierno competitivo es una necesidad
vital de cualquier país, lo que nos debe importar no es
qué tanto produce el gobierno sino la calidad de lo que
produce, es decir, no sólo la magnitud del gobierno y el
ámbito de sus intervenciones sino su eficacia para
atender cabalmente las necesidades de la población. - Para finalizar, la apertura del sector
eléctrico por sí sola no asegura su
competitividad, productividad y calidad, sino la
aplicación de las medidas adecuadas que aseguren que
serán una realidad en el futuro próximo en
beneficio de todos, sobre todo de nuestros
hijos.
BIBLIOGRAFIA
- David Osborne y Ted Gaebler.- La
Reinvención del Gobierno.- Edit.
Paidós - Santiago Roel.- Estrategias
para un Gobierno Competitivo.- Edit. Diana - Fernando Arias Galicia.- Capacitación para la Competitividad y la
Colaboración.- Asociación Mexicana de Capacitación de Personal, A.C.,
Instituto Internacional de Capacitación y Estudios Empresariales,
S.C. - Jesús A. Villegas de la Vega y Juan
Carlos M. Garza Zuazua.- Cambio y
Mejoramiento Continuo.- Edit. Diana. - Plan Nacional de Desarrollo
1995-2000 Foro de
Consulta Popular sobre Capacitación y Productividad.- Memoria Tomo
II. - Website de Infosel.- Comunidad
"Dinámica Ejecutiva".
Autor:
Lic. Ernesto
Saldívar
esaldiva[arroba]df1.telmex.net.mx