SUPERPOBLACION
- TRATADO SOBRE SUPERPOBLACION:
- Cada vez somos
más - El agotamiento de los
acuíferos - La escasez de alimentos
- La
deforestación - La Iglesia
Católica reniega del preservativo - Hambre Vs. sobrealimentación en los
países desarrollados
– Recursos y
medios
tecnológicos, repartir equitativamente
- La ONU
calcula…
- CONCEPTOS Y CRITERIOS:
- Población
- Demografía
- Datos y medidas
demográficos - Métodos de
investigación - Indices de población
- Crecimiento y distribución de la población mundial
- Crecimiento pasado y presente
- Distribución regional
- Concentración urbana
- Estimaciones de población
- Políticas de
población - Políticas de población en los países
desarrollados - Políticas de población en América Latina
- Políticas de población en el Tercer
Mundo - Graficas
Cuenta hasta diez… En este corto intervalo de
tiempo han
aparecido sobre el suelo de este
planeta, veintisiete seres humanos más, 250.000 al
día que compartirán con nosotros tierra,
alimentos y
agua. O por lo
menos lo intentarán, ya que el 98% de estos niños
nacen prisioneros en países del Tercer Mundo. Religión, sociedades
patriarcales e intereses políticos y económicos han
mantenido a lo largo de la historia posturas contrarias
al descenso en las tasas de natalidad y han estrechado el cerco
en torno a la mujer.
¿Por qué?
Cada vez somos más.
En la actualidad hay cerca de seis mil millones de
personas sobre la tierra y
cada año se pueden sumar 95 millones más. La
ONU calcula que
en el año 2.050 habrá entre 7.700 y 11.200 millones
de personas en el mundo. A pesar de ello podemos estar de
enhorabuena, ya que los dramáticos cálculos de
Tomas Malthus hace doscientos años que predecían
una catástrofe demográfica -"La capacidad de
crecimiento de la población es infinitamente mayor que la
capacidad de la tierra para
producir alimentos"-, de
momento no se ha cumplido. No obstante, son cifras que
están ahí y que sobrevuelan nuestras cabezas
recordándonos que esas probabilidades están
presentes.
Los hechos demuestran que dar de comer a tantas bocas está
provocando un fuerte deterioro medioambiental que deja especial
huella en los países del Tercer Mundo. Allí la
pérdida de los bosques y especies, la contaminación de lagos, ríos y
océanos, la acumulación de gases
invernadero y destrucción de la capa de ozono
preservadora de la vida terrestre, son consecuencias derivadas de la
política
llevada a cabo por aquellos gobiernos. La pobreza les ha
conducido a una sobreexplotación de los recursos
naturales en un intento fallido por pagar su deuda externa. Al
final, los pobres han vendido o alquilado sus mejores tierras a
los ricos por no poder
atenderlas, y ellos se han tenido que ir a los bosques, a
degradar suelos para
poder
alimentar a sus familias. Nos hallamos ante una espiral
descendente donde la pobreza
contribuye directamente a un crecimiento de población: Se
necesitan hijos para trabajar en el campo, llevar dinero a casa
y asegurar en cierta forma el sustento en la vejez.
El agotamiento de los
acuíferos, la escasez de alimentos y la
deforestación están empezando a afectar a las
perspectivas económicas mundiales.
La escasez de alimentos,
agotamiento de los acuíferos, de las pesquerías y
la deforestación están empezando a afectar a las
perspectivas económicas mundiales, pero más que por
la cantidad -a juzgar por los hechos- nos atreveríamos a
decir que por la distribución, por el desigual reparto que
permite que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres
más pobres. Sólo EE.UU. consume la mitad de los
recursos no
renovables del planeta y su población sólo supone
el 5% de la población mundial. En 1982 en el Reino Unido,
se gastaron más de 235 millones de dólares en
ayudas para adelgazar, mientras que se donaron 50 millones para
el Tercer Mundo. Siguiendo con las incongruencias, un porcentaje
muy elevado de la población china actual
es obesa debido a una sobrealimentación, y se han
triplicado los casos de diabetes y
cáncer debido a un consumo
excesivo de grasas animales como
parte de la dieta diaria. Estos datos apoyan sin
duda la afirmación que realizó en 1992 el Fondo de
Población de Naciones Unidas
que aseguraba que "existen suficientes recursos para
acabar con la pobreza,
alcanzar un desarrollo social
y económico significativo para la mayor parte de la
población mundial, proteger el medio ambiente
y conservar al mismo tiempo las
comodidades y ventajas que ha aportado la tecnología moderna".
Tenemos conocimiento,
recursos,
medios
tecnológicos, sólo resta combinarlo todo para
sentar los cimientos de un desarrollo
humano sostenible -satisfacer las necesidades del presente
sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones-. Dicho
de otra forma, mantener una correcta relación con la Tierra ya
que de ella se extrae casi el 90% de los alimentos que ingerimos.
Aunque si analizamos los resultados de la última Cumbre
del Clima vemos que
nos encontramos ante una cuestión que exige compromisos
esencialmente políticos que sin duda reflejen un cambio de
valores y como
quedó patente, muy pocos gobiernos están dispuestos
a variar sus líneas de actuación.
La Iglesia
Católica reniega del preservativo. Juan Pablo II se
atrevió a decirlo en Africa,
continente asolado por el Sida que sigue
manteniendo la tasa de natalidad más alta del
mundo.
No es cuestión de
números. El problema como hemos
visto, no radica en el número de habitantes del planeta,
sino en la opción que pueda tener cada uno en
función de sus creencias y sus principios a
elegir lo que quiere y cómo lo quiere. "Nos preocupa que
se interprete la cantidad de población como un factor
principal y aislado que incide de manera única en otros
aspectos fundamentales como el medio
ambiente, la disponibilidad de recursos
naturales, y, a la larga, en las posibilidades de lograr un
desarrollo
humano sostenible", afirma Eva Martínez, directora del
programa
Mujeres y Desarrollo de
IEPALA(*). "Nos preocupa -continúa- que la cantidad de
población sea vista como una limitación al reparto
de riqueza cuando, en realidad, es una consecuencia de esto mismo
y de la falta de acceso a la información, a educación, a políticas
y a servicios
adecuados y al disfrute de derechos fundamentales.
Pensamos que si la población sigue incrementándose
al ritmo actual, la situación se tornará
insostenible. Pero nos preocupa bastante más el tipo de
medidas que se puedan tomar al respecto, sin tener en cuenta las
opciones personales y las situaciones individuales de las
personas". La realidad constatada por distintas ong's que se
encuentran trabajando en diferentes países en vías
de desarrollo
muestra que
"las parejas del Tercer Mundo -afirma Infomundi de Medicus Mundi-
no son libres para elegir cuántos hijos quieren tener,
bien porque son sometidas, de manera forzosa, a diversas
prácticas para controlar su fertilidad o porque,
simplemente, no tienen acceso efectivo a los distintos métodos de
planificación familiar existentes". Martin
Sagreda asegura que para resolver el problema de población
haría falta situar la energía y la actividad sexual
como algo natural y no como algo exclusivamente reproductivo. El
autor está convencido de que la sexofobia es la
raíz de todos los problemas y
que en medio de todo ello se encuentra la mujer, la
culpable históricamente desde "Adán y Eva"
-condenada a ser mero depósito- y una de las claves a la
hora de poner en marcha soluciones a
este problema, por ello es tan perseguida por fundamentalismos y
religiones
puritanas. La educación y la mujer son dos
aspectos básicos a la hora de hablar de control de la
fecundidad. En Brasil por
ejemplo, las mujeres sin estudios tienen una media de seis hijos;
las que poseen educación sólo
tienen una media de dos. Cuanto mayor sea el nivel de educación que tengan
las mujeres, más opciones van a tener tanto laborales como
a la hora de plantear sus relaciones y decidir lo que quieren o
no hacer ¿El problema? Pues que generalmente no elige,
sino que se encuentra involucrada en situaciones donde el
contexto social y otros son los que deciden por ellas
-especialmente en países en vías de desarrollo-.
"Los fundamentalismos -afirma Diana Sojo- son los que
están generando dificultades al desarrollo de
la
mujer.
Mientras tres cuartas partes
de la humanidad mueren de hambre, aumentan en los países
desarrollados los problemas por
sobrealimentación.
Está por ejemplo el caso de Afganistán
donde las mujeres fueron sacadas de los colegios y obligadas a
circular con el burka que las aísla absolutamente del
mundo. Hay que luchar contra los fundamentalismos -del signo que
sean- que no dejan opciones a los individuos". Muchos gobiernos
incentivan de mil formas a la población para llevar a cabo
de manera voluntaria la esterilización: es gratuita,
quienes se someten a ella tienen derecho a percibir sueldo
correspondiente a una semana mientras se recuperan de la
intervención, pueden incluso acceder al cobro de los
gastos derivados
de su viaje al lugar donde se realiza, etc. Algunas organizaciones de
derechos
humanos como Amnistía Internacional, han denunciado
que bajo las políticas
de planificación familiar ciertas dictaduras
esconden en realidad planes masivos de esterilización para
acabar con la resistencia
étnica de parte de la población de sus
países. El analista portugués Joaquim Trigo de
Negreiros pregunta "¿Cuál es la manera más
eficaz de impedir que un pueblo exija su derecho a la libertad?
Exterminándolo. ¿Cómo se puede exterminar a
un pueblo? Combinando programas de
control forzado
de natalidad con transmigración en masa". Se nota que
estamos tocando el punto más importante que ha estado
presente en la batalla de los tiempos, de la libertad y de
los derechos humanos.
Este punto es donde coinciden -como quedó patente en la
Conferencia de
El Cairo (1994)- Vaticano, fundamentalismos musulmanes, derechas
tradicionales y algún heredero de la izquierda marxista
que hizo famosa aquella frase de "proporcionar hijos para la
revolución". Frase que antes tuvo sus
variantes en Mahoma o Platón con
eso de "dar más almas a Dios", frase también
acuñada por la propia Iglesia con la
idea de "aumentar el número de católicos respecto a
los demás". Lo resume perfectamente el cardenal Leclercq:
"Casi todas las familias numerosas son católicas, y este
excedente de natalidad es una brillante revancha de la verdad
divina sobre las fuerzas destructoras del error" (recoge Sagreda
en su libro
"Sexo,
población y política"). Estamos
hablando de los intentos de controlar la vida desde el poder y de la
oposición de estos sistemas a la
planificación y la reducción de la
tasa demográfica. Y también estamos hablando de los
derechos de la
mujer y el derecho a asumir el control de su
vida.
Existen recursos y
medios
tecnológicos suficientes para mantener a toda la
población mundial. Sólo es cuestión de
repartir equitativamente.
La iglesia y los
fundamentalismos. EL papa Juan Pablo II fue
duramente criticado cuando en 1993 decidió viajar hasta
Africa,
continente que tiene la mayor tasa de natalidad y también
de Sida del
mundo- para exigir la no utilización de preservativo. Ese
hecho fue en su día calificado por el propio Parlamento
Europeo como "un auténtico genocidio, un crimen contra la
humanidad". El diario Times (25-10-93) recogía en sus
páginas "El que el Papa Juan Pablo II atraviese el planeta
predicando contra el 'pecado' del control natal en
estos días de desencadenado crecimiento poblacional,
hambrunas y recursos cada vez más escasos, es algo
más que inconsciencia o irresponsabilidad. Es una maldad".
"No es de extrañar, afirma Sagreda, que se hayan levantado
muchas voces dentro de la misma Iglesia contra
esa morbosa obsesión, tan contraproducente, como vemos,
respecto a los pecados del 'sexo',
mientras que se pasan por alto o incluso bendicen acciones que
atentan directa y masivamente contra la vida, como las guerras
coloniales". Las ong's tienen
mucho que decir al respecto porque se encuentran trabajando en
estos países con problemas
llevando a cabo una labor asistencial directa. Eva
Martínez, de IEPALA, cree que "el papel de las
iglesias en este proceso
-especialmente la Iglesia Católica- ha sido fundamental
por varios motivos. Por una parte, ha transmitido un modelo social
y moral basado
en los designios divinos (por decirlo de alguna manera), que ha
motivado la pérdida de la potestad individual sobre la
propia vida y la reproducción. Así, en muchos
grupos
sociales se entiende que cada pareja (o cada mujer) tiene los
hijos que Dios le manda o le da, ignorando que cada persona puede
decidir sobre su futuro, el número de hijos e hijas que
quiere tener y cuándo quiere tenerlos.
La ONU calcula que
en el año 2050 habrá entre 7700 y 11200 millones de
personas en el mundo.
No deja de ser curiosa esa regresión que parece
haber sufrido la mujer en la
historia
-fenómeno muy estudiado y motivo de mucha literatura-, donde
pasó de ser casi un símbolo en muchas
civilizaciones donde era respetada y valorada; al papel actual
de opresión y esclavitud
impuesto en la
mayoría de las religiones y
creencias.
Población, total de habitantes de un
área específica (ciudad, país o continente)
en un determinado momento. La disciplina que
estudia la población se conoce como demografía y
analiza el tamaño, composición y distribución de la población, sus
patrones de cambio a lo
largo de los años en función de nacimientos,
defunciones y migración,
y los determinantes y consecuencias de estos cambios. El estudio
de la población proporciona una información de interés
para las tareas de planificación (especialmente
administrativas) en sectores como sanidad, educación, vivienda,
seguridad
social, empleo y
conservación del medio
ambiente. Estos estudios también nos dan los datos necesarios
para formular políticas
gubernamentales de población, para modificar tendencias
demográficas, y para conseguir objetivos
económicos y sociales.
Demografía
Área interdisciplinaria que abarca disciplinas
como matemáticas, estadística, biología, medicina,
sociología, economía, historia, geografía y antropología. La demografía tiene
una historia
relativamente corta. Nació con la publicación en
1798 del Ensayo sobre el principio de la población,
del economista británico Thomas Robert Malthus. En su obra, Malthus
advertía de la tendencia constante al crecimiento de la
población humana por encima de la producción de alimentos, e indicó
las diferentes formas en que podría ralentizarse este
crecimiento. Diferenciaba entre frenos positivos (guerra, hambre
y enfermedad) y frenos preventivos (abstinencia y
anticoncepción).
El uso cada vez más generalizado de los registros
parroquiales y civiles con datos relativos a
natalidad y mortalidad, y de los censos (a partir del siglo XIX) con
referencias al tamaño y composición de la
población ha permitido el desarrollo de
la demografía. El avance de las ciencias del
comportamiento, de la estadística y la informática en el siglo XX, también
han estimulado la investigación demográfica y de las
subáreas de esta disciplina:
demografía matemática, económica y social. Las
Naciones Unidas
tienen un centro de formación demográfica para
América
Latina, situado en Santiago de Chile.
Datos y medidas demográficos
Los gobiernos modernos y las organizaciones
internacionales están muy interesados en la
determinación exacta de su población y del resto
del mundo. Para poder
describir la población actual y predecir la del futuro con
exactitud razonable se requieren datos
fiables.
Métodos de investigación
Las principales fuentes de
datos
demográficos son los censos nacionales, el registro civil y,
a partir de la década de 1960, los muestreos a nivel
nacional. Estas fuentes
proporcionan el material de base para investigar las causas y las
consecuencias de los cambios de población. La fuente
más habitual es el censo de población, que
contabiliza en un cierto momento todas las personas de un
área dada, con sus datos personales y características sociales y
económicas específicas. Un registro civil es
la contabilización continua, por parte de las
administraciones locales, de los nacimientos, fallecimientos,
migraciones, matrimonios y divorcios. Su fiabilidad depende de lo
veraces que sean los ciudadanos al proporcionar los datos. En el
muestreo se
utiliza una selección estadística representativa de la
población total.
En España,
los datos de población general se recogen en las oficinas
del censo, y se encuentran en el Instituto Nacional de Estadística. Algunas Comunidades
Autónomas elaboran registros de
población, donde se recogen los datos actualizados cada
cinco años, y en todos los municipios suele disponerse del
archivo del
Registro
Civil, aunque no siempre está completo. En la
mayoría de los países de América
Latina se utilizan procedimientos de
registro
similares.
Los datos sobre la población mundial son
publicados de forma sistemática por la Oficina de
Estadística de las Naciones Unidas
en su Demographic Yearbook (Libro anual de
Demografía), por la División Demográfica
de las Naciones Unidas
en sus estudios y estimaciones bianuales sobre la
población mundial, y por el Banco
Internacional para la Reconstrucción y el
Desarrollo.
Indices de población
La variación en el tamaño de la
población viene determinada por el número de
nacimientos, fallecimientos, inmigrantes y emigrantes habidos a
lo largo de un periodo de tiempo dado.
Estos factores de cambio se
expresan como porcentajes de la población total para
calcular por comparación el índice de natalidad, de
mortalidad, de migración
y de crecimiento de la población; los índices de
natalidad y mortalidad se suelen expresar como tantos por mil
(‰) anual. Estos índices dependen en exceso de la
edad media de
la población, lo que puede crear importantes distorsiones.
Así, por ejemplo, una población con elevado nivel
de vida que incluya un gran número de personas mayores,
puede tener un índice de mortalidad similar al de una
población pobre compuesta en su mayor parte por miembros
jóvenes. Por esta razón los demógrafos suelen
utilizar índices que no dependen de la distribución por edades. Dos índices
de este tipo son el índice total de fertilidad y la
esperanza de vida en el momento de nacer.
El índice total de fertilidad es el número
de hijos que una mujer
podría tener durante su vida fértil si se
cumplieran los índices vigentes de fertilidad cada
año. Los países de fertilidad alta pueden alcanzar
índices de natalidad de 40-50‰ (por año), e
índices de fertilidad total de 5-7 hijos por mujer. Los
países de fertilidad baja presentan índices de
natalidad del 15-20‰, e índices de fertilidad total
de 2 hijos por mujer. La
fertilidad a "nivel de reemplazo" (nivel en que cada persona tiene de
media un solo hijo en la siguiente generación) corresponde
a un índice de fertilidad total de 2,1 hijos en
condiciones de baja mortalidad.
La esperanza de vida al nacimiento es la vida media de
una población en la que los riesgos de
mortalidad en ese momento a cada edad se mantuviesen de forma
indefinida. Las poblaciones preindustriales se caracterizaban por
grandes fluctuaciones en la mortalidad. Sin embargo, a largo
plazo, los índices medios de
mortalidad podrían haber sido del 30-40‰ y las
esperanzas de vida media de 25-35 años. En las condiciones
actuales de sanidad, resulta normal un índice de
mortalidad inferior al 10‰ y una esperanza de vida
superior a 70 años.
Un índice importante de mortalidad es el de
mortalidad infantil, la probabilidad de
fallecimiento durante el primer año de vida; suele
calcularse como el número de fallecimientos por cada 1.000
nacimientos. Muchos países poco desarrollados presentan
índices de mortalidad infantil superiores al 100‰,
es decir, más del 10% de los niños mueren durante
su primer año. Los países con eficaces sistemas de
sanidad y de educación tienen índices de mortalidad
infantil del 15‰ o incluso inferiores.
Crecimiento y distribución de la población
mundial
Según las estimaciones de las Naciones Unidas,
autoridad de
reconocido prestigio en el cálculo de
niveles y tendencias de población, la población
mundial alcanzó los 5.300 millones en 1990 y aumenta cada
año en más de 90 millones de personas. El
índice de crecimiento (1,7% anual) se encuentra por debajo
del máximo de 2% anual alcanzado en 1970. Sin embargo, no
se espera que el incremento anual absoluto comience a decrecer
hasta después del año 2000.
Crecimiento pasado y presente
Las estimaciones de la población mundial antes de
1900 se basaban en datos parciales, pero los investigadores
coinciden en que, en general, el crecimiento medio de la
población se acercó al 0,02‰ anual. El
crecimiento no era constante y variaba en función del
clima,
producción de alimentos, enfermedades y guerras.
A partir del siglo XVII, los grandes avances del
conocimiento
científico, la agricultura,
la industria, la
medicina y
la
organización social hicieron posible que la
población creciera de forma considerable. Las maquinarias
fueron sustituyendo poco a poco la mano de obra humana y animal,
aumentando lentamente el
conocimiento y los medios para
controlar las enfermedades. La
población mundial se quintuplicó en 300 años
(pasando de 500 millones en 1650 a 2.500 millones en 1950) y el
crecimiento fue más espectacular en las regiones donde se
inventaron y aplicaron nuevas tecnologías.
Hacia 1950 se inicia una nueva fase en el crecimiento de
población. Se logra controlar el hambre y las enfermedades incluso en
zonas que no habían alcanzado todavía un alto nivel
de escolarización o que no estaban tecnológicamente
desarrolladas. Las causas de este cambio fueron
el bajo coste de importación de vacunas,
antibióticos, insecticidas y variedades de semillas de
alto rendimiento. Al mejorar la red de abastecimiento de
agua, las
instalaciones de alcantarillado y las redes de transporte,
aumentaron las cosechas y disminuyó mucho el número
de fallecimientos por enfermedades infecciosas y
parasitarias. En la mayor parte de los países
desarrollados, la esperanza de vida al nacimiento pasó de
35-40 años en 1950 a 61 años en 1990. La
rápida disminución de fallecimientos en una
población con altos índices de fertilidad hizo que
muchos países en vías de desarrollo alcanzaran un
índice de crecimiento anual superior al 3,1%,
índice que duplicaría la población en
veintitrés años.
Distribución regional
En 1990 había una población de 1.200
millones de personas en los países desarrollados y de
4.100 millones en los países menos desarrollados del
mundo. Más de la mitad de la población mundial
habita en el este y en el sur de Asia, destacando
China con
más de 1.200 millones de habitantes e India con 880
millones. Europa y los
países de la antigua URSS representaban el 15%, América
el 14% y África el 12% de la población
mundial.
Los diferentes índices de crecimiento regional
alteran sin cesar estos porcentajes. La población de
África se duplicará para el 2025, mientras que la
población del Sureste asiático permanece casi
constante y la de Latinoamérica crece a un ritmo fuerte
aunque desigual; y las demás regiones, incluida Asia oriental,
disminuyen de forma considerable. Para el 2025 se estima que el
porcentaje relativo a los países desarrollados actuales
(23% en 1990) descenderá al 17%. El 90% de los nacimientos
actuales tiene lugar en los países menos
desarrollados.
Concentración urbana
A medida que un país pasa de una economía
agrícola a una economía industrial,
se produce una migración
en gran escala de los
residente rurales hacia las ciudades. En este proceso, el
índice de crecimiento de las áreas urbanas duplica
el índice de crecimiento global de la población. En
1950, el 29% de la población mundial vivía en
áreas urbanas, en 1990 esta cifra era del 43% y para el
año 2000 se estima que aumentará a más del
50 por ciento.
Esa migración
a las ciudades conlleva una importante disminución del
número de personas que vive en el campo, y en consecuencia
índices de crecimiento negativos en las áreas
rurales. En los países menos desarrollados, el
rápido crecimiento de la población mundial ha
diferido este fenómeno aplazándolo hasta las
primeras décadas del siglo XXI. La previsión para
América
Latina es que en el año 2020 más de 300
millones de niños vivan en las ciudades.
Estimaciones de población
La mayor parte de los padres potenciales de las
próximas dos décadas ya han nacido. Esto permite
realizar estimaciones de población para este periodo con
fiabilidad razonable, salvo imprevistos. Por otro lado, a lo
largo de dos décadas, el grado de incertidumbre, tanto de
los índices demográficos como de otras características de la sociedad, crece a
un ritmo vertiginoso, haciendo que cualquier estimación
resulte sólo especulativa.
Las estimaciones de las Naciones Unidas publicadas en
1990 indican que la población mundial pasará de
5.300 millones de personas en 1990 a 6.200 millones en el
año 2000 y a 8.500 millones en el 2025. Las estimaciones
máxima y mínima para el año 2025 son de
9.100 millones y 7.900 millones respectivamente. El índice
medio de natalidad mundial, que en 1990 era del 26‰, se
reducirá al 22‰ para finales del siglo, y al
17‰ en el año 2025 (con la correspondiente
reducción del índice total de fertilidad de 3,3 en
1990 a 2,3 en el 2025). El mayor porcentaje de población
con edades de alta mortalidad hará que el índice de
mortalidad media mundial se reduzca sólo un poco, pasando
del 9‰ en 1990 al 8‰ en el 2025. La esperanza de
vida media mundial, sin embargo, pasará de 65 años
en 1990 a 73 años en el 2025.
Seguirán existiendo amplias variaciones en el
crecimiento de la población. En el mundo desarrollado, el
crecimiento de la población seguirá siendo muy
lento y en algunos países incluso disminuirá. Se
estima que la población de Europa occidental
decrecerá a partir del año 2000. En 1996 en las
ciudades de Madrid y Londres había más habitantes
de 65 años que menores de 15. En España el
índice de fecundidad es de 1,4 hijos por mujer, siendo uno
de los países, junto con Italia, con menor
natalidad del mundo. En el caso estadounidense, las previsiones
hablan de un crecimiento hasta el año 2050, debido a la
inmigración. A partir de este momento el
índice de crecimiento será prácticamente
nulo. En cambio, para
el año 2000, América
Latina tendrá la mayor tasa media anual de crecimiento
del mundo.
Las Naciones Unidas estiman que los países menos
desarrollados tendrán unos índices de crecimiento
de población en continuo descenso. Para el conjunto de
países menos desarrollados, el índice de
crecimiento, que en el 1990 era del 2% anual, en el 2025 se
reducirá a la mitad. África seguirá siendo
la zona con el índice de crecimiento más alto (en
1990 este índice era del 3,1% y para el 2025 se estima que
se reducirá al 2,2%). La población africana se
triplicará pasando de 682 millones de personas en 1990 a
1.580 millones de personas en el 2025 y se estima que
seguirá creciendo hasta duplicar su volumen de
población en otros 35 años.
Políticas de población
Las políticas
gubernamentales de población pretenden alcanzar objetivos de
desarrollo y bienestar aplicando medidas que, directa o
indirectamente, inciden sobre procesos
demográficos como la fertilidad y la migración.
Como ejemplos cabe citar el establecimiento de la edad
mínima reglamentaria para contraer matrimonio, los
programas de
divulgación de uso de anticonceptivos y los controles de
migración. Cuando estas políticas
se adoptan por razones distintas a las demográficas
reciben el nombre de políticas
implícitas.
Políticas de población en los
países desarrollados
Los países europeos no tuvieron políticas
de población hasta el siglo XX. Se concedían ayudas
a las familias numerosas en países tan dispares como Gran
Bretaña, Suecia, España y
la Unión Soviética. Los fascistas italianos en la
década de 1920 y los nacionalsocialistas alemanes en la
década de 1930 incluyeron el crecimiento de la
población como parte importante de sus
doctrinas.
Japón, con una economía comparable a
la de los países europeos, fue el primer país
desarrollado en la era moderna que inició un programa de
control de
natalidad. En 1948 el gobierno japonés
instituyó una política que
incluía la anticoncepción y el aborto para
limitar el tamaño de las familias.
Las políticas europeas a favor de la natalidad no
tuvieron mucho éxito en la década de 1930 y sus
ligeras variantes de las dos últimas décadas (en
Francia,
España
y en muchos países europeos del este) no parece que hayan
logrado detener la continua y preocupante disminución de
la natalidad. El control gubernamental de la migración
parece que resulta más eficaz. La migración a corto
plazo por demanda de
trabajo ha sido una práctica común en Europa occidental
y ha dado a los diferentes países la flexibilidad para
reducir la migración durante las recesiones
económicas.
Políticas de población en América
Latina
Desde su independencia,
los países hispanoamericanos se plantearon los problemas de
población derivados del mestizaje y la existencia de
amplias zonas de escasa presencia humana. "Gobernar es poblar",
fue una consigna generalizada, mientras se planteaban programas de
atracción de colonos, preferentemente europeos, que no
siempre llegaban con facilidad.
El vertiginoso crecimiento de los índices de
natalidad, las tradiciones y prejuicios religiosos y familiares,
las costumbres de fuerte arraigo, contrarias a la
contracepción, han obligado a todos los gobiernos a
desarrollar campañas de información y educación, a promover
el control de la natalidad y los programas de
planificación familiar.
Políticas de población en el Tercer
Mundo
En 1952 la India fue el
primero de los países en vías de desarrollo que
adoptó una política oficial para
ralentizar el crecimiento de su población. El objetivo era
facilitar el desarrollo social
y económico reduciendo la carga de una población
joven y en constante crecimiento. Estudios para investigar los
conocimientos, actitudes y
prácticas sobre anticonceptivos de la población pusieron de
relieve que un
alto porcentaje de parejas no deseaban tener más hijos,
aunque algunos ya practicaban una anticoncepción eficaz.
Los programas de
planificación familiar fueron considerados como una forma
de satisfacer el deseo de un amplio sector de la población
de limitar y controlar la natalidad.
La reducción del índice de crecimiento en
Asia puede
atribuirse sobre todo a las estrictas políticas de control
de la población en China. A pesar
de su inmensa población, China ha
reducido con éxito los índices de natalidad y
mortalidad. Recientemente, el gobierno
está apoyando una política de familias
con un solo hijo con el fin de reducir el índice actual de
crecimiento anual del país del 14‰ al 0‰ en
el año 2000.
En 1979, más del 90% de la población de
los países en vías de desarrollo vivía bajo
gobiernos que, al menos en principio, permitían el acceso
a anticonceptivos por razones de sanidad y
garantizaba el derecho a elegir el número de hijos y
controlar los intervalos entre nacimientos. Estudios recientes
muestran que en muchos países se están reduciendo
los índices de natalidad y de crecimiento de la
población nacional, en parte gracias a los programas de
planificación familiar propiciados por los
gobiernos.
Los demógrafos
utilizan las tasas de nacimiento y defunción para
determinar el crecimiento de la población y evaluar la
salud general
de las poblaciones que estudian. Generalmente, estos
porcentajes señalan el número de nacimientos y
defunciones por cada 1.000 habitantes en un año dado,
como muestra el
cuadro (abajo).
Proyecciones de población
A la hora de analizar las tendencias de la
población mundial, con frecuencia los economistas
distinguen entre naciones desarrolladas y naciones en
vías de desarrollo. Generalmente, las naciones
consideradas menos desarrolladas o en vías de desarrollo
tienen un nivel de vida inferior a las naciones desarrolladas.
Una gran parte de la población de estos países
vive bajo los límites de la subsistencia y los recursos
médicos son limitados. Como demuestra el gráfico
(abajo) el crecimiento de la población en los
países menos desarrollados ostenta una tasa mucho
más alta que la de las naciones
desarrolladas.
TRABAJO REALIZADO POR: ANTONIO MIGUEL
DUGARTE
E-MIAL:
ESTUDIANTE DE INGENIERIA INDUSTRIAL
UNIVERSIDAD JOSE MARIA VARGAS, CARACAS,
VENEZUELA
Autor:
Antonio Dugarte
Estudiante Ingenieria Industrial
Univ. Jose Maria Vargas . CARACAS.