(del griego, episteme, 'conocimiento';
logos, 'teoría')
Rama de la filosofía que trata de los problemas
filosóficos que rodean la teoría
del conocimiento.
La epistemología se ocupa de la
definición del saber y de los conceptos relacionados, de
las fuentes, los
criterios, los tipos de conocimiento
posible y el grado con el que cada uno resulta cierto; así
como la relación exacta entre el que conoce y el objeto
conocido.
INTRODUCCIÓN.
He aquí unos de los grandes temas de la
filosofía de todos los tiempos :elucidar en que consiste
el acto de conocer, cual es la escencia del conocimiento,
cual es la relación cognoscitiva entre el hombre y
las cosas que lo rodean. A pesar de que es una operación
cotidiana no hay un acuerdo acerca de lo que sucede cuando
conocemos algo. La definición más sencilla nos dice
que conocer consiste en obtener una información acerca de un objeto. Conocer es
conseguir un dato o una noticia sobre algo. El
conocimiento es esa noticia o información acerca de ése
objeto.
La teoría
del conocimiento es una doctrina filosófica. Para precisar
su ubicación en el todo que es la filosofía, es
necesario que antes aparezca una definición esencial de
esta.
Una definición esencial de la filosofía se
podría obtener atendiendo el significado de la palabra. El
termino filosofía deriva del griego y quiere decir
amor a la
sabiduría o , lo que es lo mismo, deseo de saber, de
conocer. Inmediatamente se nota que no se puede de obtener de la
filosofía una definición esencial, y, por lo tanto,
obligatoriamente se debe de emplear otro método.
Por ejemplo la definición de filosofía que
presentan Platón y
Aristóteles como ciencia pura,
es respectivamente la búsqueda de la virtud o de la
felicidad.
Como dice Dilthey: ¨Lo primero que debemos intentar
es descubrir un objetivo
común contenido en todos aquellos sistemas a cuya
vista se constituyen todos aquellos sistemas de la
filosofía".
Estos sistemas son los
de Platón y
Aristóteles, Descartes y
Leibnitz, Kant y Hegel ya que en
todos ellos hallaremos una inclinación en la
universalidad, una orientación en la totalidad objetiva
por ejemplo: el ser, la esencia, el
conocimiento.
En los principios de la
edad moderna
retomamos los caminos del concepto
Aristotélico (tiene como centro una ciencia
universal del ser). Los sistemas de
Descartes,
Spinoza y Leibnitz, presentan la misma orientación que
caracteriza al Estagirita, ya que todos tienden al conocimiento
del mundo objetivo.
Kant por el
contrario revive el estilo Platónico (procura elevar la
vida, con todos sus conceptos a la conciencia
filosófica).
Es verdad que Kant en su
primera manifestación surge como una teoría
del conocimiento o como base crítica del estudio
científico. Pero no se detiene en el ámbito
teórico sino que avanza a formular la base crítica
de todos los campos conocibles. Al lado de la Crítica
de la razón pura, se encuentra la Crítica de
la razón práctica, que aborda el tema de la
valorización moral, y la
Crítica del juicio, cuyo objetivo son
las investigaciones
críticas de los valores
estéticos. Así pues, en Kant aparece la
filosofía como una reflexión universal del pensamiento
sobre sí mismo, como una reflexión del hombre
estudioso sobre los valores de
su conducta.
La supresión de todos los principios
materiales y
objetivos, los
cuales existen indudablemente en Kant, de manera
que la filosofía asume un carácter puramente formal
y metodológico. Ésta postura intelectual provoca
una reacción que forja un nuevo movimiento en
el pensamiento
filosófico, el cual vuelve a inclinarse a lo material y
objetivo,
constituyendo una renovación del carácter
aristotélico.
Éste breve repaso de toda la evolución histórica del pensamiento
filosófico, nos permite determinar otros dos elementos del
concepto
esencial de la filosofía. Al primero se conoce con la
expresión "concepción del yo"; al segundo se le
llama "concepción del universo". La
filosofía es ambas cosas: una concepción del yo y
una concepción del universo.
En todo conocimiento podemos distinguir cuatro
elementos:
- El sujeto que conoce.
- El objeto conocido.
- La operación misma de conocer.
- El resultado obtenido que es la información recabada acerca del
objeto.
Dicho de otra manera: el sujeto se pone en contacto con
el objeto y obtiene una información acerca del mismo. Cuando existe
congruencia o adecuación entre el objeto y la
representación interna correspondiente, decimos que
estamos en posesión de una verdad.
PROBLEMAS FILOSÓFICOS GRIEGOS Y
MEDIEVALES.
En el siglo V a.C., los sofistas griegos cuestionaron la
posibilidad de que hubiera un conocimiento fiable y objetivo. Por
ello, uno de los principales sofistas, Gorgias, afirmó que nada puede
existir en realidad, que si algo existe no se puede conocer, y
que si su conocimiento fuera posible, no se podría
comunicar. Otro sofista importante, Protágoras, mantuvo que ninguna
opinión de una persona es
más correcta que la de otra, porque cada individuo es el
único juez de su propia experiencia. Platón, siguiendo a su ilustre
maestro Sócrates, intentó contestar
a los sofistas dando por sentado la existencia de un mundo de
formas o ideas, invariables e invisibles, sobre las que es
posible adquirir un conocimiento exacto y certero.
Mantenía que las cosas que uno ve y palpa son copias
imperfectas de las formas puras estudiadas en matemáticas y filosofía. Por
consiguiente, sólo el razonamiento abstracto de esas
disciplinas proporciona un conocimiento verdadero, mientras que
la percepción facilita opiniones vagas e
inconsistentes. Concluyó que la contemplación
filosófica del mundo oculto de las ideas es el fin
más elevado de la existencia humana.
Aristóteles
siguió a Platón al
considerar el
conocimiento abstracto superior a cualquier otro, pero
discrepó de su juicio en cuanto al método
apropiado para alcanzarlo. Aristóteles mantenía que casi todo
el
conocimiento se deriva de la experiencia. El
conocimiento se adquiere ya sea por vía directa, con
la abstracción de los rasgos que definen a una especie, o
de forma indirecta, deduciendo nuevos datos de aquellos
ya sabidos, de acuerdo con las reglas de la lógica. La observación cuidadosa y la adhesión
estricta a las reglas de la lógica,
que por primera vez fueron expuestas de forma sistemática
por Aristóteles, ayudarían a superar las
trampas teóricas que los sofistas habían expuesto.
Las escuelas estoica y epicúrea coincidieron con Aristóteles en que el conocimiento nace de
la percepción pero, al contrario que
Aristóteles y Platón,
mantenían que la filosofía había de ser
considerada como una guía práctica para la vida y
no como un fin en sí misma.
Después de varios siglos de declive del interés
por el conocimiento racional y científico, el
filósofo escolástico (véase
Escolasticismo)
santo Tomás de Aquino y
otros filósofos de la edad media
ayudaron a devolver la confianza en la razón y la
experiencia, combinando los métodos
racionales y la fe en un sistema unificado
de creencias. Tomás de Aquino coincidió con
Aristóteles en considerar la percepción
como el punto de partida y la lógica
como el procedimiento
intelectual para llegar a un conocimiento fiable de la naturaleza, pero
estimó que la fe en la autoridad
bíblica era la principal fuente de la creencia
religiosa.
LOS TRES NIVELES DEL CONOCIMIENTO.
El ser humano puede captar un objeto en tres diferentes
niveles, sensible, conceptual y holístico. El
conocimiento sensible consiste en captar un objeto por medio
de los sentidos; tal
es el caso de las imágenes
captadas por medio de la vista. Gracias a ella podemos almacenar
en nuestra mente las imágenes
de las cosas, con color, figura y
dimensiones. Los ojos y los oídos son los principales
sentidos utilizados por el ser humano. Los animales han
desarrollado poderosamente el olfato y el tacto.
En segundo lugar, tenemos el conocimiento
conceptual, que consiste en representaciones invisibles,
inmateriales, pero universales y esenciales. La principal
diferencia entre el nivel sensible y el conceptual reside en la
singularidad y universalidad que caracteriza, respectivamente, a
estos dos tipos de conocimiento. El conocimiento sensible es
singular y el conceptual universal. Por ejemplo, puedo ver y
mantener la imagen de mi
padre; esto es conocimiento sensible, singular. Pero
además, puedo tener el concepto de
padre, que abarca a todos los padres; es universal. El concepto de padre
ya no tiene color o
dimensiones; es abstracto. La imagen de padre
es singular, y representa a una persona con
dimensiones y figura concretas. En cambio el
concepto de
padre es universal (padre es el ser que da vida a otro ser). La
imagen de
padre sólo se aplica al que tengo en frente. En cambio, el
concepto de padre se aplica a todos los padres. Por esto decimos
que la imagen es
singular y el concepto es universal.
En tercer lugar tenemos el conocimiento
holístico (también llamado intuitivo, con el
riesgo de
muchas confusiones, dado que la palabra intuición se ha
utilizado hasta para hablar de premoniciones y corazonadas). En
este nivel tampoco hay colores,
dimensiones ni estructuras
universales como es el caso del conocimiento conceptual. Intuir
un objeto significa captarlo dentro de un amplio contexto, como
elemento de una totalidad, sin estructuras ni
límites definidos con claridad. La palabra
holístico se refiere a esta totalidad percibida en el
momento de la intuición (holos significa totalidad en
griego). La principal diferencia entre el conocimiento
holístico y conceptual reside en las estructuras.
El primero carece de estructuras, o
por lo menos, tiende a prescindir de ellas. El concepto, en
cambio, es un
conocimiento estructurado. Debido a esto, lo percibido a nivel
intuitivo no se puede definir, (definir es delimitar), se capta
como un elemento de una totalidad, se tiene una vivencia de una
presencia, pero sin poder
expresarla adecuadamente. Aquí está también
la raíz de la dificultad para dar ejemplos concretos de
este conocimiento. Intuir un valor, por
ejemplo, es tener la vivencia o presencia de ese valor y
apreciarlo como tal, pero con una escasa probabilidad de
poder
expresarla y comunicarla a los demás.
Un ejemplo de conocimiento holístico o intuitivo
es el caso de un descubrimiento en el terreno de la ciencia.
Cuando un científico dislumbra una hipótesis explicativa de los
fenómenos que estudia, podemos decir que ese momento tiene
un conocimiento holístico, es decir, capta al objeto
estudiado en un contexto amplio en donde se relaciona con otros
objetos y se explica el fenómeno, sus relaciones, sus
cambios y sus características. El trabajo
posterior del científico, una vez que ha vislumbrado una
hipótesis, consiste en traducir en
términos estructurados ( conceptos) la visión que
ha captado en el conocimiento holístico, gracias a un
momento de inspiración.
La captación de valores nos
ofrece el mejor ejemplo de conocimiento holístico. Podemos
ver a un ser humano enfrente de nosotros (esto es un conocimiento
sensible o de primer nivel). Podemos captar el concepto de
hombre y
definirlo (esto es un conocimiento conceptual o de segundo
nivel). Pero además, podemos vislumbrar el valor de este
hombre en
concreto
dentro de su familia.
Percibimos su valor y lo
apreciamos. Esto es un conocimiento holístico o de tercer
nivel.
La experiencia estética nos proporciona otro
ejemplo de conocimiento holístico. Percibir la belleza de
una obra de arte significa
captar ese objeto sin estructuras,
sin conceptos, simplemente deteniéndose en la
armonía, congruencias y afinidades con el propio sujeto.
Debido a esto, la experiencia estética se puede denominar
también conocimiento por connaturalidad.
EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.
1.- Racionalismo.
Se denomina racionalismo a
la doctrina epistemológica que sostiene que la causa
principal del conocimiento reside en el pensamiento,
en la razón. Afirma que un conocimiento solo es realmente
tal, cuando posee necesidad lógica
y validez universal. El planteamiento mas antiguo del racionalismo
aparece en Platón. El
tiene la íntima convicción de que el conocimiento
verdadero debe distinguirse por la posesión de las notas
de la necesidad lógica
y de la validez universal.
2.- El empirismo.
Frente a la tesis del
racionalismo,
el pensamiento,
la razón, es el único principio del conocimiento,
el empirismo (
del griego Empereimía = experiencia ) opone la antitesis:
la única causa del conocimiento humano es la experiencia.
Según el empirismo, no
existe un patrimonio a
priori de la razón. La conciencia
cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón , sino
exclusivamente de la experiencia. El espíritu humano, por
naturaleza,
está desprovisto de todo conocimiento.
El racionalismo
es guiado por la idea determinada, por el conocimiento ideal,
mientras que el empirismo, se
origina en los hechos concretos.
Los racionalistas casi siempre surgen de la matemática; los defensores del empirismo,
según lo prueba su historia, frecuentemente
vienen de las ciencias
naturales. Esto se entiende sin esfuerzo. La experiencia es
el factor determinante en las ciencias
naturales.
En ellas, lo más importante es la
comprobación exacta de los hechos por medio de una
cuidadosa observación. El investigador depende
totalmente de la experiencia. Suelen distinguirse dos clases de
experiencia: una interna y otra externa. El fundamento de un
conocimiento válido, no se encuentra en la experiencia,
sino en el pensamiento.
3.- Apriorismo.
En la historia de la
Filosofía existe también un segundo esfuerzo de
intermediación entre el racionalismo y el empirismo: el
apriorismo. El cual también considera que la razón
y la experiencia son a causa del conocimiento. Pero se diferencia
del intelectualismo porque establece una relación entre la
razón y la experiencia, en una dirección diametralmente opuesta a la de
éste. En la tendencia de apriorismo, se sostiene que
nuestro conocimiento posee algunos elementos a priori que son
independientes de la experiencia. Esta afirmación
también pertenece al racionalismo. Si
relacionáramos el intelectualismo y el apriorismo con los
dos extremos contrarios entre los cuales pretenden mediar,
inmediatamente descubriríamos que el intelectualismo tiene
afinidad con el empirismo, mientras que el apriorismo, se acerca
al racionalismo. El intelectualismo forma sus conceptos de la
experiencia; el apriorismo rechaza tal conclusión y
establece que el factor cognoscitivo procede de la razón y
no de la experiencia.
LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO.
1.- El dogmatismo.
Para el, resulta comprensible el que el sujeto, la
conciencia
cognoscente, aprehenda su objeto, esta actitud se
fundamenta en una confianza total en la razón humana,
confianza que aún no es debilitada por la duda.
El dogmatismo supone absolutamente la posibilidad y
realidad del contacto entre el sujeto y el objeto.
Para Kant el dogmatismo es la actitud de
quien estudia la metafísica sin haber determinado con
anterioridad cuál es la capacidad de la razón
humana para tal estudio.
2.-El escepticismo.
El dogmatismo frecuentemente se transforma en su
opuesto, en el escepticismo. Mientras que el dogmatismo considera
que la posibilidad de un contacto entre el sujeto y el objeto es
comprensible en sí misma, el escepticismo niega tal
posibilidad. El sujeto no puede aprehender al objeto, afirma el
escepticismo. Por tanto, el conocimiento, considerado como la
aprehensión real de un objeto, es imposible. Según
esto, no podemos externar ningún juicio, y debemos
abstenernos totalmente de juzgar.
Mientras que el dogmatismo en cierta forma ignora al
sujeto, el escepticismo desconoce al objeto.
El escepticismo se puede hallar, principalmente, en la
antigüedad. Su fundador fue Pirrón de Elis ( 360 a
270 ) . El afirma que no puede lograrse un contacto entre el
sujeto y el objeto. La conciencia y
cognoscente esta imposibilitada para aprehender su
objeto.
3.- El subjetivismo y el
relativismo.
El escepticismo sostiene que no hay verdad alguna. El
subjetivismo y el relativismo no son tan radicales. Con ellos se
afirma que si existe una verdad; sin embargo, tal verdad tiene
una validez limitada. El subjetivismo, como su nombre lo indica,
limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga. El
relativismo afirma que no existe alguna verdad, alguna verdad
absolutamente universal.
El subjetivismo y el relativismo son análogos, en
su contenido, al escepticismo. En efecto, ambos niegan la verdad;
no en forma directa como el escepticismo, pero sí en forma
indirecta al dudar de su validez universal.
4.- El pragmatismo.
El escepticismo presenta una actitud
esencialmente negativa. Formula la negación de la
posibilidad del conocimiento. El escepticismo adquiere un cariz
positivo en el pragmatismo
moderno. El pragmatismo,
al igual que el escepticismo, desecha el concepto de la verdad
considerado como concordancia.
El pragmatismo
cambia el concepto de la verdad en cuanto que es originado por
una peculiar concepción de lo que es el ser humano. Dentro
de tal concepción el hombre no
es primordialmente un ser especulativo y pensante, sino un ser
práctico, un ser volitivo.
5.- El criticismo.
Existe una tercer postura que resolvería la
antitesis en una síntesis. Esta postura intermedia entre
el dogmatismo y el escepticismo recibe el nombre de criticismo.
Al igual que el dogmatismo, el criticismo admite una confianza
fundamental en la razón humana. El criticismo está
convencido de que es posible el conocimiento de que existe la
verdad. Pero mientras que tal confianza conduce al dogmatismo, a
la aceptación candorosa, para decirlo en alguna forma, de
todas las aseveraciones de la razón humana y al no fijar
límites al poder del
conocimiento humano, el criticismo pone, junto a la confianza
general en el conocimiento humano, una desconfianza hacia cada
conocimiento particular, acercándose al escepticismo por
esto.
El criticismo examina todas y cada una de las
aseveraciones de la razón humana y nada acepta con
indiferencia.
RAZÓN CONTRA PERCEPCIÓN.
Desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX la
cuestión principal en epistemología contrastó la
razón contra el sentido de percepción
como medio para adquirir el conocimiento. Para los racionalistas,
entre los más destacados el francés
René Descartes, el
holandés Baruch
Spinoza y el alemán, Gottfried Wilhelm Leibniz, la principal
fuente y prueba final del conocimiento era el razonamiento
deductivo basado en principios
evidentes o axiomas. Para los empiristas, empezando por
los filósofos ingleses Francis Bacon y John Locke, la fuente principal y prueba
última del conocimiento era la
percepción.
Bacon inauguró la nueva era de la ciencia
moderna criticando la confianza medieval en la tradición y
la autoridad y
aportando nuevas normas para
articular el método
científico, entre las que se incluyen el primer grupo de
reglas de lógica
inductiva formuladas. Locke criticó la creencia
racionalista de que los principios del
conocimiento son evidentes por una vía intuitiva, y
argumentó que todo conocimiento deriva de la experiencia,
ya sea de la procedente del mundo externo, que imprime
sensaciones en la mente, ya sea de la experiencia interna, cuando
la mente refleja sus propias actividades. Afirmó que el
conocimiento humano de los objetos físicos externos
está siempre sujeto a los errores de los sentidos y
concluyó que no se puede tener un conocimiento certero del
mundo físico que resulte absoluto.
El filósofo irlandés George Berkeley estaba de acuerdo con
Locke en que el conocimiento se adquiere a través de las
ideas, pero rechazó la creencia de Locke de que es posible
distinguir entre ideas y objetos. El filósofo
escocés David Hume
siguió con la tradición empirista, pero no
aceptó la conclusión de Berkeley de que el
conocimiento consistía tan sólo en ideas.
Dividió todo el conocimiento en dos clases: el
conocimiento de la relación de las ideas —es decir,
el conocimiento hallado en las matemáticas y la lógica, que es
exacto y certero pero no aporta información sobre el mundo— y el
conocimiento de la realidad —es decir, el que se deriva de
la percepción. Hume afirmó que la mayor parte del
conocimiento de la realidad descansa en la relación
causa-efecto, y al no existir ninguna conexión
lógica entre una causa dada y su efecto, no se puede
esperar conocer ninguna realidad futura con certeza. Así,
las leyes de la ciencia
más certeras podrían no seguir siendo verdad: una
conclusión que tuvo un impacto revolucionario en la
filosofía.
El filósofo alemán Immanuel Kant intentó resolver la
crisis
provocada por Locke y llevada a su punto más alto por las
teorías
de Hume; propuso una solución en la que combinaba
elementos del racionalismo
con algunas tesis
procedentes del empirismo. Coincidió con los
racionalistas en que se puede tener conocimiento exacto y
certero, pero siguió a los empiristas en mantener que
dicho conocimiento es más informativo sobre la estructura del
pensamiento que sobre el mundo que se halla al margen del mismo.
Distinguió tres tipos de conocimiento: analítico
a priori, que es exacto y certero pero no informativo, porque
sólo aclara lo que está contenido en las
definiciones; sintético a posteriori, que transmite
información sobre el mundo aprendido a partir de la
experiencia, pero está sujeto a los errores de los sentidos, y
sintético a priori, que se descubre por la
intuición y es a la vez exacto y certero, ya que expresa
las condiciones necesarias que la mente impone a todos los
objetos de la experiencia. Las matemáticas y la filosofía, de
acuerdo con Kant, aportan este último tipo de
conocimiento. Desde los tiempos de Kant, una de las cuestiones
sobre las que más se ha debatido en filosofía ha
sido si existe o no el conocimiento sintético a
priori.
Durante el siglo XIX, el filósofo
alemán George Wilhelm
Friedrich Hegel retomó la afirmación
racionalista de que el conocimiento certero de la realidad puede
alcanzarse con carácter absoluto equiparando los procesos del
pensamiento, de la naturaleza y de
la historia.
Hegel
provocó un interés
por la historia y el
enfoque histórico del conocimiento que más tarde
fue realzado por Herbert
Spencer en Gran Bretaña y la escuela alemana
del historicismo. Spencer y el filósofo
francés Auguste Comte
llamaron la atención sobre la importancia de
la sociología
como una rama del conocimiento y ambos aplicaron los
principios del
empirismo al estudio de la sociedad.
La escuela
estadounidense del pragmatismo, fundada por los filósofos Charles Sanders Peirce,
William James y
John Dewey a principios de
este siglo, llevó el empirismo aún más lejos
al mantener que el conocimiento es un instrumento de
acción y que todas las creencias tenían que ser
juzgadas por su utilidad como
reglas para predecir las experiencias.
POSICIÓN DE LOS AUTORES FRENTE AL
CONCOCIMIENTO.
Para algunos autores, el fundamento de la posibilidad
del conocimiento es la realidad, bien la sensible (como han
defendido los filósofos de orientación empirista),
bien la inteligible (como aquellos racionalistas que han
defendido el carácter realmente existente de las entidades
conceptuales o nociones generales).
El primer gran filósofo que abordó el
estudio del conocimiento fué el francés René
Descartes, en
el siglo XVII. Descartes
intentó descubrir un fundamento del conocimiento que fuera
independiente de límites y supuestos. Para él,
conocer es partir de una proposición evidente, que se
apoya en una intuición primaria. Descartes
formuló tal proposición en su célebre
sentencia: "pienso, luego existo".
Kant negó que la realidad pudiera ser explicada
mediante los solos conceptos y se propuso conseguir el mismo
objetivo, pero intentando determinar los límites y
capacidades de la razón. Si bien existen, efectivamente,
juicios sintéticos apriori, que son la condición
necesaria de toda comprehensión de la naturaleza
(trascendentales), el ámbito del conocimiento de limita,
sin embargo en el pensamiento de Kant, al reino de la
experiencia.
Según el británico John Locke,
representante moderado del empirismo, las impresiones de la
sensibilidad sólo formaban la base primaria del
conocimiento. El también británico David Hume y
algunos autores neopositivistas posteriores consideraron, por el
contrario, que las nociones de las ciencias
formales no son empíricas ni conceptuales, sino formales
y, por lo tanto, vacías de conocimiento.
De acuerdo con determinadas formas de empirismo existen
otras experiencias además de la sensible, como la
experiencia histórica, la experiencia intelectual, etc. En
estas posiciones, a algunos de cuyos precursores – los alemanes
Friedrich Nietzsche y
Wilhelm Dilthey- difícilmente se les puede considerar como
empiristas, el término experiencia se entiende en un
sentido más amplio. Los autores más representativos
de estas posiciones son el alemán Martin Heidegger y el
francés Jean- Paul- Sartre, que
defendieron posturas existencialistas; los estadounidenses John
Dewey y William James, de orientación pragmatista; y el
español José Ortega y Gasset, que mantuvo la
postura que él llamó raciovitalismo, en la que vida
y razón constituían los dos polos de su
concepción del mundo.
EL CONOCIMIENTO
CIENTÍFICO.
Mientras que la epistemología ha sido entendida
tradicionalmente como una teoría
del conocimiento en general, en el siglo XX los filósofos se interesaron principalmente por
construir una teoría del conocimiento
científico, suponiendo que si se lograra disponer de
teoría adecuadas que explicaran los mecanismos de un
conocimiento de este tipo, podrían avanzar
considerablemente por la misma vía en la solución
de problemas
gnoseológicos (doctrinas filosófica y religiosa que
pretendía tener un conocimiento misterioso e instintivo de
las cosas divinas) más generales.
La elaboración de una epistemología de este tipo
constituyó la tarea abordada especialmente por los autores
del Círculo de Viena, que fueron el germen de todo
movimiento del
empirismo o positivismo
lógico. Para éstos filósofos se trataba de
conseguir un sistema unitario
de saber y conocimiento, lo que requería la
unificación del lenguaje y la
metodología de las distintas ciencias. Este
lenguaje
debería ser insersubjetivo – lo que exigía la
utilización de formalismos y de una semántica
común- y universal, es decir, cualquier proposición
debía poder
traducirse a él.
Lo único que puede hacerse es formular la
hipótesis de la existencia de una realidad
independiente de nuestra experiencia e indicar criterios para su
contrastación en la medida en que una afirmación de
existencia implica determinados enunciados perceptivos. No hay
ninguna posibilidad de decisión respecto a una realidad o
idealidad absolutas. Ello sería, en palabras de Carnap, un
seudoproblema. Todas las formas epistemológicas de la
tradición filosófica inspiradas en posiciones
metafísicas – el idealismo y el
realismo
filosófico, el fenomelanismo, el solipsismo, etc.-
caerían, así, fuera del ámbito del
conocimiento empírico, ya que buscarían responder a
una pregunta imposible.
EPISTEMOLOGÍA EN EL SIGLO XX.
A principios del siglo XX los problemas
epistemológicos fueron discutidos a fondo y sutiles
matices de diferencia empezaron a dividir a las distintas
escuelas de pensamiento rivales. Se prestó especial
atención a la relación entre el acto de percibir
algo, el objeto percibido de una forma directa y la cosa que se
puede decir que se conoce como resultado de la propia
percepción. Los autores fenomenológicos afirmaron
que los objetos de conocimiento son los mismos que los objetos
percibidos. Los neorealistas sostuvieron que se tienen
percepciones directas de los objetos físicos o partes de
los objetos físicos en vez de los estados mentales
personales de cada uno. Los realistas críticos adoptaron
una posición intermedia, manteniendo que aunque se
perciben sólo datos
sensoriales, como los colores y los
sonidos, éstos representan objetos físicos sobre
los cuales aportan conocimiento.
Un método
para enfrentarse al problema de clarificar la relación
entre el acto de conocer y el objeto conocido fue elaborado por
el filósofo alemán Edmund Husserl. Perfiló un procedimiento
elaborado, al que llamó fenomenología, por medio del cual
se puede distinguir cómo son las cosas a partir de
cómo uno piensa que son en realidad, alcanzando así
una comprensión más precisa de las bases
conceptuales del conocimiento.
Durante el segundo cuarto del siglo XX surgieron dos
escuelas de pensamiento, ambas deudoras del filósofo
austriaco Ludwig
Wittgenstein. Por una parte, la escuela del
empirismo o positivismo
lógico, tuvo su origen en Viena, Austria, pero
pronto se extendió por todo el mundo. Los empiristas
lógicos hicieron hincapié en que sólo hay
una clase de conocimiento: el conocimiento
científico; que cualquier conocimiento válido
tiene que ser verificable en la experiencia; y, por lo tanto, que
mucho de lo que había sido dado por bueno por la
filosofía no era ni verdadero ni falso, sino carente de
sentido. A la postre, siguiendo a Hume y a Kant, se tenía
que establecer una clara distinción entre enunciados
analíticos y sintéticos. El llamado criterio de
verificabilidad del significado ha sufrido cambios como
consecuencia de las discusiones entre los propios empiristas
lógicos, así como entre sus críticos, pero
no ha sido descartado.
La última de estas recientes escuelas de
pensamiento, englobadas en el campo del análisis lingüístico
(véase Filosofía analítica) o en la
filosofía del lenguaje
corriente, parece romper con la epistemología tradicional. Los analistas
lingüísticos se han propuesto estudiar el modo real
en que se usan los términos epistemológicos claves
—términos como conocimiento,
percepción y probabilidad— y formular
reglas definitivas para su uso con objeto de evitar confusiones
verbales. El filósofo británico John Langshaw Austin afirmó, por
ejemplo, que decir que un enunciado es verdadero no añade
nada al enunciado excepto una promesa por parte del que habla o
escrib e. Austin no considera la verdad como una cualidad o
propiedad de
los enunciados o elocuciones.
CONCLUSIÓN.:
Si la epistemología – el estudio del
conocimiento- constituye, por su propia naturaleza, una
de las partes esenciales de la filosofía, la creciente
importancia en la ciencia y
la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos
fundamentos teóricos ha acrecentado aún más
el interés
por la misma en el moderno pensamiento
filosófico.
BIBLIOGRAFÍA.:
- Enciclopedia Hispánica; 5: 402-404;
1994-1995. - Enciclopedia Microsoft
Encarta `97. - Gutiérrez Saenz, Raúl;
Introducción a la filosofía; Editorial
Esfinge. - Hessen; Teoría del conocimiento;
Editorial Esfinge.