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Biografía de San Martín




Enviado por lago104



    Breve historia del libertador de
    Argentina,
    Chile y
    Perú

    Primera Parte: En el Río de la
    Plata

    Introducción

    Orígenes de San
    Martín

    Situación en América
    del Sur

    Primeros actos en Buenos
    Aires

    Combate de San Lorenzo

    El Ejército del
    Norte

    Plan Continental

    Gobernador de Cuyo

    El año 1816

    El cruce de los Andes

    Segunda Parte: Libertador de
    Chile

    Batalla de Chacabuco

    Cancharrayada y
    Maipú

    La escuadra del
    Pacífico

    Sucesos del año
    1819

    Acta de Rancagua

    Tercera parte: Protector del
    Perú

    Expedición al
    Perú

    Protector del Perú

    Toma de Quito

    Guayaquil

    Abdicación del Protector del
    Perú

    En Europa

    Bibliografía

    Introducción

    En la Gaceta de Buenos Aires del
    día viernes 13 de marzo de 1812, el redactor
    —posiblemente Bernardo

    Monteagudo— escribe estas palabras que, sin
    saberlo, llegarían a ser proféticas: "Me hé
    preguntado muchas

    veces poseído de diferentes afectos
    ¿cuál será la suerte de mi patria?
    ¿Quien será el que enarbole el pabellon
    de

    su LIBERTAD?"
    (las palabras de los párrafos textuales están
    escritas con la ortografía y la
    acentuación

    del original).

    El mismo ejemplar, en la última hoja, dice:
    "El 9 del corriente

    ha llegado á este puerto la fragata inglesa
    Jorge Caning

    procedente de Londres en 50 días de
    navegación." Más

    adelante continúa: "Á este puerto
    han llegado entre otros

    particulares que conducía la fragata
    inglesa, el teniente coronel

    de caballería D. José San
    Martín primer ayudante de campo

    del general en jefe del ejercito de la Isla
    Marques de

    Compigny : el Alerez de navio D. Jose Zapiola : el
    capitan de

    milicias D. Francisco Chilaver : el alferez de
    carabineros reales

    D. Carlos Alvear y Balbaltro :el subteniente de
    infantería D.

    Antonio Arellano y el primer teniente de guardias
    valonas

    Barón de Olembert. Estos individuos han
    venido á ofrecer sus

    servicios al gobierno, y han
    sido recibidos con la consideración

    que merecen por los sentimientos que protestan en
    obsequio de

    los intereses de la patria."

    Es en éste momento que San Martín,
    que había cumplido 34 años durante la
    travesía, inicia su obra

    libertadora de tres países de América
    del Sur: Argentina,
    Chile y
    Perú.

    Orígenes de San
    Martín

    Nació el 25 de febrero de 1778 en el pueblo
    de Yapeyú, situado a orillas del caudaloso río
    Uruguay,
    que

    dependía del Virreinato del Río de
    la Plata. Su padre, don Juan de San Marín, había
    nacido en España y
    se

    desempeñaba como teniente gobernador del
    departamento. Su madre, doña Gregoria Matorras, era
    sobrina de un

    conquistador del Chaco.

    Se trasladó a España
    junto con sus padres en el año 1786 donde ingresó
    al Seminario de
    Nobles de Madrid.

    En 1789 comienza su carrera militar en el
    regimiento de Murcia. Luchó en la campaña de
    África combatiendo en

    Melilla y Orán. En 1797 es ascendido a
    subteniente por sus acciones
    frente a los franceses en los Pirineos.

    En 1797 su regimiento, que había
    participado en las batallas navales contra la flota inglesa en
    el

    Mediterráneo, se rindió en agosto de
    1798.

    Durante el período que sigue, lucha en
    diferentes acciones en el
    sur de España, en
    Gibraltar y Cádiz, con el

    grado de capitán 2° de
    infantería ligera.

    En 1808 las tropas de Napoleón invaden la
    Península y el rey Fernando VII es hecho prisionero.
    Estalla la

    rebelión contra el Emperador y su Hermano
    José Bonaparte, que había sido proclamado Rey de
    España.
    Se

    establece una Junta de Gobierno que
    actúa primero en Sevilla y luego en Cádiz. San
    Martín es ascendido por la

    Junta al cargo de ayudante 1° del regimiento
    de Voluntarios de Campo Mayor. Distinguido por sus
    acciones

    contra los franceses, llega luego a ser
    capitán del regimiento de Borbón. El ejercito ataca
    a los franceses y los

    vence en la batalla de Baylén, el 19 de
    julio de 1808; allí se destaca San Martín. Esta
    victoria permite al ejército

    de Andalucía recuperar Madrid y es la
    primera derrota importante de las tropas de Napoleón. San
    Martín recibe

    el grado de teniente coronel y es condecorado con
    una medalla de oro. Continua luchando contra los franceses
    en

    el ejército de los aliados: España,
    Portugal e Inglaterra.
    Combate a las órdenes del general Beresford en la
    batalla

    de Albuera. Conoce a Lord Macduff, noble
    escocés, que lo introduce a las logias secretas que
    complotaban por

    la independencia
    de América
    del Sur. Por su intermedio obtuvo un pasaporte para viajar a
    Inglaterra, donde
    se

    encontró en 1811 con compatriotas de
    América
    española: Alvear, Zapiola, Andrés
    Bello, Tomás Guido, entre

    otros. Todos formaban parte de una logia que
    había fundado el "Precursor", Miranda, quien, junto con
    Bolivar, ya

    luchaba en América
    por la independencia
    de Venezuela.

    En enero de 1812, San Martín se embarca
    hacia Buenos Aires en
    la fragata inglesa George Canning.

    Situación en América del
    Sur

    En la ciudad de Buenos Aires, el
    25 de mayo de 1810 se había constituido la llamada Junta
    Grande, en

    forma similar a las juntas de España, que
    se oponían a la ocupación francesa de la
    Península, y gobernaban en

    nombre del rey Fernando VII mientras se encontrara
    prisionero. Se habían mandado emisarios a los cabildos
    de

    las distintas ciudades del Virreinato del
    Río de la Plata para que constituyan juntas de gobierno y
    reconozcan a la

    de Buenos Aires. Las
    poblaciones se dividen en las que adoptan juntas independientes
    de España y las que

    pretenden conservar el poder de los
    virreyes. La Junta de Buenos Aires
    nombra un cuerpo ejecutivo que se llamó

    el Primer Triunvirato. Sus miembros eran: Juan
    José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea. La
    ciudad de

    Montevideo no reconoce a la junta de Buenos Aires
    y emprende hostilidades contra la Capital. En
    Chile el
    cabildo

    se pronuncia contra la autoridad del
    Virrey. Desde el Alto Perú —hoy Bolivia
    los realistas ocupan la provincia

    de Salta y avanzan sobre Tucumán, defendida
    por el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano.
    El

    Paraguay se había independizado, adoptando
    una postura neutral a cargo de José Gaspar
    Rodríguez de Francia.

    Vemos que el panorama del río de la Plata
    no era muy halagüeño a principios de
    1812 cuando llega San Martín.

    Primeros Actos

    A los pocos días de su arribo, le fue
    reconocido el grado de teniente coronel y el Triunvirato le
    encomendó

    la creación de un escuadrón, que
    luego fue el célebre regimiento de Granaderos a Caballo.
    Durante el año 1812

    se ocupó de instruir a la tropa en las
    modernas técnicas de combate que conocía por su
    extensa actuación

    europea contra los ejércitos de
    Napoleón.

    Además, se ocupó de organizar una
    sociedad
    secreta que se denominó la Logia de Lautaro —este
    era el

    nombre de un caudillo araucano que defendió
    la libertad de su
    pueblo a los comienzos de la conquista

    española—. La sociedad estaba
    formada como las logias masónicas de Cádiz y de
    Londres, similar a la que en

    Venezuela tenía como miembros a Miranda,
    Bolívar y Andrés
    Bello. Su objetivo era:
    "trabajar con sistema y
    plan

    en la independencia
    de la América y su felicidad". Sus miembros principales,
    además de San Martín eran:
    Alvear,

    Zapiola, Bernardo Monteagudo, Juan Martín
    de Pueyrredón.

    En agosto de 1812 se casa con María de los
    Remedios de

    Escalada, mujer joven y
    bella, que pertenecía a una de las

    distinguidas familias del
    país.

    En octubre de 1812, cuando llega la noticia de la
    victoria del ejército de Belgrano en Tucumán, se
    produce

    en Buenos Aires un movimiento
    preparado por la Logia con el objeto de imponer a sus candidatos
    en el

    Triunvirato. Con la presión de los cuerpos
    armados y del pueblo, se nombra el Segundo Triunvirato
    constituido

    por: Juan José Paso, Nicolás
    Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se
    exige además llamar a una Asamblea

    suprema con delegados de todas las provincias con
    el fin de dictar una constitución.

    Los primeros actos del Triunvirato consisten en
    reforzar el ejército y mandar una expedición para
    que ponga

    sitio a Montevideo, ocupada por los
    realistas.

    En enero de 1813 se consolidan las posiciones
    militares: el general José Rondeau estrecha el sitio
    de

    Montevideo mientras en Buenos Aires, el domingo 31
    de enero se reúne la Asamblea General
    Constituyente,

    conocida en la historia con el nombre de
    Asamblea del año 13, aunque se reunió durante
    varios años más. Casi

    todos los miembros de la Asamblea eran de la Logia
    de Lautaro. Se aprueban importantes reformas legales:
    El

    nombre del rey de España desaparece de los
    documentos
    públicos; la Asamblea se declara soberana; se
    eliminan

    los escudos de armas y los
    títulos de nobleza; Se aprueban los colores de la
    bandera de Belgrano, el escudo

    nacional, el himno; se elimina la
    Inquisición y se queman los instrumentos de tortura; se
    defiende la libertad
    de

    imprenta; se pone límite a la esclavitud
    decretando la "libertad de
    vientres".

    Combate de San
    Lorenzo

    Los realistas de Montevideo dominaban los
    ríos interiores con su flota, asolaban las poblaciones
    costeras y

    hacían frecuentes desembarcos para obtener
    ganados y otros alimentos. En
    enero llegó a Buenos Aires la noticia

    de que se preparaba una escuadra realista mandada
    por el corsario Rafael Ruiz y las tropas de desembarco por
    el

    capitán Juan Antonio
    Zabala.

    El 28 de enero, el Triunvirato ordena al coronel
    San Martín que protegiese las costas del Paraná
    del

    desembarco realista. Los granaderos siguieron el
    avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y
    unos

    trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo
    de Rosario y fondearon frente al Monasterio de San Carlos,
    en

    San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles
    bajaron a tierra,
    subieron las altas barrancas y se encontraron con
    los

    pacíficos frailes. Luego llegaron algunos
    paisanos al mando de Caledonio Escalada, comandante militar
    del

    Rosario, y, cuando los realistas volvían a
    embarcarse, intercambiaron algunos disparos de
    cañón. El dos de

    febrero por la noche llegan los granaderos de San
    Martín al convento y se ocultan en el patio, en silencio,
    sin

    encender fuegos. Desde la torre del convento, el
    Coronel vigilaba las señales de luces de las naves
    enemigas.

    Cuando despuntaba el sol del
    día 3 de febrero, las lanchas de la expedición
    realista tocaban tierra y
    subían el

    barranco en dos columnas dispuestos al combate.
    San Martín dividió a los granaderos también
    en dos columnas

    que, cuando sonó el clarín, cargaron
    desde cada lado del convento.

    En la primera carga, el caballo de
    San

    Martín fue derribado trabando
    una

    pierna del Coronel. El granadero

    Baigorria traspasa con una lanza a
    un

    soldado español que intentaba herir
    a

    San Martín. El soldado Juan
    Bautista

    Cabral echó pie a tierra y
    levantó el

    caballo permitiendo a su jefe

    incorporarse, entonces fue herido
    de

    muerte. A las pocas horas del
    combate,

    ya conociendo el resultado,
    pronunció

    las famosas palabras:

    "¡Muero contento! ¡Hemos batido al
    enemigo!" La victoria había sido obtenida en pocos
    minutos. Los realistas

    escaparon por la barranca abandonando sus armas,
    cañones y estandartes. La flota enemiga retornó
    derrotada a

    Montevideo y nunca más volvió a
    incursionar por el Paraná. San Martín
    escribió el parte del combate bajo la

    sombra de un añoso pino y regresó en
    triunfo a Buenos Aires.

    Poco tiempo
    después se conocía el triunfo del General Belgrano
    frente a los realistas en la batalla de Salta,

    donde se rindió el ejército al mando
    de Pio Tristán. El año trece comenzaba favorable a
    los patriotas.

    El Ejército del
    Norte.

    Manuel Belgrano, luego de la batalla de Salta, se
    internó en las tierras del Alto Perú en
    persecución de los

    realistas pero debió retroceder hasta sus
    posiciones anteriores, en el valle de Lerma, luego de las
    derrotas de

    Vilcapugio ( 1° de octubre) y Ayohuma ( 14 de
    noviembre). Entonces el Triunvirato envía al norte a San
    Martín

    con un pequeño ejército de
    infantería y el cuerpo de Granaderos a Caballo. El
    ejército derrotado se reúne con
    las

    tropas de refuerzo en la posta de Yatasto, en el
    camino entre Salta y Tucumán, donde ambos patriotas
    se

    conocen y sellan una amistad que
    duraría toda sus vidas. Mientras tanto el 31 de enero de
    1814, en Buenos Aires,

    la Asamblea nombra Director Supremo de las
    Provincias Unidas del Río de la Plata a Don Gervasio
    Antonio

    Posadas por un período de dos años,
    sustituyendo el Triunvirato anterior. También en enero,
    San Martín toma el

    mando de un ejército derrotado, quedando
    Belgrano como su subordinado. El ejército realista, a cuyo
    frente

    estaba el general Pezuela, amenazaba las
    provincias de Salta y Jujuy. El ejercito patriota se concentra en
    la ciudad

    de Tucumán y el General comienza a
    instruirlo formando una nueva escuela militar y
    hace incorporar nuevos

    reclutas.

    La frontera norte queda defendida por partidas de
    gauchos

    montados, al mando del valeroso teniente coronel
    Martín

    Güemes, natural de Salta y gran conocedor del
    terreno, que

    detienen, causan estragos en el avance realista,
    levantando a la

    población en contra del
    enemigo.

    Mientras tanto en el Río de la Plata, la
    flota al mando del comandante Guillermo Brown vencía a la
    armada realista

    frente a Montevideo y lograba establecer el cerco
    marítimo que obligaría luego a rendir la plaza al
    ejército

    comandado por el general Alvear (junio de 1814).
    Al conocer esta derrota, los realistas, que
    intentaban

    conquistar las Provincias Unidas por la frontera
    norte, iniciaron la retirada concentrando sus fuerzas en el
    Alto

    Perú.

    Plan Continental

    Al poco tiempo de
    encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta
    que era imposible llegar a Lima, que

    en ese momento era el centro del poder
    realista, por el camino del Alto Perú. Cada ves que un
    ejército realista

    descendía del altiplano hacia los valles de
    Salta, era derrotado y , cada vez que un ejercito patriota
    ingresaba en el

    Alto Perú, era también aniquilado.
    Fue entonces que el General concibió la idea, que luego
    realizaría con éxito, de

    cruzar la cordillera y atacar la ciudad de Lima
    por el mar. Para mantener segura la frontera del norte bastaban
    las

    tropas salteñas al mando del general
    Güemes. El plan de
    conquistar el Perú por el Pacífico era lo que
    él llamaba

    "su secreto", que era compartido por unos pocos
    amigos de la Logia Lautaro.

    En el mes de abril de ese año, una
    enfermedad le obliga a pedir licencia y pasa a restablecerse a
    una estancia

    cerca de la ciudad de Córdoba dejando al
    general Cruz al mando de las tropas del Ejército del
    Norte.

    En agosto de ese año, por solicitud del
    general, el director Posadas lo nombra Gobernador Intendente
    de

    Cuyo, pues su estado de
    salud era
    delicado. En realidad San Martín se situaba en una
    posición muy conveniente

    para iniciar los planes que luego
    liberarían medio continente. Tardaría siete
    años para entrar en Lima.

    Cuando el futuro Libertador se instalaba en Cuyo,
    del otro lado de la Cordillera de los Andes, la
    revolución

    del que se llamaba en aquel entonces "Reino de
    Chile", estaba
    en peligro: había sido invadido por las
    fuerzas

    realistas del Virreinato del Perú y luego
    de varias batallas, las fuerzas patriotas al mando de
    O´Higgins y José

    Miguel Carreras son derrotadas en la batalla de
    Rancagua (1° de octubre de 1814), donde los ejércitos
    chilenos

    son aniquilados dejando abierto el camino a la
    capital,
    Santiago. El general Carrera con el resto del ejército
    cruzó

    la cordillera refugiándose en el territorio
    de Cuyo, gobernado por San Martín.

    A Buenos Aires llegaban las noticias de que
    Napoleón había sido vencido y confinado a la isla
    de Elba. El

    rey Frenado VII había entrado en Madrid
    luego de seis años de cautiverio. El primer acto de
    gobierno fue
    abolir

    la constitución de Cádiz y condenar a
    muerte a todo
    aquel que se opusiera a su soberanía. Al poco tiempo

    restableció el Tribunal de la
    Inquisición.

    Es en este momento que la Revolución
    Sud Americana parece derrotada en todos sus frentes. Perdido
    Chile

    y el Alto Perú, con los realistas
    fuertemente establecidos en Lima; la revolución
    venezolana era vencida y sus

    líderes, Bolívar y Mariño, se
    refugian en Cartagena; los liberales españoles
    perseguidos. Sólo en el Río de la
    Plata

    ondean los estandartes de la Libertad y la
    Independencia.

    Gobernador de Cuyo

    En Buenos Aires, a comienzos de 1815 se produce la
    renuncia del Director Supremo, Posadas, y es

    nombrado en su remplazo el general Carlos
    María de Alvear, que estaba enfrentado con San
    Martín, quien para

    evitar una destitución, solicita su
    reemplazo. Alvear nombra entonces Gobernador de Cuyo al coronel
    Gregorio

    Perdriel. Esto pone a la ciudad de Mendoza en
    conmoción y, reunido el cabildo el 16 de febrero,
    solicitan al

    Director Supremo que conservase en el gobierno al
    general San Martín, alegando que había un peligro
    cierto de

    una invasión realista a través de la
    cordillera. El Director entonces accede a la petición del
    Cabildo de Cuyo y

    confirma a San Martín en el cargo. Al poco
    tiempo, en
    Buenos Aires, el Cabildo pide la renuncia de Alvear y
    es

    nombrado como Director Supremo el general Rondeau,
    con la condición de disolver la Asamblea (que había
    sido

    nombrada por los cabildos provinciales) y llamar a
    un nuevo congreso elegido por el sufragio universal (18
    de

    abril). Terminaba así la importancia de los
    cabildos, que era una herencia de la
    tradición colonial.

    Los ciudadanos de Mendoza se

    constituyen en cabildo abierto. Deciden
    que

    no obedecerán a ningún gobierno que
    no

    sea elegido por la voluntad de los pueblos
    y

    que declara nulo el nombramiento
    del

    Gobernador Intendente hecho por
    el

    Director Supremo. Se aclama a

    continuación a San Martín
    como

    Gobernador de cuyo por la
    voluntad

    popular. Los cabildos de San Juan y
    San

    Luis confirmaron estas
    declaraciones.

    Entonces San Martín emprende la
    creación del Ejército de los Andes, en el que el
    pueblo de Cuyo

    contribuyó con todo lo que podía. Se
    establecieron nuevos impuestos, se
    rematan las tierras públicas, se crea
    una

    contribución extraordinaria de guerra, se
    recibieron donaciones en joyas y en dinero, se
    gravó con un peso cada

    barril de vino. Además se usaban los
    transportes de carretas en forma gratuita para los materiales que
    necesitaba

    el ejército y a las personas, sin
    retribución para trabajos públicos, los artesanos
    servían en los talleres militares sin

    sueldo, y las mujeres contribuían con sus
    labores cosiendo gratuitamente los uniformes de los
    soldados.

    Se conoció en esos momentos que
    España preparaba una expedición de diez mil
    hombres, al mando del

    general Murillo, que se dirigía hacia el
    Río de la Plata a sojuzgar a los rebeldes y someterlos al
    dominio del
    rey. El

    entonces coronel San Martín reunió
    al pueblo de Cuyo en cabildo abierto y el 6 de junio de 1815
    distribuyó un

    bando que conviene transcribir en parte porque
    demuestra el temple del Libertador: "Es llegada la hora de
    los

    verdaderos patriotas. Se acerca al Río de
    la Plata una expedición de diez mil españoles. Ya
    no se trata de

    encarecer y exaltar las virtudes republicanas, ni
    es tiempo de
    exhortar a la conservación de la fortunas o de
    las

    comodidades familiares. El primer interés
    del día es el de la vida: este es el único bien de
    los mortales. Sin ella,

    también perece con nosotros la patria.
    Basta de ser egoístas para empeñar el último
    esfuerzo en este momento

    único que para siempre fijará
    nuestra suerte. A la idea del bien común y a nuestra
    existencia, todo debe

    sacrificarse. Desde este instante el lujo y las
    comodidades deben avergonzarnos… Desde hoy quedan
    nuestros

    sueldos reducidos a la mitad. El empleado que no
    quiera donar lo que deja de percibir recibirá un boleto
    par su

    abono en mejores circunstancias. Yo
    graduaré el patriotismo de los habitantes de esta
    provincia por la

    generosidad… Cada uno es centinela de su
    vida."

    Las damas de Mendoza, encabezadas por María
    de los Remedios de Escalada de San Martín, su
    esposa,

    fueron recibidas por el cabildo en audiencia y, en
    presencia del pueblo, se despojaron de sus alhajas y
    donaron

    sus joyas a la patria.

    Llegamos así al final del año 1815
    con las desalentadoras noticias de la derrota del Ejército
    del Norte,

    dirigido por Rondeau, en la batalla de Sipe-Sipe
    el 29 de noviembre de dicho año y deben regresar a Salta.
    Las

    fuerzas del virrey del Perú, comandadas por
    el general Osorio, dominan Chile. El
    ejército de Murillo, que debía

    llegar a Buenos Aires había desembarcado en
    Venezuela y
    batía a las tropas de Bolívar. Fue entonces cuando
    San

    Martín, al mando del pequeño
    ejército de Cuyo era la única esperanza de las
    Provincias Unidas. Es en estas

    circunstancias que reúne a sus oficiales y
    expone su plan del paso de
    los Andes y la reconquista de Chile.

    El año
    1816.

    A fines del año anterior había sido
    restituido Fernando VII, al que en la Península llamaban
    "El Deseado".

    Sus primeras disposiciones en el trono defraudaron
    a los americanos. Cono ya dijimos, derogó la Constitución de

    Cádiz, que habían establecido las
    Cortes y se habían declarado Soberanas y, lo que es peor,
    declaró "reo de lesa

    Majestad" a los independientes,
    imponiéndoles la pena de
    muerte. Esto tarjo como consecuencia que
    los

    generales realistas cometieran enormes crueldades
    contra las poblaciones rebeldes, especialmente en Venezuela
    y

    en el Alto Perú.

    A principio de año comienzan a llegar a la
    ciudad de Tucumán los delegados de las distintas
    provincias

    —electos por sufragio universal— y el
    24 de marzo se constituye allí el Soberano Congreso
    Nacional de las

    Provincias Unidas del Río de la Plata. La
    Gobernación de Cuyo tenía cuatro delegados, amigos
    de San Martín y

    miembros de la Logia Lautaro. Por la provincia de
    San Juan: fray Justo de Santa María de Oro y don
    Agustín

    Maza; por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y
    Francisco Narciso Lapida; por San Luis, Juan Martín de
    Pueyrredón,

    que estaba distanciado de San Martín por su
    actuación en el episodio de la disolución del
    primer Triunvirato en

    1812.

    San Martín insiste ante los delegados de su
    gobernación en la pronta reunión del congreso. En
    el mes de mayo el

    Congreso trata de la elección del nuevo
    Director Supremo. El primer candidato considerado es Belgrano,
    luego se

    piensa en San Martín, pero los delegados de
    Cuyo se oponen, finalmente es designado el día 3 de ese
    mes Juan

    Martín de Pueyrredón como Director
    Supremo, con el consentimiento de los delegados de San
    Martín. Godoy

    Cruz había limado las asperezas entre los
    dos patriotas.

    Mientras tanto, San Martín, como Gobernador
    de Cuyo, insistía ante el Director Supremo la conveniencia
    de

    acometer la empresa del
    paso de los Andes. Ya había comenzado con sus actividades
    de espionaje y tenía

    confidentes en Santiago dentro de las esferas
    realistas que le comunicaban las actividades del gobernador
    Osorio,

    y luego las de su reemplazante Marcó del
    Pont. Así mismo sus espías fomentaban la
    insurrección en los patriotas

    de Chile preparando el terreno para la futura
    invasión. Había sido San Martín propuesto
    para comandar el ejército

    del Perú en reemplazo del general Rondeau,
    pero él no confiaba en el éxito de esta empresa y
    recomienda al

    Director que nombre a Manuel Belgrano en su
    lugar.

    Durante este año se llevan a cabo varias
    batallas navales realizadas por corsarios con el pabellón
    del Río de

    la Plata, que capturan presas entre los barcos que
    realizan la travesía entre América y España,
    interceptando

    valiosos cargamentos, entorpeciendo el
    tráfico de esclavos, lo que le vale a estas provincias el
    reconocimiento de

    la opinión liberal de Europa. A su vez
    se intercepta correspondencia confidencial que permite conocer
    el

    verdadero estado de las
    tropas realistas en el Caribe y en Venezuela y
    por este medio se conoce en Buenos Aires

    los progresos de Bolívar y de las tropas
    independientes de México. En
    este contexto se prepara la expedición
    del

    Comandante Guillermo Brown, secundado por
    Hipólito Buchardo, que partiendo desde el Río de la
    Plata, dobla

    el cabo de Hornos y ataca las fortalezas
    Españolas de Chile y luego los puertos fortificados del
    Callao y

    Guayaquil. Esto permite a los patriotas conocer
    las defensas de estos puertos que luego serían de utilidad para
    la

    campaña al Perú y formarían
    el comienzo de la flota libertadora.

    Luego de la derrota de Sipe-Sipe en el Alto
    Perú, San Martín cree que ya ha llegado el momento
    de

    promover su idea de la conquista de Lima por el
    Pacífico. Envía entonces a su delegado, Manuel
    Ignacio Molina,

    a Buenos Aires para convencer al Director de la
    conveniencia de la expedición a Chile. El Ministro de
    Guerra
    era

    Tomás Guido, amigo de San Martín y
    miembro de la Logia, que ya estaba al tanto de la idea del
    Libertador, pero

    el gobierno no estaba convencido aún. La
    misión
    de Molina, si bien no pudo convencer al gobierno de autorizar
    la

    expedición, al menos consiguió una
    ayuda de 5.000.- pesos mensuales para el
    ejército.

    Sirviéndose de la astucia, San
    Martín hace correr la noticia que su ejército se
    preparaba para marchar hacia

    el Alto Perú. Hizo los preparativos del
    traslado para intentar que los realistas cruzaran la cordillera
    pensando que

    Mendoza quedaba desguarnecida, y así
    vencerlos en una batalla de este lado de la cordillera. Pero
    Marcó del

    Pont no cayó en la celada y nada
    hizo.

    San Martín envía entonces a Buenos
    Aires a su ayudante de campo, José Antonio Álvarez
    Condarco,

    ingeniero militar, con un detalle de la
    campaña que planeaba. Condarco se entrevista con
    Antonio González

    Balcarce, que actuaba en forma interina hasta la
    llegada del nuevo Director Supremo. Pueyrredón era
    partidario

    ya del plan de la
    invasión a Chile, entonces dio instrucciones de apoyar a
    San Martín con los pertrechos de

    campaña (mes de junio). A partir de
    entonces la Capital
    comenzó a enviar suministros que hicieron posible
    la

    expedición.

    San Martín insiste además ante sus
    delegados al Congreso en la necesidad de declarar la independencia.
    Le

    escribía a Godoy Cruz: "¿Hasta
    cuándo esperamos para declarar nuestra independencia?
    ¿No es una cosa bien

    ridícula acuñar moneda, tener
    pabellón y cocarda nacional, y por último, hacerle
    la guerra al
    soberano de quien se

    dice dependemos… …Los enemigos (y
    con mucha razón) nos tratan de insurgentes, puesto que
    nos

    reconocemos vasallos." "Si esto no se hace, el
    Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo
    la

    soberanía, es una usurpación que se
    hace al que se cree verdadero soberano, es decir, al rey de
    España." El 9 de

    julio el Congreso declara la independencia de las
    Provincias Unidas del Río de la Plata de la
    dominación de los

    reyes de España y su metrópoli. Ya
    no había posibilidad de reconciliación con Fernando
    VII.

    Pensando en los pasos para cruzar la cordillera,
    San Martín aprovecha el hecho de la declaración de
    la

    independencia para notificar de ella a
    Marcó. Envía a Álvarez Condarco por el paso
    de Los Patos (el más largo)

    para entregar el acta a los jefes realistas. Antes
    de partir le dijo: "como es seguro que
    así entregue usted el pliego

    que lleva lo despedirán con cajas
    destempladas por el camino más corto, que es el de
    Uspallata (si no lo ahorcan)

    dará usted la vuelta redonda y podrá
    a su regreso formarme un croquis sobre el papel."

    El 15 de julio se reúnen en Córdoba
    el Director Pueyrredón con San Martín donde
    combinan los aspectos

    de la expedición. A partir de allí
    sellan su amistad que
    durará toda sus vidas. Queda así decidida la
    expedición a

    Chile.

    El cruce de los
    Andes

    Una vez obtenido el apoyo político a su
    proyecto, San
    Martín se dispone a realizar los preparativos de
    la

    empresa. La maestranza estaba a cargo de fray Luis
    Beltrán, natural de Mendoza, quien dejó los
    hábitos y,

    comandando trescientos trabajadores, fundió
    cañones, balas, granadas y preparó todos los
    implementos

    necesarios para la difícil marcha. La
    armería estaba a cargo del mayor De la Plaza y la
    fábrica de pólvora la
    dirigía

    el mayor ingeniero José Antonio
    Álvarez Condarco. Para los uniformes, Beltrán
    construyó una tejeduría y una

    tintorería para proveer los paños
    que las damas de Mendoza luego cosían.

    El Director Supremo, ya instalado en Buenos Aires,
    el día 1° de agosto promueve al entonces coronel
    mayor

    San Martín al grado de general en jefe del
    Ejército de los Andes, acuñando el nombre con que
    se conocería al

    ejército libertador de la mitad de
    América del Sur. Luego aumentó la asignación
    para dicho ejército a 8.000.-

    pesos mensuales.

    En septiembre de ese año, traslada su
    ejército, que se componía de 4.000 hombres, al
    campamento del

    Plumerillo, al norte de la ciudad de Mendoza,
    donde Los soldados y los jefes se entrenan para el combate.
    Desde

    allí se completaron los últimos
    pertrechos necesarios.

    El día 5 de enero de 1817, el
    ejército se dirige formado de gran parada hasta Mendoza
    donde, en presencia

    de las autoridades y del pueblo, juran la bandera
    celeste y blanca del ejército y como patrona, a la virgen
    del

    Carmen.

    San Martín ocultaba el punto por donde
    cruzarían la cordillera y hacía llegar a
    Marcó del Pont rumores de

    distintos posibles pasos, insinuaba que
    cruzaría por el sur y luego hacía correr rumores de
    que atacaría por el

    norte con el objetivo de
    dividir sus fuerzas y lograr una sorpresa.

    Todo estaba listo en el Plumerillo para cruzar el
    ejército de 4000 hombres, con sus caballos
    cañones

    municiones y víveres para un mes. Dos
    divisiones, al mando del general Miguel Estanislao Soler y
    O´Higgins

    cruzarían por el Paso de los Patos. Otra,
    al mando de Las Heras, debía marchar por el camino de
    Uspallata con

    la artillería. Una división ligera
    al mando de Juan Manuel Cabot cruzaría desde San Juan por
    el Portezuelo de la

    Ramada y apoderarse de Coquimbo. Otro destacamento
    ligero debía cruzar desde La Rioja y ocupar
    Copaipó

    cruzando la cordillera por el paso de Vinchina.
    Por el sur, el capitán Freyre penetraría por el
    Planchón para

    apoyar a las guerrillas
    chilenas.

    Durante la segunda mitad de enero
    partieron

    las distintas divisiones llevando
    instrucciones

    secretas. Las órdenes eran que
    todos

    aparecieran simultáneamente sobre
    el

    territorio chileno entre el seis y el ocho
    de

    febrero.

    Quiero transcribir aquí el parte enviado
    por el Libertador al Director Pueyrredón, ya desde el lado
    chileno de

    la cordillera: "El tránsito de la Sierra ha
    sido un triunfo. Dígnese V. E. figurarse la mole de un
    exército moviéndose

    con el embarazoso bagaje de subsistencias para
    quasi un mes, armamento, municiones, y demas adherentes
    por

    un camino de cien leguas, cruzado de eminencias
    escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas
    angosturas,

    cortado por cuatro cordilleras; en fin donde lo
    fragoso del piso se disputa con la rigidez del temperamento. Tal
    es

    el camino de los Patos que hemos
    traído…"

    En efecto, a las dos de la tarde del 8 de febrero,
    las dos columnas principales ocupaban los pueblos de
    San

    Antonio de Putaendo y Santa Rosa de los Andes
    despejando el camino hacia el Pacífico.

    Segunda Parte: Libertador de
    Chile

    Batalla de
    Chacabuco

    El día 10 de febrero, todo el
    Ejército de los Andes se encontraba concentrado en el
    valle de

    Aconcagua, listo para subir la cuesta de Chacabuco
    y lograr una batalla decisiva. El ejército realista
    se

    concentraba en el valle acudiendo
    rápidamente con tropas desde Santiago. San Martín
    reunió a sus

    oficiales para explicar el plan de combate
    que realizarían al día siguiente, sin dar tiempo a que
    los

    realistas se agruparan. Dividió al
    ejército en dos columnas, una al mando del general Soler,
    y la otra al

    mando de O´Higgins. El ejército
    realista estaba al mando del brigadier Maroto.

    A la madrugada del día 12 las columnas
    comenzaron la ascensión de la cuesta de
    Chacabuco,

    tomando la división de Soler por la derecha
    y la de O'Higgins la de la izquierda.

    El ala izquierda se puso en contacto con los
    realistas, luego de cargar bajando la cuesta, a
    media

    mañana. La resistencia era
    sostenida y el combate resultaba indefinido hasta que, cerca del
    mediodía,

    llegó el ala de Soler, al trote y a la
    carga, lo que definió la batalla. Los realistas dejaron en
    el campo

    500 muertos, 600 prisioneros y mucho armamento.
    Los patriotas perdieron 12 hombres y tuvieron
    120

    heridos. Los realistas huyeron en desorden a
    Santiago pero no atinaron defensas, Marcó del Pont
    sólo

    pensaba en escapar, mandó al puerto de
    Valparaíso sus pertenencias y alistó sus cosas para
    la huida.

    El 14 de febrero, San Martín entró
    triunfal a Santiago de Chile.

    El cabildo se reunió el día 18
    aclamando al Libertador como

    gobernador de Chile. Renunció a ese honor y
    fue entonces

    electo O´Higgins Director Supremo del
    Estado de
    Chile.

    El general realista, Maroto, se embarcó en
    el puerto de Valparaíso con algunas tropas que
    pudo

    salvar. Marcó del Pont se retrasó de
    la columna y cuando llegó ya no quedaban naves en el
    puerto.

    Huyó hacia el sur pero fue tomado
    prisionero por los patriotas.

    Esta victoria, la conquista del "Reino de Chile"
    como se lo conocía en la denominación
    española,

    trajo alivio en Buenos Aires. La situación
    para los patriotas seguía siendo difícil: la ciudad
    de

    Montevideo había sido ocupada por un
    ejército Portugués, el ejército del Norte
    retrocedía hacia Jujuy,

    como lo había previsto San Martín, y
    el Gobernador de Salta, Martín Güemes
    resistía. La victoria de

    Chacabuco cambió la suerte de la
    América del Sur y a partir de este momento los realistas
    comenzaron

    su repliegue. Los que pudieron escapar, al mando
    del general Ordóñez, perseguidos por el general
    Las

    Heras, se retiraron a marcha forzada hasta la
    fortaleza de Talcahuano, al sur de Chile. Resistieron
    allí

    un sitio de las tropas patriotas que duró
    todo el año 1817.

    Se creó entonces el Ejército Unido,
    formado por el de Chile, y el Ejército de los Andes.
    O´Higgins

    comandaba el ala Chilena y San Martín era
    el General en Jefe de Todo el Ejército.

    Siguiendo con su plan continental,
    San Martín sabía que sin el dominio de mar,
    no era posible

    dominar Chile y Perú porque la costa
    tenía bastiones como el Callao o Talcahuano que eran
    fácilmente

    abastecidos de víveres, soldados y
    munición. Al mes de la batalla de Chacabuco, cruzó
    nuevamente la

    Cordillera, llegó de incógnito a
    Buenos Aires para evitar los festejos y las demostraciones
    populares a

    las que no era afecto, y negoció con el
    Director Supremo el envío de una misión a
    Londres con el objeto

    de crear una escuadra para dominar las costas del
    Pacífico y quebrar el dominio realista
    en esos mares.

    El Ingeniero Álvarez Condarco viajó
    a Londres para supervisar la compra de las naves
    mientras

    Álvarez Jonte buscaba marinos que
    comandaran dicha escuadra.

    Cancharrayada y
    Maipú

    En los últimos días de 1817, San
    Martín, como generalísimo del Ejército
    Unido, mandó una

    delegación a Lima, en nombre de los
    aliados, proponiendo al Virrey del Perú la
    regularización de la

    guerra y el canje de prisioneros. Pero, como
    siempre, el motivo oculto de la misión a
    cargo del mayor

    Domingo Torres, era ponerse al tanto de los planes
    del enemigo. El enviado regresó a
    Valparaíso

    trayendo la información de que un ejército
    realista, al mando del general Osorio, se embarcaba
    en

    cuatro fragatas para recuperar
    Chile.

    Los primeros días de enero de 1818 la
    expedición llegaba a la fortaleza de Talcahuano
    donde

    desembarca. Las tropas de Osorio se unen con las
    del general Ordóñez formando un ejército de
    más de

    5000 hombres. Sin perder tiempo comienzan la
    marcha hacia el norte, para llegar a Santiago.
    Los

    patriotas al mando de O´Higgins levantan el
    sitio y emprenden la retirada hacia la capital para
    unirse a

    el resto del ejército.

    La noche del 19 de marzo el ejército
    realista avanzó por la planicie de
    Cancharrayada

    sorprendiendo a las fuerzas de O´Higgins en
    la oscuridad. Los patriotas se defendieron
    valientemente

    hasta que el Director fue herido en el brazo.
    Entonces las fuerzas del Ejército Unido retrocedieron
    en

    desorden perdiendo todo el parque y la
    artillería. El mando fue asumido entonces por el coronel
    Las

    Heras que organizó una retirada a marchas
    forzadas hacia la capital. En
    Santiago, la noticia del revés

    hizo entrar en pánico a la población, mientras que los generales
    patriotas trataban de reagrupar sus

    fuerzas en derredor del campamento de Maipo.
    Cuando O´Higgins supo de los acontecimientos de
    la

    capital, apuró su regreso cabalgando
    día y noche para reasumir el gobierno de la nación.
    La presencia

    del líder
    hizo retornar la calma en la ciudad y comenzaron los preparativos
    para la defensa. A los diez

    días de la derrota, el Ejército
    Unido estaba nuevamente en condición de combate con cerca
    de 4000

    hombres de infantería, 22 piezas de
    artillería y 1000 jinetes, cinco batallones chilenos y
    cuatro

    argentinos.

    El ejército patriota estaba desplegado en
    una altura llamada Loma Blanca, a diez kilómetros
    de

    Santiago. El 5 de abril las avanzadas comunicaron
    que los realistas marchaban en masa hacia el
    camino

    que une Santiago con
    Valparaíso.

    San Martín relata así la
    disposición para el combate: "Baxo la conducta del
    benemérito brigadier

    general Balcarce puse desde luego toda la
    infantería; la derecha mandada por el coronel Las Heras;
    la

    izquierda por el teniente coronel Alvarado; y la
    reserva por el coronel D. Hilarion de la Quintana;
    la

    caballería de la derecha al coronel D.
    Matías Zapiola con sus escuadrones de granaderos; y Freyre
    con

    los escuadrones de la escolta del Exmo. Director
    de Chile, y los cazadores a caballo de los
    Andes."

    Al mediodía los ejércitos se
    hallaban

    frente a frente. Los patriotas avanzaron
    hacia

    las posiciones realistas y entraron
    en

    encarnizado combate. Los realistas
    resistieron

    a pie firme durante varias horas pero
    luego

    comenzaron a replegarse,
    terminado

    derrotados. A última hora llegó
    O´Higgins

    convaleciente de su herida, quien
    fue

    aclamado por las tropas victoriosas.
    Las

    pérdidas realistas fueron alrededor de
    1000

    hombres, doce cañones, 2200 prisioneros
    y

    todo el parque y municiones.

    Osorio se retiró con solamente 1200 hombres
    hacia Talcahuano pero casi sin armamento.
    Allí

    esperó órdenes del virrey Pezuela,
    quien dio por perdido el norte de Chile y le ordenó
    embarcarse para

    el Perú, quedando en la fortaleza una
    fuerza de
    defensa de 1000 hombres al mando del coronel
    Juan

    Francisco Sánchez.

    Pocos días después de la victoria de
    Maipú, San Martín emprende el camino a Buenos
    Aires

    llegando con sigilo para sustraerse a las
    manifestaciones de la muchedumbre. No obstante ello,
    el

    Director Supremo, Pueyrredón, prepara una
    recepción pública en el Congreso que se realiza el
    17 de

    mayo, en honor al héroe de Chacabuco y
    Maipú.

    El objetivo del
    viaje era apurar la disposición de los fondos necesarios
    para crear y mantener la

    flota del Pacífico, que era la única
    manera de evitar el abastecimiento de los puertos realistas,
    desde

    donde podían enviara refuerzos y
    reconquistar Chile. Una vez dominado el mar, el camino al
    Perú

    estaba despejado. Las reuniones secretas tuvieron
    lugar en la quinta que Pueyrredón tenía en el
    pueblo

    de San Isidro, y allí concurrieron los
    miembros de la logia. Una vez logrado el apoyo, San Martín
    quiso

    volver nuevamente a Chile pero quedó
    detenido en Mendoza debido a las grandes nevadas en
    la

    cordillera. Allí recibe notificación
    de Pueyrredón diciendo que el empréstito de 500.000
    pesos,

    necesario para equipar a la flota era imposible de
    lograr.

    Es entonces que desde Mendoza envía su
    renuncia como general del Ejército Unido a
    los

    directores Pueyrredón y O´Higgins (4
    de setiembre de 1818). Pocos días después recibe
    una

    comunicación del Ministro de Guerra
    autorizándolo a girar hasta la suma convenida para crear
    la flota.

    La escuadra del
    Pacífico

    La flota que dominaría el Pacífico
    con el pabellón chileno y llevaría al
    ejército libertador al Perú se

    formó por astutas y valientes capturas de
    buques españoles y la compra de naves inglesas
    y

    americanas. El primer buque de guerra fue el
    bergantín español llamado Águila, de 16
    cañones, que

    entró engañado a Valparaíso
    luego de la batalla de Chacabuco porque los patriotas dejaron
    las

    banderas realistas flameando en la fortaleza. Fue
    capturado y, bautizado con el nombre de
    Pueyrredón.

    En su primera misión fue
    enviado a la isla Juan Fernández a rescatar los patriotas
    prisioneros de los

    realistas. Entre ellos estaba Manuel Blanco
    Encalada, quien sería luego comandante de la flota.
    Luego

    llegó el Windham de 44 cañones,
    comprado por Álvarez Condarco en Londres. Fue la gloriosa
    Lautaro.

    Con estos dos buques, luego de la victoria de
    Maipú, persiguieron a la flota española compuesta
    por la

    Esmeralda, la Venganza y el Pezuela que bloqueaba
    Valparaíso y entorpecía la navegación
    y

    hostigaban a los buques neutrales que llegaban al
    puerto.

    En abril de 1818, la Lautaro y el
    Pueyrredón salieron del puerto y se trabaron en combate
    con la

    Esmeralda consiguiendo abordarla. Luego de un
    fiero combate la nave española pudo escapar por
    su

    mayor velocidad y
    dirigirse a Talcahuano. Aunque no se pudo tomar la presa, desde
    ese momento, la

    marina chilena dominó las costas de
    Valparaíso. En Julio se compró una corbeta
    americana que se

    bautizó como Chacabuco, luego otro
    bergantín americano que se llamó Araucano, En
    agosto llegó un

    navío poderoso, de 60 cañones,
    contratado por Condarco en Londres, que se denominó San
    Martín y se

    pagó con los fondos que había
    dispuesto Pueyrredón luego de la renuncia del general. El
    mando de la

    armada fue confiado a Manuel Blanco Encalada. Los
    patriota tenían a fines de 1818 una escuadra
    que

    podía combatir contra los realistas en el
    Pacífico.

    Mientras tanto, en mayo de 1818, zarpaba de
    Cádiz con rumbo a Chile, una expedición
    española de

    once transportes, que conducían 2000
    soldados, escoltadas por dos naves de guerra, una de ellas era
    la

    poderosa María Isabel, de 50
    cañones. La noticia se conoció en Buenos Aires, por
    los agentes del

    gobierno argentino en Cádiz en el mes de
    julio. Pueyrredón envió a los bergantines Lucy y el
    Intrépido

    para que se incorporen a la flota chilena. En
    agosto arribó a Buenos Aires el Trinidad, uno de
    los

    transportes españoles con la
    tripulación sublevada. De esta manera los patriotas
    conocieron el punto de

    reunión y el código de
    señales de la escuadra realista.

    En octubre zarpaba de Valparaíso
    la

    escuadra chilena al mando de Blanco
    Encalada,

    y comandando la infantería de marina el
    capitán

    Guillermo Miller. Debían interceptar el
    convoy

    realista. Encontraron a la María Isabel en
    el

    puerto de Talcahuano, protegida por los
    cañones

    de la fortaleza. En una valiente acción de
    los

    marinos y los infantes, capturaron la nave y
    la

    llevaron a Valparaíso donde fue bautizada
    como

    la O´Higgins.

    Cayeron en manos de los patriotas cinco
    transportes con todos sus bagajes. El resto huyó al
    Callao.

    Así, Chile, en poco tiempo dominó el
    Pacífico. La última expedición
    española que partió hacia
    América

    había sido aniquilada a fines de
    1818.

    Llegaba entonces a Valparaíso Thomas
    Alejandro Cochrane, lord escocés, miembro
    del

    parlamento y héroe de muchas batallas en
    las flotas de Inglaterra.
    Había aceptado los ofrecimientos de

    los agentes de San Martín y O´Higgins
    en Londres. Fue nombrado jefe de la escuadra chilena con
    el

    grado de Vicealmirante y Blanco Encalada,
    conociendo la capacidad del nuevo jefe, se puso a
    sus

    órdenes. Los independientes, a fines de
    1818 podían dominar el Pacífico.

    Éste era el paso previo para poder llevar
    el ejército al Perú.

    Sucesos del año
    1819

    En enero, las tropas patriotas al mando del
    general Balcarce, que sumaban más de 3000
    hombres,

    se dirigen al sur de Chile, para reforzar a las
    fuerzas de Zapiola, que hostigaban a las del
    coronel

    realista Sánchez, acampados sobre las
    márgenes del Bío-Bío y ocupando la ciudad de
    Concepción. Los

    realistas, que no se habían sentido capaces
    de defender las posiciones que tenían, habían
    evacuado la

    ciudad a fines del año anterior y se
    habían replegado a la los Ángeles. Ante el avance
    de Balcarce,

    luego de algunas escaramuzas, Sánchez se
    retira nuevamente hacia el sur, a las tierras de los
    indios

    araucanos, encerrándose en la plaza de
    Valdivia. Balcarce da por terminada la campaña, pues
    por

    tierra era imposible transportar allí
    grandes ejércitos, y regresa a Santiago.

    Ese mismo mes de enero partía la flota
    chilena al mando

    de Cochrane, con el navío San
    Martín, las fragatas O´Higgins y

    Lautaro y la corbeta Chacabuco. En febrero
    bloquean el Callao,

    puerto de Lima, donde se hallaba la flota
    española del Pacífico,

    compuesta por las fragatas Esmeralda y Venganza y
    varias

    naves menores, protegidas por los cañones
    de la fortaleza.

    Luego de algunos combates navales, apresan a la
    goleta Motezuma y la flota permanece bloqueando
    el

    puerto con algunos buques y con otros hostiga a
    los puertos del norte. Vuelve a Valparaíso
    para

    abastecer la flota y construir una batería
    de cohetes, nueva arma ensayada en Europa. Prepara
    sus

    naves y en octubre de ese año intenta
    nuevamente destruir a la flota española en el Callao. No
    tiene

    éxito por la falla de las nuevas armas pero la
    flota consigue varias presas en el puerto de Guayaquil
    y

    Miller desembarca la infantería en Pisco y
    ocupa por unos días la ciudad. Cochrane envía la
    flota a

    Valparaíso y sólo con la
    O´Higgins se decide ocupar Valdivia, al sur de Chile y en
    los primeros meses

    de 1820 conquista la fortaleza y expulsa a los
    realistas que se refugian en la isla de Chiloe.

    Mientras el Ejército Unido y la escuadra
    chilena obtienen estas victorias, y en el norte,
    Bolívar

    combate contra el ejército de Murillo por
    la libertad de Colombia y
    Venezuela,
    obteniendo la victoria de

    Boyacá (7 de agosto), otros hechos
    ensombrecen el panorama sudamericano.

    La opinión de Chile no favorece la
    expedición al Perú y el mantenimiento
    del Ejército de los

    Andes. Por otro lado, se reciben noticias desde
    Cádiz anunciando que otra expedición se prepara
    contra

    Buenos Aires al mando de José
    O´Donnell, conde del Abisbal, que transportaría
    20.000 hombres. El

    Director Pueyrredón solicita que las tropas
    de los Andes se preparen para marchar a la
    Capital.

    San Martín cruza la cordillera con una
    parte de las fuerzas hacia Mendoza, dejando otra parte
    en

    Chile, listas para marchar en cualquier momento.
    Por otro lado se produce la sublevación de
    los

    caudillos provinciales López, de Santa Fe y
    Ramírez,
    de Entre Ríos, apoyados por los Portugueses
    que

    ocupaban la Banda Oriental, y levantando las
    banderas del federalismo,
    amenazaban el gobierno

    unitario de Buenos Aires. El Director Supremo
    ordena a los ejércitos del Perú, al mando de
    Belgrano, y

    al ejército de Los Andes para que marchen a
    defender Buenos Aires. Belgrano marcha hacia
    Córdoba

    y, por correspondencia de San Martín que
    apela al espíritu patriótico de López,
    consigue un armisticio

    con que despeja momentáneamente la amenaza.
    La presencia del Libertador en cuyo impide que
    la

    provincia se pliegue a los
    disidentes.

    Mientras tanto, San Martín se comunicaba
    con los miembros de la logia Lautaro para que
    empujen

    a los políticos a autorizar la
    expedición al Perú y se oponía a usar el
    Ejército de los Andes para reprimir

    a las provincias disidentes.

    En junio renuncia el director Pueyrredón y
    es reemplazado por Rondeau, quien manda a llamar
    al

    general San Martín para combinar los planes
    de defensa de la Capital en caso de producirse el
    arribo

    de la expedición realista que se preparaba
    en Cádiz.

    En el mes de octubre, llegan noticias a Buenos
    Aires desde Gibraltar, diciendo que el ejército
    de

    Cádiz se había amotinado. Las tropas
    se negaban a embarcar para el Río de la Plata.
    Decían que el

    motín había sido sofocado por
    Abisbal pero se cría que el ejército español
    no estaba en condiciones de

    emprender, por el momento, la expedición.
    El peligro se había disipado.

    En ese mismo mes de Octubre, San Martín
    recibe en Mendoza dos noticias. O´Higgins
    le

    comunicaba que tenía todo pronto para la
    expedición al Perú y que debía cruzar los
    Andes para ponerse

    al frente de las tropas. Por otro lado, el
    armisticio entre López y el gobierno de Buenos Aires se
    había

    roto y Rondeau le pedía que marchara hacia
    la Capital. Contestó entonces a Chile que aceptaba
    la

    dirección de la empresa y que
    cruzaría los Andes cuando los asuntos internos se lo
    permitieran. Preparó

    entonces la caballería, unos 2000 hombres
    para marchar desde San Luis hacia la Capital. Rondeau
    se

    pone al frente del ejército de Buenos Aires
    y se dirige al límite con la provincia de Santa Fe para
    batir a

    los insurgentes, contando que el ejército
    del Norte avanzaba sobre Córdoba y el de los Andes
    acudía

    desde San Luis.

    En noviembre el Libertador recibe otra carta del
    Director anunciándole que debe concurrir
    a

    conversar con él por un asunto más
    importante que la insurrección del litoral. Se trataba de
    los

    proyectos monárquicos que una misión
    diplomática realizaba en Francia para
    coronar un príncipe

    Borbón.

    San Martín presenta su renuncia al mando
    del ejército alegando motivos de salud, los
    facultativos

    le prescriben baños termales en Cauquenes,
    en Chile. En Buenos Aires rechazan su renuncia
    diciendo

    que tiene licencia para mejorar su salud como General de la
    Provincias Unidas.

    Mientras tanto se produce una sublevación
    en Tucumán contra el ejército del Norte poniendo
    en

    prisión al general Belgrano. El general
    Cruz, que marchaba hacia la Capital para defender al
    Director

    Rondeau, es destituido del mando por un
    motín en la posta de Arequito (9 de enero) y el
    ejército

    marcha hacia Córdoba para ponerse a las
    órdenes del gobernador Bustos. Un batallón del
    ejército de

    los Andes, acantonado en San Juan, se subleva
    contra sus jefes y corta los lazos que vinculaban a
    ésta

    ciudad con Mendoza. La anarquía
    había estallado en las Provincias
    Unidas.

    Acta de Rancagua

    San Martín, que se reponía en Chile
    de sus dolencias, en conocimiento
    de éstas revueltas, ordena

    al coronel Alvarado que cruce la Cordillera con
    los regimientos de cazadores de los Andes, la
    artillería

    y toda la caballería. El gobernador de
    Mendoza, Luzuriaga, renuncia y también cruza los Andes
    para

    unirse al ejército.

    En Buenos Aires, el Director Rondeau era derrotado
    en la batalla de Cepeda, el día 1° de
    febrero,

    y el victorioso Ramírez
    impone la disolución del congreso y la renuncia del
    Director. No había más

    autoridad nacional y cada provincia tenia un
    gobierno autónomo y sus propias tropas. El ejército
    de los

    Andes se encontraba en Chile y la autoridad que
    lo había formado y a quién respondía estaba
    disuelta.

    Ante este problema, San Martín, que, ya
    restablecido de

    su enfermedad se encontraba en Santiago,
    envía a Rancagua,

    donde el coronel Las Heras tenía al
    ejército acantonado, un

    sobre lacrado que debía abrir en presencia
    de todos los

    oficiales.

    El 2 de abril, el pliego es abierto. San
    Martín había escrito su renuncia, y, alegando que
    el Director

    Supremo, de quién su autoridad
    dependía, estaba depuesto, era el deber de los oficiales
    elegir a su

    nuevo jefe. Si embargo los oficiales consideraron
    que el mando de su jefe no había caducado pues:
    "la

    autoridad que recibió el general de los
    Andes para hacer la guerra a los españoles y adelantar
    la

    felicidad del país no ha caducado ni puede
    caducar, pues su origen, que es la salud del pueblo,
    es

    inmudable."

    Esta fórmula es votada por los oficiales
    unánimemente, y luego se redacta el documento que
    se

    conoce como Acta de Rancagua, que fue firmada por
    todos, y que por más de 50 años
    permaneció

    secreta.

    Tercera Parte: Protector del
    Perú

    Expedición al
    Perú

    Cuando San Martín se dispone a embarcar el
    ejército para completar la última fase de su
    plan

    continental, América era el único
    lugar donde la llama de la libertad ardía. En Europa, luego de
    la caída

    de Napoleón, gobernaban los monarcas
    absolutos que formaban la Santa Alianza y se oponían a
    el

    control de los parlamentos. Sólo Holanda e
    Inglaterra
    tenían gobiernos parlamentarios. En
    Francia

    reinaba Luis XVIII y en España Ferrando VII
    era un déspota absoluto.

    Chile y el Río de la Plata estaban
    emancipados de hecho luego de Chacabuco y Maipú. En
    el

    norte, Bolívar expulsaba a los realistas de
    Nueva Granada y los acorralaba en Venezuela. La flota
    de

    Chile dominaba el Pacífico y los realistas
    sólo ocupaba Quito y Perú. Los Gobiernos de Estados
    Unidos

    y el de Inglaterra
    comenzaban a demostrar interés en
    reconocer la independencia de las repúblicas
    de

    Sudamérica, y llegaban a Buenos Aires
    noticias de las opiniones progresistas británicas al
    respecto. En

    España se produce la revolución
    de Rafael de Riego, que obligó al rey a aceptar la
    constitución liberal

    de 1812.

    El ejército combinado estaba constituido
    por alrededor de 4500 hombres, pertenecientes al
    ejército

    de los Andes y al ejército chileno. El jefe
    del estado mayor
    era el general Juan Gregorio Las Heras y

    formaban parte el general Arenales, el anterior
    gobernador de Cuyo, Luzuriaga, Tomás Guido,
    Álvarez

    Jonte, Bernardo Monteagudo y Juan García
    del Río. La flota se componía de ocho buques de
    guerra y

    diez y seis transportes tripulados por 1600
    marinos.

    El 20 de Agosto de 1820 partía de
    Valparaíso la expedición

    bajo el pabellón chileno, en medio de las
    salvas de la artillería y

    las aclamaciones del pueblo y las damas de
    Santiago. El

    almirante Cochrane encabezaba la expedición
    en la O´Higgins

    mientras que el Libertador y su estado mayor
    navegaba en el

    San Martín.

    La expedición toca tierra en
    Pisco, al sur del Perú. Las fuerzas que defendían
    la ciudad, ante la

    superioridad del enemigo se retiran a la sierra.
    San martín repone las montas de los
    granaderos

    requisando los caballos y libera a los esclavos
    que quieran incorporarse al ejército.

    El virrey Pezuela tenía sus tropas, unos
    veinte mil hombres, repartidos por todo el territorio a
    lo

    largo de la costa, desde Guayaquil hasta Arica y
    en el alto Perú, pero el grueso defendía la
    capital,

    Lima. Al tener noticias del desembarco inicia
    tratativas diplomáticas.

    San Martín envía como representantes
    a sus amigos, Guido y García del Río, que,
    además de la misión

    diplomática, debían informar acerca
    de la preparación de las fuerzas realistas y establecer
    contactos

    con los patriotas peruanos.

    Fracasadas éstas tratativas, San
    Martín destaca una división al mando de Arenales
    para que

    marche hacia Lima por el camino de la sierra y
    promueva la insurrección en las poblaciones. Antes
    de

    partir de Pisco crea la bandera y el escudo
    peruano y reembarca al resto del ejército a fines de
    octubre.

    Cuando la flota llega a la altura del Callao,
    hacen una pasada frente a las fortalezas pero lejos
    del

    alcance de los cañones para mostrar su
    fuerza:
    desfilan, ante una muchedumbre que las
    contemplaba

    desde las torres de la fortaleza, ocho naves de
    combate y diecisiete transportes.

    A comienzo de noviembre desembarca el
    ejército en la localidad de Huacho, al norte del
    Callao.

    Mientras tanto, se había producido la
    revolución
    en Guayaquil el 9 de octubre y se formó una
    junta

    presidida por José Joaquín Olmedo y
    se puso bajo la protección de los libertadores San
    Martín y

    Bolívar.

    Días más tarde, Cochrane, en una
    acción muy audaz, arrebata la nave insignia
    española,

    Esmeralda, fondeada en el puerto del Callao y
    bloquea la bahía. Desde ese momento los realistas
    no

    pueden ser abastecidos por mar.

    San Martín fortifica su posición en
    Huacho y comienza su intento de sitiar Lima. Sigue con
    sus

    trabajos de inteligencia:
    arma a los rebeldes que se organizan en montoneras que asolan
    los

    alrededores de la Capital. El batallón
    realista Numancia, formado por levas colombianas, deserta
    de

    sus filas y se pliega a los patriotas con
    seiscientos hombres y todos sus bagajes. Las poblaciones
    al

    norte de Lima se sublevan y, en la ciudad de
    Trujillo, el marqués de Torre-Tagle enarbola la
    nueva

    bandera del Perú y jura la independencia.
    Luego de obtener estas ventajas sin comprometerse a
    un

    combate formal, el Libertador pone sitio a
    Lima.

    El 29 de enero se sublevan los oficiales realistas
    contra el virrey Pezuela, éste es derrocado y
    en

    su lugar es nombrado virrey el general La
    Serna.

    La Serna invita a San Martín a celebrar
    negociaciones de paz. Por los patriotas
    concurrieron

    Guido y Alvarado. Los independientes sostuvieron
    que la única base de un acuerdo era la

    independencia del Perú, a la cuál
    los realistas no podían acceder y entonces las
    negociaciones

    fracasaron.

    El sitio de Lima continuaba y la vida en la ciudad
    se hacía insoportable, el descontento cundía.
    En

    esas circunstancias, marzo de 1821, arribó
    al Perú el capitán Manuel Abreu, encargado del
    nuevo

    gobierno constitucional de España para
    llegar a una solución pacífica con los
    independientes. El rey de

    España había mandado emisarios a las
    colonias en son de paz, lo que dio lugar en México a
    la proclama

    de Iturbide en el pueblo de Iguala donde
    proclamó la independencia, y en Colombia
    Bolívar firma un

    armisticio con Morillo.

    San Martín inicia dos campañas: una
    a cargo de Miller con sus tropas de desembarco sobre las
    costas

    del sur y otra nueva campaña de Arenales a
    la sierra. Al mismo tiempo embarca a su ejército
    en

    Huacho y lo desembarca en Ancón,
    próximo a Lima, estrechando el cerco de la
    ciudad.

    Simultáneamente inicia negociaciones de
    paz. Nombró como delegados a Guido, García del
    Río y José

    Ignacio de la Rosa; el virrey La Serna al emisario
    Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Se

    reunieron en la hacienda de Punchauca, cerca de
    Lima, a fines de abril de 1821. Los
    españoles

    proponían la aceptación de la
    constitución de Cádiz de 1812 por
    los americanos y el envío de delegados

    a las Cortes de Madrid. Los americanos
    proponían la independencia de Las Provincias Unidas, Chile
    y

    el Perú.

    El 2 de junio se reúnen San Martín y
    La Serna. San Martín hizo la propuesta de establecer
    una

    regencia en el Perú en nombre de un futuro
    príncipe europeo que ejercería una
    monarquía

    constitucional. El Virrey propuso consultar a las
    corporaciones del virreinato y dijo que en dos
    días

    habría una respuesta.

    La Serna, en lugar de consultar a las
    corporaciones, como se había convenido, consultó
    primero con los

    oficiales de su ejército. Éstos
    rechazaron la propuesta pues no estaban autorizados a conceder
    la

    independencia a las colonias, aunque se tratara de
    una monarquía. El Virrey respondió que no
    estaba

    autorizado a reconocer la independencia del
    Perú pero que era posible firmar un armisticio hasta que
    la

    corte aceptara las propuestas de San
    Martín. Los independientes no aceptaron, pero prolongaron
    el

    armisticio por doce días más y
    permitieron el abastecimiento de la plaza sitiada por
    motivos

    humanitarios.

    Los Españoles comenzaron los preparativos
    para abandonar la ciudad y el 5 de julio y partieron hacia
    la

    sierra. El diez de julio por la tarde,
    entró San Martín a Lima con traje de paisano, para
    no ser

    reconocido, mientras los realistas salvaban el
    resto de su ejército internándose en los valles de
    la

    cordillera. Todavía una guarnición
    de 2000 hombres resistía el sitio en la fortaleza del
    Callao.

    Mientras esto sucedía en Lima,
    bolívar vencía a los realistas en la Batalla de
    Carabobo, 24 de junio, y

    el 29 entraba triunfante en Caracas. El cerco
    estrechaba a los realistas tanto por los ejércitos del
    norte

    como por los del sur.

    Protector del
    Perú

    Desde Lima, San Martín le escribe a
    O´Higgins sus pensamientos: "Al fin, con paciencia
    y

    movimientos, hemos reducido á los enemigos
    á que abandonen la capital de los Pizarros : —al
    fin

    nuestros desvelos han sido recompensados con los
    santos fines de ver asegurada la independencia
    de

    la América del Sud. —El Perú
    es libre. —En conclusión, ya yo preveo el
    término de mi vida pública, y

    voy á tratar de entregar esta pesada carga
    a manos seguras, y retirarme á un rincón á
    vivir como

    hombre." El libertador anticipa a su amigo las
    decisiones que tomará un año
    después.

    El 28 de julio se proclama la
    independencia

    del Perú. San Martín, desde un
    tablado levantado

    en la plaza mayor declaro: " El Perú es
    desde

    este momento libre e independiente por
    la

    voluntad de los pueblos y de la justicia de
    su

    causa que Dios defiende." Levantó la
    bandera

    roja y blanca y fue aclamado por la
    multitud.

    El 4 de agosto de 1821, a pedido de una
    diputación del Cabildo de Lima y por sugerencias de
    los

    miembros de la logia Lautaro, San Martín
    acepta ser nombrado Protector del Perú, y cabeza
    del

    gobierno. Designa ministro de hacienda al peruano
    Unanue, García del Río es ministro de
    relaciones

    exteriores y Monteagudo de guerra y marina. Las
    Heras comandaba el ejército al que se
    agregan

    regimientos con la nueva bandera peruana. Al
    frente de la infantería estaba Miller y la
    caballería al

    mando de Brandzen.

    Las reformas políticas
    fueron muy importantes: se abolió el servicio
    personal de
    los indígenas, las

    encomiendas, los repartimientos y las mitas, se
    declaró la libertad de vientres y se emancipó a
    los

    esclavos que tomaran las armas por la
    independencia, se abolieron los azotes en las escuelas, se
    fundó

    la biblioteca
    nacional, se estableció la libertad de imprenta y se
    abolió la censura previa. Se eliminaron

    los tormentos y se suprimió el tribunal de
    la Inquisición.

    Todavía los realistas, al mando del general
    La Mar, resistían sitiados en la fortaleza del Callao. El
    14

    de agosto, Las Heras efectúa un intento de
    asalto pero es rechazado.

    Mientras en Lima los patriotas organizaban el
    nuevo gobierno, los realistas se reagrupaban en
    la

    sierra, en la ciudad de Jauja. Los primeros
    días de setiembre se creyeron listos para realizar
    una

    ofensiva. Un ejército de 3500 hombres al
    mando del general Canterac avanzó hacia Lima. San
    Martín

    dispuso sus tropas en defensa de la ciudad
    cortando la marcha de los realistas, pero el objetivo
    de

    Canterac era reunirse con los defensores del
    Callao y aprovisionarse de armamento del que
    carecían.

    San Martín permaneció a la
    expectativa de los movimientos enemigos y cuando en
    ejército español

    entró al Callao, supo que la batalla estaba
    ganada sin arriesgar sus soldados. En la fortaleza no
    había

    víveres para más de tres
    días. Canterac tuvo que abandonar el Callao el 16 de
    setiembre y, perseguido

    por las tropas de Las Heras, regresó a
    Jauja con su ejército diezmado. El 21 de setiembre se
    rendía el

    general La Mar y las banderas peruanas flamearon
    en las torres del Callao.

    Mientras se rendía la fortaleza, se
    producía desavenencias entre Cochrane y San Martín,
    en una

    disputa acerca del pago y el mantenimiento
    del ejército. Finalmente, una vez rendido el Callao, ya
    no

    era necesario el bloqueo y el Libertador
    envía a Cochrane a Chile para que diera cuentas a
    ese

    gobierno de la continuidad de la escuadra. El
    Almirante zarpa del Callao en octubre pero en vez
    de

    regresar a chile, sale en búsqueda de la
    dos últimas fragatas de la marina española en esas
    aguas:

    Prueba y Venganza.

    Éstas naves bloquearon el puerto de
    Guayaquil en diciembre de 1821 sin encontrarse con la
    escuadra

    de Cochrane. En ese puerto se encontraba el
    general La Mar que luego de la rendición del Callao
    había

    pasado a las tropas del Perú. La Mar
    convenció a los capitanes de que era mejor rendirse pues
    de lo

    contrario caerían en mano de Cochrane que
    los buscaba en el Pacífico. Los capitanes se rindieron
    a

    comienzos de 1822. Éstas fueron las
    últimas naves españolas del pacífico sur. La
    fragata Prueba,

    rebautizada Protector, inició la marina
    peruana y su primer comandante, el almirante Blanco
    Encalada.

    Toma de Quito

    A comienzos de 1822 quedaban dos ejércitos
    realistas de importancia en América del sur. Los
    que

    dominaban Quito, al mando del general Aymerich y
    los del sur del Perú comandados por el
    general

    Canterac. Bolívar había nombrado al
    general Antonio José de Sucre al mando de las tropas del
    sur,

    quien se embarcó para Guayaquil en mayo de
    1821. Con este ejército inicia el avance hacia Quito
    pero

    es detenido por los realistas en
    Bomboná.

    En el mes de octubre de 1821, Sucre demanda el
    auxilio de tropas del Perú para poder
    emprender

    una nueva campaña sobre Quito. San
    Martín destaca una división auxiliar a cargo del
    general Andrés

    Santa Cruz con 1500 hombres formados por
    granaderos de los Andes al mando de Félix Olazábal
    y un

    cuerpo de caballería al mando de Juan
    Lavalle. El ejército de Colombia se une
    al combinado argentino,

    chileno y peruano.

    Mientras tanto, San Martín delega la
    autoridad
    política
    en Torre-Tagle y convoca a un congreso

    (27 de diciembre de 1821).

    Ordena una campaña comandada por Domingo
    Tristán en la localidad de Ica, al sur de Lima.
    Las

    fuerzas patriotas son derrotadas por el general
    Canterac el 7 de abril de 1822.

    El 21 de abril las tropas combinadas de Colombia y la
    división auxiliar, al mando de Sucre,
    ganan

    la batalla de Río Bamba, que despeja la
    ruta a la ciudad de Quito. Un mes más tarde, el 24 de
    marzo los

    patriotas derrotan a los realistas al mando del
    general Aymerich en la batalla de Pichincha. Al
    día

    siguiente Sucre entra vencedor en Quito. Con esta
    victoria, el norte de América del Sur quedaba
    libre

    de realistas.

    Las fuerzas del Río de la Plata y las de
    Chile, que luchaban desde el Sur, se habían unido a las
    de

    Venezuela y Colombia que
    bajaban desde el Norte. Ambos extremos de la revolución
    se tocaban

    después de doce años de lucha. El
    dominio de los
    realistas quedaba reducido a la posesión del Alto
    Perú

    y los puertos intermedios, en una zona de alturas,
    difícil, donde los ejércitos del Río de la
    Plata siempre

    habían fracasado. Todavía
    podían reunir un ejército veterano de más de
    15.000 hombres y contaban con

    buenos generales como Canterac y La
    Sarna.

    San Martín sabía que su
    ejército no bastaba para vencerlos, era necesario la
    unión de las fuerzas

    patriotas del Norte y del Sur para expulsar a los
    realistas del Alto Perú.

    Guayaquil

    Bolívar entró en Guayaquil el 11 de
    julio de 1822 y al día siguiente la ciudad
    incorporó la provincia

    a Colombia. San martín se embarcó
    desde el Callao hacia ese puerto en la goleta Macedonia llegando
    a

    la mañana del día 25 de julio. El
    libertador del norte le ofrece al Protector del Perú su
    hospitalidad y lo

    aloja en una espléndida residencia donde lo
    espera el día 26. Allí San Martín recibe la
    visita de las

    corporaciones de la ciudad que le brindan un
    cálido recibimiento. Cuando los libertadores
    quedaron

    solos conferenciaron durante algo más de
    una hora. Por la tarde San Martín devolvió a
    Bolívar la visita

    protocolar.

    El día 27 San Martín embarca su
    equipaje

    anunciando que partirá esa misma noche. A
    la una de

    la tarde se dirigió a la residencia de
    Bolívar y

    conferenció sin testigos durante cuatro
    horas.

    Terminada la conversación se reunieron en
    la sala de banquete donde se sentaron uno al lado del
    otro.

    Bolívar brindó "Por los dos hombres
    más grandes de la América del Sud: el General San
    Martín y Yo".

    San Martín contestó: "Por la pronta
    conclusión de la guerra; por la
    organización de las diferentes

    Repúblicas del continente y por la salud del Libertador de
    Colombia". Luego comenzó el baile y la

    diversión. San Martín dejó la
    fiesta (como ya había convenido con Bolívar) a la
    una de la mañana y se

    embarcó rumbo al Callao.

    Por muchos años ninguno de los
    protagonistas aclaró en forma directa los temas tratados
    durante

    la entrevista.
    Sin embargo, los diferentes testigos y los documentos
    escritos permiten establecer que

    ninguno de los libertadores estuvo satisfecho con
    el otro. San Martín pretendía la unión de
    los ejércitos

    del sur y del norte para concluir la guerra.
    Comprendía que era su persona la que
    molestaba a Bolívar y

    que los ejércitos de Colombia no
    pasarían al Perú mientras él estuviera
    allí. El 29 de agosto le escribe:

    "Los resultados de nuestra entrevista no
    son los que me prometía para la pronta terminación
    de la

    guerra. Desgraciadamente, yo estoy
    íntimamente convencido, ó que no ha creído
    sincero mi

    ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con
    las fuerzas de mi mando, ó que mi persona le
    es

    embarazosa." Luego agregaba: "No se haga
    ilusión, general. Las noticias que tiene de las
    fuerzas

    realistas son equivocadas. Ellas montan en el Alto
    y Bajo Perú más de 19.000 veteranos, que
    pueden

    reunirse en el espacio de dos meses." Más
    adelante en la misma carta le dice:
    "En fin general, mi

    partido está irrevocablemente tomado. He
    convocado el primer congreso del Perú, y al día
    siguiente de

    su instalación me embarcaré para
    Chile, convencido de que mi presencia es el solo obstáculo
    que le

    impide venir al Perú con el ejército
    de su mando."

    Abdicación del Protector del
    Perú

    Mientras San Martín conferenciaba en
    Guayaquil con Bolívar, en Perú se produce un
    movimiento

    que solicitaba la remoción del ministro
    Monteagudo. El ministro renuncia pero luego exigen
    su

    deportación.

    El 20 de setiembre se inaugura el primer congreso
    constituyente del Perú. Ese día San Martín
    entrega

    su título de Protector. Pronuncia un
    discurso de
    despedida y se retira. Esa misma noche, el
    congreso,

    reunido en sesión extraordinaria le otorga
    el título de "Fundador de la Libertad del Perú" y
    le asignan

    la misma pensión vitalicia que a
    Washington.

    Así terminó la vida pública
    del Libertador. Esa misma noche del 20 de setiembre se
    embarcó en el

    bergantín Belgrano con rumbo a
    Chile.

    En Europa

    Mientras San Martín iniciaba su viaje al
    otro lado de la cordillera y luego ponía el
    océano

    Atlántico entre él y su patria, los
    ejércitos de Bolívar, al mando del general Sucre
    derrotaban

    definitivamente a los realistas en las batallas de
    Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9
    de

    diciembre de 1824), liberando a todo el
    continente.

    En Chile, San Martín se encontró con
    su amigo O´higgins, que tenía serios problemas
    políticos en su

    cargo de Director Supremo. Se traslada a Mendoza,
    a su chacra, donde tiene la noticia del

    derrocamiento de O´higgins. El 3 de agosto
    de 1823 muere su esposa, Remedios de Escalada.
    Parte

    entonces para Buenos Aires donde se encarga de su
    hijita Mercedes. El 4 de diciembre llega a la

    ciudad y permanece hasta el 10 de febrero de 1824
    cuando se embarca hacia Francia.
    Allí se ocupa de

    la educación de Mercedes
    donde escribe para ella las Máximas para su hija que son
    un resumen de su

    filosofía de vida.

    En 1829 regresa a Buenos Aires pero encuentra un
    clima

    hostil y permanece en Montevideo. Poco tiempo
    después

    regresa a Europa para no
    volver nunca más.

    Falleció el 17 de agosto de 1850 en la
    localidad de

    Boulogne-sur-Mer a la edad de 72
    años.

    Bibliografía

    Como es de suponer, la bibliografía acerca
    de San Martín es muy extensa. Es por ello que
    yo

    solamente citaré las fuentes que
    utilicé para redactar este trabajo.

    Historia de San Martín y de la
    Emancipación Sud-Americana. 4 tomos. Bartolomé
    Mitre. Félix

    Lajuane Editor. 1890. Segunda
    edición.

    Historia de la Nación Argentina.
    Ricardo Levene. Academia Nacional de Historia. Editorial
    El

    Ateneo. 1940. Segunda
    edición.

    Historia Integral de la Argentina.
    Félix Luna. Editorial Planeta. 1994. Primera
    edición.

    Historia de la República Argentina.
    Vicente Fidel López. Editorial G. Kraft. 1913. Segunda
    edición.

    La vida de Monteagudo. Mariano de Vedia y Mitre.
    Editorial Guillermo Kraft Limitada. 1950.

    Gaceta de Buenos Aires. Reimpresión
    Facsimilar. Junta de Historia y
    Numismática Americana.

    Compañía Sud-Americana de Billetes
    de Banco.
    1910.

     

     

    Autor:

    Inés Mazas

    conseguido aquí:

    http://www.geocities.com/Athens/Olympus/3842/SanMartin.html

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