Breve historia del libertador de
Argentina,
Chile y
Perú
Primera Parte: En el Río de la
Plata
Introducción
Orígenes de San
Martín
Situación en América
del Sur
Primeros actos en Buenos
Aires
Combate de San Lorenzo
El Ejército del
Norte
Plan Continental
Gobernador de Cuyo
El año 1816
El cruce de los Andes
Segunda Parte: Libertador de
Chile
Batalla de Chacabuco
Cancharrayada y
Maipú
La escuadra del
Pacífico
Sucesos del año
1819
Acta de Rancagua
Tercera parte: Protector del
Perú
Expedición al
Perú
Protector del Perú
Toma de Quito
Guayaquil
Abdicación del Protector del
Perú
En Europa
Bibliografía
Introducción
En la Gaceta de Buenos Aires del
día viernes 13 de marzo de 1812, el redactor
—posiblemente Bernardo
Monteagudo— escribe estas palabras que, sin
saberlo, llegarían a ser proféticas: "Me hé
preguntado muchas
veces poseído de diferentes afectos
¿cuál será la suerte de mi patria?
¿Quien será el que enarbole el pabellon
de
su LIBERTAD?"
(las palabras de los párrafos textuales están
escritas con la ortografía y la
acentuación
del original).
El mismo ejemplar, en la última hoja, dice:
"El 9 del corriente
ha llegado á este puerto la fragata inglesa
Jorge Caning
procedente de Londres en 50 días de
navegación." Más
adelante continúa: "Á este puerto
han llegado entre otros
particulares que conducía la fragata
inglesa, el teniente coronel
de caballería D. José San
Martín primer ayudante de campo
del general en jefe del ejercito de la Isla
Marques de
Compigny : el Alerez de navio D. Jose Zapiola : el
capitan de
milicias D. Francisco Chilaver : el alferez de
carabineros reales
D. Carlos Alvear y Balbaltro :el subteniente de
infantería D.
Antonio Arellano y el primer teniente de guardias
valonas
Barón de Olembert. Estos individuos han
venido á ofrecer sus
servicios al gobierno, y han
sido recibidos con la consideración
que merecen por los sentimientos que protestan en
obsequio de
los intereses de la patria."
Es en éste momento que San Martín,
que había cumplido 34 años durante la
travesía, inicia su obra
libertadora de tres países de América
del Sur: Argentina,
Chile y
Perú.
Orígenes de San
Martín
Nació el 25 de febrero de 1778 en el pueblo
de Yapeyú, situado a orillas del caudaloso río
Uruguay,
que
dependía del Virreinato del Río de
la Plata. Su padre, don Juan de San Marín, había
nacido en España y
se
desempeñaba como teniente gobernador del
departamento. Su madre, doña Gregoria Matorras, era
sobrina de un
conquistador del Chaco.
Se trasladó a España
junto con sus padres en el año 1786 donde ingresó
al Seminario de
Nobles de Madrid.
En 1789 comienza su carrera militar en el
regimiento de Murcia. Luchó en la campaña de
África combatiendo en
Melilla y Orán. En 1797 es ascendido a
subteniente por sus acciones
frente a los franceses en los Pirineos.
En 1797 su regimiento, que había
participado en las batallas navales contra la flota inglesa en
el
Mediterráneo, se rindió en agosto de
1798.
Durante el período que sigue, lucha en
diferentes acciones en el
sur de España, en
Gibraltar y Cádiz, con el
grado de capitán 2° de
infantería ligera.
En 1808 las tropas de Napoleón invaden la
Península y el rey Fernando VII es hecho prisionero.
Estalla la
rebelión contra el Emperador y su Hermano
José Bonaparte, que había sido proclamado Rey de
España.
Se
establece una Junta de Gobierno que
actúa primero en Sevilla y luego en Cádiz. San
Martín es ascendido por la
Junta al cargo de ayudante 1° del regimiento
de Voluntarios de Campo Mayor. Distinguido por sus
acciones
contra los franceses, llega luego a ser
capitán del regimiento de Borbón. El ejercito ataca
a los franceses y los
vence en la batalla de Baylén, el 19 de
julio de 1808; allí se destaca San Martín. Esta
victoria permite al ejército
de Andalucía recuperar Madrid y es la
primera derrota importante de las tropas de Napoleón. San
Martín recibe
el grado de teniente coronel y es condecorado con
una medalla de oro. Continua luchando contra los franceses
en
el ejército de los aliados: España,
Portugal e Inglaterra.
Combate a las órdenes del general Beresford en la
batalla
de Albuera. Conoce a Lord Macduff, noble
escocés, que lo introduce a las logias secretas que
complotaban por
la independencia
de América
del Sur. Por su intermedio obtuvo un pasaporte para viajar a
Inglaterra, donde
se
encontró en 1811 con compatriotas de
América
española: Alvear, Zapiola, Andrés
Bello, Tomás Guido, entre
otros. Todos formaban parte de una logia que
había fundado el "Precursor", Miranda, quien, junto con
Bolivar, ya
luchaba en América
por la independencia
de Venezuela.
En enero de 1812, San Martín se embarca
hacia Buenos Aires en
la fragata inglesa George Canning.
Situación en América del
Sur
En la ciudad de Buenos Aires, el
25 de mayo de 1810 se había constituido la llamada Junta
Grande, en
forma similar a las juntas de España, que
se oponían a la ocupación francesa de la
Península, y gobernaban en
nombre del rey Fernando VII mientras se encontrara
prisionero. Se habían mandado emisarios a los cabildos
de
las distintas ciudades del Virreinato del
Río de la Plata para que constituyan juntas de gobierno y
reconozcan a la
de Buenos Aires. Las
poblaciones se dividen en las que adoptan juntas independientes
de España y las que
pretenden conservar el poder de los
virreyes. La Junta de Buenos Aires
nombra un cuerpo ejecutivo que se llamó
el Primer Triunvirato. Sus miembros eran: Juan
José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea. La
ciudad de
Montevideo no reconoce a la junta de Buenos Aires
y emprende hostilidades contra la Capital. En
Chile el
cabildo
se pronuncia contra la autoridad del
Virrey. Desde el Alto Perú —hoy Bolivia—
los realistas ocupan la provincia
de Salta y avanzan sobre Tucumán, defendida
por el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano.
El
Paraguay se había independizado, adoptando
una postura neutral a cargo de José Gaspar
Rodríguez de Francia.
Vemos que el panorama del río de la Plata
no era muy halagüeño a principios de
1812 cuando llega San Martín.
Primeros Actos
A los pocos días de su arribo, le fue
reconocido el grado de teniente coronel y el Triunvirato le
encomendó
la creación de un escuadrón, que
luego fue el célebre regimiento de Granaderos a Caballo.
Durante el año 1812
se ocupó de instruir a la tropa en las
modernas técnicas de combate que conocía por su
extensa actuación
europea contra los ejércitos de
Napoleón.
Además, se ocupó de organizar una
sociedad
secreta que se denominó la Logia de Lautaro —este
era el
nombre de un caudillo araucano que defendió
la libertad de su
pueblo a los comienzos de la conquista
española—. La sociedad estaba
formada como las logias masónicas de Cádiz y de
Londres, similar a la que en
Venezuela tenía como miembros a Miranda,
Bolívar y Andrés
Bello. Su objetivo era:
"trabajar con sistema y
plan
en la independencia
de la América y su felicidad". Sus miembros principales,
además de San Martín eran:
Alvear,
Zapiola, Bernardo Monteagudo, Juan Martín
de Pueyrredón.
En agosto de 1812 se casa con María de los
Remedios de
Escalada, mujer joven y
bella, que pertenecía a una de las
distinguidas familias del
país.
En octubre de 1812, cuando llega la noticia de la
victoria del ejército de Belgrano en Tucumán, se
produce
en Buenos Aires un movimiento
preparado por la Logia con el objeto de imponer a sus candidatos
en el
Triunvirato. Con la presión de los cuerpos
armados y del pueblo, se nombra el Segundo Triunvirato
constituido
por: Juan José Paso, Nicolás
Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se
exige además llamar a una Asamblea
suprema con delegados de todas las provincias con
el fin de dictar una constitución.
Los primeros actos del Triunvirato consisten en
reforzar el ejército y mandar una expedición para
que ponga
sitio a Montevideo, ocupada por los
realistas.
En enero de 1813 se consolidan las posiciones
militares: el general José Rondeau estrecha el sitio
de
Montevideo mientras en Buenos Aires, el domingo 31
de enero se reúne la Asamblea General
Constituyente,
conocida en la historia con el nombre de
Asamblea del año 13, aunque se reunió durante
varios años más. Casi
todos los miembros de la Asamblea eran de la Logia
de Lautaro. Se aprueban importantes reformas legales:
El
nombre del rey de España desaparece de los
documentos
públicos; la Asamblea se declara soberana; se
eliminan
los escudos de armas y los
títulos de nobleza; Se aprueban los colores de la
bandera de Belgrano, el escudo
nacional, el himno; se elimina la
Inquisición y se queman los instrumentos de tortura; se
defiende la libertad
de
imprenta; se pone límite a la esclavitud
decretando la "libertad de
vientres".
Combate de San
Lorenzo
Los realistas de Montevideo dominaban los
ríos interiores con su flota, asolaban las poblaciones
costeras y
hacían frecuentes desembarcos para obtener
ganados y otros alimentos. En
enero llegó a Buenos Aires la noticia
de que se preparaba una escuadra realista mandada
por el corsario Rafael Ruiz y las tropas de desembarco por
el
capitán Juan Antonio
Zabala.
El 28 de enero, el Triunvirato ordena al coronel
San Martín que protegiese las costas del Paraná
del
desembarco realista. Los granaderos siguieron el
avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y
unos
trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo
de Rosario y fondearon frente al Monasterio de San Carlos,
en
San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles
bajaron a tierra,
subieron las altas barrancas y se encontraron con
los
pacíficos frailes. Luego llegaron algunos
paisanos al mando de Caledonio Escalada, comandante militar
del
Rosario, y, cuando los realistas volvían a
embarcarse, intercambiaron algunos disparos de
cañón. El dos de
febrero por la noche llegan los granaderos de San
Martín al convento y se ocultan en el patio, en silencio,
sin
encender fuegos. Desde la torre del convento, el
Coronel vigilaba las señales de luces de las naves
enemigas.
Cuando despuntaba el sol del
día 3 de febrero, las lanchas de la expedición
realista tocaban tierra y
subían el
barranco en dos columnas dispuestos al combate.
San Martín dividió a los granaderos también
en dos columnas
que, cuando sonó el clarín, cargaron
desde cada lado del convento.
En la primera carga, el caballo de
San
Martín fue derribado trabando
una
pierna del Coronel. El granadero
Baigorria traspasa con una lanza a
un
soldado español que intentaba herir
a
San Martín. El soldado Juan
Bautista
Cabral echó pie a tierra y
levantó el
caballo permitiendo a su jefe
incorporarse, entonces fue herido
de
muerte. A las pocas horas del
combate,
ya conociendo el resultado,
pronunció
las famosas palabras:
"¡Muero contento! ¡Hemos batido al
enemigo!" La victoria había sido obtenida en pocos
minutos. Los realistas
escaparon por la barranca abandonando sus armas,
cañones y estandartes. La flota enemiga retornó
derrotada a
Montevideo y nunca más volvió a
incursionar por el Paraná. San Martín
escribió el parte del combate bajo la
sombra de un añoso pino y regresó en
triunfo a Buenos Aires.
Poco tiempo
después se conocía el triunfo del General Belgrano
frente a los realistas en la batalla de Salta,
donde se rindió el ejército al mando
de Pio Tristán. El año trece comenzaba favorable a
los patriotas.
El Ejército del
Norte.
Manuel Belgrano, luego de la batalla de Salta, se
internó en las tierras del Alto Perú en
persecución de los
realistas pero debió retroceder hasta sus
posiciones anteriores, en el valle de Lerma, luego de las
derrotas de
Vilcapugio ( 1° de octubre) y Ayohuma ( 14 de
noviembre). Entonces el Triunvirato envía al norte a San
Martín
con un pequeño ejército de
infantería y el cuerpo de Granaderos a Caballo. El
ejército derrotado se reúne con
las
tropas de refuerzo en la posta de Yatasto, en el
camino entre Salta y Tucumán, donde ambos patriotas
se
conocen y sellan una amistad que
duraría toda sus vidas. Mientras tanto el 31 de enero de
1814, en Buenos Aires,
la Asamblea nombra Director Supremo de las
Provincias Unidas del Río de la Plata a Don Gervasio
Antonio
Posadas por un período de dos años,
sustituyendo el Triunvirato anterior. También en enero,
San Martín toma el
mando de un ejército derrotado, quedando
Belgrano como su subordinado. El ejército realista, a cuyo
frente
estaba el general Pezuela, amenazaba las
provincias de Salta y Jujuy. El ejercito patriota se concentra en
la ciudad
de Tucumán y el General comienza a
instruirlo formando una nueva escuela militar y
hace incorporar nuevos
reclutas.
La frontera norte queda defendida por partidas de
gauchos
montados, al mando del valeroso teniente coronel
Martín
Güemes, natural de Salta y gran conocedor del
terreno, que
detienen, causan estragos en el avance realista,
levantando a la
población en contra del
enemigo.
Mientras tanto en el Río de la Plata, la
flota al mando del comandante Guillermo Brown vencía a la
armada realista
frente a Montevideo y lograba establecer el cerco
marítimo que obligaría luego a rendir la plaza al
ejército
comandado por el general Alvear (junio de 1814).
Al conocer esta derrota, los realistas, que
intentaban
conquistar las Provincias Unidas por la frontera
norte, iniciaron la retirada concentrando sus fuerzas en el
Alto
Perú.
Plan Continental
Al poco tiempo de
encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta
que era imposible llegar a Lima, que
en ese momento era el centro del poder
realista, por el camino del Alto Perú. Cada ves que un
ejército realista
descendía del altiplano hacia los valles de
Salta, era derrotado y , cada vez que un ejercito patriota
ingresaba en el
Alto Perú, era también aniquilado.
Fue entonces que el General concibió la idea, que luego
realizaría con éxito, de
cruzar la cordillera y atacar la ciudad de Lima
por el mar. Para mantener segura la frontera del norte bastaban
las
tropas salteñas al mando del general
Güemes. El plan de
conquistar el Perú por el Pacífico era lo que
él llamaba
"su secreto", que era compartido por unos pocos
amigos de la Logia Lautaro.
En el mes de abril de ese año, una
enfermedad le obliga a pedir licencia y pasa a restablecerse a
una estancia
cerca de la ciudad de Córdoba dejando al
general Cruz al mando de las tropas del Ejército del
Norte.
En agosto de ese año, por solicitud del
general, el director Posadas lo nombra Gobernador Intendente
de
Cuyo, pues su estado de
salud era
delicado. En realidad San Martín se situaba en una
posición muy conveniente
para iniciar los planes que luego
liberarían medio continente. Tardaría siete
años para entrar en Lima.
Cuando el futuro Libertador se instalaba en Cuyo,
del otro lado de la Cordillera de los Andes, la
revolución
del que se llamaba en aquel entonces "Reino de
Chile", estaba
en peligro: había sido invadido por las
fuerzas
realistas del Virreinato del Perú y luego
de varias batallas, las fuerzas patriotas al mando de
O´Higgins y José
Miguel Carreras son derrotadas en la batalla de
Rancagua (1° de octubre de 1814), donde los ejércitos
chilenos
son aniquilados dejando abierto el camino a la
capital,
Santiago. El general Carrera con el resto del ejército
cruzó
la cordillera refugiándose en el territorio
de Cuyo, gobernado por San Martín.
A Buenos Aires llegaban las noticias de que
Napoleón había sido vencido y confinado a la isla
de Elba. El
rey Frenado VII había entrado en Madrid
luego de seis años de cautiverio. El primer acto de
gobierno fue
abolir
la constitución de Cádiz y condenar a
muerte a todo
aquel que se opusiera a su soberanía. Al poco tiempo
restableció el Tribunal de la
Inquisición.
Es en este momento que la Revolución
Sud Americana parece derrotada en todos sus frentes. Perdido
Chile
y el Alto Perú, con los realistas
fuertemente establecidos en Lima; la revolución
venezolana era vencida y sus
líderes, Bolívar y Mariño, se
refugian en Cartagena; los liberales españoles
perseguidos. Sólo en el Río de la
Plata
ondean los estandartes de la Libertad y la
Independencia.
Gobernador de Cuyo
En Buenos Aires, a comienzos de 1815 se produce la
renuncia del Director Supremo, Posadas, y es
nombrado en su remplazo el general Carlos
María de Alvear, que estaba enfrentado con San
Martín, quien para
evitar una destitución, solicita su
reemplazo. Alvear nombra entonces Gobernador de Cuyo al coronel
Gregorio
Perdriel. Esto pone a la ciudad de Mendoza en
conmoción y, reunido el cabildo el 16 de febrero,
solicitan al
Director Supremo que conservase en el gobierno al
general San Martín, alegando que había un peligro
cierto de
una invasión realista a través de la
cordillera. El Director entonces accede a la petición del
Cabildo de Cuyo y
confirma a San Martín en el cargo. Al poco
tiempo, en
Buenos Aires, el Cabildo pide la renuncia de Alvear y
es
nombrado como Director Supremo el general Rondeau,
con la condición de disolver la Asamblea (que había
sido
nombrada por los cabildos provinciales) y llamar a
un nuevo congreso elegido por el sufragio universal (18
de
abril). Terminaba así la importancia de los
cabildos, que era una herencia de la
tradición colonial.
Los ciudadanos de Mendoza se
constituyen en cabildo abierto. Deciden
que
no obedecerán a ningún gobierno que
no
sea elegido por la voluntad de los pueblos
y
que declara nulo el nombramiento
del
Gobernador Intendente hecho por
el
Director Supremo. Se aclama a
continuación a San Martín
como
Gobernador de cuyo por la
voluntad
popular. Los cabildos de San Juan y
San
Luis confirmaron estas
declaraciones.
Entonces San Martín emprende la
creación del Ejército de los Andes, en el que el
pueblo de Cuyo
contribuyó con todo lo que podía. Se
establecieron nuevos impuestos, se
rematan las tierras públicas, se crea
una
contribución extraordinaria de guerra, se
recibieron donaciones en joyas y en dinero, se
gravó con un peso cada
barril de vino. Además se usaban los
transportes de carretas en forma gratuita para los materiales que
necesitaba
el ejército y a las personas, sin
retribución para trabajos públicos, los artesanos
servían en los talleres militares sin
sueldo, y las mujeres contribuían con sus
labores cosiendo gratuitamente los uniformes de los
soldados.
Se conoció en esos momentos que
España preparaba una expedición de diez mil
hombres, al mando del
general Murillo, que se dirigía hacia el
Río de la Plata a sojuzgar a los rebeldes y someterlos al
dominio del
rey. El
entonces coronel San Martín reunió
al pueblo de Cuyo en cabildo abierto y el 6 de junio de 1815
distribuyó un
bando que conviene transcribir en parte porque
demuestra el temple del Libertador: "Es llegada la hora de
los
verdaderos patriotas. Se acerca al Río de
la Plata una expedición de diez mil españoles. Ya
no se trata de
encarecer y exaltar las virtudes republicanas, ni
es tiempo de
exhortar a la conservación de la fortunas o de
las
comodidades familiares. El primer interés
del día es el de la vida: este es el único bien de
los mortales. Sin ella,
también perece con nosotros la patria.
Basta de ser egoístas para empeñar el último
esfuerzo en este momento
único que para siempre fijará
nuestra suerte. A la idea del bien común y a nuestra
existencia, todo debe
sacrificarse. Desde este instante el lujo y las
comodidades deben avergonzarnos… Desde hoy quedan
nuestros
sueldos reducidos a la mitad. El empleado que no
quiera donar lo que deja de percibir recibirá un boleto
par su
abono en mejores circunstancias. Yo
graduaré el patriotismo de los habitantes de esta
provincia por la
generosidad… Cada uno es centinela de su
vida."
Las damas de Mendoza, encabezadas por María
de los Remedios de Escalada de San Martín, su
esposa,
fueron recibidas por el cabildo en audiencia y, en
presencia del pueblo, se despojaron de sus alhajas y
donaron
sus joyas a la patria.
Llegamos así al final del año 1815
con las desalentadoras noticias de la derrota del Ejército
del Norte,
dirigido por Rondeau, en la batalla de Sipe-Sipe
el 29 de noviembre de dicho año y deben regresar a Salta.
Las
fuerzas del virrey del Perú, comandadas por
el general Osorio, dominan Chile. El
ejército de Murillo, que debía
llegar a Buenos Aires había desembarcado en
Venezuela y
batía a las tropas de Bolívar. Fue entonces cuando
San
Martín, al mando del pequeño
ejército de Cuyo era la única esperanza de las
Provincias Unidas. Es en estas
circunstancias que reúne a sus oficiales y
expone su plan del paso de
los Andes y la reconquista de Chile.
El año
1816.
A fines del año anterior había sido
restituido Fernando VII, al que en la Península llamaban
"El Deseado".
Sus primeras disposiciones en el trono defraudaron
a los americanos. Cono ya dijimos, derogó la Constitución de
Cádiz, que habían establecido las
Cortes y se habían declarado Soberanas y, lo que es peor,
declaró "reo de lesa
Majestad" a los independientes,
imponiéndoles la pena de
muerte. Esto tarjo como consecuencia que
los
generales realistas cometieran enormes crueldades
contra las poblaciones rebeldes, especialmente en Venezuela
y
en el Alto Perú.
A principio de año comienzan a llegar a la
ciudad de Tucumán los delegados de las distintas
provincias
—electos por sufragio universal— y el
24 de marzo se constituye allí el Soberano Congreso
Nacional de las
Provincias Unidas del Río de la Plata. La
Gobernación de Cuyo tenía cuatro delegados, amigos
de San Martín y
miembros de la Logia Lautaro. Por la provincia de
San Juan: fray Justo de Santa María de Oro y don
Agustín
Maza; por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y
Francisco Narciso Lapida; por San Luis, Juan Martín de
Pueyrredón,
que estaba distanciado de San Martín por su
actuación en el episodio de la disolución del
primer Triunvirato en
1812.
San Martín insiste ante los delegados de su
gobernación en la pronta reunión del congreso. En
el mes de mayo el
Congreso trata de la elección del nuevo
Director Supremo. El primer candidato considerado es Belgrano,
luego se
piensa en San Martín, pero los delegados de
Cuyo se oponen, finalmente es designado el día 3 de ese
mes Juan
Martín de Pueyrredón como Director
Supremo, con el consentimiento de los delegados de San
Martín. Godoy
Cruz había limado las asperezas entre los
dos patriotas.
Mientras tanto, San Martín, como Gobernador
de Cuyo, insistía ante el Director Supremo la conveniencia
de
acometer la empresa del
paso de los Andes. Ya había comenzado con sus actividades
de espionaje y tenía
confidentes en Santiago dentro de las esferas
realistas que le comunicaban las actividades del gobernador
Osorio,
y luego las de su reemplazante Marcó del
Pont. Así mismo sus espías fomentaban la
insurrección en los patriotas
de Chile preparando el terreno para la futura
invasión. Había sido San Martín propuesto
para comandar el ejército
del Perú en reemplazo del general Rondeau,
pero él no confiaba en el éxito de esta empresa y
recomienda al
Director que nombre a Manuel Belgrano en su
lugar.
Durante este año se llevan a cabo varias
batallas navales realizadas por corsarios con el pabellón
del Río de
la Plata, que capturan presas entre los barcos que
realizan la travesía entre América y España,
interceptando
valiosos cargamentos, entorpeciendo el
tráfico de esclavos, lo que le vale a estas provincias el
reconocimiento de
la opinión liberal de Europa. A su vez
se intercepta correspondencia confidencial que permite conocer
el
verdadero estado de las
tropas realistas en el Caribe y en Venezuela y
por este medio se conoce en Buenos Aires
los progresos de Bolívar y de las tropas
independientes de México. En
este contexto se prepara la expedición
del
Comandante Guillermo Brown, secundado por
Hipólito Buchardo, que partiendo desde el Río de la
Plata, dobla
el cabo de Hornos y ataca las fortalezas
Españolas de Chile y luego los puertos fortificados del
Callao y
Guayaquil. Esto permite a los patriotas conocer
las defensas de estos puertos que luego serían de utilidad para
la
campaña al Perú y formarían
el comienzo de la flota libertadora.
Luego de la derrota de Sipe-Sipe en el Alto
Perú, San Martín cree que ya ha llegado el momento
de
promover su idea de la conquista de Lima por el
Pacífico. Envía entonces a su delegado, Manuel
Ignacio Molina,
a Buenos Aires para convencer al Director de la
conveniencia de la expedición a Chile. El Ministro de
Guerra
era
Tomás Guido, amigo de San Martín y
miembro de la Logia, que ya estaba al tanto de la idea del
Libertador, pero
el gobierno no estaba convencido aún. La
misión
de Molina, si bien no pudo convencer al gobierno de autorizar
la
expedición, al menos consiguió una
ayuda de 5.000.- pesos mensuales para el
ejército.
Sirviéndose de la astucia, San
Martín hace correr la noticia que su ejército se
preparaba para marchar hacia
el Alto Perú. Hizo los preparativos del
traslado para intentar que los realistas cruzaran la cordillera
pensando que
Mendoza quedaba desguarnecida, y así
vencerlos en una batalla de este lado de la cordillera. Pero
Marcó del
Pont no cayó en la celada y nada
hizo.
San Martín envía entonces a Buenos
Aires a su ayudante de campo, José Antonio Álvarez
Condarco,
ingeniero militar, con un detalle de la
campaña que planeaba. Condarco se entrevista con
Antonio González
Balcarce, que actuaba en forma interina hasta la
llegada del nuevo Director Supremo. Pueyrredón era
partidario
ya del plan de la
invasión a Chile, entonces dio instrucciones de apoyar a
San Martín con los pertrechos de
campaña (mes de junio). A partir de
entonces la Capital
comenzó a enviar suministros que hicieron posible
la
expedición.
San Martín insiste además ante sus
delegados al Congreso en la necesidad de declarar la independencia.
Le
escribía a Godoy Cruz: "¿Hasta
cuándo esperamos para declarar nuestra independencia?
¿No es una cosa bien
ridícula acuñar moneda, tener
pabellón y cocarda nacional, y por último, hacerle
la guerra al
soberano de quien se
dice dependemos… …Los enemigos (y
con mucha razón) nos tratan de insurgentes, puesto que
nos
reconocemos vasallos." "Si esto no se hace, el
Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo
la
soberanía, es una usurpación que se
hace al que se cree verdadero soberano, es decir, al rey de
España." El 9 de
julio el Congreso declara la independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata de la
dominación de los
reyes de España y su metrópoli. Ya
no había posibilidad de reconciliación con Fernando
VII.
Pensando en los pasos para cruzar la cordillera,
San Martín aprovecha el hecho de la declaración de
la
independencia para notificar de ella a
Marcó. Envía a Álvarez Condarco por el paso
de Los Patos (el más largo)
para entregar el acta a los jefes realistas. Antes
de partir le dijo: "como es seguro que
así entregue usted el pliego
que lleva lo despedirán con cajas
destempladas por el camino más corto, que es el de
Uspallata (si no lo ahorcan)
dará usted la vuelta redonda y podrá
a su regreso formarme un croquis sobre el papel."
El 15 de julio se reúnen en Córdoba
el Director Pueyrredón con San Martín donde
combinan los aspectos
de la expedición. A partir de allí
sellan su amistad que
durará toda sus vidas. Queda así decidida la
expedición a
Chile.
El cruce de los
Andes
Una vez obtenido el apoyo político a su
proyecto, San
Martín se dispone a realizar los preparativos de
la
empresa. La maestranza estaba a cargo de fray Luis
Beltrán, natural de Mendoza, quien dejó los
hábitos y,
comandando trescientos trabajadores, fundió
cañones, balas, granadas y preparó todos los
implementos
necesarios para la difícil marcha. La
armería estaba a cargo del mayor De la Plaza y la
fábrica de pólvora la
dirigía
el mayor ingeniero José Antonio
Álvarez Condarco. Para los uniformes, Beltrán
construyó una tejeduría y una
tintorería para proveer los paños
que las damas de Mendoza luego cosían.
El Director Supremo, ya instalado en Buenos Aires,
el día 1° de agosto promueve al entonces coronel
mayor
San Martín al grado de general en jefe del
Ejército de los Andes, acuñando el nombre con que
se conocería al
ejército libertador de la mitad de
América del Sur. Luego aumentó la asignación
para dicho ejército a 8.000.-
pesos mensuales.
En septiembre de ese año, traslada su
ejército, que se componía de 4.000 hombres, al
campamento del
Plumerillo, al norte de la ciudad de Mendoza,
donde Los soldados y los jefes se entrenan para el combate.
Desde
allí se completaron los últimos
pertrechos necesarios.
El día 5 de enero de 1817, el
ejército se dirige formado de gran parada hasta Mendoza
donde, en presencia
de las autoridades y del pueblo, juran la bandera
celeste y blanca del ejército y como patrona, a la virgen
del
Carmen.
San Martín ocultaba el punto por donde
cruzarían la cordillera y hacía llegar a
Marcó del Pont rumores de
distintos posibles pasos, insinuaba que
cruzaría por el sur y luego hacía correr rumores de
que atacaría por el
norte con el objetivo de
dividir sus fuerzas y lograr una sorpresa.
Todo estaba listo en el Plumerillo para cruzar el
ejército de 4000 hombres, con sus caballos
cañones
municiones y víveres para un mes. Dos
divisiones, al mando del general Miguel Estanislao Soler y
O´Higgins
cruzarían por el Paso de los Patos. Otra,
al mando de Las Heras, debía marchar por el camino de
Uspallata con
la artillería. Una división ligera
al mando de Juan Manuel Cabot cruzaría desde San Juan por
el Portezuelo de la
Ramada y apoderarse de Coquimbo. Otro destacamento
ligero debía cruzar desde La Rioja y ocupar
Copaipó
cruzando la cordillera por el paso de Vinchina.
Por el sur, el capitán Freyre penetraría por el
Planchón para
apoyar a las guerrillas
chilenas.
Durante la segunda mitad de enero
partieron
las distintas divisiones llevando
instrucciones
secretas. Las órdenes eran que
todos
aparecieran simultáneamente sobre
el
territorio chileno entre el seis y el ocho
de
febrero.
Quiero transcribir aquí el parte enviado
por el Libertador al Director Pueyrredón, ya desde el lado
chileno de
la cordillera: "El tránsito de la Sierra ha
sido un triunfo. Dígnese V. E. figurarse la mole de un
exército moviéndose
con el embarazoso bagaje de subsistencias para
quasi un mes, armamento, municiones, y demas adherentes
por
un camino de cien leguas, cruzado de eminencias
escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas
angosturas,
cortado por cuatro cordilleras; en fin donde lo
fragoso del piso se disputa con la rigidez del temperamento. Tal
es
el camino de los Patos que hemos
traído…"
En efecto, a las dos de la tarde del 8 de febrero,
las dos columnas principales ocupaban los pueblos de
San
Antonio de Putaendo y Santa Rosa de los Andes
despejando el camino hacia el Pacífico.
Segunda Parte: Libertador de
Chile
Batalla de
Chacabuco
El día 10 de febrero, todo el
Ejército de los Andes se encontraba concentrado en el
valle de
Aconcagua, listo para subir la cuesta de Chacabuco
y lograr una batalla decisiva. El ejército realista
se
concentraba en el valle acudiendo
rápidamente con tropas desde Santiago. San Martín
reunió a sus
oficiales para explicar el plan de combate
que realizarían al día siguiente, sin dar tiempo a que
los
realistas se agruparan. Dividió al
ejército en dos columnas, una al mando del general Soler,
y la otra al
mando de O´Higgins. El ejército
realista estaba al mando del brigadier Maroto.
A la madrugada del día 12 las columnas
comenzaron la ascensión de la cuesta de
Chacabuco,
tomando la división de Soler por la derecha
y la de O'Higgins la de la izquierda.
El ala izquierda se puso en contacto con los
realistas, luego de cargar bajando la cuesta, a
media
mañana. La resistencia era
sostenida y el combate resultaba indefinido hasta que, cerca del
mediodía,
llegó el ala de Soler, al trote y a la
carga, lo que definió la batalla. Los realistas dejaron en
el campo
500 muertos, 600 prisioneros y mucho armamento.
Los patriotas perdieron 12 hombres y tuvieron
120
heridos. Los realistas huyeron en desorden a
Santiago pero no atinaron defensas, Marcó del Pont
sólo
pensaba en escapar, mandó al puerto de
Valparaíso sus pertenencias y alistó sus cosas para
la huida.
El 14 de febrero, San Martín entró
triunfal a Santiago de Chile.
El cabildo se reunió el día 18
aclamando al Libertador como
gobernador de Chile. Renunció a ese honor y
fue entonces
electo O´Higgins Director Supremo del
Estado de
Chile.
El general realista, Maroto, se embarcó en
el puerto de Valparaíso con algunas tropas que
pudo
salvar. Marcó del Pont se retrasó de
la columna y cuando llegó ya no quedaban naves en el
puerto.
Huyó hacia el sur pero fue tomado
prisionero por los patriotas.
Esta victoria, la conquista del "Reino de Chile"
como se lo conocía en la denominación
española,
trajo alivio en Buenos Aires. La situación
para los patriotas seguía siendo difícil: la ciudad
de
Montevideo había sido ocupada por un
ejército Portugués, el ejército del Norte
retrocedía hacia Jujuy,
como lo había previsto San Martín, y
el Gobernador de Salta, Martín Güemes
resistía. La victoria de
Chacabuco cambió la suerte de la
América del Sur y a partir de este momento los realistas
comenzaron
su repliegue. Los que pudieron escapar, al mando
del general Ordóñez, perseguidos por el general
Las
Heras, se retiraron a marcha forzada hasta la
fortaleza de Talcahuano, al sur de Chile. Resistieron
allí
un sitio de las tropas patriotas que duró
todo el año 1817.
Se creó entonces el Ejército Unido,
formado por el de Chile, y el Ejército de los Andes.
O´Higgins
comandaba el ala Chilena y San Martín era
el General en Jefe de Todo el Ejército.
Siguiendo con su plan continental,
San Martín sabía que sin el dominio de mar,
no era posible
dominar Chile y Perú porque la costa
tenía bastiones como el Callao o Talcahuano que eran
fácilmente
abastecidos de víveres, soldados y
munición. Al mes de la batalla de Chacabuco, cruzó
nuevamente la
Cordillera, llegó de incógnito a
Buenos Aires para evitar los festejos y las demostraciones
populares a
las que no era afecto, y negoció con el
Director Supremo el envío de una misión a
Londres con el objeto
de crear una escuadra para dominar las costas del
Pacífico y quebrar el dominio realista
en esos mares.
El Ingeniero Álvarez Condarco viajó
a Londres para supervisar la compra de las naves
mientras
Álvarez Jonte buscaba marinos que
comandaran dicha escuadra.
Cancharrayada y
Maipú
En los últimos días de 1817, San
Martín, como generalísimo del Ejército
Unido, mandó una
delegación a Lima, en nombre de los
aliados, proponiendo al Virrey del Perú la
regularización de la
guerra y el canje de prisioneros. Pero, como
siempre, el motivo oculto de la misión a
cargo del mayor
Domingo Torres, era ponerse al tanto de los planes
del enemigo. El enviado regresó a
Valparaíso
trayendo la información de que un ejército
realista, al mando del general Osorio, se embarcaba
en
cuatro fragatas para recuperar
Chile.
Los primeros días de enero de 1818 la
expedición llegaba a la fortaleza de Talcahuano
donde
desembarca. Las tropas de Osorio se unen con las
del general Ordóñez formando un ejército de
más de
5000 hombres. Sin perder tiempo comienzan la
marcha hacia el norte, para llegar a Santiago.
Los
patriotas al mando de O´Higgins levantan el
sitio y emprenden la retirada hacia la capital para
unirse a
el resto del ejército.
La noche del 19 de marzo el ejército
realista avanzó por la planicie de
Cancharrayada
sorprendiendo a las fuerzas de O´Higgins en
la oscuridad. Los patriotas se defendieron
valientemente
hasta que el Director fue herido en el brazo.
Entonces las fuerzas del Ejército Unido retrocedieron
en
desorden perdiendo todo el parque y la
artillería. El mando fue asumido entonces por el coronel
Las
Heras que organizó una retirada a marchas
forzadas hacia la capital. En
Santiago, la noticia del revés
hizo entrar en pánico a la población, mientras que los generales
patriotas trataban de reagrupar sus
fuerzas en derredor del campamento de Maipo.
Cuando O´Higgins supo de los acontecimientos de
la
capital, apuró su regreso cabalgando
día y noche para reasumir el gobierno de la nación.
La presencia
del líder
hizo retornar la calma en la ciudad y comenzaron los preparativos
para la defensa. A los diez
días de la derrota, el Ejército
Unido estaba nuevamente en condición de combate con cerca
de 4000
hombres de infantería, 22 piezas de
artillería y 1000 jinetes, cinco batallones chilenos y
cuatro
argentinos.
El ejército patriota estaba desplegado en
una altura llamada Loma Blanca, a diez kilómetros
de
Santiago. El 5 de abril las avanzadas comunicaron
que los realistas marchaban en masa hacia el
camino
que une Santiago con
Valparaíso.
San Martín relata así la
disposición para el combate: "Baxo la conducta del
benemérito brigadier
general Balcarce puse desde luego toda la
infantería; la derecha mandada por el coronel Las Heras;
la
izquierda por el teniente coronel Alvarado; y la
reserva por el coronel D. Hilarion de la Quintana;
la
caballería de la derecha al coronel D.
Matías Zapiola con sus escuadrones de granaderos; y Freyre
con
los escuadrones de la escolta del Exmo. Director
de Chile, y los cazadores a caballo de los
Andes."
Al mediodía los ejércitos se
hallaban
frente a frente. Los patriotas avanzaron
hacia
las posiciones realistas y entraron
en
encarnizado combate. Los realistas
resistieron
a pie firme durante varias horas pero
luego
comenzaron a replegarse,
terminado
derrotados. A última hora llegó
O´Higgins
convaleciente de su herida, quien
fue
aclamado por las tropas victoriosas.
Las
pérdidas realistas fueron alrededor de
1000
hombres, doce cañones, 2200 prisioneros
y
todo el parque y municiones.
Osorio se retiró con solamente 1200 hombres
hacia Talcahuano pero casi sin armamento.
Allí
esperó órdenes del virrey Pezuela,
quien dio por perdido el norte de Chile y le ordenó
embarcarse para
el Perú, quedando en la fortaleza una
fuerza de
defensa de 1000 hombres al mando del coronel
Juan
Francisco Sánchez.
Pocos días después de la victoria de
Maipú, San Martín emprende el camino a Buenos
Aires
llegando con sigilo para sustraerse a las
manifestaciones de la muchedumbre. No obstante ello,
el
Director Supremo, Pueyrredón, prepara una
recepción pública en el Congreso que se realiza el
17 de
mayo, en honor al héroe de Chacabuco y
Maipú.
El objetivo del
viaje era apurar la disposición de los fondos necesarios
para crear y mantener la
flota del Pacífico, que era la única
manera de evitar el abastecimiento de los puertos realistas,
desde
donde podían enviara refuerzos y
reconquistar Chile. Una vez dominado el mar, el camino al
Perú
estaba despejado. Las reuniones secretas tuvieron
lugar en la quinta que Pueyrredón tenía en el
pueblo
de San Isidro, y allí concurrieron los
miembros de la logia. Una vez logrado el apoyo, San Martín
quiso
volver nuevamente a Chile pero quedó
detenido en Mendoza debido a las grandes nevadas en
la
cordillera. Allí recibe notificación
de Pueyrredón diciendo que el empréstito de 500.000
pesos,
necesario para equipar a la flota era imposible de
lograr.
Es entonces que desde Mendoza envía su
renuncia como general del Ejército Unido a
los
directores Pueyrredón y O´Higgins (4
de setiembre de 1818). Pocos días después recibe
una
comunicación del Ministro de Guerra
autorizándolo a girar hasta la suma convenida para crear
la flota.
La escuadra del
Pacífico
La flota que dominaría el Pacífico
con el pabellón chileno y llevaría al
ejército libertador al Perú se
formó por astutas y valientes capturas de
buques españoles y la compra de naves inglesas
y
americanas. El primer buque de guerra fue el
bergantín español llamado Águila, de 16
cañones, que
entró engañado a Valparaíso
luego de la batalla de Chacabuco porque los patriotas dejaron
las
banderas realistas flameando en la fortaleza. Fue
capturado y, bautizado con el nombre de
Pueyrredón.
En su primera misión fue
enviado a la isla Juan Fernández a rescatar los patriotas
prisioneros de los
realistas. Entre ellos estaba Manuel Blanco
Encalada, quien sería luego comandante de la flota.
Luego
llegó el Windham de 44 cañones,
comprado por Álvarez Condarco en Londres. Fue la gloriosa
Lautaro.
Con estos dos buques, luego de la victoria de
Maipú, persiguieron a la flota española compuesta
por la
Esmeralda, la Venganza y el Pezuela que bloqueaba
Valparaíso y entorpecía la navegación
y
hostigaban a los buques neutrales que llegaban al
puerto.
En abril de 1818, la Lautaro y el
Pueyrredón salieron del puerto y se trabaron en combate
con la
Esmeralda consiguiendo abordarla. Luego de un
fiero combate la nave española pudo escapar por
su
mayor velocidad y
dirigirse a Talcahuano. Aunque no se pudo tomar la presa, desde
ese momento, la
marina chilena dominó las costas de
Valparaíso. En Julio se compró una corbeta
americana que se
bautizó como Chacabuco, luego otro
bergantín americano que se llamó Araucano, En
agosto llegó un
navío poderoso, de 60 cañones,
contratado por Condarco en Londres, que se denominó San
Martín y se
pagó con los fondos que había
dispuesto Pueyrredón luego de la renuncia del general. El
mando de la
armada fue confiado a Manuel Blanco Encalada. Los
patriota tenían a fines de 1818 una escuadra
que
podía combatir contra los realistas en el
Pacífico.
Mientras tanto, en mayo de 1818, zarpaba de
Cádiz con rumbo a Chile, una expedición
española de
once transportes, que conducían 2000
soldados, escoltadas por dos naves de guerra, una de ellas era
la
poderosa María Isabel, de 50
cañones. La noticia se conoció en Buenos Aires, por
los agentes del
gobierno argentino en Cádiz en el mes de
julio. Pueyrredón envió a los bergantines Lucy y el
Intrépido
para que se incorporen a la flota chilena. En
agosto arribó a Buenos Aires el Trinidad, uno de
los
transportes españoles con la
tripulación sublevada. De esta manera los patriotas
conocieron el punto de
reunión y el código de
señales de la escuadra realista.
En octubre zarpaba de Valparaíso
la
escuadra chilena al mando de Blanco
Encalada,
y comandando la infantería de marina el
capitán
Guillermo Miller. Debían interceptar el
convoy
realista. Encontraron a la María Isabel en
el
puerto de Talcahuano, protegida por los
cañones
de la fortaleza. En una valiente acción de
los
marinos y los infantes, capturaron la nave y
la
llevaron a Valparaíso donde fue bautizada
como
la O´Higgins.
Cayeron en manos de los patriotas cinco
transportes con todos sus bagajes. El resto huyó al
Callao.
Así, Chile, en poco tiempo dominó el
Pacífico. La última expedición
española que partió hacia
América
había sido aniquilada a fines de
1818.
Llegaba entonces a Valparaíso Thomas
Alejandro Cochrane, lord escocés, miembro
del
parlamento y héroe de muchas batallas en
las flotas de Inglaterra.
Había aceptado los ofrecimientos de
los agentes de San Martín y O´Higgins
en Londres. Fue nombrado jefe de la escuadra chilena con
el
grado de Vicealmirante y Blanco Encalada,
conociendo la capacidad del nuevo jefe, se puso a
sus
órdenes. Los independientes, a fines de
1818 podían dominar el Pacífico.
Éste era el paso previo para poder llevar
el ejército al Perú.
Sucesos del año
1819
En enero, las tropas patriotas al mando del
general Balcarce, que sumaban más de 3000
hombres,
se dirigen al sur de Chile, para reforzar a las
fuerzas de Zapiola, que hostigaban a las del
coronel
realista Sánchez, acampados sobre las
márgenes del Bío-Bío y ocupando la ciudad de
Concepción. Los
realistas, que no se habían sentido capaces
de defender las posiciones que tenían, habían
evacuado la
ciudad a fines del año anterior y se
habían replegado a la los Ángeles. Ante el avance
de Balcarce,
luego de algunas escaramuzas, Sánchez se
retira nuevamente hacia el sur, a las tierras de los
indios
araucanos, encerrándose en la plaza de
Valdivia. Balcarce da por terminada la campaña, pues
por
tierra era imposible transportar allí
grandes ejércitos, y regresa a Santiago.
Ese mismo mes de enero partía la flota
chilena al mando
de Cochrane, con el navío San
Martín, las fragatas O´Higgins y
Lautaro y la corbeta Chacabuco. En febrero
bloquean el Callao,
puerto de Lima, donde se hallaba la flota
española del Pacífico,
compuesta por las fragatas Esmeralda y Venganza y
varias
naves menores, protegidas por los cañones
de la fortaleza.
Luego de algunos combates navales, apresan a la
goleta Motezuma y la flota permanece bloqueando
el
puerto con algunos buques y con otros hostiga a
los puertos del norte. Vuelve a Valparaíso
para
abastecer la flota y construir una batería
de cohetes, nueva arma ensayada en Europa. Prepara
sus
naves y en octubre de ese año intenta
nuevamente destruir a la flota española en el Callao. No
tiene
éxito por la falla de las nuevas armas pero la
flota consigue varias presas en el puerto de Guayaquil
y
Miller desembarca la infantería en Pisco y
ocupa por unos días la ciudad. Cochrane envía la
flota a
Valparaíso y sólo con la
O´Higgins se decide ocupar Valdivia, al sur de Chile y en
los primeros meses
de 1820 conquista la fortaleza y expulsa a los
realistas que se refugian en la isla de Chiloe.
Mientras el Ejército Unido y la escuadra
chilena obtienen estas victorias, y en el norte,
Bolívar
combate contra el ejército de Murillo por
la libertad de Colombia y
Venezuela,
obteniendo la victoria de
Boyacá (7 de agosto), otros hechos
ensombrecen el panorama sudamericano.
La opinión de Chile no favorece la
expedición al Perú y el mantenimiento
del Ejército de los
Andes. Por otro lado, se reciben noticias desde
Cádiz anunciando que otra expedición se prepara
contra
Buenos Aires al mando de José
O´Donnell, conde del Abisbal, que transportaría
20.000 hombres. El
Director Pueyrredón solicita que las tropas
de los Andes se preparen para marchar a la
Capital.
San Martín cruza la cordillera con una
parte de las fuerzas hacia Mendoza, dejando otra parte
en
Chile, listas para marchar en cualquier momento.
Por otro lado se produce la sublevación de
los
caudillos provinciales López, de Santa Fe y
Ramírez,
de Entre Ríos, apoyados por los Portugueses
que
ocupaban la Banda Oriental, y levantando las
banderas del federalismo,
amenazaban el gobierno
unitario de Buenos Aires. El Director Supremo
ordena a los ejércitos del Perú, al mando de
Belgrano, y
al ejército de Los Andes para que marchen a
defender Buenos Aires. Belgrano marcha hacia
Córdoba
y, por correspondencia de San Martín que
apela al espíritu patriótico de López,
consigue un armisticio
con que despeja momentáneamente la amenaza.
La presencia del Libertador en cuyo impide que
la
provincia se pliegue a los
disidentes.
Mientras tanto, San Martín se comunicaba
con los miembros de la logia Lautaro para que
empujen
a los políticos a autorizar la
expedición al Perú y se oponía a usar el
Ejército de los Andes para reprimir
a las provincias disidentes.
En junio renuncia el director Pueyrredón y
es reemplazado por Rondeau, quien manda a llamar
al
general San Martín para combinar los planes
de defensa de la Capital en caso de producirse el
arribo
de la expedición realista que se preparaba
en Cádiz.
En el mes de octubre, llegan noticias a Buenos
Aires desde Gibraltar, diciendo que el ejército
de
Cádiz se había amotinado. Las tropas
se negaban a embarcar para el Río de la Plata.
Decían que el
motín había sido sofocado por
Abisbal pero se cría que el ejército español
no estaba en condiciones de
emprender, por el momento, la expedición.
El peligro se había disipado.
En ese mismo mes de Octubre, San Martín
recibe en Mendoza dos noticias. O´Higgins
le
comunicaba que tenía todo pronto para la
expedición al Perú y que debía cruzar los
Andes para ponerse
al frente de las tropas. Por otro lado, el
armisticio entre López y el gobierno de Buenos Aires se
había
roto y Rondeau le pedía que marchara hacia
la Capital. Contestó entonces a Chile que aceptaba
la
dirección de la empresa y que
cruzaría los Andes cuando los asuntos internos se lo
permitieran. Preparó
entonces la caballería, unos 2000 hombres
para marchar desde San Luis hacia la Capital. Rondeau
se
pone al frente del ejército de Buenos Aires
y se dirige al límite con la provincia de Santa Fe para
batir a
los insurgentes, contando que el ejército
del Norte avanzaba sobre Córdoba y el de los Andes
acudía
desde San Luis.
En noviembre el Libertador recibe otra carta del
Director anunciándole que debe concurrir
a
conversar con él por un asunto más
importante que la insurrección del litoral. Se trataba de
los
proyectos monárquicos que una misión
diplomática realizaba en Francia para
coronar un príncipe
Borbón.
San Martín presenta su renuncia al mando
del ejército alegando motivos de salud, los
facultativos
le prescriben baños termales en Cauquenes,
en Chile. En Buenos Aires rechazan su renuncia
diciendo
que tiene licencia para mejorar su salud como General de la
Provincias Unidas.
Mientras tanto se produce una sublevación
en Tucumán contra el ejército del Norte poniendo
en
prisión al general Belgrano. El general
Cruz, que marchaba hacia la Capital para defender al
Director
Rondeau, es destituido del mando por un
motín en la posta de Arequito (9 de enero) y el
ejército
marcha hacia Córdoba para ponerse a las
órdenes del gobernador Bustos. Un batallón del
ejército de
los Andes, acantonado en San Juan, se subleva
contra sus jefes y corta los lazos que vinculaban a
ésta
ciudad con Mendoza. La anarquía
había estallado en las Provincias
Unidas.
Acta de Rancagua
San Martín, que se reponía en Chile
de sus dolencias, en conocimiento
de éstas revueltas, ordena
al coronel Alvarado que cruce la Cordillera con
los regimientos de cazadores de los Andes, la
artillería
y toda la caballería. El gobernador de
Mendoza, Luzuriaga, renuncia y también cruza los Andes
para
unirse al ejército.
En Buenos Aires, el Director Rondeau era derrotado
en la batalla de Cepeda, el día 1° de
febrero,
y el victorioso Ramírez
impone la disolución del congreso y la renuncia del
Director. No había más
autoridad nacional y cada provincia tenia un
gobierno autónomo y sus propias tropas. El ejército
de los
Andes se encontraba en Chile y la autoridad que
lo había formado y a quién respondía estaba
disuelta.
Ante este problema, San Martín, que, ya
restablecido de
su enfermedad se encontraba en Santiago,
envía a Rancagua,
donde el coronel Las Heras tenía al
ejército acantonado, un
sobre lacrado que debía abrir en presencia
de todos los
oficiales.
El 2 de abril, el pliego es abierto. San
Martín había escrito su renuncia, y, alegando que
el Director
Supremo, de quién su autoridad
dependía, estaba depuesto, era el deber de los oficiales
elegir a su
nuevo jefe. Si embargo los oficiales consideraron
que el mando de su jefe no había caducado pues:
"la
autoridad que recibió el general de los
Andes para hacer la guerra a los españoles y adelantar
la
felicidad del país no ha caducado ni puede
caducar, pues su origen, que es la salud del pueblo,
es
inmudable."
Esta fórmula es votada por los oficiales
unánimemente, y luego se redacta el documento que
se
conoce como Acta de Rancagua, que fue firmada por
todos, y que por más de 50 años
permaneció
secreta.
Tercera Parte: Protector del
Perú
Expedición al
Perú
Cuando San Martín se dispone a embarcar el
ejército para completar la última fase de su
plan
continental, América era el único
lugar donde la llama de la libertad ardía. En Europa, luego de
la caída
de Napoleón, gobernaban los monarcas
absolutos que formaban la Santa Alianza y se oponían a
el
control de los parlamentos. Sólo Holanda e
Inglaterra
tenían gobiernos parlamentarios. En
Francia
reinaba Luis XVIII y en España Ferrando VII
era un déspota absoluto.
Chile y el Río de la Plata estaban
emancipados de hecho luego de Chacabuco y Maipú. En
el
norte, Bolívar expulsaba a los realistas de
Nueva Granada y los acorralaba en Venezuela. La flota
de
Chile dominaba el Pacífico y los realistas
sólo ocupaba Quito y Perú. Los Gobiernos de Estados
Unidos
y el de Inglaterra
comenzaban a demostrar interés en
reconocer la independencia de las repúblicas
de
Sudamérica, y llegaban a Buenos Aires
noticias de las opiniones progresistas británicas al
respecto. En
España se produce la revolución
de Rafael de Riego, que obligó al rey a aceptar la
constitución liberal
de 1812.
El ejército combinado estaba constituido
por alrededor de 4500 hombres, pertenecientes al
ejército
de los Andes y al ejército chileno. El jefe
del estado mayor
era el general Juan Gregorio Las Heras y
formaban parte el general Arenales, el anterior
gobernador de Cuyo, Luzuriaga, Tomás Guido,
Álvarez
Jonte, Bernardo Monteagudo y Juan García
del Río. La flota se componía de ocho buques de
guerra y
diez y seis transportes tripulados por 1600
marinos.
El 20 de Agosto de 1820 partía de
Valparaíso la expedición
bajo el pabellón chileno, en medio de las
salvas de la artillería y
las aclamaciones del pueblo y las damas de
Santiago. El
almirante Cochrane encabezaba la expedición
en la O´Higgins
mientras que el Libertador y su estado mayor
navegaba en el
San Martín.
La expedición toca tierra en
Pisco, al sur del Perú. Las fuerzas que defendían
la ciudad, ante la
superioridad del enemigo se retiran a la sierra.
San martín repone las montas de los
granaderos
requisando los caballos y libera a los esclavos
que quieran incorporarse al ejército.
El virrey Pezuela tenía sus tropas, unos
veinte mil hombres, repartidos por todo el territorio a
lo
largo de la costa, desde Guayaquil hasta Arica y
en el alto Perú, pero el grueso defendía la
capital,
Lima. Al tener noticias del desembarco inicia
tratativas diplomáticas.
San Martín envía como representantes
a sus amigos, Guido y García del Río, que,
además de la misión
diplomática, debían informar acerca
de la preparación de las fuerzas realistas y establecer
contactos
con los patriotas peruanos.
Fracasadas éstas tratativas, San
Martín destaca una división al mando de Arenales
para que
marche hacia Lima por el camino de la sierra y
promueva la insurrección en las poblaciones. Antes
de
partir de Pisco crea la bandera y el escudo
peruano y reembarca al resto del ejército a fines de
octubre.
Cuando la flota llega a la altura del Callao,
hacen una pasada frente a las fortalezas pero lejos
del
alcance de los cañones para mostrar su
fuerza:
desfilan, ante una muchedumbre que las
contemplaba
desde las torres de la fortaleza, ocho naves de
combate y diecisiete transportes.
A comienzo de noviembre desembarca el
ejército en la localidad de Huacho, al norte del
Callao.
Mientras tanto, se había producido la
revolución
en Guayaquil el 9 de octubre y se formó una
junta
presidida por José Joaquín Olmedo y
se puso bajo la protección de los libertadores San
Martín y
Bolívar.
Días más tarde, Cochrane, en una
acción muy audaz, arrebata la nave insignia
española,
Esmeralda, fondeada en el puerto del Callao y
bloquea la bahía. Desde ese momento los realistas
no
pueden ser abastecidos por mar.
San Martín fortifica su posición en
Huacho y comienza su intento de sitiar Lima. Sigue con
sus
trabajos de inteligencia:
arma a los rebeldes que se organizan en montoneras que asolan
los
alrededores de la Capital. El batallón
realista Numancia, formado por levas colombianas, deserta
de
sus filas y se pliega a los patriotas con
seiscientos hombres y todos sus bagajes. Las poblaciones
al
norte de Lima se sublevan y, en la ciudad de
Trujillo, el marqués de Torre-Tagle enarbola la
nueva
bandera del Perú y jura la independencia.
Luego de obtener estas ventajas sin comprometerse a
un
combate formal, el Libertador pone sitio a
Lima.
El 29 de enero se sublevan los oficiales realistas
contra el virrey Pezuela, éste es derrocado y
en
su lugar es nombrado virrey el general La
Serna.
La Serna invita a San Martín a celebrar
negociaciones de paz. Por los patriotas
concurrieron
Guido y Alvarado. Los independientes sostuvieron
que la única base de un acuerdo era la
independencia del Perú, a la cuál
los realistas no podían acceder y entonces las
negociaciones
fracasaron.
El sitio de Lima continuaba y la vida en la ciudad
se hacía insoportable, el descontento cundía.
En
esas circunstancias, marzo de 1821, arribó
al Perú el capitán Manuel Abreu, encargado del
nuevo
gobierno constitucional de España para
llegar a una solución pacífica con los
independientes. El rey de
España había mandado emisarios a las
colonias en son de paz, lo que dio lugar en México a
la proclama
de Iturbide en el pueblo de Iguala donde
proclamó la independencia, y en Colombia
Bolívar firma un
armisticio con Morillo.
San Martín inicia dos campañas: una
a cargo de Miller con sus tropas de desembarco sobre las
costas
del sur y otra nueva campaña de Arenales a
la sierra. Al mismo tiempo embarca a su ejército
en
Huacho y lo desembarca en Ancón,
próximo a Lima, estrechando el cerco de la
ciudad.
Simultáneamente inicia negociaciones de
paz. Nombró como delegados a Guido, García del
Río y José
Ignacio de la Rosa; el virrey La Serna al emisario
Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Se
reunieron en la hacienda de Punchauca, cerca de
Lima, a fines de abril de 1821. Los
españoles
proponían la aceptación de la
constitución de Cádiz de 1812 por
los americanos y el envío de delegados
a las Cortes de Madrid. Los americanos
proponían la independencia de Las Provincias Unidas, Chile
y
el Perú.
El 2 de junio se reúnen San Martín y
La Serna. San Martín hizo la propuesta de establecer
una
regencia en el Perú en nombre de un futuro
príncipe europeo que ejercería una
monarquía
constitucional. El Virrey propuso consultar a las
corporaciones del virreinato y dijo que en dos
días
habría una respuesta.
La Serna, en lugar de consultar a las
corporaciones, como se había convenido, consultó
primero con los
oficiales de su ejército. Éstos
rechazaron la propuesta pues no estaban autorizados a conceder
la
independencia a las colonias, aunque se tratara de
una monarquía. El Virrey respondió que no
estaba
autorizado a reconocer la independencia del
Perú pero que era posible firmar un armisticio hasta que
la
corte aceptara las propuestas de San
Martín. Los independientes no aceptaron, pero prolongaron
el
armisticio por doce días más y
permitieron el abastecimiento de la plaza sitiada por
motivos
humanitarios.
Los Españoles comenzaron los preparativos
para abandonar la ciudad y el 5 de julio y partieron hacia
la
sierra. El diez de julio por la tarde,
entró San Martín a Lima con traje de paisano, para
no ser
reconocido, mientras los realistas salvaban el
resto de su ejército internándose en los valles de
la
cordillera. Todavía una guarnición
de 2000 hombres resistía el sitio en la fortaleza del
Callao.
Mientras esto sucedía en Lima,
bolívar vencía a los realistas en la Batalla de
Carabobo, 24 de junio, y
el 29 entraba triunfante en Caracas. El cerco
estrechaba a los realistas tanto por los ejércitos del
norte
como por los del sur.
Protector del
Perú
Desde Lima, San Martín le escribe a
O´Higgins sus pensamientos: "Al fin, con paciencia
y
movimientos, hemos reducido á los enemigos
á que abandonen la capital de los Pizarros : —al
fin
nuestros desvelos han sido recompensados con los
santos fines de ver asegurada la independencia
de
la América del Sud. —El Perú
es libre. —En conclusión, ya yo preveo el
término de mi vida pública, y
voy á tratar de entregar esta pesada carga
a manos seguras, y retirarme á un rincón á
vivir como
hombre." El libertador anticipa a su amigo las
decisiones que tomará un año
después.
El 28 de julio se proclama la
independencia
del Perú. San Martín, desde un
tablado levantado
en la plaza mayor declaro: " El Perú es
desde
este momento libre e independiente por
la
voluntad de los pueblos y de la justicia de
su
causa que Dios defiende." Levantó la
bandera
roja y blanca y fue aclamado por la
multitud.
El 4 de agosto de 1821, a pedido de una
diputación del Cabildo de Lima y por sugerencias de
los
miembros de la logia Lautaro, San Martín
acepta ser nombrado Protector del Perú, y cabeza
del
gobierno. Designa ministro de hacienda al peruano
Unanue, García del Río es ministro de
relaciones
exteriores y Monteagudo de guerra y marina. Las
Heras comandaba el ejército al que se
agregan
regimientos con la nueva bandera peruana. Al
frente de la infantería estaba Miller y la
caballería al
mando de Brandzen.
Las reformas políticas
fueron muy importantes: se abolió el servicio
personal de
los indígenas, las
encomiendas, los repartimientos y las mitas, se
declaró la libertad de vientres y se emancipó a
los
esclavos que tomaran las armas por la
independencia, se abolieron los azotes en las escuelas, se
fundó
la biblioteca
nacional, se estableció la libertad de imprenta y se
abolió la censura previa. Se eliminaron
los tormentos y se suprimió el tribunal de
la Inquisición.
Todavía los realistas, al mando del general
La Mar, resistían sitiados en la fortaleza del Callao. El
14
de agosto, Las Heras efectúa un intento de
asalto pero es rechazado.
Mientras en Lima los patriotas organizaban el
nuevo gobierno, los realistas se reagrupaban en
la
sierra, en la ciudad de Jauja. Los primeros
días de setiembre se creyeron listos para realizar
una
ofensiva. Un ejército de 3500 hombres al
mando del general Canterac avanzó hacia Lima. San
Martín
dispuso sus tropas en defensa de la ciudad
cortando la marcha de los realistas, pero el objetivo
de
Canterac era reunirse con los defensores del
Callao y aprovisionarse de armamento del que
carecían.
San Martín permaneció a la
expectativa de los movimientos enemigos y cuando en
ejército español
entró al Callao, supo que la batalla estaba
ganada sin arriesgar sus soldados. En la fortaleza no
había
víveres para más de tres
días. Canterac tuvo que abandonar el Callao el 16 de
setiembre y, perseguido
por las tropas de Las Heras, regresó a
Jauja con su ejército diezmado. El 21 de setiembre se
rendía el
general La Mar y las banderas peruanas flamearon
en las torres del Callao.
Mientras se rendía la fortaleza, se
producía desavenencias entre Cochrane y San Martín,
en una
disputa acerca del pago y el mantenimiento
del ejército. Finalmente, una vez rendido el Callao, ya
no
era necesario el bloqueo y el Libertador
envía a Cochrane a Chile para que diera cuentas a
ese
gobierno de la continuidad de la escuadra. El
Almirante zarpa del Callao en octubre pero en vez
de
regresar a chile, sale en búsqueda de la
dos últimas fragatas de la marina española en esas
aguas:
Prueba y Venganza.
Éstas naves bloquearon el puerto de
Guayaquil en diciembre de 1821 sin encontrarse con la
escuadra
de Cochrane. En ese puerto se encontraba el
general La Mar que luego de la rendición del Callao
había
pasado a las tropas del Perú. La Mar
convenció a los capitanes de que era mejor rendirse pues
de lo
contrario caerían en mano de Cochrane que
los buscaba en el Pacífico. Los capitanes se rindieron
a
comienzos de 1822. Éstas fueron las
últimas naves españolas del pacífico sur. La
fragata Prueba,
rebautizada Protector, inició la marina
peruana y su primer comandante, el almirante Blanco
Encalada.
Toma de Quito
A comienzos de 1822 quedaban dos ejércitos
realistas de importancia en América del sur. Los
que
dominaban Quito, al mando del general Aymerich y
los del sur del Perú comandados por el
general
Canterac. Bolívar había nombrado al
general Antonio José de Sucre al mando de las tropas del
sur,
quien se embarcó para Guayaquil en mayo de
1821. Con este ejército inicia el avance hacia Quito
pero
es detenido por los realistas en
Bomboná.
En el mes de octubre de 1821, Sucre demanda el
auxilio de tropas del Perú para poder
emprender
una nueva campaña sobre Quito. San
Martín destaca una división auxiliar a cargo del
general Andrés
Santa Cruz con 1500 hombres formados por
granaderos de los Andes al mando de Félix Olazábal
y un
cuerpo de caballería al mando de Juan
Lavalle. El ejército de Colombia se une
al combinado argentino,
chileno y peruano.
Mientras tanto, San Martín delega la
autoridad
política
en Torre-Tagle y convoca a un congreso
(27 de diciembre de 1821).
Ordena una campaña comandada por Domingo
Tristán en la localidad de Ica, al sur de Lima.
Las
fuerzas patriotas son derrotadas por el general
Canterac el 7 de abril de 1822.
El 21 de abril las tropas combinadas de Colombia y la
división auxiliar, al mando de Sucre,
ganan
la batalla de Río Bamba, que despeja la
ruta a la ciudad de Quito. Un mes más tarde, el 24 de
marzo los
patriotas derrotan a los realistas al mando del
general Aymerich en la batalla de Pichincha. Al
día
siguiente Sucre entra vencedor en Quito. Con esta
victoria, el norte de América del Sur quedaba
libre
de realistas.
Las fuerzas del Río de la Plata y las de
Chile, que luchaban desde el Sur, se habían unido a las
de
Venezuela y Colombia que
bajaban desde el Norte. Ambos extremos de la revolución
se tocaban
después de doce años de lucha. El
dominio de los
realistas quedaba reducido a la posesión del Alto
Perú
y los puertos intermedios, en una zona de alturas,
difícil, donde los ejércitos del Río de la
Plata siempre
habían fracasado. Todavía
podían reunir un ejército veterano de más de
15.000 hombres y contaban con
buenos generales como Canterac y La
Sarna.
San Martín sabía que su
ejército no bastaba para vencerlos, era necesario la
unión de las fuerzas
patriotas del Norte y del Sur para expulsar a los
realistas del Alto Perú.
Guayaquil
Bolívar entró en Guayaquil el 11 de
julio de 1822 y al día siguiente la ciudad
incorporó la provincia
a Colombia. San martín se embarcó
desde el Callao hacia ese puerto en la goleta Macedonia llegando
a
la mañana del día 25 de julio. El
libertador del norte le ofrece al Protector del Perú su
hospitalidad y lo
aloja en una espléndida residencia donde lo
espera el día 26. Allí San Martín recibe la
visita de las
corporaciones de la ciudad que le brindan un
cálido recibimiento. Cuando los libertadores
quedaron
solos conferenciaron durante algo más de
una hora. Por la tarde San Martín devolvió a
Bolívar la visita
protocolar.
El día 27 San Martín embarca su
equipaje
anunciando que partirá esa misma noche. A
la una de
la tarde se dirigió a la residencia de
Bolívar y
conferenció sin testigos durante cuatro
horas.
Terminada la conversación se reunieron en
la sala de banquete donde se sentaron uno al lado del
otro.
Bolívar brindó "Por los dos hombres
más grandes de la América del Sud: el General San
Martín y Yo".
San Martín contestó: "Por la pronta
conclusión de la guerra; por la
organización de las diferentes
Repúblicas del continente y por la salud del Libertador de
Colombia". Luego comenzó el baile y la
diversión. San Martín dejó la
fiesta (como ya había convenido con Bolívar) a la
una de la mañana y se
embarcó rumbo al Callao.
Por muchos años ninguno de los
protagonistas aclaró en forma directa los temas tratados
durante
la entrevista.
Sin embargo, los diferentes testigos y los documentos
escritos permiten establecer que
ninguno de los libertadores estuvo satisfecho con
el otro. San Martín pretendía la unión de
los ejércitos
del sur y del norte para concluir la guerra.
Comprendía que era su persona la que
molestaba a Bolívar y
que los ejércitos de Colombia no
pasarían al Perú mientras él estuviera
allí. El 29 de agosto le escribe:
"Los resultados de nuestra entrevista no
son los que me prometía para la pronta terminación
de la
guerra. Desgraciadamente, yo estoy
íntimamente convencido, ó que no ha creído
sincero mi
ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con
las fuerzas de mi mando, ó que mi persona le
es
embarazosa." Luego agregaba: "No se haga
ilusión, general. Las noticias que tiene de las
fuerzas
realistas son equivocadas. Ellas montan en el Alto
y Bajo Perú más de 19.000 veteranos, que
pueden
reunirse en el espacio de dos meses." Más
adelante en la misma carta le dice:
"En fin general, mi
partido está irrevocablemente tomado. He
convocado el primer congreso del Perú, y al día
siguiente de
su instalación me embarcaré para
Chile, convencido de que mi presencia es el solo obstáculo
que le
impide venir al Perú con el ejército
de su mando."
Abdicación del Protector del
Perú
Mientras San Martín conferenciaba en
Guayaquil con Bolívar, en Perú se produce un
movimiento
que solicitaba la remoción del ministro
Monteagudo. El ministro renuncia pero luego exigen
su
deportación.
El 20 de setiembre se inaugura el primer congreso
constituyente del Perú. Ese día San Martín
entrega
su título de Protector. Pronuncia un
discurso de
despedida y se retira. Esa misma noche, el
congreso,
reunido en sesión extraordinaria le otorga
el título de "Fundador de la Libertad del Perú" y
le asignan
la misma pensión vitalicia que a
Washington.
Así terminó la vida pública
del Libertador. Esa misma noche del 20 de setiembre se
embarcó en el
bergantín Belgrano con rumbo a
Chile.
En Europa
Mientras San Martín iniciaba su viaje al
otro lado de la cordillera y luego ponía el
océano
Atlántico entre él y su patria, los
ejércitos de Bolívar, al mando del general Sucre
derrotaban
definitivamente a los realistas en las batallas de
Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9
de
diciembre de 1824), liberando a todo el
continente.
En Chile, San Martín se encontró con
su amigo O´higgins, que tenía serios problemas
políticos en su
cargo de Director Supremo. Se traslada a Mendoza,
a su chacra, donde tiene la noticia del
derrocamiento de O´higgins. El 3 de agosto
de 1823 muere su esposa, Remedios de Escalada.
Parte
entonces para Buenos Aires donde se encarga de su
hijita Mercedes. El 4 de diciembre llega a la
ciudad y permanece hasta el 10 de febrero de 1824
cuando se embarca hacia Francia.
Allí se ocupa de
la educación de Mercedes
donde escribe para ella las Máximas para su hija que son
un resumen de su
filosofía de vida.
En 1829 regresa a Buenos Aires pero encuentra un
clima
hostil y permanece en Montevideo. Poco tiempo
después
regresa a Europa para no
volver nunca más.
Falleció el 17 de agosto de 1850 en la
localidad de
Boulogne-sur-Mer a la edad de 72
años.
Bibliografía
Como es de suponer, la bibliografía acerca
de San Martín es muy extensa. Es por ello que
yo
solamente citaré las fuentes que
utilicé para redactar este trabajo.
Historia de San Martín y de la
Emancipación Sud-Americana. 4 tomos. Bartolomé
Mitre. Félix
Lajuane Editor. 1890. Segunda
edición.
Historia de la Nación Argentina.
Ricardo Levene. Academia Nacional de Historia. Editorial
El
Ateneo. 1940. Segunda
edición.
Historia Integral de la Argentina.
Félix Luna. Editorial Planeta. 1994. Primera
edición.
Historia de la República Argentina.
Vicente Fidel López. Editorial G. Kraft. 1913. Segunda
edición.
La vida de Monteagudo. Mariano de Vedia y Mitre.
Editorial Guillermo Kraft Limitada. 1950.
Gaceta de Buenos Aires. Reimpresión
Facsimilar. Junta de Historia y
Numismática Americana.
Compañía Sud-Americana de Billetes
de Banco.
1910.
Autor:
Inés Mazas
conseguido aquí:
http://www.geocities.com/Athens/Olympus/3842/SanMartin.html