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El arte poética de Horacio




Enviado por mogran



    "Sin escribir cosa alguna, enseñaré
    cómo se escribe;

    diré la misión y
    las reglas del poeta, el manantial donde ha de
    beber,

    lo que el buen gusto permite y lo que no, los
    atrevimientos del genio

    y los escollos de la ignorancia"

    LA LITERATURA
    LATINA

    Las primeras manifestaciones de la literatura latina proceden
    del siglo III a.C. Esta fue evolucionando y transformádose
    siguiendo varias formas, hasta la actualidad.

    La literatura romana se
    modeló a partir de la literatura griega y
    sirvió a su vez como referencia básica,
    especialmente en el renacimiento,
    para el desarrollo de
    las literaturas europeas posteriores. Por su estrecha dependencia
    formal de los modelos
    griegos, los escritores latinos ensalzaron las cualidades
    específicas de la cultura romana
    y, lo que es más importante, casi todos los escritores
    romanos contribuyeron con sus escritos a la misión
    civilizadora de Roma en el mundo.
    Los logros más importantes de la literatura latina se
    encuentran en la poesía
    épica y lírica, en la retórica, la historia, el drama
    cómico y la sátira —género literario
    que los romanos inventaron.

    HORACIO

    Quinto Horacio Flaco nació el
    8 de diciembre del año 65 a.C., hijo de un liberto, en
    Venusia (hoy Venosa Apulia, Italia).
    Pasó sus primeros años en el campo, donde
    aprendió la poesía
    campesina. Estudió en Roma, en la
    escuela de
    Orbilio. Allí conoció la literatura de poetas
    arcaicos como Livio Andrónico y también a los
    poetas de Grecia. En
    griego escribió sus primeros versos.

    Su padre, un liberto, quiso que refinase su cultura, como
    los jóvenes de ilustres familias atenienses. Por ello,
    subsidia a Horacio para que continúe estudios en Atenas.
    Allí, estudia a los maestros de filosofía griega y
    poesía
    en la Academia. La Academia, originaria de la antigua Grecia,
    jardín público a las afueras de Atenas, fundada
    hacia el año 387 a.C. por Platón. En
    estos jardines el filósofo griego Platón
    había instruído a sus seguidores. Las posteriores
    escuelas de filosofía, modeladas en la de Platón,
    fueron a su vez llamadas academias.

    En el año 45 a.C. la juventud del
    poeta fue arrastrada a la guerra civil.
    Fue nombrado tribuno militar por Marco Bruto, uno de los asesinos
    de Julio César. Luchó en el lado del
    ejército republicano que cayó derrotado por Marco
    Antonio y Octavio (después Augusto) en Filipos. Gracias a
    una amnistía general volvió a Roma y
    rechazó el cargo de secretario personal de
    Augusto para dedicarse a escribir poesía.
    Derrotado en el campo militar se propone ser un gran conquistador
    de la belleza poética y, sobre todo, como otros poetas de
    la época de Augusto, arrebatar a Grecia el
    honor de la supremacía del arte

    Cuando el poeta laureado Virgilio conoció sus
    poemas, hacia
    el año 38 a.C., le presentó al estadista Cayo
    Mecenas, un patrocinador de las artes y amigo de Octavio, que le
    introdujo en los círculos literarios y políticos de
    Roma, y en 33
    a.C. le entregó una propiedad en
    las colinas de Sabina donde se retiró a escribir y
    pensar.

    Las obras

    Horacio, uno de los grandes poetas de Roma,
    escribió obras de cuatro tipos: sátiras,
    épodos, odas y epístolas. Sus
    Sátiras abordan cuestiones éticas
    como el poder
    destructor de la ambición, la estupidez de los extremismos
    y la codicia por la riqueza o la posición social. El
    Libro I (35
    a.C.) y el Libro II (30
    a.C.) de las Sátiras, ambos escritos en
    hexámetros, eran una imitación del satírico
    Lucilio. Las diez sátiras del Libro I y las
    ocho del Libro II
    están atemperadas por la tolerancia. En
    los años en que escribe las Sátiras, su
    filosofía está completamente embebida de
    epicureísmo.

    Aunque los Épodos aparecieron
    también el 30 a.C., se escribieron con anterioridad, ya
    que reclaman con pasión el fin de la guerra civil,
    que terminó con la victoria de Octavio sobre Antonio en
    Actium en el año 31 a.C., y critican mordazmente los
    abusos sociales. Los diecisiete poemas cortos
    en dísticos yámbicos de los Épodos
    constituyen adaptaciones del estilo lírico griego creado
    por el poeta Arquiloco. Son una conquista de poesía
    griega para Roma.

    La poesía más importante de Horacio se
    encuentra en las Odas, Libros I, II y
    III (23 a.C.), adaptadas —y algunas, imitaciones
    directas— de los poetas Anacreonte, Alceo y Safo. En ellas
    pone de manifiesto su herencia de la
    poesía lírica griega y predica la paz, el
    patriotismo, el amor, la
    amistad, el vino,
    los placeres del campo y la sencillez. Estas obras no eran
    totalmente políticas
    y de hecho incorporan bastante mitología griega y romana.
    Se nota la influencia de Píndaro y son famosas por su
    ritmo, ironía y refinamiento. Fueron muy imitadas por
    poetas renacentistas europeos.

    Horacio, se convirtió en el maestro de la oda
    adaptando hábilmente los metros griegos al latín
    con el concurso de su propia voz llena de gracia. De su mejor
    poesía se desprende también un humor
    chistoso.

    Hacia el año 20 a.C. Horacio publicó el
    Libro I de sus
    Epístolas, veinte cartas cortas
    personales en versos hexámetros en las que expone sus
    observaciones sobre la sociedad, la
    literatura y la filosofía con su lógica
    del "punto medio", a favor de doctrinas como el
    epicureísmo, pero siempre abogando por la
    moderación, incluso en lo referente a la virtud. Para
    entonces su reputación era tal que, a la muerte de
    su amigo Virgilio el año 19 a.C., le sucedió como
    poeta laureado.

    Dos años después volvió a escribir
    poesía lírica cuando Augusto le encargó el
    himno Carmen saeculare para los juegos
    seculares de Roma.

    Las fechas de sus últimas obras, las
    Epístolas, Libro II; las Odas, Libro IV; y
    la Epístola a los Pisones, más conocida como
    Ars poetica, son inciertas. Las dos cartas que
    aparecen en el Libro II son discusiones literarias. Ars
    poetica,
    su obra más larga, ensalza a los maestros
    griegos, explica la dificultad y seriedad del arte de la
    poesía y proporciona consejos técnicos a los poetas
    aspirantes. Horacio murió en Roma el 28 de noviembre del
    año 8 a.C.

    EPÍSTOLA A LOS
    PISONES

    Las mismas epístolas literarias del segundo libro
    se ligan en parte a la defensa de la propia poesía que
    había en las Sátiras. Pero si la materia es
    semejante, es más íntimo, más profundo,
    más maduro el espíritu y el estilo. Ahora Horacio
    domina como señor de la experiencia a la vida moral y al
    arte; no
    sólo el estilo discursivo, lleno de gracia y finura, sino
    también la sabiduría urbana de agudo moralista.
    Habla con más seguridad del
    arte, con
    menor acritud hacia los poetas del pasado.

    En la Epístola a los Pisones, que es su arte
    poética
    , determina sus conceptos, que son los del
    clasicismo más acendrado y más fino. La
    epístola es un don de sabiduría madura de un
    hombre que
    estudió mucho a sí mismo y a los demás y ha
    meditado mucho sobre su arte.

    En la epístola a los Pisones, Horacio renueva y
    enriquece la visión sobre la creación
    artística que en el siglo V aC Aristóteles dejara precisado en su
    Poética.

    El tono sufre una variación; pues, mientras
    Aristóteles realiza un registro – al que
    agrega comentarios y opiniones – de sus observaciones y de lo que
    grandes poetas habían mostrado, Horacio se presenta como
    un artista con conocimiento y
    experiencia suficiente que le confieren autoridad para
    aconsejar, criticar, elogiar y rechazar.

    El texto cuenta
    con treinta apartados conectados por el tema común al que
    se refiere y por los vocativos utilizados, propios del soporte
    textual elegido, con los que Horacio recaptura permanentemente la
    atención y amengua la distancia enunciativa:

    "… Nobles, Pisones…" "¡Oh ilustre
    Pisón y vosotros, hijos dignos de tal padre…" "Caro,
    Pisón …"

    Estos destinatarios reales son el puente y la excusa
    para exponer su concepción artística.

    Valiéndose de comparaciones ("Así como
    los árboles mudan la hoja al morir el año
    …así también perecen con el tiempo las
    palabras antiguas…"
    VII), anécdotas ("Un
    estatuario de cerca del Circo de Emilio …"
    IV),
    metáforas ("El atleta que anhela llegar primero a
    la meta
    mucho tiempo se
    ejercitó de niño…"
    XXIX), citas de autoridad
    ("Homero nos
    enseñó …"
    VIII) concreta su intención
    didáctica. Sus enseñanzas, sus
    premisas surgen en forma de exclamaciones o frases
    aforísticas, como:

    Si no hay arte, el miedo de un defecto nos hace caer
    en otro peor
    . III

    Nosotros y nuestras obras somos deudores a la
    muerte
    . VII

    Recread instruyendo. XXVII

    CONTENIDO DE LA EPÍSTOLA

    En primer lugar aconseja la unidad de conjunto en
    toda obra. El artista debe entender el conjunto y no sólo
    las partes. Si bien, hay libertad para
    escribir "no ha de ser para poner en uno lo fiero con lo
    manso".

    El artista debe guiarse por dos criterios:
    oportunidad y selección; escoger un asunto proporcionado a
    sus fuerzas y mejor, "empezar sin énfasis,
    modestamente
    "; pues, caen en ridículo los que anuncian
    cosas graves y acaban con "frioleras". Un asunto conocido puede
    volver a tratarse, pero no como "servil
    copista".

    En cuanto al lenguaje, se permite el uso de voces
    y expresiones nuevas para ideas nuevas, como las voces derivadas del
    griego y latinizadas sin violencia.
    Considera lícito introducir "palabras selladas con el
    cuño del tiempo
    presente",
    pero "siempre proceder con tiento". Por
    otra parte, el lenguaje
    debe ser adecuado al estado de
    ánimo y a la condición de quien habla. Como dice
    Aristóteles, "se ha de considerar
    quién las dice" (a las palabras). Por ello, el cuidado que
    se ha de tener y, fundamentalmente, porque "la naturaleza
    valiéndose del lenguaje
    expresa los movimientos del alma"

    Otro aspecto examinado es el verso. Aristóteles ya había expresado: "la
    naturaleza
    dictó el metro propio apto para las pláticas: el
    yambo"; Horacio, en coincidencia, dice que el yambo (una
    sílaba breve seguida de una larga) se acomoda más
    al diálogo y a la acción. Cree, además que
    cada verso tiene su carácter; por esto, conviene guardar
    el estilo adecuado, es decir, no emplear versos trágicos
    en un asunto cómico y viceversa. El dístico (pies
    desiguales) ha sido más utilizado en la
    epopeya.

    En cuanto a los caracteres de los personajes,
    exhorta a seguir la tradición. Aquellos personajes
    conocidos se deben mantener con el carácter que
    históricamente han tenido y desde el principio al final de
    la obra. Como ejemplo, vale citar: Aquiles se presentará
    impetuoso, iracundo, infatigable. Es importante observar los
    rasgos propios y las costumbres de cada edad, a fin de no
    desatinar al dar el papel de viejo
    al joven, o lo inverso. "Fijaos bien en los modelos vivos
    de la sociedad, en las
    diversas costumbres…".
    una obra puede adolecer de faltas de
    estilo; pero, si pinta bien las costumbres y con naturalidad,
    gustará al público.

    Conmina a considerar también al
    público, observar también el auditorio de
    una tragedia y no sacar a escena "cuadros que no son para ser
    vistos
    " por su crueldad o violencia,
    pues sólo producirán incredulidad o asco. Esos
    episodios se pueden dar a conocer "por medio de una
    narración patética
    ".

    Define claramente que el drama tendrá
    exactamente cinco actos, que no se introducirá dios alguno
    de manera trivial o frívola y que sobre el escenario
    sólo habrá cuatro interlocutores. Aristóteles, mencionando a Sófocles,
    hablaba de tres. Horacio aclara que podrá haber en escena
    veinte actores, pero sólo hablarán tres y un cuarto
    lo hará en aparte.

    Dedica varias palabras a la función del
    coro. Este es un actor, su función es recitar
    versos en los entreactos y amenizar con el canto y la música de
    flauta.

    El clasicismo de Horacio está abiertamente
    expresado en el apartado XXIII: "Estudiad los modelos
    griegos
    ; leedlos noche y día". Promueve una
    observación de los modelos
    griegos y, a la vez, una autocorrección limando, los
    poetas, sus obras. Recomienda que el poeta debe someter juicio de
    algunos conocidos, pero no de adulones, aquello que escriba, y
    luego guárdalo nueve años, antes de volver sobre lo
    escrito. "Condenad todo poema que no ha sido depurado por
    muchos días de corrección…
    " La Poesía
    es uno de los géneros que no admite
    mediocridad.

    Una de sus premisas sobre el arte de escribir sentencia:
    "El principio y la fuente para escribir bien es tener
    juicio".
    Horacio invoca como fuente de juicio el
    estudio de los filósofos, en lo que hace al fondo de las
    cosas, y la observación los modelos vivos
    de la sociedad. Como
    Aristóteles, insiste en la necesidad de mostrar cosas
    verosímiles y tratar temas que sean útiles y
    agradables al público. "Recread instruyendo"
    "Saber mezclar lo útil con lo agradable". "La
    sabiduría dictó en verso sus primeras
    enseñanzas"
    con esta frase comienza su
    reflexión sobre el valor de la
    poesía.

    Tras mencionar a Anfión, Homero, Tirteo,
    determina como condiciones del poeta, el temperamento y el
    arte
    , es decir, se exigen mutuamemnte genio y estudio y
    cultivo. Finalmente, al hablar de los poetas, les confiere un
    conocimiento
    especial y el privilegio de disponer de la propia vida al aceptar
    y indicar explícitamente que debe permitírsele a
    ellos "quitarse la vida cuando les venga en
    gana".

    Si bien Horacio explicita su concepción
    poética en la Epístola a los Pisones , en esa misma
    carta
    manifiesta que su obra es el ejemplo más claro de lo que
    debe ser la poesía.

    Sin escribir cosa alguna, enseñaré
    cómo se escribe; diré la misión y
    las reglas del poeta, el manantial donde ha de beber, lo que el
    buen gusto permite y lo que no, los atrevimientos del genio y
    los escollos de la ignorancia.

    BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

    Aristóteles, El arte poética, 6ta ed.,
    Espasa-Calpe, Madrid, 1979.

    Bignone, E., Historia de la literatura
    latina, Losada, Buenos Aires,
    1952.

    Horacio, Epístola a los Pisones,
    Porrúa.

    Sandra Fernández

    Prof. de Castellano,
    Literatura y Latín

    Título: "El 'Arte Poética' de
    Horacio"

    Categoría: Literatura

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