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Alquimia




Enviado por alejc



    -El pensamiento
    griego

    -La alquimia
    árabe

    -La alquimia
    hindú

    -La alquimia China

    -Piedra Filosofal

    – Función del Cinabrio en
    el

    pensamiento
    alquímico

    -Alquimia en la edad
    media

    -Alquimia en el
    Renacimiento

    -Biografía de
    Paracelso

    -Teoría
    del Flogisto

    -Aporte a la química de Lavoisier
    y biografía

    -La química del siglo
    18

    -La química del siglo
    19

    -Investigaciones
    recientes en la química

    -La química del
    año 2000

    -Conclusiones
    Personales

    -Bibliografía

    Alquimia
    Griega:

    Los orígenes de la química
    se pierden en la noche de los tiempos. Estos orígenes son
    técnicos y mágicos a la vez. Cuando se funda la
    civilización griega, ya se conocen el cobre, el
    bronce y el hierro; el oro
    y la plata se usan para ornamentos y el plomo fácil de
    trabajar estálejos de ser ignorado. Se conoce la manera de
    obtener tintes (púrpura del múrex), de fundir los
    esmaltes y desde la más remota antiguedad, se extrae el
    cinabrio (sulfuro rojo), un líquido brillante como la
    plata, muy pesado y que posee todas las propiedades de un
    metal.

    Los primeros filósofos griegos, cuyo método de
    planteamiento de la mayor parte de los problemas era
    teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de
    que la tierra
    estaba formada por unos cuantos elementos o sustancias
    básicas. Empédocles de Agriento, alrededor del 430
    a.C. estableció que tales elementos eran cuatro: tierra,
    aire, agua y fuego.
    Un siglo más tarde, Aristóteles supuso que el cielo
    constituía un quinto elemento, el éter. Los griegos
    creían que las substancias de la tierra
    estaban formadas por las distintas combinaciones de estos
    elementos en distintas proporciones.

    Los griegos se planteaban la
    cuestión de si la materia era
    continua o discontinua, es decir si podía ser dividida y
    subdividida indefinidamente en un polvo cada vez más fino,
    o si, al término de este proceso se
    llegaría a un punto en el que las partículas fuesen
    indivisibles. Leucipo de Mileto y su discípulo
    Demócrito de Abdera (aprox 450 a.C.) insistían en
    que la segunda hipótesis era la verdadera.
    Demócrito dio a éstas partículas el nombre
    de átomos (o sea no divisible). Llegó incluso a
    sugerir que algunas substancias estaban compuestas por diversos
    átomos o combinaciones de éstos. También
    pensaba que una sustancia podía convertirse en otra al
    ordenar sus átomos de diferente manera. Si tenemos en
    cuenta que es sólo una sutil hipótesis, es sorprendente la exactitud de
    esta intuición. Pese a que la idea pueda parecer hoy
    evidente, estaba muy lejos de serlo en la época en que
    Platón
    y Aristóteles la
    rechazaron.

    En el 600 a.C. el filósofo griego
    Tales de Mileto
    descubrió que una resina fósil descubierta en las
    playas del Báltico, a la cual nosotros llamamos
    ámbar y ellos llamaron elektron tenía la
    propiedad de
    atraer plumas, hilos o pelusa al ser frotada con un trozo de
    piel.

    El pensamiento
    alquímico de la antigua Grecia se
    basó en teorías
    y especulaciones y muy pocas veces en la experimentación.
    Muchas de las escrituras griegas del tema se conservaron y
    despertó el estudio de ésta ciencia en la
    edad
    media.

    Alquimia
    Árabe

    La alquimia árabe es tan
    misteriosa en sus orígenes como la griega. Durante los
    califatos de los Abasidas desde 750 a 1258, floreció en
    Arabia una escuela de
    farmacia. El primer trabajo conocido de esta escuela es la
    obra que se difundió en Europa en su
    versión latina titulada De alchemia traditio summae
    perfectionis in duos libros
    divisa,
    atribuido al científico y filósofo
    árabe Abú Musa al-Sufí, conocido en
    Occidente como Geber; este trabajo, que podemos considerar como
    el tratado más antiguo sobre química propiamente
    dicha, es una recopilación de todo lo que se creía
    y se conocía por entonces

    Algunos historiadores sugieren que la
    alquimia árabe desciende de una escuela
    asiática occidental mientras que la alquimia griega
    desciende de una escuela egipcia.
    Esta escuela
    asiática no es ni china ni
    india. Se
    puede afirmar que la alquimia árabe estaba asociada con
    una ciudad específica en Siria, Harran, que, según
    parece, fue en la que se desarrollaron la mayor parte de los
    conocimientos alquímicos árabes.

    Los alquimistas árabes trabajaron
    con oro y mercurio, arsénico y azufre, y sales y
    ácidos, y se familiarizaron con una amplia gama de lo que
    actualmente llamamos reactivos químicos. Ellos
    creían que los metales eran cuerpos
    compuestos, formados por mercurio y azufre en diferentes
    proporciones

    El alquimista
    árabe más grande fue seguramente ar Razí
    (850-923), un científico persa que vivía en
    Baghdad. Ar Razí clasificó a los materiales
    usados por el alquimista en
    cuerpos (a los metales): piedras, vidrio, sales,
    etc. Y espíritus: mercurio, azufre, amoníaco, etc.
    El real objetivo de
    éstos alquimistas era el de producir oro por medio de
    reacciones catalíticas de ciertos elementos. Ar
    Razí escribió un libro sobre
    las aguas fuertes que según los estudiosos del tema no
    eran mas que soluciones de
    sal corrosivas.

    Las escrituras de Ar Razí
    representan el apogeo de la alquimia árabe. No se sabe si
    se dedicó a la medicina que
    siguió siendo independiente aunque hubo una tendencia
    árabe de dar mayor énfasis a los remedios minerales que a
    los provenientes de plantas que
    fueron los remedios por excelencia en la cultura
    griega.

    Allá por el año 670 d.C.,
    un alquimista sirio, Calínico, inventó según
    se cree el fuego griego. Era una mezcla de cal viva, petróleo y
    azufre a la que se le atribuye la salvación de
    Constantinopla cuando los musulmanes le pusieron sitio por
    primera vez. Al entrar en contacto con el agua la cal
    viva se encendía y el
    petróleo ardía en llamas.

    Muchos de los escritos árabes
    revelaban un carácter místico que contribuía
    poco al avance de la química, pero otros intentaban
    explicar la transmutación en términos
    físicos. Los árabes basaban sus teorías
    de la materia en las
    ideas aristotélicas, pero su pensamiento
    tendía a ser más específico, sobre todo en
    lo referente a la composición de los metales. Ellos creían
    que los metales consistían en
    azufre y mercurio, no propiamente estas sustancias que
    conocían muy bien, sino más bien el principio del
    mercurio, que confería la propiedad de
    fluidez a los metales, y el principio del
    azufre que convertía en combustibles a las sustancias y
    corroía a los metales. Las reacciones químicas se
    explicaban en términos de cambios en las cantidades de
    esos principios dentro
    de las sustancias materiales.

    Alquimia
    Hindú

    La Alquimia China
    está muy relacionada con la hindú, durante el auge
    de éstas civilizaciones éstas se mantuvieron en
    estrecho contacto por lo que muchas ideas acerca de la alquimia
    coinciden. Se cree que las heredaron de los Griegos
    traídas por Alejandro
    Magno en sus conquistas.

    Las Vedas (las más antiguas
    escrituras sagradas hindúes), contienen algunas pistas
    sobre la alquimia en la antigua India que
    presentan semejanzas con la alquimia de la antigua China. Los
    Chinos e hindúes planteaban la relación entre el
    oro y la larga vida.

    El mercurio que fue tan importante en la
    alquimia occidental es mencionado por Arthashastra durante los
    siglos 3ro y 4to a.C. se planteaba la posible conversión
    de metales comunes en oro.

    Pero la alquimia de la medicina y la
    inmortalidad eran los principales intereses de los
    hindúes. No parecía muy importante la
    conversión de metales. En la India los
    elixires de la inmortalidad no eran de gran importancia y se
    trataba de simples remedios minerales para
    algunas enfermedades.

    Los Chinos e Hindúes asociaban a
    la alquimia con el misticismo religioso aunque a partir de los
    siglos 10 al 12 esto cambió. Se encontraron escrituras
    claramente alquímicas pertenecientes a estos
    siglos.

    Los primeros pensamientos
    filosóficos hindúes (siglo5 a.C.) planteaban a la
    naturaleza
    como una concepción de elementos materiales
    (fuego, viento, agua, tierra y
    espacio). China e
    India
    poseían grandes recursos de
    salitre.

    Uno de los grandes descubrimientos fue
    la sal de amoníaco descubierto durante los siglos 1 y 2
    d.C. Su importancia se basó en su capacidad de
    sublimación disociándose en 2 materiales
    corrosivos, amoníaco y ácido clorhídrico los
    cuáles atacan fuertemente a los metales.

    Alquimia
    China

    Resulta muy complicado determinar la
    aparición de la alquimia en el pensamiento
    humano pero las evidencias parecen demostrar que ésta se
    desarrollo
    antes en China que en Occidente. La alquimia china esta
    relacionada con propósitos más antiguos que la
    metalurgia o
    la medicina.
    Planteaba la inmortalidad física y se remonta
    al siglo 8 a.C. Para el siglo 4 a.C. planteaba que esto se
    lograría con drogas
    mágicas denominadas el elíxir de la vida, y lo
    planteaba como una solución de oro lo cual era
    hipotético por la dificultad de disolver
    oro.

    Son posibles las influencias indias ya
    que la alquimia china es muy similar a la india.
    Talvés la alquimia se desarrollo en
    China como un asunto doméstico. Se le asoció al
    taoísmo, religión
    mística formada en el siglo 6 a.C.

    Los tratados sobre
    alquimia más antiguos conocidos relacionan a la alquimia
    con las matemáticas místicas de 64
    hexagramas (figuras de 6 líneas usadas para
    adivinación). La relación con la práctica
    química es tenue pero menciona algunos materiales e
    implica operaciones
    químicas. El primer alquimista chino que fue
    razonablemente conocido fue Ko Hung (283-343 d.C.), quien
    escribió un libro
    conteniendo obscuras recetas para elixires, en su mayor parte
    compuestos de arsénico y mercurio. El libro
    alquímico chino más famoso es el Tan chin yao chuen
    (grandes secretos de la alquimia), probablemente escrito por Sun
    Ssu-miao (581-673 d.C.), y es un tratado práctico en la
    creación de elixires (mercurio, azufre y las sales de
    mercurio y arsénico son prominentes) para lograr la
    inmortalidad, plantea otras sustancias para la cura de enfermedades y la
    fabricación de piedras preciosas.

    Sin embargo, las igualdades entre los
    materiales usados en la alquimia china, hindú y occidental
    son más sorprendentes que sus diferencias. De todas
    maneras la alquimia china difiere de la occidental por sus
    objetivos.
    Mientras que en occidente los objetivos
    principales eran la transmutación de sustancias y los
    elixires de inmortalidad, ninguno de estos dos objetivos
    parecen haber sido muy importantes en China.

    La alquimia china fue consistente desde
    el principio, y hubo una pequeña controversia en su
    historia. Los
    alquimistas chinos han variado sus recetas para los elixires de
    la inmortalidad o talvés sólo cambiaron sus nombre;
    de todas formas se han encontrado aproximadamente 1000 recetas.
    En occidente había conflictos
    entre los partidarios de la farmacia química y hierbal. En
    China los remedios minerales fueron
    siempre aceptados. En Europa
    había conflictos
    entre los que pensaban que el objetivo
    principal de la alquimia era hacer oro y los que creían
    que era el desarrollo de
    nuevas medicinas. En China este último fue el
    dominante.

    La alquimia china siguió su
    propio camino mientras que en occidente las numerosas promesas
    religiosas de la inmortalidad hicieron que la alquimia no tuviera
    como prioridad lograr la inmortalidad. Las deficiencias de la
    religión
    china le dieron a la alquimia la oportunidad de llenar ese lugar.
    Muchos de los elixires desarrollados por los chinos eran
    venenosos lo que llevó a los alquimistas chinos a moderar
    se peligrosidad variando sus ingredientes o por medio de
    manipulaciones químicas. El gran deseo de los chinos por
    la inmortalidad llevó al historiador inglés
    de la ciencia
    Joseph Needham a realizar una lista sobre los emperadores chinos
    que murieron por envenenamiento a causa de la ingestión de
    dichos elíxires. Finalmente una sucesión de muertes
    reales hicieron a los alquimistas y emperadores mas cuidadosos y
    la alquimia china desapareció. Talvés el pueblo
    chino adoptó el budismo que
    ofrecía formas más fáciles de lograr la
    inmortalidad.

    Uno de los descubrimientos
    químicos más grandes fue la pólvora
    desarrollada en China (mezcla de salitre, azufre y
    carbón). Los chinos la conocían desde mucho antes
    que en occidente aunque estos la usaban para hacer fuegos
    artificiales. La pólvora llegó a Europa en el
    Siglo 13.

    Piedra
    Filosofal

    Los alquimistas de la edad media
    creían que para lograr la transmutación de metales
    como el plomo, sin gran valor, en oro
    o plata había que agregar y combinar una cantidad justa de
    Mercurio para lograr la transmutación. Por otro lado
    también pensaban que para que esta reacción se
    produzca tendría que ocurrir en presencia de un
    catalizador al que se llamó piedra filosofal. La historia de la alquimia es
    básicamente la búsqueda de este
    catalizador.

    He aquí un tratado sobre la piedra
    filosofal de la edad
    media:

    Pasos para lograr la Piedra Filosofal
    según autor anónimo de la edad
    media

    Primera parte de la
    obra

    Tomad doce partes del más puro
    menstruo de una hembra prostituida y una parte del cuerpo
    inferior perfectamente lavado, mezcladlo todo junto hasta que
    toda la materia sea
    amalgamada en un vaso ovalado y de cuello largo Pero es necesario
    añadir primero al cuerpo dos o cuatro partes del menstruo,
    y dejarlo reposar aproximadamente durante quince días,
    tiempo en el
    que se realiza la disolución del cuerpo.

    Tomad después esta materia y
    estrujadla para extraer de ella el menstruo, que
    guardaréis sobre el cuerpo que quedará tras la
    compresión, añadiréis una o dos partes de
    nuevo menstruo, y lo dejaréis reposar aún ocho
    días, después de los cuales procederéis como
    al principio, reiterando en lo mismo hasta que todo el cuerpo sea
    llevado a agua.

    Todas estas operaciones se
    harán a fuego lento de cenizas y con el vaso bien cerrado
    (bouché avec de la carte).

    Segunda parte de la
    obra

    Tomad toda el agua de
    vida y colocadla en un vaso cerrado como el de antes, y con el
    mismo grado de fuego de cenizas, que es el primer grado de fuego,
    cada ocho días se formará una piel negra que
    flotará en la superficie y que es la cabeza del cuervo, la
    cual mezclaréis con el polvo negro depositado en el fondo
    del vaso, después de haber tirado por inclinación
    el agua de
    vida.

    Volveréis a colocar esa agua en el
    vaso y volveréis a proceder del mismo modo, hasta que ya
    no se forme más negrura.

    Tercera parte de la
    obra

    Tomad toda la cabeza de muerto que
    habéis amasado y colocadla en el huevo filosófico a
    fuego de cenizas de encina, y sellad herméticamente su
    orificio, pero usad una sola pasta en las junturas de las dos
    partes del huevo a fin de que pueda ser abierto con
    facilidad.

    Durante los primeros ocho días,
    más o menos, no daréis más de beber a
    vuestra tierra negra y
    muerta, porque está aún embriagada de humedad.
    Después, cuando haya sido desecada y alterada, la
    abrevaréis con agua de vida
    en igual peso. Abriendo el vaso a este efecto, mezcladlo bien y,
    a continuación, lo volvéis a cerrar y lo
    dejáis reposar, no hasta que sea totalmente desecado, sino
    sólo hasta la coagulación; continuad después
    imbibiendo hasta que la materia haya
    absorbido toda el
    agua.

    Cuarta parte de la
    obra

    Tomad después esta materia y
    colocadla en un huevo a fuego de segundo grado, dejándola
    así durante algunos meses hasta que finalmente,
    después de haber pasado por diversos colores, se
    vuelva blanca.

    Quinta parte de la
    obra

    Una vez la tierra sea
    blanca, tendrá una potencia
    apropiada para recibir la semilla, a causa de la fecundidad que
    ha adquirido por las operaciones
    precedentes. Tomad pues esta tierra,
    después de haberla pesado, y divididla en tres partes.
    Tomad una parte de fermento, cuyo peso sea igual a una de las
    partes de vuestra materia dividida y cuatro partes del menstruo
    de la hembra prostituida, y haced una amalgama con el fermento
    laminado, como antes, y con el menstruo, y haced la
    disolución a calor lento
    durante catorce días, hasta que el cuerpo sea reducido a
    una cal sutil, pues aquí no se busca el agua de
    vida.

    Tomad después el menstruo con la
    cal del cuerpo y las tres partes de vuestra tierra blanca,
    y haced con todo esto una amalgama en un mortero de
    mármol, amalgama que pondréis en un vaso de cristal
    a fuego de segundo grado durante un mes.

    Finalmente, dadle al fuego su tercer
    grado hasta que la materia se vuelva muy blanca, y su aspecto
    será como el de una masa grosera y dura como la piedra
    pómez, pero pesada.

    Hasta aquí llega la
    operación de la piedra al blanco. Para hacer la piedra al
    rojo se debe operar de la misma manera, pero al final es
    necesario someterlo a fuego de tercer grado durante más
    tiempo y de
    forma más vehemente que para la piedra al
    blanco.

    Sexta parte de la preparación
    de la piedra para hacer la
    proyección

    Son muchos los que han hecho la piedra
    desconociendo, sin embargo, la manera de hacer la
    preparación para hacer la proyección. Y, sin
    embargo, la piedra hecha y acabada no hace ninguna
    transmutación si no se hace que tenga ingreso en los
    cuerpos. Por ello, romped vuestra piedra a trozos, moledla y
    colocadla en un vaso bien enlutado hasta el cuello para que pueda
    soportar un gran fuego, como el de cuarto grado, y sometedlo a
    fuego de carbón tan fuerte que la arena alcance una
    temperatura
    tal que al lanzar sobre ella unas gotas de agua se oiga un
    ruido, y tan
    fuerte que no sea posible tocar con la mano el cuello del vaso
    que está sobre la arena a causa de su gran calor.

    Mantened vuestro vaso en este grado de
    fuego hasta que vuestra materia se convierta en un polvo muy
    sutil y muy ligero, cosa que, de ordinario, ocurre en el espacio
    de un mes y medio.

    Séptima y última parte
    del aumento y multiplicación de la
    piedra

    Una vez hayáis hecho la piedra, la
    podéis multiplicar hasta el infinito sin necesidad de
    volver a hacerla de nuevo.

    Una vez tengáis la piedra hecha y
    acabada por la quinta parte de la operación,
    tomaréis la mitad de ella para usarla en la
    preparación necesaria para la proyección, y la otra
    mitad la guardaréis para multiplicarla.

    Pesad pues esta parte, y si pesa tres
    partes, tomad una parte, pero no del menstruo, sino del agua de
    vida. Tendréis de este modo cuatro partes que
    pondréis en un huevo a fuego de segundo grado durante un
    mes, después del cual pasaréis al tercer grado del
    fuego hasta el final, como ya hemos enseñado antes en la
    quinta parte de la operación.

    Importancia del Cinabrio en el
    pensamiento
    alquímico:

    Según los alquimistas de la
    edad media una
    sustancia puede transformarse en otra simplemente
    añadiendo y sustrayendo elementos en las propiedades
    adecuadas. Se creía que el Mercurio era el elemento el que
    confería las propiedades metálicas a los elementos
    y Creían que todos los metales estaban formados por
    diferentes combinaciones de mercurio y azufre, que era el que
    convertía a las sustancias en combustibles y
    corroía los metales.

    A partir de esto dedujeron que agregando
    y combinando mercurio y azufre en cantidades adecuadas con un
    metal base como el plomo, éste transmutaría en oro
    o plata.

    En la tabla
    periódica figura con las letras Hg ya que los romanos
    lo llamaban hidragyrum que significa plata
    líquida

    Tratado anónimo de la edad
    media acerca de la de la preparación y purificación
    del mercurio.

    "Tomad, pues, vuestro mercurio, y
    purificadlo bien pasándolo a través de un lienzo
    plegado tres veces, cosa que haréis varias veces hasta que
    aparezca puro como el agua límpida y
    cristalina.

    Nosotros rechazamos todas las
    demás formas de purificar el mercurio, como aquellas que
    lo purifican mediante el vinagre, la sal, la orina, la cal viva,
    el vitriolo y otros corrosivos que destruyen la humedad del
    mercurio en lugar de exaltarla, y que más que ser
    útiles, estorban."

    Alquimia en la Edad
    Media

    Los sucesores de los griegos en el
    estudio de las substancias fueron los alquimistas medievales,
    aunque sumergidos en la magia y la charlataneria, llegaron a
    conclusiones más razonables y verosímiles que las
    de aquéllos, ya que por lo menos manejaron los materiales
    sobre los que especulaban.

    Durante la edad media, especialmente
    entre los siglos 5 y 15, la ciencia fue
    oscurecida por las inquietudes religiosas. Sin embargo, en el
    siglo 7 la ciencia
    reapareció con los árabes, quienes habían
    acumulado los antiguos conocimientos de los egipcios y de la
    filosofía antigua griega a través de la escuela
    alejandrina, fundando una práctica: la alquimia, el
    precedente de la química.

    La alquimia europea fue heredada de los
    árabes de esta forma:

    1º- La influencia árabe
    penetró en occidente primero por España: el
    califato de Córdoba alcanzó su apogeo durante los
    reinados de Abderramán II (912-961) y de al-Hákam
    II (961-976). Se crearon escuelas y bibliotecas que
    atrajeron a los estudiantes de todo el mundo mediterráneo.
    Según la tradición, el monje Gerbert, más
    tarde papa con el nombre de Silvestre II (999-1003), fue el
    primer europeo que conoció las obras alquímicas
    escritas por los árabes, aunque personalmente fuera sobre
    todo teólogo y matemático.

    2º- Pero fueron principalmente las
    Cruzadas las que pusieron al occidente en relación con la
    civilización árabe y despertaron vivo interés
    por la ciencia
    oriental. Observemos también que Scicilia constituye un
    nexo entre Oriente e Italia: el
    astrólogo Miguel Escoto dedicó su De Secretis
    (1209), obra en la cual las teorías
    alquimistas estaban extensamente desarrolladas, a su maestro el
    emperador Federico II de Hohenstaufen.

    La alquimia comenzó a ponerse de
    moda en
    occidente a mediados del siglo 12, época en la cual fue
    traducida del árabe al latín la obra conocida con
    el nombre de Turba philosophorum (la turba de filósofos). Las traducciones del
    árabe aumentaron progresivamente y suscitaron en el siglo
    13 una extraordinaria boga literaria de la
    alquimia.

    Los alquimistas consideraron los metales
    como cuerpos compuestos, resultantes de 2 propiedades comunes: el
    mercurio, que era lo metálico, y el azufre, que era lo
    combustible. Posteriormente consideraron un tercer principio, la
    sal, identificada con la solidez y la solubilidad. Estos principios
    alquimistas sustitutyeron durante la Edad Media a los elementos
    de la filosofía helénica. Una idea inmediata fue la
    posibilidad de conseguir la transmutación de los metales,
    mediante la combinación de esos tres principios, pero
    esta transmutación sólo podía ser factible
    en prescencia de un catalizador al que se llamó piedra
    filosofal. La historia de la alquimia es
    básicamente la búsqueda de la piedra filosofal. Por
    otra parte los alquimistas confundidos con magos y brujos,
    sufrieron persecución por parte de las autoridades
    religiosas.

    Tratando de explicar las diversas
    propiedades de las sustencias, los alquimistas atribuyeron dichas
    propiedades a determinados elementos, que añadieron a la
    lista. Identificaron el mercurio como el elemento que
    confería propiedades metálicas a las sustancias, y
    el azufre, como el que impartía la propiedad de
    la combustibilidad.

    Según aquellos alquimistas, una
    sustancia puede transformarse en otra simplemente
    añadiendo y sustrayendo elementos en las propiedades
    adecuadas. Un metal como el plomo, por ejemplo, podía
    transformarse en oro agregándole una cantidad exacta de
    mercurio. Durante siglos prosiguió la búsqueda de
    la técnica adecuada para convertir en oro un "metal base"
    y en esto se basó toda la alquimia medieval. En este
    proceso, los
    alquimistas descubrieron sustancias mucho más importantes
    que el oro, tales como los ácidos minerales y el
    fósforo.

    Los ácidos minerales:
    nítrico, clorhídrico y, especialmente
    sulfúrico; introdujeron una verdadera revolución
    en los experimentos de
    la alquimia. Éstas sustancias eran ácidos mucho
    más fuertes que el más fuerte conocido hasta
    entonces (el ácido acético o vinagre), y con ellos
    podían descomponerses las sustancias, sin necesidad de
    emplear altas temperaturas ni recurrir a largos períodos
    de espera.

    El primer ácido mineral en
    descubrirse fue probablemente el ácido nítrico,
    hecho por la destilación de salitre, vitriolo y alumbre.
    El que presentó más dificultades fue el
    ácido sulfúrico, que era destilado del vitriolo o
    alumbre solos pero requería contenedores resistentes a la
    corrosión y el calor. Mucho
    más difícil fue el ácido clorhídrico
    que era destilado de sal somún o sal de amoníaco y
    vitriolo o alumbre.

    De todas formas, pocos alquimistas se
    dejaron tentar por éstos importantes éxitos
    secundarios, para desviarse de lo que éllos consideraban
    su búsqueda principal. Muchos simulaban producir oro por
    medio de trucos de prestidigitación para ganar el apoyo
    financiero de los mecenas.

    Los trabajos de los alquimistas de la
    Edad Media , aunque infructosos en el descubrimiento de la piedra
    filosofal y del elixir de la larga vida, y por tanto
    estériles, produjeron indudables progresos en la
    química de laboratorio,
    puesto que prepararon nuevas sustancias, inventaron aparatos
    útiles y desarrollaron técnicas empleadas
    más tarde por los químicos. Desde el punto de vista
    metodológico, se debe a los alquimistas una
    operación fundamental en química: la
    operación de pesar. Sus filtros exigían una
    dosificación minuciosa de los ingredientes que se
    mezclaban: así en sus laboratorios "fáusticos", los
    alquimistas eleboraron lo que más tarde iba a ser el
    método
    cuantitativo.

    Alquimia en el
    Renacimiento

    Durante el renacimiento
    alquimista se había convertido en químico y
    alquimia había pasado a ser la ciencia
    llamada Química. Surgió un nuevo interés
    por las teorías
    griegas sobre el tema. Las investigaciones
    realizadas por los alquimistas de la edad media fueron usadas
    para fundar las bases de la química moderna. El
    conocimiento químico se amplió
    considerablemente y los científicos comenzaron a explicar
    el universo y
    sus fenómenos por medio de la
    química.

    Comienzan a aparecer obras
    qúimicas en el sentido moderno de las palabra. Por otro
    lado la alquimia alcanza su apogeo, y se asocia cada vez
    más con la cábala, la magia y la
    teosofía

    Todos los conocimientos químicos
    desarrollados durante la edad media comenzaron a ser vistos desde
    otra perspectiva mas científica y se formaron las bases
    sobre las cuales la química moderna se apoya. Sin embargo
    muchos químicos aceptaron algunas doctrinas de la
    época como marco de trabajo lo cual retrasó el
    desarrollo de
    la química aunque esta avanzó a grandes pasos
    durante ésta época.

    En el brillante nacimiento de esta
    ciencia, uno
    de los primeros genios fue Robert Boyle, quien formuló la
    ley de los
    gases que hoy
    lleva su nombre. En su obra "El Químico Escéptico"
    (1661), Boyle fue el primero en establecer el criterio moderno
    por el cual se define un elemento: una sustancia básica
    puede combinarse con otros elementos para formar compuestos y que
    por el contrario éstas no pueden descomponerse en una
    sustancia más simple.

    Sin embargo, Boyle conservaba aún
    cierta perspectiva medieval acerca de la naturaleza de los
    elementos. Por ejemplo creía que el oro no era un elemento
    y que podía formarse de algún modo a partir de
    otros metales. Las mismas ideas compartía su
    contemporáneo Issac Newton, quien
    dedicó gran parte de su vida a la
    alquimia.

    Un siglo después de Boyle, los
    trabajos prácticos realizados por los químicos
    empezaron a poner de manifiesto que sustancias podían
    descomponerse en otras más simples y cuales no. Henry
    Cavendish demostró que el Oxígeno se combina con el
    hidrógeno para formar el agua, de modo que ésta no
    podía ser un elemento. Más tarde, Lavoisier
    descompuso el aire (que se
    suponía en ese entonces un elemento), en oxígeno y
    nitrógeno. Se hizo evidente que ninguno de los elementos
    de los griegos eran tales según el criterio de
    Boyle.

    En cuanto a los elementos de los
    alquimistas, el mercurio y el azufre resultaron serlo en el
    sentido de Boyle. También lo eran el hierro, el
    estaño, el plomo, el cobre, la
    plata, el oro y otros no metálicos como el fósforo,
    el carbono y el
    arsénico. El elemento de Paracelso, la sal, fue
    descompuesto en dos sustancias más
    simples.

    Desde luego, el que un elemento fuera
    definido como tal dependía del desarrollo
    alcanzado por la química en esa época. Mientras una
    sustancia no pudiera descomponerse usando las técnicas
    disponibles debía seguir siendo considerada como un
    elemento. Por ejemplo, la lista de 33 elementos formulada por
    Lavoisier incluía entre otros, los óxidos de cal y
    magnesio. Pero catorce años después de la muerte de
    Lavoisier en la guillotina durante la Revolución
    Francesa, el químico inglés
    Humphry Davy, empleando una corriente eléctrica para
    escindir las sustancias, descompuso la cal en oxígeno y en
    un nuevo elemento, el calcio; hizo lo mismo con el óxido
    de magnesio obteniendo oxígeno y un nuevo elemento: el
    magnesio.

    A pesar del gran giro de esta ciencia en
    el renacimiento,
    todavía quedaba el gran objetivo de
    hacer oro en estudio, fenómeno que recien fue desaprovado
    científicamente en el siglo 19. Al estar basado el
    poderío
    de un país en la cantidad de oro que poseía en La
    metrópolis de la Alquimia, Praga, los emperadores
    Maximiliano II y Rodolfo II financiaban y entretenían a
    todos los alquimistas de Europa para
    mantenerlos en su poder y de
    poderse hacer oro ellos serían los dueños de
    éste.

    Esto no Era una ventaja para los
    alquimistas. En 1595 Edward Kelley, alquimista inglés
    junto con John Dee, famosos astrólogo, alquimista y
    matemático, perdieron su vida en un intento de escapar de
    Rudolf II. En 1603 Christian II torturó a Scotsman
    Alexander Seton quien había viajado por Europa haciendo
    transmutaciones. La situación era complicada ya que los
    alquimistas estaban dejando la transmutación o la medicina para
    convertirse en religiosos y científicos de las teorías
    griegas.

    Entre los libros
    más influyentes que aparecieron en esa época
    había trabajos prácticos sobre minería y
    metalurgia.
    Esos tratados
    dedicaban mucho espacio a la extracción de los metales
    valiosos de las menas, trabajo que requería el uso de una
    balanza o una escala de
    laboratorio y
    el desarrollo de métodos
    cuantitativos (véase Análisis químico). Los especialistas
    de otras áreas, especialmente de medicina,
    empezaron a reconocer la necesidad de una mayor precisión.
    Los médicos, algunos de los cuales eran alquimistas,
    necesitaban saber el peso o volumen exacto de
    la dosis que administraban. Así, empezaron a utilizar
    métodos
    químicos para preparar medicinas.

    Esos métodos
    fueron promovidos enérgicamente por el excéntrico
    médico suizo Theophrastus von Hohenheim, conocido como
    Paracelso. Al crecer en una región minera se había
    familiarizado con las propiedades de los metales y sus
    compuestos, que según él eran superiores a los
    remedios de hierbas utilizados por los médicos ortodoxos.
    Paracelso pasó la mayor parte de su vida disputando
    violentamente con los médicos de la época, y en el
    proceso
    fundó la ciencia de la
    iatroquímica (uso de medicinas químicas),
    precursora de la farmacología. Él y sus seguidores
    descubrieron muchos compuestos y reacciones químicas.
    Modificó la vieja teoría
    del mercurio-azufre sobre la composición de los metales,
    añadiendo un tercer componente, la sal, la parte terrestre
    de todas las sustancias. Declaró que cuando la madera arde
    "lo que se quema es azufre, lo que se evapora es mercurio y lo
    que se convierte en cenizas es sal". Al igual que con la teoría
    del azufre-mercurio, se refería a los principios, no a
    las sustancias materiales que responden a esos nombres. Su
    hincapié en el azufre combustible fue importante para el
    desarrollo posterior de la química. Los
    iatroquímicos que seguían a Paracelso modificaron
    parte de sus ideas más extravagantes y combinaron las
    fórmulas de él con las suyas propias para preparar
    remedios químicos. A finales del siglo XVI, Andreas
    Libavius publicó su Alchemia que organizaba el
    saber de los iatroquímicos y que se considera a menudo
    como el primer libro de
    química.

    En la primera mitad del siglo XVII
    empezaron a estudiar experimentalmente las reacciones
    químicas, no porque fueran útiles en otras
    disciplinas, sino más bien por razones propias. Jan
    Baptista van Helmont, médico que dejó la
    práctica de la medicina para dedicarse al estudio de la
    química, utilizó la balanza en un experimento para
    demostrar que una cantidad definida de arena podía ser
    fundida con un exceso de álcali formando vidrio soluble, y
    cuando este producto era
    tratado con ácido, regeneraba la cantidad original de
    arena (sílice). Esos fueron los fundamentos de la ley de
    conservación de la masa. Van Helmont demostró
    también que en ciertas reacciones se liberaba un fluido
    aéreo. A esta sustancia la llamó gas. Así
    se demostró que existía un nuevo tipo de sustancias
    con propiedades físicas particulares.

    En el siglo XVI los experimentos
    descubrieron cómo crear un vacío, algo que Aristóteles había declarado
    imposible. Esto atrajo la atención sobre la antigua
    teoría
    de Demócrito, que había supuesto que los
    átomos se movían en un vacío. El
    filósofo y matemático francés René
    Descartes y
    sus seguidores desarrollaron una visión mecánica de la materia en la que el
    tamaño, la forma y el movimiento de
    las partículas diminutas explicaban todos los
    fenómenos observados. La mayoría de los
    iatroquímicos y filósofos naturales de la época
    suponían que los gases no
    tenían propiedades químicas, de aquí que su
    atención se centrara en su comportamiento
    físico. Comenzó a desarrollarse una teoría
    cinético-molecular de los gases. En esta
    dirección fueron notables los experimentos del
    químico físico británico Robert Boyle, cuyos
    estudios sobre el 'muelle de aire' (elasticidad)
    condujeron a lo que se conoce como ley de Boyle, una
    generalización de la relación invrsa entre la
    presión y el volumen de los
    gases.

    A finales del renacimiento con
    el nacimiento de la química moderna, la alquimia se
    había transformado en una ciencia con
    objetivos
    religiosos ocupando su lugar la química moderna que
    llevaría a cabo descubrimientos sorprendentes durante los
    siglos 18, 19 y 20.

    Paracelso:

    Médico y alquimista suizo nacido
    en 1493. Estableció el rol de la química en la
    medicina. Publicó el gran libro de la
    cirugía en 1536 y una descripción clínica de
    la sífilis en 1530.

    Hijo de un medico y químico, su
    madre murió cuando era muy joven por lo que se mudaron al
    sur de Austria donde su padre le enseñó la
    teoría y práctica de la química. El joven
    Paracelso aprendió de los mineros de la zona mucho acerca
    de los metales y se preguntó si algún día
    descubriría la forma de transformar el plomo en
    oro.

    En 1507, a los 14 años, se
    unió a un grupo de
    jóvenes que viajaban por Europa en busca de grandes
    profesores en las universidades. Asistió a varias
    universidades quedando decepcionado con la educación
    tradicional.

    Decía que las universidades no
    enseñaban todas las cosas que deberían por lo que
    un médico debía concurrir a gitanos, magos, sabios,
    ancianos para aprender cosas de ellos. Un doctor debe ser un
    viajero, la sabiduría es la experiencia.

    Se dice que se graduó en 1510 en
    la universidad de
    Viena a los 17 años pero se cree que se graduó en
    la Universidad de
    Ferrara en 1516 (los archivos
    universitarios de ese año no se han encontrado). En
    Ferrara era libre de criticar la creencia de que los astros
    controlaban las partes del cuerpo
    humano.

    No era un hombre de
    establecerse en un lugar por toda la vida por lo que luego de
    recibirse paso su vida en casi toda Europa. Participó como
    cirujano en las guerras
    holandesas. Pasó por Rusia, Lituania, Inglaterra,
    Escocia, Hungría, e Irlanda.

    En sus últimos años su
    espíritu viajero lo llevó a Egipto,
    Arabia, Constantinopla. Por cada lugar que visitaba
    aprendía algo sobre la alquimia y
    medicina.

    Luego de viajar por 10 años,
    regresó a Austria en 1524 donde descubrió que era
    famoso por muchas curas milagrosas que había desarrollado.
    Se convirtió en El Gran Paracelso a los 33 años y
    fue designado como el médico del pueblo y conferenciante
    de la universidad de
    Basel y estudiantes de toda Europa concurrían a sus
    conferencias. No sólo invitaba a estudiantes sino a todo
    aquel al que le interesara el tema. Las autoridades se
    escandalizaron por su amplia invitación.

    3 Semanas después, rodeado por
    una multitud de estudiantes que lo apoyaban quemó los
    libros de
    Avicenna (el príncipe de los médicos de Arabia) y
    los de Galen (médico griego) en frente de la universidad.

    Alcanzó la cima de su carrera en
    Basel. Su fama se difundió por todo el mundo conocido.
    Escribió acerca del poder para
    curar de la naturaleza y como
    tratar heridas. Decía que si uno prevenía la
    infección de una herida esta se curaría por
    sí misma. Atacó severamente muchas de las
    prácticas médicas erróneas de la
    época y descalificó a las píldoras,
    infusiones, bálsamos, soluciones,
    etc. Como tratamientos médicos.

    Su triunfo en Basel duró menos de
    un año y había ganado muchos enemigos. Era visto
    como un mentecato por los profesionales de la época. De
    repente se vio obligado a huir a Alsacia. Pasó varios
    años viviendo con amigos y revisó viejos tratados y
    escribió nuevos. Con la publicación del Gran Libro
    De La Cirugía ganó nuevamente la fama perdida y
    aún más. Se volvió un hombre
    rico.

    En mayo de 1538, en la cima de su
    segundo período de gloria volcó a Austria a ver a
    su padre y descubrió que había muerto 4 años
    antes. En 1541 Paracelso murió a los 48 años de
    edad en circunstancias misteriosas.

    Logros de
    Paracelso:

    Sus descubrimientos médicos fueron
    muy importantes. En 1530 escribió la mejor
    descripción clínica de la sífilis de la
    época aprobando el tratamiento de ésta enfermedad
    por medio de la ingestión de pequeñas cantidades de
    mercurio cuidadosamente medidas. Afirmó que la enfermedad
    de los mineros (Silicosis) era resultado de la inhalación
    de vapores de los metales y no una venganza de los
    espíritus de las montañas. Fundó las bases
    de la homeopatía moderna.

    Fue el primero en conectar las paperas
    con la ingestión de agua con metales (en gral. Plomo). Y
    realizó numerosos remedios para numerosas enfermedades.

    Teoría del
    Flogisto:

    A fines del siglo 17 los químicos
    alemanes Johann Becher y Georg Stahl plantearon una sustancia
    hipotética que representaba la inflamabilidad que usaron
    para explicar el fenómeno de la combustión. La teoría del flogisto
    planteaba que toda sustancia inflamable contiene flogisto y
    durante la combustión esta sustancia perdía el
    flogisto hasta que se detenía. El mercurio, por ejemplo
    aumenta de peso surante la combustión por lo que se le asigno al
    flogisto un peso negativo. Se pensaba que el carbón o el
    azufre estaban formados exclusivamente por flogisto y de
    ahí derivaba su extrema combustibilidad. El químico
    Ingles Joseph Priestley realizó experimentos con
    combustiones y comprobó que lo que hoy llamamos
    oxígeno era necesario para la combustión, pero describió a este
    gas como
    aire
    deflogistizado. La teoría del flogisto comenzó a
    tambalear con el químico francés Antoine Lavoisier
    quien descubrió que la combustión es una reacción en la
    cual el oxígeno se combina con otra sustancia. Para el
    año 1800 la teoría del flogisto había sido
    desaprobada por todos los químicos reconociendo como
    válido el experimento de Lavoisier.

    La teoría del flogisto planteaba
    la siguiente fórmula:

    metal (en combustión) à
    Cal + flogisto.

    Lavoisier Antoine Laurent de
    (1734-1794)

    Químico francés. Se le
    Atribuye el descubrimiento del oxígeno y se lo considera
    uno de los fundadores de la química moderna.
    Estableció la ley de
    conservación de la materia y demostró que el
    aire está
    compuesto por oxígeno y nitrógeno. Sostuvo que la
    respiración no es una simple
    combustión del carbón, sino que contiene
    hidrógeno quemado con formación de vapor de agua,
    descubriendo así que los seres vivos utilizan el
    oxígeno del aire para la combustión de los alimentos, la
    cual produce energía. Realizó importantes trabajos
    sobre la nomenclatura
    química. Colaboró con Laplace en una serie de
    experimentos
    para determinar los calores específicos en cierto
    número de sustancias.

    Durante la Revolución
    Francesa fue condenado por el tribunal revolucionario y
    ejecutado en la guillotina.

    Es considerado por muchos como el
    Newton de la
    química. Desarrolló nuevos métodos
    que hicieron posibles análisis y descubrimientos más
    precisos. Decía que sólo cuando los cuerpos eran
    analizados en las sustancias que los componen, sólo en
    ése caso, sería posible clasificarlos. Fue
    quizás el investigador más decisivo en la
    conformación de la química.

    Lavoisier fue quien derribó la
    teoría del flogisto y fundó la química
    moderna. En 1774 reemprende un análisis del aire y descubre que
    está formado por 2 "aires" distintos. Uno que mantiene las
    combustiones y otro en el cual los seres vivos mueren por asfixia
    (experimentó con ratones). Realiza la síntesis del
    agua. También separó al aire en sus componentes al
    agua sumergiendo en esta un hierro al rojo
    vivo. Lo llevó a cabo en público y sus mediciones
    eran extremadamente precisas para la
    época.

    La importancia de Lavoisier es que fue
    el primero en usar muchas de las técnicas de investigación de hoy en día, que,
    para su tiempo eran
    novedosas. Derribó la teoría del flogisto hasta ese
    momento aceptada por todos los químicos y que era
    errónea.

    La Química del Siglo
    18

    La química del siglo 18 se
    basó en interacción entre las substancias y la
    formación de nuevas substancias desde un punto de vista
    totalmente científico. Tomó mucho de sus problemas y
    puntos de vista de la óptica,
    mecánica de la luz y nociones de
    química médica.

    En esa época, aproximadamente,
    otra observación hizo avanzar la
    comprensión de la química. Al estudiarse cada vez
    más productos
    químicos, los químicos observaron que ciertas
    sustancias combinaban más fácilmente o
    tenían más afinidad con un determinado producto
    químico que otras. Se prepararon tablas que mostraban las
    afinidades relativas al mezclar diferentes productos. El
    uso de estas tablas hizo posible predecir muchas reacciones
    químicas antes de experimentarlas en el laboratorio.

    Todos esos avances condujeron en el
    siglo XVIII al descubrimiento de nuevos metales y sus compuestos
    y reacciones. Comenzaron a desarrollarse métodos
    analíticos cualitativos y cuantitativos, dando origen a la
    química analítica. Sin embargo, mientras existiera
    la creencia de que los gases
    sólo desempeñaban un papel
    físico, no podía reconocerse todo el alcance de la
    química.

    El estudio químico de los gases,
    generalmente llamados 'aires' empezó a adquirir
    importancia después de que el fisiólogo
    británico Stephen Hales desarrollara la cubeta o cuba neumática para recoger y medir el volumen de los
    gases liberados en un sistema cerrado;
    los gases eran recogidos sobre el agua tras ser emitidos al
    calentar diversos sólidos. La cuba neumática se convirtió en un
    mecanismo valioso para recoger y estudiar gases no contaminados
    por el aire ordinario. El estudio de los gases avanzó
    rápidamente y se alcanzó un nuevo nivel de
    comprensión de los distintos gases.

    La interpretación inicial del
    papel de los
    gases en la química se produjo en Edimburgo (Escocia) en
    1756, cuando Joseph Black publicó sus estudios sobre las
    reacciones de los carbonatos de magnesio y de calcio. Al
    calentarlos, estos compuestos desprendían un gas y dejaban un
    residuo de lo que Black llamaba magnesia calcinada o cal (los
    óxidos). Esta última reaccionaba con el
    'álcali' (carbonato de sodio) regenerando las sales
    originales. Así el gas
    dióxido de carbono, que
    Black denominaba aire fijo, tomaba parte en las reacciones
    químicas (estaba "fijo", según sus palabras). La
    idea de que un gas no
    podía entrar en una reacción química fue
    desechada, y pronto empezaron a reconocerse nuevos gases como
    sustancias distintas.

    En la década siguiente, el
    físico británico Henry Cavendish aisló el
    'aire inflamable' (hidrógeno). También introdujo el
    uso del mercurio en lugar del agua como el líquido sobre
    el que se recogían los gases, posibilitando la recogida de
    los gases solubles en agua. Esta variante fue utilizada con
    frecuencia por el químico y teólogo
    británico Joseph Priestley, quien recogió y
    estudió casi una docena de gases nuevos. El descubrimiento
    más importante de Priestley fue el oxígeno; pronto
    se dio cuenta de que este gas era el componente del aire
    ordinario responsable de la combustión, y que hacía
    posible la respiración animal. Sin embargo, su
    razonamiento fue que las sustancias combustibles ardían
    enérgicamente y los metales formaban escorias con
    más facilidad en este gas porque el gas no contenía
    flogisto. Por tanto, el gas aceptaba el flogisto presente en el
    combustible o el metal más fácilmente que el aire
    ordinario que ya contenía parte de flogisto. A este nuevo
    gas lo llamó 'aire deflogistizado' y defendió su
    teoría hasta el final de sus
    días.

    Mientras tanto, la química
    había hecho grandes progresos en Francia,
    particularmente en el laboratorio de
    Lavoisier. A éste le preocupaba el hecho de que los
    metales ganaban peso al calentarlos en presencia de aire, cuando
    se suponía que estaban perdiendo
    flogisto.

    En 1774 Priestley visitó Francia y le
    comentó a Lavoisier su descubrimiento del aire
    deflogistizado. Lavoisier entendió rápidamente el
    significado de esta sustancia, y este hecho abrió el
    camino para la revolución
    química que estableció la química moderna.
    Lavoisier lo llamó 'oxígeno', que significa
    'generador de ácidos'.

    La química del Siglo
    XIX:

    A principios del
    siglo 19, al químico Inglés
    John Dalton contempló los elementos desde un punto de
    vista totalmente nuevo. Por extraño que parezca, esta
    perspectiva se remonta, en cierto modo a la época de los
    griegos quienes, después de todo, contribuyeron con lo que
    talvés sea el concepto simple
    más importante para la comprensión de la materia.
    Los griegos se planteaban la cuestión de si la materia era
    continua o discontinua, es decir si podía ser dividida y
    subdividida indefinidamente en un polvo cada vez más fino,
    o si, al término de este proceso se
    llegaría a un punto en el que las partículas fuesen
    indivisibles. Los griegos llamaron a éstas
    partículas átomos (no divisible).

    La noción de átomos no fue
    nunca descartada de las escuelas occidentales. Dalton
    demostró que las diversas normas que
    regían el comportamiento
    de los gases podían explicarse tomando como base la
    naturaleza
    atómica de la materia. Según Dalton, cada elemento
    representaba un tipo particular de átomos, y cualquier
    cantidad de éste elemento estaba formado por átomos
    idénticos de ésta clase. Lo que distinguía a
    un elemento de otro era la naturaleza de sus
    átomos. Y la diferencia básica entre los
    átomos radicaba en su peso. Así, los átomos
    de azufre eran más pesados que los de azufre y
    éstos más pesados que los de oxígeno,
    etc.

    El químico italiano Amedeo
    Avogrado aplicó a los gases la teoría
    atómica y demostró que volúmenes iguales de
    un gas, fuese cual fuese su naturaleza, estaban formados por el
    mismo número de partículas. Es la llamada hipótesis de Avogrado. Al principio se
    creyó que estas partículas eran átomos; pero
    luego se demostró que estaban compuestas, en la mayor
    parte de los casos por grupos de
    átomos, llamados moléculas. Si una molécula
    contiene átomos de distintas clases es una molécula
    de un compuesto químico. Naturalmente era importante medir
    los pesos relativos de los distintos átomos, para hallar
    los pesos atómicos de las sustancias. Pero los
    pequeños átomos se hallaban muy lejos de las
    posibilidades ponderables del Siglo 19. Mas, pesando la cantidad
    de cada elemento separado de un compuesto químico y
    haciendo deducciones a partir del comportamiento
    químico de los elementos, se pudieron establecer los pesos
    relativos de los átomos. El primero en realizar este
    trabajo fue el químico sueco Jons Jacob Berzelius. En 1828
    publicó una lista de pesos atómicos basados en dos
    patrones de referencia: uno, el obtenido al dar el peso
    atómico del oxígeno el valor 100, y
    el otro cuando el peso atómico del hidrógeno se
    hacía igual a 1.

    El sistema de
    Berzelius no alcanzó inmediata aceptación; pero en
    1860, en el 1er congreso internacional de química,
    celebrado en Karlsruhe (Alemania), el
    químico italiano Stanislao Canizzaro presentó
    nuevos métodos para determinar los pesos atómicos
    con ayuda de la hipótesis de Avogrado, menospreciada hasta
    entonces. describió sus teorías en forma tan
    convincente, que el mundo de la química quedó
    conquistado inmediatamente. Se adoptó como unidad de
    medida el peso el peso del oxígeno y no del
    hidrógeno puesto que el oxígeno podía ser
    combinado más fácilmente con los diversos
    elementos. El peso atómico del oxígeno fue medido
    convencionalmente, en 1850, por el químico belga Jean
    Servais Stas, quien lo fijó en 16, de modo que el peso del
    hidrógeno, el elemento más liviano, sería
    aproximadamente de 1.

    A lo largo del Siglo 19 y pese a
    realizar múltiples investigaciones
    que implicaban la aceptación de las nociones de
    átomos y moléculas y a que, por lo general, los
    científicos estaban convencidos de su existencia, no se
    pudo aportar ninguna prueba directa de que fuesen algo más
    que simples abstracciones convenientes. Algunos destacados
    científicos, como el químico alemán Wilhelm
    Ostwald, se negaron a aceptarlos. Para él eran solamente
    conceptos útiles y no reales.

    La existencia real de las
    moléculas la puso de manifiesto el movimiento
    browniano, que observó por primera vez, en 1827, el
    botánico escocés Robert Brown, quien
    comprobó que los granos de polen suspendidos en el agua
    aparecían animados de movimientos erráticos. Al
    principio se creyó a que los granos de polen tenían
    vida; pero también se manifiesta este fenómeno en
    pequeñas partículas de sustancias colorantes
    totalmente inanimadas.

    En 1863 se sugirió por primera
    vez que tal movimiento
    sería debido a un bombardeo desigual de las
    partículas por las moléculas de agua circundantes.
    En los objetos macroscópicos no tendría importancia
    una pequeña desigualdad en el número de
    moléculas que incidieran de un lado u otro. Pero en los
    objetos microscópicos, bombardeados quizá por
    sólo unos pocos centenares de moléculas por
    segundo, un pequeño exceso, por uno u otro lado,
    podría determinar una agitación perceptible. El
    movimiento al
    azar de las pequeñas partículas constituye una
    prueba casi visible de que el agua y la materia en general tienen
    partículas.

    A medida que, durante el Siglo 19, fue
    aumentando la lista de elementos, los químicos empezaron a
    verse envueltos en una intrincada maleza. Cada elemento
    tenía propiedades distintas, y no daban con ninguna
    formula que permitiera ordenar aquella serie de elementos. Puesto
    que la ciencia tiene como finalidad el tratar de hallas un orden
    en un aparente desorden, los científicos buscaron la
    posible existencia de caracteres semejantes en las propiedades de
    los elementos.

    En 1862, después de haber
    establecido Canizzaro el peso atómico como una de las
    más importantes herramientas
    de trabajo de la química, un geólogo
    francés, Aléxandre Émile Beguyer de
    Chancourtois, comprobó que los elementos se podían
    disponer en forma de tabla por orden creciente, según su
    peso atómico, de modo que los de propiedades similares se
    hallaran en la misma columna vertical. Dos años más
    tarde un químico británico, John Alexander Reina
    Newlands, llegó a disponerlos del mismo modo,
    independientemente de Beguyer. Pero ambos científicos
    fueron ignorados o ridiculizados. Ninguno de los dos logró
    ver impresas sus hipótesis. Muchos años más
    tarde, una vez reconocida universalmente la importancia de la
    tabla
    periódica, sus investigaciones
    fueron publicadas al fin A. Newlands se le concedió
    inclusive una medalla.

    El químico rudo Dimitri Ivanovich
    Mendeléiev fue reconocido, finalmente, como
    el investigador que puso orden en la selva de los elementos. En
    1869, él, y el químico alemán Julius Lothar
    Meyer, propusieron tablas de los elementos que, esencialmente, se
    regían por las ideas de Chancourtois y Newlands. Pero
    Mendeléiev fue reconocido por la ciencia ,
    porque tuvo el valor y la
    confianza de llevar sus ideas más allá que los
    otros.

    En primer lugar, la tabla
    periódica de Mendeléiev ( llamada periódica
    porque demostraba la repetición periódica de
    propiedades químicas similares) era más complicada
    que la de Newlands y más parecida a la que hoy estimamos
    como correcta. En segundo lugar, cuando las propiedades de un
    elemento eran la causa de que no conservara el orden establecido
    en función de su peso atómico, cambiaba
    resueltamente el orden, basándose en que las propiedades
    eran más importantes que el peso
    atómico.

    Finalmente, y esto es lo más
    importante, cuando Mendeléiev no conseguía que los
    elementos encajaran bien en el sistema no
    vacilaba en dejar espacios vacíos en la tabla y anunciar,
    con lo que parecía un gran descaro, que faltaban por
    descubrir elementos los cuáles rellenarían los
    vacíos. Pero fue aún más lejos.
    Describió el elemento que correspondía a cada uno
    de los tres vacíos, utilizando como guía las
    propiedades de los elementos situados por encima y por debajo del
    vacío de la tabla. Aquí Mendeléiev mostrose genialmente intuitivo.
    Los tres elementos predichos fueron encontrados, ya en vida de
    éste por lo que pudo vivir el triunfo de su sistema. En 1875,
    el químico francés Lecoq de Boisbaudran
    descubrió el primero de dichos elementos al que
    llamó Galio. En 1879 el químico sueco Lars Fredrik
    Nilson encontró el segundo y lo llamó escandinio. Y
    en 1886, el químico alemán Clemens Alexander
    Winkler aisló el tercero y lo llamó Germanio. Los
    tres elementos mostraban casi las mismas propiedades que
    predijera Mendeléiev.

    Investigaciones Recientes en la
    Química:

    La Estructura
    Atómica:

    Dalton fue el primero que
    basándose en hechos experimentales construyó una
    teoría científica en base a la existencia de
    átomos. En ella, se postulaba la indivisibilidad
    atómica (los presentaba como diminutas bolitas
    homogéneas), idea que permitió el logro de
    resultados extraordinarios.

    Sin Embargo a fines del Siglo 19 y
    comienzos del siguiente, diversas experiencias sugirieron que el
    átomo
    era divisible, es decir, se hallaba compuesto por otros
    corpúsculos. En efecto, J. J. Thomson (1856-1940)
    observó que, en ocasiones, escapaban partículas
    cargadas con electricidad
    negativa a las que denominó electrones. A partir de ello
    Thomson concibió al átomo en
    1898 como una esfera de electricidad
    positiva en la que los electrones negativos estarían
    incluidos. Casi toda la masa del átomo
    estaría asociada a la electricidad
    positiva, conclusión que se deducía al observar
    como los fragmentos positivos de los átomos eran mucho
    más pesados que los electrones. En 1911, lord Rutherford
    llevó a cabo un experimento, hoy clásico, para
    comprobar la verdad del modelo de
    Thomson: consistió en investigar la dispersión de
    las partículas alfa al atravesar delgadas láminas
    metálicas. Según el Modelo de
    Thomson, el metal estaría formado por átomos, que
    serían esferas positivas conteniendo electrones negativos,
    es decir, que el metal sería un mar de electricidad
    positiva con cargas negativas en su seno. Puesto que las
    partículas alfa poseen gran energía se pensó
    que atravesarían en línea recta la lámina
    metálica, y dado que la carga positiva y la masa
    estarían uniformemente repartidas por todo el metal no
    existía razón para que las partículas alfa
    se desviasen de su trayectoria inicial y no se abriesen paso
    rectilíneo a través del metal.

    En el experimento las partículas
    alfa provenían de un elemento radioactivo, el Polonio, una
    placa gruesa de plomo con un orificio permite el paso de un haz
    de dichas partículas; en el trayecto de ese haz se coloca
    una lámina metálica, y finalmente, una pantalla
    recubierta de sulfuro de cinc permite detectar la llegada de las
    partículas.

    Conforme a lo esperado, el 99% de las
    partículas alfa pasaron línea recta, pero hubo
    algunas que se desviaron ángulos bastante grandes, y un
    número muy reducido de ellas se reflejaron y retrocedieron
    sus trayectorias. Para Rutherford el resultado era
    increíble. He aquí sus propias palabras: "era casi
    tan increíble como si alguien disparase una granada de 15
    pulgadas contra un trozo de papel de seda,
    fuese rechazada y golpease al lanzador". El modelo de
    Thomson no era capaz de explicar tan grandes desviaciones. Si la
    carga positiva y la masa estuviesen uniformemente repartidas por
    todo el metal, una partícula alfa no tropezaría con
    grandes obstáculos ni experimentaría repulsiones
    fuertes en ningún punto de su trayectoria. Según
    Rutherford, la única posibilidad de espaciar una
    desviación tan grande es admitir que la electricidad
    positiva y la masa se concentran en regiones my pequeñas.
    Así Rutherford sugirió que el átomo
    posee un núcleo o centro, en el que se encuentra su masa y
    su carga positiva con electrones girando a su alrededor del
    núcleo en órbitas circulares (algo parecido a los
    planetas
    girando alrededor del Sol).

    Calculando el porcentage de
    partículas que se desviaron, las que pasaron y las que se
    reflejaron se pudo calcular el tamaño que ocupa el
    núcleo en comparación con el que ocupan los
    electrones. Se dedujo que el núcleo ocupa una parte muy
    reducida del átomo, que
    prácticamente está ocupado por los electrones.
    Estableciendo una comparación: si el núcleo
    creciese hasta adquirir el tamaño del punto
    tipográfico con que termina esta frase, la totalidad de
    átomo sería mayor que una casa.

    La objeción más seria que
    recibió este modelo, y que
    obligó a su abandono, fue la de que según las
    leyes
    físicas clásicas del electrón, poseedor
    inicialmente de una cierta cantidad de energía, la
    iría perdiendo en forma de ondas
    electromagnéticas, lo que provocaría la
    precipitación de dicha partícula sobre el
    núcleo. De este modo, el átomo, como tal, que
    daría destuído, contrariamente a lo que ocurre en
    la realidad.

    Para superar la anterior
    objeción, el físico danés Niels Bohr
    recurrió a la denominada teoría de los cuantos
    formulada por el alemán M. Planck
    (1858-1947).

    Según la concepción de
    Bohr, los electrones sólo pueden circular alrededor del
    núcleo atómico en ciertas órbitas
    circulares, seleccionada de acuerdo con unas leyes expresables
    matemáticamente.

    La hipótesis de Bohr
    fue rápidamente aceptada, pero pronto requirió de
    ciertas modificaciones para explicar las nuevas observaciones. La
    más importante fue la de Sommerfield, que a fin de
    permitir la introducción de un nuevo concepto, el
    desdoblamiento de cada nivel de energía en subniveles,
    introdujo la elipticidad de las órbitas.

    La concepción Bohr-Sommerfield
    tiene un carácter intuitivo, pero no explica
    suficientemente los fenómenos observados. Por ello a
    debido abandonarse por otro modelo, mucho
    más difícil de comprender, que se basa en el
    concepto
    matemático de probabilidad.
    Dicho modelo afirma que no se puede afirmar con exactitud en que
    punto se encuentra el electrón: no obstante, si se puede
    prever en que región del espacio se hallará muy
    probablemente en un instante determinado. A esta región se
    la llama orbital.

    Partículas
    Exóticas:

    Los científicos creyeron alguna
    vez que los átomos eran estructuras
    simples formadas por sólo tres partículas
    fundamentales: electrones, protones y neutrones. Sin embargo el
    estudio de la radioactividad demostró que cuando un
    neutrón se descompone en un protón, liberando un
    electrón (descomposición beta), existe una diminuta
    porción de masa con la que antes no se contaba, Esto
    sólo podía explicarse por la presencia de una
    partícula fantasma llamada neutrino. Más tarde se
    descubrieron los rayos cósmicos, partículas
    especiales del tipo de los electrones pesados, llamadas muones, y
    piones o pi-mesones, que mantienen unidos a los protones y
    neutrones. Muy pronto se descubrieron otros más,
    utilizando aceleradores construidos para desintegrar los
    núcleos por medio de la rápida rotación de
    las partículas.

    Finalmente los científicos se
    vieron enfrentados a un desconcertante grupo de
    partículas subatómicas, hasta que lograron concluir
    que estas podían clasificarse en tres familias. Los
    electrones, los muones y los neutrinos son variaciones de una
    misma partícula llamada leptón; en tanto que los
    protones neutrones y piones son todos del tipo hadrón. Una
    tercera familia, conocida
    como bosones, incluye diminutas partículas mensajeras que
    transmiten toda la fuerza
    cósmica del universo. Los
    fotones, por ejemplo, son los bosones que transportan la fuerza
    electromagnética, y pueden existir partículas
    llamadas gravitones, responsables de la fuerza
    gravitatoria.

    Ahora los físicos creen que todos
    los hadrones están constituídos por
    partículas incluso más básicas llamadas
    quarks. De acuerdo con la teoría de los quarks, estos
    vienen en seis formas: arriba, abajo, extraño, encantado,
    fondo y cima. Los neutrones y los protones son en esencia
    tripletas de quarks; los piones son pares. Junto con los
    leptones, los quarks parecen ser las unidades constitutivas del
    universo.

    Como si esto fuera poco, los
    científicos han estado
    convencidos de que cada partícula tiene su
    antipartícula, su imagen reversa
    invisible, semejante pero en todos los sentidos
    opuesta. Por cada electrón existe un positrón
    invisible de carga positiva; por cada quark un antiquark, etc.
    Alguna vez se pensó que debería existir en el universo tanta
    antimateria como antimateria; pero ahora los científicos
    creen que en su mayoría fue destruída, poco
    después del Big Bang, junto con la mayor parte de la
    materia, quedando sólo la pequeña cantidad
    existente en el universo
    actual.

    Materiales
    Compuestos:

    Utilizados en todo, desde la
    fabricación de cocinas hasta de naves espaciales, los
    plásticos
    son uno de los más extraordinarios materiales artificiales
    y permanentemente se les encuentran nuevas aplicaciones. Casi sin
    excepción, están formados por moléculas
    gigantes especiales llamadas polímeros. La mayor parte de
    las moléculas que se encuentran naturalmente constan
    máximo de 20 ó 30 átomos; pero los
    polímeros están formados por cientos e incluso
    miles de ellos.

    Los polímeros más simples
    se crean cuando la presión o el calor hacen
    que los monómeros , pequeñísimas
    moléculas, se alteren ligeramente y se unan en una larga
    cadena semejante a una serie de clips para papeles. Cuando se
    encadenan monómeros idénticos, se forman
    polímeros de adicción; si dos tipos de
    monómeros distintos reaccionan juntos se crean
    polímeros de condensación.

    El polietileno, por ejemplo, es un
    polímero de adición formado por 50000 ó
    más monómeros de un hidrocarburo simple llamado
    etileno. Otros polímeros, como la celulosa y la seda,
    existen naturalmente, pero los polímeros artificiales
    pueden modelarse para ajustarlos a una amplia variedad de
    propósitos; en la actualidad miles de clases
    diferentes.

    Se han desarrollado polímeros de
    cadena rígida como el Kevlar (inventado en los sesenta),
    que son más duros y más livianos que el acero. El Kevlar
    se emplea en muchas cosas, desde la fabricación de
    esquíes y otros artículos deportivos, hasta
    componentes vitales de las aeronaves; se emplea inclusive en
    chalecos antibalas. Los plásticos
    y los polímeros plásticos
    fueron alguna vez casi las únicas moléculas
    artificiales, pero desde mediados de los sesenta los
    científicos han avanzado enormemente en la creación
    de moléculas sintéticas. Las computadoras
    les han servido para diseñar y comprobar con rapidez, en
    la pantalla, diversas disposiciones moleculares. Las
    moléculas sintéticas comprenden ahora desde las
    zeolitas artificiales empleadas en la industria
    petroquímica, hasta los cristales líquidos usados
    en las pantallas digitales.

    A comienzos del siglo, los
    científicos soñaban con encontrar balas
    mágicas, químicos que pudieran radicarse en las
    partes enfermas del cuerpo y curarlas. Hoy existen cientos de
    drogas de esta
    clase, destinadas no sólo a atacar los organismos
    causantes de la enfermedad sino también a reemplazar o
    bloquear el efecto de ciertos químicos del inferior del
    cuerpo.

    Alguna vez las empresas
    farmacéuticas crearon nuevas drogas
    mediante el procedimiento de
    prueba y error, ensayando diferentes variaciones hasta encontrar
    la molécula perfecta. Hoy, la computadora
    hace innecesaria la preparación de estos compuestos, ya
    que los investigadores pueden reunir moléculas y probar su
    ajuste en una pantalla de computadora.

    Elementos
    Radioactivos:

    Tras el descubrimiento de los rayos X se
    abrió una nueva era en la química. El físico
    británico Charles Govler Barkla descubrió que,
    cuando los rayos X se
    dispersaban al atravesar un metal, dichos rayos, refractados
    tenían un sensible poder de
    penetración que dependía de la naturaleza del
    metal. En otras palabras, cada elemento producía sus
    rayos X
    característicos.

    Existían algunas dudas de si los
    rayos X eran
    corrientes de pequeñas partículas o si
    consistían en radiaciones de carácter ondulatorio
    similares, en ese sentido, a la luz.

    El físico alemán Max
    Theodore Felix von Laue demostró que se trataba de
    radiaciones con carácter ondulatorio.

    Con este descubrimiento, muchos
    científicos se sintieron impulsados a investigar estas
    nuevas radiaciones, tan espectacularmente penetrantes.
    Antoine-Henri Becquerel se había mostrado interesado por
    la fluorescencia, osea la radiación
    visible.

    Becquerel escubrió una sustancia,
    el sulfato de uranilo potásico (que cada una de sus
    moléculas contenía un átomo de uranio), que
    emitía radiación capaz de atravesar delgadas
    láminas de metal (en esa época solo se
    conocían los rayos X como la
    radiación capaz de atravesar delgadas cepas de metal).
    Becquerel expuso el sulfato al sol (para que la luz UV estimulara
    la fluorescencia) sobre una placa fotográfica. Pero
    entonces el cielo se nubló por densos nubarrones y como
    sin sol el experimento no resultaría, retiró la
    placa y el sulfato. Luego de unos días decidió
    revelar las placas con la esperanza de que, a pesar de la falta
    de luz directa, se
    hubiera emitido una pequeña cantidad de rayos X. Para su
    sorpresa la placa estaba totalmente negra a causa de una intensa
    radiación. Becquerel llegó a la conclusión
    de que esa radiación fue emitida por el uranio contenido
    en el sulfato de uranilo potásico. Este descubrimiento
    impresionó profundamente a los químicos y muchos
    comenzaron a trabajar con este fenómeno. Uno de ellos fue
    la joven químico Marie Sklodowska casada con Pierre
    Courie.

    Marie Courie decidió medir la
    cantidad de radiación emitida por el uranio. Marie Curie
    fue la que sugirió el términio de radioactividad y
    encontró una segunda sustancia radioactiva, el
    torio.

    Se descubrieron nuevos tipos de
    radiación como los rayos gamma y se descubrió que
    los elementos radioactivos emitían radiación
    mientras se iban convirtiendo paulatinamente en otras sustancias,
    se podría decir que sería cm una versión
    moderna de la transmutación.

    Los Curie descubrieron que la pechblenda
    (fuente natural del uranio) contenía regiones más
    radioactivas. Consiguieron toneladas de pechblenda y se
    instalaron en un cobertizo en condiciones precarias desmenuzaron
    la pechblenda en busca de nuevos elementos. En julio de 1898
    habían aislado un polvo negro 400 veces más
    radioactivo que el uranio. Este elemento se colocó en la
    tabla
    periódica y los Curie lo bautizaron Polonio en honor a
    su país. Siguieron trabajando y ese mismo año
    encontraron un elemento aún más radioactivo que el
    polonio y lo llamaron radio.

    Los Curie fueron los pioneros en la
    investigación de los elementos
    radioactivos. Marie Curie murió de cáncer a causa
    de los trabajos con radiación que realizaba sin
    protección alguna. Ya a principios del siglo 20 se
    siguieron sumando elementos a la tabla
    periódica. Para ese entonces casi todos los elementos
    "pequeños" estaban descubiertos. Elementos cada vez
    más pesados se fueron sumando a la tabla hasta el
    día de hoy que se conocen elementos con pesos
    atómicos mayores a 100 (el más pesado tiene un peso
    atómico de 110)

    Radioisótopos:

    Aparte de para producir electricidad, los
    reactores nucleares pueden utilizasrse para producir varios tipos
    de materiales con diversas aplicaciones. Muchos elementos tienen
    sus respectivos isótopos pero muchos de ellos no se
    consiguen de forma natural. Estos pueden conseguirse colocando un
    elemento en el interior de un reactor nuclear y
    bombardeándolo con neutrones. Los productos que
    se originan en el bombardeo son inestables tendiendo a volver a
    su estado
    original emitiendo radiación en un proceso
    llamado degeneración radioactiva. Los isótopos
    radioactivos reciben el nombre de
    radioisótopos.

    Por ejemplo, si el yodo en su estado
    natural, I-127, se bombardea con neutrones, formará el
    radioisótopo I-128. Químicamente es identico al
    I-127 pero su núcleo ha absorbido un neutrón por lo
    que aumenta su masa.

    El I-128 degenera gradualmente para
    transformarse nuevamente en I-127, emitiendo radiación
    (rayos beta), durante el proceso. En una muestra
    cualquiera de I-128, la mitad de ella se habrá
    transformado en I-127 en 25 minutos: a esto se le conoce como
    período de semidesintegración. El I-128 no es el
    único isótopo del yodo que puede producirse
    artificialmente por bombardeo de neutrones en un reactor nuclear.
    De hecho, se han llegado a producir 21 isótopos del yodo
    con períodos de semidesintegracion que van desde los 2,5
    segundos hasta los 1720 millones de años (I-129). Por otro
    lado, de los elementos conocidos pueden llegar a obtenerse en la
    actualidad alrededor de 1400 isótopos
    distintos.

    Los radioisótopos tienen muchas
    aplicaciones. Pueden utilizarse como fuentes de
    radiación para tratamientos médicos; por ejemplo,
    el cobalto-60, que emite rayos gamma penetrantes se usa para
    tratar el cáncer. Una pequeña aguja de este
    material se coloca al lado de los tejidos
    cancerosos y los destruye. Una de las aplicaciones más
    importantes de los radioisótopos es la de elementos
    trazadores, particularmente en diagnósticos
    clínicos. Por ejemplo, la circulación de la
    sangre por el
    interior de las venas puede ser estudiada inyectando una
    pequeña cantidad de sodio-24 radioactivo al paciente y
    seguir su movimiento a
    través del cuerpo mediante un detector de
    radiaciones.

    Los isótopos pueden utilizarse
    para construir fuentes de
    energía muy fiables para aplicaciones tales como
    marcapasos y balizas. En el viaje a la Luna Apolo 12 se
    utilizó un generador de este tipo para proporcionar
    energía a una serie de instrumentos que se dejaron en la
    superficie lunar.

    También se pueden usar en el
    ambiente
    industrial para descubrir defectos en las piezas. Se coloca un
    radioisótopo de un lado de la pieza y del otro lado una
    película sensible a la radiación. Al revelarse la
    película queda impresa la pieza mostrando cada grieta que
    pudiera tener por imperceptible que esta fuera.

    La energía
    nuclear:

    La energía
    nuclear es la energía liberada cuando se dividen
    cierto tipo de átomos. En el interior de un reactor
    nuclear esta división tiene lugar en unas condiciones
    controladas cuidadosamente. El funcionamiento de las armas
    atómicas depende también de esta división,
    pero se lleva a cabo en condiciones totalmente distintas; tal es
    el caso de una bomba atómica. En ambos casos se libera
    gran cantidad de energía al dividir el
    átomo.

    En un reactor nuclear la energía
    se usa para hacer hervir agua y producir vapor, el cual acciona
    turbinas de vapor y produce electricidad. Bajo este aspecto no
    existe gran diferencia entre una central térmica que
    utilize carbon o fuel-oil como combustible; ambas utilizan
    turbogeneradores para transformar el calor en
    electricidad. Sin embargo, a diferencia del carbón o
    petróleo,
    la energía
    nuclear no se puede utilizar para otros fines que no sean la
    producción de electricidad. No podemos
    llevar a cabo la división en una caldera o usarlos para
    mover un coche. Ello es debido a a que la energía
    nuclear precisa de medios de
    control muy
    complejos para que su liberación se efectúe de
    forma segura y de protecciones de gran espesor para evitar el
    escape de los productos
    generados en la división atómica. Las centrales
    atómicas son muy grandes y su construcción es muy costosa. Están
    diseñadas para extraer la escalofriante energía del
    átomo en forma segura y controlada.

    Las primeras centrales nucleares se
    construyeron en Inglaterra y
    Estados Unidos
    en los años 50. Actualmente existen más de 200
    centrales atómicas en funcionamiento en todo el mundo.
    Ultimamente su construcción a decaído ya que mucha
    gente opina que es una amenaza para el medio ambiente
    innecesaria y que podrían ser reemplazadas por otras
    fuentes de
    energía más seguras. Sin embargo otros esperan a
    que las reservas de combustibles fósiles escaseen para que
    se produzca un nuevo impulso en este tipo de
    energía.

    Se vienen haciendo estudios sobre la
    fusión
    desde hace ya varios años. De lograrse una central de
    fusión
    que une átomos pequeños en otros más graned
    liberándose enrgía mayor a la fisión esta
    sería la fuente de energía ideal. Se ha logrado en
    Rusia con un aparato llamado Tokomak llevar a cabo fusión.
    Claro que a pesar de haber funcionado bien consumió
    más electridad de la que generó.

    La Química del Año
    2000

    La química juega un
    importantísimo papel en la
    vida moderna y lo seguirá haciendo en los años
    venideros. Los productos
    químicos son escenciales si la población mundial debe ser vestida,
    alimentada y resguardada. Las reservas mundiales de combustibles
    fósiles se irán eventualmente agotando y nuevos
    procesos y
    materiales proveeran al mundo del siglo 21 de fuentes de
    energía alternativa.

    Energia
    Alternativa:

    Energía
    Solar:

    Si se pudiera conseguir un material que
    convierta a la energía
    solar en energía
    eléctrica mas eficientemente que los materiales
    actuales sería una importante revolución
    en la forma de funcionar del mundo y daría un fuerte
    empuje a la química. Los actuales paneles solares para la
    producción de electricidad sólo
    transforman alrededor de un 8% de la energía que reciben
    en energía
    solar. De las fábricas de estos paneles un
    pequeño porcentaje puede llegar a aprovechar un 20% de la
    energía como máximo, por ser pocos y caros, se
    destinan para los proyectos
    espaciales.

    Además de ser ineficientes,
    durante su fabricación intervienen metales pesados que son
    grandes contaminantes por lo que las fábricas de paneles
    contaminan casi tanto como "limpian" el planeta los
    paneles.

    Energía
    Nuclear:

    El gran peligro de las centrales
    nucleares actuales son los desechos sólidos que son parte
    del combustible agotado del reactor. Al contrario de lo que mucha
    gente piensa las centrales nucleares casi no contaminan la
    atmósfera
    ni el agua. El agua que enfría el reactor no toma contacto
    con el material radioactivo mientras que por sus chimeneas sale
    vapor y una cantidad de CO2 miles de veces menor que la de una
    central térmica convencional. Siendo los residuos
    sólidos los altamente peligrosos una de las tareas de la
    química sería hallar una manera segura de
    deshacerse de ellos. Actualmente se los sumerge en cubas de agua
    durante unos meses hasta que pierden la radioactividad remanente,
    luegos se los almacena en edificios especialmente construidos o
    en túneles subterráneos que son sistemas bastante
    "precarios". En el futuro estos residuos podrán
    almacenarse embebidos en cristal con lo cual perderían su
    potencial peligrosidad. En un futuro en el que escaseen los
    combustibles fósiles talvés sea necesario recurrir
    a la energía
    nuclear nuevamente.

    Fusión
    Nuclear:

    La fisión nuclear no es la
    única fuente de energía de este tipo. Hay otra que
    produce una mayor cantidad y es la fusión
    nuclear. A esta última se debe la energía que
    contiene el Sol y las
    estrellas, también la inmesa energía destructiva de
    la bomba de hidrógeno. Mientras que en la fisión se
    libera energía al dividir un átomo grande en uno
    más pequeño, en la fusión se
    libera energía al combinar dos átomos ligeros para
    formar uno más grande. Se vienen realizando desde 1950
    investigaciones de cómo llevar a cabo este
    proceso de forma controlada lo cual presenta a los
    científicos grandes dificultades. Si se llegara a lograr
    una central de fusión sería fácil conseguir
    el combustible: el deuterio se puede conseguir del agua
    prácticamente en cantidades infinitas y el tritio se saca
    del litio que es la sustancia más abundante en el planeta.
    Por las chimeneas de una central de fusión saldría
    oxígeno y produciría una pequeña cantidad de
    desechos de baja peligrosidad.

    Otros Avances:

    Nuevas Baterías para los
    autos
    eléctricos.

    El principal problema de los autos
    eléctricos radica en las baterías. El motor
    eléctrico es altamente eficiente si tiene energía
    ilimitada pero si tiene que funcionar a base de baterías
    este se ve seriamente limitado. Las baterías han
    evolucionado mucho desde su invencion y son parte escencial de
    gran parte de los aparatos elctrónicos de bajo consumo. Sin
    embargo en los aparatos de alto consumo como
    por ejemplo un auto éstas son bastante ineficientes: duran
    un corto lapso, entregan poca energía, son grandes y
    pesadasy requieren un largo tiempo de
    recarga. La química del futuro deberá encontrar
    nuevas sustancias que al ser combinadas produzcan electricidad
    suficiente para hacer andar a un auto por un largo tiempo y con
    excelentes prestaciones.
    Sólo así el auto eléctrico desplazará
    al de combustión interna con lo que se disminuirá
    notablemente la contaminación en las ciudades. Si se
    imponen los autos
    eléctricos sería de mucha importancia la
    creación de nuevas fuentes de
    energía puesto que aumentaría el consumo de
    electricidad en gran medida. Será trabajo de la
    química el desarrollo de las centrales de fusión o
    un mejoramiento de las de fisión, ya que estas a pesar de
    su peligrosidad, casi no contaminan el aire y ofrecen una buena
    cantidad de energía por poco combustible a cambio.
    También se deberá disminuir los metales pesados
    usados en las pilas ya que
    estas son grandes contaminantes.

    Nuevos
    combustibles:

    Por otro lados también
    sería factible la producción de nuevos combustibles
    más eficientes y con una menor tasa de contaminación que combiandos con motores
    más eficientes disminuirán la contaminacion
    provocada por vehículos. Un descubrimiento reciente en
    éste campo fue la nafta sin
    plomo.

    Nuevos
    materiales:

    Aunque la tecnología de los
    materiales ha progresado enormemente en este último siglo
    no hay duda de que lo seguirá haciendo en el siglo
    venidero.

    Se harán materiales más
    resistentes y más livianos para el campo de la
    aviación lo cual hará a los aviones más
    resistentes, eficientes y seguras.

    Se podrán construir autos
    más livianos y tan resistentes como los actuales y hasta
    aún más. Mejores materiales resistentes al calor
    que sustituiran al peligroso asbesto usado actualmente en
    calefacciones centrales y trajes para bomberos. Esto no
    será totalmente beneficioso ya que aumentarían las
    industrias
    químicas, la contaminación por parte de plásticos
    y materiales sintéticos. Las ventajas serían que
    mejores materiales aislantes podrían ahorrar
    energía al disminuir la perdida de calor de casas y
    heladeras.

    Bibliografía:

    • Enciclopedia Temática
      Océano Tomos 2 y 3
    • Enciclopedia Británica
      (versión en inglés)
    • Enciclopedia El Árbol de la
      Sabiduría
    • Introducción a la Ciencia –
      Isaac Asimov
    • Energía Nuclear – Nigel Hawkes
      – Ed. Plaza & Janes
    • Ciencia Explicada –
      Clarín
    • Química – Sienko / Plane – Ed.
      Aguilar
    • Internet –
      www.levity.com
    • Enciclopedia Encarta
      97

     

     

    Autor:

    Alejandro Carrasco

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