Concilio de Nicea I. Cristo contra Constantino
Cristo contra
Constantino I
Constantino I, que llevaba varios años como
emperador de Roma, en ese entonces perseguidor de cristianos, se
convenció que él no podía echar a los leones
a más del 50% de la población romana que en ese
momento ya se había convertido al cristianismo. Algunos
sacerdotes y obispos, asistentes en el Concilio de Nicea I,
aún tenían marcas físicas de torturas
recibidas en recientes persecuciones; es decir, que la amenaza de
ser echados a las fieras era real, si se hubiesen puesto en
contra de los deseos del emperador.
L a g r a n j u g a d a m a e s t r a d e Constantino I,
fue convocar un concilio ecuménico para unificar su
particular religión mitraísta, en decadencia, con
la novedosa y fortalecida religión cristiana.
Al concilio asisten los representantes cristianos,
procedentes de Jerusalén y toda Palestina, con más
de 40 evangelios, varias epístolas, muchos apuntes de los
apóstoles, que describían la vida y obra de
Jesucristo, de manera bastante completa. También se
hicieron presentes los que tenían en su poder
las cartas escritas por el romano mitraísta Saulo, alias
Pablo, quien no conoció personalmente a Jesús e
ignoraba sus enseñanzas.
En dicho concilio convocado,
financiado y presidido por Constantino I se decidió
incluir nada más 4 evangelios y un apocalipsis de los
más de 80 documentos que contenían
información del cristianismo primigenio; y muy por el
contrario, se decidió incluir todas las cartas y
demás documentos que contenían lo predicado por
Saulo-Pablo, que como ya se dijo era
mitraísta, igual que el emperador. Sin ninguna posibilidad
de oponerse a la voluntad del emperador y con la gran oportunidad
de hacer parte del poder político romano, la
mayoría de obispos apoyó lo propuesto por el
emperador absolutista y tirano.
A l i s t a i r K e e , u n r e c o n o c i
d o historiador, escribió un libro titulado:
Constantino contra Cristo y lo subtitula: El origen de la alianza
entre la iglesia y el poder político. Leyéndolo
encuentra amplia justificación al título contrario:
Cristo contra Constantino.
Teniendo en cuenta lo anterior, el libro VIDA OCULTA DE
JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO no está en contra del
Vaticano ni de cualquier otra organización religiosa
cristiana. En el capítulo I: JESUCRISTO ANTES Y
DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I, con base en
información histórica confiable se explica muy bien
lo sucedido.
Actualmente, con la aparición de t a n t o s d o
c u m e n t o s c r i s t i a n o s desenterrados y sin una
espada en la g a r g a n t a , d e b e m o s c o n v o c a r l a
realización de un concilio ecuménico para compilar
un Nuevo Testamento, ahora sí, más
completo y sin mentiras, un Nuevo
Testamento como debió ser.
En el siglo IV se impuso el mitraísmo, en el
siglo XXI debe imponerse el cristianismo. Una vez confirmada la
veracidad histórica de la biografía de Jesucristo
con todas sus enseñanzas, se puede tener en cuenta mi
libro como un buen punto de partida para rescatar el cristianismo
primigenio, original y auténtico.
CAPÍTULO I
JESUCRISTO ANTES
Y DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA I
Introducción
Este primer capítulo, que hace parte d e l l i b
r o V I D A O C U LTA D E J E S U C R I S T O C R I S T I A N I S
M O PRIMIGENIO, está escrito para ser publicado como un
texto independiente, con todas las referencias necesarias a los
otros tres capítulos, en caso de que el lector desee leer
el libro completo.
El autor, Apóstol Omar, lo escribe deseando que
se convierta en razón suficiente para que los cristianos
del mundo solicitemos, de manera cordial y r e s p e t u o s a ,
a l Va t i c a n o C a t ó l i c o , apostólico y
romano, a partir del 22 de diciembre de 2012, que convoque al
CONCILIO ECUMÉNICO No. 22; para corregir los errores
cometidos en el Concilio de Nicea I.
El autor desea también que cualquier persona,
ateo o creyente, seguidor o no de la doctrina cristiana, quede
satisfecho con lo dado a conocer después de una
responsable y exhaustiva investigación histórica;
siendo lo más importante de este capítulo dar
respuesta a los siguientes interrogantes.
¿Sabía usted que Constantino I fue quien
convocó, financió y presidió el Concilio de
Nicea I, que es donde se compila y nace el Nuevo Testamento
tradicional?
¿Sabía usted que existía el peligro
real de que todos los obispos y sacerdotes, asistentes al
concilio, fueran asesinados en caso de que Constantino I no
hubiese logrado imponer su particular religión?
¿Sabía usted que antes de dicho concilio
un gran número de cristianos veneraba a Jesucristo como un
Santo Profeta, enteramente humano, nacido el 21 de
agosto del año judío 3753; y que los sacerdotes y
obispos, que no firmaron la c o m p i l a c i ó n h e c h
a d e l N u e v o Testamento, fueron excomulgados, exiliados,
perseguidos, torturados y hasta asesinados?
¿Sabía usted que la divinización de
Jesucristo (afirmar que él era el mismísimo Dios)
se decidió por votación, en dicho concilio, a pesar
de haber tenido un gran número de obispos opositores,
aunque fuese de manera tímida y prudente?
¿Sabía usted que la vida y obra de
Jesucristo, antes del Concilio Ecuménico de Nicea I, era
bastante diferente a como quedó consignada en dicho
Concilio?
¿Sabía usted que los 318 obispos que
asistieron a dicho concilio, se presentaron con más de 80
documentos cristianos (más de 40 evangelios, apuntes de
Andrés y otros seguidores, hechos, epístolas,
apocalipsis, etc.); y que de los más de 1000 obispos que
no pudieron asistir, un alto porcentaje no estuvo de acuerdo con
incluir tan sólo cuatro (4) evangelios; y que solo
firmaron las actas finales 220 obispos?
¿Sabía usted que destacados
teólogos y prestigiosos profesores de religión, de
las más importantes facultades de teología del
mundo, sostienen que lo que se compiló en el
Concilio de Nicea I es, básicamente, la doctrina de Saulo
Pablo, muy distante de las enseñanzas de Jesucristo, pero
sí, muy similar al mitraísmo del emperador
Constantino I?
¿Sabía usted que llevamos
21 concilios ecuménicos, y que hace
más de 47 años no se convoca a un
nuevo concilio, es decir, al C22?
Si está interesado en saber todo sobre el primer
Concilio de Nicea I, tiene usted, a la mano, la
investigación más seria, objetiva y completa que se
haya escrito al respecto.
Quien lea este primer capítulo, encontrará
suficientes razones para que se convoque el Concilio No.22
Vaticano III.
Antes del Concilio de Nicea I, la mayoría de los
escritos sobre la vida y obra de Jesucristo fueron tenidos
como «canónicos»,
legítimos y verdaderos por grandes comunidades cristianas.
En el siglo IV, bajo amenaza de muerte, los verdaderos cristianos
fueron derrotados por Constantino I; se impuso Saulo-Pablo sobre
Jesús; el obispo Alejandro, defensor y amigo del
emperador, sobre el sacerdote Arrio, exponente y defensor del
cristianismo primigenio, autentico original. En este concilio se
impuso la fantasía sobre la realidad, el mitraísmo
sobre el cristianismo. En el Siglo IV, en el Concilio de Nicea I,
se dio una pelea teológica de Constantino I contra
Jesús, en condiciones muy desiguales; numerosas espadas
contra documentos cristianos, en manos temerosas e indefensas. En
el siglo XXI, si se logra convocar el C22, las condiciones son
más favorables para que Jesús, contra Constantino,
resulte triunfador.
El autor consideró de suma
importancia investigar qué motivos, circunstancias
materiales, económicas, políticas y religiosas
propiciaron la realización de dicho concilio; qué
se creía, cuáles eran las más
importantes doctrinas cristianas que se discutían entre
los más de 1500 obispos de la época; cuántos
asistieron al concilio y cuántos firmaron las actas;
cuántos estuvieron de acuerdo con lo decidido en
él, y a dónde fueron excomulgados y exiliados los
que no aprobaron ni el credo definitivo ni las actas finales;
qué explicación se dio para incluir
únicamente 4 de los más de 40 evangelios que
circulaban libremente; qué tanto se conocía de la
vida y obra de Jesucristo, y qué tuvo que ser ocultado
para no contradecir lo acordado; qué se discutió,
en reuniones previas, antes de compilar y formalizar lo que hoy
conocemos como el Nuevo Testamento tradicional, y en qué
se diferenciaba del original, que circulaba de manera dispersa y
espontánea entre los apóstoles de Jesús;
qué sectas nuevas crearon los obispos y sacerdotes que no
aceptaron el credo niceno (acordado en Nicea) y que, por lo
tanto, pasaron a ser herejes, y como tales, excomulgados,
perseguidos, torturados y asesinados en las tenebrosas cruzadas y
vergonzantes inquisiciones, posteriores.
1. Breve marco
Conceptual
Quienes persistieron, después del
Concilio Ecuménico de Nicea I, admirando y reconociendo a
Jesucristo como un Santo Profeta, enteramente humano, ungido
(Cristo), elegido por Dios, con la misión divina de darnos
ejemplo de vida y sabios consejos, fueron acusados y condenados
por blasfemia, por herejía; fueron responsabilizados del
cisma o división religiosa dentro del imperio romano;
declarados malditos, anatematizados; y como tales, huyeron y
tuvieron que esconder todos los documentos cristianos no tenidos
en cuenta en el Nuevo Testamento Niceno, que, además, ha
sido modificado en 20 concilios posteriores. En este documento se
escribe claramente Concilio de Nicea I para
diferenciarlo del Concilio de Nicea II (Segundo) convocado en el
año 787 de nuestra Era por el Papa católico y
romano Adriano I.
A partir de este primer Concilio, lo que no fue incluido
en el naciente Nuevo Testamento, fue considerado apócrifo,
prohibido, falso, herético, y, por lo tanto, debía
recogerse para ser ocultado o quemado.
Según el Diccionario de la Lengua Española
(Larousse Ilustrado), «apócrifo» significa
fabuloso, supuesto o fingido; pero la definición
más utilizada para el término apócrifo
presenta una connotación de falsedad, de no
auténtico. En general, el término
«apócrifo» deriva del verbo griego
«apokrypto» que significa esconder, poner
aparte.
H e r e j í a , s e g ú n e l d i c c i o
n a r i o Larousse, significa error en materia de fe, creencia no
ajustada a lo establecido por un credo o dogma religioso. Hereje
es la persona que profesa o defiende una
herejía.
En latín, hereticus significa opción; y,
todos los que optaron por preferir la historia original de
Cristo, expuesta por el sacerdote Arrio, fueron llamados Herejes
porque se desviaron de la orientación imperial y papal; es
decir, que los herejes perseguidos y asesinados por los
católicos, han sido los que han preferido al Jesucristo de
antes del Concilio de Nicea I, negándose a aceptar el
Nuevo Testamento Niceno (llamado así por ser compilado en
Nicea), optando por continuar con el cristianismo original,
legítimo, primigenio, defendido por los obispos
arrianistas. Aclárese, de una vez por todas, que la
palabra hereje nada tiene que ver con lo diabólico o
perverso; su verdadero significado etimológico es
opción, desviación.
Anatema significa, etimológicamente, ofrenda;
pero dentro del concilio pasó a significar "maldito, fuera
de la Iglesia". Es una sentencia mediante la cual se expulsa a un
hereje del seno de la sociedad religiosa; se le destierra,
exilia, incomunica; es una pena aún más grave que
la excomunión.
Cisma significa división, discordia o
desavenencia entre los individuos de una misma comunidad. El
primer cisma o división en el seno de la religión
cristiana lo propició Saulo Paulo o Pablo, cuando el
Consejo Cristiano de Jerusalén lo desautorizó por
sus afirmaciones distantes de lo verdaderamente enseñado
por Jesucristo y no coincidir con los sucesos reales de su
vida.
La herejía es vista entonces como una
desviación sobre el contenido de la fe; y puede llegarse a
un cisma o división en el seno de la comunidad religiosa o
a una condena de carácter disciplinario por desobedecer a
la autoridad eclesiástica considerada
legítima.
Al leer diferentes versiones de biblias impresas antes y
después de los concilios ecuménicos, como
recordará el lector hasta la fecha van 21, es posible
descubrir interpolaciones o frases agregadas o eliminadas por
conveniencia de actualización del credo niceno. Ya
tendremos la oportunidad de ver algunas clarísimas
modificaciones.
2. ¿Por
qué nada más 4 evangelios?
Cuando los asistentes al Concilio se vieron frente a la
necesidad de explicar al pueblo de Nicea el por qué de la
elección de los 4 evangelios y la razón para
desechar el resto, pusieron a circular, anónimamente, un
documento titulado Libelus Synodicus. La razón que dieron
explica el anonimato del documento.
En resumen, el documento
anónimo Libelus Synodicus decía que
los más de ochentas documentos cristianos fueron colocados
sobre un altar, en torno al cual se arrodillaron los obispos y
pidieron en oración a Dios que los Evangelios que
debían ser incluidos en el Nuevo Testamento permanecieran
en el altar y que los no elegidos cayeran al piso. La respuesta
de Dios fue un fuerte viento que tumbó al piso muchos
escritos, quedando sobre el altar los que hoy aparecen en el
Nuevo Testamento tradicional. Y para estar seguros de que no
existiera una sola palabra dentro de los evangelios "verdaderos",
"canónicos" que no fueran aceptados por Dios, los obispos
iniciaron fervientes oraciones para pedir al Todopoderoso que
tumbara al piso el evangelio que contuviera alguna palabra
indigna. La respuesta de Dios fue: ausencia de viento, y los 4
evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan permanecieron sobre el
altar. Y para que no quedara la más mínima duda de
lo acertada de la elección, asegura el documento
anónimo que el Espíritu Santo entró en el
recinto del concilio en forma de paloma; entró a
través del cristal de una ventana sin romperlo,
voló por el recinto y se posó sobre el hombro
derecho de cada obispo y, al oído de cada uno,
empezó a decir: de todos, esos son los evangelios elegidos
por Dios.
Y con esta explicación, para nada racional ni
creíble, los demás evangelios, epístolas y
hechos evangelistas fueron declarados apócrifos. Quienes
no aceptaron la explicación del Libelus Synodicus fueron
llamados Herejes.
La decisión de elegir nada más cuatro
también se debió a la influencia ejercida por
Ireneo, obispo de Lyon, quien escribió contra los
gnósticos en su obra titulada: Contra las Herejías,
y en ella justificaba su preferencia por los cuatros evangelios
en los siguientes términos: "El Evangelio es la columna de
la Iglesia, la Iglesia está extendida por
todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por
tanto, que haya cuatro Evangelios. El Evangelio es el soplo o
viento divino de la vida para los hombres, y, puesto que hay
cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro
Evangelios. El Verbo creador del universo reina y brilla sobre
los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he
aquí por qué el verbo nos ha obsequiado con cuatro
Evangelios"
3.
Información para reconstruir la vida de
Jesucristo
Se calcula que, con lo no incluido en el Concilio de
Nicea I, hay material suficiente como para editar más de
80 libros que contengan la vida y obra de Jesucristo. Quienes
lean las fuentes consultadas relacionadas por el autor del libro
VIDA OCULTA DE JESUCRISTOCRISTIANISMO PRIMIGENIO y lo que hay
disponible actualmente en Internet no se sorprenderán al
ver que fue posible realizar, con rigurosidad documentaria, una
biografía de Jesucristo, admirablemente más
completa, cronológica y que registra lo que está
mejor sustentado, lo que es más racional, coherente,
lógico y creíble. Es falso decir que de Jesucristo
no se sabe su verdadera fecha de nacimiento ni su vida entre los
13 y 29 años, y muchos otros datos que seguramente le
fascinará saber.
En el año 303 de nuestra era, sólo 22
años antes del Concilio de Nicea I, el emperador pagano
Diocleciano se propuso destruir todas las escrituras cristianas
que pudiese encontrar; resultando que las copias de los
documentos apostólicos, que circulaban en Roma,
provenientes de Jerusalén, se perdieran casi todos mas no
los que circulaban dentro de Palestina. Cuando Constantino I
mandó hacer nuevas versiones de estos
escritos para la compilación del Nuevo Testamento,
dio la oportunidad a los custodios de la ortodoxia paulina
católica romana, revisar, arreglar y rescribir sus
contenidos para que coincidieran con su doctrina y convenios. Es
indudable, que en este momento, se hizo la mayoría de las
alteraciones cruciales a las copias y originales de escritos
cristianos, que sobrevivían en ese momento en
Roma.
Fue de gran importancia y trascendencia este decreto de
Constantino I, y, por ello, se sabe, que de las más de 500
v e r s i o n e s m a n u s c r i t a s d e l N u e v o
Testamento, muy pocas son anterior al siglo IV de nuestra era. El
Nuevo Testamento, tradicional e incompleto, como existe hoy en
día, es, esencialmente, reproducción de la obra de
los editores y copistas de la época de Constantino I El
Grande, con alteraciones realizadas en los concilios nacionales y
ecuménicos de fechas posteriores.
En 1976, se descubrió un gran depósito de
manuscritos cristianos antiguos en el monasterio de Santa
Catalina en el Monte Sinaí. El descubrimiento se mantuvo
en secreto hasta que lo publicó un periódico
alemán en 1978. Hay miles de fragmentos, algunos
anteriores al año 300 de nuestra era, incluyendo ocho
páginas que faltaban del Códice Sinaítico
del Museo Británico.
Gran parte de los manuscritos cristianos escondidos
fueron encontrados en el pueblo de Nag Hammadi, Egipto, en
1945 y en Hirbert Qumram, en 1947, y en otros sitios, que
se puede investigar en varios libros escritos por
arqueólogos, de r e c o n o c i d a i d o n e i d a d p r
o f e s i o n a l , relacionados en la amplísima
bibliografía de VIDA OCULTA DE JESUCRISTO, y del cual,
hace parte este primer capítulo.
Si el lector está interesado en
saber más sobre el tema, son infinitas las
ventajas que le ofrece Internet. Es de gran facilidad,
encontrar en la Red gran parte de los documentos cristianos, que
por varios siglos estuvieron ocultos. A continuación
relaciono unos cuantos: el de María Magdalena, el de
Abner, el de José de Arimatea, el de Lázaro, el de
Nicodemo, el de Bartolomé, el de Santiago Zebedeo, el de
Matías, el de Tadeo, el de Bernabé, el de Felipe,
el de Marción, el de Apeles, el evangelio de la
Perfección, el de la Natividad de María, el de la
infancia de Jesús, el de los Egipcios, el de Felipe, el de
la Verdad, el de Tomás, el Copto de los Egipcios, entre
otros tantos evangelios ignorados en dicho concilio.
También se han encontrado: el Libro Secreto de Santiago,
el Libro Secreto de Juan, El Libro de Tomás el
Contendiente, la Epístola de Eugnostos, la Carta de Pedro
a Felipe, los Actos de Pedro y los doce Apóstoles,
Sofía de Jesucristo, Diálogo del Salvador, El
Testimonio de la Verdad, Primer Apocalipsis de Santiago, Segundo
Apocalipsis de Santiago, Apocalipsis Gnóstico de Pedro,
Apocalipsis de Adam, El Trueno, Mente Perfecta, Enseñanzas
Autorizadas, Concepto de nuestro Gran Poder, Segundo Tratado del
Gran Seth, E n s e ñ a n z a s d e S i l v a n u s , Tr a
t a d o Tr i p a r t i t o , Tr e s E s t e l a s d e S e t h ,
Zostrianos, etc. Más de 40.
En 1977, se publicaron todos los códices de Nag
Hammadi, en edición facsimilar y popular, para un total de
44 libros, aproximadamente, más algunos fragmentos no
identificados, disponibles para leer gratis en
Internet.
En el año 2010, se concretó
un proyecto entre la empresa Google y la Autoridad de
Antigüedades de Israel, con un costo de 3,5 millones de
dólares, que tiene como objetivo digitalizar muchos rollos
enteros y más de 3.000 fragmentos, encontrados en Qumram,
que estarán disponibles en Internet en un
plazo de 5 años, cuando se complete la edición de
34 volúmenes previstos, que serán traducidos a
varios idiomas. Cuando eso suceda, quedará en evidencia
que es imposible sostener que su contenido no tiene nada que ver
con el cristianismo primigenio, cuyo camino, indudablemente, fue
allanado de varias formas por los esenios, autores de los
Manuscritos del Mar Muerto. Con lo que ya se sabe, son muy
llamativos los numerosos paralelos y coincidencias entre textos
esenios de Qumram y textos cristianos encontrados en Nag
Hammadi.
Realmente, los documentos cristianos, tenidos en cuenta
en el Concilio de Nicea I, fueron muy pocos y son,
básicamente, paulinos (doctrina de Saulo-Paulo) y
mitraísta (La religión de Constantino I); por ello,
es más acertado hablar de Paulismo Católico y no de
cristianismo. Hasta aquí, ya tenemos suficientes razones
para solicitar la convocatoria al Concilio No. 22 Vaticano
III.
4. Cristianismo,
Paulismo y Catolicismo
Si no entendemos las diferencias conceptuales de estas
tres corrientes o tendencias religiosas cristianas, no
comprenderemos lo sucedido antes, durante y después del
Concilio Ecuménico de Nicea I.
Primero, debemos responder la pregunta
¿Qué es Iglesia?
La palabra «Iglesia» designa asamblea de
carácter religioso. Es el término frecuentemente
utilizado para designar la asamblea del pueblo reunida con la fe
de estar en presencia de Dios.
El Cristianismo es una religión basada en la vida
y enseñanzas de Jesús, aceptándose que fue
elegido, ungido (Cristo) por Dios para darnos un nuevo evangelio.
Después de la muerte de Jesucristo, sus
enseñanzas fueron transmitidas por los apóstoles y
demás seguidores, desde el Consejo Cristiano de
Jerusalén, con sucursales en Palestina, Alejandría
y Antioquía, predicadas prioritariamente para los
israelitas galileos, samaritanos y judíos.
El Paulismo es una religión basada en la vida y
doctrina particular del romano mitraísta Saulo, alias
Paulo o Pablo, quien predicaba básicamente a gentiles
romanos y paganos. Saulo Pablo, espía romano, no
conoció personalmente a Jesús ni tuvo el privilegio
de escucharlo directamente. Por lo tanto, Pablo difundió
su propio mensaje personal, impregnado fuertemente de tradiciones
paganas y elementos de varias escuelas mistéricas, que
veremos más adelante. La nacionalidad de Pablo se puede
confirmar en Hechos de los apóstoles 22, 25-29, donde se
puede leer: "Cuando le estiraron para azotarle, Dijo Pablo al
centurión que estaba presente:
¿Os es lícito azotar a un romano sin
haberle juzgado? Al oír esto el centurión, se fue
al tribuno y se lo comunicó, diciendo: ¿Qué
ibas a hacer? Porque este hombre es romano. El tribuno se le
acercó y dijo: ¿Eres tú romano? El
contestó: Sí. Añadió el tribuno: Yo
adquirí esta ciudadanía por una gran suma. Pablo
replicó: Pues yo la tengo por nacimiento. Al instante se
apartaron de él los que iban a darle tormento, y el mismo
tribuno temió al saber que, siendo romano, le había
encadenado."
El Catolicismo es una religión basada en la
persona de Jesucristo y en las enseñanzas de Saulo Paulo
(Pablo). Católica es una palabra que significa universal.
La principal característica distintiva de la Iglesia
católica es el reconocimiento de la autoridad y
primacía del Papa, obispo de Roma. Después del
Concilio de Nicea I, los cristianos católicos
decían "cristiano es mi nombre, católico es mi
apellido". En otras palabras
«católico» es un adjetivo que
corresponde al sustantivo «cristiano». Sin embargo,
hay varias Iglesias que comparten también el adjetivo
calificativo de «católicas», como la Iglesia
ortodoxa y las Antiguas iglesias orientales, la Iglesia asiria
del Oriente y las Iglesias que constituyen la Comunión
Anglicana.
En esta investigación histórica, por
cuestiones estrictamente doctrinales y m e t o d o l ó g i
c a s , s e h a b l a r á d e Cristianismo
Apostólico para hacer referencia al cristianismo
primigenio, autentico y original, defendido por el sacerdote
Arrio; y se hablará de Paulismo Católico para hacer
énfasis en la religión fusionada en el Concilio de
Nicea I, que se impuso a la doctrina arrianista, al ser apoyado
por el poder político, militar y económico de
Constantino I. Y para hacer referencias a ambos, se usará
el termino Cristiandad.
5.
¿Quién era Constantino I?
Su nombre completo era Flavio Valerio Aurelio
Constantino, posteriormente conocido como Constantino I El Grande
y elevado por la iglesia católica como San Constantino I.
Nació en Naissus (actual ciudad de Nis) el 27 de febrero
del año 272 y murió a los 65 años el 22 de
mayo del año 337 de nuestra Era.
Constantino I es conocido también por haber
refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en
Turquía) llamándola Constantinopla
(Constantini-polis, la ciudad de Constantino) la Nueva
Roma.
Constantino I representa el nacimiento de la
monarquía absoluta, hereditaria y por derecho divino.
Varios historiadores afirman que, después de participar en
numerosas batallas dentro y fuera de los campos de guerra y haber
logrado el poder absoluto, él se consideraba un elegido,
un ungido (Cristo en griego) por su dios para
gobernar a los romanos.
Muchos afirman que esta fue la razón por la cual,
después de la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre
de 312, en la que vence a Majencio, Constantino I
instituyó un nuevo estandarte para marchar en
próximas batallas, al que llamaría Lábaro,
que contenía las dos primeras letras XP del alfabeto
griego usadas para escribir Cristo
(÷ñéóôóò: Ungido,
Elegido).
«In Hoc Signo vinces»
Símbolo llamado Crismón Constantino I, al creerse
un Cristo (Ungido, elegido), exigía a sus
soldados que llevaran al campo de Batalla dicho estandarte, con
el lema «In Hoc Signo vinces» que significa
«Con este signo vencerás», y de esta manera,
alentaba a sus soldados para que lucharan por él, un
elegido por Dios para gobernarlos.
En otras versiones del crismón (XP) encontradas,
la Ñ se sustituye por la Ô (tau) o una
pequeña cruz latina, y en otros, aparecen las letras
á (alfa) y ù (omega), que representan el principio
y fin de todas las cosas; para dejar bien claro su poder absoluto
humano y divino.
Todo lo demás fue historia acomodada por el
obispo Eusebio de Cesarea, uno de los más importantes
asistentes al Concilio de Nicea I; y cuya leyenda particular no
es confirmada por ningún historiador. Las
imágenes referidas también se pueden ver en
Internet.
En el año 321 de nuestra era, es decir, nueve
años después de la supuesta conversión de
Constantino I, en el año 312, estaba firmando
el siguiente decreto de adoración: «Constantino I,
Emperador Augusto, a Helidus: En el venerable día del sol
(domingo) dejen que los magistrados y las gentes residentes en
las ciudades descansen, dejen que todos los talleres sean
cerrados. En el país, no obstante, personas encargadas de
la agricultura tienen la libertad y el derecho de continuar sus
tareas»
La conversión de Constantino I, si se la puede
llamar así, no fue cristiana, sino que definitivamente
pasó del culto mitraísta antiguo, al culto del Sol
Invictus, reformulado en su época, con el que
existían grandes similitudes mitráicas.
Constantino I tuvo un tipo de visión o
experiencia extraña en los recintos de un templo pagano,
dedicado al dios Apolo Gálico. Según un testigo
perteneciente al ejército de Constantino I, la
visión fue del dios Sol, deidad adorada en ciertos cultos
de misterios, bajo el nombre de Sol invencible (Sol
Invictus).
Hay evidencia histórica que muestra que
Constantino I fue iniciado en uno de estos cultos al Sol Invicto
poco antes de tener su visión celestial. La prueba
más contundente de ello, es que el Senado Romano
erigió, después de la batalla del Puente Milvio, un
arco triunfal. De acuerdo a la inscripción en dicho arco,
la victoria se debió a la mano de la deidad solar, no a
Jesús, quien aún no era considerado el
mismísimo Dios por las autoridades religiosas romanas ni
por los cristianos de Palestina.
L a r e l i g i ó n d e l e s t a d o , b a j o
Constantino I, era la pagana adoración del sol; y
Constantino I fue el Sacerdote Supremo. De hecho, su
reinado se llamó "La Imperatoria del sol" y el Sol Invicto
figuraba por doquier, incluso, en los símbolos reales y
las monedas acuñadas en el Imperio.
Una inscripción con el crismón (XP) fue
encontrada en una tumba en Pompeya, dos siglos y medio antes de
la batalla del puente Milvio, perteneciente a otro gobernante
romano que también se había proclamado ungido
(Cristo, en griego).
El culto al Sol Invicto era originalmente sirio, y fue
impuesto por los emperadores romanos a sus súbditos un
siglo antes de Constantino I. A pesar de contener elementos del
culto de Baal y Astarte, era esencialmente monoteísta,
porque asumía que el dios sol era la suma de los atributos
de todos los otros dioses.
El culto del Sol Invicto era contemplado dentro del
mitraísmo, tanto, que se los confundía. En dicha
época, indistintamente se hablaba del dios Mitra y del
dios Sol. Ambos cultos enfatizaban el elevado status divino del
sol. Prácticamente, el dios Mitra era hijo del gran dios
Sol. El culto de Mitra declaraba la inmortalidad del alma, un
futuro juicio y la resurrección de los muertos. Ya veremos
un poco más en detalle las religiones de misterio y,
dentro de ellas, el mitraísmo, para que se aprecie
claramente que el catolicismo es mitraísmo paulista y
constantiniano.
Constantino I, convencido de ser un gobernante por
voluntad divina, un ungido (Cristo), y frente a la gran amenaza
cristiana que le impedía gobernar en paz, firma y da a
conocer el Edicto de Milán en el año 313, con el
que establece la libertad de culto para los seguidores del otro
Cristo, Jesucristo. Con este edicto, buscaba una alianza entre
Constantino Cristo y Jesús Cristo.
En el 320, Licinio, emperador de la parte oriental del
Imperio, renegó de la libertad de culto,
promulgada en dicho edicto, e inició una nueva
persecución de los cristianos, a pesar que su esposa
Constancia, hermanastra de Constantino I, era una devota
cristiana. En este momento histórico, el Mitraísmo
estaba en decadencia y, en cambio, el Cristianismo estaba en su
mayor apogeo, era una religión más inspiradora y
crecía. Esto derivó en una disputa con Constantino
I, en el oeste, que generó la gran guerra civil del
año 324. Licinio, ayudado por mercenarios godos,
representaba el pasado y la antigua fe del paganismo. Constantino
I y sus numerosos aliados cristianos, marcharon bajo el
estandarte del lábaro o crismón, y ambos bandos
concibieron el enfrentamiento como una lucha por o en contra de
la unificación de religiones.
El ejército de Constantino I resultó
finalmente victorioso, primero en la batalla de
Adrianópolis en 324, y más tarde, su hijo Crispo
dio el golpe de gracia a Licinio, en la batalla naval de
Crisópolis. Constantino I se convertía en el
único emperador de un Imperio romano reunificado
militarmente; ahora resultaba conveniente unificar las dos
religiones en el Concilio de Nicea I, al año
siguiente.
Constantino I también fue conocido por su falta
de piedad para con sus enemigos políticos; como por
ejemplo, la ejecución de su cuñado, Emperador
romano, de Oriente, Licinio, en el 325, a pesar de que
había prometido, públicamente, no ejecutarle
después de su rendición el año anterior. En
el 326, Constantino I ejecutó también a su hijo
mayor Crispo, y unos meses después, a su segunda esposa
Fausta, por desconfianza a perder el poder. Crispo era el
único hijo q u e tu v o co n s u p r imer a es p o s a
Minervina.
No existía la menor duda, que
si Constantino I no hubiese logrado la
unificación de su decadente religión con la
próspera doctrina cristiana, las fieras del circo hubiesen
tenido un suculento banquete con carne de obispos y sacerdotes.
Muchos de ellos tenían las cicatrices físicas de
torturas recientes; era una amenaza real, pasar del recinto del
Concilio a las fieras del Circo; pues hacía poco tiempo
que se había declarado la libertad de culto, con el edicto
de Milán, al que nos acabamos de referir.
Constantino I vivió atormentado por la muerte de
Crispo y de su segunda esposa Fausta, hasta que en el lecho de
muerte fue bautizado por cristianos, con la promesa de que esta
ceremonia lavaría sus pecados y le permitiría
descansar en paz, después de que había dirigido y
participado en muchas guerras que le permitieron consolidarse en
el trono.
Fue sucedido por los tres hijos de su matrimonio con
Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II. También
nombró césares a sus sobrinos Dalmacio y
Anibaliano. El proyecto de Constantino I, de reparto del Imperio,
era exclusivamente administrativo. El mayor de sus hijos,
Constantino II, sería el destinado a mantener a los otros
dos, supeditados a su voluntad. El último miembro de la
dinastía fue su yerno Juliano, quien trató de
restaurar el paganismo.
6.
¿Qué motivos tuvo el emperador Constantino
I?
El objetivo primordial de Constantino I, una
obsesión de hecho, era lograr una unidad política,
religiosa y territorial. Un culto o religión estatal, que
incluyera a todos los demás cultos, ayudaría,
obviamente, a la estabilidad del imperio romano.
La decisión de convocar a un concilio, en la
ciudad de Nicea, no la tomó porque fuera buena persona o
porque quisiera convertir a su pueblo al
cristianismo. Esta decisión la tomó
obligado por las circunstancias político-religiosas del
momento. Más del 50% de los habitantes, q u e t r i b u t
a b a n e n e l r e i n a d o d e Constantino I, eran paulinos y
cristianos apostólicos.
Los enfrentamientos a muerte entre las diferentes sectas
cristianas y de éstas, con los paganos, amenazaban la
estabilidad. La realización del concilio fue una
decisión altamente conveniente para detener una guerra
más amplia que podía dividir su imperio. El poder
del obispo de Roma y otras amenazas exteriores, ponían en
peligro el poder del emperador. La única salida oportuna
era unificar Roma bajo una sola religión; una
religión híbrida que pudiera ser aceptada por la
mayoría. Y la mejor manera de hacerlo era fusionando las
dos religiones en un concilio, financiado y supervisado por el
emperador. La fe, para Constantino I, era más de
conveniencia política que de necesidad
espiritual.
De su puño y letra, el emperador Constantino I El
Grande, con sello imperial, invitó a los obispos de todos
los países. En respetuosas cartas rogó a los
obispos de los distintos puntos cardinales del mundo que
acudieran, sin demora, a Nicea, con la insistencia de
garantizarles la vida, y costear todos sus gastos.
Con objeto de facilitar la asistencia al Concilio, el
emperador puso, a disposición de los obispos, los medios
de transporte públicos y los correos del imperio; y
aportó provisiones abundantes para una confortable
estadía de los asistentes.
–Pero antes de ver el desarrollo del concilio niceno,
es importante ver qué doctrinas se predicaban en ese
momento histórico.—
7.
¿Qué doctrinas se predicaba antes del Concilio de
Nicea I?
Para entender lo poco discutido e impuesto en dicho
concilio, es necesario saber qué se
venía discutiendo desde el cristianismo del siglo
primero.
En la antigüedad, la vida y obra de Moisés y
de los profetas anteriores a Jesucristo, estaba compilada en el
Antiguo Tes t a m e n t o ; n o e x i s t í a e l N u e v
o Testamento. Con la llegada de Jesucristo, con un nuevo
evangelio predicado y escrito por sus apóstoles y
demás asociados, que le escucharon y convivieron con
él, se fue dando a conocer, en numerosos documentos, la
vida de Jesús y sus enseñanzas, los cuales fueron
usados parcialmente como material para compilar el Nuevo
Testamento; es decir, su Nuevo Evangelio; pero,
desafortunadamente, de manera incompleto y demasiado
tergiversado, por la consecuencia natural de haberse desechado
más del 90% de la información que se tenía
acerca de la vida y obra de Jesucristo.
Antes del Concilio de Nicea I, circulaban, más
que todo dentro de Palestina, numerosos documentos
(apocalipsis-revelaciones, epístolas y evangelios)
escritos por los apóstoles hombres y mujeres, que
escucharon las enseñanzas de boca de Jesús, y que
fueron testigos directos, presenciales de los hechos que rodearon
la verdadera vida de Jesucristo, que conocieron a la madre de
Jesús y a todos sus hermanos, que lo vieron y compartieron
su vida como humanos. En otras palabras, circulaban libremente
las evidencias escritas sobre el Cristianismo Apostólico,
en arameo y hebreo, expuesto por los obispos pro arrianistas en
el Concilio de Nicea I. Ya veremos en detalle la doctrina
defendida por el sacerdote Arrio.
Por fuera, muy lejos de Palestina, circulaban las
epístolas (cartas) escritas por el romano Saulo Paulo o
Pablo, inicialmente perseguidor de cristianos. Fuentes
históricas aseguran que Lucas fue su
médico personal. Ninguno de los dos conoció
personalmente a Jesús y, por lo tanto, no conocían
bien sus enseñanzas. En otras palabras, en el exterior,
lejos de los oídos de los verdaderos cristianos
apostólicos, circulaban libremente los escritos sobre la
vida y enseñanzas particulares de Saulo-Pablo, lo que
podemos llamar doctrina paulina o Paulismo Católico,
defendido por los obispos anti arrianistas.
Cuando los apóstoles y demás
discípulos directos de Jesús se enteraron de lo
predicado por Saulo Pablo, quien había estado presente en
la lapidación de Esteban, un cristiano muy querido por
todos los seguidores de Jesús, Santiago, Pedro y Juan,
líderes del verdadero movimiento cristiano, convocaron el
primer Concilio Nacional Cristiano en el año 50 de nuestra
era. A este concilio asistió Saulo-Pablo, quien hizo caso
omiso de los reclamos y aclaraciones, y siguió predicando
sus particulares conceptos, para nada cristianos y,
además, muy lejos de la supervisión del verdadero
cristianismo.
Saulo-Pablo fue un teólogo Mitraísta
romano, que hábilmente usó la figura de Jesucristo
para propagar su particular doctrina. En el cuarto
capítulo, titulado CRISTIANISMO O PAULISMO, se documenta
ampliamente estas afirmaciones.
Lo predicado por Saulo-Pablo, le generó serios
enfrentamientos con los apóstoles, que sí
acompañaron y escucharon las enseñanzas
persistentes de su maestro. Era tan diferente lo predicado por
Pablo, que los apóstoles le apodaron El Mentiroso, El
Loco; y Pablo se refería a ellos despectivamente, los
trató de eximios y de ineptos, hasta se atrevió a
decir que se afanaba él más que todos ellos en la
predicación, y que sus revelaciones eran
más excelsas. Los cristianos apostólicos le
corregían y le contradecían, y jamás le
reconocieron como apóstol de Jesucristo.
Son muchos los versículos del Nuevo Testamento
niceno que constituyen evidencia de la rivalidad entre Pablo y
los apóstoles de Jesús. A manera de ejemplo,
transcribo los siguientes:
«… que no soy digno de ser llamado
apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios. Mas
por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me
confirió no resultó vana, antes me he afanado
más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo.» (1 Corintios 15, 9-10)
«Si quisiera gloriarme, no haría el loco,
pues diría verdad. Me abstengo, no obstante, para que
nadie juzgue de mí por encima de lo que en mí ve y
oye de mí, y a causa de la excelsitud de las
revelaciones.» (2 Corintios 12, 6-7). Y en el
versículo 11 de este mismo capítulo Pablo dice:
«he hecho el loco; vosotros me habéis obligado.
Porque necesitaba ser recomendado de vosotros, pues en nada fui
inferior a los más eximios apóstoles, aunque nada
soy.»
Los cristianos apostólicos no estuvieron de
acuerdo con Pablo, por lo predicado por él, respecto a la
resurrección. Veamos lo que el mismo Pablo
afirma:
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