En el aire revoletean nuevas teorías
comunicativas que nos empujan a un futuro muy parecido al pasado,
es decir, nos sentimos más jóvenes, más
hacedores que seguidores de caminos y claro, todo enriquecido con
la feliz experiencia de no saber qué pasará.
Así como la respiración le va cambiando al
comunicador, la comunicación lo arrastra a nuevos
escenarios. De pronto, lo único que nos queda por entender
es que el perro viejo se cansa de ladrar.
"En el periodismo digital, la visión
única va a desaparecer; se debe aceptar la existencia del
pluralismo en las perspectivas".
Dan Gillmor
[1] GILLMOR, Dan. We the Media. Es el
fundador y director del Center for Citizen Media.
Deje de decir y decir y empiece a escuchar.
Están muy bien las radios evangelizadoras, sindicales,
alternativas, comunitarias, comerciales o intermedias. Pero,
estarían mejor las radios que paran de hablar y hablar y
empiezan a escuchar. Si algo se ha democratizado hoy con el uso
de las nuevas tecnologías es el derecho universal a
escuchar.
Dicen que el tiempo trae la calma, pero
jamás el olvido. Sin embargo, la nueva escena
mediática nos obliga a olvidar, a dejar atrás las
viejas formulas y justamente, son los "viejos comunicadores" los
que más se resisten al cambio de sangre. Hoy resulta
absurdo seguir de espaldas al nuevo sol. Al Mediactismo. A
una comunicación "subversiva", a las
propuestas que le dan la vuelta al mundo y marcan el paso para
cambiar en medio del cambio.
Habrá que declarar la honda
ignorancia. No resistirse y emprender el camino. Reconocer que el
visitante está para siempre y altera la realidad. Que un
nuevo mundo mediático está en casa. Migrar al
Podcast. Al Shoutcast, los Blogs, nanoblogs, escrituras
colaborativas como el Wiki. El "yo reporto", YouTube. Los
"mashups", trackbacks, RSS y Wikinoticias, sólo entre
otros "nuevos mundos" que devuelven la voz y pagan el
empeño para que los ciudadanos puedan "hablar" con
libertad, dejen de ser espectadores y sean sus propios actores y
en ese mismo renglón, los comunicadores debemos ser
alfabetizados sobre la nueva realidad. Jugárnosla con una
propuesta atrevida en términos de la construcción
de lo sonoro.
Entrar a esa nueva expresión de
ciber-periodismo, periodismo común, de los ciudadanos o
participante, imprime un componente necesariamente socializador
sin más dueños que una computadora y una
conexión a Internet.
Urge reconocer los cambios en el mundo y en
los medios. Enseñar distinto, pero, primero aprender sobre
eso qué es distinto. Los nuevos usos del lenguaje. Del
signo. La no frontera. El Emirec. Las nuevas figuras
comunicacionales: Un productor, un participante (no receptor). Un
nuevo canal. Tres personas distintas y un mismo dios. La
comunicación pura. Una verdadera comunicación que
saque a los medios de la información para que al fin, se
puedan llamar "medios de comunicación".
Las nuevas tecnologías plantean sus
propias reglas de "usabilidad", comportamientos, gustos y
disgustos para los nuevos roles que siempre son activos.
¿Pero, cómo incorporar esos usos a las expresiones
mediáticas locales? Primero, involucrándose en esas
"nuevas miradas", migrando hacia ellas y segundo, haciendo el
camino. Poniendo la antena en el otro. Interactuando. Poniendo el
acento en el otro como "mi mismo". Porque, de pronto, todo lo
hecho ha quedado mal o, ya no se ajusta a la "nueva
realidad".
Esos. Los "dueños" de las
audiencias. Los que hablan de…amigos y amigas oyentes
bienvenidos a este programa especial. O, hoy tenemos un invitado
muy especial… O, bueno, eso ha sido todo por hoy, gracias
por habernos soportado, en fin, todos. Los de los saludos
repetitivos y las formulas del siglo pasado tenemos que ser re-
alfabetizados.
Desde la
ventana
Para escapar de la distancia
tecnológica tenemos, como periodistas, que reconocer los
cambios en el mundo y en los medios. Primero, debemos aceptar.
Cambiar las viejas formulas. Y sobre todo, aceptar que no hay
formulas. Mi primera sugerencia es tener un receptor muy cerca,
para apagarlo. Para reaprender. Para dejar de hacer caso. Para
dudar del experto del barrio que grita en la radio, el locutor de
años, el amo de las audiencias, el "icono", el que habla
sin parar y nunca dice nada. El que más que transmitir
información, transmite vicios del oficio. Entonces,
cambiar para no hacer caso al profesor. Para copiar lo que nunca
copiamos: la originalidad.
En esta "pre –modernidad" el periodista se
sienta a producir, a "usar las nuevas tecnologías", leer
el mail, entrar al chat o tener un espacio de fotografías
en Internet y con ello ¿se está sumergiendo en la
nueva realidad mediática? No. Y lo que dice es lo que
calla. ¡No estamos listos! Se le dice al procesador de
texto "nueva tecnología". Se empieza a defender una
verdad. La propia. Y la verdad, se abre el hueco del no saber.
Por eso habrá que aclarar que no es una lucha entre
espectadores y periodista o que el uno remplazará al otro.
No, es más bien, una mezcla. Una ayuda. Menos
megáfono, más comunicación. Dejar
hablar.
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