- Introducción
- ¿Cómo lograr un cambio social?
- La construcción de la identidad comunitaria
- La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial
- ¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico?
- Origen de la psicología comunitaria latinoamericana
- La revolución paradigmática de la psicología comunitaria
- Metas y valores de la psicología comunitaria latinoamericana
- Definición de psicología comunitaria
- Características iniciales de la psicología comunitaria en América latina
- A manera de conclusiones
- Referencias bibliográficas
Introducción a la Psicología comunitaria latinoamericana
Oscar Yescas Domínguez
Introducción
¿Cómo lograr un cambio social?
La construcción de la identidad comunitaria
La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial
¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico?
Origen de la psicología comunitaria
La revolución paradigmática de la Psicología comunitaria
Metas y valores de la Psicología comunitaria latinoamericana
Definición de Psicología comunitaria
Características iniciales de la Psicología comunitaria en América latina
A manera de conclusiones
Referencias bibliográficas
Introducción
Vivimos un mundo cambiante y dinámico lleno de incertidumbre ya que se presentan acontecimientos sociales difícilmente predecibles. El problema es que estos cambios no son para mejorar, sino todo lo contrario.
Lejos quedó la expectativa de que el progreso ayudaría a solucionar los grandes problemas sociales ya que la riqueza social que se produce por la clase trabajadora se distribuye cada vez más en forma desigual. Somos testigos de la crisis de la ideología inicial del capitalismo que nos decía que con el trabajo duro podríamos mejorar nuestra calidad de vida, es decir, la teoría de la movilidad entre las clases sociales está siendo hecha pedazos por la realidad neoliberal.
Al contrario, lo que se observa es que las transformaciones estructurales realizadas en tiempos del neoliberalismo a nombre de "beneficiar al mercado", en realidad tienden a beneficiar intereses particulares y a afectar el bienestar social al privar de derechos sociales y prestaciones laborales a la población con lo cual generan grandes problemas sociales que afectan a las comunidades.
Vemos con impotencia como crecen los grandes problemas sociales y surgen otros más. Dentro de los grandes problemas sociales de nuestra época pueden mencionarse la enorme corrupción de nuestros gobernantes, la desigualdad social que crece cada día, el crecimiento de la pobreza en grandes capas de la población, el incremento de la delincuencia común, inseguridad social, narcotráfico, violencia intrafamiliar, intolerancia a la diversidad sexual, predominio de estilos de vida individualistas, un exacerbado consumo, un incremento en las adicciones de todo tipo (drogas, sexo, ludopatía, inadaptación social, tabaquismo, alcohol, etc.), fracasos escolares, aumento de la marginación social, desempleo, subempleo, salarios precarios, autoritarismo, impunidad, predominio de los intereses del mercado, eliminación de prestaciones sociales, crisis de las instituciones sociales, etc.
Todos estos problemas son hechos concretos de nuestra vida cotidiana que generan un sufrimiento colectivo y representan verdaderas demandas de ayuda que presentan nuestras comunidades y que requieren con carácter de urgencia respuestas concretas que contribuyan a clarificar las formas en cómo se puede detener el sufrimiento colectivo e incrementar el bienestar social.
Las respuestas más pertinentes para elevar el bienestar social y enfrentar los grandes problemas sociales se aplicarán sin duda alguna en el ámbito político social, pero el origen de las mismas deberá provenir inevitablemente de las ciencias sociales, de aquellas disciplinas científicas que tienen como objeto de estudio el comportamiento social del ser humano. Lo ideal sería que la conducción política de nuestra sociedad debería basar su proceso de toma de decisiones en profundas y serias investigaciones sociales. Lamentablemente esto no es así porque nos encontramos ante la presencia de un neanderthalismo administrativo en la conducción de nuestras organizaciones.
http://www.monografias.com/trabajos104/conduccion-cientifica-nuestras-organizaciones/conduccion-cientifica-nuestras-organizaciones
Los problemas sociales que hoy padecemos son parte de nuestra realidad histórica y por lo mismo representan un reto imposible de ignorar para los académicos, científicos sociales y trabajadores de la educación, ya que nuestra vida cotidiana está inmersa en el conflicto entre los problemas que padecemos y la búsqueda de soluciones a los mismos. Muchos de estos problemas son originados por falta de educación y podrían ser resueltos con una adecuada comunicación. Pero la educación por sí sola no va a generar el cambio social que se requiere para revertir la desigualdad social imperante, porque lo que se requiere son cambios estructurales, cambios en el sistema económico-político.
Mientras tanto vemos que la vida cotidiana es una búsqueda permanente e interminable de satisfactores a nuestras necesidades básicas y sociales en el marco de la incertidumbre social que nos rodea, dentro de una sociedad de consumo que genera un cúmulo de expectativas de bienestar, placer y felicidad, pero que no nos proporcionan los medios para concretar esas expectativas porque vivimos en la era del Dios Mercado y la población de desposeídos, los excluidos que viven en permanente pobreza no forman parte del mercado.
http://www.monografias.com/trabajos102/dios-mercado-religion-del-siglo-xxi/dios-mercado-religion-del-siglo-xxi
Estamos viviendo en un sistema social que genera un mayor número de expectativas, deseos e ilusiones, que las posibilidades de concretar y satisfacer a las mismas, por lo cual nos encontramos bajo una permanente frustración.
Esta incongruencia entre la génesis artificial de grandes expectativas, promesas de placer, satisfacción, "felicidad" y su permanente frustración es la fuente del malestar social, que genera una profunda insatisfacción que padecemos todos los días y sobre todo el origen del aumento en la inseguridad pública.
Es claro que vivimos en el marco de una crisis social sin precedentes en nuestra sociedad contemporánea, sobre todo en México, donde una delincuencia organizada tiene secuestrado al gobierno de todos los niveles y manejan el presupuesto público satisfaciendo intereses personales y dejando de lado los intereses y las demandas sociales, con lo cual los grandes problemas sociales se incrementan. En este contexto no hay esperanza alguna de mejorar el bienestar social colectivo, al contrario se puede predecir que la situación se tornará más violenta a corto, mediano y largo plazo si no hacemos algo para lograr un cambio social.
Si tan solo el presupuesto de nuestros gobiernos se destinara a solucionar las demandas sociales de problemas de transporte público, empleo, educación, buenos salarios, salud, vivienda, alimentación, etc., tendríamos otro panorama mucho más optimista. Pero esto no es así, porque la política a la mexicana se maneja bajo la premisa "el que no transa, no avanza". La aprobación del presupuesto público para México en el 2017, con los recortes a salud, educación y los incrementos a sueldos de diputados, senadores, ministros de justicia y presidencia del país, nos permiten vislumbrar más de los mismo, más desigualdad social , más sufrimiento colectivo.
La corrupción es la característica principal del neoliberalismo que padecemos en este siglo XXI, la corrupción es el enemigo del desarrollo de nuestras comunidades, gracias a ella millones de mexicanos y latinoamericanos sufren diariamente por la insatisfacción de sus necesidades básicas.
Es claro que los grandes problemas sociales tales como la pobreza, la marginación social, la creciente desigualdad social, los elevados índices delictivos, tienen un origen social y como tales deben enfrentarse, por lo que debemos evitar reducir las causas de los problemas sociales a actos individuales, es decir, debemos evitar continuar con el engaño de la psicologización de la vida cotidiana, término que significa: "Los intentos de reducir las causas de los problemas sociales a actos individuales tiene un nombre: la psicologización de la vida cotidiana, que significa el intento de hacer ver que los acontecimientos sociales, sobre todo los problemas sociales, obedecen solamente a motivaciones individuales, lo cual es un intento de distorsionar una realidad social que se caracteriza por la injusticia, la desigualdad, la exclusión, que está marcada profundamente por una corrupción y se intenta sembrar la idea de que no es posible cambio social alguno, lo que únicamente favorece a la élite que ocupa el poder".
/trabajos101/sociopatologia-sociedad-contemporanea/sociopatologia-sociedad-contemporanea
No es posible seguir negando este contexto social problemático, la realidad no desaparece con ignorarla, por ello mismo los científicos sociales debemos tener una mayor implicación, un mayor compromiso, una mayor participación en la solución de los problemas sociales que afectan a nuestras comunidades, mediante acciones de investigación y acción.
Los académicos debemos cumplir con nuestro compromiso social derivado de ser los privilegiados en este sistema excluyente en acceder al conocimiento científico que nos permite comprender la situación social en la que nos encontramos, por lo cual debemos salir de nuestros cubículos y de nuestros marcos teóricos para ver la realidad cruda y plena de miseria en la que vive una gran mayoría de nuestro pueblo, utilizar nuestras herramientas teóricas, metodológicas y técnicas para identificar alternativas de solución a la problemática social y compartir nuestros análisis y conclusiones a través de la socialización del conocimiento científico por diferentes medios, de tal forma que no nos limitemos al trabajo en nuestras aulas, aislados de los acontecimientos de la realidad social.
Debemos tener un mayor rigor al realizar nuestro trabajo cotidiano partiendo de un análisis científico de la realidad utilizando la crítica social como herramienta didáctica y de cambio social, de tal forma que no nos limitemos a la sola interpretación, sino más bien busquemos la transformación social, proponiendo soluciones a la problemática social que tiendan a disminuir el dolor social y se traduzcan en un verdadero beneficio social al reducir la desigualdad imperante.
Los tiempos de crisis social sin precedentes que vivimos no permiten indefiniciones o ambigüedades, son tiempos de compromiso social y este compromiso no puede ser otro que el de la transformación social.
En una sociedad con creciente desigualdad social, producto de una distribución cada vez más desigual de la riqueza social que se produce, que por lo mismo presenta dentro de su seno expresiones de injusticia, de impunidad, de corrupción, se presenta con carácter de urgencia la necesidad de impulsar un cambio social.
¿Cómo lograr un cambio social?
En este punto debemos retomar el enfoque marxista del cambio social el cual describe a nuestra sociedad como un sistema social estructurado a partir de las relaciones de dominación y explotación, el cual puede ser cambiado a través de la participación de grupos conscientes de esta situación y comprometidos con un cambio social que logre una mayor y mejor distribución de la riqueza social que es producida.
En varios textos académicos y discursos políticos se habla de la necesidad de lograr un cambio social. Pero aparentemente no se aterriza en propuestas concretas que proporciones claridad acerca de cómo lograrlo, en este artículo pretendo brindar desarrollar un planteamiento que proporcione mayor claridad acerca de cómo lograr el cambio social tan proclamado y tan necesario en nuestros tiempos.
Empezaré diciendo que la clave para lograr el cambio social está en lograr un incremento de la participación social. Esta participación social debe darse en los integrantes de nuestras comunidades, ya que son ellos quienes deben realizar el cambio y no los agentes externos a ellas. Si analizamos la historia de la humanidad veremos que nos enseña que los grandes cambios sociales han sido producidos por los grandes movimientos colectivos y/o sociales que en su momento reivindicaron sus banderas de lucha para satisfacer sus necesidades y lucharon por ellas.
Por otro lado, la historia de las ciencias sociales nos enseña también que los grandes problemas que padecen los grupos sociales, las organizaciones y nuestras comunidades, pueden y deben ser resueltos a través de la participación e involucramiento de sus integrantes, de quienes padecen los efectos de este tipo de problemas.
Ahora la pregunta cambia de forma: ¿cómo iniciar el cambio social? Este cambio social se puede empezar en la medida que aquellos que deseamos lograr el cambio y contamos con los medios para hacerlo, esto es, el conocimiento científico, que nos proporciona métodos y técnicas para propiciar cambios en las creencias, actitudes, valores y comportamientos de las personas, para incrementar la participación social en el análisis de los problemas y en sus soluciones respectivas, llevemos estos conocimientos a la práctica transformadora de la realidad social.
Siempre he estado convencido de que el cambio social tiene necesariamente que iniciarse con el cambio individual. El cambio en nuestras creencias, en nuestros valores en nuestra percepción de la realidad debe darse previamente a la construcción de una actitud de compromiso social.
/trabajos99/revolucion-consciencias-parte-final/revolucion-consciencias-parte-final
Cada uno de nosotros puede contribuir al cambio social al proceder a una autoevaluación acerca de nuestro comportamiento en tiempos de crisis como el que padecemos. Cada uno de nosotros podemos ser agentes de nuestro propio desarrollo personal y social en la medida en que dejemos atrás nuestra ideología individualista y construyamos nuestra identidad social como seres pertenecientes a una comunidad.
Cada uno de nosotros puede contribuir al cambio social superando el individualismo que guía nuestro comportamiento y construir una identidad social como mexicanos y latinoamericanos que vivimos un momento histórico en el que no hay lugar para neutralidades, indefiniciones o ambigüedades.
/trabajos99/revolucion-consciencias-parte-dos/revolucion-consciencias-parte-dos
Debemos contemplar la historia, no como algo pasado, como historia del pasado, sino la historia de este momento histórico que nos tocó vivir, una historia que todos la estamos haciendo poniendo nuestro granito de arena al desempeñar nuestros roles personales, laborales y sociales en los diferentes grupos y organizaciones a los que pertenecemos.
Si existe corrupción es porque nosotros lo permitimos al no protestar, si sufrimos bajos salarios, eliminación de prestaciones sociales, aumentos a la gasolina, aumentos de precios, etc., es porque nosotros lo estamos permitiendo.
Debemos asimilar la idea de que la historia la construimos todos nosotros y en estos momentos nuestro querido país, México se encuentra en estado de guerra. Una guerra que el gobierno mexicano y la delincuencia organizada que está al frente libra en contra de la población mexicana.
Bajo estas premisas podemos decir que el cambio social no solo es necesario sino que es posible, por lo que debemos abandonar la idea que se nos ha inculcado de que lo único que podemos cambiar es nuestro vestuario. Podemos cambiar nuestra realidad actual, podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos. Pero para lograrlo, primero debemos empoderarnos y el empoderamiento inicia con el cambio y ampliación de nuestra identidad psicológica.
La construcción de la identidad comunitaria
Para ampliar nuestra identidad psicológica podemos retomar las aportaciones de la Psicología social que nos ayuda a comprender que no estamos solos, que todos somos seres sociales, que nos necesitamos unos a otros y que no podríamos sobrevivir sin interactuar con los demás.
La psicología social es la ciencia que nos ayuda a comprender la interrelación que existe entre el individuo y la sociedad, enfocando su atención en la interacción social en diferentes ámbitos de convivencia social, utilizando tres niveles de análisis que se encuentran en esta interacción: en un primer nivel se encuentra el análisis del grupo que nos ayuda a comprender la naturaleza social de cada individuo y la interdependencia que mantenemos con varios grupos sociales a los que pertenecemos simultáneamente. Este punto lo traté en mi artículo Intervención psicológica en grupos sociales, que pueden encontrar en el siguiente link:
http://www.monografias.com/trabajos93/intervencion-psicologica-grupos-sociales/intervencion-psicologica-grupos-sociales
En un segundo nivel se encuentra el análisis de la organización, donde encontramos que vivimos en una "era de las organizaciones", en el marco de la "sociedad organizacional", descubriendo como las organizaciones determinan todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, no sólo del trabajo moderno que se realiza en el contexto de organizaciones, por lo que se presenta la necesidad de su estudio desde una perspectiva científica.
El lector puede profundizar el análisis de la interacción en este nivel en mi artículo Introducción a la Psicología de las organizaciones que se encuentra en el siguiente link:
/trabajos109/introduccion-psicologia-organizaciones/introduccion-psicologia-organizaciones
Para lograr la ampliación y reconstrucción de nuestra identidad psicológica necesitamos elevar nuestro análisis, abordando el estudio de las comunidades desde la perspectiva de la Psicología social, para cerrar el círculo de la percepción que nos brinda el reconocimiento de que somos seres sociales, lo que nos conduce al reconocimiento de aquella disciplina a la que se ha dado en denominar "la ciencia del cambio social", esto es, la Psicología comunitaria.
Todos los individuos desarrollamos una identidad psicológica, que en principio tiene una base biológica debido a nuestra pertenencia a un género determinado, es decir, si poseemos genitales masculinos nos identificamos como hombres, quienes tienen genitales femeninos, se reconocen como mujeres.
Claro está que es necesario reconocer que vivimos tiempos de diversidad sexual y que ya no es posible seguir actuando como si todo fuera blanco o negro.
Lo que quiero destacar es que en base a nuestra adscripción biológica a un género determinado nos identificamos como hombres o como mujeres, es decir, desarrollamos una identidad sexual masculina o femenina.
Pero nuestra identidad va mucho más allá de lo sexual, se construye retomando el contenido de nuestras raíces culturales, toma como punto de partida nuestro origen en un determinado espacio geográfico en donde asimilamos valores predominantes, costumbres imperantes, tradiciones vigentes en nuestras etapas de desarrollo psicosocial, hábitos compartidos y estos contenido del ambiente cultural predominante nos proporcionan nuevos elementos con los cuales reconstruimos nuestra identidad más allá de la esfera de lo individual.
La influencia social es de tal forma que con frecuencia nos comportamos como creemos que los demás esperan que nos comportemos, tanto como quisiéramos hacerlo, pero nuestro deseo de pertenencia social nos lleva a imitar comportamientos o a realizar comportamientos que en forma individual no haríamos.
En varios de mis artículos previos he descrito el concepto personalidad psicosocial, no quisiera abrumar a mis escasos lectores repitiéndolo en cada escrito, pero en esta ocasión me veo en la necesidad de retomarlo para explicar la interrelación existente entre el individuo y la comunidad.
Todos tenemos una determinada forma de pensar, sentir y actuar que nos hace únicos y diferentes a los demás. Esta forma original de ser, sentir y actuar es nuestra personalidad psicosocial y esta se construye en base a la interrelación e interinfluencia que hemos mantenido con las diferentes figuras significativas en los distintos grupos sociales a los que pertenecemos y hemos pertenecido.
No sólo las figuras significativas que hemos conocido influyen en nuestra personalidad, también la cultura predominante en la región donde nacimos y vivimos moldea nuestra personalidad psicosocial y nos ayuda a construir una cultura individual que viene a ser resultado de lo social.
Nuestra identidad psicosocial se amplía más allá de lo individual, recibe y ofrece los componentes de la dinámica de los grupos a los que pertenecemos para construir una identidad grupal, ya sea en el grupo familiar, en el grupo laboral, en el grupo escolar o cualquier grupo.
Todos pertenecemos a varios grupos simultáneamente, la pertenencia a un grupo implica el desempeño de un rol específico, recordemos que los grupos son "la reunión más o menos permanente de varias personas que interactúan entre sí, realizando un conjunto de actividades que les permite lograr objetivos comunes, en una interacción en la que cada individuo se siente parte integrante del grupo y percibe a los demás como miembros del grupo también".
/trabajos93/intervencion-psicologica-grupos-sociales/intervencion-psicologica-grupos-sociales
Es el momento en el cual se dan cambios cualitativos en la percepción de nuestra identidad, cuando dejamos de utilizar en nuestro lenguaje la palabra "Yo" y la sustituimos por la palabra "Nosotros", cuando experimentamos ese sentimiento de pertenencia a un grupo específico.
Cuando interactuamos con otras personas en contextos grupales formales o informales, contribuimos a la creación de una cultura del grupo debido a la interinfluencia existente en las relaciones interpersonales. Influimos a los demás con nuestra interacción, palabra, vestimenta, conducta, etc., pero también recibimos la influencia de los otros, de tal forma que se producen cambios en nuestro comportamiento.
De igual forma contribuimos a construir la cultura de una organización cuando ingresamos a ella y la cultura organizacional nos influye para cambiar hábitos, valores y comportamientos. Recordemos que una organización puede ser concebida como "un conjunto de personas que en el marco de una estructura interactúan, utilizando tecnología, para lograr objetivos comunes".
/trabajos109/introduccion-psicologia-organizaciones/introduccion-psicologia-organizaciones
Cuando se le dice a algún empleado: "Ponte la camiseta", se le está solicitando ampliar su identidad, dar un salto cualitativo de una identidad individual, a una identidad grupal y ahora a una identidad organizacional. Si utilizamos la teoría de sistemas podemos concebir a una organización como un sistema social, como un todo que está compuesto por partes diferentes entre sí, pero complementarias mutuamente, de tal forma que el éxito o fracaso de una organización está en función del grado de colaboración y armonía que logren todos sus componentes entre sí. En ese sistema social se construye la identidad organizacional, cuando el individuo se ve a sí mismo como parte importante de ese "todo".
La construcción de una identidad organizacional es fundamental para el éxito de toda organización ya que las organizaciones no son los edificios, sino lo son las personas que forman parte de ellas. Las bases para lograr esa identidad están en el desarrollo de un sentimiento de pertenencia, de un salto cualitativo del "yo, al nosotros".
La construcción de nuestra identidad psicosocial, pasa pues de una identidad individual, a varias identidades grupales simultáneamente ya que pertenecemos a varios grupos al mismo tiempo, luego pasamos a la construcción de una identidad organizacional de aquellas organizaciones de las que somos parte integrante y para finalmente, lograr la construcción de una identidad comunitaria.
Inclusive, si profundizamos en el análisis, encontraremos la construcción de identidades nacionales que abarcan a toda la población de un país: mexicanos, argentinos, Chilenos, Ecuatorianos, Venezolanos, Españoles, Estadunidenses, etc. Y mucho más allá, identidades sociales basadas en nuestra ubicación en un continente. Americanos, europeos, asiáticos, africanos, etc. También por supuesto podemos desarrollar identidades en función de nuestra pertenencia a una raza humana determinada: caucásico, hispano, negro, oriental, etc.
El asunto es que todos somos portadores de una cultura individual que se manifiesta en una escala de valores que rige nuestra conducta, en determinadas actitudes que asumimos, en un conjunto de hábitos, tradiciones y costumbres que no los inventamos nosotros, sino que son herencia del pasado, que en realidad es una herencia de los muertos sobre los vivos.
Esta herencia la adquirimos en el grupo familiar y en la comunidad de la cual procedemos, a través del ambiente cultural que prevalece y caracteriza a nuestra región o localidad. En ese sentido, todos somos parte de una comunidad social, nos unen a ella diferentes tipos de lazos sociales, lazos sanguíneos, lazos económicos, lazos afectivos, lazos culturales.
Partamos de una premisa fundamental: Todos pertenecemos a una familia. Hoy en día la familia como institución ha sufrido una serie de cambios que debemos tener en cuenta, pensemos en lo siguiente: cuando pensamos en la familia asociamos la idea de una familia integrada por la presencia del padre, la madre y los hijos, es decir, nos remitimos a la imagen de la familia nuclear.
Sin embargo, la familia como institución social no ha estado exenta de los cambios sociales que padecemos en nuestra época. Debo mencionar aquí que hoy en día existen en nuestro país y en Latinoamérica en general, miles de familias monoparentales, constituidas por madres solteras con hijos, madres o padres viudos con hijos , madres o padres divorciados con hijos, familias compuestas por padres divorciados con hijos que contraen matrimonio con madres viudas o divorciadas con hijos, etc.
El énfasis en la imagen de la familia nuclear ha propiciado un descuido de la familia extensa y en consecuencia de nuestra interacción con el conjunto de integrantes de la misma. Pero la familia extensa ahí está y nos recuerda que todos tenemos padres, madres, tíos, tías, primos, primas, cuñadas, cuñados, sobrinos, sobrinas, abuelos, abuelas, nietas, nietos, etc.
Pero también además de la familia nuclear y extensa que nos dan identidad social y unen a la comunidad, debemos considerar que todos tenemos amigos, vecinos, compadres, compañeros de trabajo, compañeros de estudio, amigos de los amigos, amigos de los vecinos, familiares de los vecinos y todos y cada uno de los que he mencionado pasan por algo parecido, es decir tienen padre, madre, amigos, tías, tíos, etc.
Nuestra pertenencia simultánea a diferentes grupos sociales nos lleva a establecer relaciones interpersonales en el trabajo, en la escuela, en la Iglesia, en los grupos deportivos, etc.
Estamos hablando de algo que se resume en el concepto de tejido social que se refiere a los lazos que nos unen a otras personas, grupos y organizaciones sociales que conforman nuestras comunidades y es lo que nos hace formar parte de una comunidad social que va mucho más allá de nuestra familia inmediata.
La comunidad en la que crecemos y nos desarrollamos moldea nuestros pensamientos, percepciones y comportamientos mediante la asimilación de las tradiciones, las costumbres, hábitos, valores e inclusive en la forma de hablar. Con todo lo anterior es como se construye una identidad comunitaria, basada en una pertenencia real a una comunidad, pertenencia que no podemos ignorar ni pasar por alto ya que es la base de nuestra identidad social.
La existencia de varias identidades regionales en nuestro país no está exenta de la formación de estereotipos acerca de las mismas, ya que es común la formación de estereotipos culturales en nuestra sociedad que contribuyen a crear una imagen generalizada de un grupo social, un segmento de la población o de toda una población inclusive.
Tan solo pensemos en los estereotipos del mexicano que tienen ciudadanos de Estados unidos, Europa o de otros lugares. "Los estereotipos son una percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, y que buscan «justificar o racionalizar una cierta conducta en relación a determinada categoría social»". https://es.wikipedia.org/wiki/Estereotipo
Puedo dar un ejemplo de mi historia personal para describir cómo funcionan los estereotipos: cuando decidí estudiar Psicología en los setentas, no existía la carrera de Psicología en la Universidad de Sonora, investigué buscando "la mejor escuela de Psicología en México" y encontré que la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana era considerada "la mejor escuela de Psicología en Latinoamérica".
Trabajé y ahorré para el viaje y me lancé a la aventura de salir de casa y viajar del noroeste de México (Hermosillo, Sonora) al sureste de este hermoso país (Xalapa, Veracruz), recorriendo una distancia mayor a los 3,000 kilómetros.
¿De qué forma afectaron positiva o negativamente los estereotipos en esta experiencia? Encontré que en Veracruz (y en varias partes de México) existe el estereotipo del mexicano norteño que lo describe como un tipo alto, fuerte, franco, sincero, noble, "buena onda", confiable, etc., un estereotipo basado en cualidades exclusivamente.
Aparte de que me encontré con gente veracruzana amistosa, alegre, sincera y hospitalaria, creo firmemente que ese estereotipo de la figura del norteño funcionó para ser recibido con los brazos abiertos en más de una ocasión. No hacía falta decir que era del norte de México, mi vestimenta, mi estatura, mi forma de hablar me delataba, sobre todo cuando usaba palabras que incluyeran las letras ch. ¿Me podría dar un vaso de leshe por favor", Aquí llueve musho, ¿verdad?
En mis viajes al noreste de Estados Unidos (Michigan, Indiana, Wiscounsin), me di cuenta de que mi apariencia, mi estatura (1.83) mi léxico, mi dominio del inglés, ocupación y nivel académico sorprendió a varios estadunidenses que tenían la imagen del mexicano como persona de baja estatura, con bajo nivel de escolaridad y poca preparación laboral. Una imagen falsa del mexicano basada en un estereotipo que ha sido construida sobre los mexicanos indígenas de los estados del sureste de México que cruzan la frontera hacia el norte en busca de mejores oportunidades de vida.
Entonces, debemos tener presente que todos somos seres sociales, que pertenecemos simultáneamente a diferentes grupos sociales, que interactuamos con diferentes organizaciones no sólo en la que laboramos o estudiamos, sino que también lo hacemos cuando consumimos diferentes tipos de productos y servicios para satisfacer nuestras necesidades.
Me imagino que el lector habrá escuchado las expresiones "la comunidad científica", "la comunidad universitaria", "la comunidad estudiantil", etc. Somos parte innegable de una comunidad, inclusive de varias comunidades, tenemos lazos sociales invisibles, inclusive con gente que no conocemos. Padecemos en forma colectiva el mismo tipo de problemas sociales (delincuencia común, transporte público deficiente, calles con baches, una policía deficiente, corrupción de nuestras autoridades, etc.).
Somos lo que somos gracias a los demás, no podríamos existir sin los demás. En la década de los noventas participé con un grupo de psicólogos sociales en un proyecto editorial que consistió en la publicación de una revista cuyo nombre era Alelon, que significa "Uno no puede existir sin el otro", "que viene de un igual", para denotar que todos somos seres sociales, que necesitamos el contacto social, porque nuestra naturaleza humana nos hace interdependientes de los demás.
Somos parte de la comunidad en la que nacimos o vivimos, no solamente interactuamos con quienes nos rodean para satisfacer nuestras necesidades básicas, sino que también lo hacemos para satisfacer necesidades psicológicas.
Una de estas necesidades psicológicas es la de pertenencia a un grupo, a una comunidad específica. La necesidad de pertenecer a un grupo ha sido estudiada por la Psicología social para analizar el fenómeno del conformismo, recordemos el estudio de la conformidad de Solomon Asch. A nombre de la aceptación social y de la conformidad precisamente se tolera lo intolerable y se renuncia a nuestros derechos humanos.
/trabajos105/psicologia-influencia-y-cambio-social/psicologia-influencia-y-cambio-social
Lamentablemente la ideología individualista y competitiva que predomina en estos tiempos del neoliberalismo, nos impide desarrollar sentimientos de pertenencia, lazos de solidaridad social, fortalecer nuestra identidad social con las comunidades de las que formamos parte.
Sin embargo, la pertenencia a nuestras comunidades nos permite un empoderamiento social, nos da un mayor sentido de identidad, una identidad que rebasa lo individual y abarca lo social. Nos sentimos "hermosillenses, sonorenses, mexicanos, latinoamericanos, etc.".
Por eso muy en el fondo de nuestros corazones y mentes, estamos marcados por la cultura prevaleciente en la comunidad en que nacimos, en la que pasamos nuestros primeros años de vida o a la que pertenecemos por períodos largos de tiempo.
Nuestra identidad individual no se limita al "aquí y ahora" ya que traemos consigo las aportaciones de nuestros ancestros biológicas, históricas y culturales de nuestros ancestros.
Nuestras raíces las llevamos muy dentro de nosotros, por eso se afirma que "la persona que olvida sus raíces, se mutila a sí mismo". Todos debemos tener amor al suelo que nos vio nacer, un sentimiento de pertenencia al lugar en el que vivimos, porque son parte de nuestra personalidad e identidad psicosocial.
La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial
En el campo de la Psicología social no hay lugar para la práctica de la psicología individual. En líneas anteriores se ha descrito la interinfluencia entre el individuo y la sociedad, de tal forma que partimos de la premisa que planteó Sigmund Freud a principios del siglo pasado: "La Psicología individual es desde un principio y hasta el final, una Psicología social".
Persistir en la práctica individual de la Psicología es continuar reproduciendo un enfoque reduccionista de la Psicología, el cual, en última instancia utiliza a la Psicología como instrumento de control ideológico al atribuir los problemas de un individuo a la sola esfera individual, ignorando las causas sociales de los problemas individuales.
La experiencia cotidiana demuestra que la Psicoterapia individual reconoce cada vez más la necesidad de pasar a la psicoterapia grupal para tener una intervención psicológica realmente efectiva y obtener buenos resultados.
En mi práctica profesional como académico universitario me he centrado más en la docencia de la Psicología, la investigación psicosocial y labores de extensionismo, que son las tres funciones esenciales del maestro de tiempo completo en la universidad de Sonora.
Pero eso no ha evitado que ocasionalmente haya atendido a personas que se han acercado a mí en demanda de ayuda psicológica. En todos los casos en los que he intervenido de una manera inevitable he tenido necesidad de pasar de la atención psicológica individual a la intervención en el seno del grupo familiar de quienes he apoyado como terapeuta.
Diversos autores (Tajfel, kurt Lewin, Vygotsky, Ignacio Martin-Baro, Sherif, Serge Moscovici, Amalio Blanco, etc.) argumentaron sobre la necesidad de mirar lo que acontece alrededor del sujeto para poder comprender lo que hace, lo que piensa y lo que siente en su interior. Esto significa que para entender el interior de un individuo debemos mirar hacia afuera, para analizar la influencia sociales que determinan el comportamiento individual, lo cual nos refleja la necesidad de recuperar y analizar el contexto social.
Cada vez más se incrementa la desconfianza hacia las explicaciones puramente psicológicas de las guerras, de los fanatismos fundamentalistas, de las diversas caras que muestran el terror y la violencia, de la delincuencia común, de las injusticias sociales y de los crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, todavía hay resistencias a reconocer la influencia social sobre el comportamiento individual. Hace varios años impartía la materia Psicología criminal en la Especialidad en Derecho Penal y familia de la Universidad de Sonora, el grupo de alumnos estaba integrado por profesionistas de Derecho principalmente, dentro de los cuales había un gran número de jueces en activo, cuando explicaba la necesidad de reconocer el ambiente social en el comportamiento del delincuente, los jueces mostraban una gran cerrazón y solo decían "a tal delito, tal sanción". Para ellos no era atenuante del delito la crisis económica, los bajos salarios, la pobreza social, etc.
La Psicología como ciencia social no puede ser "neutral" y objetiva como nos plantea el positivismo. A través del trabajo del psicólogo social podemos comprender la integración de las interacciones individuales con sus marcos sociales más amplios.
En otros trabajos he mencionado que el origen de la Psicología de grupos está ligado estrechamente al origen de la teoría de la organización. Esto se debió que las primeras investigaciones sobre los grupos sociales estaban enfocadas a encontrar estrategias para aumentar la productividad en las organizaciones.
Pero la Psicología de grupos podría permitirnos la comprensión de otro tipo de problemas sociales, tales como el funcionamiento de las pandillas juveniles, de la delincuencia organizada, de actividades terroristas, etc. La Psicología debe indagar las razones que están detrás de la corrupción imperante en nuestro medio social, del fundamentalismo religioso, de la injusticia, del fundamentalismo nacionalista, de los conflictos étnicos, del terrorismo, etc. Es decir, la Psicología de grupos no solo se debe preocupar por el exclusivo fin de investigar las variables que dan cuenta del rendimiento y productividad de los grupos humanos en las organizaciones formales, sino que debe atender los verdaderos problemas sociales.
Para ilustrar la influencia de los grupos sociales y de las comunidades en las formas de pensar, sentir y actuar de las personas, quiero compartir con el lector mi ejemplo personal.
En lo personal me siento muy orgulloso de mis raíces, jamás he negado mi procedencia de la clase obrera, el menor de una familia numerosa e hijo de padre minero. Al contrario, en la menor oportunidad digo con orgullo haber nacido en la histórica ciudad de Cananea, Sonora. Lugar donde viví mis primeros once años de vida y como bien demuestran los estudios de Psicología, los primeros años de vida son determinantes para el desarrollo de la personalidad individual. Por eso mismo siento un gran orgullo al decir que nací en las instalaciones de la desaparecida Clínica Obrera de la sección 65 del sindicato de mineros de Cananea, Sonora.
Haber nacido en Cananea marcó mi personalidad, este poblado minero es una comunidad de verdaderos luchadores sociales, que organizados en la sección 65 del sindicato de mineros realizaron varias huelgas contando siempre con el apoyo de los habitantes de esa ciudad. Sin olvidar por supuesto que Cananea es considerada la cuna de la revolución mexicana al luchar por la jornada de 8 horas de trabajo y otras demandas.
Tan solo recordemos que la sección 65 del sindicato nacional de trabajadores mineros tiene una huelga que lleva MÁS DE NUEVE AÑOS y siguen firmes en su resistencia. No conozco otro sindicato que haya realizado un movimiento de huelga de esa duración.
En mis primeros años de vida aprendí a través del ejemplo de mis padres, hermanos, maestros, vecinos, amigos, etc., que es posible luchar por un mundo mejor, que podemos cambiar nuestra realidad social, a desarrollar la rebeldía como forma de comportamiento en la lucha por un cambio social, a buscar la igualdad social en todo momento y en todo tipo de relaciones interpersonales, a demostrar solidaridad con quien sufre una injusticia, pero sobre todo, lo más importante, aprendí a desarrollar un fuerte compromiso social con mi comunidad.
Mi padre nos sacó de Cananea para mudarnos a Hermosillo, la capital del Estado y darnos la oportunidad de realizar estudios universitarios. Precisamente por mi humilde origen no tuve oportunidad de "aburrirme" en mi adolescencia y parte de mi juventud durante los largos y calurosos veranos que pasé en la ciudad de Hermosillo, Sonora, no tenía tiempo para aburrirme porque mi familia era numerosa y de escasos recursos por lo cual durante mi adolescencia tenía que salir a buscar trabajo y ayudar con el sustento familiar.
Uno de varios trabajos que desempeñé en mi adolescencia fue la de vendedor de periódicos, con los ingresos que obtenía con esta actividad contribuía a los gastos de nuestra familia numerosa. Retomando el hábito de la lectura heredado de mi padre, recuerdo que antes de salir a vender periódicos en las madrugadas, utilizaba algunos minutos en leer la prensa diaria y enterarme de los acontecimientos relevantes. Así fue como me enteré de la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 cuando tenía escasos 13 años, al igual que me enteré del festival de Woodstock en 1969. De igual forma vi (como algunos acostumbran decir: con estos ojos) como el ejército ingresaba a la Universidad de Sonora en 1967.
En 1971 ingresé a la extinta Preparatoria Central de la Universidad de Sonora, me involucré en el movimiento estudiantil de principios de los setentas participando como "activista" y sufrí los embates de la represión policiaca que me llevaron a ingresar a militar en la izquierda clandestina. Como muchos jóvenes de mi generación caí en la tentación del foquismo revolucionario, pensando que un puñado de jóvenes ilustrados podrían contagiar a las masas de trabajadores de la enfermedad del cambio social.
La ilusión duró poco, tanto como la efectividad de los cuerpos de inteligencia en identificar a los estudiantes más radicales, aprehenderlos, encarcelarlos después de torturarlos, llevados al campo militar número uno, o simplemente desaparecerlos. Durante este período fui testigo de la desaparición de varios de mis compañeros activistas a manos de cuerpos de la policía.
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